6
El día siguiente no fue muy distinto para Tzuyu, el general continuaba haciendo su estadía imposible y ella estaba arta de eso, había comido muy poco ese día debido a los castigos extremos que el general se encargó de ponerle y nuevamente ella había sacrificado horas de sueño con la intención de mejorar entrenando.
Pero no contaba con que nuevamente Sana aparecería por ahí en busca de agua e interrumpiría su arduo entrenamiento.
—Otra vez, Zheng?— La japonesa parecía irritada con la presencia de Tzuyu en el campo de entrenamiento.
—Perdón— Tzuyu habló desde una parte alta del tronco al que intentaba subir desde el primer día.
—Nada de perdón, bájate ya mismo de ahí— Sana se mostró firme con su orden.
—Sana~— Tzuyu se quejó igual que el día anterior.
—Zheng~— Sana la imitó —Te dije que no te desvelaras de esa forma.
—Pero...
—Sin peros, bájate de ahí ahora— Sana insistió.
—Ahg— Y Tzuyu obedeció a regañadientes —Acaso no has visto la forma en la que me trata el general? Si no entreno ahora él continuará humillándome.
—Claro que lo he visto, Zheng! Ahg demonios estoy tan arta de ese hombre— Sana también se quejó y Tzuyu la miró sorprendida —Pero aún así entiende que perder horas de descanso no es la manera correcta de entrenar.
—Pero el general...
—El general es un idiota— Sana la interrumpió sentándose en el mismo lugar de la noche anterior.
Y Tzuyu sonrió ante eso sentándose a su lado.
Era divertido quejarse del general con Sana, tan divertido que tardaron bastante tiempo hablando de él y de lo que les molestaba del campamento.
—Pero quién soy yo para juzgar?— Sana finalizó después de haberse desahogado.
—Es verdad, pero no estamos criticando a nadie, solo estamos dando nuestra opinión.
—Exactamente— Sana se levantó del piso seguida de Tzuyu.
—Supongo que ya es hora de dormir— Tzuyu finalmente entendió que de nuevo su noche de entrenamiento había sido interrumpida.
Sana asintió en respuesta y con un tímido saludo de manos cada quien tomó su camino.
Fue gracioso para Tzuyu repetir la rutina del día anterior que incluso intentó probar si las siguientes noches serían iguales.
Así que la siguiente noche ella se quedó en el campo esperando pacientemente por la aparición de Sana, pero el tiempo parecía eterno y Sana no aparecía por ninguna parte.
Sin embargo, al parecer sus plegarias fueron escuchadas y de nuevo Sana pasó por ahí con un vasito en la mano al igual que las noches anteriores.
—Otra vez aquí?— Sana rodó los ojos molesta de que Tzuyu hubiera ignorado sus consejos por completo.
Pero Tzuyu se apresuró en explicarle.
—No, no, no, te juro que no estoy entrenando— Ella se acercó a Sana lo más rápido que pudo.
—Y entonces?— Sana cruzó los brazos y levantó una ceja.
—Te estaba esperando— La taiwanesa soltó sin más.
—Qué?— Aquello tomó a Sana por sorpresa y sus mejillas se sintieron extremadamente calientes que incluso creyó que Zheng podría notarlo de no ser por la oscuridad de la noche.
—Esque me gustó hablar contigo anoche y quería repetirlo— Tzuyu soltó tranquila sin ser consciente del alboroto que causaba en el interior de Sana.
La contraria a este punto estaba a nada de sufrir un paro cardíaco, pues su corazón latía demasiado rápido y su estómago estaba hecho un lío.
—Y... Yo... Bueno, y de qué quieres hablar?— Ella soltó nerviosa al tener a Zheng de frente en busca de su atención.
—No lo sé, solo quería repetir lo de la noche anterior— Tzuyu se rascó la nuca temiendo haber incomodado a Sana.
—Quieres seguir mal hablando del general, Zheng?— Sana se burló.
—Qué?! No!— Tzuyu negó rápido temiendo que Sana hubiera mal entendido todo —No lo estabamos juzgando, solo hablábamos— Su voz real salió debido al nerviosismo.
—Es broma tonto, no llores— Sana golpeó suave su hombro y continuó burlándose al pensar que la voz de Zheng solo se había quebrado por el susto.
Y entonces Tzuyu también rió.
Había sido una forma divertida de romper el hielo. Porque después de eso la charla fluyó con naturalidad entre ellas hasta que el cansancio comenzó a hacerse presente.
—Creo que deberíamos regresar a dormir— Sana soltó un bostezo mientras estiraba sus brazos.
Y Tzuyu también bostezó ante eso.
—Tienes razón, mañana debemos levantarnos temprano— Sana asintió de acuerdo —Pero me gustaría que esto fuera una rutina— La taiwanesa soltó con total tranquilidad.
Y de nuevo Sana se puso nerviosa.
—Quieres que pase todas las noches contigo?— Sana bromeó intentando disimular su nerviosismo.
—Bueno, sí, pero para hablar— Tzuyu se apresuró en aclarar al ver la sonrisa juguetona de Sana.
—Obvio, para qué más sería, Zheng? Estás pensando algo que no me has dicho?— Sana siguió bromeando.
Entonces quien ahora estaba nerviosa era Tzuyu, cómo podía Sana ser tan... ni siquiera sabía cómo describirla.
Así que con los nervios a flor de piel ambas se despidieron para ir hacia sus cabañas.
Esperando con ansias hasta el siguiente día para poder volver a verse.
Y así como acordaron, cada noche estuvieron reuniéndose en el campo de entrenamiento para hablar sobre cualquier cosa o simplemente disfrutar de la compañía de la otra.
Con el paso de los días Tzuyu logró convencer a Sana de dejarla entrenar, y por suerte la japonesa incluso había comenzado a apoyarla e incentivarla a dar su mejor esfuerzo en los entrenamientos siempre y cuando no se sobreexigiera.
Gracias a eso Tzuyu había comenzado a destacar en los entrenamientos, pues entrenar por las noches le había ayudado a mejorar mucho su desempeño en el campamento, además de que tener a Sana apoyándola en sus entrenamientos nocturnos también la mantenía motivada.
Incluso ahora Tzuyu podía considerar a Sana su amiga, pues habían ganado confianza mutua con el paso de los días.
Entonces como cada noche Tzuyu se dirigía al campo para esperar a Sana como se había vuelto costumbre entre ambas por las últimas semanas.
Sin embargo, Tzuyu se alarmó al escuchar un grito proviniente de la parte trasera de la cabaña de esclavas, por lo cual se apresuró a ver de qué se trataba.
Entonces logró visualizar a Sana siendo tomada violentamente del brazo por un hombre mucho mayor a ella.
—Vamos pequeña, llevamos un año sin vernos, acaso no extrañaste que te haga mía?— El hombre la abrazó a la fuerza por la espalda pagando su cuerpo al de la joven japonesa.
—Suéltame, por favor— Ella pidió al borde del llando intentando arrebatarse.
Pero él la tomó del cabello y comenzó a besar su cuello a la fuerza.
Al ver tal escena la sangre de Tzuyu hirvió en rabia, entonces ella se alejó lo más rápido que pudo de ahí para volver a su cabaña.
Buscó entre sus cosas hasta dar con la espada de su padre y nuevamente salió con dirección a la cabaña de las esclavas para ir en busca de Sana.
—Qué crees que haces, idiota?!— Poco le importó a Tzuyu hacer escándalo con tal de librar a Sana de las manos de ese hombre.
—Qué te pasa, mocoso? Que no ves que estamos ocupados?— El contrario preguntó con arrogancia aún sin soltar a Sana quien a este punto ya había comenzado a llorar.
Entonces Tzuyu sacó la espada que había traído sin pensarlo dos veces, ella estaba completamente furiosa con ese hombre.
—Suéltala ahora mismo o juro que voy a matarte— Tzuyu fue firme.
Y el contratio levantó las manos al ver la espada apuntar hacia él.
Automáticamente Sana corrió a esconderse detrás de Tzuyu completamente aterrada.
—Así que los rumores son ciertos— El hombre rió a pesar del estado de vulnerabilidad en el que se encontraba —El novado quiere robarnos a la niña bonita del campamento, y qué harás si mañana vuelvo? Vas a matarme? Apuesto a que ni siquiera sabes cómo usar una espada, novato mugroso...
—No te atrevas a intentar tocarla de nuevo!— Ella lo interrumpió haciendo un truco con la espada que asustó al contrario —Ahora lárgate antes de que te corte la garganta.
Y sin más el mayor huyó de ahí espantado de ver lo bien que Zheng manejaba la espada.
—Estás bien?— Tzuyu preguntó preocupada guardando la espada nuevamente en su funda —Sana?— Tzuyu preguntó llamando la atención de Sana quien parecía estar en shock.
Y finalmente la japonesa asintió casi babeando por la forma tan valiente en la que Zheng la había salvado.
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