El aire frio de la mañana esta empezando a entrar fuertemente por una de las ventanas rotas de aquella antigua casa donde está viviendo Kim Taehyung, volviéndose algo que le resulta terriblemente insoportable, pues justo ahora preferiría estar viviendo en cualquier otro sitio con ventanas rotas que en casa de su tío.

Incómodamente sentado sobre el pequeño sillón viejo y maltratado de la horrible sala, se da ánimos mentalmente, recordándose que cada vez faltan menos días para que cumpla los dieciocho años y por fin, pueda irse.

Sintiendo como tortuosamente su torso desnudo se va helando de poco en poco, Taehyung se levanta sin ninguna otra opción y comienza a encaminarse hasta una pequeña cómoda de color café oscuro, donde guarda la poca ropa que tiene.

—Maldición —susurra entre dientes Taehyung, al darse cuenta que ya se le ha hecho tarde para meterse a bañar y así al fin poder irse a su primer día de clases de su ultimo semestre en la universidad de niños ricos en donde termino por obra de su gran boca.

El pelinegro de Taehyung aún puede recordar como puso en su lugar a todos esos chicos ricos que con toda la intención del mundo intentaron humillar a su madre, que en ese entonces solo se la pasaba trabajando y trabajando para poder darle una calidad de vida mejor, una donde él no tuviese que estar trabajando de sol a sol como ella durante gran parte de su vida. Y es que aunque su madre siempre le hubiera dicho que expresarse sin respeto y con groserías hacía las personas, estaba mal, aquella actitud le había conseguido una beca completa en una de las mejores universidades de todo Seúl, generándole un pase sin duda a una vida mejor; una vida donde lastimosamente su madre ya no pudiese estar con él, pero al menos si una vida donde su madre estuviese totalmente orgullosa de él, desde donde quiera que se encontrará.

Cada mañana que los primeros rayos de sol empezaban a caer en el cuerpo desnudo de Taehyung y un sin fin de moretones yacían bajó sus tatuajes en gran parte de su tonificado cuerpo, él repetía a si mismo que sólo debería resistir un poco más.

Con el tiempo, el pelinegro descubrió que la única manera de ocultar aquellos espantosos moretones en su cuerpo, eran tatuajes, pero no unos simples tatuajes. Todos y cada uno de los tatuajes sobre el cuerpo del pelinegro de Taehyung tienen un significado muy especial para él.

—¿Te vas a meter a bañar, corazón? —pregunta tiernamente la abuelita de Taehyung desde la diminuta cocina donde ella duerme.

—Si, abu. Ya sé me hizo tarde —responde el menor, depositando un corto beso en la frente de su abuela quien era verdaderamente la única persona que lo valoraba en esa casa y a quien se llevaría con él una vez cumpliera 18 años —. Oye, ¿quién es tu nieto favorito? —pregunta sonrientemente mientras se coloca en cuclillas para poder admirar el rostro fino de su abuela que a pesar de los años y las circunstancias aún le sonreía como hacía años.

—Mi Taehyungie —contestó feliz, depositando una suave caricia al rostro del menor —. ¿Otra perforación, amor? —interpeló la mayor al notar un piercing en el labio de su pequeño nieto, puesto que no le gustaba ver así el hermoso rostro de su niño.

—Otra, abu.

—¿Será la última? —Quería saber.

—Abu, sólo tengo dos —Sonriendo alegremente el pelinegro. —. La de la ceja y está del labio.

—Son muchas, tu carita no debería tener nada de eso. —contraataca su abuela.

—Bien, en ese caso. Será la última —le aseguraba con una mano arriba y un corazón sincero.

—Por eso eres mi nieto favorito.

—Se me hace tarde, me voy a bañar, abu.

—No olvides limpiar detrás de las orejas —le recordaba con una inmensa sonrisa.

—No lo olvidaré, abu.

•••

Son aproximadamente las 8:30 de la mañana, los primeros rayos del sol están cayendo directamente sobre la cabellera castaña de Lee Seokjin quien se encuentra pensativamente desayunando o al menos eso es lo que intenta, pues tanto el plato de fruta sobre su mesilla negra como su plato de huevos revueltos, se encuentran totalmente intactos. 

Sin embargo, es una verdadera suerte que sus padres hayan salido sumamente temprano por una emergencia con uno de sus abuelos o de otra manera ya estarían apresurándolo para su primer día de clases, antes de que siquiera pudiera comer algo, puesto que de nueva cuenta sus padres lo han cambiado de Universidad, está vez por algo verdaderamente más estúpido que la vez anterior, y es que después de pasar más de la mitad del semestre sólo, Jin al fin esa vez había conseguido hacer un amigo, uno que le caiga más que bien pero y al parecer que Eunwoo le dijera a Jin que pidiera más libertad a sus padres, les costo su amistad. 

—De vuelta seré el chico nuevo y sólo por querer un poco de más libertar —Se recordaba con pesar mientras jugaba con los huevos revueltos que yacían sobre su plato. 

Lo único bueno entre comillas de todo aquello que había sucedido es que seguía manteniendo el contacto con Eunwoo, al menos podía decir que él no había salido corriendo como varios chicos en el pasado lo habían hecho. 

Dejando su plato a medio comer, Jin se levanto de su pequeña mesilla y entro a su habitación, puesto que no faltaba mucho para que su primera clase del día comenzará en aquella nueva universidad. 

Y lo único que Jin quería o más bien deseaba con todas sus fuerzas era poder hacer un amigo ese primer día, solo uno, no importaba quien ni en que circunstancias lo consiguiera. 

•••

Los días considerados por Jin como los más hermosos eran aquellos en donde el castaño tenía que ir a clases y aquello parecía una perfecta y muy estúpida broma. 

—Un chico nuevo —Comenzaban a murmurar un par de chicos al ver a Jin bajar del costoso sedan negro donde uno de los choferes de sus padres solía llevarlo a clases y aquello no podía ser más incomodo para él, pues atraer la atención de todo era algo abrumador para él. 

—Es muy guapo —Se oía susurrar a algunas chicas de apariencias lindas y finas. 

Seguramente Seokjin tendría que lidiar con un par de invitaciones de algunas de ellas a salir, lo cual era una verdadera pena, pues era un hermoso homosexual algo de lo que Kim Taehyung se dio cuenta inmediatamente como sus ojos se posaron en la perfecta figura del chico nuevo a quien divisaba sin que se diera cuenta desde lejos.