32
Ned Branthley
Llevamos más de media mañana releyendo todo lo del caso en Bill, sobre la casa quemada y el asesinato a sangre fría del mejor policía del pueblo. Según la redacción de varios periódicos en ese tiempo, el caso fue señalado por hurto, pues al policía no se le halló ninguna de sus pertenencias personales, como: billetera, anillo, placa y sus zapatos. La hora de muerte, según la autopsia, abarcó entre las diez y las once de la mañana, cuando el oficial hacía su rutina en el área; el incendio de la casa sucedió una hora después, según vecinos cercanos, entre las doce y doce quince vieron el humo salir de la casa y luego como todo agarró candela muy rápido.
Me detengo un momento en la hora paralela, notando el transcurso de los hechos, muy bien el asesino pudo haber hecho las dos cosas, pues hay una hora casi dos, de diferencia entre un hecho y otro. Es increíble como todos estos datos los hicieron pasar por alto y no le prestaron la más mínima atención.
¿Por qué no se enfocaron en hallar al "ladrón" que asesinó al oficial? Dejaron que un crimen, para un oficial querido y valorado por una comunidad, quedara en el olvido. En pueblos tan pequeños es muy difícil que hallan ladrones, pues la mayoría se conoce y normalmente son los de ciudad quienes cometen actos delictivos.
Estoy más que seguro que la asesina dejó todo esto para que descubramos qué pasó en el pueblo de Bill.
—No hay nada relevante en estas páginas, no se habla de la hija de esta mujer, ni nada. Es como si fuesen fantasmas en ese pueblo y nadie las quisiera.
Habló Aileen haciendo que saliera de mis pensamientos. Su rostro fruncido en una mueca porque no ha encontrado nada me parece de lo más adorable—. ¿Qué fue lo que pasó en ese pueblo?
—Lo mismo llevo analizando. Todo lo dejaron pasar muy rápido, muy mal procedimiento policial.
Aileen esboza una sonrisa y me hace sentir muy bien, sus labios con ese rojo tenue le hace ver más blanca de lo que ya es.
—Se debe enfocar en la mente de esta persona. Normalmente, un asesino serial, planea todo muy bien; su firma personal o mensaje transmitido tiene mucho que ver en los casos. Estuve investigando un poco más y considero que esto no es algo contra el género masculino. Tal vez, es el mensaje que se transmite al ver que todos son hombres, que son jóvenes y que son muy bien parecidos —le presto suma atención a lo que dice, el informe preliminar que se hizo con Hillary, indicábamos eso, algo personal.
»Su primer mensaje fue el del tatoo, donde fue obvio, que era una burla. Y ahora, con la historia de este pueblo, es obvio que quiere decirnos algo más —echa su cuerpo más adelante, para colocarse en un modo más confidente— ¿Pudiera ser qué de verdad la asesina es la hija de Alice?
Me quedo pensativo unos segundos. Tenemos dos posibles sospechosas. La hija de Alice Franz, y la hija de Jessica —ambas desaparecidas— según esta última no sabe información sobre su hija, porque se mudó y cambió sus contactos, algo que si es sumamente sospechoso.
—Bueno, está entre ambas —menciono taciturno—, ¿Pero por qué acabar con la vida de estos chicos? ¿Qué tiene que ver con lo que pasó entre su madre y el policía?
—No lo sé mucho. Tampoco logro relacionar la situación. Una cosa es matar al amante de tu madre por vengar el honor de tu padre y otra cosa es asesinar a muchos jóvenes; que ninguna relación tienen con eso.
John da dos toques a la puerta antes de asomar su cabeza. Esta mañana lo he llamado y le he enviado a custodiar a Jessica, miro mi reloj y ya casi es la hora del almuerzo, tuvo que ser relevado.
—Con permiso detective, ya recibí el cambio de turno —dice entrando por completo, le sonríe a Aileen y ella lo hace de vuelta.
—Muy bien. ¿Alguna novedad?
—No. —Rasca su cabeza y se sienta en la otra silla frente a mi escritorio—. No salió en toda la mañana del lugar. Y no recibió visita.
Antes de que siguiera hablando el teléfono de la oficina suena y lo contesto, ha surgido algo con la autopsia del último chico y necesitan que esté allí. Me despido de los chicos y salgo de la oficina. En el camino me encuentro a Hillary, su rostro un poco rojo y sus ojeras marcadas, me asombro, pues esta mañana no la percibí así.
—¿Va algún lado? —me pregunta titubeante. Algo muy inusual en ella.
—A la morgue.
Al final, vamos ambos al sitio.
Ya en la morgue cumplo con todo el protocolo que implica entrar al lugar, me coloco guantes y un tapabocas. Personalmente el olor que allí desprende no me gusta para nada, por más desinfectantes que echen siento que el olor a muerto no se quita. Hillary hace lo mismo, en todo el camino en el auto hacia acá no dijo nada como siempre, se limitó a ver por la ventana.
—Buenas tardes, Ned —Richard, el forense me saluda, lleva su bata blanca y sus lentes redondos— Te ves más viejo hoy.
Su broma me hace sonreír, siempre tratamos de llevarnos bien, desde que lo conozco me ha caído súper.
—Tú si que estás igual —contesto con una sonrisa en los labios.
—Buenas tardes agente —baja su cabeza en señal de saludo hacia Hillary, quien asiente como respuesta.
Sin decir mucho camina hasta la camilla que está al frente y levanta la sábana que cubre el cuerpo, enciende una bombilla por encima del cuerpo del chico para verlo mejor. El rostro pálido del joven, cuya facciones no son para nada malas o no eran, tiene las cejas pobladas, de un negro intenso igual que sus cabellos, su nariz perfilada y con la punta algo gruesa, y unas pestañas muy largas.
—¿Qué has descubierto? —pregunto, él me pasa el informe preliminar.
—Para cuando ha sido encontrado el cuerpo ya tenía veinticuatro hora sin vida. Las puñaladas no son iguales a las de los otros —me mira notando mi ceño fruncido, suspira buscando la manera más fácil de explicarme—. Los otros chicos tienen un modo distintivo, ya han eyaculado cuando reciben la primera puñalada, pero este chico no, y además —nos muestra su miembro, Hillary y yo, observamos la zona— solo tiene una puñalada. Los otros cuerpos siempre tienen más de tres.
—¿Cree que no ha sido la misma persona?
Él posa su mirada en Hillary, pues ella es quien ha hecho la pregunta.
—No me digas que podemos estar frente a un imitador.
Mi voz desprende ruego, pues si eso es así, podríamos estar ante dos presuntos asesinos ¿cómplices? Tal vez.
—No. —toma la mano del chico y la levanta—. Sin duda es ella, su marca distintiva se nota, pues el corte es hecho con la misma arma de todos. Pero esto fue como sacado de la manga a última hora. Normalmente los cuerpos los deja en zonas boscosas donde es fácil hallarlos, este fue encontrado dos días después. Cómo si le interesara que se hallara después de su ida al pueblo.
Ambos nos miramos al rostro, esto confirma más nuestra teoría, ella está entre nosotros. Pero dónde, cómo.
—Si puedes mirar —Richard sigue hablando— Aquí en su uña hay un cabello, en la primera revisión no lo he notado, pues está algo enredado con el barro que cubría su cuerpo.
—¿Se puede determinar al ADN por medio de ese cabello? —la pregunta de Hillary es buena, miro a Richard para esperar su respuesta.
—Si corremos con la suerte de que el cabello ha sido arracando desde la raíz, sí.
—Envía rápido ese cabello a analizar. Por favor, que busquen la manera de conseguir algún parentesco. —toco su hombro y él me mira al rostro, es un poco más bajo que yo, pero más blanco—. Gracias por revisar el cuerpo de nuevo.
—Es mi trabajo dar un buen informe.
Su respuesta me es gratificante, me alegra saber que hay personas que se toman enserio su trabajo; le hago señas a Hillary para que nos vamos, no sin antes despedirme de Richard y decirle que me llame cualquier cosa. Él asiente y me regala una grata sonrisa.
Al salir la luz del sol nos recibe, como es de esperarse está caliente y dispuesto a quemar a quien sea. Por estos lares, las calles están un poco más solas, pocos autos transitan en el área. Cruzamos la calle juntos y vamos al auto. El silencio de esta mujer está por marearme y decido romperlo.
—Creo que esta vez podemos dar con ella. ¿Por qué piensas que actuó tan rápido y sin meditar?
Cuando hago la pregunta su mirada me recibe, le da la vuelta al auto y abre la puerta del copiloto, yo ingreso de mi lado.
—Pues llevo analizando todo en mi mente. Para mí, daría lo mismo si lo mataba antes o después de que fuéramos al pueblo. En el sentido si fuese ella. No sé qué pensar realmente. Tal vez lo hizo ¿para poder ir con nosotros? O estar cerca.
Se encoge de hombros y deja de mirarme.
¿Ir con nosotros? Pero si solo íbamos ella, Aileen, John y yo.
Eso quiere decir que la asesina puede estar entre las dos.
Mis pensamientos me hacen reír. Ella me mira cuando escucha mi sonrisa y en su rostro puedo notar que se ha dado cuenta de lo que ha dicho. Abre sus ojos y su boca para decir algo pero luego la cierra de nuevo.
Después de varios segundos, si habla. Yo, enciendo el motor.
—Bueno, digo no de ir directamente con nosotros. Pero si, cerca. No sé.
La veo abrumarse y aunque no digo nada su idea me parece bien. Pudo haber sido así. Pero ¿Qué conseguiría ella con ir al pueblo?
Después de regresar a la estación y saber que todo estaba marchando con normalidad me concentré bastante en la investigación. Urgué en el pasado de todos un poco, pero no conseguí nada relevante. Sin darme cuenta el tiempo pasó volando y ya iban a ser las ocho de la noche. Me levanto de la silla, sintiendo mis piernas dormidas y mi trasero duro, agarro las llaves de mi auto y antes de que pudiera salir Hillary entra a la oficina. Con paso decidido y su rostro con expresión dura me dice:
—Vamos a cenar juntos.
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