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12 | El famoso compañero de piso

✨ Sara ✨

—Tendrías que habérmelo dicho antes —me reprocha Naomi al otro lado del teléfono.

Mientras estuve en Brasil hablé con ella mucho menos de lo que me gustaría. No logramos coincidir tiempos y al final solo terminamos como mucho intercambiando algún mensaje a la semana, por lo que, para ser sincera, ni siquiera me acordé de avisarle que ya estaba en Estados Unidos otra vez.

—He estado haciendo cosas con Klara y casi no he tenido tiempo —en parte es verdad—, iba a llamarte, pero llamaste tú primero.

—Me huele a excusa —dice con un intento de voz de locutor—. Pero no es importante, vayamos a lo que sí lo es ¿Cuándo vienes?

—No tengo quien me lleve y tampoco auto propio para ir —va a decir algo pero antes de que siquiera pronuncie una palabra continuo—. Mamá vendió su auto al irnos y si voy en el del tata no te aseguro que llegue.

—Es que este es el momento perfecto para que nos juntemos. Mamá va a estar fuera de la ciudad con Axel y papá está de viaje de negocios, tenemos la casa para nosotras solas, puedes quedarte aquí.

—Suena bien.

—Puedo pedirle a papá que vaya a buscarte antes de irse, puedo ir con él —ofrece.

Ni de broma.

—No te preocupes —me apresuro—, le preguntaré al novio de Klara si tiene algún evento en tu ciudad e iré con él, nos veremos más pronto de lo que crees.

Con papá pasó lo mismo que cuando me mudé al pueblo, contestó los primeros mensajes como si nada y luego simplemente se olvidó de mí.

Esta vez no me afectó ni la mitad que antes, el sentimiento fue mucho más liviano y orgullosamente puedo decir que no lloré por su rechazo ni una sola puta vez.

—Avísame si consigues quien te traiga —escucho los gritos lejanos de una mujer que ha de ser su madre—. ¡Voy! Adiós, Sara, mamá me llama para que la ayude con vaya a saber Dios qué.

—Nos vemos —cuelgo la llamada mientras mis ojos siguen a Klara que entra en la habitación dando zancadas y se tira encima de su cama.

No podría haber elegido mejor ocasión para aparecer.

—¿Sabes si Pablo tiene que ir a algún servicio de catering en Los Ángeles?

Primero me mira con el ceño fruncido y después alza una parte del labio hasta la altura de la nariz completando su mueca de confusión.

—¿Y para qué quieres ir tú a Los Ángeles?

No puedo culparla por olvidar que tengo familia ahí porque de vez en cuando ni siquiera yo lo recuerdo.

—Hablé con Naomi y me invitó a quedarme en su casa...

—¿Piensas ir?

—Papá no va a estar y aunque estuviera tampoco me importa, voy por mi hermana no por él.

Ella alza las cejas sonriendo.

—Con que era verdad que lo tenías completamente superado, eh.

—No hablemos de papá —ruedo los ojos—. ¿Sabes si Pablo va o no?

—No sé, pero tampoco creo...

Suelto un suspiro. Me hace ilusión pasar tiempo con mi hermana, conocerla más, no sé, forjar una relación aunque sea y saber que ahora mismo se me hace imposible verla me da pena.

—Igual...puedo conseguir quien te lleve.

Frunzo el ceño.

—¿Quién? —que yo sepa Klara no conoce mucha gente que vaya seguido a la ciudad.

—De seguro que a mi compañero de piso no le importa llevarte, tiene auto y doy fe que no es un peligro conduciendo.

—¡Ay, Klara, como crees! —¿acaso está loca?—. No voy a pasarme una hora y media encerrada en un auto con una persona que no conozco, ¿te imaginas el silencio al no tener nada de qué hablar? de solo pensarlo me asfixio.

Definitivamente perdió la cabeza.

—¿Quieres visitar a tu hermana? Te doy una solución, tú decides si te sirve o no.

—No sé siquiera cómo se llama el chico...

—Alessandro —responde ella con rapidez—. Listo, ya sabes su nombre ¿Quieres que le pida que te lleve?

Tras unos segundos asiento y ella se yergue en la cama aplaudiendo con más emoción de la necesaria a la vez que saca su celular de su bolsillo y se pone a buscar supongo que el número del chico.

—Alessandro —canturrea con el mismo tono que cuando me llama Angelina—. ¿Cómo está el mejor compañero de piso que pude haber conseguido?

Ella ríe, agarrándose el pecho.

—¿Cómo sabes que tengo que pedirte algo? —su tono hace obvia la intención—. Está bien, sí, tengo que pedirte un favor.

Me mira alzando el pulgar arriba y guiña un ojo con complicidad.

—Tengo una amiga que necesita ir a Los Ángeles con urgencia, verás, ¿puedes llevarla?...¿En serio?...perfecto entonces.

Vuelve a alzar el pulgar y asiente con la cabeza repetidamente.

—¿Esta noche? —pregunta sorprendida—. Va, le diré entonces, gracias L...essandro.

Cuelga y tira el celular a su lado suspirando a la vez y haciendo que yo muera de la intriga desde encima de mi cama.

—¿Y? —cuestiono impaciente—. ¿Qué dijo?

—Lo agarramos justito, justito —aprieta los ojos—. Justo mañana a primera hora tiene que firmar no sé qué mierda por un asunto de trabajo, sale en tres horas para LA.

Agrando los ojos como platos. No pensé que se me fuera a dar la oportunidad tan rápido.

—Iré a avisarle a mamá, llamaré a Nao y armaré la valija —me tiro encima de ella abrazándola—. ¡Gracias, Klari, por esto eres mi prima favorita!

[✨]

—¿Estás segura, Klara, que el chico es de fiar? —Entiendo la preocupación de mamá y por primera vez, quizá en toda mi existencia, diré que no es exagerada.

—Tía, él es la persona con la que voy a vivir en tres meses cuando me vaya a la universidad, ¿crees que compartiría casa con alguien que no es de fiar? —bueno, en eso Klara también tiene razón—. ¿Crees que mamá me dejaría irme a vivir sola con un chico que anda en malos pasos?

Ese también es un buen punto.

—Sí, sé que Tina no sería tan idiota de dejar que te mudes con cualquiera pero...

—No te preocupes, tía. Sara va a estar bien, más que bien, encantada.

Me echa una mirada cómplice con una sonrisa pícara que no termino de comprender, pero conociéndola, de seguro está tramando algo que no me va a gustar.

—¿Segura que no es un peligro al volante? —vuelve a preguntar mamá por cuarta vez.

—Conduce bien, no bebe, tiene buenos reflejos y me juego mi vida a que él daría la suya para salvar la de Sara.

Si me lo preguntan, el chico es un idiota si está dispuesto a dar su vida por la de alguien que no conoce, pero en todo caso, y aunque solo sea para dejar tranquila a mamá, me alegra pensar que tengo a alguien cubriéndome las espaldas.

—Está esperando en la reja —anuncia Klara viendo su celular—. ¿La dejas ir con él o no?

Mamá me echa una ojeada a mí y yo asiento con la cabeza. No me importa ir con el chico, sé que si Klara confía en él es porque es una persona de bien y no un loco que nos hará morir en un accidente automovilístico por ir a mayor velocidad de la permitida o algo así.

—Ten cuidado, Sara —mamá me abraza—, y pásatelo bien con Naomi.

Le sonrío devolviéndole el abrazo y luego sigo a Klara hacia afuera. Caminamos hacia la reja y a medida que nos acercamos comprendo por qué Klara se reía y me echaba miradas sospechosas.

Quien aguarda al otro lado de la reja es Lucca.

—Con que Alessandro ¿eh? —me cruzo de brazos a mitad de camino deteniéndome.

Ella alza su índice frente a mi cara.

—Si se llama Alessandro. Lucca Alessandro de hecho y no es mi culpa que no lo sepas.

¿Qué? No puede ser en serio.

—Él tampoco sabe que esa amiga eres tú, así que está equilibrada la balanza, no reproches.

—No me molesta ir con él. —de hecho, me alegra no tener que pasarme una hora encerrada con un desconocido.

Lo que de verdad te alegra es que vas a pasarte una hora encerrada con Lucca, no te hagas.

— Hazte la que no sabes lo del nombre porque como se de cuenta de que te lo dije me mata. Solo Pablo, Em y yo lo sabemos, bueno y ahora tú.

Asiento, yo odio mi segundo nombre y sé lo frustrante que es que te llamen por ese castigo disfrazado de nombre.

—Luego me cuentas si pasa algo interesante en LA, con detalle te lo suplico que sabes que me encanta el chisme —guiña un ojo y yo ruedo los ojos sonriendo.

—Hola, rubia —saluda Lucca acercándose a la reja que comienza a abrirse.

—A mi ni me saludes, eh —se queja Klara..

—Hola, pesada —dice él y Klara finge una sonrisa—. Espero que tu amiga se apure porque tengo que estar en el hotel antes de las once.

—De hecho —me señala con las manos abiertas sacudiendo sus dedos con euforia—, Sara es la amiga que necesita el favorcito.

Lucca sonríe negando con la cabeza a la vez.

—Vámonos de una vez, rubia, que lo último que me apetece es pasarme la madrugada vagando por la ciudad.

Él se mete en el auto sin mediar más palabra. Klara me da un abrazo y un beso en la mejilla para despedirnos, el maletero del auto se abre y yo pongo mi valija dentro de él para después caminar hacia el asiento del copiloto, pero ni bien abro la puerta me doy cuenta de que está ocupado.

—Oh, perdón, no pensé que fueras tú quien vendría con nosotros...

Se disculpa Em sin motivo.

—Tranquila, iré atrás.

Vuelvo a cerrar la puerta dispuesta a meterme en los asientos traseros pero Em me gana de mano y se cruza por entremedio de los asientos, ocupando todo el espacio de atrás y dejándome a mí con nada.

—Adelante —me echa la lengua señalando el asiento del copiloto con el dedo índice de una forma que me hace gracia.

Suelto un suspiro largo antes de subirme.

—Fácilmente podría hacerme pasar por su hija —comenta Em y se gana una mirada de desaprobación de parte de ambos—. Ven, hasta coinciden para echarme malas caras.

Lucca voltea la cabeza hacia adelante con la vista en la ruta y una sonrisa ladina curvando sus labios.

Dios, no sé si será la forma en la que sus venas se marcan cuando pasa cambios, o si la forma en la que aprieta la mandíbula o su maldito perfil perfecto, pero se lo ve tan sexy ahora mismo. Quizá no lo noté antes pero ha ganado algo de músculo este tiempo, se hace obvio por como sus brazos se marcan bajo las mangas de la remera sin siquiera tener que hacer fuerza.

Basta, Sara.

—Cuéntanos algo, Sara —anima Em.

—Es que no sé qué.

De verdad, he repetido la historia del colegio, la de la playa y la de la gente tantas veces desde que volví que la sola idea de pensar en volver a contarla me agota mentalmente.

—Y no sé —hace un sonidito con su garganta mientras piensa—. ¿Qué tal el chico con el que sales? ¿Cómo se conocieron?

¿Acaso no podía preguntar algo que me pusiera menos incómoda?

Justo cuando no quiero ni siquiera pensar en Gabriel porque siento que lo estoy traicionando por intentar darle otra oportunidad a Lucca, viene Em y saca el tema.

Dios, ilumíname o elimíname.

—Anda, no seas vergonzosa que bien nos conocemos los tres.

Muevo mi cabeza de un lado al otro haciendo que mi cuello suene y comienzo a hablar.

—Iba al instituto con una chica llamada Beatriz y bueno...ella me invitó a su cumpleaños y ahí nos conocimos, es su hermana.

Básicamente fue eso lo que pasó, Bea nos unió.

—¿Él habló primero? —posa su cabeza entre los asientos—. Cuenta, que las historias de amor son mis favoritas.

—Bien...en realidad, no, fui yo quien le habló primero, pero no por nada romántico. No entendía unos ejercicios de cálculo y Bea me dijo que él era bueno en eso, así que le pedí ayuda.

—Encima es inteligente, qué partido.

Lucca la mira de reojo y ella reprime una sonrisa.

—¿Qué? —le pregunta.

—Nada —responde él a secas.

—¿Y bien? —Em regresa su atención a mí—. ¿Luego qué? ¿Te invitó a salir? ¿Se besaron? ¿Qué pasó?

Me siento en medio de un interrogatorio policial, uno que me está haciendo quedar del color de un tomate.

Lucca pone música en el estéreo y Em bufa

—Así no me dejas escuchar, genio —le dice—. Habla alto, Sara, porfi.

—Me invitó al cine, pero le dije que no —Lucca sonríe—, igual terminamos yendo, porque Bea insistió en que la acompañe a ver una película de terror y justo era la misma que él iba a ver.

—A mi forma de verlo, esa tal Bea te llevó a propósito.

Ahora que lo dice, suena lógico, pero en el momento solo creí que le hacía ilusión ver una película con su amiga.

—No la culpo, yo haría lo mismo por mi hermano —posa su mano en el hombro de y él la aparta con un movimiento desinteresado—. Aunque claro, no me vería obligada a mover siquiera un dedo porque el muy descarado cuando quiere salir con alguien encara sin miedo.

Lo sé. Recuerdo la primera vez que nos vimos en nuestras vidas, en la cocina durante la fiesta de cumpleaños de Landon, su fiesta también, la forma en la que sus ojos me miraban... como si quisiera devorarme.

—¿Está todo bien, Lucca? —me animo a preguntar.

Dirijo mi mano inconscientemente hasta la suya encima de la palanca de cambios notando como se tensa bajo mi tacto y fija su mirada en mí, asintiendo con la cabeza.

—Todo bien.

—Está como muy callado ¿no? —Em entra en plano otra vez—. ¿Te peleaste con Teresa?

—¿No que no eran novios? —eso dijo al menos, como me haya mentido al respecto acaba de mandar a la mierda su segunda oportunidad.

—No lo somos —me dice a mí—, y tú Em, deja de hacer eso, es molesto.

—¡Pero si no estoy haciendo nada! —se queja ella, tirándose de lado en el asiento—. Solo quiero saber qué fue de Sara este tiempo por teléfono hablamos muy poco y me quedé con ganas de más ¿A ti no te da curiosidad?

—Solo deja de acosarla a preguntas.

—Está bien, Lucca, no me molesta.

Solo me incomoda un poco el rumbo que toman las cosas.

—¿Ves? ¡No le molesta! —Em le saca la lengua—. ¿Evelyn va a volver a Brasil después de las vacaciones?

—Su trabajo está allá, así que supongo que sí.

—¿No le preocupa que te quedes sola aquí? —cuestiona—. Bueno, si vivieras con Klara y Lucca de seguro sería un alivio para ella.

—Con respecto a eso... —miro a Lucca con los ojos entornados—. ¿Desde cuándo tienen pensado vivir juntos?

—Desde que nos aceptaron en la universidad, mediados de mayo masomenos ¿por qué?

—Klara y yo íbamos a convivir cuando fuéramos a la universidad, o ese era el plan, hasta que de la nada salió con que tenía un compañero de piso del que no supe identidad sino hasta ahora.

—Lo sabe todo el mundo ya, Klara se encargó de repartirlo por todas partes —dice él y suelta una risa al final.

—El piso es enorme, deberías de ir a verlo, Sara —comenta Em—. De seguro hasta te encanta y decides vivir con ellos también.

—Bueno, el piso es de Lucca, yo no soy quien decide...

—Sabes que no me molesta en absoluto —dice él antes de que yo termine de hablar.

Vivir con Klara sería como un sueño hecho realidad, a mamá la tranquilizaría bastante también, pero no creo que saber que comparto paredes con Lucca le haga mucha gracia. No cuando le di detalles de cada cosa que me dijo, no si no tengo una explicación lógica que darle a todo eso.

Un "te amo" no sirve para enmendar el daño hecho, ya que al fin y al cabo son solo palabras.

—Todavía tengo tiempo, buscaré alguna residencia o en el mismo campus de la universidad, ya veré.

Me entretengo hablando con Em sobre la universidad. Ella dice que no cree seguir una carrera, que se ve en un futuro viviendo junto a la playa trabajando como tatuadora o algo que no le genere mucho peso en la mente.

Es un futuro lindo si te lo imaginas y me gustaría poder aspirar a esa libertad también, pero hace un tiempo lo vengo pensando y llegué a la conclusión de que quiero luchar por aquellos que no tienen voz. Quiero estar de parte de los niños y los adolescentes sea cual sea su situación y ante la toma de cualquier decisión sobre ellos, tener en cuenta de que son una persona más que como cualquiera deben ser escuchados.

La carretera se va vaciando a la vez que la voz de Em pierde fuerza. Un segundo está hablando como si nada y al siguiente está durmiendo en la posición más incómoda del mundo.

—¿Tienes donde quedarte? —pregunta Lucca al cabo de un rato en silencio—. Hay dos camas en el hotel, de seguro a Em no le importa compartir la suya.

—Me quedo en casa de Steven.

Gira su cabeza hacia mí y frunce el ceño.

—¿Él te invitó?

—Papá no va a estar en su casa, Naomi me invitó a estar unos días con ella.

—¿Y su madre? ¿No tienes un hermano pequeño también?

—Si... —de pronto como que se puso muy curioso—. ¿Qué hay con eso?

—Nada —vuelve la vista a la carretera—. ¿Segura que Steven no va a estar?

—No me afecta, Lucca. Es mi padre y lo va a seguir siendo, pero ya no lo quiero —aseguro—. Creeme que si está o no me da exactamente igual.

Es la primera vez que lo digo en alto y aunque parezca retorcido, suena tan bien. Es como quitarme un peso de encima que llevaba cargando durante mucho tiempo.

Él alza las cejas y su mirada se vuelve a posar en mí, como si quisiera decir algo, no, como si necesitara decirlo, pero al final solo niega con la cabeza y vuelve a concentrarse en el camino.

—Estás raro —admito.

—¿Por qué? —dibuja una sonrisa en su rostro.

—Dices dos palabras y vuelves a quedarte callado.

—No quiero arriesgarme a que te pongas de preguntona porque todavía no tengo respuestas.

—¿Crees que te tardes mucho con eso?

—¿Ves como comienzas de preguntona?

Alzo la manos en el aire en señal de paz.

—Ya, ya —concedo—, despiértame cuando lleguemos, es la misma dirección de antes.

—Al fin tendré paz —bufa reprimiendo una sonrisa.

—¿No vas a desearme que sueñe cosas lindas? —Estar bromeando con él, con la misma confianza de antes me hace sentir de una forma rara que no sé explicar, pero estoy segura de que es algo bueno.

—¿No te parece suficiente con tenerme a tu lado que también quieres tenerme en tus sueños? —sonríe de lado mientras su ego se eleva.

—Insoportable —mascullo.

—Sueña bonito, rubia.

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