—Espero que pases buena noche —ella me sonríe por unos segundos.

—¿No tiene hambre? —se detiene antes de salir del auto, me pregunta eso—, en casa creo tener algo para comer. O bien, podemos pedir a domicilio.

Me quedo pensando por unos segundos. Sería bueno cenar otra cosa que no sea sopa instantánea.

—¿Estás segura de esto?

—Apenas son las once. ¿O es que alguien lo espera en casa?

Por más que mi mente esté en modo off creo notar el coqueteo en sus palabras.

—Absolutamente nadie.

—Vea usted. Juro que creí que al menos tenía una compañera. ¿Ni novia?

—No creo tener tiempo para mantener una relación.

—Según estudios psicológicos, tener una pareja que te ame, reduce el estrés en un porcentaje muy alto.

—¿Ah si? —frunzo mis labios—. ¿Tú tienes novio? Imagino que sí.

—Siendo sincera. No. Tenía una relación hace más de un año pero ya acabó.

Sentí unas ganas inmensas de reír.

—¿Por qué no seguimos hablando dentro? Yo si que tengo mucha hambre.

Prosiguió, no esperó respuesta, bajó del auto, yo hice lo mismo. El edificio es grande. Ella saca unas llaves y abre la reja grande de la entrada. Antes de entrar hay un camino de piedras pulidas, alrededor tiene césped y algunas que otras flores. En el living, hay un vigilante, quién al vernos levantó su cabeza del celular y nos saludó.

—Buenas noches.

—Buenas noches Mark —respondió ella, mientras yo saludé con la cabeza.

Ambos entramos al ascensor, tras ella presionar el número de piso comenzamos a subir. El recinto es bonito, es algo lujoso, no creía que vivía así, mucho menos sola.

No tardamos mucho, por lo tanto abrió la puerta del departamento. Es grande. Con una sala de estar muy ordenada; grandes muebles de un marrón casi vinotinto.

—Bienvenido a mi humilde hogar. Es un regalo de mi madre. Incluso la decoración es suya. La veo muy poco a decir verdad.

—Pensé que aún vivías con tus padres.

La observo, ella deja su bolso encima de uno de los muebles.

—Siéntate por favor —me indicó un mueble—. ¿Deseas algo de tomar? Tengo cerveza fría. Mientras preparo una pasta. Te gustará.

Asentí con la cabeza, tomé asiento. La verdad es que ese mueble no se compara con mis sillas malucas. Ella entró a la cocina, la cuál está separada de la sala de estar, de una mesa comedor de cuatro sillas, por una isla de mármol en negro. Muy lujosa y bonita.

—Mi madre vive en California hace más de seis años. Cuando se divorció de papá me quedé a vivir con él en Honsetrous; el pueblo que queda a cinco horas de acá —su voz sonaba animada, mientras que movía cosas en la cocina.

—Conozco ese pueblo. Iba mucho de vacaciones allí.

—¿Sí? —cuestionó animada—, ¿Verdad que es una hermosura? Y sus ríos, ¡ah! Una maravilla.

—Sí, —reí— Pero muy fríos la verdad.

—Ahí tienes razón.

Ella encendió la estufa y montó un sarten, a su lado montó una olla, le agrego una jarra de agua.

—Y, ¿aún ves a tu madre?

—Sí, claro. Hace como un mes estuvo acá.

Se acerca a mí y me da la cerveza. Hace mucho tiempo que no bebo alcohol.

—Ella ya está casada. Tengo dos hermanastros. Muy lindos la verdad. ¿Tus papás?

—Bueno, mi madre en su casa. Aquí mismo en la ciudad. Y mi padre pues... murió.

—¡Oh rayos! Lo lamento, olvida que pregunté eso ¿sí?

—No tranquila —reí— Pasó hace mucho ya. También era policía y murió haciendo su trabajo.

—Por eso eres policía. Bueno, uno siempre quiere ser como sus padres. En mi caso, no tengo ni idea por qué me interesó la mente humana. Mi madre es ama de casa y mi padre es un contador. Supongo que hay veces que salen niños diferentes.

Ambos reímos, ella vuelve a la cocina. Mueve lo que está en la sartén, la verdad que el olor abrió todo mi apetito. Sorbo un poco de la cerveza mientras decido relajarme un poco, olvidarme por un momento de mi trabajo, de todos esos problemas. Cierro mis ojos, dejándome llevar por el rico olor, por la sensación de frescura gracias a la cerveza.

—¿Te dormiste? —escucho una voz femenina, pero no distingo de quién—, Ya estuvo la pasta.

Abro los ojos, me encuentro con los de Aileen mirándome fijamente.

—¿Ah? —sueltan mis labios, siento mis manos entumecidas y es que tengo la lata de cerveza en ella.

—Que la pasta está lista. Vamos a comer. Me dejaste hablando sola.

Sonríe, entonces caigo en cuenta donde estoy y porqué.

—Lo lamento es que...

—No pasa nada —se ríe, me extiende su mano— Entiendo que estás cansado.

Me levanto un poco con su ayuda y vamos a la mesa. Hay dos platos y una vela encendida en medio de la mesa. La verdad que la comida se ve muy deliciosa. La pasta tiene una salsa roja encima, puedo ver bolitas de albóndigas sobresalir de ella. Hay unas copas, una botella de vino en hielo.

Esto parece una cita.

Y me gusta.

N/A

Holaaaaa. Yo de nuevo je. Solo quería decirles que el próximo capítulo será un Pov de la asesina. Conocerán un poco de ella y como se siente.

En otros temaaaaas

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