Ꜥꜥֶָ֢🏰ֶָ֢۫݊˒𐙚 capítulo O9
— La reina ha vuelto a llamarme.
JungKook levantó su mirada, casi de inmediato hacia el recién ingresado de YoonGi.
— ¿Y cómo consiguió tu número?
El más bajo se encogió de hombros.
— No lo sé. Sólo dijo que tu asistente era demasiado incompetente para su gusto.
JungKook evitó bufar y externar ciertos pensamientos.
— ¿Te dijo qué quería?
— Que le devuelvas las llamadas.
— ¿Algo más? — Cuestionó y ante el nerviosismo contrario, supo que sí — Puedes decirlo, adelante — Farfulló con torpe suavidad. Intentando alentarlo, aunque hubo demanda en su tono.
— Sabes que es impaciente y llevas evadiendo sus llamadas una semana...
— No lo endulces — Interrumpió de inmediato. Notando las intenciones de su amigo — Sólo dilo.
— Dijo que deberías volver, tienes asuntos de los que encargarte y estás tardando innecesariamente — Respondió con rapidez, atropellándose con las palabras y evitando su mirada — Dijo que dejes de estirar las cosas. Le causas dolores de cabeza.
JungKook rodó los ojos y resopló con fastidio.
— ¿Se quejó de algo más?
— No — Ante la insistente mirada del príncipe, YoonGi suspiró y cedió — "Deja de perder el maldito tiempo y vuelve de una vez, no quieres verme enojada"
¿Perder el tiempo? JungKook quiso reír. En su lugar se hundió en su asiento y sintió sus músculos tensarse. Repentinamente irritado.
Él no estaba en Japón de vacaciones, estaba trabajando. Intentando averiguar cómo rayos su relación con dicho país se había vuelto tan tensa, y por qué de repente se negaban a mantener ciertos convenios. Si llevaba allí un mes, cumpliendo con tareas que aún no le correspondían realizar, era porque los asesores del rey eran unos bastardos desconfiados que no hacían más que alargarlo todo cuanto podían. Y él no podía hacer nada más que ser paciente, que lo era poco, y esperar. Lo que se le daba fatal.
Volvió a resoplar y alzó su mirada, encontrándose con la compasiva de su amigo. Ese brillo que pocas veces veía, estaba allí. Iluminando sus ojos de cachorro.
Resopló por tercera vez y se dijo que no estaba para esas cosas.
— Deberías dar una vuelta o perderte por ahí — Murmuró cuando bajó la mirada, volviendo a centrarse en los informes que anteriormente leía.
— Pero...
— El resto del equipo está afuera.
YoonGi suspiró, aquello no era una sugerencia. Era una orden. Y recordándose que aún estaba en su horario de trabajo y no podría hacer mucho por su amigo aunque lo intentara, decidió salir de aquella habitación y unirse con el resto de los chicos.
Y aunque JungKook se dijo que no estaba para esas cosas, su pecho no tardó en hundirse en una amargura familiar y molesta, mientras que su mente se llenaba de una bruma espesa y tóxica. Ciertamente peligrosa, pero para nadie más que él mismo.
Sus voces no tardaron en aparecer tampoco, y de manera maliciosa le recordaron que él era Jeon JungKook, no su hermana a quien absolutamente todos amaban.
TaeHyung cruzó sus brazos con impaciencia y evitó hundirse en la mullida superficie del sofá que ocupaba. Comenzaba a desesperarse.
Él y Mi-Sun llevaban siendo amigos por un tiempo largo, se suponía que debía estar acostumbrado a sus cosas y principalmente, a su impuntualidad. Pero no lo estaba. Admitía tenerle manía también, demasiada. E ignorando qué se le había inculcado respecto a la puntualidad, él simplemente odiaba que lo hicieran esperar más de lo razonable. Y Mi-Sun llevaba veinte minutos retrasada.
Y él la entendía, pero sí tenía cosas para hacer, no debió de invitarlo a su casa en un primer lugar. Porque estar esperando por ella comenzaba a irritarlo y a serle incómodo. Debido a que, estar sentado en aquel gran salón, solo y con una simple taza de té que una mujer le ofreció amablemente, no era una situación que pudiera describirse como agradable.
De ninguna manera lo era.
Y si todavía no se regresaba a su ciudad, es porque no podía. Mi-Sun podría hacerlo esperar una hora, pero él no se iría. Amigos eran amigos y hasta el momento, lo máximo que le había hecho esperar por ella había sido media hora.
Aún así, la experiencia no aminoraba su creciente y ya mencionada desesperación.
Resopló y cuando se encontró harto de estar sentado, se levantó y se dijo que recorrer el lugar y estirar las piernas, no le haría daño a nadie. Era alguien de confianza y en algún momento terminaría viviendo allí. O eso suponía él.
Y sin tener ganas de invadir la privacidad de nadie o de molestar a quienes estaban haciendo su trabajo, se decidió por ir fuera. Necesitaba aire y ver el ocaso le relajaba. Porque Mi-Sun no había tenido mejor idea que invitarlo a su casa por la tarde.
«No pienses en eso», se dijo mientras se encaminaba hacia la entrada. Quería distraerse y no acentuar su desespero. Y una vez fuera, exhaló con profundidad. Observando hacia el cielo y cómo sus colores cambiaban y parecían danzar entre sí, entremezclándose y creando un tono diferente y más llamativo. Ciertamente era un escenario artístico y casi parecía ser mágico.
Pero no lo suficiente como para serenar su mente ansiosa. Varios segundos después se dio cuenta que observar el atardecer no le estaba sirviendo de nada y se dijo que tal vez se debía a que no era Incheon. Que los cielos por más parecidos que pudieran verse, no eran los mismos. No ofrecían los mismos espectáculos ni los mismos sentimientos.
«Tan estúpido y cursi como siempre», TaeHyung resopló en una risa y meneó su cabeza. Decidiendo encaminarse hacia el lado izquierdo de la mansión, curioso por ver qué cosas se escondían en la parte trasera de la Casa Real. Ya que nunca habían tenido el coraje suficiente con Mi-Sun para desobedecer a la reina y su mandato de no salir fuera y ensuciarse innecesariamente. Porque: "el jardín siempre está húmedo y no tiene sentido que ensucien su calzado de esa forma. No son niños y pueden entretenerse conversando"
TaeHyung sabía que las palabras de la mujer podían interpretarse como corteses y tomarse como una sugerencia, pero no lo eran. Ellas siempre venían acompañadas de una mirada que no aceptaría replicas o desobediencias de ningún tipo.
Y apenas dobló se topó con SukJun, a tres metros y rastrillando las hojas caídas de un árbol. Lo hubiera saludado si algo más no hubiera llamado su atención. A varios metros pero notorio, se encontraba un invernadero.
«Curioso», pensó cuando se encontró frente a la estructura de hierro y otro material que no sabría identificar. El lugar era amplio y alargado, no parecía medir más de dos metros de alto y su interior estaba bien organizado. Habían macetas grandes y medianas, como otras más pequeñas colgando de algunas barras de hierro que componían la estructura del lugar. Habían diversas plantas y flores pero al parecer, ningún cultivo que sirviera de alimento.
— Es agradable verlo, príncipe.
A TaeHyung le gustaría decir que no se había asustado, pero su corazón latiendo erráticamente en su pecho confirmaba que sí se asustó. SukJun era demasiado sigiloso a veces.
— Lo mismo digo — Respondió cuando su corazón se serenó. Volteando hacia el hombre y sonriéndole.
— Me sorprende verlo por aquí, ha pasado un tiempo.
— En efecto — Concordó con suavidad, asintiendo cortamente — No sabía que hubiera un invernadero aquí.
— No tiene mucho tiempo — Murmuró SukJun poco después.
— ¿No? — TaeHyung enarcó una ceja, cuestionándose qué tan reciente era como para que él nunca hubiera notado su existencia — Nunca lo noté.
— ¿Demasiado despistado?
— Tal vez — Concedió el más joven, fingiendo sopesar sus palabras — O tal vez lo escondiste bien.
SukJun sonrió y sacudió su cabeza con levedad, acompañándose de una mano para mostrarse más enfático en su negativa.
— No lo escondí.
— ¿Seguro? — Inquirió con insistencia falsa, obteniendo otra corta negación — ¿Y a quién pertenece? — Cuestionó con curiosidad evidente — No es por juzgar pero la reina no parece ser alguien de flores.
— No lo es — Concedió el hombre con apacibilidad y un ligero tinte de diversión —No tiene el tiempo — Agregó de manera vaga — El príncipe lo armó hace cinco años.
TaeHyung enarcó una ceja y se mostró más escéptico que sorprendido. ¿JungKook armando un invernadero?, uno no parecía encajar con el otro. E insistía, tal vez él era demasiado prejuicioso para con el tipo. Pero no podía evitarlo.
— Así que puede cuidar de algo vivo, ¿eh?
El murmullo pretendía ser audible sólo para sus oídos, pero SukJun lo escuchó y rió por lo bajo. No parecía ser una risa sincera o cortés, pero tampoco una vacía. La acción se había pronunciado de manera entrecortada, como si hubiera sido inconsciente y su sonido tenía algunos matices perceptibles de melancolía. Aunque TaeHyung no tenía idea de porqué.
— Realmente tiene un mal concepto de él — Farfulló tras suspirar con profundidad.
— ¿No debería?
— Actualmente no sabría decirle.
Para el príncipe de Incheon, el tono amargo de su contraparte, no pasó desapercibido. Al contrario, llamó a su interés de inmediato y provocó picazón en su curiosidad.
«¿Debería...?».
TaeHyung sabía que SukJun, de todos los empleados en la casa, era el único que no vacilaba a la hora de acercarse a donde sea que JungKook estuviera. Nunca parecía nervioso a su lado y su voz nunca temblaba al llamarlo. Y por estúpido que suene, eso siempre le había detenido a la hora de preguntarle algo con respecto a su prometido. No quería parecer indiscreto ante sus ojos ni abusar de su amabilidad. Y es verdad que tampoco quería meterlo en apuros.
Pero ahora, el deseo por información era demasiado intenso como para ignorarlo o simplemente reprimirlo como en el pasado.
— ¿Qué me dices de antes? — Murmuró por lo bajo y dubitativo. Ganándose una mirada confundida — ¿Cómo era?
— Diferente — Respondió el adulto de manera escueta — Sus mejores años fueron en la niñez — Agregó ante la expectante mirada del más joven. Sonriendo para sí ante los recuerdos, supuso el príncipe — Si lo hubiera visto en ese entonces, ahora estaría algo más que sorprendido — Suspiró y la sutil sonrisa desapareció de sus labios — Era un buen chico y viendo cómo es ahora, no puedo admitir en voz alta que ya no lo es más.
TaeHyung asintió y meditó las palabras de SukJun. Había afectividad en ellas y pesar también. De ambos sentimientos, el segundo era el predominante. Incluso en sus facciones podía evidenciarse, realzando sus arrugas y pliegues. Era también notorio que apreciaba a JungKook y por ese hecho, no sabía qué tanto fiarse de sus últimas palabras.
Mi-Sun sabía que JungKook no era lo que defendía, y aún así insistía en que era un buen hombre. ¿Cuál era la diferencia entre ella y SukJun?
— ¿Se volvió alguien complicado? — Preguntó en un susurro, colocándose en cuclillas cuando una pequeña flor captó su atención.
— Es algo más complejo que "complicado" — Replicó el hombre en un suspiro. Aparentemente rendido.
«¿Había algo más complejo?».
El más bajo suspiró también.
— ¿Puedo tomarla? — Inquirió al girar su rostro hacia SukJun, sosteniendo el tallo de una margarita amarilla con sutileza.
— No.
Tanto él como SukJun voltearon sus rostros y centraron sus ojos en JungKook, quien yacía a unos pocos pasos de ellos. Su ceño estaba fruncido pero no se veía molesto, sólo confundido y algo sorprendido.
— Su alteza.
Murmuró el castaño allí, a modo de saludo y despedida. El aludido le correspondió con un corto asentimiento y aunque el príncipe más joven quiso decirle al hombre que no se fuera, apretó sus labios y dirigió su atención a la única flor que reconocía de todas las que allí habían.
— ¿Qué haces aquí?
— ¿Es una pregunta o...?
— Una pregunta — Interrumpió el mayor, suspirando.
— Mi-Sun me invitó a pasar la tarde — Respondió entre murmullos — Se quejó porque según ella la estaba ignorando.
— Sus clases todavía no terminan — Musitó más para sí que para el contrario — ¿Cuánto llevas esperándola?
— Depende de qué horas sean.
JungKook arrugó su ceño y miró su reloj de muñeca.
— Ocho en punto.
«Voy a matarla», pensó rápidamente el de hebras rubias. Apretando sus labios y cerrando sus ojos por unos fugaces segundos. Mi-Sun se había excedido.
— Una hora — Farfulló entre dientes, ligeramente disgustado.
— ¿Por qué no te fuiste?
TaeHyung resopló y se volteó a verlo.
— Es mi amiga, nunca suele hacerme esperar demasiado.
— Si no tiene el tiempo suficiente, no debería de citarte en un primer lugar.
Tenía razón, pero no se la daría. ¿Por qué?, sencillamente no quería.
— Pasó un mes pero con respecto a mi actitud en Busan, lo siento.
El más bajo entrecerró sus ojos y evitó lo mejor que pudo mostrar alguna emoción. No iba a mentir y decir que apreciaba la disculpa, porque no lo hacía. Fue brindada tarde y la última vez que aceptó una disculpa del tipo, tardó menos de una semana en volver a desquitarse con su persona. No se confiaba, era un hecho.
— Claro — Murmuró vacilante, desviando su mirada unos segundos antes de continuar — Creí que no volverías hasta dentro de una semana.
Cambió de tema, fue demasiado obvio pero el mayor no dijo nada y en su lugar, optó por responder a su observación.
— Terminé antes de tiempo — Replicó en un tono plano y falsamente aburrido — ¿Cómo sabes cuándo vendría?
— Mi-Sun tiene la lengua algo floja, ya sabes.
JungKook enarcó una de sus cejas y se mostró escéptico ante su respuesta. No le creía. TaeHyung evitó su mirada, volviéndose a fijar en la flor. Tal vez le preguntó, muy casualmente a su amiga cuándo volvería su hermano mayor, pero no lo admitiría ante nadie. Bastante avergonzado se había sentido hace un par de semanas atrás.
— Claro. Le diré a alguien que te lleve de regreso.
— ¿Y si mejor me invitas a comer?
TaeHyung estaba abochornado y seguramente algo más que ruborizado, pero el rugir de su estómago no es algo que pudiera haber evitado o suprimido de alguna forma. Porque la realidad es que tenía hambre y la última vez que ingirió algo había sido hace casi cinco horas.
«Jesús, piedad», rogó cuando la sensación de calor en su rostro pasó a ser una de ardor sofocante.
— Toma la flor y vayamos dentro.
— ¿Cómo? — Aunque su rostro aún estuviera de colores, no pudo evitar descomponer su expresión por la confusión.
JungKook resopló.
— Querías la flor, ¿no? — Masculló de manera retórica — Tómala y muévete.
El hombre más joven evitó decir alguna cosa y simplemente obedeció, arrancando la margarita con suavidad. Apresurándose en alcanzar a su prometido, quien nunca parecía interesado en esperarle y siempre daba grandes zancadas cuando tenía prisa por huir de un lugar.
— SukJun dijo que tú armaste ese invernadero — Murmuró tan pronto lo alcanzó y su familiar afán por querer sacarle plática, despertó. Como en el pasado y aunque no fuera correspondido, él seguía intentándolo — No sabía que te gustaran las flores.
— Lo hacen — Respondió el más alto, siendo rotundo y escueto.
— ¿Y tú te encargas de cuidarlas? — Preguntó al mismo tiempo que también especuló. Queriendo saber más.
— Sí.
TaeHyung meneó su cabeza, sopesando algo para sí mismo.
— ¿Nadie te ayuda? — Inquirió poco después, JungKook pareció irritado pero aún así murmuró un perceptible «no» en respuesta — ¿Por qué?
— Es terapéutico — Le dijo tras encogerse de hombros, deteniéndose para abrirle la puerta y verle con repentina fijeza — Y tampoco me gusta que toquen mis cosas.
«¿Fue eso una advertencia?»
— ¿Eres entonces alguna especie de maniático controlador?
Y por un momento, el príncipe de Incheon creyó ver cómo aparecía un brillo de diversión en los ojos del futuro rey. Podría estar alucinando a causa del hambre, pero estaba convencido de que en aquellos ojos negros había visto una chispa de jocosidad. Por más efímera que hubiera sido.
— No, no lo soy.
— ¿Seguro? — Inquirió con una ceja alzada y pasando a su lado.
— Sí.
Y aunque su respuesta salió en bufido exasperado, no se veía molesto. Sus facciones no estaban crispadas o tensas, tampoco llegaban a la serenidad o a la relajación completa pero aún así era llamativo.
TaeHyung ladeó su rostro y lo evaluó. «Tal vez fue a un spa en Japón», divagó en las comodidades de su mente. «Quizás hizo yoga o visitó un salón de acupuntura. Dicen que es relajante»
— ¿Por qué me miras tanto?
— No usas traje.
Aunque fuera una mentira para excusar sus pensamientos, era también verdad. Su prometido no se encontraba usando un traje. En su lugar llevaba una sencilla camisa celeste y unos oscuros tejanos azules que casi parecían ser negros.
Era un atuendo más informal y cómodo comparado con los que estaba acostumbrado a verle. Y aunque le doliera admitirlo se veía bien. Algo más que bien si era honesto, pero no lo sería tanto.
— No vivo metido en trajes, TaeHyung — Farfulló el mayor luego de entornar su mirada en señal de desaprobación.
— ¿No?
TaeHyung presenció cómo, casi, obtiene una sonrisa de JungKook. Las comisuras de sus labios se habían curvado imperceptiblemente, pero al final el gesto no se concretó y se terminó volviendo una línea recta de inexpresividad cuando reparó en alguien más. Y él, inconscientemente abultó sus propios labios con decepción.
Para cuando ingresó a la cocina de manera total, notó a quién había provocado ese cambio en la expresión del hombre más grande. Mi-Sun. Sentada sobre un taburete mientras le daba plática a una mujer del servicio que eficientemente cortaba unas verduras.
TaeHyung enarcó una ceja y viendo cuán abiertos tenía los ojos su amiga al verle, supo que se olvidó de la invitación que le había hecho.
— Tae...
— Esto es inaceptable, Mi-Sun — La interrumpió su hermano en segundos. Obligándola a que lo mire — No puedes hacer que se te espere eternamente — Agregó con seques, frunciendo su ceño cada vez más — Si no tienes tiempo suficiente para acudir a un compromiso, cancélalo.
— Yo lo sé...
— De saberlo no lo habrías hecho esperar por una hora — Cuando Mi-Sun le miró, TaeHyung quiso acudir a su rescate. Pero aquello era algo de hermanos y prefería no meterse. Además, la estaba regañando con respecto a su cargo y al desliz que había cometido. Él tampoco se metía allí — No hagas a las personas perder su tiempo.
— Me distraje con tonterías y...
— Entonces, la siguiente vez procura valorar las prioridades — La cortó de inmediato — O ten la decencia de informar que no llegarás.
— Lo siento, TaeHyung.
El aludido parpadeó e intentó sonreírle de la forma más reconfortante que pudo. No tenía porqué tirar otra piedra en su mochila.
— Tranquila, creo que empiezo a acostumbrarme.
Y su pequeña broma no hizo más que provocar una mueca en la chica.
— ¿Le dirás a mamá?
JungKook se tensó visiblemente.
— ¿Por qué la molestaría con esto? — Masculló en un resoplido — De todos modos no te diría nada. Sólo asegúrate de perder esos malos hábitos.
Cualquiera podría pensar en eso último como una sugerencia, pero no lo fue. Había sido una orden, bastante fría y rotunda.
— El príncipe cenará con nosotros hoy.
Y tan pronto JungKook se lo informó a la mujer, desapareció.
— TaeHyung...
— Está bien, Mi-Sun. Ya te disculpaste — Interrumpió a la susodicha con suavidad. Sonriéndole de manera amena — Supongo que aprendiste la lección.
— No fue adrede, estaba en mis clases de chino y un compañero...
— Dije que estaba bien.
— Lo siento — Murmuró con pena notoria.
— Olvídalo, tampoco la pasé mal.
— ¿En serio?
El de hebras rubias asintió.
— SukJun es bueno conversando y JungKook no fue mal anfitrión — Pronunció con su vista en la flor — Pero la siguiente vez que me hagas esperarte tanto te mataré.
Mi-Sun sonrió.
— Soy mayor que tú, deberías respetarme. Además, irías preso.
— Me llevas tres años, cállate — Replicó al rodar sus ojos, resoplando de manera exagerada — Procuraré hacer un buen trabajo, tranquila.
Y TaeHyung deseó que ese ambiente juguetón y sereno hubiera sido el presente al momento de cenar, pero JungKook estuvo tenso todo el rato y Mi-Sun cohibida. Lo que resultó en algo incómodo e insoportable. Lo único bueno fue la comida.
Para cuando llegó el momento de irse, le asombró ser acompañado por su prometido hasta el auto.
— En otra ocasión no te quedes esperando por tanto tiempo — Farfulló JungKook al abrirle la puerta del vehículo — Sólo por cinco minutos o tal vez diez.
— ¿Recibiré algún sermón o un regaño por esto? — Inquirió el más bajo con seques, entrecerrando sus ojos con recelo y cruzando sus brazos.
JungKook suspiró y le quitó la margarita de la mano.
— Ninguno de los dos. Es sólo un consejo — TaeHyung alzó una ceja, «¿desde cuándo los da?» — Pero si quieres ser un idiota y perder tu tiempo de manera innecesaria, ignórame. No dije nada.
— Tú...
— Por otro lado, podrías hacerle saber que en serio te molesta su impuntualidad — Pronunció con calma, cortando sus palabras — Pero si no lo haces y sigues siendo indulgente con ella, hay una biblioteca en la que puedes matar el tiempo — Agregó poco después y sin ninguna expresión particular en el rostro — Pero es sólo un consejo, y como tal puedes escucharlo o no — Finalizó al encogerse de hombros y colocarle la flor en una oreja.
TaeHyung no supo qué responderle al hombre y se le quedó viendo. Sus ojos bien abiertos y sorpresa bañando cada facción de su rostro.
— ¿Bebiste algo extraño estando en Japón?
JungKook bufó.
— No, súbete y lárgate de una vez.
— Que amable — Masculló al rodar sus ojos, ingresando al auto.
— Buenas noches, TaeHyung.
Y antes de que éste pudiera decir nada, su contraparte y de hebras azabaches, le cerró la puerta en la cara. Sobresaltándolo y provocando que el vehículo se sacudiera con ligereza.
«Buenas noches, imbécil»
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