Capítulo 25
Bajamos a la primera planta para dirigirnos a la pista y comenzar a bailar. Necesitaba con urgencia desesterarme. Poco a poco el tiempo fue perdiendo el sentido para mí, y comencé a bailar como si fuese mi último día sobre la faz de la tierra, disfrutando de sentirme libre, moviéndome cual hoja que llevaba el viento mientras intentaba alejar cualquier pensamiento relacionado al pasado... a él.
Darcy quedó de cuidar a Rita, por lo que pude desentenderme de ellas por un minuto, incluso de Elías, olvidé que existían; estaba en mi mundo, con mis dolores e intentando que la música y la bebida me hiciesen olvidar.
Tomaba copa tras copa cada vez que los meseros pasaban con las bandejas; bebía y bailaba, hasta que decidí alzar la mirada hacia el balcón en que anteriormente nos encontrábamos, estremeciéndome de pies a cabeza al divisar a Elías con las manos en el borde del barandal, viéndome fijamente.
Se veía tan sensual e imponente desde aquella posición, joder, es que el tipo era realmente apuesto. Sus palabras volvieron a mi memoria, y aunque una parte de mí no quería darles importancia y ser indiferente, el otro simplemente deseaba sucumbir ante él. Aun cuando pensé que se enfocaría en mi apariencia, él decidió alabar otras de mis cualidades como nunca nadie lo había hecho, y eso de alguna u otra forma me había encantado.
Su intensa mirada seguía fija en mí cuando el ritmo de la música fue bajando hasta volverse una sensual sonata, y no dudé en comenzar a bailar con llamativos movimientos de cadera y manos entrelazadas en las nucas antes de alzarla, levantando mi cabello, para luego dejarlo caer en cascadas. Como si solo fuésemos él y yo, sin nadie más a mi alrededor ni las bailarinas en el techo que él ignoraba sin problema, guie las manos hacia mis piernas para comenzar a deslizarlas suaves, levantando ligeramente el borde, desnudando mis muslos.
Se suponía que la intención era seducirlo, pero para aquel punto era yo quien me encontraba terriblemente excitada, debido a la situación; todos los acontecimientos de aquella noche me habían llevado hasta aquel punto, en que me sentía desesperada por que algo pasara de una jodida vez.
Quería sentirlo...
...lo anhelaba con locura...
...Lo necesitaba con desespero.
Dejé de bailar al notar que ya se había apartado del borde, y busqué a mis amigas con la mirada, encontrándolas a una distancia muy significativa bailando entre ellas. Tragué saliva y volví la vista hacia el borde, antes de comenzar a andar en dirección las gradas, decidida a ir a su encuentro.
La música, el ambiente sensual y el alcohol en mi sistema le daban un toque realmente erótico a la situación, y a medida que avanzaba tenía un sinfín de fantasías sexuales donde lograba mi cometido y finalmente tenía sexo con el hombre que tanto me había intrigado, alagado y consentido, hasta hacerme desearlo con locura.
Avancé por el pasillo, dándome cuenta de que Ander y Hugo no se encontraban afuera del cubículo VIP, lo que me incitó a continuar hasta adentrarme en aquel espacio, sintiendo un escalofrío recorrer mi cuerpo al divisar a Elías sentado en el mismo sofá que anteriormente compartíamos, en penumbras, con un coctel de negroni que ya iba a la mitad descansando en su mano. Tragué saliva, y comencé a andar, notando su intensa mirada puesta en mí en todo momento, hasta que me detuve frente a él, regalándole una sonrisa sugerente.
—Ma Chére —dijo a manera de saludo, con una voz tan ronca que me hizo estremecer. —. ¿Te estás divirtiendo?
—Como no tienes idea. —decidí responder, y lentamente comencé a moverme al ritmo de la música, dejándome llevar.
Él guio la bebida hacia sus labios para darle un profundo trago, hasta el fondo, antes de dejar el vaso en la mesa de centro y acomodarse en el asiento, otorgándome su total tención, y eso me alentó a continuar con el sensual baile, mientras guiaba las manos hacia mi pecho para comenzar a deslizarlas por mi torso.
Solté un ligero jadeo, y acorté el espacio entre nosotros, posando las manos en sus hombros mientras me subía en su regazo. Él enarcó una ceja y me vio hacia arriba, esbozando una sonrisa de dientes desnudos antes de guiar las manos hacia mi rostro para ahuecarlo.
—¿Estás ebria, Ma chére?
—Un poco —reí, antes de girar el rostro para dejar un beso en su palma. —. El que compraras este club para que pudiera divertirme, y todo lo que dijiste de mí, ha sido un bonito gesto —deslicé las manos de sus hombros hasta el cuello de su camisa al mismo tiempo en que me inclinaba para murmurar en su oído. —. Quiero agradecértelo.
—Chére, no es necesario —sus manos se aferraron de mis muñecas, deteniéndome justo en el momento en que pretendía desabrochar los botones de su camisa. —. Estás ebria.
—No —respondí, antes de dejar un beso en su mejilla, para luego bajar hacia su cuello mientras movía las caderas, desesperada por algo de fricción entre nuestro cuerpo. —. Quiero hacerlo contigo, ahora —gemí contra la piel de su cuello, antes de pasar mi lengua y encajarle ligeramente los dientes, sintiendo como se estremecía. —. Tómame
—Estás ebria —le oí repetir, antes de que sus manos se aferraran a mi cintura y se pusiera de pie, obligándome a parar. —. Creo que es momento de que te lleve a casa.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Señorita Stain —Hugo ingresó al espacio, llevaba mucha prisa. —. Es su amiga, se encuentra vomitando hasta el alma.
«Carajo»
Abrí los ojos de par en par, y volví la mirada hacia Elías en tanto me apartaba de él, retrocediendo un par de pasos.
—Arreglen todo, hay que marcharnos. —le ordenó, antes de acercarse a mí, posando una mano en mi mejilla e inclinándose para dejar un beso en la otra. —. Te llevaré a casa, Chére, ha sido una noche muy intensa.
Me tomó de la mano, y me besó los nudillos, antes de comenzar a andar conmigo hacia la salida para ir al encuentro con Rita y Darcy. Tuve que hacer un gran esfuerzo para fingir que nada había pasado una vez que nos reunimos con ellas, mientras el desconcierto se hacía cada vez más latente en mí.
Mi intento de seducción una vez más había fallado, y debido a la forma en que me repetía una y otra vez que estaba ebria, creía suponer en aquella ocasión cual había sido el motivo: Seguramente pensó en que se estaría aprovechando de mí. Quizás imaginó que debido a mi estado no pensaba con claridad.
O era eso lo que trataba de decirme para justificar la falta de interés sexual que aparentemente tenía Elías Odell hacia mí.
La noche había acabado, eran las dos de la madrugada cuando llegamos a casa luego de dejar a las chicas en el hotel. Una vez que estacionó el auto, se apresuró a bajar para abrirme la puerta.
—Gracias por todo. —dije, sin atreverme a mirarlo a la cara, mientras intentaba pasarlo de lado y avanzar hacia la entrada. Pero entonces, me sujetó del brazo, haciéndome retroceder.
Iba a cuestionarlo, cuando mi espalda chocó ligeramente contra el frío metal del auto, y antes de que pudiera hacer o decir algo, sentí sus cálidos labios cubrir los míos, y mi cuerpo entero se estremeció. Fue un beso sencillo y cálido, una danza de labios prolongada y dulce con un ligero sabor a alcohol.
Carente de lujuria, pero aun así no se sentía para nada mal. Sus labios eran suaves, y me encontraba saboreando su sabor mientras lo sentía sorber los míos con delicadeza, cuando decidió cortarlo.
—Que descanses, Ma Chére. —murmuró contra mis labios, acariciando mi mejilla, antes de apartarse.
En lugar de aplacarme, lo único que logró con aquel beso fue que mi frustración sexual comenzara a cobrar vida.
—Tú igual. —respondí, un tanto desencajada por su acción, antes de avanzar en dirección a la entrada.
Mil y un pensamientos rondaban mi mente mientras atravesaba el patio delantero, y no sabía a cuál de todos prestarle atención. Guie la mano hacia mis labios que aún hormigueaban, pensando en que aquella era la primera vez, en mucho tiempo, que besaba a alguien y lograba difuminar por completo cada recuerdo de Thomas, el único que me había besado de aquella forma a lo largo de mi vida.
«Elías Odell... ¿a qué juegas?»
El sonido de mi teléfono celular me hizo detenerme, justo cuando estaba a punto de abrir la puerta de la casa, y como si el desgraciado de Sloan tuviera un radar que le informaba cuando mi prometido me dejaba con las ganas, se encontraba invitándome a su casa a coger.
¡A las dos de la mañana!
No hacía falta meditarlo, mi frustración sexual estaba por las nubes, así que no dudé en avanzar hacia mi auto para ir a su encuentro. No importaba si el sexo con Caín Sloan solía ser vacío, porque al menos era placentero.
Ni bien llegué a su casa, comenzó el descargo de lujuria entre ambos. Tal y como había advertido fue el triple de intenso que las ocasiones anteriores; dolorosamente placentero y caliente en gran extremo, podía sentir el sudor humedecer mi cuerpo, provocando que mi cabello se pegara a mi frente, así como la tensión en cada musculo de mi cuerpo.
Deseaba que llegase el momento del clímax, quería que mi mente se nublara para tener, aunque unos segundos de paz. Pero se me fue imposible lograr mi cometido cuando, extrañamente, al sentir aproximarse el éxtasis, el nombre de Elías Odell se ancló en mi subconsciente, y tuve el más intenso y doloroso de los Orgasmos, tanto así que caí rendida, quedando profundamente dormida en la cama de Sloan.
Debí imaginar que, al despertar horas más tarde, me encontraría atada en la cama con las mismas esposas que yo había utilizado. Y sobre el buró, a una distancia un poco considerable, se encontraba la llave, junto a una bandeja con comida y bebida, y una nota que decía. "No me toques los cojones".
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