𐙚 capítulo O7
La semana había pasado demasiado rápida para el gusto de MiYeon.
Ya era sábado y por lo tanto, conocería al hermano de Shuhua.
Estaba nerviosa, a pesar de que Shuhua le dijo no se preocupara, estaba preocupada.
Y es que jamás pensó que estaría en esa situación, al menos no tan pronto, pero no era momento para arrepentirse, no cuando estaba a una cuadra de la casa de Shuhua.
Pensó en llevarle flores, pero recordó que Shuhua le había dicho que su hermano no era muy de ellas, entonces tachó esa idea.
—Vamos MiYeon, sólo conocerás al hermano de tu aún no novia, por lo que eso lo convierte en tu aún no cuñada. Sencillo, no tengo porque preocuparme.
Para cuando estuvo enfrente de la casa de Shuhua, se dio el tiempo de darse ánimos y tocar el timbre, la puerta se abrió dejando ver a Shuhua.
—¡Unnie!
—ShuShu.
—Me estaba colocando mis calcetines —miró hacia abajo, viendo como Shuhua tenía un calcetín puesto y su otro pie no lo tenía—. Puede esperar en la sala, mi mamá salió.
Se hizo a un lado para que la alfa pasara, ésta entró a la casa susurrando un «permiso» y quitándose los zapatos, como su mamá le había enseñado cuando era más pequeña, Shuhua la guió hasta la sala.
—Espere aquí, no me tardó. —le dijo.
MiYeon asintió y vio a Shuhua salir de la habitación.
La casa huele a Shuhua, me encanta.
MiYeon estuvo de acuerdo con su loba, también odia oler un leve olor a canela y chocolate (que suponía que era de la madre de Shuhua), todo lo demás era el olor de Shuhua, miel y avena.
Dejando de lado el aroma de la chica, la sala era acogedora. Los tonos café y blanco constataban perfectamente y la chimenea le daba un toque hogareño.
Habían unos cuadros con fotos, puso distinguir a Shuhua en varias de esa, su favorita era donde aprecia disfrazada de un lobo, debía de tener como tres años en esa foto.
—¡Listo! Podemos irnos.
Salieron de la casa, no sin antes asegurarse de que la puerta este cerrada.
***
Hace cinco minutos Shuhua había hablado con su hermano, éste le dijo que llegaría en diez minutos, lo que lo puso más nerviosa.
—Unnie, ¿Está bien? —dijo al ver a la pierna de MiYeon moverse repetidamente.
—Estoy nerviosa, ¿Y si no le caigo bien?
—Lo hará, créame, ¿Le digo algo sobre mi? —MiYeon asintió—. No me suelen caer bien muchas personas, en la escuela sólo me caen bien como veinte personas y sin embargo, es sólo porque tengo que convivir con ellas, mi hermano sabe que si le presento a alguien es porque es especial.
MiYeon sonrió sin gracia.
—Gracias por darme ánimos.
—No tienes porqué agradecerlo —se escuchó la campanita de la cafetería, un alfa apareciendo por ella—. ¡Oppa, aquí!
Los músculos de MiYeon se volvieron a tensar en cuanto vio al hombre acercarse a ellas y abrazar a la menor.
Su cabello era naturalmente castaño, sus ojos color avellana igual a los de Shuhua, sí, parecían hermanos.
—¡ShuShu! —saludó el chico—. Te extrañe.
—Yo igual —dijo separándose de el abrazo—. Oppa, ella es Cho MiYeon — tomó la mano del azabache—. Mi futura alfa.
El alfa miro a MiYeon, extendiendo su mano cuando terminó de analizarla.
—Un gusto en conocerte MiYeon, soy Yeh Lucas, hermano mayor de Shuhua. —se presentó.
—El gusto es mío. —aceptó el saludo.
Luego de aquella mini presentación, el alfa les hablo sobre su viaje a Tailandia, contando sobre cómo una señora lo confundió con un modelo.
La omega dijo que tenía que ir al baño, yéndose de ahí dejándolos solos.
Que no me pregunté nada.
—Y dime, MiYeon ¿Cuántos años tienes?
Ya empezó.
—Tengo dieciséis.
—¿Qué clases de intenciones tienes con mi hermana? —la miró serio, asustando un poco a la pelinegra.
Estaba hablando con un alfa, ella siendo una sabía lo protectores que podrían ser con los miembros de su familia. Tenía que pensar bien antes de hablar.
—Su hermana me gusta mucho, podría atreverme decir que hace más de seis meses y hasta hace poco que empezamos a hablar, sólo quiero hacer las cosas bien con ella y que sea feliz.
El alfa ablandó su mirada, desde que vio a la Coreana pudo notar que no era una tarada.
—Me alegro que la quieras, ShuShu merece a alguien que la haga sentir feliz y amada, eres la indicada.
MiYeon sonrió, ya tenía el apoyo de su cuñado al menos.
Segundos después apareció Shuhua.
—¿De qué me perdí? —preguntó viendo a MiYeon, quien sólo negó y le sonrió.
¡Gracias por leer!
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