7
Advertencia: van a llorar.
Habían pasado un par de minutos luego del altercado que Tzuyu tuvo con aquel hombre que quiso lastimar a Sana, ella aún estaba llorando, pero ahora parecía más tranquila, Tzuyu le había traído un poco de agua y se mantuvo a su lado acariciando su espalda en un intento por tranquilizar a Sana.
—No sabía que eras tan bueno con la espada— Sana finalmente habló luego de haber llorado por varios minutos.
—No lo soy— Tzuyu soltó con sinceridad haciendo creer a Sana que solo estaba siendo humilde, pero era la verdad —Es el único truco que sé hacer con ella, mi papá me lo enseñó— Ella se rió al final por haber logrado asustar a ese hombre con un simple truco.
Y Sana también rió.
—Aún así, gracias por llegar a tiempo.
—No te hizo nada, cierto?— Tzuyu preguntó aún preocupada por su amiga.
—Hoy no— Respondió Sana, pero lejos de tranquilizar a Tzuyu eso solo la alarmó.
—A qué te refieres? Te hizo algo antes?— Tzuyu preguntó temiendo lo peor.
Y por desgracia Sana asintió preocupando aún más a Tzuyu.
—Él me violó desde que tenía 15, cuando recién llegué como prisionera al campamento, yo no hacía nada malo, solamente vivía en la frontera de japón con mis padres, pero por causa de la guerra fuimos los primeros afectados, los soldados chinos mataron a mis padres y me trajeron aquí como esclava cuando apenas era una adolescente— La voz de Sana comenzó a cortarse, sin embargo, ella solo tomó un respiro y siguió hablando —Desde el primer día que estuve aquí varios soldados abusaron de mí, yo no podía defenderme y ellos simplemente se aprovecharon de eso.
—Nunca intentaste huír?— Tzuyu preguntó en un susurro sintiendo las lágrimas acumularse en sus ojos.
—Lo hice, pero no tenía a dónde ir y terminé regresando al campamento esa misma noche, al ser la más joven del campamento ellos prefieren usarme a mí que a las demás esclavas, los soldados que entrenan todo el año lo hacen para liberar estrés y los ciudadanos reclutados que vienen cada año utilizan la misma excusa, he perdido la cuenta de cuántos hombres lo han hecho, solo sé que sirvo para eso.
—No digas eso, tú no debes pasar por esto.
—Pero no puedo hacer nada, cuando le conté al general lo que ocurría creí que iba a ayudarme, pero me dijo que esa era mi función como esclava del campamento, servir en todo a los hombres de aquí, y entonces él también lo hizo, he pasado por las manos de la mayoría de los que están aquí, incluso tus amigos lo han hecho— Ella comenzó a llorar —Pero no todos son malos, el año pasado un hombre mayor me encontró llorando y se acercó a preguntarme qué pasaba, tenía miedo de decirle lo que ocurría y que él hiciera lo mismo, pero solo me tranquilizó y me dió palabras de aliento, me dijo que le recordaba a su hija y me dió un collar que ella le había regalado— Sana lo sacó de su camisa para mostrarlo.
Y Tzuyu se sorprendió al verlo.
—Tzuyu, ese era el nombre de su hija— Sana rió con nostalgia al recordar al hombre que la cuidó como su padre —No sé que pasó con él, era bastante mayor para estar aquí, pero estoy agradecida de haberlo conocido, él me cuidó durante esas semanas como un padre, pero después de eso no lo volví a ver, él no regresó este año al campamento.
—Es mi papá— Tzuyu soltó llorando.
—En serio?!— Sana parecía emocionada —Nunca me habló de tí— Se burló.
Y Tzuyu también rió ante eso, era obvio porque Zheng no existía en ese entonces.
—Me dijo que había perdido el collar en el campamento, yo... No sabía que alguien más lo tenía— Tzuyu estaba en shock.
—Puedo dártelo si quieres, al final de todo ese collar le pertenece a tu familia— Sana hizo el intento de quitárselo.
—No, no, no, quédatelo, por favor, mi padre habría querido que lo conservaras.
—No me digas que él ya...
—No! Él está vivo— Tzuyu se apresuró en aclarar y Sana se sintió aliviada.
—Es un alivio— Sana respondió y Tzuyu asintió de acuerdo —Pero tengo una duda, en serio me parezco a tu hermana? Tu padre solía decir que somos algo parecidas.
—Hmm no lo creo, tú eres más bonita que ella— Tzuyu soltó con sinceridad al sentirse menos linda que Sana.
—Oye! No seas malo— La japonesa reprochó sonriendo —Y qué edad tiene? Tu padre dijo que incluso parecíamos de la misma edad.
—Tiene 21.
—Oh, entonces es más joven, yo tengo 23, y tú cuantos tienes?
—21— Tzuyu respondió con naturalidad.
—Qué? Son gemelos?— Sana preguntó confundida y Tzuyu se dió cuenta de su error.
—Ah, sí! Sí, somos gemelos— Tzuyu se apresuró en aclarar suspirando aliviada de que Sana le creyera.
—Es increíble, me encantaría conocer a Tzuyu, apuesto a que ella es igual de maravillosa que tú y tu padre— Sana habló con una sonrisa.
—No lo es— Tzuyu soltó con decepción borrando la sonrisa de Sana —Ella es falsa y podría decepcionarte— Aquellas palabras salieron con sinceridad, pues Tzuyu realmente se odiaba por engañar a Sana de esta manera.
—Oye! No deberías ser tan duro con ella.
—Lo siento— Tzuyu se disculpó por aquello, porque al final de cuentas ella no quería hacerle daño a nadie, solo estaba aquí para salvar la vida de su padre aún si eso significaba perder la suya.
—En fin, apuesto que toda tu familia es increíble, se nota que tu padre te educó muy bien.
—Él es un buen hombre.
—Y tú también— Sana insistió —Eres el único del campamento que me trata como una persona.
—Eres una persona, Sana, mereces ser tratada como tal— Tzuyu trató de hacerla entender, pero Sana parecía tan acostumbrada a ser menospreciada.
—Dejé de serlo cuando todos ellos comenzaron a usarme como un objeto.
—Yo... realmente lo siento, no tenía idea de todo esto, cuando recién llegué ellos dijeron que serías mi regalo de bienvenida y me insinuaron cosas de tí, pero quería aferrarme a la idea de que no hablaban de acostarme contigo ni ninguna otra cosa que pudiera hacerte daño, lo siento mucho, Sana— Tzuyu volvió a llorar.
—Está bien, no me siento en peligro contigo, no me molestaría si algún día quieres algo de mí, es decir, sé lo estresante que puede ser para tí estar aquí— Sana soltó con sinceridad rompiendo un poco más el corazón de Tzuyu al someterse de esa manera.
—No digas eso, por favor, ya te dije que tú no eres ningún objeto— Tzuyu le repitió antes de tomarla en un abrazo y llorar en su hombro.
Pero Sana estaba tranquila, Zheng la hacía sentir segura.
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