03: girlfri(end)
+ Relación tóxica, comportamientos cuestionables.
¡No es un ejemplo para la vida real!
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Tzuyu y Sana debían terminar su relación, ambas lo sabían y lo sentían en sus propios corazones.
Chou se subió a su auto con disposición para ir a la casa de la castaña y acabar todo de una maldita vez. No le importaban sus pertenencias, las sudaderas que Sana siempre le robaba o los tantos peluches que le regaló.
Solo quería dejar en claro que ya no iban a estar de novias.
Se bajó con rapidez, tocando la puerta sin paciencia. Antes de llegar habían peleado por llamada y fue ahí que Tzuyu lo decidió; ya no estarían juntas por el bien de las dos.
Tocó la puerta con más fuerza, llamando la atención de un vecino que estaba sacando el auto.
──¡¿Qué?! ──le gritó Sana, abriéndole y mirándola con rabia──. ¡¿Qué quieres, Chou?!
──¡Terminar contigo, Sana! ──la empujó por el pecho, adentrándolas a la casa y cerrando de un portazo la puerta──. ¡Estoy aburrida de ti y de todos tus malditos espectáculos!
──¡¿Mis espectáculos?! ──Minatozaki le devolvió el empujón, roja de la molestia──. ¡Si yo hago espectáculos ni me quiero imaginar cómo se llamará lo que tú haces, porque es ridículo!
──¡Oh, sí, claro! ¡Echémosle la culpa a Tzuyu! ¡Siempre lo haces!
──¡Por algo será, idiota!
Estaban en la entrada de la casa discutiendo como dos salvajes, señalándose rabiosas y probablemente gritando tan fuerte que los vecinos estarían al tanto de todos sus problemas.
──Desde que se murió tu hermana te volviste inútil, Tzuyu ──escupió, arrepintiéndose un poco luego.
La cara de Chou se deformó en una mueca, entre impresionada y dolida.
Su hermana mayor, su mejor amiga desde que nació, había abandonado a la familia Chou hace dos meses por una enfermedad al corazón. Sana estuvo apoyándola en todo ese proceso donde Tzuyu se desconectó del mundo y se volvió ajena al resto, fallando en su trabajo de medio tiempo y no siendo capaz de prestar atención en sus clases en la universidad.
Se estaba cayendo a pedazos de la pena y Sana, aunque siempre hubo una que otra pelea, estuvo allí dándole cariño y apoyo moral, acompañándola al cementerio y besando sus temblorosos labios cuando la australiana se rompía frente a la tumba con el grabado de su hermana.
──¿Disculpa...? ──la mayor vio el momento exacto donde su rostro cambió de una mueca de desolación a odio puro──. ¡¿Realmente te atreviste a decir lo que escuché?!
Y tomó los hombros de Sana, golpeándola contra la pared de atrás, ella soltó un jadeo de terror en cuanto Tzuyu levantó su mano.
──¡¿Qué?! ──tragándose su miedo respondió, no queriendo que la más alta ganara esta discusión, que parecía ser la última que tendrían antes de separar sus caminos──. ¡¿Qué vas a hacer, eh?! ¡¿Golpearme como tu papá golpeaba a tu mamá?! ¡¿Eso harás, Chou?! ¡Adelante, te quiero ver repetir sus pasos, vamos, hazte mujer, imbécil!
Tzuyu jamás la golpeó, pero sí le había alzado la mano un par de veces, arrepintiéndose siempre. Nadie que conociera a la dulce Tzuyu se imaginaría el oscuro pasado que parecía perseguirla y que quería que acabara igual o peor que el maldito de su progenitor.
La menor suspiró, alejándose de ella con los ojos rotos. Sana la vio caerse al piso de rodillas, comenzando a llorar.
──T-Tzuyu... ──con sus ganas de discutir esfumándose, la chica se apresuró en ir hasta ella y agacharse a su lado──. Hey, l-lo... lo siento. Perdón, Chewy, sabes que no lo decía en serio ──le sostuvo la cara con ambas manos, rompiéndose con esos ojitos llorosos. Ella misma comenzó a sentir sus lágrimas caer──. Está bien, Chewy, no llores, por favor ──susurró y la llevó a su pecho, acariciando su cabeza.
La estaba arrullando como bebé cuando Tzuyu se separó.
──Perdóname a mí... No q-quise... No quería l-levantarte...
Sana la interrumpió, empujando sus labios contra los de la taiwanesa, un doloroso beso con sabor a lágrimas y que les confirmaba a ambas que se estaban pudriendo lentamente.
──No te preocupes, mi amor, no importa ──murmuró con sus ojos cerrados, tenían las frentes pegadas y respiraban agitadas──. No lo hiciste y no lo harás. Confío en ti.
──Sana... ──sorbió su nariz, aferrándose a su cintura, aspirando el delicioso aroma a bebé que desprendía su novia. Estaban tan mal──. Sana, d-debemos terminar, no nos hacemos bien.
──Cállate, cállate. Cállate, por favor ──lloriqueó fuerte, sabía que tenía razón pero no quería, amaba a su Tzuyu──. Cállate y bésame... ──rogó, enrollando sus brazos en el cuello ajeno.
La necesitaba tanto.
Tzuyu la miró por unos segundos, sus labios rojizos junto a sus mejillas, que estaban empapadas en lágrimas cristalinas. Se veía hermosa, cruelmente hermosa.
La besó con vigor, rodeándola por la cintura. Pasó su lengua por sus labios, luego la obligó a abrirlos y se adentró a su cavidad bucal. Sana gimió cuando se separaron, quitándose su remera y ayudando a Tzuyu a sacarse la suya.
Chou la acostó en el piso alfombrado de ese salón, importándoles nada no estar en una cómoda cama. Le sacó los pantalones, le besó las piernas y mordió sus muslos, callando luego sus gemidos con besos profundos.
──T-te amo, Tzuyu ──gimió cuando la pelinegra le corrió hacia un lado sus bragas y masajeó su palpitante clítoris──. Te amo tanto...
Tzuyu, sin dejar de masturbarla, agachó su tórax llegando a los labios contrarios, besándola con desesperación.
──Te amo más, Sana ──cerró sus ojos y metió un dedo dentro suyo, curvándolo hacia enfrente──. Te amaré siempre ──y agregó un segundo dígito, excitada de ver a su novia tan hermosa bajo suyo, solo para ella y nadie más.
──¡T-Tzuyu!
Esta la siguió besando sin detener sus movimientos, llevándola al límite poco después.
Tzuyu la observó desde arriba, sacando sus manos entre sus piernas y lamiendo los fluidos que caían por su muñeca, sin apartar la mirada.
Luego se sacó sus propias prendas, quitando de paso lo único que quedaba en el cuerpo de la joven: sus bragas empapadas.
Desnudas como Dios las trajo al mundo, así estaban en el salón de Sana.
Chou bajó su cuerpo y le besó la boca, siguiendo con su cuello, pechos, estómago, hasta llegar a su sensible coño. Sana seguía tiritando por el orgasmo, así que lamió su monte de venus lento. Cuando Minatozaki estuvo mejor, abrió las piernas por sí sola y dejó que Tzuyu se hundiera en su vagina, clavándose a su rosada carne como si fuera el fin del mundo.
──¡Tzuyu! ──lloriqueó, empujándola más contra su piel.
La chica jugó con su clítoris en patrones en forma de ocho y luego bajó, adentrándose a su mojada vagina. Sacó y metió su lengua, disfrutando el sabor de Sana. La tenía agarrada de los muslos, por la parte de atrás, pareciendo que nunca se iba a separar.
Cuando le faltó la respiración sacó su cabeza respirando agitada, su nariz y boca goteando los fluidos de su chica.
Sana se mordía los belfos, y le observó con desesperación, sintiéndose vacía sin Tzuyu allí.
Esta solo se impulsó con los brazos, quedando sobre ella y tirándole una pierna hacia arriba, posicionándose de tal forma que sus centros se unieran.
Sana le limpió la nariz con una mano y se besaron mientras Tzuyu se frotaba contra ella, ambos coños palpitantes y sus gemidos inundando la casa.
Sana podía sentir su propio sabor en el beso, y de alguna forma pensar en aquello la hizo temblar, arqueando como pudo la espalda y su vientre explotando en un maravilloso segundo orgasmo.
──¡Tzuyu! ──volteó los ojos, aferrándose a sus hombros. La nombrada seguía frotándose, sintiendo que pronto llegaría al límite.
Los agudos gritos que salían de la garganta de Sana por el sobre estímulo la ayudaron a correrse, estallando en la vagina de su novia.
Cayó de golpe en el pecho de la mayor, temblando las dos juntas.
──No me dejes nunca, Tzuyu.
──Aunque lo intente cien veces jamás podría, Sana.
Era una realidad, no eran capaces de separarse.
No era la primera y no sería la última vez que Tzuyu llegara a su casa dispuesta a acabar con todo y terminarían teniendo sexo para luego seguir en su círculo vicioso sin fin.
Hay gente que simplemente no está lista para soltar y nunca lo estaría.
Tzuyu y Sana no estaban ni cerca de soltarse.
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