GOTITA DE AGUA OCEANOS DE AMOR
- ¿Cuantos deditos se pueden ver? -
Dijiste sonriendo mientras el pequeño comenzaba a buscar en sus manos el concepto de dedos. Entonces acariciaste su delicado cabello y explicaste:
- Son cinco deditos, cinco... -
El niño te quedo mirando con mucha inocencia y cariño. Le diste un beso en la frente y le enseñaste tus manos exponiendo tus dedos ante su atenta mirada.
El niñito también miro sus manos y muy contento comprendió que se llamaban deditos y que eran cinco, estuvo feliz y sintió las ganas desesperadas de jugar con ellos:
- ¡Quiero jugar mamá!, ¡quiero jugar! –
Se exaltó y moviendo de sus pequeñas manitas de un lado al otro, saltó con todas las ganas de entrelazar sus dedos con los tuyos. Sin embargo, esta vez no tenías tiempo, habías hecho muchos planes para aquella noche.
Dijiste que estabas ocupada, que no podías jugar y el niñito respondió con una mirada seria:
- ¿Vas a salir de nuevo a la fiesta no?, siempre sales a la fiesta mamá ¿Por qué? –
La mirada era desafiante, triste y llorosa. Tú volviste a sentir demasiada presión, la misma que sentiste cuando él estaba contigo, cuando él te incriminaba por salir hasta altas horas de la noche, la misma presión que sentías cuando él se molestaba por ser el único que se preocupaba por su hijo los fines de semana por la noche.
Te amargaste y con ojos de rabia, incriminación y desesperación; gritaste:
- ¡Si pues me voy a una fiesta, tengo derecho a divertirme también y deja de mirarme así porque sino...! –
Levantaste la mano y buscaste sus ojitos con los tuyos para que aprenda la lección. Pero atacaste con la mirada más despectiva que hallas podido dar jamás, tal vez recordando esa mirada que siempre quisiste darle a él cuando evitaba que sea libre.
El pequeño inocente, se dio la vuelta, se agachó y sentó solo en pequeña casita que su padre le había hecho con cajas y mucho cariño:
- Esta bien mamita perdón siempre vas a fiestas, yo voy a jugar solito... -
Lo miraste con indiferencia, queriéndole dar a entender que te afectaba muy poco lo que tu solías llamar chantaje psicológico. Ahora solamente te importabas tu y tu diversión, prácticamente sentiste la victoria en todos los músculos de tu sonrisa y le dijiste:
-Muy bien entonces juega y no me fastidies que voy a alistarme -
Terminaste de maquillarte para salir con tus amigos y sin remordimientos dejaste a un niño que sufría en silencio la falta de alguien que jugara con él.
Aquella noche, el sonido tocó las mejores melodías que preferías para tu diversión, las luces fueron las más apropiadas para tu forma tan sensual de bailar y la espuma le dio el toque de éxtasis que hicieron uno de los mejores sábados de tu vida en esa discoteca.
Los chicos impresionados y seducidos por tu sola presencia, prácticamente se peleaban por sacarte a bailar y muchos de aquellos ganadores declararon, prácticamente al universo, tu física y celestial belleza. Eso te hizo sentir mucho mas importante en aquel ambiente de insignificantes competencias sin ningún talento comparable.
Regresaste a casa mareada debido a las cantidades gigantescas de alcohol que tomaste por los diferentes retos de resistencia que tus amigos te daban para al menos tocar tus labios una sola vez.
Sin embargo, al llegar el pequeño no estaba donde lo dejaste. Supusiste que obediente habia ido a dormir y lo buscaste en su cuarto, pero no lo encontraste:
- ¡Donde estas! –
Gritaste con una voz prácticamente anestesiada y con poca vocalización, mas nadie te respondió.
Los nervios y la premonición materna, hicieron que tu sangre suba repentinamente a tu cabeza, al igual que todo el alcohol consumido esa noche.
- ¡Donde estas bebé! –
Gritaste cada vez más fuerte, pero nadie te respondía.
Entonces hiciste silencio ante un débil gemido de una voz, muy delgada, que se ahogaba en el silencio. Corriste al origen de aquel suave y agonizante ruido.
De pronto encontraste al niñito durmiendo dentro de la carpita, pero te sospechaste si realmente estaba dormido.
Lo moviste de sus débiles bracitos, mas no se levantó...
- ¡No puede ser!, despierta por favor despierta –
Pensaste en voz alta y los pensamientos se volvieron más criminales y dañinos.
- ¡Despierta ya no me hagas esto! -
Le gritabas prácticamente al oído y el niño seguía sin moverse, era tal y como había pasado con él, no era posible que los dos te puedan dejar así de sola.
Te agachaste un poco. Escuchaste su corazoncito temiendo lo peor, sin embargo, tomaste la misma valentía frente a la realidad, que antes habías sentido, cuando realmente supiste que el también estaba alejándose de ti eternamente.
Escuchaste con detalle cada señal de vida que pueda haber dado, pero no era necesario tanto esfuerzo ya que su corazón si latía, débilmente, pero latía.
- ¡Ayuda por favor! –
Gritaste desesperadamente hacia la nada, tus lágrimas no podían contenerse. Aquel pequeño e inocente infante era producto de tu amor más puro el que nunca jamás hallas sentido por nadie y ahora estaba a punto de perecer entre las mismas manos que acariciaban su tierna piel cuando estabas en esos momentos de sensibilidad extrema.
De la nada y al ver tus lagrimas cayendo en su rostro como queriendo calentar su pequeño pero intenso amor. El niñito abre los ojos. No te habías percatado que sus ojos aun estaban lagrimeando por tu maldita diversión.
Te observó dulcemente y te dijo:
- Mamá no llores, no quería levantarme porque tú me dijiste que no te gusta verme llorar y no quiero verme patético como le decías también a Papito cuando nos dejabas solos...-
En aquel momento lo recordaste nuevamente, sabias que a pesar de la rivalidad que le tenias después de su despedida seguía siendo una persona muy especial para ti y que en su tiempo habías amado tanto....
Entonces le respondiste la mirada al chiquito, tu hijito y lo viste sonriendo, quería animarte.
Era tan optimista como siempre lo fue también el hombre que tenias presente, en todos lados. El mismo que te había dado más amor que cualquiera que haya llegado después de él.
- Si tan sólo tu papá estuviera en vida, él si se hubiera quedado a jugar contigo amor -
Susurraste a su oído mientras lo abrazabas fuerte.
Tu bebé no pudo aguantar tanto dolor y sollozo muy fuerte.
Su llanto, cual profunda melodía de una agonizante añoranza, rompió tu corazón y también lloraste:
- Hijito, bebe... Tus lágrimas son las que me hacen ver mis errores... Perdóname por favor ... -
La doncel criatura de los ojitos llorosos te miró muy fuerte y te resondró:
- A mi tampoco me gusta verte llorar mamá –
Nuevamente lo tomaste en tus brazos y le respondiste:
- Llorar no es malo déjalo salir hijito, demuestra tus sentimientos siempre.... -
Recordaste tal y cual lo hacia el hombre de tu vida, era momento de que sus gotitas de lagrimas sientan lo mismo de cuando su papito lo roseaba de tantas ideas y frases bellas. De pronto, sin aviso, tu mente comenzó a pensar en él y que te diría en este momento.
En eso, comenzaste a sentir un calor más intenso acompañado de un delicioso olor a flores y frutas.
Era extraño que en una habitación cerrara llegara el aliento de aquellas plantas, sin embargo no importaba estaba con su hijo y sentía que por nada del mundo se alejaría de allí.
Los oídos se te comenzaron a tapar y una relajante brisa entro por la ventana del baño y dio a tu espalda, como si alguien la acariciara, como si él estuviera intentando darte masajes nuevamente.
Giraste un poco la cabeza y al no ver a nadie decidiste pararte con tu pequeño para poder dormir junto a el y junto a esos dolidos ojitos que sufrieron tu error.
Aunque cuando apenas diste un paso al frente notaste algo extraño en la pared y la luz se hizo más clara aun. La imagen del padre estaba viéndote frente a ti.
Eran las 3:30 de la madrugada aproximadamente y frente a ti tenias a un espectro, que aunque antes hubieras jurado temer por completo, era la primera vez que se te presentaba un fenómeno así y no te asustó, por el contrario lo sentiste calido y como si realmente estuviera allí.
- Siempre te prometes a dentro de ti lo mismo, deberías decidirte ya -
Escuchaste en un extraño ruido que te recordaba su voz y lo miraste nuevamente sollozando, ahora, con más lamentos líquidos en los ojos:
- ¡Porque me dejaste por que te fuiste... Tu habías jurado nunca dejarnos! -
El espectro comenzó a tomar más forma y descubriste claramente su rostro, siempre sabias cuando el estaba o iba estar en junto a ti, esta vez ya lo sabias antes de que se notara su rostro y eso era lo importante...
En ese instante escuchaste nuevamente el sonido de su voz:
- Uno nunca sabe cuando tiene que irse, además juraste cambiar y no solo una vez sino muchas.... –
Entonces notaste que el espectro se mostraba con una cara lacrimosa, tal como ese ultimo día que lo viste llorando por ti:
-Te dije que te iba a llevar a todos lados conmigo al igual que tu a mi... veo que a pesar de todo si lo estas haciendo...-
El niñito quiso voltear y tú no lo dejaste por temor a que se llevara un susto, pero al ver su sonrisa lo dejaste:
-Con quien hablas mamá-
Preguntó mientras observabas que el fantasma del padre salía de la pared y alzaba su brazo en dirección a su hijo. Constantemente se escuchaba: "te amo"
-No te vayas, por favor si puedes regresar hazlo que te necesito-
Rogaste, hecho que nunca pensaste hacer con nadie, pero esta vez sentías que lo necesitabas más que nunca.
Declaraste al fin; que siempre lo necesitaste junto a ti aunque le hayas dicho siempre que te aburría o te parecía patético y ridículo.
-No te vallas-
Repetiste y más que un ruego se convirtió en una oración... De repente el alma dejo de moverse, quedándose con el brazo encima del pequeño fruto de su amor.
Se escucho en un suave susurro
-Toma mi mano-
Instantáneamente y por acto reflejo corriste a su mano y sentiste que un frio helado envolvía tu piel.
Entonces viste hacia sus ojos y tal como el jugaba contigo de enamorados dijiste:
-Siempre tengo las manos calientes porque siempre estoy dispuesto a darte mi energía-
Entonces buscaste sentir el aura tal y como el te había enseñado, otra lágrima más corrió en tu mejilla:
- Una gotita de amor es un océano para mí-
Añadiste:
- Realmente hiciste muchos océanos, amor-
A lo que el viento y su voz te respondieron:
- Entonces te toca hacerlos para el –
Viste que se señalaba a tu hijo que miraba la escena muy confundida, demasiado confundida para comprender que estaba sucediendo, preguntó:
-Que pasa mamá, que haces, por que lloras-
-hijo mió si pudieras verlo,... el te amo demasiado al igual que a mi, el nos amo mucho-
El niñito prediciendo todo dijo
-Mi papito...-
Entonces comenzaste a llorar nuevamente y fuiste a abrazarlo pero todo se volvió oscuro y nuevamente que aquel espectro se iba repitiendo:
- Una gotita de amor es un océano para mi-
- Una gotita de amor es un océano para el-
- Una gotita de amor es un océano para ti...-
La voz se hizo más delgada y soltaste un gemido de tristeza, gemido que se aferró a su recuerdo, gemido que te hizo recordar el momento en el que partió al otro mundo por tu culpa, el momento que dejaste que uno de tus fugases amores de fiesta le disparara con un arma larga, mientras arengaba al terrorismo, un momento en el que a pesar de que sabias que no era una simple traición, decidiste dejarte guiar por tu lujuria; el momento en el que una simple fiesta se convierte en un símbolo de revolución política con el cual estaba en guerra, momento en el que banderas rojas profundas tiñeron la inocencia de los superficiales, momento que no sabías que ocurriría por creerte dueña de la realidad, el momento que te dejó océanos de amor de las pocas gotitas que le diste.
Te diste cuenta que ahora te tocaba hacer los océanos de amor a una familia que sabias podía sobrevivir con el agua que tu darías...
FIN
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