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"El aprendiz"

   En 1992, Connor Peterson salía de la Universidad y se dirigía hacia su casa. Ethan estaban estudiando por los finales que debía rendir. Connor llegó agotado, se sentó y miró a su amigo. En ese momento, se acordó dé cuando su compañero fiel le dio el apellido y su escala para lograr ser un licenciado en criminalística y reemplazante de un profesor.

   Luego de una semana de un frío ártico, Ethan aprobó todos los exámenes. Él y su amigo fueron a la estación de policías. Les contaron a unos oficiales, que eran amigos desde un tiempo. Se reían mucho, contándose anécdotas. En ese instante, entró el sargento y ordenó a los oficiales, de tal forma dejarán la reunión en la que se encontraban, que se conduzcan a un lugar.

   Los oficiales se dirigieron con un detective y acompañados de Ethan y Connor. El detective estornudaba demasiado, no se sentía bien, tenía los ojos inundados de lágrimas y con frío. Los oficiales lo llevaron a su casa para que se recuperara. Los policías y sus compañeros fueron al sitio. Una casa, con un frente muy bello, un césped verde parejo con un tumulto de flores de todo tipo, se podían apreciar y olfatear las fragancias de las fresias, lavanda, rosas, azucenas, peonías y hortensias. Ethan le habló al policía:

- "Es conveniente que mi amigo y yo entremos, para no alarmar a nadie".

- "De acuerdo, pero si necesitan ayuda, pídanla"- respondió el oficial.

   Los Peterson tocaron timbre y les abrió el señor Bach. Ingresaron, fueron al comedor y esperaron. Ethan observaba absolutamente todo. Una puerta doble corrediza se entreabrió y se acercó un hombre de pelo rubio fino peinado para atrás, con una vestimenta particular, camisa y un saco abrochado en el medio, un pantalón negro bien planchado y unos zapatos de igual color, aunque una talla que podría llegar a 11,5 . Enseguida, saltó una voz grave del hombre:

- "Buenos días, les habla Ricardo Monteverde, ¿qué se les ofrece?".

Ethan, un poco nervioso, continuó el diálogo:

- "Un placer conocerle, señor, mi nombre... - se presentaron – hemos recibido una llamada".

- "Habrá sido un error, aquí no ha llamado nadie" -contestó Ricardo.

Connor saltó:

- "Acá hubo una llamada, no mienta señor porque detrás de esa puerta están dos oficiales y no me imagino como el ambiente podría cambiar".

  Ricardo trató de apaciguar las aguas, pero no obtuvo lo mismo por parte de Connor, quien preguntó tajante:

- "¿quién llamó?".

Ricardo los echó, Ethan apoyó la decisión. La policía y su compañía se retiraron.

   El estudiante entró en etapa de descanso y comenzará a trabajar en la iglesia. Los agentes policiales estaban dando vueltas por la zona y en eso, ellos decidieron ir hacia la casa del detective. Él les abrió y les comunicó que sufría de neumonía y no podrá asistir al trabajo.

Por la noche, en la estación policial se escuchó el teléfono sonar. Alexander, el oficial, atendió:

- "Buenas noches, habla con las fuerzas de seguridad social de la estación policial de Manhattan, Nueva York, ¿en qué puedo ayudarle?" – cortando el individuo detrás del teléfono.

   Alexander y su compañero ordenaron registrar de donde provenía la llamada, al obtenerla, fueron con el patrullero al lugar. El patrullero llegó a la casa. Notaron que era la misma de la otra vez. Alexander golpeó la puerta y grito:

- "¡Policía, abran!" Ricardo jaló el picaporte y la entreabrió. Con voz baja, se lo podría observar con un batín color celeste, preguntó:

- "¿Ocurre algo?".

   Los oficiales le pidieron entrar, y el hombre les dijo que sin una orden del juez no podrían ingresar, entonces, Alexander le contestó:

- "Si nos permite pasar como invitados, no necesitaremos ninguna orden" - y Monteverde respondió.

- "En ese caso, no los invito – una breve pausa – que tengan buena noche, oficiales".

Los oficiales presentían que algo extraño sucedía.

   Ethan y Connor alquilaban un apartamento en el cual no aparentaba ser menesteroso, pero tampoco era exuberante más bien dicho humildemente sencillo. Tenía una entrada lacónica que permitía otorgar el espacio a la sala de estar que obtenía un televisor pequeño, aunque pesado, un sofá y una mesa con dos sillas. Todo el espacio era iluminado en el día por una ventana grande. Luego, había una habitación con un enfriador, camas, dos aparadores parvos, y un ropero muy escaso y desgastado. También un baño de tamaño reducido. Algo particular de esa vivienda era una estufa cercana a la puerta de salida. La cocina estaba al lado del baño, la misma era extensa por tanto ocupaba desde la puerta de entrada hasta la mitad del comedor. En la zona gastronómica se atesoraba una heladera nueva, con un horno industrial y una mesada con la fuente de lavar vajillas y arriba se encontraba el calefón. En ese mismo lugar, Ethan le planteó a Connor de marcharse a Texas. Él se negó rotundamente, comenzó a darle razones, excusas para no realizarlo.

- "Está bien a fin de mes nos marchamos" – dijo Ethan.

- Connor le reclamó motivos de esa migración y Ethan le dio sus explicaciones: "Para buscar más trabajo, allí hay mucha criminalidad; aquí es imposible cada vez hay más adinerados resultando complicado resolver cuando el poder, el dinero y el estatus se encubren entre sí".

Terminó la conversación con un "buenas noches".

   Al día siguiente, Xavier y Alexander fueron a comprar unas donas y se encontraron con Mora. Ellos no sabían quién era. Alexander le preguntó su nombre y en la conversación se percataron de que es la esposa de Ricardo Monteverde. Mora Lowell se dirigió a la oficina de su esposo con las donas que a él tanto le apasionan. Estaba con él, Gonzalo, su amigo, el cual se podía apreciar con un pelo oscuro peinado para atrás con un volumen importante, una barba fina y prolija, de traje.

   Connor y Ethan, después de trabajar en la catedral, se condujeron hacia la estación con sus amigos.

   Más en la tarde, Ricardo volvía de su trabajo, al llegar a su hogar, llamó a Mora. Enseguida, bajó ella y Gonzalo, él le preguntó qué hacían, aunque ella le metió una excusa.

   Pasaron tres semanas, Ricardo y Gonzalo se encaminaron a una cabaña entre amigos, siempre se iban una semana para "acampar".  Mientras, Alexander patrullaba la zona, vio a ellos dos que se marchaban. Entonces, tomó la oportunidad y fue a interrogar a la señora Lowell sobre esas llamadas. Aunque ella optó por olvidar. El oficial no tuvo mayor remedio que seguir vigilando la zona.

Ethan Peterson limpiaba el presbiterio, mientras tanto Connor el retablo.

- "Ha terminado el mes, Connor, ¿podemos trasladarnos?".

- "¿Y el estudio?, ¿cómo harás?" – preguntó su amigo.

- "Me pueden reconocer todo lo que he cursado".

- "Y...; ¿qué haré con mi trabajo?".

- "Sí, no hay ningún problema, también te permiten reubicarte en Texas" – contestó Ethan.

- "Y...; ¡si no quiero irme!" – tajante Connor.

Hubo un silencio más grande que el silencio.

   Luego de unos días, volvieron el esposo y su amigo. En eso, empezaron a bajar las valijas. Ella fue al baño a acomodar, Gonzalo tuvo que ir al baño de urgencia. Entonces, Ricardo buscó a su amigo y abrió la puerta del sanitario. Por consiguiente, observó a su amigo y su esposa en el lugar juntos. El amigo se lo observó abrochándose el pantalón y Mora le vio la ropa interior. Ricardo cuestionó porque ambos estaban allí. Mora se mostró nerviosa, sin embargo, le ha dado una buena razón.

  Ella, más tarde, le preguntó a su marido, cuál había sido la cabaña en que ha estado. Mora llamó.

   A la mañana, Xavier y Alexander estaban conversando con Ethan y Connor. El sheriff salió y les ordenó ir a la casa de Monteverde. Fueron. Alexander observó todo el espacio, y Xavier le dijo:

- "No hay moros en la costa".

Alexander gritó:

- "¡Policía, abra!".

Ricardo abrió la puerta, y mostró el cadáver de Mora Lowell en su despacho. Enseguida, Xavier le dijo:

- "Ricardo Monteverde quedará retenido por principal sospechoso".

   El señor trató de evadir los grilletes. Ethan saltó negándose a la orden del oficial, aunque no permitieron que se cumpliera, entonces Connor se interpuso:

- "Soy licenciado en criminalística, el cadáver y el sospechoso quedarán aquí".

   Ethan observó detalladamente el cuerpo de Mora y pidió a su amigo entrar con Ricardo, luego se acercó a la puerta y dijo a los oficiales:

- "Zona de interrogatorios, y consíganme unos guantes" – terminó cerrándola con un "gracias" y una mueca.

Pasó un rato, y los policías trajeron guantes para Ethan y Connor. Comenzó el cuestionario:

- "¿A dónde ha estado usted cuando su esposa falleció?" – preguntó Ethan.

- "En mi casa - Ethan lo miró fijamente haciéndole darse cuenta de que sea más preciso – en mi dormitorio".

- "Ella ha muerto aquí. Es decir, usted no la mató. Aunque ciertamente se podría creer la hipótesis de que la señora Mora Lowell, se haya asesinado con un probable veneno letal en la bebida alcohólica que ingirió o un paro cardíaco

- por alguna noticia fuertemente sorprendente para ella, pues claro, o simplemente un apagón".

- "Tengo estudios de que Mora anduviera bien del corazón" – y enseguida Peterson pidió que les mostrara. Él se llevó el vaso al hogar del detective.

   Los Peterson se fueron a la morgue. Xavier se quedó en la casa de Monteverde a vigilar y Alexander fue a echar un vistazo al hogar del detective. El superior lo atendió, le habló de salud y determinó que tendrá que guardar reposo.

   En la morgue, Connor observaba el cadáver mientras Ethan escuchaba atentamente el informe, él seguía la lectura:

- "Informe, Mora Lowell, condición cardíaca, realizada en el hospital...

Drenaje venoso sistémico normal a aurícula derecha

Drenaje venoso pulmonar normal a aurícula izquierda

Aurícula derecha: normal

Aurícula izquierda: normal

Septum interauricular: íntegro

Válvula derecha: normal implantada

Válvula izquierda: normal

...

Conclusión:

1- Sin cardiopatía estructural.

2- Ventrículo izquierdo de tamaño y función conservadas.

Insuficiencia: no

Pulmonar:

Flujo: laminar...

Conclusión:

Sin cardiopatía estructural

Función sistólica conservada ".

Connor le interrogó a su amigo si hay alguna conclusión. Su amigo le dijo:

- "Tendré que descartar una opción".

- "¿Cuál?" – preguntó Connor.

- "Que ella se haya suicidado o le haya ocurrido un ataque cardíaco por motivos que simplemente serían: ella lo engañó a su marido, él se enteró y lo antes dicho" – lo explicó Ethan.

  Un médico avisó que todos debían irse para permitir el ingreso de unos empleados de la funeraria.

Connor y Ethan fueron a la iglesia a limpiar.

     Luego de unos días, Connor fue a buscar el análisis de envenenamiento en el vaso de alcohol que había tomado Mora. 

    Ricardo salió y marchó rumbo a un lugar. Xavier indagó, pero solo obtuvo "a donde me lleve el viento".

   El oficial se juntó en la estación con Alexander, discutieron por no haberle seguido y de pronto saltó el sargento:

- "¡Oficiales, Xavier y Alexander a mi oficina!".

Entraron y el hombre les habló:

- "Su servicio como oficiales para proteger la ciudad ante el crimen ha llegado a su fin, gracias".

   No tuvieron el vigor para soportar una actitud así y reclamaron explicaciones. (No la obtuvieron). Se inclinaron por suplicar por lo menos cerrar el caso Lowell, fue inútil. Ethan quedó sorprendido al enterarse lo ocurrido con los oficiales. Continuaron solos. Connor le comentó a su amigo, qué más faltaba por hacer. Él solamente le dijo:

- "Si en ese análisis resalta el veneno, entonces, ella se mató o la mataron, prosiga" - ordenó.

   En el análisis, se confirmó que en el vaso de whisky hay rastros de veneno de una flor que viene de la familia Hydrangeaceal. Ninguno sabía a qué flor correspondía. Siendo así, a buen puerto ir por leña, Connor fue a la biblioteca y Ethan a la casa de Monteverde. Al llegar, el joven tocó timbre y le abrió el mayordomo. El invitado le preguntó si se encontraba Ricardo para unas preguntas, no lo logró. Optó por cambiar de persona y entrevistar al mayordomo. Él se negaba con la excusa del trabajo, entonces Ethan le dijo:

- "¿Por qué motivo?, pareces un preso sin celdas que no quiere salir".

Aceptó, pero le exigió rapidez.

- "¿Dónde se encontraba en la mañana en la que Mora Lowell había fallecido?".

- "En el baño, limpiándolo – el joven le ordenó que prosiga – luego el señor Monteverde me exigió adecentar el dormitorio".

- "¿Y él donde estaba?, ¿y Mora?" – preguntó Ethan.

- "Él no lo sé, pero ella en el despacho".

- "¿Sabes si él tuvo alguna señorita?" – lo negó.

   Ethan se retiró. Connor lo encontró y le comentó lo de la flor, era una hortensia. El joven comenzó a pensar, le contó sobre los dichos del mayordomo.

- "¡Caso cerrado!" – alegremente exclamó Connor.

Fueron a la estación de policías y le comentaron todo al sargento.

- "Mora se suicidó porque él la engañaba con otra".

- "Claro. ¿Dónde está la amante? ¿El cuerpo presenta cuadro de envenenamiento?".

    Se miraron. Huyeron a la morgue. El licenciado en criminalística pidió una cita con el médico que examinó a Mora Lowell. El médico clínico contestó absolutamente todas las preguntas. Lamentablemente, el cadáver no presentaba envenenamiento. Después, se dirigieron a la casa de Ricardo. Le preguntaron:

- "Señor, no nos compliques las cosas, solamente nos complacería con saber quién era su amante". Su reacción no fue muy agradable y tampoco gentil, es más los echó del hogar. Ethan pensaba en voz alta: "Si Mora murió al enterarse de que su marido la engañaba, pero si no se mató, la mataron".

- "Es decir, la mataron sin dejar rastros" – acotó Connor.

   Ethan se fue rápidamente y Connor lo siguió. Tocaron la puerta y el mayordomo les abrió. Ellos lo atropellaron. Ethan gritó el nombre de Monteverde. Él se asomó, en eso, el joven le dijo:

- "¡Mientes! - siguió nunca estuviste en el dormitorio, has estado en el despacho. Cuando tengas pruebas pagarás".

   En la noche, Xavier, Alexander, Ethan y Connor se embriagaron, jugando a las cartas. El joven comenzó a reprocharse al no poder resolver el caso.

- "Y quien lo cree, un niño de la calle, se le suicidaron los padres por mi culpa, y con eso resuelvo un caso y me convierto en Sherlock Holmes, soy un tonto".

Los compañeros lo apoyaban, pero fue inútil.

- "Que he hecho para poder obtener esta vida. La vida consiste en sufrir".

Alexander, una persona con decisiones firmes, le dijo:

- "Sabes, de la tristeza se deriva la felicidad. Comprendí que algo inspirante puede ser apreciar a un menesteroso que habita en una oscuridad buscando esa vela, esa diminuta y delicada luz, que puede apagarse en un instante, a pesar de ello, sigue con la esperanza de encontrarla".        

   Una vez más el Sol salió por el Este, Ethan pensaba qué ocurrió con Mora Lowell. Connor se despertó, conversaron un poco y el joven Ethan se le acaeció una idea.

   La casa de Monteverde era grande, y por esa razón hay dos entradas. Connor entretuvo al mayordomo, mientras tanto, su amigo fue al despacho a buscar alguna pista. Vio una imagen de Ricardo y un amigo, atrás contenía algo escrito, decía:

- "Con mi gran amigo, hermano, y mi otra parte Gonzalo".

  Luego, al retirarse observó la estatua de la libertad y en la punta del dedo índice; estaba manchada de rojo y se la llevó. Ethan rápidamente se retiró antes de que el mayordomo lo viera. Después, Connor miró esa estatua y la llevaron al laboratorio. El médico determinó que era sangre, sin embargo, no fue suficiente para examinarla.

Ethan le comentó a Connor:

- "Gonzalo es el mejor amigo de Ricardo y puede que sea él con quien estuvo Mora".

- ¡Trabajo! – continuó – el trabajo es donde capaz o seguramente conozcan a Gonzalo y supiesen a donde se dirigió en sus vacaciones con su trabajo".

   Se encaminaron hacia el trabajo, siguiéndolo a Ricardo (para conocer dónde era). Ingresaron, preguntaron por Gonzalo, aunque no sabían a donde se había ido y tampoco volvió a su trabajo.

Retornaron a la casa de Monteverde, interrogaron por Gonzalo, aunque no había respuestas.

Connor fue a la morgue, e indagó:

- "Doctor, lamento molestarlo, usted fue quien analizó a Mora Lowell, dígame; ¿no había algún golpe ínfimo, o algún pinchazo?".

- "Sí, en la sien, un leve pinchazo y un hematoma, aunque eso exactamente no provocaría dicha desgracia".

Connor enojado le recalcó el grave error que ha cometido.

- "¿Tiene la autopsia, donde marcara aquellos golpes?" – reclamó y después el médico se la entregó.

    La evidencia estaba, faltaba el amante. Ethan tenía el nombre, pero no la residencia. Entonces, decidió pedir ayuda a Xavier. El exoficial de policías le recomendó visitar el trabajo de Gonzalo, o la casa de Ricardo, si no a su mayordomo. El joven prefería otra opción, Xavier le comentó:

- "Escúchame, Ethan, deberíamos ir a AT&T y registrar la información".

- "¿AT&T?" – repitió el joven confundido.

- "AT&T es la compañía de teléfonos más, o bueno ciertamente, casi, más importante de los Estados Unidos".

Connor, en eso, se dirigió a limpiar la catedral.

   En la compañía, Xavier se presentó y exigió ingresar, Ethan logró entrar con maneras fraudulentas. El empleado le indicó el libro de registros telefónicos. Ambos revisaban. Enfocaron su atención al llamado de Mora Lowell a un lugar, que era de vacaciones. Ethan llamó y atendió del otro lado un hombre de voz un poco grave, aparentaba ser joven. Peterson preguntó si tenían algún conocimiento sobre Mora Lowell, Ricardo Monteverde o un tal Gonzalo. Reconoció todos los nombres. Explicó:

- "Gonzalo dio la reserva. Acompañado por Ricardo Monteverde. Y..., espere un momento... (ruido de fondo). Mora llamó, aunque era solamente para confirmar algo".

Peterson le tradujo todo lo que hablaron. Xavier muy pensativo, dijo:

- "Busquemos a Gonzalo cuando llamó a ese lugar".

   Ethan investigó hoja por hoja. Observó que la señora Abbie había llamado tres veces a su casa. No le dio importancia. Encontró las llamadas de Gonzalo. Ubicaron la residencia y con refuerzos, es decir, con ayuda de Alexander partieron.

   Una casa grande, un color amarrillo intenso quitaba esa elegancia. El hombre con ese pelo oscuro, peinado para atrás, con un volumen importante, con su barba fina y prolija, desafortunadamente se encontraba en ropa interior y desagradablemente para la ocasión que se le aproximaba. Comenzó el interrogatorio:

- "Gonzalo, dígame ¿dónde estaba en la mañana en la que falleció Mora Lowell?".

- "Aquí" – firme.

- "Usted, ¿viajó con Ricardo en la cabaña?" – preguntó Ethan.

- "Sí" – contestó cayéndose una lágrima de sudor por la cabeza.

- "¿qué le gustaba de su amante?".

- "Su sonrisa, su personalidad, que me comprendía".

- "¿Y por qué cree usted que la podrían haber matado?" – indagó Peterson.

- "No tengo idea, yo fui muy amigo de ella y de Ricardo también".

Ethan comenzó a reírse irónicamente, y resaltó "amigo", reclamando una explicación.

- "Amigos, solo fuimos eso y no hubo nada más".

   No le creyó. Más tarde, Ethan se fue a ver a Connor. Lo ayudó. Mientras, su amigo, le contaba la conversación que tuvo con el médico y también de parte de Ethan con Gonzalo.

Ellos se condujeron a la estación y realizaron la denuncia.

- "Víctima: Lowell, Mora; Victimario: Monteverde, Ricardo; Motivo: (tos fuerte) celos, rencor, traición. La Señora Mora Lowell estuvo con, (tos agobiadora) ..." – redactando un oficial la denuncia.

   Otro oficial lo terminó. El juez aceptó la solicitud de orden de captura. Xavier y Alexander fueron de acompañantes, los policías autorizados eran tres, más Ethan y Connor. Se desplegó el operativo. Dos oficiales por atrás, uno en la entrada. Alexander y Xavier de refuerzos. Connor tenía un revolver por su licencia, pero su amigo no. El sargento ordenó el ingreso. Derrumbó la puerta un oficial. Dio el aviso, Ethan se acercó al despacho y dijo:

- "Ricardo Monteverde, queda usted detenido por el asesi..." – cortándole el gran discurso tras su ausencia.

Lo repitió en cada habitación y recibió la misma respuesta. Lo empezaron a buscar en el trabajo, y luego en la casa de Gonzalo. Ethan estaba nervioso, Connor más pasivo. El amigo de Ricardo les abrió:

- "Ricardo no está aquí, debería estar en su casa".

   Los oficiales ingresaron, revisaron, aunque no consiguieron encontrarlo. Alexander le intrigó la actitud de Gonzalo al notar que debería estar preocupado, y le preguntó:

- "¿No tienes miedo de que te asesine a ti también?".

- "¡No!" – sin ninguna duda, lo negó rotundamente Gonzalo.

Ethan no lo podía creer, de repente, comenzó a darse cuenta.

- "¡Tú!,¡fuiste tú quien eras amante, pero no de Mora sino de Ricardo, entonces, ella lo descubrió y... y entonces Ricardo la golpeó, pues claro – nervioso y feliz a la vez – el veneno era para matarla, como suicidio, falló y ocurrió eso!".

Gonzalo lo negó. Ethan le daba motivos:

- "Estar en la cabaña, ¿solos?,¡en el trabajo juntos y una fotografía en la que habla de un amor!"

   Connor interrumpió y se le ocurrió el cementerio, posiblemente fue a visitar a su esposa. Llegaron, y encontraron la tumba; Xavier señaló que la de Mora Lowell estaba removida la tierra, en comparación, a otra reciente que se encontraba cercana, se observaba con una estética delicada. Ese sepulcro será quitado. Comenzaron la excavación, retiraron el ataúd. No lo podían creer, Ethan se inclinó hacia abajo. Alexander con las manos en la cintura mirando el suelo. Xavier tocó el cadáver. Connor ordenó ir a la casa de Monteverde. Ingresaron, revisaron y no hallaron a nadie.

   En la noche, Peterson y su amigo cenaban, de pronto, sonó el teléfono, era un hombre que suplicaba auxilio por la señora Abbie. Ethan cortó, debe ser que comió algo en mal estado, sin preocupación alguna.

   Alexander se condujo hacia la casa de Gonzalo, estaba su vehículo, todo apagado, menos una luz. Golpeó la puerta. Nadie abrió. Dio un llamado de aviso y rompió la puerta con la pierna. Caminó lentamente y de manera recta. Su pulso temblaba, le caía el sudor, cada paso era diminuto. Siguió, la tensión se intensificaba aún más. Quitó el revolver de la canana pistolera. Llegó al comedor de repente se desplomó en el piso por un fuerte golpe que alguien con una especie de varilla de acero en la cabeza por detrás.

   Ricardo estaba internado en una clínica de Nueva York. El hombre se encontraba en terapia intensiva. Tenía un suero, un respirador y no estaba consciente aún. Los oficiales esperaban que despertara para declarar.

   Xavier preocupado por la desaparición de su amigo, Alexander, comenzó la búsqueda. Mientras tanto, Ethan comenzó a limpiar la catedral que bastante abandonada la había dejado. Connor ayudaba en esa pesquisa de Alexander. Fue al hogar de Gonzalo, era raro, un amante sin ver a su amado. Cuando ingresó, vio al oficial atado e hizo lo que debía hacer. Él no pudo identificar el rostro de él o la agresora. Ellos revisaron el sitio. Alguna pista quedaba siempre, Connor le decía:

- "Siempre habrá un ojo que todo lo ve y un oído que todo lo escucha" – entonces el compañero le respondió.

- "Dime quien vio o escuchó algo si no hay nadie" – entre risas.

- "Joven amigo mío, sí, hubo alguien y lo sé, tú" – se lo dijo pícaramente Connor.

   Trató de recordar, y solamente rememoró un gimoteo que parecía de una señora. Siendo así, partieron a informarle uno a Xavier y otro a Ethan. Todos se dirigieron para la casa de Ricardo. Allí no se encontraba. Por tanto, una enfermera entró a la habitación de Monteverde, tenía una cofia de color blanca, unos guantes descartables, un guardapolvo blanco y un barbijo, y le fue inyectando en el brazo derecho una medicina. Luego se retiró, ingresando otra de igual vestimenta, aunque le pinchó el brazo con una jeringa, hasta vaciarlo.

    Ethan estaba con mucha ira por no poder concluir el caso. Observó al detalle, aún la ropa de Mora estaba intacta. Fueron al hospital, preguntaron si tenían algún informe. De pronto, un médico pidió auxilio, en un abrir y cerrar de ojos, se llevaron a Ricardo de la habitación y lo derivaron a terapia intensiva. Se escuchaban corridas. Gonzalo, en ese momento salió del baño, contempló esa escena y comenzó a correr, gritar y romper en un llanto inconsolable el cual seguramente habrá visto pasar su vida delante de sus ojos.

    Ethan fue llamado por una médica y le informó que la señora Abbie estaba internada. Él y Connor se dirigieron allí. Estaba muy débil, tanto que parecía estar más del otro lado que de este y a veces llega un momento en el que tienes que elegir entre dar vuelta la página o cerrar el libro. La médica diagnosticó fiebre tifoidea y Ethan preguntó.

- "Discúlpeme, pero esa enfermedad, ¿por qué se genera?".

- "Es un microbio que ingresa a través de beber agua contaminada o alimentos contaminados, naturalmente debe ser una pobre mujer de bajos recursos" – determinó la doctora, luego le inyectó un medicamento y se retiró.

Ethan estaba destruido, sabía que se encontraba en mal estado y, sin embargo, esperó hasta el último momento. Connor solamente observaba la situación. Alexander le dijo:

- "Jóvenes, el doctor dijo que Ricardo habría sido adormecido con cloroformo, luego lo habrán tirado y enterrado en esa tumba".

- "¿Cómo sabía el médico que lo habían arrojado allí?" – preguntó Connor.

- "Le dijimos al entrar. No seas tan desconfiado" – contestó Alexander.

   Mientras todos mostraban atención a Ricardo y algunos a la señora Abbie. Mora Lowell fue a su hogar dulce hogar. El mayordomo la atendió sorprendido, ella tomó un baño, después comió unos bombones, que realizó su empleado acompañado con un vino elegante de origen francés, luego descansó un breve tiempo y al despertarse, almacenó todas sus pertenencias y se marchó.

Ethan, Connor y un oficial llegaron a la casa de la sospechosa:

- "¡Pardiez! siempre tarde nosotros" – exclamó Ethan.

Sus pertenencias no permanecían en el lugar. Se contactaron con Alexander y Xavier. Se reunieron en un punto de encuentro. Alexander les comentó:

- "Ricardo Monteverde está muy, pero muy delicado y depende de él, si Mora recibe unos pocos años o muchos de prisión".

Ethan les contó sobre Mora y Connor planteó:

- "Si ella intentó asesinar a su marido, según estudie, la culpable generalmente huye a otro lugar, ciudad o país, naturalmente si es adinerada".

    En ese instante, Ethan se le ocurrió una idea asombrosa y comenzó a relatársela. El tiempo seguía corriendo ligeramente, y Ricardo estaba delicado, era una luz luminiscente en un abismo.

Gonzalo rezaba demasiado, lloraba tanto que no veía entre tantas lágrimas. En tanto, Abbie, su estado de salud era igual de valetudinario que el de Monteverde.

Lowell juntó todo y desalojó el hotel en el cual se hospedó por un tiempo. Viajó hacia el aeropuerto. 

- "Un boleto para Inglaterra, por favor" – pidió Mora entregándole su tarjeta de débito.

El hombre la miró preocupado y le dijo:

- "Señora Lowell, ¿es usted cierto? – y ella lo afirmó – la cuenta está bloqueada, señora".

   Mora empezó a desesperarse, llamó al banco y le informaron que tendrá que ir allí. Llegó, habló con un empleado bancario y por detrás aparecieron dos oficiales más Alexander, Xavier,  además,  Ethan y Connor:

- "¡Alto; policía! – siguió - ¡las manos en donde pueda verlas!" – ordenó un policía.

Peterson dijo:

- "Dígame señora Lowell, usted se enteró de que su marido la engañaba y no con una mujer ciertamente, más bien dicho con un hombre. Eso le provocó odio, rabia, y por ello lo enfrentó. Podría ser que él le haya golpeado en la cabeza, luego con algo filoso le generó un puntazo en la sien, aunque no falleció. Usted tenía en su vaso veneno, pero se ve que no lo ha ingerido – ella se sorprendió al escuchar eso - entonces, la pregunta es ¿cómo ha hecho para poder no tener signos vitales durante días?".

- "Mi exmarido fue un gran hombre desde la secundaria salíamos, también estaba Gonzalo, aunque nunca apercibí atracciones de ambos. Nunca me imaginé que... ese ser tan – llorando - ¡repugnante, cerdo, mentiroso que fuera a engañarme con Gonzalo!¡Pardiez!" – describió ella.

- "¡Gonzalo era el quillotro!" – gritó Mora

Ethan repitió su duda inquietante, en cuanto a los policías le apuntaban con el arma. Ella se los explicó:

- "Sufro de esquizofrenia catatónica, y cuando él me golpeó, después me desperté y bueno me ocurrió el episodio... la catalepsia".

Todos se miraron preguntándose qué significaba. Ella dijo:

- "Es estar muerta en vida".

- "Mora Lowell queda usted detenida por tentativa de homicidio contra su marido, Ricardo Monteverde "– dijo un oficial, lo repitió Ethan por complacencia y no obstante ella se negó obstinadamente. Un oficial se acercó a la mujer, guardó su revolver y al momento de colocar los grilletes, Mora le quitó el arma, lo retuvo como rehén. Todos principiaron a tranquilizarla. Ella exigió huir, paso a paso, se fue acercando a la puerta. El oficial heroicamente intentó arrebatarle el revolver; con la mano izquierda le presionó en la muñeca derecha, pero la mujer lo aporreó con su rodilla izquierda en la lumbar, en consecuencia, de ese acto, él no dio tregua y ella gatilló, desplomándose como otro cuerpo más en la colección del fosal. Los del entorno quedaron sorprendidos, perplejos al no poder saber qué hacer. Alexander trató de capturarla, sin embargo, ella se apuntó. Nadie podría realizar ningún movimiento en falso, sino "jaque mate". Ethan intentó serenarla para que no se precipitara. Mora rogó que la dejaran marcharse, explicó que no quería ir a prisión y al estar enferma le quedaba poco tiempo de vida. Ella sujetó aún más firme el arma, la apoyó en su propia sien, en esos segundos, Ethan estando a tan solo a dos metros de distancia, gritó, corrió y esa bala fue un tren avanzando sin detenerse abriendo paso, formando un nuevo camino y arrasando con todo. Destruyendo recuerdos, imágenes, historias de vida, ideas, sentimientos, pensamientos, proyectos, completamente todo, de un cuerpo repleto de información, en un segundo ha quedado íntegramente vacío e inútil.

      El juicio se ha cerrado con una bala. Ethan Peterson volvió al hospital. Visitó junto a su amigo a la señora Abbie, después de ello, observaron la alegría de Gonzalo, algo que hacía un tiempo no veían en las personas. Al parecer, Monteverde estaba mejorando poco a poco.

      Alexander y Xavier buscaban empleo, tras haber sido despedidos. El detective recuperado retornó al trabajo, luego de atravesar una neumonía. Ethan le habló a Connor sobre el viaje a Texas, que se realizaría, por consiguiente, al terminar el caso Lowell. Afortunadamente para Connor permanecerán un tiempo más.

     A la mañana siguiente, Ethan miraba a la señora Abbie y se sentía culpable por no haberla ayudado en su momento. Tanto tiempo, ella lo cuidó, alimentó y ahora abandonada. El joven experimentaba una sensación de melancolía que lo sosegaba profundamente, a partir del suicidio de esa mujer, presentía que fuese su culpa, más el trágico recuerdo de la muerte de sus padres Peterson lloró sin consuelo alguno y conoció a un nuevo compañero fiel en esa depresión, el alcohol. 

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