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El jet privado es enorme, y Namjoon me señala para que me embarque antes que él. Me recogió en mi casa hace menos de una hora, y se ve elegante en un traje tipo Hombres de Negro. Me dirijo por las escaleras y me doy cuenta que en realidad puedes caber de pie en el interior del avión, como en un avión grande. Sin embargo, ningún avión comercial en el que alguna vez he estado ha tenido una fracción del lujo dentro de éste. Gamuza, cuero, madera de caoba, adornos de oro, y pantallas de última generación adornan el interior. Es todo una colección de extravagancia este juguete grande, asombroso y rico.

Los asientos están dispuestos en secciones que se asemejan a pequeñas salas de estar, y en esta primera sección hay cuatro asientos de piel de marfil, más grande que un asiento de primera clase. Contienen un sonriente Yoongi, quien está de pie para saludarme, así como los otros dos miembros del personal de Jungkook, su entrenador personal, Jung Hae Kyun, un hombre de unos cuarenta años y calvo que se parece a Daddy Warbucks de la película Annie, Y su chef y nutricionista, Yoon Yoo Sun, a quien reconozco como la mujer que me entregó los boletos.

—Encantado de conocerla, señorito Kim —dice el entrenador Kyun, con una especie de mueca en el rostro que de alguna manera figuro es su expresión natural.

Sacudo su mano. —Igualmente, señor.

—Oh, bah. Llámame Entrenador. Todo el mundo lo hace.

—Bueno, hola de nuevo —dice Sun, su agarre suave y apacible—.Soy Yoon Yoo Sun, la chef, nutricionista y entrega boletos.

Me río. —Es un placer conocerte, Sun.

El aire alrededor de ellos es en realidad muy despejado y real, y una punzada de emoción revolotea a través de mí con la idea de pertenecer a un equipo nuevo. En verdad, lo que me haría sumamente feliz y satisfecho como profesional es que a partir de ahora, cuando Jeon Jungkook pelee en un ring, fluirá como un lazo con la fuerza de una docena de bueyes, y me encanta saber que estoy trabajando con otras personas especializadas cuyos objetivos están a la par.

—Taehyung. —Namjoon señala a la parte trasera del avión, y por el pasillo largo alfombrado, pasando otra sección de otros cuatro asientos y más allá una gran pantalla de televisión y una enorme barra de madera artesonada, y un banco de cuero que se parece mucho a un sofá. Y allí, en medio, con su pelo oscuro inclinado mientras escucha sus auriculares, está

JeonJungkook. Una torre de más de un metro ochenta de testosterona.

Un calor inesperado dispara directamente en mi torrente sanguíneo a la primera vista de él durante el día. Lleva una camiseta negra que se aferra a sus músculos y unos vaqueros desgastados de cintura baja, y su ridículamente cincelado cuerpo lleva todo a la perfección mientras holgazanea en el amplio banco de cuero marrón en el otro extremo.

Mi corazón me da un golpe salvaje, porque se ve tan increíblemente sexy como siempre, y deseo no haberlo notado automáticamente. Supongo que no se puede ocultar algo tan descaradamente sexual como él.

—Él quiere que vayas allí —me dice Namjoon. Y no puedo dejar de notar

que casi suena como una disculpa.

Tragando la humedad en mi boca, me dirijo con inquietud por el pasillo del avión cuando levanta la mirada, sus ojos atrapando los míos. Creo que los veo destellar, pero no leo nada en su expresión mientras me mira fijamente acercarme.

Su mirada me pone tan nervioso que siento el cosquilleo, una vez más, justo en mi centro.

Es el hombre más fuerte que he visto alguna vez, en toda mi vida, y estoy bastante familiarizado con el tema para saber que conectado en mis genes y ADN hay un deseo natural de descendientes sanos, y con ello viene un impulso desesperado que sólo lo llena el apareamiento con quien considero es el macho principal de mi especie. Nunca en mi vida había conocido a un alfa que provocara mis locos instintos de apareamiento como él. Mi sexualidad arde con su cercanía. Es irreal. Esta reacción. Esta atracción. Nunca lo creería si Jimin lo estuviera explicando para mí y no lo sintiera como un caldero burbujeante debajo de mi piel.

*¿Cómo voy a deshacerme de esto?

Sus labios se levantan levemente, como si se divirtiera de una broma privada, se quita los auriculares cuando me paro a un brazo de distancia de él. La música rock se escucha en medio del silencio, y de repente apaga el iPod. Señala a su derecha, y tomo asiento, ferozmente tratando de bloquear su efecto en mi.

Más grande que la vida, como ver a una estrella de cine en persona, su carisma es asombroso. Cada centímetro de su cuerpo delgado y musculoso tiene un aura de fuerza pura, lo cual da esa impresión de ser un alfa, pero una encantadora gracia en su expresión le da un aspecto joven y vibrante.

Tengo la impresión de que somos los más jóvenes en el avión, y me siento aún más joven de lo que soy cuando me siento a su lado, como si hubiera pasado a ser un adolescente de nuevo. Sus labios se curvan, y honestamente jamás he conocido a un hombre más seguro de sí mismo, se recuesta casi sensualmente en su asiento, sin perderse nada con sus ojos.

—¿Ya conoces el resto del personal? —pregunta.

—Sí. —Sonrío.

Me mira fijamente, mostrando sus hoyuelos, sus ojos evaluando. La luz del sol golpea su cara en el ángulo adecuado para iluminar las manchas en sus ojos, sus pestañas tan negras y gruesas, enmarcando esas piscinas azules que me absorben.

Quiero comenzar profesionalmente, ya que es la única manera que puedo verlo trabajando, entonces sin apretar sujeto el cinturón de seguridad alrededor de mi cintura y voy directo al grano.

—¿Me contratas para una lesión deportiva en particular o más bien como prevención? —consulto.

—Prevención. —Su voz es áspera y me pone la piel de gallina en mis brazos, y me doy cuenta, por la forma en que su gran cuerpo se vuelve hacia mí, que no considera necesario llevar el cinturón de seguridad en su avión.

Asintiendo, dejo a mis ojos recorrer su fuerte pecho y sus brazos, y luego me doy cuenta de que podría estar mirándolo muy descaradamente.

—¿Cómo están tus hombros? ¿Tus codos? ¿Quieres que trabaje en alguna cosa hacia Atlanta? Namjoon me dijo que es un vuelo de varias horas.

Sin contestarme, simplemente extiende su mano hacia mí, y es enorme, con cicatrices recientes en cada uno de sus nudillos. Me quedo mirando hasta que me doy cuenta de que me la está ofreciendo, así que la tomo entre las mías. Un escalofrío de sensibilización atraviesa desde su mano y profundamente hacia mí. Sus ojos se oscurecen cuando empiezo a

frotar la palma con ambos pulgares, en busca de nudos y opresión. El contacto piel a piel es asombrosamente poderoso, y me apresuro a llenar el silencio que de repente se siente como peso muerto alrededor de nosotros.

—No estoy acostumbrado a este tipo de manos grandes. Las manos de mis estudiantes son generalmente más fáciles de masajear.

Sus hoyuelos están a la vista. De alguna manera no estoy seguro de que me escucha. Parece especialmente absorto mirando mis dedos en él.

—Lo estás haciendo muy bien —dice en voz baja.

Me concentro en las líneas y las inmersiones de sus palmas, y en cada uno de sus decenas de callos. —¿Cuántas horas al día te preparas? —le pregunto en voz baja, mientras el avión despega tan suavemente que apenas me doy cuenta de que estamos en el aire.

Sigue mirando mis dedos, con los ojos medio bajos. —Hacemos ocho. Cuatro y cuatro.

—Me encantaría que estiraras cuando termines el entrenamiento. ¿Es eso lo que los especialistas también hacen por ti? —le pregunto.

Asiente, todavía sin mirarme. Entonces sus ojos chasquean hacia arriba.

—¿Y tú? ¿Quién chequeará tu lesión? —Señala a mi rodillera, visible a través del pantalón hasta la rodilla, el cual se elevó un poco cuando me senté.

—Nadie. Ya he terminado con la rehabilitación. —La idea de este hombre viendo mi video vergonzoso me hace sentir mareada—. ¿Tú me buscaste en Google también? ¿O es que tus chicos te contaron?

Libera su mano de la mía y señala hacia abajo. —Vamos a echar un vistazo.

—No hay nada que ver. —Pero cuando sigue mirando mi pierna a través de aquellas pestañas oscuras, doblo y levanto la pierna un par de centímetros para mostrarle mi rodillera. La agarra con una mano y abre el velcro con la otra para mirar detenidamente mi piel, luego acaricia con sus pulgares la cicatriz en mi rodilla.

Hay algo totalmente diferente sobre él tocándome.

Su mano desnuda está en mi rodilla, y puedo sentir sus callos en mi piel. No. Puedo. Respirar. Investiga un poco, y me muerdo el labio inferior y exhalo el poco aire que queda en mis pulmones.

—¿Todavía duele?

Asiento, pero sólo puedo pensar en su mano grande y áspera. Tocando mi rodilla.—He estado corriendo sin la rodillera, y sé que no debería todavía. Sólo que no creo que alguna vez me haya realmente recuperado.

—¿Cuánto tiempo hace de esto?

—Hace seis años. —Titubeo, luego añado

—: Y dos... la segunda vez que sucedió.

—Ah, una lesión doble. ¿Así que está sensible?

—Mucho. —Me encojo de hombros—. Supongo que me alegro que para la segunda vez, ya había empezado mi maestría para rehabilitación. De lo contrario no sé lo que habría hecho.

—¿Duele como para no competir nunca más?

Me mira con total franqueza e interés, y no sé por qué incluso estoy contestando. No he hablado de esto abiertamente con nadie. Duele en cada parte de mí. Mi corazón, mi orgullo, mi alma.

—Sí. Lo hace. Lo entiendes, ¿verdad? —le pregunto en voz baja, mientras baja mi pierna.

Sostiene mi mirada mientras su pulgar ligeramente acaricia mi rodilla, luego ambos miramos su tacto, como si estuviéramos igual de atónitos al darnos cuenta lo fácil que era para él dejarlo allí mientras tenemos toda una conversación, y para mí permitírselo. Me suelta y no

decimos nada.

Me pongo mi velcro de nuevo, pero por debajo de la rodillera siento como si él hubiera empapado mi piel con gasolina, y que va a estallar en llamas en cualquier segundo en que me toque otra vez.

Mierda.

Esto no está bien, ni siquiera sé que hacer conmigo mismo. Mis relaciones con mis clientes han sido siempre informales. Me llaman por mi nombre, y yo les llamo por el suyo. Tenemos mucho trabajo y mucho

contacto, pero nunca me tocaron. Sólo yo lo hago.

—Haz esto también.

Extiende su mano más apartada hacia mí en un puño mientras habla, y me siento un poco agradecido por la oportunidad de lograr acostumbrarme a tocar a este hombre por motivos de trabajo.

Desplazándose a mi lado, tomo su mano entre las mías y la abro con mis dedos. Él se recuesta en el asiento y extiende su brazo libre, el más cercano, a lo largo del asiento detrás de mí. La híper conciencia de su brazo extendido calienta todo mi cuerpo, incluso si no está tocándome, y una vez más, estoy intimidado y extrañamente atraído por la palma de su mano, por cuan dura, firme y callosa es.

No sé por qué se sienta en un banco en lugar de un simple asiento, pero de repente su muslo está demasiado cerca, con las rodillas dobladas, con las piernas abiertas, ocupando dos asientos y dejándome con uno, y puedo sentir y oler cada centímetro de él.

Nuestros otros cuatro compañeros de vuelo están riendo al frente y sus ojos se mueven hacia allí, luego de nuevo a mí. Estoy totalmente consciente de su mirada mientras presiono en su palma con mis pulgares, empujando con fuerza en el tejido hasta que siento el pequeño nudo que encontré desvanecerse. Sigo masajeando y buscando más, pero no puedo encontrar ninguno, así que me muevo a su muñeca.

Tiene la muñeca más amplia y más robusta que he visto nunca, y su antebrazo está fuertemente construido y con venas gruesas que corren por su brazo. Sostengo su mano mientras giro su muñeca, y me pierdo en el movimiento de su articulación, perfectamente móvil. Masajeo su antebrazo luego su bíceps, los cuales se endurecen y aprietan para mí. Cierro los ojos y trabajo profundamente dentro del músculo. De repente, el brazo detrás de mí se retira, y su mano se curva alrededor de mi nuca. Se inclina y susurra—: Mírame.

Abro los ojos para ver que sus ojos están brillando, y se ve perfectamente divertido. Creo que sabe que me estoy poniendo un poco ansioso. Quiero dejar caer su brazo y retorcerlo, pero no quiero que sea

demasiado obvio, así que lo bajo con cuidado y sonrío.

—¿Qué?

—Nada —responde, mostrando sus hoyuelos—. Estoy impresionado.

Eres muy meticuloso, Taehyung.

—Lo soy. Y espera hasta que llegue a tus hombros y la espalda. Podría tener que pararme sobre ti.

Ladea una ceja oscura y se ve sumamente entretenido. —¿Cuánto puedes posiblemente pesar?

Le guiño. —Parezco delgado, pero aun así tengo un poco de músculos.

Se mofa, luego inclina la cabeza con curiosidad mientras se acerca a mi brazo y agarra mi pequeño bíceps entre dos dedos. Afortunadamente, se mantiene firme cuando lo aprieta.

—Umm —dice, sus ojos bailando con

alegría.

—¿Qué? ¿Qué significa "Umm"? —insto.

Descaradamente, agarra mi mano y envuelve mis dedos alrededor de

su bíceps completamente afectantes, musculosos y sexy. Ni siquiera lo

flexiona, pero su piel suave y firme bajo mis dedos me deja sin aliento. Él es tan... *alfa. Mostrándome su bíceps. Me doy cuenta de que está mirándome, y sus ojos azules brillan con intensidad juguetona. Me muerdo el labio inferior en respuesta.

Ya que mi trabajo requiere tocarlo, mucho, se sentiría un poco extraño para mí retirar mi mano. Así que en su lugar, le doy un pequeño apretón con los dedos. Es como palpar una enorme roca sin absolutamente hacerlo. En lo absoluto.

—Umm —digo con mi mejor cara de póquer, tratando de ocultar las emociones en mi interior. Estoy deshecho. Completamente deshecho. Cada órgano sexual en mí está despierto y dolorido. Mis instintos de apareamiento genéticamente inducidos están en plena atención, rugiendo dentro de mí.

Se ríe y pasa la mano por la longitud de mi brazo desnudo de nuevo. Mete sus dedos bajo la manga de mi camisa y los desliza sobre mis tríceps en la parte posterior del brazo. Sus ojos destellan diabólicamente porque sabe que me tiene totalmente. Esta es una de las peores partes para un omega, un lugar donde la grasa corporal se puede medir con un simple pellizco.

No hay un solo lugar en su cuerpo en el cual yo podría conseguir incluso una pizca de grasa. Probablemente consume doce mil calorías al día para mantener su masa muscular esbelta, que es más o menos lo que el famoso nadador olímpico Michael Phelps consume cuando se entrena activamente. Su entrada calórica es fácilmente cinco veces más de lo que yo como para mantener mi peso, pero en realidad no puedo hacer los cálculos en estos momentos. Sus dedos todavía están allí, bajo la manga, tocando mi piel. Tiene esa sonrisa juguetona en su rostro, sus ojos bailando por la travesura, e incluso la atmósfera ha cambiado hasta que siento que no sólo *nosotros somos muy conscientes de nuestros cuerpos, sino que las otras personas en el avión lo son, también.

—Umm—dice él, suavemente, y finalmente me da un pequeño pellizco. Ambos nos reímos.

Aclaro mi garganta y me enderezo, incapaz de soportar más contacto. Me siento peligrosamente mareado y definitivamente no estoy feliz por eso. Así que saco mi iPod y mis auriculares de la pequeña bolsa de viaje que llevo y la ubico en mi regazo. Él los mira fijamente, luego arrebata mi iPod, conecta sus auriculares y empieza a ir a través de mi música, entregándome la suya. Busco a través de su selección, y aborrezco absolutamente todas sus canciones. Él está en el rock PURO, dejo caer mis auriculares y agarro mi iPod de nuevo.

—¿Quién puede relajarse con eso?

—¿Quién quiere relajarse?

—Yo quiero.

—Aquí. —Me entrega su iPod otra vez—. Debo tener algo de música suave para ti. Escucha una de las mías y yo escucharé una de las tuyas.

Está seleccionando una canción de su propio aparato, así que yo busco una que me guste en el mío, y elijo una de poder femenino llamada "Love Song" de Sara Bareiles, que es básicamente una omega diciéndole al alfa que él no va a obtenerla. La reproduzco para él.

Mi amor por las canciones del poder femenino es casi legendario. Viejo y nuevo. Es todo lo que mis amigos y yo escuchamos. Incluso Jae las canta.

Así que luego me pongo mis auriculares para ver cual eligió él para mí, y algo pasa con mi cuerpo cuando escucho las primeras palabras de la canción, Y me doy por vencido a tocarte para siempre... la canción "Iris" de Goo Goo Doll.

*Y me doy por vencido para siempre tocarte...

*Porque sé que de alguna forma me sientes...

*Eres lo más cercano que he estado al cielo y no quiero irme a casa justo ahora...

Agacho la cabeza para que no se dé cuenta que me estoy sonrojando

y casi tengo que obligarme a no pausarla porque se siente insoportablemente íntima.

Escuchar esta canción.

La que extrañamente eligió para que escuchara.

Pero no me animo a pausarla. Incluso cuando se inclina hacia adelante para ver mi expresión. Su rodilla roza la mía, y el punto de contacto arde a través de mí mientras la canción sigue derramándose en mi oído.

*Y no quiero que el mundo me vea, dice, pero quiero que tú sepas quien soy...

Creo que ni siquiera estoy respirando, ni siquiera sé si puedo.

Él también está escuchando mi canción, y sus ojos están tan cerca de los míos cuando lo miro, puedo contar cada una de sus oscuras pestañas puntiagudas. Juro que sus irises son más azules que el Mar del Caribe.

Sus labios se retuercen con humor, y sacude su cabeza con lo que creo es una risita. Una risita. Obviamente no puedo oír porque estoy escuchando el final de "Iris", la cual escuché por primera vez en la película City Of Angels y la cual también me hizo llorar, como, por días. Un alfa se rinde, literalmente, para siempre a estar con el omega de la cual se enamoró, y algo trágico pasa, como en una película de Nicholas Sparks.

Cuando el silencio le sigue al final, lentamente me saco los auriculares y le devuelvo su iPod.

—Ni siquiera sabía que tenías canciones lentas ahí —murmuro, totalmente comprometido en una nueva conversación con mi propio iPod, mientras me lo devuelve.

Su voz es baja e intima. —Tengo veinte mil canciones, todo está allí.

—¡No! —digo automáticamente sin creerle mientras me vuelvo a verificar, y es verdad. Minnie piensa que es el mejor porque tiene diez mil, y voy a tener que decirle que ciertamente no lo es.

Y ahora, lo que no puedo olvidar es que, de veinte mil canciones, ¿reprodujo *esa para mí?

—¿Te gustó? —Sus ojos me atraviesan, y sé que puede ver mi sonrojo, no puedo evitar eso.

Asiento.

Mi iPod se siente más caliente de lo usual mientras nerviosamente empiezo a jugar con él, y me niego a pensar que es por su mano. Pero es por su enorme, con cicatrices, bronceada, hermosa mano varonil. Mis mejillas arden incluso más, trato de hundirme en mi propio mundo musical.

Ocasionalmente, durante el vuelo, me pasa sus auriculares e iPod, y me hace escuchar una canción, y yo busco una para él. No sé qué pasa conmigo, pero cuando me sonríe con esa sonrisa perezosa que muestra sus dos hoyuelos, escuchando todas las canciones del poder femenino que elijo para él, como "I Will Survive" de Glorya Gaynor, quiero derretirme, especialmente cuando al mismo tiempo, el diablo sonríe con malicia, y parece decidir meterse conmigo mientras se reproduce "Love Bites" de DefLeppard para mí.

Muero cuando el poderoso sonido de golpes de su Dr. Dre se derrama en mis oídos, empujando las bajas voces masculinas tan dentro de mi cuerpo, cada palabra sexy parece latir descaradamente en mi sexo. Las palabras son tan crudas y carnales, que me hacen pensar en él y yo, tocando, besando y amando... y no me gusta que por una fracción de un instante, incluso creo que eso es exactamente lo que él quiere que yo crea.

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Comparto habitación con Sun en Atlanta, y me encanta que ella mantenga su pasta de dientes, cepillo de dientes, y todas sus necesidades tan bien escondido como yo. Es una gran compañera de cuarto, alegre y positiva cada momento del día, y me encanta que tengamos que hablar sobre la cocina saludable durante la noche, cuando cada una de nosotras golpeamos nuestra propia cama.

He aprendido que va de compras por los mejores y más frescos ingredientes locales cada mañana, y alimenta a Jungkook solo con la mejor comida orgánica, todos los días, a tiempo cada tres a cuatro horas, por lo que su entrenamientos parece estar espaciados en las secciones de cualquiera de 3-2-3, o 4-4 con las comidas más pesadas en el caso de este último. Los alfas comen por tres leones adultos hambrientos. Mucha proteína. Muchos vegetales. Y en la media hora después de su entrenamiento, demasiados carbohidratos que incluso yo termino carbo-drogado de solo pensar en esas deliciosas dulces patatas y pasta que engulle.

Ella condimenta sus comidas con hierbas naturales, como tomillo, albahaca, romero, un poco de toque de ajo o pimienta de cayena, y algunas combinaciones de patea-traseros que he estado anotando para cuando vuelva a casa. Está divorciada a los 39, y también me dijo que vamos a terminar la última pelea en Nueva York al final del tour, una ciudad que siempre quise conocer.

Mañana Jungkook tiene su primera pelea de dos en Atlanta, y esta tarde me encuentro pasando el rato en el marco de su gimnasio de alquiler privado, esperando para estirar una vez que haya terminado. Es nuestra tercer tarde aquí, y ya me he dado cuenta que Jeon Jungkook entrena como un demente.

Un.

Alfa.

Loco.

Hoy en particular parece imparable.

—¿Alguna razón por la que todavía tiene energía a esta hora? —pregunta Namjoon al Entrenador Kyun.

—¡Oye, Jeon! ¡Deja de presumirte frente a Taehyung! —grita el Entrenador, y escuchamos una risa desde el otro lado del gimnasio, donde Jungkook está matando, cruelmente *asesinando, una pera de boxeo.

—No lo puedo sacar de ahí —dice Kyun mientras se vuelve de nuevo a nosotros. Pasa una mano por su calva cabeza mientras comprueba algún tipo de temporizador que ha envuelto alrededor de su cuello. Su habitual ceño se profundiza en intensidad—.Ya llevamos nueve horas hoy y todavía tiene jugo. Pero ni siquiera me mira, Namjoon. Sabíamos que esto iba a pasar desde que él...

Ambos vuelven sus cabezas hacia mí, como si no pudieran hablar hasta que me esfume, y yo levanto mi ceja. —¿Qué? ¿Quieren que me vaya?

Kyun sacude la cabeza y vuelve con Jungkook, quien está todavía extasiado, y volando en el viento como un murciélago aleteando por todas partes. Sus brazos se balancean con una precisión perfecta, cada embestida golpea el punto muerto de la bola que se balancea hacia atrás.

El sonido que hace es rítmico y más rápido que un segundo,

*thadumthadumthadumpthadump...

—Nueve horas al día es realmente excesivo, ¿no lo crees? Incluso siete al día es de locos —le digo a Namjoon desde la barrera. Hoy hemos ido mucho más allá de sus 4-4 horas de entrenamiento, y estoy sorprendido de que el hombre aún siga adelante.

Incluso cuando entrené para los Olímpicos, no lo hice así de duro, y

francamente, el programa de entrenamiento de Jungkook me deja

impaciente. Hoy ha hecho abdominales colgado, donde cuelga de su pies y

dobla su cuerpo a sus rodillas, tan rápido como pueda, perfectamente trabajando esos abdominales de tabla de lavar como si no hiciera nada.

Hace flexiones, lagartijas, alpinismo, sentadillas. Salta la cuerda con un solo pie, luego cambia al otro, luego cruza la cuerda, oscilaciones, giros y vueltas, a la vez que apenas si llega a ver la cuerda, la hace volar tan rápido como lo golpea rítmicamente el suelo. Después de eso, hace boxeo de sombra o golpea el ring con un compañero de lucha, y si su compañero de lucha cae antes que él, como pasó hoy, Jungkook se vuelve a las bolsas pesadas o a la pera, y termina *empapado.

—Le gusta cansarse —me explica Namjoon mientras seguimos observándolo—. Si todavía puede dar un puñetazo al final del día, se enfada con el entrenador porque no lo hizo entrenar lo suficiente.

Le toma una hora más detenerse, y para el momento en que el entrenador me silba, soy yo el que está muerto de cansancio por la estimulación visual de ver a Jeon Jungkook entrenar. Cada movimiento que hace es tan agresivamente primitivo que se siente *sexual para mí.

Incluso en pantalones sudados y una camiseta sencilla, no hay manera de que puedas perderte los músculos apretados de la parte superior de su cuerpo a través de la tela de algodón húmedo, y la forma en que sus pantalones cuelgan bajo en las caderas estrechas hacen que mis pechos se sienten tan pesados y dolorosos que juro por Dios que no puedo imaginar lo que voy a sentir cuando esté amamantando algún día.

Reprimiendo un escalofrío caliente, hago que mis piernas se mueven y me dirijo sobre las colchonetas en el piso, donde Jungkook está de pie, esperándome ya sin camisa. Riachuelos de sudor se aferran a su torso, y sé que él es perfectamente caliente y que sus músculos se han formado por el agotamiento. No hay más glucógeno muscular de reserva, su glucosa estará baja, y va a ser tan caliente como un pretzel cuando lo maniobre. La mera posibilidad de eso me pone caliente. Es un sueño mío dedicar mi vida a esto, pero es un trabajo tan táctil con este hombre, y en gran parte un desafío. No solo porque sus músculos son demasiado fuertes comparados con los míos, sino porque apenas puedo hacer contacto con su piel bronceada sin sentirme exaltado. Cada poro en mi cuerpo salta al tacto y se centra en cual sea la parte de mi cuerpo tocando el suyo. Realmente odio esta falta de control en mí.

Ahora veo el bulto de sus músculos mientras se envuelve en toallas y caprichosamente arrastra la toalla por su cabello húmedo, dejándolo incluso más sexy y en punta. También estoy usando unos zapatos deportivos y un equipo pequeño para moverme fácilmente a su alrededor, y esos sorprendentes ojos azules barren sobre mí mientras me acerco.

Está jadeando, sin sonreír, y luego se deja caer en un banco mientras yo giro y llego a él desde atrás.

Se queja cuando envuelvo mis dedos en sus hombros y empiezo a cavar profundo. Chispas de emoción golpean bajas en mi estómago cuando hago contacto, pero intento reprimir mis reacciones y centrarme en aflojar su cuello, sus tríceps, sus bíceps. Empujo en sus pectorales, su núcleo, tratando de no responder como un omega a cada apretón de sus músculos bajo mis dedos, la increíble tirantez de la piel debajo de mi tacto.

Trabajamos en cada articulación, tirando todo lo suelto, mis movimientos en ocasiones haciéndole hacer un ronroneo bajo. Los músculos de mi sexo se aprietan y trato de relajarlos, pero cada vez que gime, se agarran y aprietan fuerte.

Odio cuando hacen eso.

Parece que el arte de relajar a este hombre me hace terminar en la décima potencia.

Pero al menos ya no estoy desempleado

Respirando lento y profundo, paso tiempo extra frotando sus deltoides, el más redondo, parte más cuadrado del hombro. Los aprieto y giro, y luego sigo por el supra espinoso, un pequeño músculo del manguito rotador , y también el más herido de los cuatro músculos que rodean ese brazalete.

Él todavía está jadeando cuando termino, excepto que ahora, también lo estoy yo.

El entrenador silba —Está bien, ve a las duchas. Te veo mañana a las 6 y listo para pelear. Ahora, ve a *comerte una maldita vaca.

Jungkook me levanta de donde habíamos trabajado en su espalda en el suelo, sus ojos azules brillando mientras aprieta mis dedos un segundo más de lo que esperaba. —¿No quedó ningún nudo?

Me toma un momento recordar nuestra conversación en el avión, y sonrío.

—Todavía no. Pero no te preocupes. Si sigues trabajando así, tendrás tantos que no podré terminar nunca.

Se ríe y cuelga una toalla alrededor de su cuello mientras se dirige a las duchas; horas después me doy cuenta que debe haberse quedado dormido como muerto después el esfuerzo que atravesó. Yo, en cambio, permanezco despierto, con insomnio. Ha apretado mis tríceps tres veces desde nuestra llegada y he decidido que no estoy gordo, y aún así, todavía me pregunto qué significa *umm.

Pienso en el avión y sus manos en mis tríceps y los ojos azules en mi rostro y la forma en que su mirada me rastrillos cuando me masajeé su mano. Pienso en la forma en que me puso a prueba y se divirtió conmigo los pasados tres días, no entendía por qué todo eso me hace retorcermepor dentro y sentir pequeños escalofríos calientes a mi alrededor.

Mi adrenalina va a salir disparada si esto continúa.

Trato de pensar en algo más, pero mis piernas están inquietas bajo las sábanas, y la necesidad de salir y correr me carcome.

Ojalá mi corazón pudiera salir a correr, sentir esas endorfinas en lugar de estos pequeños tintineos extraños en mis nervios que me roen en carne viva, esta extraña necesidad que florece dentro de mí cuando veo a Jeon Jungkook. Incluso cuando se lo niego a Jimin, estaba tan seguro que me quería esa primera noche en Seattle, sólo no sé lo que pasó que me contrató en su lugar.

Pero esto es lo que yo quería, ¿no? Un trabajo.

Excepto que el precio a pagar por mi nuevo trabajo era un poco de tortura sexual. Gran asunto. Mejor lo bloqueo mañana. Con esa nueva resolución, agarro mi iPod de la mesa de noche, enciendo mi música y me fuerzo a escuchar cualquier canción excepto las que él reprodujo para mí.


hola, despues de mucho tiempo traigo actualizacion de real, porfavor comenten y no olviden dejar su estrella <3

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