
Capítulo 7
La clase de Miller en la cual también está Nathalia, pasó con tranquilidad. Esta vez nos sentamos un poco más cerca las unas de las otras, no quiero emocionarme de más, pero creo que este es el comienzo de nuestro grupo de amistad. Quizás algo como los tres mosqueteros.
Suelto una risita para mi misma, ¿qué cosas estoy pensando?
Otro timbrazo resuena por todo el lugar, indicando que ya es hora de irnos. Por el rabillo del ojo veo a algunos, incluyendo a Anna que saltaron en su lugar por el sonido repentino. Suspiro tomando mi cuaderno y carpeta, junto con mi lápiz para levantarme de mi asiento, dirijiéndome a la puerta del salón, me despido con una sonrisa de boca cerrada de Miller y espero a las chicas. Las cuales después de hacer lo mismo que yo, salieron de ese lugar conmigo hasta sus respectivos casilleros, guardando sus cosas acomodándolas.
—Oye, Nathalia. —Llama Anna desde su lugar.
—Si gustas dime Nath, o Nathi si así prefieres. —Menciona cerrando su casillero, teniendo un bolso de medio lado color rosa un poco mas intenso que el de su camisa. Yo también cierro mi casillero con mi bolso negro en uno de mis hombros.
—En ese caso, Nathi, —dice con una sonrisa—, ¿Por qué lado te vas?
—Izquierda, hacia la ciudad.
—¿Vas sola a casa? —pregunto de inmediato, ella niega con la cabeza.
—Vienen a buscarme, ¿por qué?
—Oh, por nada.
—Pensaba que podrías acompañarnos, —dice Anna—, pero, en otra ocasión será.
Con eso salimos del edificio y un tenue sol nos recibe calentandonos, deben ser como las 3:00pm ya.
Nos quedamos charlando y minutos mas tarde llegan por Nathi, me despido de ella con un abrazo, Anna hace lo mismo. Aprovechando que aun no vienen por ella decido contarle algo que pasó hace unos días.
—Eso es todo.
—Es curioso, aunque si pareces acosadora cuando miras así a las personas. —Yo le doy una mirada furtiva, ella ríe—. No dije nada que no fuera verdad.
Resoplo mientras ruedo los ojos. —Anna. —Digo en un tono amenazante, ella sigue riendo.
—Está bien, está bien, me calmo. —Toma una respiración profunda—. Pues, lo del chico quizás solo sea amabilidad, ver a una chica como tú estar así de desanimada, y que cambie de look de un día a otro es señal de mejoría, Ash.
Asiento, y una media sonrisa aparece en mis labios, ella sigue:
—Ahora, lo de la rubia quizás solo sea cosa tuya. Puesto que, no creo que puedas leer a las personas de esa forma, —le doy una mirada cansada y se encoje de hombros—, sólo es mi opinión. En caso de que si sea lo que piensas, recomiendo que no te acerques Ashley, quién sabe en qué clase de cosas esté metida.
Suspiro con algo de decepción, más aún porque sé que tiene razón. No debo meterme en los asuntos de otras personas. En eso, el auto del hermano mayor de Anna llega, ella se despide de mi con un abrazo.
—La curiosidad mató al gato enana, —me da una sonrisa—, por favor, no hagas nada de lo que te arrepientas.
—Pero yo no soy un gato. —Es su turno de dar una mirada furtiva.
—Ash, no me jodas.
—Tranquila, solo bromeo. —le doy una sonrisa reconfortante y ella suspira. El clakson del auto suena alertándonos a ambas que damos un salto del susto, Anna resolpa y grita:
—¡Ya voy!
—Ve, no haré nada malo gordita.
—Más te vale, no sé que haría si no tengo a mi enana para molestarla, —ella me revuelve el cabello y yo finjo una mueca de asco.
—Ya vete antes de que me mates de diabetes. —La alejo entre risas y ella me saca el dedo—. ¡También te quiero!
—Jodete. —Menciona riéndose a carcajadas, entrando en auto. Niego con la cabeza mientras sonrío y tomo una respiración profunda para esperar el bus e irme a casa, aun teniendo a esa rubia en mi cabeza.
Nora.
Mi cuerpo recide en el sofá de mi mejor amigo, si es que así puedo llamarle. La sensación de adormecimiento es gratificante después de un día de estrés, la heronía ya esta haciendo efecto. Veo humo venir hasta a mi y sé que Dash esta fumando, yo suelto una risa absurda por eso, lo escucho reírse de mi también. Como puedo le saco el dedo y el me golpea en la frente con el dedo corazón.
—Me encanta cuando estás drogada, así puedo acercarme a ti sin temer por mi vida. —Y con eso se da otra calada de su cigarrillo, reteniendo el humo.
Yo ruedo los ojos volviendo a observar el techo, un pensamiento viene a mi:
Nadie debe enterarse de esto, les dolerá más que a mi el ver que cada día vuelvo a despertar.
Como si leyera mi mente el habla: —Sabes que no podrás ocultar siempre esta mierda, Nora. —Lo juguetón en su voz desapareció por completo—. Algún día se enterarán.
—Eso ya lo sé, tonto, —suspiro volteando a mirarlo, un mareo al hacerlo invade mi cabeza y cierro los ojos con fuerza—, sólo, no quiero decepcionarlos...
—Pues eso será lo único que conseguirás si sigues con esto. —Comenzó a elevar su voz, entre mi visión borrosa y distorsionada veía como había fruncido el ceño.
Yo resoplo, sentándome de golpe. Otro mareo me desconcierta y maldigo por lo bajo.
—No soy la única que miente aquí. —Escupo, lo veo vacilar pero el destello de ira en sus ojos es claro.
—No juegues con fuego, Nora. —Amenaza.
—Claro, —río con sarcasmo, no estoy coordinando bien, ahora lo mejor que puede salir de mi es veneno, chasqueo la lengua—. No tienes moral, Dash. Mucho menos para hablarme de esta jodida mierda.
Señalo con furia la mesa donde queda los residuos del polvo que había inhalado, junto al cenizero donde el chico estaba depositando los recientes cigarrillos
El masajea su sien y suelta un fuerte suspiro. —No hablemos aquí de moral, todos sabemos aquí, que la que menos puede hablar eres tú.
Su respiración estaba acelerada, me cruce de brazos esperando el próximo golpe. No era la primera vez que el y yo discutíamos de esta manera; díganme masoquista (aunque podría decirse que sí lo soy), pero me gusta ver qué tan lejos puede llegar Dash.
—Yo no soy la que se ha estado drogando por años, a espaldas de unos padres amorosos, que seguramente pueden ayudarte.
Auch.
—Ellos no lo entenderían.
—Por supuesto, así como no entendieron —hace comillas con sus dedos— tu situación en el orfanato.
Me trago el nudo que se formó en mi garganta, e ignoro a mi corazón achantandose.
Dash tira con fuerza el cigarro que se estaba fumando, luego se levanta de un solo golpe del sofá, pasando sus manos por su cabello. Está frustrado.
Mis hombros suben y bajan, como pude me levanto del sofá, no puedo controlar la ira que recorre mis venas. Me siento impotente.
En eso doy un pequeño tropezón con la mesa frente a mi, me río como estúpida por ello. Siento que me toman del brazo y giro la cabeza, enfrentándolo, de cerca detallo el ligero brillo que desprenden los pircings de su boca y ceja, por el reflejo de la tenue luz de las lámparas junto al humo que aun seguía esparciéndose en el aire.
—¿A caso piensas irte? ¿Estás mal de la cabeza?
—Quizás, —digo burlona, y con la poca fuerza que tengo me suelto de su agarre—, no me vengas con ese show de niño bueno Dash. Yo sé quien eres.
—Lo siento, pero ya suficiente tengo con cubrirte, no pienso dejar que salgas en ese estado. —Siento como me toma de nuevo del brazo fortaleciendo su agarre, pero no llega a doler.
—Preocupándote por la drogadicta a estas alturas, ¿eh? —bajo la cabeza, suelto una bocanada de aire, que no sabía que estaba reteniendo. Estaba enojada, ¿frustrada? ¿Decepcionada? Quizás era una combinación de las tres—, no dejas de sorprenderme Dash.
—Sé que es lo que piensas. —Suspira suavizando su voz—. Por favor, has caso por primera vez.
Derrotada ruedo los ojos resoplando, desvío la mirada, no quierovero ni en pintura después de esto. Hablo en un murmullo:
—El teléfono esta en mi bolso, escríbele a mamá y dile que no volveré hoy a dormir. Que me quedaré en casa de una amiga. —Al terminar de decir esto lo miro con decepción—. Haslo, ya. No pienso irme.
—¿No tiene contraseña?
Niego con la cabeza. Lo siento soltarme y yo lucho por mantener el equilibrio, me avisa que ya mandó el mensaje cuando vuelve a estar frente a mi.
—Por ahora, acuéstate en el sofá o ve a dormir.
Acatando lo que el dice me siento en el sofá, abrazando mis piernas colocándolas contra mi pecho, ocultando mi rostro entre estas. —A veces no te entiendo, ¿lo sabes?
—Lo sé, y tampoco pido que me entiendas, —lo escucho tomar algo de la cocina y volver, alzo la mirada y lo observo limpiar lo que queda de polvo en la mesa—, solo debes obedecer, más aún cuando estas así.
—Tengo curiosidad por ti, Dash. —Mi tono de voz decayó, mostrando de nuevo esa vulnerabilidad que nadie mas ha visto, solo el—. A veces me gustaría pensar que te preocupas por mi.
Lo oigo reír por lo bajo, toma una respiración profunda, y luego de unos segundos de silencio dice:
—Solo... soy un chico cualquiera. Uno más del montón. No hay mucho que mirar.
Entierro mi cara de nuevo entre mis rodillas y murmuro. —Claro, como digas...
Nota de autora: Capítulo fuerte ¿no?
Hola personitas hermosas, espero se encuentren muy bien. Necesito saber, ¿Qué piensan de Dash y Nora?
jsjsjjs eso es todo por ahora, los quiero mucho, tomen agüita. ♥
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