CAPÍTULO 40
Yo no respondo.
Escucho los pasos apresurados de Judas por toda la habitación mientras remueve y se choca con cosas, hasta que llega a la puerta del baño.
La abre rápidamente y me busca preocupado con la mirada.
Yo lo miro a los ojos, y al verme sus rasgos se suavizan un poco. Su camiseta negra se le pega al cuerpo y por como se presenta, se que también ha estado entrenando.
-Delia... ¿estás bien? ¿qué ha pasado?, me has dado un susto horrible. -habla atropelladamente mientras se dirige hacia mi.
Yo no hablo, no me salen las palabras de la boca.
Estoy sujeta al lavabo con la malo lastimada, los nudillos me escuecen y tendría que sacar los cristalitos de ellos antes de que pueda empeorar.
Judas se para, a escasos pasos de mi y veo como desliza su mirada hacia el espejo, agrietado y ensangrentado. Me mira asombrado y busca alguna herida en mi cuerpo.
Tarda poco en buscar mi mano. La mira fijamente.
Tengo la carne al rojo vivo y aun sangra.
Él se acerca rápidamente a mi y me rodea con sus grandes brazos. Me aprieta contra su cuerpo y su calor me rodea completamente. Aspiro su olor mientras permanecemos así.
Noto como todos mis músculos se relajan.
Cuando se separa me mira a los ojos. Une nuestras frentes y oigo como suspira. Tiene apoyadas las manos en mis cachetes.
Une nuestros labios unos cortos segundos antes de separarlos.
-Ven, te tengo que curar la herida.
Me coge de la mano -la que no esta herida- y salimos del baño. Me sienta en la cama y me deja sola unos segundos, el tiempo que tarda en ir y volver del baño.
Regresa con un pequeño botiquín en la mano.
Se arrodilla delante mía, quedando su cabeza pocos centímetros más baja que la mía.
Aprieto la sabana entre mi mano buena cuando el dolor del puño se intensifica.
-Lo siento... -se disculpa mientras me cura la herida.
-Gracias. -hablo por primera vez desde que llego.
Él me sonríe y sigue con su trabajo.
Siete días. Una semana. Una maldita semana.
Ha pasado una semana desde que el primer grupo salió. Cuatro desde que un segundo grupo salió en su busca.
No tenemos noticias de ninguno.
Estoy nerviosa. Hoy tendríamos que haber enviado a otro grupo, el tercero. Cuatro personas más.
Estoy nerviosa. Muevo mi mano derecha y un pequeño dolor se instala allí. La mano aun no sana del todo, pero ya puedo entrenar bien con ella. Me paso las manos por el pelo antes de posarlas en la sabanas de mi cama, a cada lado de mi cuerpo.
Suspiro mientras miro a todos lados.
La puerta se abre y yo de un salto me pongo de pie y me dirijo a la puerta.
-¿Y bien? ¿Habéis pensado algo? -le digo a Judas cuando entra en mi habitación.
Él suspira al tiempo que se encoge de hombros.
Se acerca a mi y posa sus labios sobre mi frente. Gruño llena de frustración. Se separa de mi y se dirige a paso lento a la cama. Veo como se sienta en la cama pero yo me quedo estática donde estoy, con los brazos cruzados mientras lo miro.
-¿Y tú? -no puedo evitar preguntar- se que no has llegado a nada con tu padre, pero, ¿tú que quieres hacer?
-No lo se, Delia. No tengo ni puta idea de que deberíamos hacer. No puedo dejar de pensar en que puede que los cogieran, e incluso los mataran. ¡Y no estamos haciendo nada! Ni por ellos ni por los que tienen secuestrados y esclavizados.
Noto como aprieta los puños hasta que se quedan blancos. Yo me acerco a él con cuidado y le pongo las manos en el torso, luego las subo por su cuello hasta que llego a sus mejillas. Hago que me mire, y como puedo formo una sonrisa en mi rostro.
-Tenemos que ir, Judas. Nosotros, no otro grupo, ni mandar a nadie más. Yo conozco a Niall, se como piensa, ha cambiado, si, pero no es otra persona. Yo no me puedo quedar más tiempo así, mandando a gente y sin que vuelva.
-Delia...-suspira.
-Sabes que tenemos que hacerlo, Judas.
Se levanta de un movimiento brusco de la cama y mis manos dejan de sujetar sus mejillas, y ahora ocurre al contrario, el las posa en las mías. Junta unos segundos nuestros labios antes para después separarse.
-Salimos esta noche. -anuncia serio.
Yo asiento. Se dirige a la puerta y sale dejándome conmocionada.
Abro los armarios y saco una mochila. Rebusco hasta encontrar alguna prenda de ropa. Meto en la mochila la ropa y busco las pocas armas que hay en la habitación.
Pequeñas y pocas balas. Pero es algo. Cuando ya he metido todo lo que necesito de mi habitación me dirijo al baño. Ato mi pelo ya castaño, el tinte negro se fue hace bastante tiempo, en una larga trenza.
La puerta de la habitación se abre al tiempo.
-¡Jud...! -me corto -Rusxe.
-¿Os vais, verdad? -pregunta seria.
-Rusxe...
-Bien, no esperaba menos, en realidad. Pero no deberíais ir solos, es demasiado peligroso...
Me acerco a ella.
-Ya son muchos allí, Delia, pero...
La puerta de mi habitación vuelve a abrirse y las dos dirigimos nuestra mirada allí.
Daemon, Victor, Lex, Jughed y Judas entran por la puerta.
-¿Qué...? -casi grito.
-No os vamos a dejar ir solos, Delia. -anuncia Daemon.
-Bien, pues nos vamos en una hora.
-Yo...-dice rusxe.
Judas la mira.
-No vendrás. Tienes que quedarte aquí, ayudando a papa a que todos mantengan la calma ¿bien? Él no sabe nada de esto, ni puede enterarse hasta que no nos larguemos.
Rusxe asiente.
-Pero antes, Delia, necesitas un cambio de imagen, disimular un poco.
Asiento.
-Coger provisiones y armas, no sabemos en que nos podemos estar metiendo. -aviso.
Ellos asienten y yo me dirijo al baño acompañada de Rusxe.
Rato más tarde salgo con la melena por la mitad de la espalda, y rubia.
Estoy muy distinta, y parezco algo más joven. Aunque en estos meses parezco haber envejecido cinco años.
Cargo la maleta a mi espalda y las dos salimos silenciosamente de la habitación. Es ya de noche, y ya todo el mundo esta en sus casas o habitaciones.
Judas ya ha hablado con seguridad y sabe que esta noche nos vamos.
Cruzamos totalmente en silencio varios pasillos hasta que llegamos a la puerta de una habitación.
-Es la de Judas. -susurra Rusxe- nunca ha entrado nadie, no le gusta, pero me ha dicho que te traiga hoy.
Asiento.
Ni siquiera me había preguntado cual era su habitación, o nos encontrábamos o él iba a la mía.
Rusxe me muestra una pequeña sonrisa y me abraza. Yo la atraigo a mi cuerpo y le devuelvo el abrazo.
Veo como se le saltan las lágrimas.
-Estaremos bien -aseguro, aunque no se que nos espera- volveremos antes de que te des cuenta.
-Eso espero...
Veo como vuelve por el camino por el que hemos llegado y a los pocos segundos solo distingo su silueta, y ya luego nada.
Tomo una gran bocanada para girar sobre mi y dejar de ver el camino por el que se ha ido ella.
No quiero hacer ruido, así que no llamo y abro suavemente la puerta y asomo mi cabeza.
-¿Judas? -pregunto susurrando.
-Entra. -me responde la voz desde algún punto de la habitación.
Hago lo que me pide. Cuando estoy dentro cierro la puerta y me giro, mientras observo donde me encuentro.
Las paredes son blancas y es parecida a la mía. Con la excepción de que el cuarto huele a hombre, tiene absorbido el olor de Judas, y varias prendas de hombre están en alguna silla que hay y otras sobre la cama, que esta deshecha.
Las sabanas blancas que recubren la cama están arrugadas, y aprecio pequeños detalles de la habitación por la tenue luz con la que esta iluminada. Me descuelgo la mochila de la espalda y la dejo a un lado.
La puerta del baño, antes entreabierta, y de donde provenía su voz, se abre.
Yo me giro completamente para mirar en esa dirección.
Judas sale del baño con el pelo húmedo, cayéndole en el pecho, que esta completamente desnudo a excepción del collar que lleva siempre, unos vaqueros le cuelgan de las caderas, con aspecto despreocupado y dejándole ver el principio de su "V". Sus manos llevan algún que otro anillo.
Me analiza de arriba abajo, estoy completamente vestida de negro, hasta llegar a mi rostro, y a mi pelo.
Ahora rubio y bastante más corto.
-Estas muy guapa, distinta, aunque tu pelo oscuro siempre será mi favorito.
Se acerca a mi, descalzo, y su olor se intensifica. Yo aspiro, disimuladamente, su aroma.
Acaricia mi pelo con sus dos manos, adornadas con algún anillo. Enreda algún que otro mechón de él entre sus dedos.
Sujetando suavemente mi cabeza me atrae a él, provocando que apoyo sus manos en su pecho.
-¿Estas lista? -pregunta.
Se que no se refiere al equipaje, la ropa, el pelo o cualquier otra cosa. Se refiera a mi.
Asiento suavemente.
Me da un corto y casto beso, que recibo unos efímeros segundos con gusto.
Se separa de mi y se dirige a la cama. Coge una de las camisetas que descansaba en ella y se la coloca. Luego coge una sudadera y se la pone encima. Quita los pocos tiestos que hay encima y estira las sábanas.
Yo solo me dedico a observarlo.
Se coloca unos calcetines y unas botas militares antes de estar completamente listo.
-¿Dónde están los demás? -pregunto cuando se mete de nuevo en el baño.
Él sale a los segundos, cargando una mochila con él.
-Preparando el coche -echa un vistazo al reloj que hay colgado en una de las paredes- ya estará listo, podemos irnos.
-Vale.
Cojo mi mochila del suelo y me la coloco en la espalda. Judas se acerca a mi y me agarra la mano. Su mano es cálida, contrastando con sus anillos fríos.
Abre, intentando hacer el menor ruido posible, la puerta de la habitación.
Los dos salimos de la habitación, y el cierra la puerta detrás de mi.
Me hace un gesto para que guarde silencio y para que lo siga. Asiento una sola vez. Andamos a paso apresurado por todos los pasillos. Ahora que me doy cuenta, este sitio, seguramente fuese un hotel hace ya tiempo, puede que antes de que todo se complicase esto fuera un lugar turístico, o hace demasiados años como para que nadie en esta tierra lo pudiese haber conocido.
Paramos cuando llegamos a la puerta que da al exterior. Judas la abre y los dos salimos a la calle.
VOTEN Y COMENTEN!!!♥♥♥
JULY
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