20
Hillary Duff
El viaje se ha tornado un tanto silencioso, pero realmente lo agradezco. Así puedo tener mi mente concentrada, más enfocada en lo que vamos hacer, hacia donde vamos.
Mi pueblo natal.
Es increíble como había pasado tanto tiempo huyendo a algo como esto, tener que volver al lugar que me vio nacer. Mi madre y yo nos mudamos al año después de la muerte de papá, cuando las personas se cansaron de darnos el pésame, ya todo era monótono para nosotras.
Le agradecí con el alma la decisión de irnos a otro país incluso. Era terrible tener que estar en el lugar donde todo mundo te conoce y sabe de ti, mucho más si tu papá era un policía activo del lugar.
Aunque he cambiado un poco físicamente estoy segura que más de una de esas señoras me recordarán, así que espero no tener que encontrarme a nadie.
—Según esto, ya deberíamos estar cerca.
Giro mi rostro hacia Ned, quien está a mi lado de copiloto, tiene el gps encendido; aunque yo sepa exactamente a donde vamos.
—¿Cuánto falta exactamente?
Aileen pregunta, su voz un poco apagada, como si estuviera cansada. Va detrás junto a John, la miro por el retrovisor y noto su mirada en Ned.
—Según el gps 45minutos —contesta éste brindándole una sonrisa muy pequeña a ella—. Creo que nos ahorramos más tiempo del que creíamos.
La verdad nos hubiésemos ahorrado hasta una hora más, pero dejé que fuera Ned con el gps quien nos guiara; no quiero que sepan que sé a donde me dirijo.
—Ah, toma —John extiende un pañuelo a Aileen—, gracias por habermelo prestado, me sirvió de mucho.
—No tranquilo, quedatelo. No me hace falta. No te preocupes.
Ella le sonríe de vuelta, él asiente con una sonrisa en los labios. Observo a mi lado y veo como Ned traga un poco grueso, deja de mirarlos por el retrovisor. No sé por qué pero siento que algo pasa entre el detective y la estudiante. Aferro mis manos al volante y decido ignorar todo a mi alrededor. Prefiero pensar en un problema a la vez.
Uno a la vez.
Ned Branthley
Según el gps de mi celular ya estamos a pocos minutos de entrar al pueblo, todo el camino hemos estado algo callados, excepto hace como media hora que Aileen y John no han parado de charlar. Él le ha contado que ya se siente un poco mejor, que el hecho de que yo lo haya llamado le ha caído muy bien. Ella por su parte lo ha felicitado, le ha incentivado a seguir adelante y no echarse las culpas de lo sucedido con Marcos.
Yo por mi parte no he podido dejar de mirar por el retrovisor hacia ellos, no me gusta con la confianza que se hablan, ni las sonrisas que ella les da, ni tampoco el hecho de que él tenga un pañuelo de ella. Sé que no tengo el derecho a sentirme así y ni siquiera sé porqué me pasa esto; sólo sé que el hecho de saber de que ambos son de la misma edad, que se hablan con mucha naturalidad me enfurece un poco. Tal vez estoy algo cansado y por ello pienso en tonterías, pero me imagino que Aileen tal vez le guste John, eso me hace sentir un poco mareado.
—Estoy segura de que así será ¿Cierto detective? —Aileen me hace salir de mis pensamientos egoístas—. Estoy más que segura que en este lugar encontraremos muchas pistas.
—No hace falta tener un doctorado para saber que la asesina tiene algo que ver con este lugar y esa señora muerta.
Es Hillary quien responde. Su tono no sonó despectivo, ni arrogante, fue más como un pensamiento fuera de su mente.
En frente nuestro vemos un anuncio en madera, un tanto viejo y con la pintura desgastada que dicta: Bienvenidos a Bill. Donde el bienvenido ya no tiene las dos e y Bill está muy pálido. Hillary decidió conducir y yo agradecí, pues el cansancio hubiese sido un tremendo problema. La carretera que da al pueblo está bien desgastada, el auto rebota un poco por los huecos que hay en el asfalto; este pueblo está algo acabado.
En pocos minutos de la entrada podemos ver como se alzan las grandes casas de madera estilo antiguo. Lo primero en verse es un hotel llamado "Descanso" con una fachada más de una casa, que de hotel. Justo al frente queda la estación de policía, puertas de madera grandes con unos bonitos acabados en forma de espiral, se nota que no la pintan desde hace un buen tiempo; bueno todo el pueblo tiene pinta de estar acabado y viejo.
Cuando Hillary estaciona el auto, soy el primero en bajarme. Tenemos la orden de investigar y urgar un poco en el pasado de este pueblo, así que me dirijo con confianza a las puertas de la estación. Luego Hillary se me une.
Una vez adentro después de las presentaciones y los discursos de por qué estamos acá, salimos con la información, en unas páginas la dirección de donde vivía esa señora. Al salir ni John ni Aileen están y mi estómago siente un revoltijo.
—Y ahora ¿dónde están esos dos? —me pareció extraño escuchar mis preguntas en la boca de Hillary, pero agradecí el hecho de que haya sido ella y no yo, quién habló—. Los llamaré.
Saca su celular y antes de que termine de marcar los veo salir a ambos, riendo de nuevo, del hotel. Ella trae sus carpetas en las manos y él le sostiene la puerta para que pueda salir.
—Hemos reservado habitación.
Aileen menciona cuando llega hasta donde estamos, su mirada está en mí.
—Porque no creo que podamos volver hoy mismo a la ciudad.
—Bien —Dice Hillary— Vayemos de una vez a la casa de esta señora.
Subimos de nuevo al auto, según la explicación del policía que nos atendió, la casa de esta mujer está fuera del pueblo, hacia arriba en colina. Según él, está a 30 minutos en auto.
El camino a la casa es un poco boscoso, pude notar varias casas grandes retiradas unas de las otras antes de llegar a nuestro destino. Aunque nuestro destino nos sorprendió mucho mas. Era un terreno vacío, con solo unos palos todos ennegrecidos y la tierra cubierta de cenizas.
Todos bajamos del auto, John saca la cámara para comenzar a tomar fotos, aquí no hay casa, ni nada que se le parezca; solo un montón de madera quemada, mas un anuncio al inicio que dice: Se vende. Hillary camina hacia el centro de los escombros, con sus pies patea madera quemada, objetos de hierro que no han sido fundidos con el fuego. Según la noticia que leímos, la casa se encendió, un accidente que inició en la cocina, y terminó por consumir toda la casa. Murió Alice Franz y su hija, el cuerpo de la segunda se rumorea fue consumido totalmente por las llamas. Ya que no hallaron su cuerpo, solo una pulsera de oro justo en el lugar que sería la cocina.
Aileen está escribiendo en su cuaderno y yo observo en mi tablet fotos de la investigación que hicieron en su momento al ocurrir esto. Los restos de la señora fueron enterrados en el cementerio. Su esposo, había muerto un año antes en un accidente.
Terrible, una historia lamentable. Pero mucho más lamentable era el hecho de que aquí no había casa que investigar, ni ningún familiar de las víctimas. Así que estábamos en cero, en el mismo punto inicial de todo el caso.
—No entiendo. ¿Qué tiene que ver este lugar con la asesina y por qué utilizó cenizas de Alice para su labial?
Esas preguntas rondaban mi cabeza y la de todos aquí, estoy más que seguro que no teníamos respuestas.
—Vayemos al cementerio —digo y me voy hacia el auto—. Tal vez allí encontremos algo. Mañana temprano hablaremos con las personas del pueblo. Alguien debe saber algo.
Todos asienten y caminamos hacia el auto. Igual en el cementerio no encontramos mucho; así que cada uno volvimos al hotel decidimos dejar lo demás para mañana. Ya era hora de dormir.
💋
Aileen Ghirardelli
El hotel me gusta, el pueblo me encanta. Es de esos lugares que buscan para las películas de terror, con todas las fachadas viejas y acabadas. Me he sentido muy bien en las pocas horas en las que he estado aquí. Mi habitación es pequeña, consta de una cama individual, una mesita pequeña y un televisor de los más antiguos en otra mesa más grandesita. Él baño está limpio al menos y, todo el cuarto tiene pintura fresca, en sus paredes tiene pequeños cuadros con imagenes de animales; no se ve como la fachada, al menos. Luego de un baño y de cambiarme decido bajar al restaurante del hotel, pues el hambre si me ha pegado un poco.
Cuando voy entrando al loving veo a la agente Hillary charlando con una señora, tiene su celular en las manos y lo aprieta muy fuerte. La verdad en todo el camino he notado que ella ha estado algo nerviosa. Los gestos corporales no se me escapan fácilmente, aunque he de admitir que ella disimula muy bien. Camino un poco más cerca, quiero escuchar lo que hablan. La señora le sonríe mucho e incluso he visto como le ha puesto la mano en el hombro. Pero antes de terminar de acercarme la señora se marcha, ahora mas cerca puedo notar que el maquillaje que tiene no la hace ver más joven.
Hillary voltea y se me queda mirando por unos segundos.
—¿Una conocida?
—¿Qué? —mi pregunta la descoloca un poco, y frunzo mi ceño.
—La señora. —señalo con mi cabeza hacia donde la señora se ha marchado—¿La conoces?
Ella mira en la misma dirección también, y cuando vuelve la mirada es la misma persona cerrada y seria de siempre.
—No. Sólo me estaba preguntando algo.
Me deja allí y camina en dirección al restaurante.
Tuerzo mi boca en gesto pensativo y la sigo, no me como el cuento ese; la señora parecía conocerla, se miraba feliz de haberla visto. Aunque realmente no sé mucho, siento que Hillary oculta cosas.
Y voy a descubrirlas.
N/A
¿Cómo que nuestra amargada agente Hillary, pertenece a ese pueblo? Oh vamos, quiero escuchar sus teorías. Aunque sé que hay pocos lectores 😥 me alegro por eso, pronto serán más lo sé. 🙏😁
Voten plisss
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