1.-Día Rutinario
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Aquella helada y lluviosa noche, en la que lo único que vagaba por las calles era la fría oscuridad, apareció misteriosamente, entre la nada, una peculiar señal de vida.
Este era una planta, sí, pero era distinta en realidad. No parecía a aquellas que aparecen en tu jardín, o esas plantas decorativas que venden en centros comerciales.
No, era distinta. Bastante, diría yo con facilidad. Tenía un rostro en su "cabeza", y un largo tallo que terminaba en una base de hojas que utilizaba para moverse como si de pies se tratasen.
Además, vestía en su cuerpo una sola prenda: Una capucha café sucia y desgastada, que cubría su cabeza del fuerte clima que le azotaba.
Con fuerza, avanzaba con pasos lentos y cortos, en contra del fuerte viento. Se tambaleaba de un lado a otro, pareciendo querer caer al suelo en cuestión de segundos, pero su determinación era mayor que la fatiga.
En sus "manos", mantenía consigo una maceta desgastada y rota por algunas partes. Dentro de, un pequeño brote esperaba impaciente para crecer, pero el duro entorno no le permitía hacerlo con facilidad.
O a menos, no por el momento...
-...-
Durante el día, en otra área verde bastante maltratada y con rastros de sustancias viscosas con tonalidades de colores púrpuras. Tres humanos, vestidos con ropas de soldados, vigilaban vagamente los alrededores .
O eso se parecía. Aquellos no eran personas comunes, sino cadáveres, reanimados con piel color verde oscuro y ojos saltones.
En pocas palabras, eran zombies vestidos con ropa militar desgastada.
Mantenían, por alguna razón, una extraña conversación entre gruñidos y gemidos. La forma en la que movían algunas de sus extremidades era ciertamente inquietante a la vista humana.
-Grr... ¡Grawr!- dijo uno de ellos, moviendo su mirada constantemente
-¡gna ah!- negó el otro, ¿con odio?
Saber que decían era difícil de comprender, pero la extraña conversación terminó por provocar una pelea entre ambos zombies.
Entre intentos de rasguños y gritos exasperantes, detuvieron su disputa al notar a su tercer compañero caer al suelo. Poco después, su cabeza lo acompañó, tocando el suelo a la distancia de su cuerpo.
A un lado del cráneo, apareció un abolladura con un rastro color verde a su alrededor...
Por Supuesto, lo ocurrido fue de aviso para ambos no-muertos. Con rapidez, tomaron sus armas, entrando en modo de alerta también.
Caminaban juntos, mirando de un lado a otro constantemente. Había un atacante escondido y era su deber acabar con él.
A punto de hablar uno de ellos, mientras dirigía su mirada a su único compañero "vivo", su rostro cambió al puro terror en cuanto notó el cadáver sin cabeza de su aliado aún de pie.
Fue casi instantáneamente que este cayó también al suelo.
Asustado y con arma en mano, aumentó la velocidad con la que observaba el perímetro. No lograba ver nada, y menos al atacante, ¿Cómo podía saber, entonces, donde se hallaba?
Si no salía victorioso, su segunda vida terminaría prontamente.
Y así fue.
De su pecho, salió con fuerza una vaina verde. Reconoció al instante de quien provenía, pero eso era lo de menos ahora.
-Vaya...¿Estás asustado, cierto?- una voz grave se escuchó de sus espaldas -No te molestes por volver a morir, mejor lamenta haber sido siquiera un desperdicio de valioso oxígeno...
No cedió tiempo al zombie para reaccionar, pues con su extremidad, que parecía estar afilada cual navaja, desgarró el interior de su cuerpo con un movimiento horizontal limpio, destrozando el centro del pecho, algunos huesos como sus costillas izquierdas, e incluso el brazo izquierdo fue partido a la mitad, por arriba de la articulación.
La cantidad innecesaria de sangre que fue derramada hizo parecer de la pelea una masacre total. Pero tan solo fueron 3 soldados los que tuvo que matar.
-~ugh~ ¿Por qué sigo haciendo eso?- se preguntó enojado -Eres un idiota, Axe
La vaina derecha, misma con la que aniquiló, sin pensar, al último enemigo, había sido empapada de sangre podrida, que poco a poco se secaba en esta.
-Bien. Tan pronto regrese, tomaré una ducha o algo así- habló consigo mismo -Pero antes...-
Dio media vuelta, encontrándose de frente, pero a una distancia media, a un molesto grandulón acercándose a él. Con poste de luz en mano, y una sonrisa de burla, cortaba la distancia entre el individuo vegetal con grandes pisadas.
-...un pequeño recuerdo no vendría nada mal- mencionó con emoción, posando delante de su rostro su letal "navaja". Por fin tendría alguien con quien desquitarse.
-...-
-¡Amigo, ¿No debería de esta aquí ya? Está a punto de anochecer!- Mencionó una remolacha molesta -¡Te dije que fueras tu mismo a hacer el trato con alguien de confiar!
-Calma. Es normal que esto pase cuando el coste es más barato- dijo con tranqulidad -además, en la información de esa página decía que solo aparecía por las noches. Estoy seguro que ya vendrá pronto- culminó la nuez.
-¿Si? Más te vale.
Ellos dos, aun esperando en el callejón, no tardaron mucho en recibir noticias de su encargo, pues casi al poco rato de terminar su charla, una cabeza decapitada de un zombistein cayó del cielo, delante de ellos.
Al instante, un lanzaguisantes aterrizó encima del cráneo en descomposición. La extraña sonrisa que tenía solo causaba tensión entre los dos presentes.
-La misión fue completada con éxito, caballeros- comentó, aterrando más a los otros dos.
Con facilidad, aplastó la cabeza con sus hojas inferiores, potenciando el temor de los otros dos.
El miedo creó tensión que evitó el habla de los dos individuos responsables de la tarea durante un corto periodo de tiempo.
Uno de ellos continuó.
-Ma...¿m-mataste a t-todos?- preguntó la nuez, con voz entrecortada.
-¿Acaso no crees en mi palabra? ¿Crees que debería enseñarte a confiar en los demás?
Enseguida, se había acercado demasiado al fruto seco. A esa distancia, pasó su vaina ligeramente por el cuerpo de la nuez, sobre la zona cercana a su rostro. Sorpresivamente para la nuez, fue capaz de dejar un ligero corte sobre su dura corteza aún con tan poca fuerza, lo que mató del miedo a la planta defensiva, cayendo inconsciente.
Su compañero, horrorizado por su acto y carácter hostil, dejó llevarse, por su miedo.
-¡¡S-Solo toma todo el dinero y-y vete!!
Dicho, soltó la bolsa en cuanto pudo y salió corriendo despavorido, con su amigo desmayado encima de su cabeza.
Aun en la postura que había tomado, giró la cabeza hacia ellos dos. Le pareció gracioso la reacción de ambos, pero no lo reflejaba en su rostro.
Tomó la bolsa de dinero y se marchó. Tal vez habría algo que pudiera comprar con eso, aunque fuera muy poco.
-...-
Se le encontró cerca de un río, en medio de un bosque alejado de la civilización. A pesar de ser una planta, le importaba mantener su propia higiene y la de su vestimenta.
Tallaba con fuerza su capucha negra, teniendo a un lado su bufanda roja recién lavada. Veía los rastros de sangre diluirse entre la corriente de agua, con una satisfactoria sonrisa.
-Parezco indigente perseguido por la ley... ~¡Pff!~ ¡Que tontería!- Siguió con lo suyo tras la ligera pausa, con una risa baja y corta que culminó a los pocos segundos.
No tardó demasiado en terminar su limpieza después de ese comentario. Había terminado de colgar sus ropas sobre las ramas de los arboles. Lo único que ya importaba era descansar.
Era mas cómodo dormir por ahí, debajo de un árbol perteneciente a la arboleda, que rodeado de otros mas como él. El simple hecho de saber que otras plantas se encontraban cerca de su ubicación era de desconfiar, y mayor aún con la aparición de los llamados "traidores".
Entonces, decidido a pasar la noche afuera, teniendo en mente que todavía el peligro lo acecharía, tomó lugar debajo de un árbol. La tierra era reconfortantemente fresca, factor relajante que poco a poco lo llevaba al sueño profundo, mismo al cual nunca llegó.
-¿Uh? ¡¿Ahora qué?!
Un particular sonido lo sacó de su pequeño viaje hacia el descanso, irritándolo con facilidad en el proceso.
De pie ahora, con la finalidad de "castigar" al responsable, se encaminó hacia donde provenía el extraño ruido.
Sin embargo, no esperó verla a ella, a una girasol con una sencilla capucha que la cubría del rostro y parte del tallo, dándole también un toque misterioso
Jadeando por el cansancio, se hallaba en el suelo. A su lado, una maceta con leves daños, el cual tenía en su interior un pequeño brote que no dejaba de temblar.
Poco le importó el estado de la planta misteriosa, pues comenzó a cortar el trecho que había entre los dos. Esto con fines llevados por el aún enojo del lanzaguisantes.
La girasol, al escuchar las pisadas que Axe dejaba, alzó la mirada hacia él. Solo tuvo que verlo por un segundo para que ella comenzara a levantarse del suelo.
Axe, sorprendido por el actuar de la planta, paró en seco. Veía con claridad la sonrisa formada en el rostro de ella, la cual hace nada era solo una expresión sin emoción alguna.
Ella, acercándose lentamente hacia él, aun si se mostraba estar a la defensiva, logró dejarle en su vaina una pequeña carta, antes de caer al suelo nuevamente.
Con esto, su prenda se había removido de ella, mostrando los pétalos marchitos color café que rodeaban su cabeza.
-...Oye, ¿Qué te pasa?- intentó llamar su atención, sin obtener respuesta alguna -¡Oye! ¡¿Me escuchas?!
Su paciencia era poca, por eso tuvo que agacharse para revisarla a detalle, encontrando al instante la razón de su falta de respuesta.
No mostraba señales de vida alguna.
-*suspiro* Era obvio. No puedo ver simplemente el estado de sus pétalos y pensar que está bien, ¿Cierto, idiota?- Volvió a hablar con él mismo.
No parecía sentir ninguna clase de lastima por la planta que había fallecido delante de sus ojos. Esto se notó de inmediato, cuando quiso voltear para volver a su lugar bajo el árbol.
Pero la carta que tenia todavía en su vaina, ciertamente le inquietaba.
-¿Viniste desde quien sabe donde, solo para dejarme esto y morir?- Volvió a preguntarle al cadaver -No sé si eres perseverante, o muy estúpida.
Abriendo, como pudo, la carta en su vaina, sacó la nota de su interior. Al principio, no le tomó importancia a todo el escrito en si, dirigiéndose hasta el final, en donde se hallaba el remitente de la nota.
Sin embargo, el nombre de la otra planta que había escrito lo que acababa de saltarse, le causó una extraña sensación. Ni mala, pero tampoco buena.
-~ugh...~ ¿Es en serio?- pausó por un segundo, pensando que decirse -Y pensar que podría olvidar tu existencia... Que equivocado estuve.
-...-
A un edificio, ubicado en la ciudad de Zombopolis que se encontraba bajo el control planta tras el último asalto herbal, llegó corriendo una imitadora. Por la prisa que tenía, sus asuntos debían de ser de gran importancia.
Tras entrar, pasó por varias partes del rascacielos. Desde entradas y ascensores, como pasillos llenos de plantas con rostros y fuerza de temer.
Llegó, minutos después, al último piso. Ahí, se ubicaba una habitación resguardada por una cantidad de plantas mayor que la mayoría de grupos dispersos por el edificio.
Pasando entre la multitud, lentamente y lleno de nervios, entró al cuarto, encontrando en medio un escritorio; Detrás, una planta color rojo, con un sombrero de fedora en su cabeza y un palillo de madera en su boca, mantenía la mirada baja.
Detrás de él, algunas plantas, con miradas de superioridad, vigilaban los movimientos de la asustada planta. Aunque no lo parecía, la fuerza de cada uno parecía ser enorme. Un factor que lo demostraba eran las oscuras y hostiles auras que emanaban entre ellos.
-¿A qué se debe tu visita?- preguntó serenamente la planta tras el escritorio.
Subiendo la vista, se le pudo apreciar mejor de quien se trataba. Era una planta, de la especie conocida como "Aguijón Rojo".
-Y-Yo... D-Del grupo de infiltración y e-espionaje... Tengo información que p-podría interesarle- entre sudor y nervios, respondió.
Durante un silencioso momento, esperando más de lo que la planta decía, este aprovechó para dejar un pequeño folder lleno de hojas y fotografías encima de la mesa.
Retrocedió lentamente al dejar la evidencia. El aguijón rojo no perdió tiempo y revisó con detalle cada papel impreso e imagen dentro.
Al terminar con la última hoja, dejó todo y, con la mirada de frente, dijo:
-¿El maldito sobrevivió?... ~¡Hm!~ La suerte me sonríe otra vez más, al parecer- mantuvo una ligera sonrisa en su cara -¡Ambos. Tráiganlo delante mío! Debo prepararme para su llegada- dejó su silla, estando ya de pie.
Dos de los individuos detrás de él posaron en frente de su presencia; Ambos, asintiendo a las nuevas órdenes de su mayor.
-¿Lo desea recibir con vida, señor?- preguntó uno de ellos, lleno de confianza.
-¿A ustedes? Pues claro. Preferiría que siquiera regresaran respirando.
Tal respuesta fue sorprendente para todos presentes. Nunca antes había sentido preocupación por alguno de sus mercenarios debido a la gran confianza que tenía en ellos y en sus habilidades de combate.
Pero si esta era la excepción, ¿Con quién se estaba tratando el asunto?
Los dos sudaron frío en cuanto vieron la imagen del que se suponía debían de capturar.
Ahora los planes se habían volteado completamente. Ya no se trataba de una simple cacería del lobo y el conejo
Sino más bien, ellos estaban siendo obligados a enfrentar a la muerte misma encarnada en una planta
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