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Esa misma mañana la familia de Tzuyu se encontraba lamentándose al no encontrarla en casa y al ver que la armadura del señor Chou había sido tomada y en su lugar solo habían mechones de cabello en el piso entendieron en dónde se encontraba su hija.
Ellos no querían que Tzuyu muriera, pero era demasiado frágil para estar en un lugar como ese y si descubrían que era una mujer iban a matarla y desterrar a toda la familia del país.
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Mientras tanto, Tzuyu en el campamento se encontraba tranquila comiendo el almuerzo que le habían servido cuando de repente llegaron los mismos tres hombres que habían estado con ella desde la mañana.
—Aquí estás, muchacho!— Ellos exclamaron tomaron asiento junto a ella.
—En qué momento te fuiste?— Uno preguntó curioso debido a la repentina desaparición de Tzuyu en el río.
—Ahm, yo... Tenía un poco de frío, y no quería interrumpir su relajación— Ella se excusó viendo a los contrarios asentir crédulos.
Entonces Sana se acercó a la mesa para llevar los platos de los hombres que recién llegaban.
Y para sorpresa de la japonesa estos no habían soltado ningún comentario fuera de lugar ante su presencia.
Claro que no lo iban a hacer, pues creían que le había gustado a su nuevo amigo y no querían molestarlo cuando parecía ser un buen muchacho, además lo habían prometido, Sana era su regalo de novato.
Aunque claramente Tzuyu no la veía de esa manera, pues al igual que ella era una chica y ella no podía sentirse atraída por otra chica, sin embargo, la tranquilizó un poco el hecho de que no iban a seguirla molestando, pues como mujer ella sabía lo desagradables que eran esa clase de comentarios.
—Harás algo esta noche?— Uno de los hombres preguntó una vez que Sana se retiró, pues había notado a Tzuyu distraída cuando Sana estaba presente.
—No podemos salir del campamento, obviamente no tengo planes.
—Hablo de Sana, la sirvienta japonesa, planeas hacer algo con ella esta noche?— Preguntó el hombre con una mirada perversa.
Y Tzuyu sintió escalofríos, acaso él estaba hablando de lo que ella creía que estaba hablando? Y si así era, cómo podía ser capaz de hablar de esa manera?
—Claro que no, apenas llevo un día aquí— Ella trató de persuadirlo para finalmente cambiar el tema.
—Pero no tienes que conquistarla o algo por el estilo, es solo una sirvienta— Otro de ellos insistió.
Y Tzuyu sintió su estómago revolverse a causa de la manera en la que se expresaban de esa chica.
—No quiero hacer nada de eso, y no creo que sea correcto que hablen así de ella— Trató de ser paciente y no armar un escándalo a causa de las palabras de esos hombres.
—Uy, pero que educado— Ellos se burlaron sin creer nada de lo que les había dicho.
—Solo trato de ser respetuoso— Ella respondió con el seño fruncido.
—Ya, tranquilo muchacho, si aún te avergüenzas no te seguiremos molestando— Uno de ellos aseguró riendo levemente mientras palmeaba el hombro de Tzuyu.
—Gracias, señor— Ella se tranquilizó un poco.
—Bueno, tampoco tienes que llamarme así, me haces sentir viejo.
—Eres un señor con hijos, Dawei, de qué otra forma podría llamarte?— Otro de ellos molestó.
—Llamanos por nuestro nombre, Zheng, estamos en confianza— El hombre ignoró al que intentaba molestarlo —Mira, ellos son Xiaming y Chao, yo soy Dawei.
Tzuyu asintió.
Y sin más continuaron comiendo.
Pero el ardor en las manos de Tzuyu no le permitía tomar bien sus cubiertos.
Entonces al terminar su comida se dió cuenta de que sus heridas estaban infectadas, pues al quitarse la venda notó que estaban inchadas y su piel lucía roja, así que sin pensarlo dos veces fue hacia la cabaña en donde Sana se encontraba para pedirle que la ayudara con sus heridas.
—Otra vez, Zheng?— Sana volteó los ojos al verlo nuevamente con las manos lesionadas justamente el mismo día —Te dije que tuvieras cuidado.
—Lo siento— Ella bajó la cabeza.
—Ahg, ya te dije que no te disculpes!— Sana comenzó a perder la paciencia llevando a la contraria hacia la camilla.
—Entonces no me regañes!— Ella también se quejó con su voz naturalmente aguda a causa de la desesperación.
—Vaya, que femenino eres para estar preparándote para la guerra— Sana se burló de su berrinche comenzando a analizar sus manos heridas.
Y Tzuyu se puso nerviosa aclarándose la voz.
—Lo- Ahg, no, no lo siento!— Ella se quejó con voz masculina.
—Deja de fingir ser varonil, seguramente solo estás aquí para mirar hombres sudados— Sana mostró una cara pícara a modo de burla.
—Qué?! Claro que no! Los hombres son asquerosos— Aquello salió muy enserio de su boca al recordar la traumática experiencia que vivió en el río.
Y Sana más que nadie podía darle la razón ante aquella afirmación.
—Lo sé, pero tú pareces ser diferente, tal vez menos desagradable— Sana también fue sincera, pues ese muchacho le parecía realmente atractivo a diferencia de todos los adultos que estaban ahí.
—Gracias?
—Sí, es un cumplido, tú sí eres lindo— Ella rió leve mientras desinfectaba las manos de Tzuyu.
Y esta se sonrojó ante el cumplido mirando en silencio la dedicación de Sana al curarla.
—Sanará rápido?— Tzuyu cambió el tema.
—No soy doctora ni nada por el estilo, pero si sigues arrastrando tus manos en la tierra es obvio que no te vas a mejorar pronto.
—Oye! No las arrastré en la tierra!— Ella se quejó.
Y Sana se rió ante aquel berrinche.
—Bueno, pero cuídate mejor, no quiero que regreses porque se te infectó de nuevo, está bien?— Sana pidió finalmente vendando las manos de Tzuyu.
—Esta bien— Ella aceptó tragando nerviosa al sentir a Sana acariciar sus nudillos cuando acabó con el vendaje.
—Bueno, ya puedes irte— Sana se levantó de la sillita en la que se encontraba y por alguna extraña razón Tzuyu extrañó el toque de la chica en sus nudillos.
Pero no dijo nada, solamente salió en silencio de la cabaña y regresó a su tienda para descansar un rato, en la noche también tenían entrenamiento y al ritmo que iban sentía que moriría si no descansaba un poco.
Entonces intentó dormir, pero todo lo que había pasado en el día rondaba por su cabeza sin dejarla descansar, no sabía porqué se sentía intranquila, pero era de esperarse, después de todo estaba preparándose para ir a la guerra, sin embargo, algo le decía que no era eso lo que más le preocupaba, y ella aún no había descifrado cual era su verdadera preocupación.
Pero aún con todo eso dándole vueltas en la mente ella cerró los ojos y trató de descansar recordando al instante a la chica japonesa, se sentía tan mal por ella, porque a pesar de ser del país enemigo ella era solo una joven que estaba pagando por los errores de otros.
Y a decir verdad, Tzuyu no quería que nada malo le sucediera, porque escuchar la forma en la que se referían a ella la hacía sentir un malestar en el estómago, Sana al igual que ella era una chica joven que no merecía estar aquí, y aunque recién la había conocido le había agradado mucho que incluso quería ser su amiga.
Entonces pensando en ella finalmente pudo dormir.
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