Capítulo 13
Dash.
-Gracias. -Dijo con total honestidad, lo que me hizo sonreír un poco y suavizar mi expresión-. En verdad, no tenías que.
-Ah por favor, ya estamos aquí. -Respondí dándole un vistazo rápido al edificio.
Vivía un poco lejos de la universidad, pero no demasiado. Esta vez me tomé el tiempo de detallarla:
No era demasiado alta, sus botas le brindaban un poco de tamaño; llevaba unos jeans negros al cuerpo el cual poseía un par de rasgaduras que no dejaban ver la piel. Una camisa de mangas largas negra con franjas en vino tinto, que ahora se veía más oscuro por el agua. Estaba empapada. Su cabello se veía más largo y estaba pegado a su rostro, ahora me doy cuenta que posee bastantes ojeras, me pareció curioso dado que yo también tengo, solo que no se notan tanto.
-Oh, -pareció haber recordado algo, el sonido de su voz interrumpió mi análisis-, ten. -Ofreció con su mano extendida; era mi chaqueta, le había servido de refugio en algún momento de la caminata.
Ya la lluvia había cesado un poco, agradecí con la cabeza y ella dió unos cuantos pasos hasta quedar protegida con el techo en la entrada del lugar. Por un momento pude denotar duda en sus ojos cafés. Yo esperé a que hablara.
-¿Te apetece entrar? -Abrí un poco los ojos al escuchar su pregunta, solté una pequeña risita, negando.
-No es necesario, -ella iba a refutar, continué-, estoy bien, es difícil que me llegue a enfermar. Entra tú, estás temblando.
Sus mejillas se comenzaron a ruborizar; optó por abrazarse en un intento fallido de disimular. Se quedó ahí de pie, supe que quería insistir.
Alcé una ceja y le señalé la puerta para que entrara; suspiró resignada. Pero en lugar de irse se acercó a mi de nuevo, ofreciendo su mano, la tomé mientras la estrechaba.
-Un placer haberte conocido Dash. -Sonrió sin poder sostenerme la mirada.
-El placer es mío Ashley. -Dije y ella volvió a alejarse para entrar, comencé a caminar con tranquilidad pero me detuve al escuchar su voz nuevamente.
-Dime Ash. -no voltee; asentí con la cabeza esperando a oír el sonido de la puerta al cerrarse, habiendo sucedido eso continué con mi caminata.
Eran las siete y cuarenta y cinco de la noche, la fuerte lluvia ahora solo era una suave llovizna, relajante a decir verdad.
No suelo tomar autobuses para ir a lugares no tan lejanos; me gusta caminar solo, y por masoquista que suene era agradable caminar bajo la lluvia. Aunque si, me estaba muriendo de frío.
Luego de avanzar bastante no pude más, estaba comenzando a temblar de más por el frío, así que sin parar de avanzar le escribí a un amigo que vivía un par de cuadras más adelante. Había hablado con el unas horas antes al terminarse el partido; nos conocemos desde que estamos en la secundaria, cuando yo era el líder del equipo de Los Osos Polares.
Luego de retirarme el fue el único en quien confié plenamente para encargarle el equipo, desde entonces los ha mantenido en la gloria. Unos minutos más tarde lo ví llegar con un paraguas, la sonrisa que dió al verme refugiado en las afueras de una panadería a punto de cerrar fue un poema; la burla era clara en su sonrisa de medio lado, junto al brillo en sus ojos. Sus labios estaban un tanto apretados, quería reírse.
-Hey. -saludó lanzando un paraguas a lo que yo alcé una ceja, el rió un poco, se estaba conteniendo.
-¿En serio? -Dije, esperando sus carcajadas- Venga, ríete.
Entonces fue cuando explotó, los pocos trabajadores que quedaban dentro nos miramos y luego volvieron a lo suyo. Suspiré con una sonrisa de boca cerrada, al idiota ya le faltaba el aire.
-Ya cálmate, que me dará hipotermia si no nos vamos de aquí.
-Culpa tuya por andar haciendo quién sabe qué. -Se burló en medio de un intento de calmar su ataque de risa-. ¿A poco tuviste una cita con Poseidón?
-Cállate. -Me limité a decir.
-¿Estabas caminando dramáticamente bajo la lluvia, Dash? -Preguntó con todas las intenciones de volver a reírse.
Masajeé el puente de mi nariz para pasar por su lado y comenzar a caminar a su casa, el me siguió. Y como era la costumbre de Oliver Stevenson, no cerró la boca.
-Al parecer no has dejado de ser una reina del drama.
-Oliver. -Advertí.
-¿Caminar bajo la lluvia?, ¿me estás jodiendo Dash? -suspiró dramáticamente, decepcionado- antes eras más original.
-Original tus pelotas. -Dije, el volvió a reír.
-Vamos, no es para tanto. -me respondió-. Ya, ya; me calmo.
-Gracias.
-Oye, pero es en serio ahora, ¿qué haces así de empapado?
-Llovió, por si no lo has notado, auto no tengo, paraguas mucho menos. ¿Qué esperabas que hiciera?
-¿Esperar a que la lluvia pase quizá? -Sugirió siguiendo mi sarcasmo, yo resoplé- ya parezco tu madre reclamando.
Reí rodando los ojos, al llegar a su casa me pidió esperar en la puerta para traerme unas toallas junto a su madre; Michelle, ella al contrario de su hijo, me dió una sonrisa cálida y una mirada de desaprobación al ver mi estado. La saludé amablemente para secarme un poco y entrar sin gotear agua.
-Ya sabes dónde está la ropa. -Dijo Oliver dirigiéndose a la cocina.
Pasé varias horas en su casa, hablando y jugando videojuegos hasta que perdimos la noción del tiempo. A las doce y treinta y tres minutos decidí irme, el insistió en que me quedara, pues habíamos tomado un par de tragos en todo este rato; yo estaba conciente y al cien, así que luego de despedirme esperé el bus. Para mi suerte siempre trabajaban hasta bastante tarde.
Llegando a casa, ya que la parada quedaba un poco lejos, pude divisar la figura de alguien sentado en la acera, sus codos en sus rodillas, llevaba capucha así que no podía ver quién era.
Por instinto busqué mi navaja sin sacarla, al terminar de acercarme pude distinguir de quién se trataba, su cabello rubio sobresalía un poco de la capucha, y se veía un tanto naranja por las luces de la calle, su nariz perfilada iluminada por las mismas.
Esas manos de dedos delgados y visiblemente frágiles se veían inquietas.
-Nora, ¿qué haces aquí? -hablé un poco más tranquilo, se mantuvo en silencio- ¿Nora?
-¿Dónde estabas? -Mustió, su voz era ronca y controlada, pero la conocía demasiado bien para lograr notar ese toque de enojo; algo había pasado.
Traté de medir mis palabras.
-Te dije lo del partido. -Respondo maquinado en mi cabeza qué podría estar pasando-. Nora, ¿qué está-
-¿Dónde.carajos.estabas? -Pronunció con lentitud, apretando los dientes, ahora sí ya no entiendo nada.
Eso mismo dije, nada. Ella se levantó de golpe para mirarme, sus hombros subían y bajaban con cada respiración acelerada, tenía una postura tensa y sus manos temblaban ligeramente.
¿Pero qué mierda...?
-Nora, cálmate, necesito que te calmes. -fue lo único que se me ocurrió decir-. Fui al partido y luego a casa de un amigo, ¿que sucede? ¿qué tienes?
Se lamió los labios manteniendo su respiración errática, ahora podía verla un poco mejor, estaba bañada en sudor, tragaba constantemente y le costaba mirar hacia arriba, sus finos labios estaban muy pálidos. Solo la he visto así cuando tenía abstinencia...
Entonces, luego de unos segundos de silencio donde me había dado la espalda, se volvió hacia mi y dijo las tres palabras que más odiaba.
-Estoy en deuda.
Con que eso pasaba.
-Estás en... -procesé lentamente sus palabras en mi cabeza, dejé de mirarla y pasé mis manos por mi cabello de por si alborotado.
Todo tenía sentido.
-Estás sufriendo de abstinencia, tienes una deuda, y quieres que te dé dinero. -Concluí en voz baja volviendo a mirarla. Ahora el enojado era yo.
Asintió lentamente.
-Dash, yo sé que-
-¡Y una mierda! -grité- escucha, cada vez estás peor Nora, ¡mírate! Estás tan delgada que pareces un cadáver andante. Sabes que no gano mucho, ¡sabes mi situación! Maldita sea. -Tomé aire porque me estaba comenzando a faltar-. No es la primera vez, y tampoco será la ultima probablemente.
Di una respiración profunda para alivianar un poco el ambiente, la ví de nuevo, sus ojos se movían rápidamente, como si temblaran, volvió a tragar saliva y sus piernas fallaban de vez en cuando, estaba comenzando a tener pequeñas arcadas.
-Ya me rendí tratando de hacer que dejes esto, te di el consejo de que no pidieras si no tenías dinero, -controlé mi tono-, luego llegas tú y te endeudas tres veces... ¡tres malditas veces Nora!
-Es que no lo entiendes, yo-
Ella misma se interrumpió al alejarse de mi corriendo un poco, buscando desesperada un lugar. Oh no, fuí tras ella y antes de lo esperado vomitó, sostuve su cabello el cual sobresalía de la capucha la cual le quité, cuando terminó estaba temblando, con una de sus manos buscó dónde apoyarse y le ofrecí mi brazo.
-Nora, entiende, no estás bien.
-Lo estaré a penas tenga.
Chasqueé la lengua llevándola a las escaleras para que se sentara, me crucé de brazos.
-Tienes razón.
-¿Eh?
-Es verdad, no lo entiendo. Tienes una familia que te ama, el trabajo que querías, muchas posibilidades en frente. No entiendo tu necesidad de andar con la mente nublada todo el tiempo, cada vez estás jodiendote más y ma-
-¡Cállate! -gritó sobresaltada- ¡solo cállate de una buena vez! Lo que menos necesitaba era esto... no, no sabes una mierda sobre mi, de lo que sucede, ¡no sabes nada! -le costaba respirar y sus palabras se enredaban de vez en cuando- si, puedo tener una buena vida pero todo está aquí -con su mano derecha tocó su cabeza muchas veces de manera agresiva, mientras más cosas decía más le costaba decirlas- así que cierra la maldita boca de una vez.
-No, porque ya estoy harto de que te destruyas de esta manera, -me levanté-, no voy a ayudarte.
-¡Dash!
-No puedo. -sentencié-. Traté de ayudarte tantas veces para que notaras lo destruida que estabas, pero fui yo el que no se dió cuenta de que no querías mi ayuda; solo cuando te convenía. -mi tono derrochaba una decepción abrumadora,pareció notarlo-. Tuve un buen día hoy, tu también podrías tenerlo, pero no lo intentas, rubia, no lo intentas...
-Dash...
-Ve a casa. -suspiré pasando las manos por mi cara-. Ve, recupérate y arregla esto. Ahora estás sola.
-No... -suplicó- por favor.
-¡Lárgate! Ya lárgate.
Solamente pasé a su lado entrando a mi casa, al cerrar la puerta apoyé la espalda contra la misma, escuchando los débiles sollozos de esa rubia que luchaba con mantenerse fuerte e imponente frente a mi. Se estaba quebrando, pero quizá así podría comenzar a mejorar.
Nota de autora: Bueno, otra discusión entre este par de seres fríos que odian sentirse débiles.
No sé que lleguen a pensar a cerca de la decisión de Dash con esta situación, quisiera saberlo, así que comenten qué piensan al respecto.
Eso es todo por ahora Gatitos sentimentales, cuidense mucho y hasta un próximo capítulo.
Besitos plurales.♡
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro