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14 | Solo él y yo, a solas.

✨ Sara ✨

Naomi cierra la puerta detrás de nosotras una vez que entramos en su habitación. El rosa me enceguece y entre tantos pósters de cantantes reconozco al chico castaño que una vez ví en la habitación de Emily.

—Es Corbyn Hood ¿no? —su mirada se ilumina, pero no, no es lo que ella cree—. La hermana de Lucca es fan de él, por eso lo conozco.

Camino hacia su cama y me dejo caer de espaldas en ella. La suavidad del colchón me recibe y las ganas de quedarme hundida para siempre en él se apoderan de mi cuerpo.

—No sabía que Lucca tuviera una hermana, de hecho, sé poco del pelinegro, casi no me hablaste de él las veces que charlamos.

Hablar de Lucca era un factor esencial para que se me formara un nudo horrible en la garganta y los ojos se me llenaran de lágrimas ante los recuerdos que dolían como navajas clavadas en mi piel, así que, al menos que fuera Klara o mamá y para algún motivo reflexivo, evitaba tocar su nombre con cualquier otra persona. Sobre todo para ahorrarme las explicaciones de por qué no estábamos juntos.

—Incluso, como no lo mencionabas nunca, llegué a pensar que lo habían dejado, pero por suerte no porque son muy lindos y se ven tan bien juntos.

Si ella supiera...

—Sabes qué sí recuerdo...una vez me hablaste de un Gabriel ¿Qué pasó con él?

Lo mismo me pregunto yo. ¿Darle otra oportunidad a Lucca? Nuestro novio se quedó en Brasil pero no por eso dejó de existir, Sara.

Naomi abre el cajón de la mesa de luz y saca una barra de chocolate de dentro para luego echarse junto a mí en ls cama con una sonrisa picarona, subiendo y bajando las cejas a la vez.

—Imagino que si sigues con Lucca, él solo será un amigo ¿No?

—Sí, solo un amigo —suelto sin pensar muy bien mis palabras.

¡¿Un amigo?! ¡Sí, y yo soy la reina de Inglaterra!

—¿Y a Lucca no le molesta? —se sienta a mi lado—. O sea, si mi novio estuviera en la otra punta de América con otra chica me pondría muy celosa. Imagino que debió ser difícil para él dejarte ir así, de un día para el otro y aceptar que conocerías gente nueva o que podrías enamorarte otra vez pero de alguien más.

Ojalá hubiera logrado enamorarme de alguien más.

—Por celos no puedes prohibirle tener amigos —me encojo de hombros—. Yo tuve que acostumbrarme a que a él lo mirara cada chica del pueblo y sí, me moría de celos, pero luego entendí que por más ojos que tuviera encima, los suyos siempre estaban sobre mí...

A pesar del tiempo y de las chicas con las que ha estado, siento que sigue siendo así, o al menos quiero creer que esta vez no está jugando conmigo porque al darle otra oportunidad me fallé a mi misma y destruí las murallas que con tanto esfuerzo construí para no dejarlo entrar otra vez.

—¡Ahhhhhhhh! —chilla eufóricamente—. ¡Basta, la forma en la que hablas de él es tan...dios, basta!

Sonrío bajando la cabeza.

—Te envidio demasiado, Sara —dice, tomándome de las manos—. Lo más romántico que me ha pasado es que un compañero de clase me persiguiera cuatro cuadras para devolverme una liga del pelo y tú con dos años más que yo ya has vivido tu historia de amor. A veces te juro que me dan ganas de liarme con el primero que me hable bonito con tal de sentir algo.

Frunzo las cejas ante la idea.

—Ni lo sueñes, Naomi —la sentencio con el dedo—. Ya llegará alguien con quien valga la pena arriesgarse.

—¿Y si nunca llega? —noto la preocupación en su tono y la entiendo porque dentro de mí, una Sara más pequeña también creía que el amor no era algo que llegara a experimentar nunca.

—¿En serio crees que entre siete billones de personas no vas a encontrar a alguien que te quiera bonito?

—La verdad, no creo tener esa suerte.

—Yo tampoco creía y sin embargo lo encontré.

Hablas de Gabriel, tu novio ¿no?

—Le doy tiempo al amor de mi vida hasta que cumpla los veinte años, después de eso me dedicaré a la vida loca, la marihuana y el puterío cada noche hasta que toque jubilarme.

La miro con el ceño fruncido procesando cada palabra con detenimiento hasta que suelta una carcajada.

—Menos mal que es broma —suelto algo aliviada.

—Sí es, pero quién sabe qué tiene preparado para mí el destino...

Se escuchan golpecitos en la puerta y seguidos a estos la voz de papá.

—Descansen, hijas —dice, parado en el umbral—. Mi vuelo sale temprano en la mañana así que no las veré, pero les deseo un buen fin de semana y que se diviertan mucho.

—Buen viaje, papá —contesta Naomi y se me queda mirando.

—Buen viaje —le deseo también y él nos sonríe desde la puerta.

Una vez que se ha ido, nosotras arreglado la cama y ya habernos metido dentro de las sábanas dispuestas a dar por finalizado el día, mi celular suena desde encima de la mesa de luz y me hace querer darlo contra el suelo.

Le echo un vistazo a la pantalla y veo que es Gabriel, por lo que me apresuro a contestar, saliendo de la cama y a continuación de la habitación también.

Ya en el pasillo me llevo el celular a la oreja y escucho.

—¿Gab?

—Olá amor —dice emocionado—. Eu sinto tanto sua falta. Agora eu daria tudo para te ver.

«Hola, amor».

«Te extraño mucho. Ahora mismo daría cualquier cosa por ir a verte».

—Yo también, Gab, pero sabes que esta es una prueba para nuestra relación, tú mismo lo dijiste...

—Sim, mas eu não quero que estejamos mais longe.

«Sí, pero ya no quiero que estemos lejos».

Irónico, ya que justamente ahora es cuando necesito tenerte lo más lejos posible para arreglar mi corazón y el revuelo que hay dentro.

—Con suerte nos veremos en vacaciones, tenemos que aguantar.

Al menos podrías mostrar un poco más de tacto, Sara.

—Falei com Evelyn e ela concorda...

«Hablé con Evelyn y ella está de acuerdo».

—¿De acuerdo con qué? —dios, tengo miedo.

—É suposto ser uma surpresa, mas eu não posso esperar mais...Eu vou te visitar semana que vem.

«Se supone sería una sorpresa pero no puedo esperar más...voy a visitarte la semana entrante».

No, no, no.

—Eu esperava que você fosse mais feliz —noto que no le ha gustado mi silencio como respuesta, pero es lo único que puedo darle.

«Pensé que te alegrarías».

Mamá debió haberme consultado esto antes de darle luz verde para que viniera. Nos acercamos como madre e hija, tenemos más confianza de lo que hemos tenido en toda nuestra vida y aún así actúa a mis espaldas con todo el descaro del mundo.

—Me dejaste sin palabras —y no en una buena manera.

—Eu só queria te dar a notícia, vou deixar você dormir, amor. Sonha bonito.

«Solo quería darte la noticia, te dejo dormir, amor. Sueña bonito».

—Adiós, Gab.

Después de esto, definitivamente, lo último que haré es soñar bonito.

[✨]

Me pasé todo el fin de semana saliendo con Naomi. Fuimos a una pista de patinaje y descubrimos que apestamos en eso, también que el hockey sobre hielo no es nuestro deporte favorito y, personalmente, que te puede quedar un lindo moretón en el culo si te caes en medio de la pista congelada.

Es obvio que dos días no harán que tengamos una relación inquebrantable ni una confianza tremenda, pero poco a poco vamos logrando unirnos más y eso me gusta.

—Voy a extrañarte mucho, Sara —Naomi me abraza tan fuerte que juro me deja sin aire.

—Vendré otra vez cuanto pueda —le aseguro, mirándola a la cara.

—Lucca puede traerte —lo mira a él a mis espaldas y él le sonríe—. ¿Ves? Eso quiere decir que sí puede traerte.

Niego con la cabeza.

—Está muy lejos como para escucharnos —me río.

—No seas aguafiestas, pensemos que dijo que sí.

Le doy otro abrazo antes de girarme hacia Lucca que espera apoyado contra la puerta del auto.

—Rubia...

—¿Ajá? —murmuro.

—No, nada.

Se rasca la nuca y rodea el auto para subirse.

—¿Qué ibas a decir? —presiono sonriéndole.

—No sé si estuviste yendo al gimnasio o qué pero tu culo está mucho más lindo.

Niego con la cabeza mordiéndome los labios para reprimir la sonrisa que se forma en mi rostro.

—¡Ay, Lucca! —Em le pega en el hombro—. Tienes que ser romántico.

Él está a punto de responderle cuando escuchamos a Naomi gritar desde la casa y los tres vemos hacia afuera.

—¡Te dejaste un short! —grita, agitando la prenda en el aire—. ¡Y pregúntale a Lucca si me ayuda a mover el piano antes de irse!

Le dedico una mirada de disculpas a la vez que ambos salimos del auto y caminamos hacia la casa.

No sé qué vino a hacer a Los Ángeles, supongo que estará relacionado con su familia y por eso vino Em también, pero espero que esté todo bien porque aunque esté haciendo bromas como siempre se le nota que está cansado y ha dormido mal.

Naomi me da el short y yo regreso al auto a guardarlo mientras Lucca queda con ella arrastrando el piano por toda la sala.

Cuando abro la puerta trasera para meter el short en mi mochila veo a Em con mi celular y me alarmo.

Dios, soy yo otra vez y ahora si o sí necesito de tu ayuda.

—¿Qué es esto, Sara? —demanda.

—¿Qué haces con mi celular, Em? —lo tomo y veo lo que ella estaba viendo.

No, no, no, no.

Los mensajes con Gabriel. Las decenas de veces que me ha dicho que vendrá, los corazones rojos que abundan en el chat y una amenaza hacia Lucca que espero no haya alcanzado a leer.

—Te estaban llamando muy insistentemente, así que contesté para decirle que ahora no estabas disponible y adivina qué...

Frunce la boca de costado cruzándose de brazos.

—Tu noviecito llega el sábado a Estados Unidos.

Dice cada palabra como si estas le quemaran la garganta, con asco. Ignoré a Gab todo el fin de semana con la esperanza de que indirectamente captara el mensaje de que su visita me incomoda y que no estoy para nada de acuerdo con que arme planes con mamá a mis espaldas, algo que debo reprocharle a ella también.

—¿Lucca lo sabe? —Su mirada furiosa me acobarda y de pronto me siento pequeña y avergonzada.

—No —respondo bajando la cabeza.

Dije que le daría otra oportunidad, que le daría tiempo para que encontrara la forma de decirme la verdad, pero eso fue antes de que a mi novio se le ocurriera la brillante idea de venir.

Siento que teniéndolos a ambos juntos en un mismo lugar colapsaré y acabaré haciendo cosas de las que luego me voy a arrepentir.

¡Agh, maldita sea mamá!

—Tienes que decírselo antes de que lo descubra por sí mismo porque aunque sepa que tienes novio le va a doler verlos juntos y no voy a dejar que lastimes a mi hermano. No pienso dejarte, ni por muy bien que me caigas, Sara.

—Lo haré, solo espero encontrar el momento adecuado.

—El reloj corre, Sara. Si fuera tú me apresuraría.

Miro a Lucca que vuelve a rodear el auto y se mete en él sonriente, ajeno a todo lo que se viene en los próximos días.

—¿Por qué tan calladas? —dice algo agitado—. ¿Estaban hablando de mí y por eso pararon?

—No te creas, solo sigo con sueño —contesta Emily haciéndose bolita en el asiento.

—Entonces vuelve a dormirte, genia —Lucca la mira a través del espejo retrovisor.

—Eso haré, así les doy chance de hablar que parece que tienen muchas cosas por decirse.

Él vuelve a mirarla, pero ahora con el ceño fruncido por confusión y yo fijo mis ojos en las casas que dejamos atrás mientras atravesamos la ciudad para evitar la posibilidad de que accidentalmente crucemos miradas y acabe por desinflarme aquí en el asiento.

Em tiene razón, debo contárselo cuanto antes. Ahora, el problema no es cómo decírselo, sino dónde, porque no puedo llegar a casa y gritarle a los cuatro vientos que mi novio viene de visita y que eso me fastidia. Para que hablemos tenemos que estar solo él y yo, a solas.

Y ese es el puto problema.

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