Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

21|Despedida

CAPÍTULO VEINTIUNO.
despedida

°

Tocaron la puerta de la habitación.

—Pase —grité para que la persona que tocaba pasará sola.

—Con permiso —se trataba de mi mamá, cosa que me hizo saltar hacia ella de emoción.

—Mamá, ¿Qué haces aquí? —le pregunté confundida, rodeándola con mis brazos.

—Te dije que me despediría de ti, antes de que me fuera —dejo un beso en mi cabeza—. Además, quería felicitar a mi niña valiente, el Director Dunoff nos llamó diciendo que todo había sido una confusión.

—Tengo todo bajo control, mamá —la tomé de las manos—. No soy más esa niña de doce años asustada por mudarse a un país desconocido.

—Me alegra que por fin te estés adaptando a este lugar, mi niña —asentí, pensando que era verdad, siempre me sentí fuera de lugar—. Quería hablar sobre lo que pasó con tu padre.

—Estaba enojada, me levanto la voz enfrente de ti y del Señor Bustamante —le confesé—. ¿Es por eso que no está aquí, verdad?

—Perdón por no haber podido responder tus llamadas, Loreto —se disculpó—. No sabía que tu papá te había puesto una mano encima.

—Está bien, mamá —la tranquilicé—. Se disculpó conmigo ese mismo día, me dijo que hablaría contigo, pero de seguro ambos estaban muy ocupados y se le olvidó.

—No tienes por qué justificarlo. Lo que hizo estuvo mal, mi vida —asentí dándole la razón.

—La verdad es que yo tampoco me porte bien, mamá. No me cae bien papá y ciertamente me gustaría que no siguieran más juntos ustedes dos, pero no puedo ser injusta con él, ni contigo —hice varias pausas para decir esas palabras—. Quería exponerlo frente a ustedes, pero no lo hice para qué lo crucificarán, solo estaba enojada por como me había hablado.

—Me siento como una tonta, tú no robaste esa billetera, mi amor.

—Por supuesto que no, tengo más dinero del que necesito desde que papá volvió con su imperio —dije en un tono de voz despreocupado—. Solo estaba defendiendo a una amiga, mamá.

—Y por eso estoy muy orgullosa de ti, mi amor —me abrazo—. Quiero que siempre luches por las cosas que creas correctas, aun cuando para la mayoría no lo sean. No te limites por nada, ni por nadie en este mundo.

—Eso es lo que estoy empezando a hacer desde que conocí a mis nuevos amigos —pensé en Marizza, Manuel, Luna y Luján, ellos se habían vuelto mis amigos más cercanos.

—¿Quieres hablar sobre lo que paso con Natalia? —negué con la cabeza.

—No quiero que tengas una mala imagen de ella, es una hermosa persona por dentro y por fuera, solo eso te puedo decir —no hablaría mal de alguien que me depositó su confianza, aunque fuera la misma persona quien traiciono la mía.

—Espero que lo que haya provocado esta separación, el tiempo lo pueda curar, mi amor —asentí, dándole la razón.

—Yo también espero eso, mami —nos dimos un último abrazo, antes de que se despidiera de mí—. Déjame acompañarte a la entrada, por favor.

Mamá asintió, tomando su bolsa y poniendo su mano alrededor de mis hombros, saliendo de la habitación. Llegamos a las escaleras en donde nos encontraríamos frente a frente con Natalia.

—Loreto, Señora D'Amico —pronunció nuestros nombres bajando la cabeza—. Yo...

—Qué gusto es poder volver a verte, Natita —la saludo mi madre, separándose de mí, abrazando a Natalia—. ¿Cómo estás? ¿Cómo está tu mami?

—Muy bien, Señora D'Amico. Mi mamá está en perfectas condiciones, gracias por preguntar —habló con sorpresa, al parecer no se esperaba este acogedor recibimiento.

—Me alegra escuchar eso, Natita. Estoy algo apurada porque mi vuelo sale en cinco horas, pero espero que cuando vuelva, pueda verte al lado de mi bebé —dijo mi mamá, pasando su mano por las mejillas de Natalia.

—Yo también espero que sea así, Señora D'Amico —Natalia me miró, pero yo bajé la mirada para no encontrarme con la suya—. Tenga un buen viaje, nos vemos.

Natalia se despidió caminando hacia una dirección desconocida. Mientras con mamá, nos dirigimos a la puerta, dejando un beso en su mejilla, antes de que saliera del colegio.

—Señora D'Amico —escuchamos una voz masculina a nuestras espaldas, haciendo que cerrará los ojos de la frustración.

—¿Qué sucede, Pablo? —preguntó mamá, girando sobre sus talones.

—Me enteré de que vinieron con mi papá al colegio y me gustaría disculparme con usted, por lo de la billetera —Pablo puso su mano sobre mi hombro, provocando que intentará apartarlo, pero se mantuvo firme—. Tomás creyó haber visto a la amiga de Loreto, pero fue todo una confusión.

—No te preocupes, Pablo. Me alegra que Loreto haya hecho lo que hizo con tal de defender a su amiga —mamá ni siquiera estaba molesta con Pablo, su tono de voz era suave y maternal—. Hablé con Sergio y nos alegra que ustedes estén muy bien.

—¿Te puedes ir, nene? Me quiero despedir de mi mamá, si no es mucha molestia para ti —no estaba de humor para fingir que entre él y yo todo estaba bien, cuando claramente no era así—. Vamos, mamá.

—No seas grosera con Pablo, Loreto —me regaño mi madre—. Por favor perdona a Loreto, Pablo. Salió igual de orgullosa que su padre.

—No se preocupe, Señora D'Amico —Pablo apretó mi hombro, causándome mucho dolor—. No sabía que se iba a ir tan pronto. Sé lo mucho que le cuesta despedirse a Loreto de usted, entonces me gustaría quedarme aquí, aunque sigas molesta conmigo, Lory.

—Eres un buen muchacho, Pablo —mamá se acercó a Pablo acariciando su mejilla—. No dejes que la política te corrompa, ¿Quieres?

—Por supuesto que no, Señora D'Amico —finalmente mamá nos rodeó a los tres en un abrazo.

—Espero que cuando vuelva, ustedes también hayan podido arreglar sus diferencias y, no sé, tal vez ser noviecitos —dijo mamá con un tono de voz romántico.

—¡Mamá! —exclamé molesta.

—No te creas, mi vida. Espero que nunca te cases y vivas conmigo toda la vida, mi amor —se adelantó a tomarme de las mejillas y llenarme de besos la cara.

—Me rompe el corazón, Señora D'Amico —habló Pablo, poniéndose la mano en el corazón.

—Tú eres el único muchachito que acepto que salga con mi bebé, Pablito —Pablo y yo cambiamos de lugares, ahora era él quien recibía un apretón de mejillas—. Bueno, me tengo que ir, me saludas a Amandita, dile que lamento mucho no poder ir a verla.

—Yo se lo haré saber —quite la mano de Pablo, lanzándome a los brazos de mamá—. Contesta las llamadas, quiero escuchar tu voz aunque solo sea un segundo.

No quería ponerme melancólica, mucho menos delante de Pablo, pero era imposible, me dolía mucho despedirme de la única persona que realmente me amo desde el primer segundo en que supo que yo venía en camino.

—No es una despedida, es un hasta pronto —murmuró mamá en mi oído, separándose de mí—. Cuida mucho a Loreto por mí, ¿Quieres, Pablo?

—Por supuesto que sí —Pablo se adelantó a tomarme de los hombros, obligándome a retroceder.

Mi madre abrió la puerta y se fue.

—¿Estás bien, nena? —preguntó preocupado, girando mi cuerpo para quedar cara a cara.

—¿No te cansas de meterte en dónde no te llaman? —pronuncie con auténtico malestar, era la tristeza hablando por mí—. ¿Por qué no puedes dejarme en paz por una vez?

—Sé que no eres tú la que está hablando, es tu dolor quien te está haciendo decir todo eso —no pude evitar reírme.

—En vez de seguir haciéndote el buenito, ¿Por qué mejor no vas y le pides disculpas a Marizza? Eso es lo que deberías estar haciendo —intenté dejarlo atrás, pero como si fuera una costumbre, me tomó del brazo.

—Muy tarde, nena. Ya le pedí disculpas a Marizza enfrente de todos, hasta le hice un regalito en son de paz —me atrajo a su cuerpo de manera seductora, pegando nuestras caderas—. ¿No me vas a felicitar por mi buena acción?

—¿Hablas de tu acto de mínima decencia humana? ¿Qué te crees? ¿Superman? —traté de alejarlo de mí—. ¿Por qué no puedes soltarme cuando te lo pido, nene? ¿No te da miedo que tu novia nos vea en esta posición comprometedora?

—¿Tú no sabes hablar de otra cosa que no sea de mi novia? —podía sentir como me temblaba el ojo del estrés.

—¿Y así quieres ser mi novio? Estás muy mal de la cabeza, Pablo —lo traté de apartar de nuevo—. Suéltame, no me gusta que me toquen.

—Vamos, Lory. Besame para que se entere toda la escuela que vos y yo estamos juntos —había colmado mi paciencia, acomode mis manos en sus hombros y le planté una buena patada en la entrepierna, que lo hizo caerse al suelo, retorciéndose del dolor—. ¡Pero, ¿A vos qué demonios te pasa, nena?!

—Me pasa que mi mamá se acaba de ir, escucho puras estupideces salir de tu boca y es muy probable que mi suegrito haya sobornado al Director Dunoff con un automóvil nuevo —me hinque en el suelo, tomando a Pablo del cabello—. ¿En qué nube te subiste, nene? Porque ya es tiempo de que te bajes para ver la realidad.

Lo deje tirado en el suelo, caminando al comedor, encontrándome con Luján y Marizza sentadas en la mesa.

—¿Por qué no entraste a la primera clase, nena? —me preguntó Marizza.

—Mi mamá vino a despedirse —contesté decaída.

—Vamos, Loreto. No te pongas mal, tus viejos se la pasan trabajando para darte la mejor vida, ¿Por qué vos mejor no piensas en eso? —me animó Luján, dándome palmadas en la espalda.

—Ya me estoy haciendo a la idea sobre la ausencia de mi madre, no sé preocupen chicas —las convencí de que estaba bien—. Muero de hambre, ¿Quieren algo?

—No, gracias —contestó rápidamente Luján.

—Yo te invito, no te preocupes...

—Que no quiero, nena, ¿Vos no me estás escuchando? —habló a la defensiva.

—Pero qué humor —giré la mirada para ver a Marizza—. ¿Paso algo en mi ausencia?

—Lo qué sucede es que Luján no quiere utilizar la plata que le mando su tutor —miré confundida a las chicas—. Es verdad que vos no sabes nada, nena.

—¿Sobre qué?

—Mira, te cuento. Resulta que metieron a Luján a este lugar a base de engaños de un orfanato —las miré atónita—. Un tipo la adoptó y la puso aquí diciéndole que iba a hacer algún deporte o algo por el estilo, pero no sabe quién es su tutor, ni como se ve o se llama.

—Pero, ¿Cómo? No puedes adoptar a alguien y nunca dar la cara —dije con auténtica molestia—. Bueno, aunque Candy se enteró en el último capítulo que su tutor era el príncipe de la colina...

—¿De qué hablas, Loreto? —preguntó Luján confundida.

—De nada, digo que tú no te vas a esperar hasta el último capítulo para averiguar quién es tu tutor —hablé con determinación—. Nosotras te vamos a ayudar a averiguar quién es ese hombre, te lo prometo.

De pronto, Pablo entro al comedor cojeando del dolor, hasta llegar a la mesa con Tomás.

—¿Qué le sucede al He-Man trucho? Pareciera que un camión lo arrollo y me lo perdí —dijo Marizza con decepción.

—Digamos que el karma le llegó a Pablito, como una patada baja en los huevos —agregué con dulce sabor de boca.

—¿Vos hiciste eso, Loreto? —preguntó Marizza con un auténtico brillo en sus ojos—. Gracias, gracias, gracias —se lanzó, dándome un abrazo.

—Me dijo que se disculpó contigo enfrente de todos, ¿Es verdad eso?

—¿Te contó sobre el regalito que me dio? —asentí lentamente—. Bueno, puede meterse ese regalito justo por el culi...

—Señorita D'Amico —la voz de Gloria nos interrumpió—. La busca el Director Dunoff.

—No me digas, Gloria. ¿Me acusaron de ladrona otra vez? —pregunté en tono burlón, haciendo reír a Marizza y Luján.

—Qué graciosa —hizo una mueca de desagrado—. Por favor, acompáñeme Loreto.

—¿Ahora que quiere el pomelo de Dunoff? —murmuró Marizza desconcertada.

—No lo sé, pero quédense tranquilas, como quiera necesitaba atender unos asuntos en el despacho de Dunoff —me levanté de la mesa, llamando la atención de Tomás y Pablo.

Pablo me fulminaba con una mirada de pocos amigos, que solo provocaron que redimiera una sonrisa, mientras Tomás me miraba con decepción, como si le debiera algo a alguno de aquellos orangutanes.

Me apresuré a salir de la cafetería, con Gloria pisándome los talones.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro