09.
Katsuki dormía plácidamente, eso hasta que sintió como una mano suave lo tocaba por el hombro para sacudirlo despacio. Abrió los ojos lentamente, estaba muerto de sueño y no sabía qué horas eran, al dar la vuelta se encontró con su pecoso, la suave luz de la lámpara encendida apenas hacía que las cosas fueran algo visibles.
Al mirar hacia arriba se encontró con el reloj despertador, 3:00 am, después bajó nuevamente su vista hacia el Omega, sus ojos esmeraldas y brillantes le hacían una petición sin decir ninguna palabra. Al final terminó por sentarse en la cama, resignado, bostezó mientras se rascaba el cuello y después miró al pecoso.
—¿Sí?, ¿Qué comida quieres ésta vez? —preguntó el rubio con suavidad, Izuku se sentó con cuidado al lado suyo, teniendo una mano sobre su pancita de casi siete meses, era algo sorprendente todo lo que se había perdido por estar metido en esa maldita empresa, pero ese no era momento para pensar en eso.
—Pizza con doble queso, champiñones, piña y aceitunas. —Katsuki no pudo evitar arrugar el entrecejo al oír esa aberración, sin embargo, no iba a mencionar nada sobre la extraña comida que le pedía el pecoso, no quería dormir en el sofá de nuevo.
—Bien, veré qué restaurantes de pizzas están abiertos a estas horas. —Izuku solo miró con algo de tristeza como el rubio se ponía su ropa y buscaba su chaqueta para salir, después se despidió dándole un pequeño beso.
No estaba arrepentido en lo absoluto, se daba algo de miedo, pero el hambre que le daba la cachorra en su vientre era más grande que su conciencia. Además de que su Omega interior se regocijaba por los lindos tratos que le daba el alfa.
Una patadita en su vientre hizo que buscará una posición cómoda en la cama, acarició su panza con cuidado, ronroneando en voz baja para calmar a su pequeña bestia que se gestaba en las entrañas. No podía olvidar su emoción de ir al médico y saber que sexo era su bebé, tener la ecografía para guardarla como un bello recuerdo.
Después de ese día Katsuki se puso a arreglar la habitación para ella, además de traer ropa. La cuna ya estaba armada y lista para recibirla, además con la ayuda de sus suegros y su madre todo había sido más rápido.
La alegría de los mayores al saber que serían abuelos era algo que tampoco olvidaría nunca. Fueron hermosos momentos que le llenarían de alegría en un buen futuro.
Izuku se levantó de la cama y fue a la cocina por algo de agua para beber, así podría calmar un poquito su hambre para cuando llegara su alfa. Aunque su tentación fue más grande y se encontró revisando su refrigerador por algo mientras esperaba, había un taco que tenía para emergencias.
Bueno, esa era una de ellas. Lo calentó en el microondas y lo devoró en cuestión de segundos, seguía teniendo hambre, más por esa deliciosa pizza que había pensado hacer un momento. No supo cuanto tiempo se había quedado en la cocina, lo que le sacó de sus pensamientos fue el sonido de la puerta principal abrirse.
Casi corrió al pasillo para encontrarse con un Katsuki algo soñoliento que tenía una caja de pizza en las manos, sus ojos se iluminaron bastante y cuando el aroma de la pizza llegó a sus fosas nasales casi babea.
—¡Mi amor! —exclamó el pecoso corriendo hacia el rubio, quien abrió los brazos esperando al Omega, pero solo le arrebataron la pizza y la mancha verde se fue de vuelta hacia la cocina.
—¿Me cambiaste por un pan lleno de gluten? Eso me dolió. —habló el rubio como si de verdad estuviera herido, se quitó los zapatos para ponerse las pantuflas y caminar hacia donde estaba su pecoso.
Lo encontró devorando un trozo de pizza como si no hubiera un mañana, pudo ver como la piña vuelta caramelo resbalaba por el brazo de Izuku y este solo estiraba su lengua hacia ello para lamerlo. Todo mientras soltaba chillidos y aroma de un Omega completamente feliz.
—Está bien, lo tomaré, pero que conste que me ofende muchísimo. —Katsuki se rindió ante la idea de seguir reclamando su traición por una pizza, pero de verdad no podía decirle nada al verlo así, Izuku por su parte solo seguía dando bocado tras bocado al pan caliente.
El rubio pasó del Omega y fue a buscar un vaso para llenarlo con agua, aunque en su camino dio con un plato sucio, no estaba allí antes de irse a dormir, así que lo más lógico sería que el pecoso comió antes de que el llegara, alzó la vista dando con que ya tenía más de media pizza devorada, después bajó su mirada al plato de nuevo.
¿Como era que podía comer tanto sin detenerse?
A ese paso tendría una bolita andante por esposo. Bueno, no era que un pecoso gordito fuera mala idea, pero no quería que su salud fuera en picada a causa de tanta comida chatarra, las combinaciones que hacía y que no deberían de existir en ese mundo.
Fue solo cuando Izuku comió la última rebanada de pizza, se lamió los dedos y después posó su mirada sobre el rubio quien tenía los brazos cruzados mientras le esperaba sentado en la barra de desayuno. Izuku se sacó los dedos que tenía en la boca, se sonrojó cuando Katsuki alzó una ceja.
—Entonces, ¿Cuánto te duró el amor de la aberración que llamaste pizza? —el rubio preguntó en broma notando como las mejillas del pecoso estaban brillosas y untadas de comida.
Izuku lo miró con una ceja alzada y confundido antes de caer en cuenta.
Había llamado "mi amor" a una pizza, dejó al rubio de lado solo por su estómago y su hambre voraz.
—En mi defensa, yo comía cosas normales antes de quedar embarazado. —Izuku dijo apenado, caminó hacía el lavaplatos para abrir la llave y limpiar todo rastro dulce del queso y piña que había en sus manos.
La risa suave del Alfa sonó en el silencio de la cocina. Después de terminar de arreglar todo fueron de nuevo a la cama, Katsuki abrazó al pecoso, rodeando con sus manos el vientre del menor. Lo acarició sintiendo un suave movimiento bajo su mano, era otra cosa de la que se había perdido por ser un idiota, sentir la pequeña vida que creó junto con su amado.
Apenas cerró los ojos cuando escuchó la alarma de las seis y media sonar, no pudo evitar soltar una maldición, haciendo reír por lo bajo al pecoso. Katsuki solo esperaba su momento para vengarse, pronto lo haría y haría llorar a su Omega glotón.
(...)
Dos meses y medio después, Katsuki corría por los pasillos del hospital detrás de los médicos que tenían a Izuku en una camilla. Jadeando y lloriqueando por los dolores que le producía su vientre, había entrado en labor de parto.
—Señor, si quiere entrar en la habitación con el Omega debe ir con una enfermera para que le coloque los equipos necesarios. —Katsuko quiso refutar y gritarle al doctor, pero no tuvo tiempo.
Fue conducido a una habitación aparte en donde le hicieron quitarse el saco y le pusieron una bata azul claro, también un gorro y un par de guantes, solo después sí pudo entrar en el lugar en donde estaba el pecoso. Fue directamente hacia él para sujetar su mano con fuerza, más bien, Izuku era quien lo sostenía con fuerza hasta el punto de hacerle doler los dedos.
—¡K-kacchan, duele mucho! —el pecoso sollozó al mismo tiempo que quedaba salir un grito de dolor, sus piernas estaban abierta y partero estaba haciendo todo lo posible para que el cachorro naciera bien.
—Respire profundamente, trate de empujar señor Bakugou. —pidió el doctor e Izuku solo pudo gemir de frustración tratando de hacer lo que le pedían.
Katsuki solo podía rezar para que los huesos de su mano no fueran echos papilla.
—Respira Deku, vamos. Puedes hacerlo cariño. —el rubio trató de alentar a su pareja, sin embargo, solo se ganó una lajonada de cabello, y unas cuantas maldiciones.
—¡Mira lo que me hiciste! —exclamó el Omega con su rostro rojo por el esfuerzo—. ¡Se me está abriendo el trasero y todo es culpa tuya! ¡Maldito alfa de mierda!
—D-Deku cálmate por favor… —su cuero cabelludo iba a ser arrancado de su cráneo, ya se miraba todo calvo sin llegar a los cuarenta todavía, era algo de tener.
Mientras que los doctores luchaban, Izuku trataba de romperle un hueso a su esposo, el rubio trataba de que no lo mataran. Fueron unas dolorosas horas de parto antes de que la habitación fuera llenada un fuerte lloriqueo, fue solo entonces que Katsuki pudo respirar e Izuku dejó de golpearlo.
—Felicitaciones, es una hermosa bebé sana y fuerte. —una enfermera se acercó sosteniendo en sus brazos un bultito enrrollado en un paño rosado.
El pecoso estiró sus manos al frente pidiendo tomar a su pequeña, cuando Izuku la tuvo en sus brazos empezó a llorar de alegría. Su bebita era de lo más bella, sus mejillas estaban levemente sonrosadas y su cabeza tenía una pequeña cabellera rubia.
—Mirala Kacchan, ella es tan hermosa. —el pecoso miró al rubio, quien se acercó despacio y tomó asiento al lado del pecoso en la camilla, estiró una de sus manos para tocar el rostro de su pequeña.
Ella abrió sus ojos, grandes, brillantes y rojos. Era increíble, no recordaba que ese momento fuera tan mágico. Quizás sea porque la otra vez no había entrado con Izuku a la sala de parto, solo esperó afuera y vio a su hija en la incubadora rodeada de otros cachorros, no se arrepentía de cambiar eso, aunque hubiera sufrido jalones de cabello y su mano casi fuera partida.
—Sí, tienes razón Deku. Es hermosa, igual que tú. —no se dio cuenta de que estaba llorando hasta que una lágrima se deslizó por su mejilla y cayó, Izuku solo lo miró con una sonrisa cansada sin decir nada.
Katsuki se apegó más a ellos, los envolvió con su aroma, el pecoso ronroneó ante la calidez que recibía en ese momento. Aunque, lo que lo que los sorprendió a ambos fue escuchar a la pequeña ronronear suavemente también, era una cosita de lo más adorable.
—Disculpen que los interrumpa, pero, ¿Tienen un nombre para ella? —una enfermera llegó a ellos sosteniendo una planilla, anotaba cosas y esperaba a que los dos le dijeran algo.
—Bueno, yo estaba pensando en uno. —murmuró el pecoso pensativo y Katsuki sonrió antes de hablar.
—Mahoro, ella se llamará Mahoro. —Katsuki dijo y la enfermera los miró con una sonrisa. El pecoso también sonrió, él le ofreció la pequeña al rubio quien solo lo miró sorprendido.
—Cargala un poco Kacchan. —Izuku le ofreció y el rubio no supo cómo responder, nunca cargó a uno de sus hijos cuando, menos recién nacidos, pero ahora tenía esa oportunidad.
Extendió sus brazos y la tomó con cuidado, poniendo su pequeña cabeza en uno de sus antebrazos y pasando una de sus manos bajo su diminuto cuerpo. Ella arrugó un poco la nariz, aunque después se relajó volviendo a dormirse.
Su peso era poco, más de lo que creyó, apenas tendría unos tres kilos y medio. Quien se imaginaria que algo así de pequeño y lindo sería una fiera cuando fuera mayor, era hermosa igual que su madre, lastimosamente tendría el temperamento de un Bakugou.
Katsuki miró al pecoso en la camilla, se había quedado dormido. Poco después la misma enfermera de antes se le acercó diciendo que debía de dejar a su pequeña en una incubadora para hacerle unas revisiones de rutina, el rubio aceptó y su corazón casi dolió cuando Mahoro comenzó a llorar por la falta de calor.
Le dio un pequeño beso en la frente al pecoso antes de salir al pasillo en donde le esperaban sus padre y su suegra. Se quitó las cosas estorbosas en el camino y cuando llegó con los demás éstos se quedaron esperando la noticia que traía.
—Mi cachorra nació sana y fuerte, Mahoro es la niña las linda de todo el hospital. —Mitsuki le sonrió con orgullo y su padre Omega dejó salir su mar de lágrimas llena de alegría, lo mismo con Inko.
Katsuki recibió sus felicitaciones y después comenzó a caminar por los pasillos a la cafetería, necesitaba un café negro y cargado. No notó que se cruzó con cierto doctor de cabellos blancos.
(...)
Hay muchos secretos en este fic y ustedes ni se acercan con sus conspiraciones conspiranoicas 🕴️
Espero que les haya gustado el capítulo.🥺
Zaorycast .✨✨
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