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11.

La cabeza de cabellera rubia estaba gacha, el aroma amargo de un Omega molesto envolvía el aire de manera densa.
La mirada verde le veía con reproche, eso solo le hizo agachar más la cabeza mientras se mordía el labio inferior con algo de fuerza.

—Así fue, señor Bakugou. Su hija Mahoro golpeó y le mordió el brazo a su compañero en una pelea, ella fue la que empezó según dijeron los demás niños. —la directora de la guardería le informó a su madre quien solo suspiró pesadamente.

Mahoro agachó más la cabeza, ¡No había sido su culpa!, Bueno, en parte. ¡Pero ese extra no tenía que decir que la comida de su mamá era mala! ¡La comida que hacía era la mejor del mundo!, Y ese tonto tuvo que decir que estaba horrible e incluso la escupió al suelo, era algo imperdonable.

—De verdad lo siento, no puedo creer que Mahoro haya hecho algo como eso. —murmuró el pecoso apenado, en la sala se encontraba los padres del cachorro golpeado, la maestra de Mahoro, la mencionada, la directora de la guardería y la supuesta víctima de todo allí.

Izuku no sabía cómo lidiar con esa situación, era la primera vez que su pequeña se metía en una situación de esa magnitud, pero ella se había ganado un castigo, sin postre después de la cena por una semana. El pecoso giró hacia su hija, quien solo alzó su mirada rojiza con algo de fuerza, después de todo ella era una Bakugou y sabía lo que estaba por pedirle su progenitor.

—Disculpate con Hageshi, ahora. —el Omega se cruzó de brazos tratando de darle más intimidación a la pequeña o al menos eso intentaba.

Aunque ella también se cruzó de brazos y giró su rostro, su pequeño ceño se frunció, negó con la cabeza dando a entender que no lo haría, disculparse sería aceptar la derrota y los Bakugou's nunca pierden, además el extra se lo había ganado.

—Mahoro, tienes que disculparte por golpearlo. —volvió hablar el pecoso, pero la rubia menor solo negó con la cabeza, un pequeño sollozo salió del otro cachorro quien se sostenía el brazo vendado.

Los padres de Hageshi no estaban para nada contentos, no podían aceptar que la niña se saliera con la suya, aunque, el señor Hageshi estaba un poco decepcionado de su hijo por perder contra una mocosa, según él.

De pronto la puerta de la oficina fue abierta, el aroma de un alfa agitado inundó un poco el lugar. Mahoro vio la luz, su salvación, corrió hacia el alfa que había entrado al lugar mientras estiraba sus manitas al frente, fue recogida en un abrazo y alzada.

—¡Papá, llegaste! —exclamó la menor, ya no tenía que temer de nada, sabía que su padre la iba a cuidar, no completamente de su madre pero al menor si de sus maestros.

—¿Qué pasó? Pensé que le había pasado algo a Mahoro cuando me llamaron. —habló el rubio mientras cargaba a su pequeña renacuajo, estaba saliendo de una reunión cuando la maestra de Mahoro le había llamado diciendo que su pequeña había tenido un problema grave, pero al mirar alrededor de la sala, notar al pecoso de brazos cruzados, un par de padres con miradas molestas, dos maestros y un mocoso absorbiendo sus mocos.

Supo que Mahoro no había tenido problemas, ella había sido el problema. La miró con una ceja alzada de manera interrogante. La rubia se removió un poco en su agarre y después suspiró como si no tuviera más opciones.

—¡Él empezó! ¡Dijo que la comida de mamá era asquerosa y la tiró al suelo! ¡Se lo merecía! —la voz chillona se alzó, Mahoro apuntaba con su pequeño dedo hacia el otro menor quien solo abrió un poco sus ojitos con pánico.

—¿El votó tu comida? ¿La que tu madre hizo con esfuerzo ésta mañana mientras te preparabas? —el rubio habló frunciendo el ceño, Mahoro asintió levemente a sus palabras cruzando también sus pequeños bracitos.

Katsuki miró seriamente a la directora, quien se encongio instintivamente en su asiento al estar bajo la intimidación de un alfa de alto rango. Ella tragó saliva sintiendo de repente su garganta algo seca, bueno, quizás no habían investigado todos los hechos antes de castigar y regañar solo a la cachorra de los Bakugou.

(...)

—¡Kacchan! No la malcries, puedo ver como están sonriendo. Se supone que debes de reprender para que no vuelva a pelear con sus compañeros de esa manera. —regañó el Omega que iba caminando detrás de los rubios hacia el estacionamiento, por suerte no pasó más allá que unos regaños con la directora.

Su cachorra no tuvo toda la culpa de lo que pasó, por ello su castigo y casi expulsión por unos días fue cancelado. Además de que el rubio tuvo bastante influencia en ejercer su postura en la sala, incluso con los padres del otro niño "su mocoso no debió votar lo que no era suyo, es normal de alguien reaccionar de esa manera ante esa situación, yo lo hubiera hecho".

Si, claro que Katsuki lo hubiera hecho, y por eso su hija lo hizo, ¿Por qué sus genes son tan débiles?, Bueno, debió saber que su descendencia sería de esa manera al casarse con un alfa como lo era ese rubio lleno de testosterona. Asi lo amaba con el alma.

—Oh si tienes razón, Mahoro estás castigada. —el rubio dijo con "seriedad", Izuku pudo ver claramente como le giñaba un ojo—. Si bueno, ¿Quieren ir por un helado?

—¡Yo quiero helado! —exclamó la menor estirando sus brazos por encima de su cabeza, Izuku solo suspiró rendido, no tenía caso regañar a nadie de esa forma.

Pero, no podía negar que una parte suya se sentía bien, después de todo su pequeña se había molestado con su compañero al dañar algo que le había hecho con cariño esa mañana, sabía cuánto le gustaba a Mahoro lo que cocinaba para ella. ¡Aunque pegarle estuvo mal!

Solo debió acusarla con una maestra o algo, después hablaría eso con ella. En ese momento solo pudo mirar cómo el rubio abría la puerta del carro y ponía a la pequeña en la parte de atrás asegurada con el cinturón. Después le abrió la puerta del copiloto invitándolo a entrar, no pudo evitar sonrojarse ante esa costumbre de su alfa al ser tan caballeroso.

—El Omega más hermoso del mundo primero. —habló el rubio haciendo que el sonrojo del pecoso se extendiera más, Izuku solo se acercó para tomar el asiento.

—Sabes que ser lindo conmigo no arregla las cosas, ¿No? —murmuró el pecoso mientras ponía su sinturon de seguridad escuchando como la otra puerta se abría y cerraba cuando Katsuki entró.

—¿Quien dijo que no funciona? —el rubio se inclinó hacia el lado del pecoso para tomarlo del rostro con cuidado y darle un beso, nunca se iba a cansar de sabor a fresas que cargaba esos deliciosos labios carnosos.

—¡Wakala! ¡No hagan eso frente de mi! —la voz aguda proveniente de la menor sonó detrás de ellos, Mahoro se tapaba el rostro con su manos, sacaba su lengua mostrando desagrado ante las muestra de afecto de sus padres.

¿Por qué los adultos siempre tenían que hacer eso?, Sus padres lo hacían muy amenudo, ¡Había escuchado de otros niños que así era como tenían bebés!
Pero entonces, ¿Por qué su mamá no le había dado un hermanito si él lo hacía todo el tiempo con su papá?

¿Podría eso significar que su madre no podría tener más cachorros?, O era mentira, quien sabe, Mahoro solo quiere respuesta.

—Renacuaja, no me interrupas una sección de besos con tu madre. —habló el rubio volviendo a su puesto, se ganó un golpe por parte del pecoso quien seguía con su rostro color fresa.

—Mahochan no le hagas caso, cariño. —Izuku volteó hacia su hija y le sonrió con suavidad, Mahoro solo tomó su peluche que estaba a su lado y sonrió de vuelta, le gustaba el aire lleno del aroma de sus padres mezclado.

—Quiero saber, ¿De donde vienen los cachorros? Papá te besa todo el tiempo y no me has traído a un hermanito, ¿No puedes tener más cachorros, mamá? —la pequeña preguntó como si de verdad estuviera preocupada que su madre no pudiera tener más hijos.

El rostro del pecoso cayó a una mueca sorprendida que pocos segundos después fue cubierta por un sonrojo hasta las orejas. Katsuki por su parte no pudo aguantar la risa que brotó de él a carcajadas, Mahoro solo ladeó la cabeza mirándolos sin entender nada lo que estaba pasando, ¿Había dicho algo malo?

—¿D-de donde has escuchado eso? —el pecoso dijo el un tartamudeo, el rubio se limpiaba el rostro con una mano mientras que con la otra manejaba el volante del auto.

—Los besos traen cachorros. —respondió la pequeña de forma tranquila—.  Eso me dijeron los demás, por eso no puedo besar a nadie, no quiero bebés ahora.

Izuku se quedó sin habla, miró al rubio con una expresión neutral, algo perturbado. Katsuki solo se volvió a reír con fuerza, y el pecoso no pudo evitar reírse también.
Mahoro se cruzó de brazos molesta y sin entender que era tan gracioso para los adultos, no había dicho ningún chiste para que se estuvieran riendo. ¡Era algo serio!, Quería un hermano.

No se habló más del tema en todo el paseo, más bien fue porque a Mahoro se le olvidó cuando llegaron a una tienda de helados. Ella había pedido un ratoncito con orejas de galletas, mientras que el pecoso pidió una copa con helado y trozos de frutas, Katsuki no pidió nada pero comió con el pecoso de la copa.

Fue una buena tarde, al menos para la pequeña familia y para Katsuki. Ya se había reprendido desde hacia mucho tiempo, no podía evitar hacerlo, se perdió de muchas cosas con su familia, esa hermosa sensación en su pecho florecía cada vez que su mocosa le decía "papá".

La primera vez que lo escuchó no pudo evitar llorar, ella apenas había cumplido sus diez meses y aunque había balbuceado una medias palabras antes, una de las más claras había sido esa. Claro que "mamá" había sido una de las principales palabras que había dicho Mahoro, y no pudo reprochar nada, pero la sensación de ser llamado así por primera vez en su vida nadie se la quitaba jamás.

Cuando llegaron a casa con el estómago lleno de helado, la pequeña pasó a su habitación para cambiarse y dejar su mochila. Izuku había llamado a su puesto de trabajo diciendo que volvería al otro día y se disculpaba por salir tan sorpresivamente del lugar.

Katsuki solo pasó a su habitación quitándose el traje, se sacó la camisa y el pantalón para ponerse una ropa de casa más cómoda, ya en la noche se daría un baño junto a su pecoso Omega. Al salir encontró a Izuku en la cocina buscando cosas en la nevera, quizás empezaría hacer la cena.

Tuvo una buena vista de su delicioso trasero al ver que se agachaba para sacar algo del fondo. El rubio se acercó sigilosamente hacia el menor, tomando de repente su trasero y apretarlo con algo de fuerza, su mano picó queriendo hacer algo más, y lo hizo, una nalgada sonó en el espacio de la cocina haciendo chillar al pecoso.

—¡¿Qué haces Kacchan!? —exclamó en voz baja el Omega mientras salía del refrigerador y se pegaba al mesón de la cocina queriendo poner su retaguardia a salvo—. ¡Mahoro puede estar cerca!

El Omega nervioso miró a todas partes y suspiró profundamente cuando no se encontró con su pequeña a la vista, por su parte, Katsuki se acercó al menor rodeándolo con sus brazos y dejarlo sin escapatoria de su agarre.

—Ella está en su habitación no te preocupes. —el rubio ronroneó pegando su cuerpo al más pequeño, bajó una de sus manos para tomar una de las piernas del pecoso y alzarla un poco, presionó su media erección contra la pequeña polla dormida del menor—. No está mirando nada.

Izuku jadeó, era placentera la fricción que le generaba el rubio, sentía su polla despertar ante el suave pero firme movimiento que hacía el alfa. Besos algo húmedos empezaron a esparcirse por su cuello, se estaba dejando llevar por ello aunque no quisiera, no podía evitarlo.

—Creo que ya es hora de darle a Mahoro un hermano ¿No, Deku?, Ella lo quiere también. —Katsuki susurró contra el oído del menor sacando otro jadeo de este.

Se separó del pecoso solo cuando escuchó pequeños pasos venir por el pasillo, el rubio le sonrió a su cachorra mientras dejaba a un pecoso con las hormonas alborotadas. Katsuki sabía que su Kacchan Jr iba a sufrir de nuevo, pero al menos sería por fines lucrativos.

(...)

ÑacaÑacaÑacaÑaca. (´∩。• ᵕ •。∩')

Sé que adelanté años pero tenía pensado hacerlo así. El Kacchan está aprendiendo y disfrutando de pasar tiempo con su engendro del mal. 🤺

Zaorycast. ✨✨

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