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Capítulo 15

Ashley.

Era sábado por la mañana, me encontraba en mi habitación mirando el techo con una sonrisa completamente estúpida, ahogaba risas en mi garganta y sentía que mis mejillas estaban algo calientes.
Habían pasado dos días de conocer a ese tal Dash, no pude guardarme más lo sucedido así que terminé contándole a Anna y Nathalia. Ambas se escuchaban incluso más felices que yo, era chistoso.

-¡Dios santo! -chilló Anna como una niña pequeña, se notaba su emoción a través de la línea. Eso me hacía sonreír pues su felicidad era contagiosa.

-Las cosas que te pasan ¿eh? -rió Nathalia, que también estaba en la llamada.

-¿Y? -volví a escuchar a Anna, impaciente- ¿Qué más pasó?

-Pues... me acompañó hasta la entrada de mi edificio, -me encogí de hombros mientras recordaba lo sucedido-, ahí nos despedimos y el se fue.

-Espera, no le dijiste para entrar ¿o algo? -intervino Nath.

-¡Claro que sí! -refuté- el se negó, dijo que no se enfermaría.

-Y le creíste. -casi pude ver a Anna rodar los ojos.

-¿Si? -respondí dudosa.

-Anna déjala, se ve que es un buen chico. -intervino Nath-. Quizá no quiso molestar.

-Mhjm. -Afirmé yo.

La de cabello corto y pecas suspiró resignada, no entendía muy bien qué pensaba al reaccionar de esa manera.

Honestamente no veía nada muy extraño en la actitud de ese chico al irse, bueno, exceptuando el hecho de que prefería irse empapado a entrar en el edificio y posiblemente no morir de hipotermia.

Le resté importancia volviendo a centrarme en la llamada, Nathalia habló esta vez.

-Hay algo en esta historia que no me termina de cerrar, -empezó-, ¿cómo se acercó a tí?

Oh oh.

Quizá se me había pasado el detallito de los chicos en el estacionamiento, llevé mi dedo índice a los labios en busca de morder mis uñas, las cuales no tenía por lo mismo.

Maldición, ¿qué le diría?

-¿Estas ahí? -preguntó al no oír respuesta.

Decidí quedarme en silencio y hacer como que la llamada de hubiera cortado por si sola.

Apagué los datos y silencié mi celular por si volvían a llamarme; haría como si me hubiera quedado sin internet.

Suspiré pesadamente mirando el techo, dejé mi celular de lado e inevitablemente volví a revivir lo sucedido.

Me tomó de la cintura y luego...

Mi espalda baja.

Me dió un escalofrío y el nudo en la garganta volvió. No era nada, solo lo sentí, pero me resultaba tan asqueroso que simplemente me sentía sin energías de nuevo. Había vuelto al bucle de suéteres enormes y pantalones, esta vez no pegados a mi silueta.

Maldición; necesitaba distraerme.

Un momento, ¡Adam!

Una sonrisa se formó en mi rostro al instante, volví hacia mi teléfono sin activar el wifi o datos pues nada más lo llamaría, ojalá no estuviese ocupado.

Ví el contacto por unos momentos tratando de controlar mis nervios, al final me decidí por llamar.

Tres repiques hasta que escuché su voz.

-¿Hola? -se le oía tranquilo como siempre, se quedó en silencio a la espera de una respuesta.

Cosa que no le di, pues mi corazón se aceleró en ansiedad de no saber bien qué decirle. Ahora que lo pensaba, no entiendo para qué le había llamado realmente.

Quizá porque es tu único conocido además de Anna y Nathalia.

Touché.

-Eh... ¿hola? -volvió a mencionar con algo más de duda en su voz, me armé de valor para comenzar a hablar.

-Hey. -Fue lo único que pude decir, mi voz tembló un poco y me escuché más aguda de lo que querría.

Maldición.

¿Es en serio?

Cállate, me estoy esforzando.

Ujum.

Rodé los ojos ante mi molesta consciencia.

-Pensé que habías llamado por accidente, -confesó entre una risilla algo ronca, sonreí por instinto-, ¿que tal estás?

-Eh... bien, supongo. -mi tono era dudoso e inseguro, hasta yo lo noté, mordí el interior de mi mejilla sabiendo que probablemente me preguntaría.

Para mi fortuna no lo hizo.

-De acuerdo, ¿quieres salir?

-¿Salir? -dije rápidamente mientras fruncía el ceño.

-Sí, hoy no tengo guardia así que podemos hacer lo de la adopción; claro, si quieres.

Mis ojos se iluminaron.

-¡Sí, sí, sí! -de inmediato me levanté de la cama- ¿a dónde debo ir?

Adam volvió a reír.

-Pues estaba comprando unas cosas en el mercado de aquí cerca, ¿te parece si nos vemos en la parada de siempre?

-Me parece bien. -dije con algo de dificultad pues el levantarme así de rápido me causó un mareo.

-De acuerdo, nos vemos chica gótica.

Y con eso colgó.

Suspiré sintiendo algo de alivio en el corazón.

Tendría un gatito, ¡un hermoso y peludo gatito va a estar por mi departamento!

Dí un pequeño salto de emoción para empezar a rebuscar en los pocos montones de ropa que quedaban en mi cuarto, pues si, había comenzado a limpiar este lugar.

Poco a poco.

Encontré un suéter color vino y unos pantalones ligeramente anchos de blue jean un poco desteñido. Los dejé en mi cama y sin querer no pude evitar verme en el espejo que estaba diagonal a esta.

Una pijama simple, pantalones anchos de estampado escocés y una franela negra tres tallas más que la mía.

Suspiré de nuevo, decidí ignorar a mi cabeza y sus intentos de hacerme sentir mal.

Me dediqué a tomar un baño rápido sin pensar demasiado en lo que estaba haciendo, pues pensar en parte es lo que me hace estar mal por cosas que según yo, no tienen sentido.

¿O quizá si?

No lo sé.

A veces siento que las cosas están claras pero todo se vuelve confuso de nuevo, es un revoltijo contradictorio que hay en mi cabeza.

Lo único que tengo seguro es que mientras más conciente soy de mi vida diaria, más me deprimo.

Suena mal, lo sé, pero vivir en automático no se siente tan terrible como suena.

Solo que no siempre vas a poder vivir así.

Rodé los ojos nuevamente, ya estaba vestida frente al espejo, no sabía si llevar el pelo suelto o recogerlo.  El mensaje de Adam diciendo que ya estaba en la parada me hizo colocarme una pinza a prisas, jalandome algunas hebras de mi castaño cabello alborotado.

Tomé mi bolso con las cosas necesarias dentro y salí trotando de ahí, al llegar a la entrada Franco me saludó como siempre, pero al notar mi prisa aprovechó de reírse un poco de mi.

Sin malas intenciones, claro.

—¡Cuidado y llegas tarde a tu cita! —dijo antes de que saliera del lugar, me detuve justo a tiempo para responderle.

—Ya quisieras que fuera una cita. —rodé los ojos con una sonrisa y seguí con mi camino, troté un poco más hasta llegar a la parada dónde ya sabía estaba Adam.

Esta vez tenía una pinta más tranquila, un pantalón gris oscuro y una camisa blanca.

Sus ojos verde claro se posaron sobre mi y una sonrisa curvó sus labios.

—No hacía falta la prisa.

—Tampoco quería dejarte esperando, —respondí con la respiración algo errática, acomodé varios de mis pequeños cabellos que se habían alborotado—, me hace falta hacer ejercicio...

El río un poco para volver su mirada al celular que tenía en mano, mandaba un mensaje al parecer, yo solo me limité a terminar de arreglar el desastre andante que era.

—Bien, ya avisé que vamos para allá, solo tendremos que ir, escojer al gatito, colocarle las vacunas y ya es tuyo.

Le sonreí realmente alegre por eso.

—Gracias, de veras me hacía falta algo de compañía.

Pasar tanto tiempo sola no ayuda mucho con el proceso de estar mejor.

—Creeme cuando digo que sé lo que es sentirse solo, —su típico tono relajado se esfumó por instantes, dando paso a uno más serio, sus ojos parecían perdidos en recuerdos de algo que un día sucedió—, los animalitos ayudan mucho a mejorar, no siempre fui este chico que ves hoy día; todo es parte del proceso, chica gótica.

Con eso me volvió a sonreír; yo no supe bien qué responder, pero mi corazón se sentía bien, todo eso fue como un abrazo a esas heridas que aún seguían vigentes, vuelvo a repetir que todos tienen sus propias batallas; a medida que voy conociendo personas, me siento menos sola en mi propia mente.

Si para él todo estuvo bien, quizá para mí sea igual.

¿Verdad?

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