-¿Dónde estas? -preguntó el de lentes redondos al otro lado de la línea -los chicos de tu clase dicen que desapareciste desde el receso de 5 minutos.

-Emm

Joder, que vergüenza. Su calendario no marcaba ese día con un circulito rojo. ¿Por qué su ciclo era tan desordenado?

-Estoy en el baño -mordió automáticamente sus labios al decir aquello.

-¿Qué? ¿Por qué? Te sientes mal.

Suspiró. Al menos los dolores no le habían atacado.

-T-tengo mi período.

Los ojos de JungKook se abrieron como búhos y carraspeó con su garganta sintiéndose algo incómodo.

-Y la falda de mi uniforme se ha manchado.

Dio la vuelta en el pasillo hasta ir a los casilleros aun sujetando su teléfono contra su oreja.

-Puedo buscar tu uniforme de gimnasia.

-Gracias JungKook.

-No es nada. Esperame ahí.

-Y JK...

-Dime...

-Necesito toallas. Hay una farmacia cerca.

-Si, se cual es. Pediré permiso para "comprar algo de comer afuera". No tardo, lo juro.

Una vez tuvo las toallas consigo y el uniforme de gimnasia entre sus manos corrió por los pasillos obviando a las demás personas que corrían rápidamente de vuelta a las clases.

Miró a sus alrededores percatándose de que no hubiera nadie y entró en el baño de las chicas. Echó un rápido vistazo pero tampoco vio a nadie dentro.

-Febe...

-¿JungKook? -la trigueña bajó sus pies dejándolos ver por debajo de la puerta y JungKook se acercó a donde estaba pasándole la bolsa con las cosas por el espacio entre la puerta y el suelo.

-Cambiate, puedo esperarte afuera si quieres.

-Podrían verte y la campana ya ha sonado.

JungKook escucho ruidos del otro lado de la puerta. Supuso que estaba abriendo el paquete de la toallas. Miró a otro lado que no fuera la puerta y caminó hacia los lavamanos apoyándose en ellos.

-¿Comiste? -preguntó Febe aun detrás de la puerta.

-Estuve todo el receso buscándote. Tuve el presentimiento de que había ocurrido algo, dado que no respondiste mis primeras llamadas.

-Lo siento.

-Tranquila, lo entiendo. Pero podías haberme llamado Febe, soy tu mejor amigo. Se supone que siempre estaré para ti.

La puerta se abrió mostrando a la trigueña con su uniforme de gimnasia y la bolsa con su uniforme y el resto de las toallas dentro.

-Lo sé, pero me daba mucha vergüenza -habló cabizbaja logrando que el cabello cubriera su rostro.

-Tonta -le sonrió acercándose y luego de dejar un beso sobre su frente la rodeó con sus brazos- me tenías realmente preocupado.