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15 | No pienso volver a follarte en mi vida.

✨ Lucca ✨

No puedo explicar el sentimiento que golpeó mi pecho cuando vi su apodo, ese que solo uso yo con ella, en la barra de notificaciones de mi celular.

Durante mucho tiempo, recibir un mensaje suyo, una llamada o un insignificante like en mis historias jamás fueron la expectativa. Me conformaba con tan solo poder ver su foto entre mis contactos o que su perfil de Instagram me apareciera ni bien escribir la primera letra de su nombre, cosa que claramente no sucedió, pues me bloqueó hasta del correo electrónico.

Esto, por más mínimo que parezca, es importante para mí.

Por eso no tardé ni medio segundo en responderle.

A la mierda lo de fingir no ver el mensaje y tardar en contestar para hacerme el interesante como acostumbraba, eso se le hace a alguien con quien recién estás comenzando, no a la persona que quieres a tu lado por el resto de tu vida sin importar cuánto tiempo eso sea.

De todas formas no puedo negar que ahora mismo, mientras me dirijo a casa de Marta, siento un pinchazo en el pecho a causa de los nervios que van consumiéndome poco a poco como se consume el cigarrillo entre mis dedos con cada calada.

—¿Dejas el auto fuera de la reja porque quieres hacer ejercicio o porque no quieres hacer ruido? —pregunta Tyler cuando me acerco para saludarlo—. Te vas a encontrar con la niña Sara, eh.

Me cruzo de brazos sin responder y me apoyo junto a su casilla.

—No tienes que decir nada, Lucca, el brillo en los ojos y la sonrisa que llevas te delatan.

—Es que hace un tiempo cagué las cosas entre nosotros y creo...creo que por fin vamos a poder arreglarlo.

Aunque aún debo encontrar la forma de contarle toda la verdad y eso me jode demasiado.

—Te deseo suerte, amigo —dice a la vez que aprieta el botón que abre la reja.

Veo como esta sube despacio y me despido de Tyler. Apenas va por la altura de mi cintura cuando me agacho y paso por debajo sin dejar que se abra completamente.

No tengo tiempo que perder.

Una vez frente a casa de Marta, me escabullo por el costado y termino en el patio trasero. Tengo más recuerdos felices en este patio y con esta familia que en toda mi puta vida. Gracias papá por darme la estabilidad que un niño necesita, de verdad.

—¡Eh, espabila! —grita Sara asomándose por la ventana.

—¿Subo por la enredadera? —dudo de la firmeza de la planta desde que Pablo se esguinzó el pie tratando de meterse en el cuarto de Klara.

—Anda, rápido que alguien puede escucharte.

Trepo como tantas veces lo hice y al llegar a la ventana siento las manos de Sara rodeando mi brazo para ayudarme a entrar.

—Puedes sentarte en la cama de Klara, o en la mía, o en la silla del escritorio, no sé, sabes...siéntate dónde quieras, o no te sientes...

Río viéndola caminar de un lado al otro de la habitación moviendo las manos alocadamente frente a ella.

—Tranquila, Sara —opto por sentarme en la cama de Klara y ella lo hace frente a mí en la suya—. ¿De qué quieres hablar?

—Bueno...pero no sé cómo puedes llegar a tomártelo...

—No me asustes ¿Qué pasa?

Se me va a salir el corazón por la boca de los nervios y ella todavía se pone de misteriosa.

Por un segundo el miedo me cruza la mente ¿y si...

—¿Todavía tengo mi segunda oportunidad? —por favor que no diga lo contrario—. No sé qué hice mal, pero te juro que no ha sido mi intención, Sara. Te prometí que iba a contártelo, pero también necesito tiempo y...

—Lucca —posa su mano sobre mi pierna—, no tiene que ver con nosotros, o bueno, sí, pero no en ese sentido. Dije que te daba una oportunidad de explicarme todo y todavía la tienes, pero...

—Deja de hacerte la misteriosa, rubia, vas a hacer que me de algo.

Ella sonríe y al segundo siguiente baja la cabeza.

—¿Está todo bien? —es ahora cuando comienzo a preocuparme, está demasiado rara.

Murmura algo que no logro entender, así que la tomo delicadamente por la barbilla y pido que repita sus palabras. Ojalá no haberlo hecho.

—Gabriel vendrá de visita y se quedará hasta después de mi cumpleaños.

¿Cómo hago que mi cerebro procese lo que ha dicho?

—¿Cuándo? —no sé siquiera por qué lo pregunto, no, sí sé, porque soy un masoquista de mierda.

—Llega el viernes en la noche.

—Bien, ¿por qué me lo cuentas?

Todavía no entiendo mi función dentro de esto. ¿Qué se supone que haga con esa información? ¿Que lo vaya a esperar al aeropuerto con flores y un cartel de bienvenida?

—No sé, quería que te enteraras por mí parte...supuse que te importaría y no quería que te enfadaras.

—Él es tu novio, no veo por qué debería molestarme o...

Su mirada me hace darme cuenta de que estoy actuando como un imbécil celoso que trata de utilizar palabras hirientes para evadir lo que las suyas causaron en mi.

—Me importa, rubia, pero más me importa nuestra segunda oportunidad —tomo su mano—. Gracias por decírmelo.

Ahora que los nervios han desaparecido puedo apreciar lo linda que está. No lleva puesto el pijama, sino ropa de calle y está un poco maquillada, cosa rara en ella, pero que aún así le queda demasiado bien.

Siendo sincero, no creo que haya cosa que le quede mal a esta mujer.

—Algo más...

—En serio, Sara, deja de hacerte la misteriosa o...

—¿O qué? —pregunta desafiante.

—Esa pregunta tiene muchas respuestas y ninguna es lo suficientemente decente como para decirla en voz alta, rubia.

Noto como se sonroja y sonrío de lado.

—¿Qué más ibas a decir?

—La abuela quiere organizar un almuerzo el domingo para presentar a Gabriel con todos.

—¿Me va a invitar? —obvio que sí, soy el nieto favorito de Marta.

—Eso creo, así que si vas a venir por favor compórtate.

—Si siempre me porto bonito.

—Hablo en serio, Lucca —me sentencia con el dedo—. Nada de miraditas de esas tuyas o sonreirme como lo haces.

—¿Por qué? —me acerco un poco a ella—. ¿Te pongo nerviosa?

—Sí, mucho, así que deja de hacerlo.

Ante su afirmación no puedo evitar dejar escapar una sonrisa de suficiencia que me trae como premio un golpe con un almohadón.

—No empieces —advierte mientras se pone de pie y se dirige al closet.

—Al final sí tenía razón con lo de Harry —comento algo pensativo.

—¿Eh? ¿Con qué?

—Ambos te volvemos loca.

El rubor aparece en sus mejillas otra vez y en mi rostro se dibuja una sonrisa.

—Deberías irte antes de que sigas diciendo estupideces...

—¿Acaso miento? —me pongo de pie y camino hacia ella viéndola a los labios.

Daría cualquier cosa por besarla.

—Conozco esa mirada —señala mis ojos.

—Yo también conozco la tuya, Sara.

Paso mi mano por detrás de ella y la poso en la parte baja de su espalda, pegando nuestros cuerpos.

—Lucca... —suelta mi nombre en una advertencia.

—Dime que no quieres esto tanto como yo y sabes que me alejaré.

—No quiero mentirte.

—Entonces no lo hagas —mis labios rozan los suyos y su boca se abre lista para recibirme.

Me besa y yo la tomo por las piernas para alzarla y pegar su espalda a la puerta del closet.

—Tenemos que dejar de hacer esto —susurra comenzando a besarme el cuello.

—Lo dejamos mañana —si esto es el cielo déjenme morir.

—No vamos a follar —aclara—. No mientras esté con Gab.

—Shhh —la beso deseando que de sus labios desaparezca ese nombre—. Si es un chantaje para que me apresure a decirte la verdad no va a funcionar...

Pasé nueve meses sin follar con nadie, un mes más no me va a arrancar una parte del cuerpo.

—Además, no tienes porqué preocuparte porque no pienso volver a follarte en mi vida.

Camino hacia la cama y me siento al borde de esta con ella encima de mi regazo.

—¿Ah, no? —pregunta entre medio de jadeos.

—No sé cuando volvamos a hacerlo, pero a partir de ese momento voy a hacerte el amor hasta que te canses de mí.

Para de besarme y me mira con diversión.

—¿Hacerme el amor? —cómo me diga que soy un ridículo juro que me levanto de aquí y me voy a la mierda—. ¿Eso significa que estoy a otro nivel?

—Significa que eres la reina del juego.

—Idiota —me empuja hacia atrás haciendo que quedemos recostados en mi espalda—. Ahora sí deberías irte.

Le aparto un mechón de pelo que cae y me hace cosquilla en el rostro y se lo coloco detrás de la oreja a la vez que ella baja su cabeza y me da un beso suave en los labios.

—Si sigues besándome no me darán ganas.

Vuelve a hacerlo y sonríe sabiendo perfectamente lo que provoca en mí.

—Hasta luego, Lucca.

Se baja de encima de mí y se sienta sobre la cama de Klara con las piernas cruzadas.

Yo me yergo en la cama y la miro un instante para luego ponerme de pie y caminar hacia la ventana.

—Hasta pronto, rubia.


—–——✨️————
HOLA FEAAAAS

Hoy no es sábado, pero actualizo en modo celebración porque LLEGAMOS A 10K DE LECTURAAAAAS ¡Y NI SIQUIERA ESTAMOS A LA MITAD DEL LIBRO!

De verdad, les agradezco a todos los que tras leer Polvo de estrellas quisieron continuar con RLE ❤️❤️

El sábado igual va a haber actualización  pa no perder la costumbre, eh, eh, eh

Sin más que decir, los kiero banda ✨️❤️

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