Capitulo 9
Pisó con fuerza la espalda de aquel último delincuente que atrapó, haciendo que con ello el contrario chocara el rostro con fuerza contra el suelo mientras gruñia impotente ante el sometimiento que el rubio explosivo estaba ejerciendo sobre él. Pero ya no había nada que hacer, absolutamente todo su grupo fue molido a golpes hasta dejarlos inconscientes y solo quedaba él, siendo que no estaba muy lejos de perder la consciencia gracias a los brutales tratos del molesto rubio quien tenia una expresión realmente endemoniada en ese momento.
Y no era para menos, habían arruinado su cita con la chica que le gustaba. Por supuesto que estaba molesto y se estaba asegurando darles una especial atención a aquellos villanos que tanto habían estado jodiendo. Pero claro, su desquite no duraría demasiado ya que los oficiales pronto habían llegado a la escena y no podía mostrarse demasiado agresivo frente a las autoridades ya que eso finalmente solo le traería problemas.
Era ya un conocimiento por experiencia.
—Puede dejarnos a nuestro cargo, héroe —habló uno de los oficiales poniéndose a un lado de el rubio, sacando de la parte trasera de su uniforme unas esposas. El rubio miró a su alrededor asegurándose de que los otros oficiales tuvieran bajo control a los otros villanos y soltando un suspiro irritado, pateó por última vez al hombre que tenía contra el piso en un último arranque de molestia para finalmente quedar satisfecho ya que el mismo había quedado inconsciente con ese último golpe.
—Eso fue excesivo... —murmulló el policía nervioso, pero sin decir demasiado ya que tampoco quería provocar al ya enojado rubio que al terminar su trabajo, rápidamente sacó su teléfono de uno de sus bolsillo para marcar un número específico.
Él se había asegurado de conseguirle a Angélica un celular y un número que ella pudiera usar para comunicarse con él cada vez que esté tenía que trabajar o cuando la tenía que dejar sola en cualquier aspecto. Ignoró por completo las palabras del policía que quería platicar con él y marcó de inmediato para asegurarse de que ella estuviera bien, con el propósito de luego encontrarla.
Pero no llegaba la llamada.
El rubio gruñó a lo bajo sintiendo que su humor iba empeorando aún más por alguna razón y luego de tres llamadas más, perdió el quicio.
—¿Por qué carajos no contesta? —gruñó presionando su mandíbula con frustración y sin perder el tiempo su mirada se fijó en el policía que se encontraba levantando al villano para escoltarlo a el camión que los sacaría de la ciudad—. Oye, policía. ¿Los civiles que estaban presentes en la puta explosión del banco siguen por allí?
—Oh, seguramente sí. Algunos camaradas fueron hasta allí para tomar declaraciones y...
Ni siquiera esperó a que el contrario terminara la estúpida frase que ni siquiera le interesaba. Si es que los civiles se encontraban aún en ese lugar por declaraciones, era muy probable que la morena también permaneciera ahí como se lo había pedido. Sin miramientos usó su particularidad nuevamente para acelerar su trayecto, tratando de calmar la repentina ansiedad que estaba experimentando.
Era raro que la morena no le contestara las llamadas y no quería creer que ella se fue a su mundo sin más puesto que le había prometido que no se iría nuevamente como la ultima vez en donde lo había dejado profundamente alterado. Por otro lado, una de las razones podría ser que su celular se hubiera dañado producto del disturbio, lo cual hasta cierto punto lo hubiera dejado un poco más tranquilo.
Aunque esa tranquilidad no se podría asentar en su cuerpo hasta que él mismo corroborara de que ella estuviera a salvo.
Al llegar al último lugar en donde se habían visto, se dirigió finalmente en donde se encontraban todos los civiles, comenzó a buscar de forma apresurada entre la multitud hasta el punto en donde estuvo a punto de empezar a llamarla en voz alta para que ella, si se encontraba en un lugar cercano, pudiera encontrarlo. Pero su acción fue frenada ya que había escuchado algo que lo dejó helado.
—¡Un villano apareció de un portal y se llevó a una chica! —exclamó uno de los civiles que estaba dando su declaración a un oficial. Katsuki dirigió su mirada hacia este y sus rojizos ojos quedaron impactados con lo que vio— lo único que quedó de ella para identificarla fue este collar de luna...
El collar que él le regaló a Angélica.
(...)
Sentía que se ahogaba gracias a su inestable respiración, no podía ver nada y escuchar cosas raras a su alrededor solo aumentaban la ansiedad que sentía. Por esa bolsa que tenía el la cabeza ni siquiera sabía dónde estaba y lo peor de todo era que no podía comunicarse con Katsuki ya que su teléfono se encontraba dañado y encima en su bolsillo trasero, que ni aunque quisiera podría intentarlo ya que sus manos y pues se encontraban atacados fuertemente hasta el punto de arder con cada mínimo movimiento. Ella estaba en un frío piso, acostada y asustada.
Pronto, con un brusco movimiento, la bolsa que tenía cubriéndole el rostro fue sacado dejando ver lo que realmente pasaba a su alrededor. Frente suyo pudo ver a un hombre sentado en una silla, mirándola fijamente con diversión.
—Bienvenida a nuestro humilde hogar —expresó burlón, llevándose una mirada de desconcierto por parte de la morena que en su vida había visto a ese sujeto.
Mientras había estado inmovilizada, por un momento pensó que incluso la liga de villanos la había raptado o alguno de los maleantes que había visto que fueron protagonistas en el manga de bnha, pero no tenía ni la más mínima idea de quién era él. Ojos oscuros y cabello del mismo color ligeramente largo. Realmente no tenía mucho que destacar más allá de su enferma mirada sádica.
Ese rostro de confusión que la morena fue cambiada por una mueca de dolor al sentir que alguien la agarraba del cabello con fuerza para hacerla sentar en el piso obligadamente. Jadeó adolorida por las sogas que dañaron aún más su piel y que gracias a su posición pudo ver lo roja e hinchadas que se encontraban. Quiso hablar e interrogar a esas personas, gritar por ayuda o lo que sea... pero su boca también había sido amordazada.
Pronto sintió que la persona que le sostenía el cabello se inclinaba hacia ella para mostrarse a un lado. Era una mujer, muy parecida al sujeto que tenía en frente.
—Que pasa, perra estúpida. Debes ser educada y mostrarte correctamente —habló molesta, ejerciendo fuerza para obligar a la morena a pararse a pesar de que tenía los pies fuertemente atados. Aquella acción hizo que se tuviera que obligar a mantener el equilibrio con sus mismos pies ya que la mujer la sostenía fuertemente del cabello. Dejó escapar otro quejido cuando sintió que el dolor de su piel y cabeza se mezclaban hasta hacerla temblar.
¿Por qué rayos le estaban haciendo esto?
—Hermana, déjala. Todavía no hemos hablado correctamente —expresó el hombre de la silla sin demasiado interés haciendo que la mujer soltara el cabello de Angélica para hacerla caer estrepitosamente—. Aunque bueno, realmente no hay mucho de que hablar. Parece que eres alguien importante para el héroe DynaMight y bueno, veremos si resultas útil para atraerlo aquí.
Angélica trató de mirar al hombre que estaba frente a ella, pero el dolor intenso de su cuerpo hacía que se le dificultara moverse, aunque incluso con ello, la morena entendió lo que el contrario intentaba decir y lo único que pudo hacer fue cerrar los ojos con pesar.
—Aunque posiblemente le tome un tiempo encontrar este lugar —bufó el muchacho con aburrimiento—, en tanto te dejaremos hospedarte en nuestro dulce hogar. Mi linda hermana se encargará de tus cuidados.
Angélica abrió los ojos par a par al escuchar aquella declaración y pronto volvió a sacar un sonido de su boca que está vez fue más parecido a un grito puesto que nuevamente la mujer la tomó de sus cabellos y la comenzó a arrastrar a quien sabe dónde.
—Que la pases bien —añadió el hombre con una sonrisa falsa mientras se despedía de la fémina con un ademán—. No la llegues a matar, eh —advirtió por último a su hermana quien sonrió para sus adentros mientras se sumergía por uno de los pasillos de la oscura instalación.
(...)
Angélica cayó nuevamente en el duro piso que está vez tenía cierta humedad y suciedad que se sintió de lleno en su rostro que fue el primero en impactar. A pesar de todo lo que estaba sintiendo y el revoltijo de emociones que la embargaba, quiso mantener la calma. Gracias a ello, pudo notar que se encontraba en un tipo de calabozo.
—Muy bien, perrita. Esta será tu casita y yo seré tu dueña, ¿entiendes? —expresó la mujer con la misma sonrisa sádica que había puesto el hombre—. Ahora mismo estoy ocupada, pero en un momento vendré a jugar contigo. Nos divertiremos mucho hasta que venta tu novio —expresó con cierta rabia antes de cerrar la puerta del calabozo y dejar encerrada con ello a la morena.
No tardó mucho hasta que Angélica quedó totalmente sola en ese putrefacto y oscuro lugar mientras seguía inmóvil. Por algún motivo se le dificultaba tratar de hablar ya que su lengua estaba entumecida, quizás porque le habían aplicado algún somnífero. Pronto sus ojos comenzaron a arder por el miedo que nuevamente invadió su cuerpo y hacia que sus ojos se fueran nublando.
¿Cómo carajos terminó todo así? ¿Acaso no podía estar bien ni un solo dia?
Trató de regular su entrecortada respiración mientras recordaba las palabras de la mujer quien le había dicho "jugaría" con ella y Angélica sintió cierta desesperación ante esa idea. Ni loca se quedaría ahí para permitir que algo así sucediera, ¡se supone que era su realidad deseada! No tenía que ser una puta pesadilla.
Lo sentía por Katsuki, pero no permanecería ahí para sufrir una horrible tortura sabiendo que nada de ahí posiblemente era real.
Trató de concentrarse, cerró sus ojos y dijo su palabra clave en su mente con convicción.
"Korki puto"
Pasaron los segundos y Angélica volvió a abrir los ojos para que a los segundos su mirada se oscureciera por el pánico. Trató de no dejarse llevar por los nervios y a pesar de que seguía en el mismo lugar, trató de hacerlo una vez más.
"Korki puto"
Nada.
"Korki puto"
"Korki puto"
"Korki puto"
"Korki puto"
"Korki puto"
Absolutamente nada.
Y los ojos de Angélica se llenaron finalmente de lágrimas cuando la habitación comenzó a oscurecerse, dejándola a ella a merced de su miedo y desesperación.
"Katsuki, ayúdame"
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