XIX: Un paso más cerca
Desperté sientiendome vacía como de costumbre, es como si no tuviera nada dentro de mi cuerpo, ni siquiera órganos.
Me levanté mareada y me aliste, al estar arreglada salí de mi cuarto para despertar a los demás, aunque fue una sorpresa verlos tomando desayuno.
—¿Qué hora es?
—Las 11:00 AM.
—¿¡Qué!?, ¿cómo pude dormir tanto? —había dormido más de doce horas.
—Es normal, hace mucho tiempo que no descansabas apropiadamente, además el clima de la playa debió haberte relajado.
—Ah, supongo que es cierto, pero lo que más me intriga es saber que hacen aquí tomando desayuno tranquilamente cuándo deberían estar en otro lado, y peor aún, Nia está aquí abajo —la apunté.
—Bajó porque mamá no está, tú tranquila.
—¿Cómo que no está?
—Así es, salió en la mañana, probablemente tenía un caso.
—Ajá, ahora váyanse —les ordené, no teníamos tiempo que perder.
—¡Pero!, por lo menos déjame terminar de comer —exclamó Hunt mordiendo su tostada.
—Termina en el camino.
—Bah, está bien, por favor quédate pendiente de lo que pasé.
—Así será —cómo si fueran perseguidos Hunt y Viv salieron dejándonos a las dos solas en la mesa.
—Eso fue extraño —habló repentinamente.
—Supongo que sí, pero cambiando de tema, ¿cómo te sientes?
—Ahora no tengo fiebre, pero me duele la garganta.
—Lamento eso, ¿tomaste algo para el dolor?
—No realmente.
—Bien, espera aquí.
Fuí a la cocina y abrí uno de los cajones, revolví todo lo que había dentro hasta encontrar las patillas que buscaba, un paracetamol.
—Ten —le entregué la pastilla junto con un vaso de agua.
—¿Que es esto?
—Paracetamol.
—¿Qué es eso? —miró la píldora asustada y yo la miré confundida.
—¿No sabes que es? —negó— es uno de los analgésicos más comunes, se me hace muy extraño que no lo conozcas.
—Ah, no tenía idea —miró hacía otro lado desviando la mirada.
—¿Qué sucede?
—No es nada —claramente le pasaba algo.
—Dime ahora mismo —suspiró y me miró fijamente.
—Mi familia no me daba ningún medicamento ni nunca me llevaron con un doctor cuándo me sentía mal, es por eso que no sabía.
—¿Qué?, ¿pero entonces que hacían cuándo te enfermabas?
—Bueno, ellos... me llamaban débil y me encerraban en mi cuarto hasta que me sentía mejor —me miró con vergüenza.
—¿Qué ellos qué? —ni siquiera podía imaginar lo que estaba diciendo, si le creía, solo que su familia era tan horrenda que me daban ganas de matarlos a todos.
Sin embargo me tranquilice y la miré intentando hacerla senrie mejor, estoy segura de que en realidad tiene demasiados traumas por culpa de esas personas, pero haré lo posible para que nunca más se sienta así.
—No merecías eso—la abracé y le acerqué el vaso para que tomara el medicamento.
Luego de tragarlo tosió un poco, pero nada más.
—Para ser la primera vez que tomas una pastilla lo hiciste bastante bien, la primera vez que yo lo hice casi vomito —ambas reímos.
—Que tonta —solo reí nuevamente por cómo me llamó.
—Nia.
—¿Qué pasa?
—Estoy aburrida —posé mi cabeza en su hombro.
—Hm, ¿y si mientras ellos están allá hacemos algo divertido? —propuso.
—¿Cómo que?
—No sé, ¿y si cocinamos algo?
—¡Si!
—¿Que sabes preparar? —preguntó.
—Uhm, no estoy segura, además siempre que preparó algo termina sabiendo a carbón... —sonreí tímida.
—Bueno, no queremos eso, así que mejor busquemos una receta.
—Me parece bien, ¡hagamos galletas!
—Me gusta —tomó la laptop de mi madre y comenzó a buscar.
En ese mismo instante comencé a sentirme mareada, de seguro era Hunter que estaba tratando de comunicarse, así que me senté y presté atención.
"Todo va bien"
Suspiré, pensé que les había pasado algo.
"Excelente"
—¿Qué pasa? —preguntó Nia.
—Están bien —sonreí.
—Me alegro.
Cómo no recibí más mensajes de Hunter nos dispusimos a preparar las galletas.
Haríamos las famosas galletas de la luna, es una receta de una bruja famosa.
Leímos todos los pasos y los seguimos al pie de la letra, mezclé la harina con una taza de polvo de hadas y una pizca de sal de mar encantado.
Mientras tanto Nia hacía lo mismo pero con los ingredientes húmedos, integró la mantequilla de almendras con una taza de leche de unicornio y una cucharada de extracto de estrella.
A pesar de que la mayoría de ingredientes eran de origen mágico no sabían extraño ni mucho menos, solo le daban un toque especial.
Cuándo terminamos de poner la mezcla en los moldes esperamos unos minutos a que estuvieran listas.
Milagrosamente esta vez lo que preparé no terminó quemándose, probablemente porque lo hice con ayuda, Nia sacó más galletas del horno y yo las desmolde, por suerte salieron muy fácilmente.
—¡Quedaron muy lindas!, nunca había cocinado antes —me sorprendí al escuchar eso, aunque honestamente era de esperarse.
—Es la primera vez que preparas algo y aún así quedó muy bien, felicidades—le sonreí y ella me miró alegre.
—Ten —tomó una galleta y me la ofreció, pero cuándo estaba a punto de tomarla negó con una cara molesta.
No había entendido hasta que abrió un poco la boca y dijo "¡ah!", ¿quería dármela en la boca?
No pude pensarlo mucho ya que un segundo después estaba intentando introducir violentamente la galleta en mi boca, solo pude reír y comer la galleta.
—¡Tonta! —me miro mal pero al instante río conmigo.
—¿Ves?, te lo había dicho.
—¿De que hablas?
—La magia no sólo sirve para hacer daño, también puedes hacer unas deliciosas galletas.
—Es cierto, pero... tendrás que seguir demostrandolo —asentí y nos sentamos.
En ese preciso momento escuché la puerta, así que giramos a ver quién era, y lo que menos esperaba era ver a mi madre.
Cómo pude me avalance sobre la rubia e intenté esconderla bajo la mesa, pero por el alboroto mi madre se apresuró aún más a ver que sucedía.
—¡¿Qué fue ese ruido?! —me quedé en silencio mientras pensaba en una excusa creíble.
—Eh, me tropecé con la mesa... si.
—¿Estás bien? —se me acercó y me inspeccionó de pies a cabeza, solo asentí— pensé que había sido Virginia la que se había golpeado.
Negué pero al darme cuenta de lo que había dicho me quedé helada, ella me quedó mirando como si esperara una explicación.
—¿De qué estás hablando madre?, Virginia no está aquí —quizás fingir ignorancia me ayudará.
—Rebecca, no es momento de que fingas, sé que ella se ha estado quedando aquí desde hace días —derrotada solté un suspiro y saqué a Nia de su escondite.
—¿Cómo? —pregunté para que me dijera como es que lo había averiguado.
—Te escuché hablando sola en el ático el otro día, y la verdad dudaba mucho de que fueran parte de tus alucinaciones, así que espere a la noche y yo misma fui allá arriba y la ví, aunque me sorprendió considerando que debería estar "muerta".
—... ¿Y porque no dijiste nada? —algo me decía que nos iba a delatar, ojalá que no.
—¿Y para que lo haría si de todos modos no me harías caso?, además es un punto a mi favor, en especial por su familia.
—¿Eso significa que no nos delataras?
—Claro que no, solo que ahora tendré que alimentar a otra boca, pero es un sacrificio que haría para que mi hija me perdonara.
Bueno, era obvio que no lo haría solo porque si, siempre intenta conseguir algo a cambio, supongo que es propio de su profesión.
—... No aceptaré tus disculpas así de fácil, menos por lo que me hiciste pasar, pero gracias, ahora nos vamos —caminé y por instinto Virginia me siguió, pero mi madre me agarró del brazo y me jaló hacía ella.
—No hemos terminado de hablar —sentía que sus ojos claros podían leer hasta mis pensamientos.
—¿Lo ves?, y así quieres que te perdone.
Ahora si pudimos irnos y nos encerramos en mi cuarto mientras esperábamos a los otros dos, cómo no quería estar sin hacer absolutamente nada busqué dónde había dejado la fotografía que tomó Virginia ayer.
Al encontrarla comencé a examinar cada rincón de esta, a pesar de que no había mucha luz en aquel lugar si observo con minuciosidad creo ser capaz de reconocer algunos rostros.
La mayoría eran desconocidos para mi, pero podía identificar tres rostros importantes, el primero era el rostro de la directora, su nombre es Ivy Knightred, es una mujer de 50 años, con una cabellera lacia de color negro y melena, era bastante inteligente y audaz.
El segundo era la subdirectora y jefa de la casa Parris, la señorita Gineve Longbridge, sus rasgos eran muy fáciles de reconocer ya que estaban muy marcados, sus ojos profundos y su piel pálida también eran características que solo ella tenía, sobretodo su cabellera marga y ondulada.
Y por último estaba la jefa de la casa Putman, Patrice Debison, como era la profesora de encantamientos la ví un par de veces, pero no era muy común verla en el instituto, es una mujer amable y astuta, con cabello rubio y ondulado que le llega hasta los hombros.
Ellas son las personas que administran el Instituto, y que estén todas metidas en este asunto es algo preocupante, aunque aún no sabemos bien qué pasa.
Un golpe en la puerta me desconcertó, así que fui a abrir para ver que sucedía, de inmediato pude ver a los chicos, entraron ansiosos a mi cuarto.
—Todo es muy extraño —mencionó Viv.
—¿Qué pasó? —preguntamos Nia y yo.
—Descubrimos quién era P.F, resulta que es un obrero llamado Philip Forest, vive cerca de S.W.I y dicen que lo han visto merodeando por ahí, aunque por obvias razones no puede ver el instituto.
—Dijeron que era mejor deshacerse de él antes de que pasara algo, fijaron la fecha para el martes, al parecer ese día irá al bosque y lo silenciaran.
—¿No mencionaron a que hora?
—Entre las 3:00 y 4:00 AM.
—Es la hora bruja, además de que se asegurarían de que ningún alumno estuviera fuera.
—Exacto, es bastante conveniente para ellos, aunque nosotros tenemos solo un día, prácticamente —asentí.
—¿Qué más averiguaron?
—En realidad... hay mucha más gente involucrada de la que creíamos, es cierto que la mayoría son del instituto, pero incluso hay personas de los alrededores.
—Entonces eso significa que esto es mucho más importante de lo que pensábamos, vamos a tener que seguir investigando, pero eso lo veremos después.
Sentí cómo alguien gritaba mi nombre así que me asome por la puerta, era mi madre.
—¡Rebecca, teléfono para ti!
—¡Ya voy! —salí rápidamente para contestar y ver quién podría ser.
Para la sorpresa de nadie, era Damien, honestamente era la única persona que me llamaba por teléfono.
—¿Qué pasa Damien? —solía llamar cuándo algo importante pasaba.
—Dudó que hayas visto las noticias, en este momento están "enterrando" a Virginia.
—A estas alturas pareces mi informante —escuché una risita del otro lado— aunque agradezco mucho que me lo hayas dicho.
—No es nada, estoy aquí para lo que necesiten, en especial porque de alguna forma salvaron mi vida.
—Hablando de eso, ¿cómo está tu abdomen?
—Mucho mejor, gracias al hechizo que hiciste ya no tengo la cicatriz, y honestamente ya ni siquiera me duele.
—Me alegra escuchar eso —nos quedamos en silencio unos segundos y estaba a punto de colgar, hasta que repentinamente volví a escuchar su voz.
—¿Cómo está Vivianne? —me sorprendí un poco por esa pregunta, aunque es bastante normal.
—Oh, ella está bien, igual de alegre que siempre.
—Que bueno, bueno, eso era todo lo que tenía que decirte, mandale saludos de mi parte, adiós.
—Nos vemos —al cortar la llamada podía sentir una presencia detrás de mi, volteé y me encontré con mi madre, pareciera que hoy no me dejará tranquila.
—¿Quién era? —preguntó demandante, pero queriendo parecer curiosa.
—Damien, es un compañero en S.W.I, aunque él va en segundo año, ahora que lo recuerdo tú lo conoces, es el nieto de aquel librero en Hidden Passage.
—Ah, es aquel chico, entiendo...
Su actitud me estaba pareciendo extraña nuevamente, quería dejar hasta ahí la conversación, pero cuándo vió que estaba por irme me tomó de la muñeca con fuerza.
—Ahora si hablaremos —me arrastró hasta su habitación, y aunque intenté soltarme de su agarre no pude, a pesar de ser mujer tiene demasiada fuerza, odio sentirme así de débil.
—¡Ya suéltame! —logré hacer que me dejara.
—Me dirás en este mismo instante que es lo que te pasa, no crié a una niña así de insolente.
—Ese es tu problema, que ni siquiera me criaste.
No estaba mintiendo, Hunter a pesar de ser solo dos años mayor que yo tuvo que cuidarme durante toda mi vida, ya que nuestros padres no eran responsables y no se preocupaban por ninguno de los dos.
—¿A qué te refieres con eso?
—Sabes perfectamente a lo que me refiero, y esa es solo la punta del iceberg, quiero que nos dejes en paz, ¡ya estoy cansada de ti!, siempre arruinas todo, y siempre tenemos que pagar por tus acciones.
—No seas injus- —en ese momento la irá me estaba consumiendo.
—¿¡Qué no sea injusta!?, ¡tú eres la más injusta y egoísta de todas!
—¡Deja de hablarme así, soy tú madre! —levantó su mano y me golpeo en la cara, mi nariz había comenzado a sangrar.
—¿¡Lo ves!?, ¡te molesta que te diga la verdad, y hasta me golpeas por eso, si fueras una buena madre no me habría intentado violar alguien que tu misma metiste a la casa!
Ya estaba llorando de la frustración que sentía, y me daba vergüenza, pero no dejaría que me pisoteara.
Se había quedado en silencio, hasta que volvió a acercarse a mi.
—Lo siento hija —fueron las únicas palabras que pronunció.
Pero lo único que sentía era disgusto y molestia, en ese momento lo único que quería era quitarla de mi vista, además de que sentía que sus disculpas eran falsas.
—¿De verdad lo sientes?
—Claro que si, prometo que nunca más pasará —al menos tenía un rostro que denotaba arrepentimiento.
—Te creeré, pero si vuelves a hacerlo, o si quiera me pones una mano encima otra vez, te juro que dejaré de ser tu hija.
Dicho eso abrí la puerta y Hunter estaba a punto de tocar la puerta, pero al ver mi rostro iba a entrar enojado, lo detuve antes de que hiciera una tontería.
—¿Qué te paso? —tocó mi mejilla y puse una mueca de dolor.
—Nada importante, solo discutimos, pero es mejor que la dejes sola, mejor veamos que haremos el martes —parecía dudoso, pero luego accedió.
Fuimos hasta su cuarto ya que ahí estaban las otras dos chicas, por alguna razón.
—¿Qué hacían mientras no estaba?
—Les mostré la fotografía que tomé.
—Oh, era eso, por cierto Viv —ella me miró— Damien te manda saludos y preguntó como estabas.
—Oh, em, estoy bien —ni siquiera podía hablar correctamente debido a lo nerviosa que estaba, pero ni dije nada.
—¿Cambiando de tema, tienen aluna idea de que podemos hacer para enfrentarlos? —pregunté.
—Ya que ellos dos no van a poder acompañarnos —mencionó Viv refiriéndose a Nia y Hunt— tendremos que pedirles ayuda a los demás, la pregunta es, ¿nos creerán?
—Espero que si, aunque honestamente dudo que no lo hagan, considerando todo lo que ya saben.
—Es cierto.
—Disculpa, ¿que se supone que saben? —cuestionó Hunter.
—Sobre lo de Joseph.
—¿¡Qué!?, ¡como se te ocurrió contarle algo así a unos desconocidos!
—Se que fue muy estúpido de mi parte, pero confío en ellos, además que me ayudaron a descubrir algunas cosas, ¿cómo crees que averigue que Virginia era la que enviaba esas cosas? —se quedó en silencio y Virginia fingió no escuchar.
—Bien, pero la próxima vez cuéntame —asentí.
—Sobre el plan, pensé en que mañana alguien podría buscar más pistas o información sobre el grupo, de esa forma también podremos comprobarlo.
—Suena bien, podría ir Melanie junto a mi, ya que ella es la más realista y es muy probable que nos crea.
—Perfecto entonces, cuando tengamos todo se lo explicamos a los demás, y el martes en la madrugada vamos todos juntos tras ellos, cuando acaben con aquel hombre los enfrentamos, puede ser bastante peligroso si es que nos atacan, pero considerando que somos alumnos no lo harán.
—¿Y que haremos luego de desenmascararlos? —tenía razón, aún no había pensado en eso.
—Hm, ¿y si hacen una alianza? —mencionó Virginia repentinamente— según lo que se ese grupo y ustedes tienen el mismo propósito, ¿y si trabajan juntos?
—Nunca lo hubiera pensado de esa forma... pero realmente es una buena idea —Nia sonrió.
—Entonces eso es lo que haremos, aunque no sé como se supone que negociaremos con ellos, técnicamente son adultos y nosotros unos niños, podrían hacer cualquier cosa.
—Podríamos tener a alguien de vigilante, solo por si pasa algo, esa persona podría decirle a todos lo que realmente pasa.
—Es mejor prevenir que curar, así que si, quizás pueda ser Stella o Steve, ambos saben bien como esconderse —Viv asintió, dándome la razón.
—Bien, entonces eso sería todo por ahora.
—Si necesitan algo no duden en llamarme, estaré atento a cualquier cosa —habló Hunter.
—Yo igual, aunque no pueda hacer mucho, si es necesario saldre, no me importa que me descubran —afirmo Nia con determinación.
Junto con Viv agradecimos a los dos, aunque estamos todos involucrados en esto, si uno cae, lamentablemente todos caeran junto con él.
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