05|Anuncio
CAPÍTULO CINCO.
﹙anuncio﹚
°
•
Salí de la cafetería, caminando hasta las habitaciones de las chicas cuando me encontré con todos los alumnos de segundo año, caminando en la misma dirección, por lo que me trague toda mi tristeza, siguiéndolos.
Era el Director Dunoff recordándonos que debíamos hacer nuestras maletas para el Vacance Club.
—... Para los nuevos, el Vacance Club es un lugar para adaptación, integración, conocimiento mutuo —mientras el director les explicaba a los nuevos qué era el Vacance Club me encontré con Manuel.
—Ya sabes qué es el Vacance Club, ahora lo único que queda es sabe si pásate —llamé su atención.
—De algo sirve ser dos años mayor que todos en tercer año, te hace más inteligente que todos —terminó rodeándome con sus brazos en un abrazo—. Perdón, perdón, perdón, se me olvidó por completo lo de...
—Está bien —lo interrumpí—. Te lo merecías, no cualquier hombre tiene el privilegio de que lo toque, mucho menos de que lo abrace, de verdad no tienes idea de lo afortunado que eres.
—Bueno, en teoría, yo fui quien te abrazo, solo digo —lo miré incrédula.
—Manuel Aguirre, ¿Qué tratas de decirme? —le pregunté desafiante.
—Tú dijiste “que lo abrace” —dijo haciendo énfasis en el “lo”—, y si mal no recuerdo, fui yo quien te abrazo, entonces debiste haber dicho “que me abrace” —finalizo haciendo énfasis en el “me”, ganándose mi completa admiración.
—Si estabas buscando que te abrazara, lo acabas de conseguir, Manuel —extendí los brazos para entrar en calor, esto sin duda serviría como terapia de exposición—. No te muevas, tienes prohibido rodearme con tus brazos.
—¿Dónde está la emoción en eso? —negué con la cabeza.
—De acuerdo, pero solo cinco segundos —Manuel abrió sus brazos para que pudiera abrazarlo—. Dios, no puedo creer lo que estoy a punto de hacer.
Me lancé a sus brazos sin pensarlo, siendo rodeada por sus brazos, siendo la adrenalina, la emoción o el desafío que había sido llegar a este punto, lo que me hizo permanecer un poco más del tiempo establecido.
Ni siquiera lo tome como algo romántico, simplemente me sentía con la confianza de hacer esto. Manuel me dio esa confianza, pero por ningún motivo significaba que se convertiría en algo habitual, al contrario, esperaba que no se volviera a repetir en lo que restaba del año.
—¿Me podés explicar que es todo esto, nena? —preguntó un Pablo furioso, tomándome de la mano, apartándome bruscamente del cuerpo de Manuel—. Tomás me contó sobre el extranjero este y como lo defendiste.
—Primero que nada, no tengo nada que explicarte, Pablito, segundo, creí haberte dicho que no me gustaba que me tocaran —intenté zafarme de su agarré, pero este lo apretó más—. Esto no es una broma, Pablo. Quiero que me sueltes ahora.
—Ya escuchaste a la dama —contesto Manuel, poniéndose entre los dos, tomando la mano de Pablo—. Quiere que la sueltes.
—¿Tienes algún problema? —le pregunto Pablo, desafiándolo.
—Yo no, ¿Y tú? —respondió Manuel, consiguiendo que Pablo apartará su mano de la mía.
—Yo si tengo un problema —Pablo se me quedo viendo—. No me gustan los nuevitos que se las dan de matones. Este no es el basurero del que vos te criaste, así que ándale derechito, porque puedes tener problemas.
—Pues yo contigo si quiero tener problemas, fíjate —me sorprendió que Manuel fuera la primera persona en hacerle cara a Pablo, aunque no me encantaba que tuviera la mecha corta —, pero los vamos a arreglar tú y yo solitos.
—Manuel, te hablan de la administración, ¿Verdad? —le pregunté al chico que recién estaba junto a Manuel—. Debe ser algo importante.
El chico me siguió la corriente y termino llevándose a Manuel entre los brazos por el pasillo hasta desaparecer en la esquina, por lo que decidí volver a mi cuarto a descansar, pero fui detenida por Pablo.
—Nena, me podés explicar, si se supone que a ti no te guste que te toquen, ¿Por qué demonios estabas abrazando a ese pelotudo? —me acorraló entre los casilleros, sin importar que todo el mundo nos estuviera viendo.
—Eres inteligente, Pablo. Piensa un poco —me burlé de él en su cara—. Si abrazo a otro hombre y a ti te digo que no me gusta que me toquen, creo que está más que claro el mensaje, ¿No lo crees?
—Me estás cargando, nena —explotó invadiendo por completo mi espacio personal—. Te prohíbo que abraces a otros hombres.
—¿Perdón? ¿Acaso eres mi papá? —logré empujarlo lejos de mí—. Tú no eres mi dueño, ni siquiera eres mi novio, no eres mi nada, ¿Entendiste, Pablo?
Trato de abalanzarse sobre mí, pero fue Tomás quien lo detuvo diciéndole que había muchas personas en los pasillos, generosidad que aproveche para salir corriendo lo más lejos que pude de ambos homo-sapiens.
Camine hasta las habitaciones de las chicas, quería despejarme, dormir un poco, pues pedir que me cambiarán de cuarto sería lo primero que haría después de volver del Vacance Club.
Entonces recordé lo de Natalia, toda esa escena de celos de Pablo trajo a mi mente lo que había pasado.
Había perdido a mi mejor amiga.
Estaba por el pasillo cuando me encontré con todas las chicas saliendo de sus cuartos con sus maletas.
—Disculpa, nena —me detuvo una chica que nunca había visto en mi vida—. Unas chicas nos dijeron algo sobre una asamblea, pero no sabemos dónde es.
Era pelirroja, utilizaba unos lentes color amarillo y una ropa bastante peculiar.
—¿Son nuevas? —ambas asintieron—. La asamblea ya pasó, pero no sé preocupen, solamente preparen sus maletas, la asamblea solo fue para presentar a los nuevos y explicarles lo del Vacance Club —mis ojos se cristalizaron, tenía que salir del lugar antes de ponerme a llorar—. Digamos que el Vacance Club son vacaciones, pero escolares, para ayudar a integrar a los nuevos alumnos, con un montón de actividades y así.
—Muchas gracias, nos has salvado —me agradeció la chica—. Mi nombre es Marizza, ella es Luján y...
—Loreto —alzó la voz la amiga de Manuel—, ¿Qué haces vos acá? ¿No le preguntaron dónde era la asamblea?
—Espera, ¿Te llamas Loreto? —me pregunto la que se presentó como Marizza—, ¿Tu novio se llama Pablo?
Quería contestar, pero si una sola palabra salía de mi garganta, las lágrimas acumuladas en mis ojos terminarían desbordándose.
—Nena, ¿Estás bien? —me pregunto Luján.
No pude aguantar por más tiempo el llanto, terminándome derrumbando sobre el cuerpo de Luna, siendo rodeada por todas las chicas, quienes me ayudaron a entrar a su cuarto.
—¿Qué pasó, nena? ¿Por qué lloras? Contarnos —pidió Marizza quitando el cabello de mi rostro.
—Natalia y yo ya no somos amigas —contesté mientras lloraba.
—¿Natalia? ¿Quién es Natalia? —preguntó Luján.
—Escúchame, nena, tienes que dejar de llorar un momento, porque lo que te tengo que contar, probablemente te hará llorar más —el llanto se detuvo cuando escuché que la desconocida tenía algo que decir—. Probablemente no me conocés, pero yo a ti te conozco más de lo que me gustaría.
Entonces escuché lo que tenía que decirme, al parecer se convirtió en compañera de cuarto de Mía en la ausencia de Vico, quien al parecer había llegado de sorpresa con Felicitas para pasar el Vacance Club juntas, ya que las vacaciones de Mía también se vieron canceladas.
Marizza había visto y escuchado hablar a Vico y Pablo en su cuarto, donde ambos empezaron a besuquearse, hasta que mi nombre salió a la conversación, Vico me había llamado virgen, mojigata.
—¡Esas arpías! —exclamé molesta—. Primero cubren la traición de Natalia y después la de Vico.
—Ese tal Pablo se quedó callado cuando te dijeron virgen y mojigata, después la chica pregunto si estaba saliendo con Natalia y él le dijo que había salido una vez con ella, pero no le interesaba en lo más mínimo.
—Natalia eres una tonta, vaya hombre con el que se te ocurrió salir —contesté molesta, porque ese comentario también iba para mí.
—No entiendo, ¿Pablo es o no tu novio? —preguntó Marizza.
—Afortunadamente, todavía no he cedido a los encantos de ese estúpido proxeneta en potencia —no podía creer la cantidad de hipocresía que había dejado entrar a mi vida, con mi llegada a este tonto colegio.
—Entonces, ¿Cómo nos vengaremos? —preguntó Marizza sentándome a mi lado.
—No chicas, la venganza no es la solución, tal vez si hablas con tus amigas, ellas te puedan explicar...
—Amigas mis pomelos —interrumpió Marizza levantándose de la cama—. No podés llamarlas amigas, después de lo que le hicieron, nena.
—Estoy con Marizza, tienes que vengarte, Loreto —dijo Luján apoyando a Marizza.
—Listo, somos dos contra una, ¿Qué tienes planeado? —preguntó Marizza.
—Y-yo... —la voz me temblaba—. Tengo que ir por mi maleta.
Salí de la habitación de las chicas caminando a la mía, abriendo la puerta, encontrándome con Natalia recogiendo sus cosas.
—Loreto, tenemos que hablar —la ignoré por completo, caminando a mi cama—. ¿Fue lo de Pablo, no es así?
—Tú debes ser Natalia —giré sobre mis talones, mirando a Marizza, Luján y Luna entrar a mi cuarto—. Vos y Loreto no son más amigas, queremos que la dejes en paz.
—¿Disculpa? ¿Quiénes son ustedes? —preguntó Natalia confundida.
—Somos las nuevas y mucho mejores amigas de Loreto, nena —mi corazón no pudo evitar latir muy fuerte al escuchar esas palabras salir de unas completas desconocidas—. Lo que le hagas a ella, nos lo haces a nosotras.
—Loreto, pero ¿Qué cosas dicen estás pesadas? —terminé de cerrar mi maleta poniéndomela en el hombro.
—Lo que escuchaste —pasé poniéndome a un lado de Marizza pasando mi brazo por su hombro—. Son mis nuevas y mejores amigas.
—Loreto, sé que lo que hice estuvo mal, lo admito, pero no cambiarás nuestra amistad de dos años por chicas que acabas de conocer hace dos segundos —me extrañaba la seguridad con la que decía eso.
—Eso mismo te pregunto, ¿Cómo pudiste cambiar nuestra amistad de dos años por una cita con el chico del que siempre he estado enamorada? —Natalia se quedó seria, cruzada de brazos, mordiéndose la lengua—. Y por si todavía no estabas enterada, Vico ahora está saliendo con él —Natalia negó con la cabeza—. Ninguna ganamos, pero ambas perdimos.
—Loreto, yo...
—Cierra el pico, nena —la silencio Luján, mientras Luna se encogía de hombros—. Vamos por nuestras cosas.
Luján y Luna se adelantaron a su habitación, mientras yo me quedé plantada en el piso, mirando a Natalia, pensando en lo mucho que había perdido con ella, pensando en qué tanto me equivoqué con ella.
—Vamos, nena, luego del Vacance Club, pediremos tu cambio inmediato de habitación —Marizza me tomo de los hombros, arrastrándome fuera de la habitación—. Muy bien, nena, con la frente en alto, porque todavía falta enfrentarte a la Vico esa y a Pablito.
—No te preocupes por Pablo, a ese nene, lo tengo justo donde lo quiero —Marizza me felicitó saltando sobre mí rodeándome con sus brazos.
Finalmente todas terminamos de empacar, por lo que me adelanté junto con Luna, mientras Marizza y Luján iban al despacho del director.
—¿Hace cuánto conoces a esa chica Marizza, Luna? —le pregunté guiándola hasta la parada del autobús que nos iba a llevar a nuestro destino.
—La conocí un minuto antes de que tú llegarás, Loreto —entonces nadie la conocía—. Ella es muy extrovertida, optimista y suelta, dice lo que piensa y hace lo quiere.
—Creo que es asombrosa —todas las personas que estaba conociendo el día de hoy resultaron ser mucho más interesantes, que todo mi círculo de amigos de los últimos dos años—. No estaba pensando en una venganza para ellas, hasta que Marizza lo menciono, creo que haré un anunció.
—¿Un anuncio? ¿Vos de qué estás hablando? ¿Qué vas a hacer? —Luna me parecía muy inocente, realmente era alguien noble e ingenua.
—Necesitamos correr —la tomé de la mano, abriendo la puerta, encontrándonos a Manuel justo en la entrada—. Hola, chicos.
—Hola, chicas. No los he presentado, Guido y Nico ellas son Luna y Loreto, Luna y Loreto ellos son Guido y Nico —nos dimos la mano, encontrándome con Pablo hablando con sus amigos. La persona que menos quería ver en este momento—. Loreto, ¿Todo bien?
—¿Puedo quedarme atrás de ti? No quiero discutir otra vez con él —Manuel asintió, poniéndose enfrente de Luna y de mí.
—¿No escuchaste lo que te dije en la mañana, nena? —escuche a Pablo alzando la voz—. Si no sales, iré por ti.
Manuel dio un paso al frente, haciendo que lo tomara de los hombros reteniéndolo.
—¿Te han dicho que te prendes como un fósforo? —le murmuré cerca del oído, lo cual le causó gracia—. ¿Creés que soy una damisela en apuros? Entonces pon atención.
Camine saliendo detrás de Manuel, poniéndome delante de Pablo, donde junto a ellos estaba Tomás, Mía, Vico y Felicitas, me hubiera gustado que estuviera Natalia, pero supongo que mi anuncio tendría que salir sin ella.
—¿Cuándo tenías pensado decirme que sales con Vico, Pablo? —le pregunté convirtiéndolos a Vico y él en un manojo de nervios—, ¿Qué pasó? ¿Les comió la lengua el ratón?
—Loreto, yo te puedo...
—No me importa que salgas con Pablo, Vico —la interrumpí—. Lo que me duele es que me hayas llamado virgen, mojigata.
—¿Q-qué? N-no Loreto, no te llamé de esa manera —Vico se escudó negando todo—. ¡Fue Natalia!
Vico apunto a Natalia quien iba abriendo la puerta con su maleta en la mano, confundida por el alboroto.
—Loreto, créeme, Natalia nos dijo que cuando salió con Pablo...
—Entonces sabían que Natalia había salido con Pablo y, ¿No me dijeron? —miré a las tres, Mía, Felicitas y Vico—. ¿Por qué me hicieron esto? ¿Por qué me lo ocultaron?
—Lore, yo te lo iba a decir, te lo juro, pero Natalia y Vico me prometieron que te lo dirían todo ellas mismas —se excusó Mía—. Feli y yo no tenemos nada que ver.
—Tienen todo que ver, Mía —exclamé, estaba verdaderamente furiosa—. ¿Quieren sinceridad? Aquí la tienen. No quiero volver a tener más nada que ver con ustedes, oficialmente hemos dejado de ser amigas.
—¿No crees que estás exagerando? —me pregunto Mía ofendida.
—¿Exagerando? Déjame ver, dos de mis únicas amigas saliendo con el chico con el que se supone que estoy destinada a salir, mintiéndome en la cara, llamándome virgen y mojigata —Mía se quedó seria, mirando a Vico y Natalia—. Y tú, Mía Colucci, tenías un millón de defectos, pero ¿Mentirle a una amiga en sus propias narices? Nunca lo creí de ti —retrocedí, nunca había tenido tantas ganas de golpear a alguien como las tenía ahora—. Son falsas, envidiosas, apáticas, huecas y sobre todo no son buenas amigas. Prefiero quedarme sola, antes de que me termine convirtiendo en alguien igual a ustedes.
Todas se quedaron calladas, me regresé con Pablo, quien tenía la cabeza agachada.
—¿No piensas decir nada? ¿Todavía sigues pensando prohibirme abrazar a otros hombres? —Pablo está serio, estaba más molesto que arrepentido—. Quédate con tu vida mediocre, llena de cosas fáciles y tú bien sabes a qué me refiero —esto iba mucho más allá de llamar a una mujer fácil solo por estar enamorada, me refería a la vida que llevaba Pablo desde que nos conocimos—. Me equivoqué al decir que no estás listo para ser mi novio, Pablito. En realidad no estás listo para ser el novio de nadie —el enojo se fue, el anuncio había sido hecho y ahora solamente albergaba la melancolía de la perdida—. Búscame cuando encuentres lo que realmente quieres, porque sin duda esa no soy yo —me acerqué a él, importándome poco que Vico o Natalia me estuvieran viendo.
Tomé su mentón, levantando su rostro, haciendo que me mirara a los ojos antes de despedirnos, y solo así pude animarme a plantar un beso en su mejilla.
—No te atrevas a meterte con ninguno de mis nuevos amigos o toda la escuela se enterará de tu servicio comunitario —murmuré en su oído, alejándome de él.
—Loreto, vuelve, te lo puedo explicar —rodeé los ojos, no quería escuchar más de sus excusas baratas—. Loreto no es lo que piensas...
Tomás tuvo que tomar a Pablo para que no se lanzará hacia mí, otra vez, mientras continuaba mi camino hasta llegar con Luna, volviéndome a caer en sus brazos.
—¿De qué nos perdimos? —preguntó Marizza y Luján poniéndose detras de Luna.
—En el camino les cuento.
Estaba agotada.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro