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Tzuyu estaba completamente aturdida por lo que acababa de suceder que no pudo reaccionar hasta después de un par de segundos cuando finalmente procesó que Sana la estaba besando.
Entonces sin pensar en nada simplemente se dejó llevar por lo bien que se sentían los labios de Sana sobre los suyos y no pudo resistirse a continuar ese beso a pesar de que su mente le gritaba que todo eso estaba mal.
Tzuyu jamás imaginó que se sentiría tan bien besar a una chica, pero Sana la estaba llevando al cielo con un simple beso y cuando sintió la lengua de la japonesa acariciar su labio inferior supo que esto se volvería una adicción para ella, entonces abrió un poco más la boca dejando la lengua de Sana entrar y acariciar la suya.
Era un beso suave que ambas estaban disfrutando moviendo sus lenguas en un lento compas, sin embargo, al permanecer mucho tiempo juntas el oxígeno comenzó a ser necesario en sus pulmones por lo que tuvieron que separarse por unos breves instantes.
Y dando un par de bocanadas en busca de aire Tzuyu tomó a Sana del cuello y volvió a acercarla para continuar con un nuevo beso, uno más rápido, pero todavía podía sentirse el cariño que intentaban transmitirse.
Permanecieron un rato simplemente besándose mientras escuchaban el viento mover el agua cuando finalmente se detuvieron y solamen se miraron a los ojos en silencio, sonriendo cómplices por lo que acababa de suceder.
Creyeron que habían tenido suficiente, pero ambas estaban extrañando la sensación de tener sus labios juntos que no pudieron evitar unirse en un último beso.
Sana yacía con las manos en los hombros de Tzuyu acariciando con sus uñas la piel que su camisa dejada al descubierto, y Tzuyu por su parte sostenía las mejillas de Sana mientras acariciaba con suavidad su rostro.
Pero la noche seguía corriendo y por desgracia no podían quedarse ahí hasta el amanecer.
Entonces tivieron que detenerse y juntaron sus frentes mientras intentaban transmitirse el cariño que sentían por medio de sus ojos.
—Tenemos que volver— Tzuyu susurró aún sin despegar su frente de la de Sana.
Y la contraria solamente asintió desanimada levantándose de aquella roca.
Entonces Tzuyu también lo hizo y en silencio regresaron al campamento.
—Que descanses, Zheng— Sana susurró dejando un suave beso en la mejilla de Tzuyu.
—Tú también, Sana— Tzuyu respondió sintiendo su corazón doler al escuchar a Sana llamarla así.
Porque Sana no la amaba a ella, ella amaba a Zheng, un chico que ni siquiera existía y que era una simple mentira inventada por Tzuyu.
Entonces con los ánimos por el piso Tzuyu tomó camino hacia su cabaña.
Pero no sirvió de nada intentar dormir para olvidar lo que había pasado, porque ella no paró de pensar en lo que había hecho con Sana esa noche, no podía estar mal cuando ella se sintió tan bien, pero era imposible tener algo con Sana, porque Sana no estaba enamorada de ella, Sana estaba enamorada de Zheng, un hombre inexistente que después de esta guerra posiblemente desaparecería.
Sin embargo, eso no quitaba el enorme deseo que sentía de besar nuevamente a Sana, Tzuyu quería repetirlo, pero no estaba segura si eso sería posible, así que solamente se limitó a recordar lo que había pasado en la laguna y sonrió al recordar la sensación de tener los labios de Sana sobre los suyos.
Entonces pudo conciliar el sueño con una sonrisa plasmada en su rostro.
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Al día siguiente, a pesar de las ganas que Tzuyu tenía por volver a ver a Sana no pudo hacerlo, pues se mantuvo ocupada entrenando, el gran día en el que pelearían por su país cada vez estaba más cerca y debían estar todos listos para ese momento.
Sin embargo, Tzuyu estaba tan desesperada por ver a Sana que no encontró mejor opción que fingir una lesión.
—Ahg!— Gritó tirándose al piso y soltando la espada de madera con la que estaba practicando.
—Qué pasó?— Preguntó el hombre con quien estaba entrenando.
—Nada, solo es un calambre en el hombro— Tzuyu fingió dolor tomándose el hombro derecho con la otra mano y retorciéndose en el piso.
—Zheng, qué te pasó?— El general se acercó al verlo en el piso.
—Tuvo un calambre mientras entrenabamos— Su compañero respondió en su lugar.
—Ve a que te revisen rápido, no puedes lesionarte cuando estamos tan cerca de la guerra— El general pidió para retirarse nuevamente.
Y Tzuyu se levantó intentando disimular la sonrisa que quería aparecer en su rostro para caminar con dirección a la cabaña en donde Sana se encontraba.
—Zheng! Qué te pasó?— Sana preguntó preocupada al verlo llegar sosteniendo su hombro.
—Me lesioné el hombro— Respondió Tzuyu con ojitos de cachorro mientras arrastraba un pie como si también lo tuviera lesionado.
Y Sana se dió cuenta de que solo estaba fingiendo, pero decidió seguirle el juego.
—Sientate aquí, ya vuelvo— Sana la llevó a la camilla más alejada y cerró las cortinas que la dividían de las demás camillas.
Entonces finalmente volvió con una crema subiendose a la camilla en la que Tzuyu se encontraba sentada para posicionarse de rodillas detrás de ella y comenzar a masajear sus hombros.
—Cómo te lesionaste— Sana preguntó moviendo un poco la camisa de Tzuyu para dejar su hombro "lesionado" descubierto y poder aplicarle un poco de crema.
—No lo sé, el dolor solo apareció mientras entrenaba.
—Seguramente estabas distraído e hiciste un mal movimiento, estabas pensando en algo mientras entrenabas, Zheng?— La mayor tentó mientras acariciaba el hombro de Tzuyu.
—No lo creo— Ella respondió con diversión.
—Y si te refresco la memoria?— Sana volvió a tentar llamando la atención de Tzuyu, quien volteó la cabeza hacia arriba con la intención de mirar al rostro de Sana.
Pero esta última no le dió oportunidad de responder antes de robarle un beso en los labios.
Automáticamente una sonrisa se formó en el rostro de Tzuyu y trató de voltearse para seguir besando a Sana pero al hacerlo necesitó apoyarse de la camilla con su brazo "lesionado" y fue entonces que Sana confirmó sus sospechas de que todo esto era una simple excusa para verla.
—Parece que ya estás mejor— Sana se apartó con una sonrisa juguetona en su rostro.
—Creo que necesito un poco más de medicina— Tzuyu trató de convencerla.
Pero Sana solo negó sonriendo.
—Puedes venir a buscarla esta noche en la laguna— Y sin más, Sana salió de la cabaña para continuar con sus tareas pendientes dejando a Tzuyu sola con una sonrisa boba en su rostro.
Entonces la menor resignada regresó a seguir entrenando mientras esperaba con ansias a que la noche llegara.
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