Parte once
Todo estaba yendo bien, muy bien a decir verdad.
Después de esa pequeña reunión improvisada con la madre del omega y tener la aprobación de ésta, habían adaptado una pequeña rutina, en la cual el alfa iba a buscar al omega todas las mañanas a su casa para ir juntos a la escuela.
Luego, el pelinegro iba a ver al omega a sus entrenamientos antes de ir a trabajar, y en ocasiones, el rubio lo pasaba a buscar al trabajo luego de los entrenamientos para irse juntos.
Justo como hoy.
— Estoy cansado, ya quiero vacaciones — se quejó el alfa mientras ponía su cabeza en el hombro del omega, haciendo sonreír a Felix.
— Solo quedan unas cuantas semanas y tendremos dos meses libres, puedes sobrevivir — animó.
Chan rió, aunque su sonrisa no duró mucho cuando notó que el omega actuaba algo extraño.
— ¿Sucede algo, Lixie?
— E-es mi celo, se adelantó — dijo mientras se sostenía del hombro de Chan, sus piernas flaquearon y empezó a sentir la incómoda sensación de su propio líquido saliendo por su entrada.
Chan abrió los ojos como plato, antes de que pudiera decir algo vió como un alfa se acercaba a ellos de manera peligrosa.
— Hueles delicioso, dulzura — dijo intentado poner una mano en la mejilla del omega, siendo detenido por la mano de Chan.
— No lo toques, es mío — gruñó mientras apretaba con fuerza la muñeca del alfa desconocido, sus ojos tornándose un azul intenso, su lobo había salido a defender a su omega.
— ¡L-lo siento! ¡Suéltame por favor! — pidió asustado.
Chan lo soltó y el alfa salió corriendo de allí. Volviendo a fijar su atención al omega, lo cargó en brazos y este se apresuró a hundir su nariz en el cuello del alfa.
— C-Chan, duele — chilló mientras algunas lágrimas salían de sus ojos —, duele más que en los anteriores.
Chan supo enseguida porqué se debía ello, ahora que sus lobos habían encontrado a sus parejas destinadas, el omega lo reconocía como su alfa y por lo tanto, se estaba preparando para él.
— Te llevaré a tu casa, ¿Tu mamá o Jieun están en casa? — le preguntó mientras caminaba apurado, gruñendo de a ratos cuando se cruzaban con algún alfa.
— N-no, mamá tiene doble turno hoy y no llega hasta mañana, Jieun no está en la cuidad — informó —. ¿Me vas a dejar sólo?
Los ojitos castaños miraron con esperanzas al alfa, Felix de verdad quería que Chan se quedara.
Chan no respondió y solo se apresuró a llegar a casa de Felix, al llegar le pidió las llaves al rubio y abrió la puerta como pudo, cerró ésta misma con el pie y subió hasta la habitación del omega, dejando su cuerpo en la cama.
— No te vayas, no me dejes — pidió tomando la manga de la chaqueta de Chan, éste se acercó a dejar un beso en la frente del rubio.
— No me iré, pero debo avisarle a tu madre que estoy aquí y buscarte un supresor — informó intentando tranquilizar al chico —. ¿Dónde los guardas?
Felix señaló la puerta del baño por lo que Yoongi fue hasta allí, encontrando la cajita de supresores en uno de los cajones.
Bajo hasta la cocina a buscar un vaso de agua y volvió a la habitación de Felix, dándole el vaso con agua y la pastilla.
— Tómatela mientras le aviso a tu madre.
El omega sólo asintió y tomó el vaso y la pastilla.
Chan salió de la habitación cerrando la puerta, soltando una gran exhalación.
Dios, debes controlarte Chan, por Felix y por tí. Se dijo intentando tranquilizarse.
— Gracias por cuidar a mi hijo, Chan, intentaré llegar más temprano — agradeció la señora Lee por el otro lado de la línea.
— No se preocupe señora Lee, cuidare bien a Felix.
— Confió en ti, y Chan — se detuvo un momento antes de decirlo —, perdón si te ofendo con lo que te digo, pero por favor no te vayas a aprovechar del estado de mi hijo.
Chan entendía a lo que refería, y no podía culpar a Hyeri por ello, al final del día él seguía siendo un alfa y por más que le haya demostrado a Hyeri que jamás haría algo que Felix no quisiese, la inseguridad siempre estaría ahí.
— No lo haré señora Lee, se lo prometo.
La señora Lee se despidió y corto la llamada.
— ¿Mamá dijo algo malo? — la voz del omega hizo sobresaltar al mayor —. L-lo siento.
— No pasa nada, y respondiendo a tu pregunta, no me dijo nada malo.
Felix asintió y se acercó a abrazar al alfa, quien rápidamente le correspondió.
— Ven a la cama un rato conmigo, por favor — pidió el omega.
¿Y quién era Chan para negarse a tal petición?
Con mucho cuidado, cargó al omega hasta llevarlo a la habitación, dejando al rubio en la cama para luego subirse encima de él, sus miradas conectadas en cada momento.
— Bésame — exigió el omega, por lo que Chan no lo pensó dos veces y unió sus labios con los de el contrario.
El olor de las feromonas de Felix era cada vez más fuerte, como una especie de insinuación que el omega le hacía a su alfa.
Felix enrolló sus brazos alrededor del cuello del alfa, en una petición silenciosa para que no se separara.
A los pocos minutos tuvieron que hacerlo para tomar aire.
— Deberíamos parar — dijo Chan mientras marcaba una pequeña distancia entre los dos.
— ¿No te gusta? — preguntó Felix algo decepcionado.
— No es eso — aseguró rápidamente —. E-es solo que pienso que aún es muy pronto para que tú y yo... Ya sabes.
— ¿Follemos? — inquirió.
— Sí, y realmente quisiera que fuera un momento especial, donde los dos estemos cuerdos y no porque sea esa necesidad — explicó, sintiendo sus mejillas arder.
¿Había sonado cursi? Sí, demasiado, pero realmente quería que fuera un momento único para los dos, y al contrario de la reacción que esperaba, Felix sólo sonrió al escuchar al alfa, sintiéndose cada vez más seguro de que tomó la decisión correcta al elegirlo como su alfa.
— ¿Te he dicho que eres el mejor alfa del mundo?
Chan sonrió.
— Sí, ¿Y yo te he dicho lo mucho que te amo?
Ahora fue el turno de Chan de sonreír.
— Sí, bésame ¿Puedes?
— Como mi lindo omega quiera.
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