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31

La alarma se escuchó sin problema a las ocho de la mañana, misma hora de siempre. La muchacha se removió en las sábanas y estiró su cuerpo, decidida a darse un buen baño para iniciar un día bien cargado, se levantó sin ningún problema.

La habitación estaba fría y por la ventana se podía notar que afuera estaba nublado, recorrió a paso lento de su cama al baño, como ya estaba desnuda entró directo a la ducha, donde pudo verse reflejada en el vidrio de la misma. Tocó sus mejillas, palpando la superficie grumosa en ellas, sangre.

La noche anterior había terminado como ella quería, con la sangre del chico por todo su cuerpo...

—Eres muy hermosa —le refirió el chico cuando se acomodaron en una parte más oscura y alejada del lugar de las carreras.

—Muchas gracias. Tú también eres muy guapo.

Dejó suaves besos en el cuello del chico, este a su vez tocaba cada parte que podía de la piel de ella. En pocos segundos el vestido estaba fuera del alcance y el mismo sirvió para que ambos pudieran arrecostarse.

Ella debajo de él, dejando que el aroma a dulce del chico le inundara sus fosas nasales, el recorrido de los dedos de él la hacían arquearse, estaba excitada sin duda alguna y en su mente no dejaba de pasar la imagen de él todo ensangrentado. Tal vez estaba pensando mucho en eso cuando sintió el sabor metálico de la sangre en su boca y el quejido del chico cuando esta le mordió el labio.

—Lo siento —dijo apenada, viéndolo directo a los ojos—, es que me pones muy ardiente.

Él no objetó para nada, más bien dio una sonrisa maliciosa de lado y se fue bruscamente sobre ella, llevándola a horcajadas sobre él, ambos sentados; en pocos segundos, llenos de besos y mordidas, entró en ella sin problema.

Mordió su labio interior al recordar como terminó todo, escondió el cuerpo entre los matorrales del lugar y aunque lo encontraran no iban a poder relacionar ese caso para nada. Sonriendo y con mucho más ánimo del esperado, terminó su ducha y salió muy animada a lo suyo.

Ned Branthley

La mañana está fría, grandes nubes negras adornan el cielo que ayer era azul intenso. Estaciono mi auto frente a la estación de policía y entre mis cosas rebusco todos mis apuntes. Otra noche más sin poder dormir bien, decidido hallar cualquier indicio que me lleve mucho más cerca de esta mujer. Considerando las pruebas anteriores, entre la hija del policía y la hija de Alice puede estar esta asesina. Es algo que socavé muy a fondo en mi mente.

Reviso más de una vez todo lo sucedido luego del incendio y cómo no reportan haber encontrado el cuerpo de la joven, me pregunto cómo pudo ser posible que lo hayan pasado por alto, como si fuera algo normal y para nada importante.

Cosas de pueblos.

De un taxi frente a mi auto veo bajar a Aileen, su cabello suelto largo hasta sus caderas le tapa el rostro que lleva unas gafas oscuras, tiene uno jeans negros ajustados y unos tacones de un rojo intenso que combinan perfectamente con su blusa blanca con detalles en rojos. La veo entrar al lugar y decido hacerlo yo también, pero antes de poder abrir la puerta Hillary toca el vidrio con sus nudillos.

—Buenos días —bajo del auto y le sonrío a pesar de que noto su rostro todo serio.

—Buen día detective. ¿Algo de lo que deba estar informada?

Lleva un pantalón azul oscuro y una camisa blanca simple, mostrando en frente su placa de policía, su cabello está recogido y aunque sus cejas están bien definidas no lleva nada de maquillaje.

—No. Anoche me informaron que varios de los chicos que estaban siendo custodiados ya han dejado el país.

Ella asiente ante mis palabras y emprendemos nuestro camino hacia adentro del lugar. Una vez allí todo es un tanto caótico, puedes observar a muchos moverse con papeles en mano, personas haciendo fila para colocar alguna denuncia y uno que otro delincuente esposado en las esquinas.

—Bueno, esta mujer ha estado muy tranquila últimamente, lleva más de una semana que no ha aparecido ningún cuerpo ¿A qué crees que se deba?

Nos detenemos frente a la cafetera y soy el primero en llenar mi vaso, le ofrezco llenar uno para ella pero me hace señas con su cabeza de que no.

—Anoche pensé lo mismo —respondo con sinceridad, pues si fue algo que rondó mi mente—, llevaba un patrón seguido y aunque me alegra porque no ha habido otros cuerpos me da un poco de miedo.

—Después de que nos envió a ese pueblo, considero que ella sabe nuestros movimientos —hace una pausa y lleva sus ojos alrededor del lugar, cerciorándose de que no haya nadie cerca que pueda escuchar— ¿Podríamos tenerla aquí adentro?

Su pregunta queda en el aire. Mi mente queda en blanco. Qué la asesina esté en medio nuestro es algo muy aterrador; más no imposible. Mi mente va a lo de Marco, como supo cuándo y dónde hallarlo, siento mi sudor bajar frío por mi cuerpo, si esto termina siendo cierto, creo que estamos jodidos.

¿Estás aquí?

¿Dónde?

Hillary Duff

El detective Ned palidece ante mis palabras, pero en su rostro veo que la idea no le es descabellada, si esto termina siendo cierto estamos en un grave problema. La situación con mi mamá no está del todo quieta, he tenido que dejarla en un hotel porque la están investigando, aunque no soy la asesina si llegan a saber que tengo parentesco con el amante de Alice estaré en el ojo del huracán. Al final tomo un vaso y me sirvo de café también.

Ned me observa y noto que frunce el ceño.

—Ahora me provocó —digo subiendo los hombros.

Le escucho reír y cuando creo que va a decir algo más la voz de Aileen toma protagonismo.

—Buenos días a ambos —giro mi rostro para mirarla, tiene poco maquillaje y sus ojos tienen un brillo agradable.

El primero en responder es Ned, puedo ver como sonríe abiertamente mientras le toma la mano y le da los buenos días más largos que he escuchado en mi vida.

—Buen día —respondo yo de mi parte, tomando mi café e ignorando la escena frente a mis ojos.

—Tengo muy buenas noticias —Ella sonríe mostrando sus blancos dientes, me mira ahora a mí y por una extraña razón, siento mi piel erizarse—, Estuve hurgando un poco más en el pasado de esa familia y al parecer la hija de Jessica ha seguido los pasos de su padre.

El golpe simbólico no lo vi venir, solo sentí el dolor impactar en mi estómago, dejándome sin aire.

—¿De policía?

Ned me mira cuando hace la pregunta y sé lo que pasa por su mente.

—¿Cómo sabes eso? —pregunto de mi parte, reteniendo las ganas de vomitar e ignorando el mareo que amenaza con tumbarme.

—Bueno, le dejé mi número telefónico a la doña que entrevistamos ese día en el pueblo. Y hemos estado charlando un poco. —suelta por su boca como si nada.

—Eso afirma nuestra teoría —puntúa Ned y eso lo sabía.

—¿Cuál teoría? —pregunta esta vez Aileen pasando su vista de Ned a mí.

Aislo sus voces por un momento, dejando que el murmullo que existe en la estación llene mis oídos y logre calmarme un poco, al parecer, me va a tocar ser sincera con el detective.

—¡Guau! ¡Tienen razón! Lo más probable es que ella esté en medio nuestro —sus ojos dan con los mios al terminar de hablar, le sostengo la mirada, no dejándome intimidar, porque sé que eso es lo que quiere.

—Tenemos que ser más reservado con todo lo que vayamos descubriendo.

Las palabras flotan en el aire y el café se me ha puesto frío, teniendo un sabor a barro que detesto y decido arrojarlo al tanque de basura. Ned y Aileen se van charlando a la oficina y yo mientras busco la mía, necesito idear un plan para poderle contar a Ned todo y que no me ponga en duda, yo no soy la asesina.

Una vez dentro de mi oficina me dejo caer en el asiento. En mi mente vagan miles de recuerdos, en todos están mis papás y noto como las felicidad nos embriaga. Jamás pensé que después de tanto tiempo el respeto y orgullo que sentía por mi padre caería al suelo haciéndose añicos en mil pedazos, las paredes grises de la oficina reflejan como una pantalla esos momentos tan lindos que vivimos juntos, donde para mí no existía mejor hombre que mi padre y donde yo era su mejor tesoro. Siempre soñé que me encontraría un hombre como él para realizar mi vida, que me llenara de detalles todos los días.

Para mí el matrimonio de mis padres era la maravilla, siempre alardeaba de eso incluso en la Universidad y en la escuela de policía. Mi tesis final fue inspirada en él, mezclada con el amor parental y el que él me solía mostrar. Jamás los vi pelear, jamás los vi discutir. Mi madre ante mis ojos era tan feliz, estaba tan llena de vida que yo añoraba un día ser y estar como ella.

Lágrimas caen de mis mejillas y las limpio con rencor, las imágenes hermosas proyectadas en esa pared se van borrando, marchándose con hilillos rojos que recorren el rostro de mi madre, de mi padre. Me encuentro envuelta en un gran problema, por causa de una situación tan vieja y que nisiquiera conocía. Es cierto que las personas ven, solo lo que quieren, distorsionando su realidad para no caer en el dolor de esta; lo más probable es que en la oscuridad de su habitación mi padre y madre discutían, tal vez ella le reclamaba porque pasaba mucho tiempo en la estación de policía, quizás ya ni se tocaban, y por eso mi padre puso los ojos en otra mujer. Lo más seguro es que mi madre llorara todas las noches después de descubrir su infidelidad y saber ahora, después de tantos años que él aún continuaba con eso le debe de estar doliendo mucho más.

La realidad siempre supera la ficción, y por ahora mi realidad está un poco difusa.

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