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III. El Cuervo de los Tres Ojos

Ellaria Arena y su hija llevaban meses recluídas en las mazmorras de Invernalia. Ese era un tema ciertamente peliagudo para Mayleen puesto que aquella decisión que una vez hubo pensado, la tomó cuando aún era la esposa de Ramsay, cuando aún torturaba a rameras para sobrevivir. La rubia apretó los puños con fuerza sintiéndose la persona más vil del planeta, ¿cómo reaccionaría Jon si supiera lo que tenía pensado hacer con esa Ellaria Arena? El juicio se le nubló por la rabia cuando supo que Ellaria asesinó a Myrcella, pero... ¿era aquella la mejor forma de acabar con la Serpiente de Arena?

—¿Qué esperáis hacernos? ¡Llevamos semanas aquí abajo!

—Lo sé —admitió Mayleen con aplomo— y he pensado mucho acerca de lo que haría con ambas.

—Tú eres la furcia que se enredaba en las sábanas con mi padre. Esa Lannister —las palabras de la hija de Oberyn y Ellaria sonaban llenas de odio. Quizás porque ella tendría unos pocos años menos o incluso su misma edad y el Príncipe... Oberyn rozaba los cuarenta años.

—Sí, querida. Yo era esa furcia, como me habéis descrito —sintió un resquicio de ira brotar en su interior, pero lo contuvo. No quería que la ira volviera a tomar el control de sus decisiones—, aquello surgió por un cúmulo de experiencias que desembocaron en nuestra unión...

—¿Cómo te atreves a mencionarle? —le cuestionó Ellaria desde su posición de presa— ¡Murió por tu culpa!

—Te equivocas. ¿Crees que quería que Oberyn Martell muriera a manos de los Lannister? —no hubo ninguna respuesta por parte de la morena— Nuestra unión se vio consolidada por una venganza común, verás, mi familia había acabado con mi felicidad, ¿me seguís?

—¿Por qué estamos aquí? —se atrevió a preguntar la hija.

Mayleen se mordió el carrillo derecho, intentando que nadie notara lo cansina que le resultaba aquella conversación. Tenía entendido que los Martell eran orgullosos, pero tanto la madre como la hija estaban siendo agotadoras.

—Entiendo que sintáis ese sentimiento de venganza, en serio. Lo conozco bien, demasiado bien. De hecho, vuestra estancia aquí fue parte de una —Mayleen se levantó del taburete que usaba como asiento y se acercó a la mayor de las prisioneras. —Cuando supe lo ruin que fuiste, asesinado a mi joven, hermosa y dulce hermana se me pasaron toda clase de torturas por la mente.

—Ese joven, Evan —May sentió una especie de alegría al oír su nombre. Se tuvo que obligar a no sonreír—, llegó a Dorne con varios soldados y fue capaz de burlar las seguridades.

—Acataba mis órdenes y habéis tenido suerte de que Jon retomara Invernalia, pues si Ramsay hubiera continuado siendo mi esposo... ella —dijo May señalando a Elia Arena— no estaría con vida y tú sólo me pedirías que te la arrebatase.

Ellaria apretó los dientes. Estaba pensando en la manera en que acabó con la vida de la inocente Myrcella, una de las muertes injustificadas de la guerra que estaba declarada en Poniente. La clara muestra de que en todas esas guerras, ni los más nobles pueden salvarse.
Sabía que no obró bien. Fue un mensaje de advertencia a Cersei que acabó yéndosele de las manos. Nymeria y Obara (las dos hijas mayores de Oberyn) habían fallecido en una batalla contra Euron Greyjoy, pero ahora el futuro de la casa Martell pendía de un hilo por su culpa.

—Tengo entendido que una revolución comenzó en Lanza del Sol... —volvió a hablar la rubia— liderada por ti y las Serpientes de Arena. Que asesinásteis a Doran Martell y al pobre Trystane, su hijo. Dime, ¿qué será ahora de la casa Martell? La habéis llevado a su extinción cuando era una de las más influyentes.

—¿Qué pretendes?

—Buscar nuestra unión —la rubia se tragó el orgullo y se agachó para mirarla a los ojos desde la igualdad. Y Ellaria lo sabía.

—¿Por qué confiar en ti?

—Cersei es nuestro objetivo común. Cededme los ejércitos dornienses para que se unan a nuestras filas. Derrocaremos de una vez por todas a Poniente de la tiranía de mi madre.

La mujer más adulta sonrió, gustosa de escuchar esas palabras. Sería capaz de salvar su vida y la de su hija, además de recuperar su libertad. Quizás la joven Lannister no era tan idiota como podía parecer. De esta forma, Ellaria sonrió y dijo:

—Dorne es vuestro.

Mayleen volvió a los exteriores del castillo, esta vez seguida de las dos mujeres. Nadie entendía de dónde habían salido, pero no hicieron preguntas, al menos en esos momentos. La atención de los norteños estaba puesta en un reencuentro que nadie hubo creído posible en aquella vida. May también se extrañó al ver a tantas personas congregadas en la entrada a la fortaleza.

Haciéndose paso entre las gentes llegó a la primera fila y reconoció enseguida al crecido joven que se encontraba entre los brazos de Sansa Stark: Brandon Stark. El pequeño crío al que todos daban por muerto a manos de Ramsay cuando este arrebató Invernalia a ser Rodrik Cassel. Tras todos esos años de angustia, May suspiró, aliviada, mirando al oscuro cielo.

—Está en casa, Catelyn. Está vivo —susurró al viento, sin que nadie la escuchara.

Catelyn vivió hasta el final de sus días con la angustia de que sus pequeños Bran y Rickon estaban muertos, aunque ahora fuera cierto que uno de ellos lo estuviera; sabiendo que Arya estaba desaparecida y aún lo estaba. Que su dulce Sansa sería prisionera de Cersei por el resto de sus días y... murió sabiendo que su primogénito, Robb Stark, no volvería a abrir los ojos. Catelyn descansaba en paz, pero no dejó de sufrir hasta el momento en que sus ojos se cerraron para siempre.

La escena resultó de lo más extraña al parecer de May. Mientras que Sansa abrazaba a su hermano con fuerza, aliviada ante el hecho de que otro de sus hermanos quedara con vida, el pequeño Bran —aunque a esas alturas, ya no tan pequeño— se encontró estático durante todo el reencuentro. No movió un músculo, tan solo se dedicó a mirar en todas las direcciones hasta topar con Mayleen. Tenía su vista clavada en ella, pronto todos se dieron cuenta y abrieron un improvisado pasillo para que fuera capaz de llegar hasta el Stark.

Enmascarando su repentino sentimiento de inseguridad, la joven se acercó al recién llegado con pasos seguros y mirada alta. Debía actuar como si fuera la señora del lugar.

—Bienvenido a casa, Brandon Stark. Es un honor y privilegio volver a veros —la cara inexpresiva de hermano de Sansa ponía los pelos de punta a la rubia. El chico no había dicho nada en todo aquel tiempo.

Él se dedicó a asentir, pero continuó guardando silencio, algo que irritaba bastante a la ex mujer de Robb. Tras un largo minuto, Bran indicó a Sansa que quería ir al Bosque de Dioses, los dos solos. May les vio partir quedándose algo molesta cuando una mano le dio unos toques en el brazo.

—¿Sois Mayleen? —se trataba de una joven con el cabello rizado y de aspecto salvaje. La chica había acompañado al tullido hasta Invernalia.

—Así es, ¿puedo preguntar por vuestro nombre?

—Mi nombre es Meera Reed, hija de Howland Reed, señor de Atalaya de Aguasgrises, siempre leales a la casa Stark.

Lo cierto era que May no tenía ni idea de la casa que la muchacha había mencionado. Era una casa menor del Norte de la que nunca había escuchado hablar. Aún así, se dedicó a asentir y atender a sus palabras.

—Bran marchó en un viaje importante cuando huyó de Invernalia. Él es la clave para ganar la guerra.

—¿Qué queréis decir? —la información que Meera comentaba llamaba mucho la atención de Mayleen— ¿Él sabe cómo derrotar a mi mad... a Cersei?

Meera negó con la cabeza.

—No me refiero a esa guerra. La verdadera batalla no es contra los vivos, sino contra los muertos. Los Caminantes Blancos viven y se están alineando para atacarnos. Los hemos visto.

—Hablas de la Larga Noche. La última vez que eso ocurrió, el Reino se sumió en un caos.

—Esta vez no será igual. Ahora le tenemos a él. Ya no es Brandon Stark —Mayleen arrugó el ceño. No entendía a lo que se refería la joven Reed—, ahora es el Cuervo de los Tres Ojos.

—¿Y qué significa eso?

—Pregúntale. Él ha preguntado por ti en numerosas ocasiones. Ahora te ha encontrado.

Se dio la vuelta, en dirección a la salida de la fortaleza. ¿Se iba a marchar ahora? No era capaz de comprender qué estaba pasando. Se agobiaba. Notaba que la carga del Norte recaía sobre sus hombros aunque ella no era la portadora de su peso.

—Quedaos —ofreció con la esperanza de que pudiera averiguar un poco más acerca del "cambio" que había tenido lugar en el Stark—, debéis descansar.

—Gracias por vuestra hospitalidad, lady Stark, pero he de irme. Mi misión ha acabado. Os toca a vos.

Tuvo que aceptar la negativa de Meera, por lo que asintió una vez con la cabeza y la observó marchar. Estaba confusa, ¿cómo podía alguien dejar de ser uno mismo?

Fue en busca de Sansa y su hermano al Bosque de Dioses. La pelirroja continuaba enojada con ella por el tema de Jon, pero estaba segura de que podían hacer frente a sus diferencias por Bran.
Cuando llegó al lugar, Sansa se encontraba muy airada con su hermano, ¿qué le habría dicho?
May se acercó hasta ella para averiguarlo, aunque la mirada que le lanzó la otra le hizo retroceder y continuar su camino hasta llegar a Brandon.

—Supongo que ahora sois el señor del castillo —dijo Mayleen con un tono frío. El chico negó con lentitud— ¿Tiene algo que ver con el Cuervo de los Tres Ojos?

—Así es, supongo que Meera os lo ha contado.

—Nada más allá de que habéis cambiado. ¿Qué quiere decir que sois el Cuervo? —la muchacha se sentó en la piedra que antes usaba Sansa, ahora ausente.

—Quiere decir que puedo ver cosas que han ocurrido en el pasado, ahora mismo y las que ocurrirán —la expresión de sorpresa y extrañeza de su acompañante le obligó a seguir con su explicación —las sé porque el Cuervo de los Tres Ojos me las dice.

—No tiene sentido.

—Nada tiene sentido, Mayleen de las casas Baratheon, Lannister, Stark y Bolton. O ¿acaso lo tiene que vos tengáis tantos nombres y títulos? ¿Sirven para cerrar el vacío que Robb dejó en vuestro corazón?

El asombro y fascinación que sentía Mayleen por ese privilegio del muchacho por conocer la verdad absoluta de las cosas, pronto se transformó en oscuridad y rechazo.

—No tenéis ni idea.

—Al contrario, mi señora —las palabras continuaban siendo planas y sin mostrar sentimientos—, conozco toda vuestra historia y si pensáis que está terminada, estáis muy equivocada.

La llegada de Bran Stark a Invernalia había sido aclamada por la población, pero para Sansa y Mayleen, resultó de lo más desagradable. Ese no era el pequeño príncipe que una vez hubo sido. Él joven en que se había convertido era inexpresivo, frío, casi inhumano. Producía escalofríos.
Mientras tanto, en Rocadragón, Jon parecía más un prisionero que un invitado. Daenerys estaba más preocupada en ganar la guerra y recuperar el Trono de Hierro, ignorando las palabras del Rey en el Norte.

—Alteza —llamó Varys a la autoproclamada Reina de los Siete Reinos—, han llegado noticias de Roca Casterly.

—¿Fue efectivo nuestro ataque?

Jon observaba con atención a ambos dialogar. Varys puso una mueca que no agradó demasiado a la Madre de Dragones.

—Vuestra flota se ha visto casi destruida por completo. Euron Greyjoy atacó, además ha atrapado a su sobrina Yara.

—¿Qué hay de Roca Casterly?

—No se puede decir que sea vuestro porque no hubo batalla —el bastardo de Eddard Stark se levantó de su asiento —el remitente de la carta es ser Brynden Tully, aliado de Mayleen Stark.

—¿De quién se trata?

El eunuco se dispuso a calmar la curiosidad de la mujer, pero Jon se le adelantó y fue él quien le contestó. Si de algo estaba seguro era de que sus palabras serían mucho más fieles a la realidad que las de lord Varys.

—Mayleen Stark es la hija de Cersei Lannister. Fue la esposa de Robb Stark. Juntos fueron aclamados Reyes en el Norte y aún creen en ella para liderarles a la libertad —la expresión de Daenerys de la Tormenta se torció.

—Parece que la conocéis bien.

—No es así, sólo lo necesario. El Reino entero conoce sus hazañas como reina y guerrera.

—Pero ahora vos sois el Rey en el Norte, ¿cierto?—desde el trono, Dany se veía majestuosa con sus vestimentas y su hipnótico pelo. La belleza de los Targaryen era innegable.

—Lo soy, pero los norteños no dudaría en seguirla a la guerra si los convocara a batalla.

—Aseguráis que lidera ejércitos, ¿es una guerrera?

—Así es, Magestad.

La respuesta conferida por Jon no pareció agradar a Daenerys. No sabía si en algún momento esa Mayleen podría suponerle una amenaza para su reinado. Por las palabras que usaba su nuevo aliado, la joven Stark no parecía demasiado interesada en la corona, pero nunca se podía saber del todo.

—Mi señora —volvió a hablar el antiguo Ministro de Rumores de Desembarco del Rey—, Brynden Tully, que parece ser la mano derecha de Mayleen, tomó el castillo hace meses y estaba en manos de los Stark gracias a ella. Durante el intento de asedio, murieron casi un centenar de Inmaculados hasta que el Pez Negro y Gusano Gris hablaron.

—Se nos han escapado de nuevo.

Sonaba airada. Dany quería tener bajo su poder la fortaleza Lannister o, al menos, capturar a la persona más preciada por Cersei: Jaime, su amante y lord comandante.

—En realidad no. El Pez Negro consiguió hacer hablar a uno de los piratas de Euron. El grueso de los Lannister se encuentra en el Camino de Rosas, retornan de Altojardín.

Fue cuando la Reina decidió montar en Drogon y encaminarse hasta el lugar que le había sido revelado. Debía frenar el poder de Cersei mostrando todo su poder, así que unió las fuerzas de sus Dothraki y uno de sus tres dragones para enfrentarse en campo abierto al ejército dorado de Jaime. Aquello iba a ser tan solo una advertencia de lo que se les venía.

Jon y ser Davos vieron partir a los guerreros y al dragón. Daenerys le impidió abandonar Roca Dragón y siendo de esta forma, los Inmaculados no lo permitirían. Era su prisionero.

—¿Sabías que Mayleen había conquistado el castillo de Tywin? —preguntó el Caballero de la Cebolla al bastardo.

—No. Quizás se le olvidara mencionarlo.

—Jon, debemos salir de este lugar —el tono de voz empleado por Davos denotaba verdadera preocupación—. Daenerys no parece querer ponerse de nuestro lado. Sólo aceptará si hincas la rodilla y...

—Eso es precisamente lo que no puedo hacer.

Tyrion se unió a la conversación de los dos hombres. La mención a Mayleen en la sala del trono hizo querer saber más acerca de lo que estaba teniendo lugar en Invernalia. Hacía algo más de un año que no sabía de su sobrina.

—Mis señores —saludó—, quizás deberíais oír el consejo de un viejo enano como yo.

Tanto Davos como Jon intercambiaron miradas.

—Adelante.

—La Khaleesi no desea evitar vuestro conflicto con el problema con los muertos. Se trata de su reinado. No quiere prestar atención al Norte pues Cersei podría tomar ventaja y ganar la guerra.

—Sentarse en el Trono de Hierro no la hará reina, al menos no si esas criaturas caminan entre nosotros —declaraba Jon señalando al horizonte, aburrido de la situación. Parecía que nadie prestaba la importancia suficiente a los Caminantes Blancos.

—Por eso he tenido una idea.

Tyrion hablaba de volver a la capital para ver a su hermana y hacerle entrar en razón. Le hablaría de lo que existía Más Allá del Muro y si era necesario, le mostraría uno.

—En caso de que viera a uno de ellos y accediera a luchar por los vivos, algunos hombres deberían comenzar una expedición.

—Yo la lideraré —se ofreció el bastardo sin pensarlo dos veces.

—Os acompañaré.

Tras afirmar que el plan se comentaría a la Madre de Dragones, Tyrion quiso tener unas palabras a solas con Jon Nieve. Acababa de saber que la única sobrina de la que no tenía noticias seguía con vida. Primero murió Joffrey, luego Myrcella, a continuación Tommen decidió morir a vivir sin el amor de Margaery. May era la superviviente y... muy posiblemente se encontraba en el bando equivocado.

—Por favor, Jon. ¡Os lo suplico! —el repentino cambio en la voz del gnomo asombró al muchacho—, ¿qué le ha ocurrido a mi sobrina?

—Sé tan poco como vos. Tras su casamiento con Ramsay hizo cosas horribles de las que de arrepiente con todo su ser. No ha vuelto a ser la misma.

—Y ¿qué ha sido de su hijo? ¿Qué ha sido del heredero de Robb Stark? —Jon bajó la mirada, recordando la expresión de May cuando le confesó que su hijo hubo muerto a manos de su último marido. Recordarlo le produjo una sensación de angustia.

—Ramsay Bolton acabó con la vida del pequeño.

🐺🐺🐺

¡Queridísimos lectores!

Aquí estamos cuando me refería a que iba a tomar partido en otros escenarios ajenos a Mayleen. Lo mismo ocurrirá cuando partan a la expedición tras el Muro... habrá narraciones con más personajes y mayor desarrollo de ellos. ¡Tengo tantas ganas de que sigáis leyendo!

¿Qué os está pareciendo? Hay mucha tensión entre personajes, mucha discordia, muchas disputas que crear y resolver. Casi me parece un caos jajajajaja

Tyrion acaba de saber que su sobrina está con vida, ¿creéis que saber que el heredero de Mayleen y Robb está "muerto" puede suponer información ventajosa para él? En otras palabras, ¿Jon ha tomado una buena decisión al contarle la verdad al Lannister?

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