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18 | No querías que te perdonara.

✨ Sara ✨

—Saben que pueden contarme lo que sea que les suceda ¿cierto? —dice la tía Emma mientras con una gasa le da pequeños toques en la herida a Gab para limpiarla.

—Sí, tía, pero por ahora no hay nada que contar —me encojo de hombros sentándome junto a ella.

—Yo no me como el cuento que le inventaron a todos, Sara. Ustedes saben perfectamente quien golpeó a Gabriel, es más, estoy segura de que él también lo sabe pero por alguna razón se niega a decirlo.

Gabriel me mira fijo y entonces sé que no se va a quedar callado.

—Fue el ex de Sara —confiesa.

Emma me mira como diciendo «¡Yo sabía!» y poco a poco se forma una sonrisa en sus labios a medida que va ladeando la cabeza.

Está más que claro que a Gab no le gustó siquiera un poco que Klara y yo le pidiéramos que no dijera nada sobre el golpe. Camino a casa le explicamos el por qué, que básicamente se resume a la abuela.

Cuando Emily salió del closet sus compañeros de clase se burlaban de ella, Em se lo contó a Lucca y él no dudó en darle una golpiza a los cinco chicos que comenzaron con las burlas para que los demás entendieran a qué se enfrentaban como siguieran de graciosos. Cuestión, uno de estos chicos es nieto de una de las amigas de la abuela, por lo que ella obviamente se enteró y se enfadó demasiado. No le habló a Lucca por más de una semana y cuando lo hizo le hizo prometer que no volvería a golpear a nadie a menos que de verdad fuera necesario.

Situación que no se da en este caso.

—Bien, ¿por qué Lucca te hizo esto? —le pregunta la tía a Gab.

—Él estaba hablando con Sara cuando yo me acerqué, me había ayudado antes a entender cosas de la lista que me dió Klaray. Me cayó bien, pero cuando dijo su nombre y me di cuenta de que era el puto hombre que le hizo tanta mierda a Sara ví todo rojo...

—¿Tú empezaste? —la tía se cruza de brazos.

—Sí, yo lo empujé, Sara quiso detenerme cuando quise volver a hacerlo, pero la esquivé e intenté empujarlo otra vez.

—Y ahí Lucca lo golpeó —termino yo.

—¿Por qué ocultarlo? —Emma me mira con el ceño fruncido.

—Por la abuela, Klara dice que se molestó mucho cuando Lucca le pegó a Saúl y a los otros por lo de Em —digo y ella alza las cejas—. ¿Qué?

—Bueno, hicieron bien, no creo que a papá tampoco le haga mucha gracia que se anden golpeando como estúpidos.

Desde el piso de abajo escuchamos a Tina llamándola y los tres miramos hacia las escaleras esperando verla subir, pero no sucede y a los segundos volvemos a escucharla gritar para que Emma baje.

—¿Puedes terminar tú? Solo tienes que poner más iodofón, una gasa con leuco y estaría listo.

Asiento a la vez que la veo salir del baño a toda prisa.

—Esto no tiene que ver únicamente con tu abuela, Sara.

No puedo ver a Gab a los ojos, no he podido desde que lo recogimos en el aeropuerto.

—No solo tu tía se da cuenta cuando mientes, amor —toma mi mano, con la que le estoy curando la herida y se la lleva al pecho—. ¿Pasó algo entre ustedes este tiempo que no estuvimos cerca?

No estoy lista, pero es momento de que se lo diga. Tengo la oportunidad servida en bandeja y solo una idiota la desaprovecharía.

—Nos besamos —admito bajando la cabeza.

—Sí, me lo dijiste, pero no me refiero a la obra de teatro.

Dios, muero de vergüenza.

—Yo tampoco estoy hablando de la obra de teatro, Gab.

Suelta mi mano con brusquedad.

—¿Tuvieron sexo?

Me prometí a mi misma mantenerme alejada de Lucca porque no quería que Gab saliera lastimado. Me mostré fuerte la primera vez que nos vimos y quise mantener esa fachada de superada pero no puedo negar lo que mi corazón siente por Lucca.

—No, Gab, diablos, no. Solo nos besamos dos veces más.

—¿O sea que sigues sintiendo cosas por él?

—Si te soy sincera, creo que jamás dejé de sentirlas.

—¡Comemoramos cinco meses de relacionamento em dez malditos dias! —se pone de pie llevándose las manos a la cabeza—. Você não pode fazer isso comigo

«¡Celebramos cinco meses de relación en diez putos días!».

«No puedes hacerme esto».

—¿Crees que puedo decidir de quién me enamoro?

—¡Dijiste que no sentías nada por él!

—Solo trataba de convencerme a mí misma, Gab, nunca dejé de quererlo. Supuse que el tiempo y la distancia iban a hacer que me olvidara de él, pero no fue así y en cuanto volví a verlo me di cuenta de que se necesita más que eso para que salga de mi corazón.

Él se queda en silencio y entonces llevo mi mano hasta su brazo buscando alguna reacción.

—Gab...

Suelta un suspiro largo y me mira a los ojos.

—Te perdono —mis cejas se alzan automáticamente por la sorpresa.

—¿Qué? No, Gab, te fui infiel...

—Sí y te perdono —toma mis manos entre las suyas sonriendo.

—¿Por qué?

—Te quiero, Sara, demasiado como para dejar que unos simples besos arruinen lo que tenemos.

—Yo... —las palabras se niegan a salir—. No sé qué decir.

—Solo prométeme que intentarás enamorarte de mi.

Ojalá pudiera.

—Le dí otra oportunidad...

—¿Bajo qué condición? —no parece sorprendido.

—Él me dijo que jamás sintió cada cosa que salió de su boca aquella noche.

—¿Y tú le crees? —pregunta con ironía alzando las cejas.

—Sí y si algo lo llevó a lastimarme quiero saber qué fue.

—¿Están juntos? —cierra los ojos—. O sea, me refiero a si lo están volviendo a intentar o si esperarás a que te diga por qué hizo lo que hizo.

—Quiero la verdad.

Él me mira un instante y vuelve a cerrar los ojos bajando la cabeza.

—Mientras él te da esa "verdad" intentemos seguir con lo nuestro, amor.

Gabriel acuna mis mejillas entre sus manos y me da un beso suave en los labios al que no correspondo.

—Intenta enamorarte de mí, Sara.

No respondo, no puedo, porque entonces tendría que decirle que no hay siquiera una mínima posibilidad de que llegue a quererlo como algo más que a un amigo y no es lo que él pide.

Al notar mi silencio sale del baño soltando un suspiro largo. Contemplo la puerta unos segundos y luego me doy vuelta para comenzar a guardar todo otra vez dentro del botiquín y deshacerme de las gasas sucias.

El sonido que produce la puerta al cerrarse con un golpe me sobresalta y cuando vuelvo a voltearme para ver qué ha pasado me encuentro con Klara que sonríe de oreja a oreja.

—¡La madre que me parió! —grita dando saltitos—. ¿¡Cómo que te has besado dos veces más con Lucca y yo no me he enterado!?

Chilla con tono de reclamo abriendo los ojos como platos.

—¡Y encima le has dado otra oportunidad! —pone sus manos en mis hombros—. ¿Pensabas decírmelo o tengo que enterarme escuchando detrás de las puertas?

—Iba a decírtelo, solo que no por el momento.

Klara se pone a caminar de un lado al otro del baño hablando sin parar como un loro.

—Por un momento pensé que de verdad te gustaba Gabriel y me asusté, pero ahora veo que no, tú misma dijiste que no. Sigues queriendo a Lucca y lo mejor de todo es que en cuanto él te diga la verdad van a volver a ser los mismos idiotas enamorados de siempre, Dios, me amo tanto.

—Si alguna vez volvemos a estar juntos no va a ser por cosa tuya, Klara.

—¡Ohh, cállate! —hace una mueca—. Si no fuera por mi ni siquiera se hubieran conocido en la fiesta de cumpleaños de Landon.

—Si estabas borracha hasta los pelos —no estoy segura de que siquiera recuerde algo de esa noche más que lo que yo le conté.

—Claro, y casualmente cuando fuiste a buscar a Pablo a la cocina para decirle que nos íbamos a casa él no estaba, entonces tuviste que esperar y casualmente te encontraste con un pelinegro lindo que te miraba con ganas de querer comerte ahí mismo. Si todo fue cosa del destino entonces comienza a llamarnos a Pablo y a mí "destino".

Me niego a creer que ella tuvo algo que ver en eso.

—Tampoco estaba borracha cuando los vi allá arriba o cuando te dije lo de cenicienta...

—¡Ya cállate! —me quejo empujándola en broma.

—Todavía no puedo creer que Gabriel te haya perdonado lo de los besos así como así.

—Yo tampoco, pensé que iba a enfadarse.

—Eso querías que hiciera ¿no? —odio que me conozca tan bien—. Si se enfadaba y te dejaba te quitaba la responsabilidad de tener que dejarlo tú. En resumen, no querías que te perdonara.

—No —admito.

—¿Y qué vas a hacer? —pregunta sentándose en la tapa del inodoro.

—¿Con qué?

—Con Lucca.

—Nada hasta que no me diga la verdad.

—¿Verdad de qué? —si decidí no contarle nada sobre lo que ha pasado Lucca es porque me sentía demasiado avergonzada como para hacerlo.

No por él, sino por mí misma, le fui infiel a mi novio y eso es algo horrible que nunca me gustaría que me hicieran.

—Dijo que jamás sintió todo aquello que me dijo en la terraza.

Ella aprieta los labios reprimiendo la sonrisa que se dibuja en su rostro.

—Como me digas que soy una ridícula por creerle te juro por mi vida que no te cuento nada más —la amenazo sentenciándola con el índice.

—A ti no te diré nada, pero Lucca no se me va a escapar.

Y entonces sale corriendo del baño sin darme tiempo a alcanzarla gritando que nació por su madre y morirá por el chisme.

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