Ꜥꜥֶָ֢🏰ֶָ֢۫݊˒𐙚 capitulo O8
TaeHyung no debería de estar sorprendido, pero lo estaba.
JungKook y él no solían toparse dos veces en una misma semana, por extraño que eso suene y teniendo en cuenta que vivía yendo a la Casa Real para ver a Mi-Sun. Pero era verdad, nunca sucedía. Él evitaba al mayor tanto como pudiera y éste siempre parecía estar ocupado, encerrado en su estudio o fuera atendiendo obligaciones que no le correspondían al aún no ser rey.
O eso solía decirle Mi-Sun, pero tampoco es como si él prestara mucha atención cuando ella le hablaba de su hermano mayor, buscando conmoverlo o algo parecido.
Aún así y volviendo a la cuestión importante allí, estaba sorprendido de que JungKook hubiera aceptado la invitación de los reyes de Busan, apareciendo allí. En la celebración del cumpleaños número diecinueve de su único hijo y príncipe.
Y vamos, al parecer no era secreto para nadie que, el futuro monarca de Seúl, era un hombre verdaderamente ocupado. Uno que tenía el rango y el abanico de excusas necesarios como para declinar cualquier invitación de no considerarla importante o siquiera, lo suficientemente relevante como para asistir a ella.
Además, habían pasado cuatro días de su peculiar encuentro en Songdo y hasta ahora seguía siendo un tema de interés para los medios. Porque los futuros gobernantes de Seúl habían tenido una "cita" y aparentemente eso era un gran suceso. «¿Alguien puede nombrar algún otro momento en el que los príncipes se hayan mostrado en público, luciendo relajados y cariñosos y sin que eso tenga que ver con asuntos de la corona?. Es sensacional verlos en armonía».
Los medios no decían muchas cosas distintas y siempre que su madre veía algún canal, allí estaban las personas hablando de ellos y mostrando las mismas fotos. Como si no estuvieran pasando cosas más importantes en el mundo. Él sólo se reía de lo que decían e intentaba escuchar lo menos posible. Porque, no habían tenido una cita, no estaban relajados junto al otro ni mucho menos en armonía.
Pero en fin, a lo que iba. En el pasado y por cosas menos llamativas, JungKook había evitado estar en los mismos lugares que él por días. Semanas incluso. Y ahora que ambos estaban siendo asediados por la prensa, ¿no?. Cuando decía que el tipo era raro, lo decía en serio. No lo comprendía.
Si pensaba en ello, tal vez había sido una jugada de su parte. Algo adrede, ¿con qué fin?. No tiene idea. Pero aquello tampoco tenía sentido, el hombre odiaba tratar con la prensa, casi o tanto como había dicho que su madre lo hacía.
JungKook era confuso y un enigma.
«Un idiota también», pensó para sí, buscando con la mirada al tipo en cuestión. Probablemente oculto entre toda la gente allí.
A TaeHyung no solían molestarle muchas cosas. Pero admitía que los eventos sociales de la realeza, aparte de hastiarle, algunos pocos le irritaban. Muchas familias solían realizar celebraciones hasta por los eventos o sucesos más pequeño y a pesar de muchos de estos ser insignificantes, él se veía obligado a asistir a la mayoría por pasar años alejado e "instruyéndose". Cuando la realidad era que había evitado asistir por el miedo de volver a ver a su prometido.
Algo infantil, pero era joven y en aquel entonces le pareció lo mejor.
Las galas a beneficio no le molestaban, eran más dinámicas. O incluso algunas festividades o bailes para darle la bienvenida a alguna estación o cosas parecidas, le gustaban. Pero las reuniones y las fiestas de cumpleaños, las detestaba. Si bien el ambiente intentaba ser divertido, no lo era del todo. Habían muchos políticos y personas adultas charlando y portándose extremadamente correctos, lo que significaba que los más jóvenes tenían que ser igual y al final del día, la celebración no era más que una reunión aburrida con música lo suficientemente animada como para no desquiciarse.
«Un mierda como la de ahora», aseguró en su mente cuando al fin halló a su prometido. Lejano pero visible.
Y TaeHyung no sabía porqué estaba irritado, pero lo estaba.
Tal vez porque no le gustaba estar allí, tal vez porque Mi-Sun había desaparecido de su lado hacía veinte minutos o porque sus padres también habían desaparecido, dejándolo solo en la mesa que se les había designado a ellos y a la familia Jeon. Quizás su irritación se debía a eso, o a que sencillamente su prometido no se había acercado a él en ningún momento.
Y él odiaba ser ignorado.
«Aparte de que también soy estúpido, porque principalmente odio que JungKook me ignore»
TaeHyung no lo entendía, pero quería la atención del hombre o mínimo, su aprobación. Y seriamente se cuestionaba si no era masoquista, además de imbécil. Porque a pesar de exclamar que lo detestaba, muy en el fondo sabía que no lo hacía y por eso, tal vez, necesitaba cosas de él.
Resopló y ante la mediocre realidad, quiso golpearse. Aquello era patético. Pero en su lugar, descompuso su postura, cruzando sus brazos sobre la mesa y ocultando su rostro entre ellos. Pretendiendo así, lamentarse en lo que nadie le prestaba atención.
Él podría intentar hablar con alguien, pero a pesar de ser risueño y lo suficientemente correcto como para ser halagado por ello, era bastante tímido también. No cuando estaba en confianza, claro. Pero ese no era el caso.
— ¿Mi fiesta es aburrida?
TaeHyung se sobresaltó y rápidamente se enderezó, virando su rostro hacia la izquierda. Allí estaba el festejado; Park JiMin. Sereno y sonriéndole suavemente. Su rostro ardió y algo tembloroso, correspondió a su sonrisa.
— No, de ninguna manera — Murmuró cuando se aseguró de que su voz saldría firme — Lo siento — Agregó al realizar un corta reverencia.
— Está bien, descuide. ¿Puedo sentarme? — Inquirió señalando la silla a su lado, la que se supone correspondía a JungKook.
— Por favor.
Y he aquí otro motivo por el cual TaeHyung odiaba ese tipo de celebraciones o reuniones. Las formalidades. No sólo debían ser correctos o formales en sus comportamientos, debían de serlo también al hablar y tratar a otros. Estaba prohibido tutear y estaba aún más prohibido dirigirse a alguien únicamente por su nombre. Como si fueran simples personas.
Realmente no importaba el ámbito en el que estuvieran, si eras de la realeza, no podías dirigirte a otros por sus nombres y esos otros no podían dirigirse a ti por tu nombre. Aparte de ser descarado y mal visto, era una actitud irreverente y sumamente juzgada. No importaba si eran cercanos o incluso amigos de toda la vida, se debían tratar por sus posiciones o rangos.
Lo que él claramente cumplía a medias, porque si se trataba de Mi-Sun, se dirigiría a ella como tal. Era su amiga y su nombre era muy lindo como para no pronunciarlo. Y odiaba admitirlo, pero con JungKook lo hacía también. Pero porque así es como lo veía, como JungKook. Un idiota de carácter explosivo con el cual estaba prometido.
Eso era cuando no lo hacía enojar o cuando no aplastaba su humor, porque sino sería únicamente «Su alteza». Y pensándolo con fugacidad, él algunas veces deseaba tratarlo de esa forma distante, seca y meramente formal. Pero la vida era injusta y él no lo intentaba ni lo deseaba con demasiado fervor.
— Parece distraído, ¿se encuentra bien?
TaeHyung parpadeó un par de veces y miró al chico con sincera pena. Nunca antes habían interactuado y para estarlo haciendo por primera vez, lo estaba arruinando con sus repentinas brumas mentales.
— Sí, es la falta de interacción y el cansancio, supongo — Respondió con ligereza, queriendo bromear.
El príncipe festejado ensanchó su pequeña sonrisa y pareció más entusiasmado. TaeHyung lo miró bien.
Era un par de centímetros más bajo que él, es lo primero que había notado cuando lo saludó con fugacidad hace una hora. Y a pesar de poseer un rostro infantil y ciertamente jovial, habían algunos pequeños, realmente diminutos rasgos de madurez en sus facciones. Ojos cafés, brillantes y medianos. Expresivos también. Sus labios eran pequeños pero gruesos y el castaño de su cabellera le sentaba bastante bien. En resumidas cuentas, su apariencia era encantadora y el chico lindo.
— Lo sé, se siente como una reunión de negocios ¿cierto?
— ¿Está bien para nosotros decirlo? — Cuestionó en un susurró cómplice, haciendo reír al adolescente — Y espero no ofender, pero no es el cumpleaños más animado en el que he estado.
JiMin meneó su cabeza.
— No me ofende — Aseguró con suavidad — No he estado en otros cumpleaños antes, pero así no es como imaginaba el mío — Agregó en suspiro, hundiendo sus hombros y encorvándose ligeramente.
TaeHyung enarcó una ceja.
— ¿Cómo es eso posible?
— Mis padres preferían instruirme bien a que estuviera haciendo sociales — Explicó al encogerse de hombros. TaeHyung estaba sorprendido — Lo siento, no se supone que deba hacer eso.
— Está bien. A mí no me molesta.
— Bien. ¿Puedo confesarle algo?
— ¿Es malo? — Preguntó en broma, queriendo mantener al príncipe más joven relajado. Éste negó con una sonrisa — Entonces adelante.
— No conozco a nadie y hablar con políticos no es malo, pero tampoco interesante.
TaeHyung lo comprendió a la perfección. Sólo que él odiaba hablar con políticos.
Las personas ajenas a su entorno y que no tenían idea alguna respecto a las obligaciones de un príncipe o de una princesa, subestimaban muchas cosas. Idealizaban el cargo como si no hubiera nada mejor, y la realidad no era así. Habían cosas mejores como también peores. Pero pertenecer a una familia real, no era agradable ni mucho menos espectacular.
Habían muchas presiones y más si eras un príncipe heredero. Había un protocolo interminable que aprender, actitudes que "corregir" y otras que adquirir. Habían muchos nombres y rostros que memorizar, aunque los vieras seis veces en un año. O incluso menos. Bailes, costumbres y cómo sostener un cubierto u ocupar una silla. Cuestiones políticas y económicas que atender, reuniones, viajes, planes. Aspectos sociales por los que velar, complicaciones internas o tensiones políticas que mantener al margen. Estudios, idiomas y otras culturas que aprender de manera obligatoria. Qué atuendos usar y cuáles no, qué podías hacer y adónde podías ir. Uso limitado de la tecnología y restricción absoluta en cuanto a piercings y tatuajes. En otras palabras, un cambio de imagen extremo era un no rotundo. Horas de sueños reducidas, sonrisas cordiales, recibir comentarios de odio, reclamos de la gente, soportar el asedio mediático o la información falsa. Saber lidiar con las críticas de todo tipo y las frustraciones como la fatiga. Y por supuesto, había estrés, presiones y más presiones.
Básicamente pertenecer a la realeza era como actuar. Siempre mostrando tu mejor lado, manteniendo la calma y un buen temple. Buscando la perfección aunque no exista. Siendo casi como máquinas.
Era complejo y extenuante. No importaba si nacías con la madera suficiente como para ser líder o no, estabas obligado a liderar. Eran las obligaciones y la gente por sobre uno mismo. No importaba nada ni nadie más.
No era como un sueño, pero tampoco como una pesadilla. No en su totalidad, al menos.
— Te daré un consejo. Es difícil al principio, pero te acostumbras con el tiempo — Farfulló con una sonrisa nerviosa en el rostro y duda en su voz — De todos modos, no eres una máquina y cometerás errores. Pero no pierdas la cabeza o te volverás alguien amargo.
— Oh, gracias.
— No ayudará de mucho pero es la verdad — Pronunció al suspirar y sacudir sus hombros — Y si ya no quieres aburrirte hablando con políticos, escabullete por ahí — Aconsejó con simpleza, sacudiendo su mano en un ademán indiferente — Con tanta gente nadie lo notará.
— ¿Puedo hacerlo? — Inquirió JiMin con honesta duda. Ladeando su rostro y arrugando su ceño.
— No realmente — Respondió el mayor, riéndose de la mueca que hizo el chico — Pero yo lo hice hace poco en una gala y nadie lo notó.
— ¿En serio?
El de hebras rubias asintió.
— Está bien tomarse un respiro de estas cosas.
Cruzaron un par de palabras más y el joven príncipe desapareció de su lado. Yéndose a quién sabe dónde.
TaeHyung sonrió y se hundió en su asiento. A simple vista el chico parecía tímido, sonriendo con levedad y pronunciando palabras cautas, pero no lo era. Sus modales estaban bien y poseía una mirada segura, no había tardado mucho en mostrarse confiado y risueño.
Había sido agradable interactuar con el hijo de los Park. Esperaba encontrárselo más seguido.
— La gente comenzará a darse cuenta que en verdad eres alguien arisco.
JungKook se sobresaltó y bruscamente se volteó a verlo. Ceño arrugado y ojos serios. Lo había asustado. TaeHyung apretó sus labios y evitó burlarse.
— Hay peores.
— ¿Los hay? — Cuestionó con incredulidad fingida, expandiendo sus orbes para mayor énfasis.
El de hebras azabache rodó sus ojos y resopló por lo bajo, apenas perceptible.
— Siempre habrá alguien mejor o peor que nosotros.
— Profundo — Concedió tras un corto asentimiento.
JungKook enarcó una ceja pero no le respondió, simplemente se giró y volvió a centrar su atención en el cielo. TaeHyung ladeó su rostro y cruzó sus brazos tras su espalda, apoyando la misma sobre la superficie de la cerrada puerta.
Hoy no se veía especialmente hostil o irritado con su presencia, parecía bastante absorto en sus pensamientos. Pero tampoco estaba muy interesado en probar sus límites o en cuán absorto estaba. Prefería observarlo.
Aunque ya lo hubiera visto bastante a lo largo de la celebración y desde lejos, porque el tipo no se había acercado a él en ningún momento, ni siquiera cuando la cena les fue servida. Para ese entonces ya se había escabullido hacia el balcón y allí seguía. Lo que era frustrante y le hacía cuestionarse un sin fin de cosas, todas diferentes entre sí.
Pero la cuestión más presente en su mente era, ¿por qué había ido a buscarlo?
— ¿Por qué siempre usas las mismas combinaciones? — Cuestionó en murmullo, realmente curioso. Ensordeciendo su barullo mental.
JungKook se había volteado hacia él, apoyándose en el largo barandal de piedra mientras le regresaba la mirada. Sólo que la de él era analítica e intensa. Porque el tipo podía ser muchas cosas, pero sin dudas tenía una gran mirada. A veces vacía o ilegible, otra veces intensa, pero la mayoría del tiempo era penetrante y atrayente. Una linda mirada de ojos negros, ¿para qué mentir?
— ¿Te refieres a los colores de los trajes? — El más bajo asintió — Me veo bien con ellos — Respondió al encogerse de hombros. TaeHyung rodó sus ojos. Eso también era cierto, pero darle la razón a un hombre arrogante no era lo más sensato que alguien podría hacer. No sólo inflabas su ego — Son los colores de la dinastía Jeon — Farfulló en un bufido — El negro, el bordo y el dorado — Agregó sin más.
El príncipe de Incheon se sorprendió, aunque tampoco debiera. Cada familia o dinastía, poseía sus colores o insignias distintivas, así es como se diferenciaban y resaltaban entre ellas. Mecanismo empleado desde tiempos inmemorables. Eran como sus firmas, reconocibles para cualquiera que prestara atención a sus clases de historia o estuviera interesado en mantener dichos datos en su memoria.
Evidentemente, ese no era su caso.
— ¿Conoces los de mi familia?
— ¿Tú no? — TaeHyung negó y su contraparte resopló — Bastante estúpido teniendo en cuenta que siempre los llevas.
— Prefiero "despistado" o "desinteresado", gracias — Pronunció con seques, cruzando sus brazos — ¿Me dirás o te comportarás como un idiota?
— ¿Ya comenzarás a insultar? — Replicó en su lugar, alzando una ceja.
— Comienzo a creer que te gusta. Como si me provocaras adrede, esperando que explote y te insulte.
El príncipe heredero se rió de manera vacía y le dirigió una filosa mirada. Retándolo.
— Te equivocas, yo no soy el masoquista aquí.
— ¿Qué estás insinuando? — Masculló con su rostro crispado.
— Nada — Respondió el azabache con monotonía, enderezándose — Creo que fui bastante claro.
— ¿Que rayos te sucede? — Preguntó con rudeza, enderezándose también y cerrando sus manos en puños — Sólo dime cuál es tu problema.
— ¿Debería tener uno?
— ¿Eso significa que sólo eres un bastardo con complejo de superioridad que disfruta tratando mal a los otros?
JungKook balanceó su cabeza de un lado a otro por unos segundos, aparentemente considerando su pregunta con seriedad mientras le veía con fijeza. El interior de TaeHyung burbujeó y supo que su irritación se vio opacada por su repentino nerviosismo. El cual había aparecido tan pronto su mayor comenzó a caminar hacia él de manera lenta pero decidida.
— Si soy un bastardo como dices, ¿por qué vienes a mí? — Inquirió cuando se encontraron lo suficientemente cerca. TaeHyung teniendo que levantar su mentón con ligereza para enlazar su mirada con la contraria — Puedes ignorarme como yo lo hago, pasar de mí. ¿Por qué no lo haces? ¿por qué sigues intentándolo? — Murmuró en un tono bajo y casi parecía realmente interesado en las respuestas — No lo entiendo.
¿Por qué?, el príncipe de Incheon no tenía un porqué. No uno lógico al menos. No tenía nada, sólo emociones confusas y contradictorias. Había resentimientos y anhelos. Todo estaba mezclado y en definitiva, su cerebro estaba jodido. Era caótico y ruidoso.
— ¿Por...?
— ¡Cállate! — Pronunció con exasperación palpable. Interrumpiéndolo y atreviéndose a empujarlo, desesperado por alejarlo de su espacio personal — Sólo cállate — Pidió en un murmullo endeble — No tienes que ser un idiota conmigo, ¿sabes?. Tampoco tienes que ser grosero o descargar tus mierdas en mí, no tengo la culpa — Aseveró en un tono firme — Cualquier cosa que te perturbe, no es mi jodida culpa. Ya acéptalo.
JungKook no respondió y TaeHyung tampoco esperó a que lo hiciera, simplemente se giró sobre sus talones y desapareció por donde había ingresado. Echando humo y mascullando improperios hacia su persona.
El alto exhaló con profundidad y apretó sus labios, desordenando su oscura cabellera instantes después.
— Sigo preguntándome por qué insistes en tirar de esa soga. ¿En serio quieres ahorcarte?
— Es de mala educación escuchar conversaciones ajenas — Masculló Jeon en un gruñido, volteándose a ver al recién llegado.
— ¿Eso era una conversación? — YoonGi enarcó una ceja y JungKook apretó su mandíbula, desviando la mirada — Deja de ser prejuicioso y soluciona tus mierdas en terapia, JungKook.
— Como si tuviera tiempo para esas cosas.
— Al menos deja de ser un imbécil testarudo — Pidió en un suspiro, quitándose las gafas y dejando al descubierto su ceño fruncido — Eres un adulto y ambos sabemos que no eres ese bastardo que te empecinas en mostrarle.
— No me interesa.
— La siguiente vez que quieras disculparte te faltarán flores — Le advirtió apaciblemente, otorgándole una mirada perspicaz.
JungKook resopló.
— Llama a Jang, nos vamos.
— La reina se molestará.
— Me sorprendería que no lo hiciera — Masculló secamente, encaminándose hacia la puerta.
— Quedará...
— Tiene su propio transporte — Interrumpió una vez se encontró en el cálido interior. Entrecerró sus ojos tan pronto su hermana le miró desde la distancia. Con lo que él supuso fue reclamo y desaprobación ligera.
— Deberías...
— No me disculparé — Pronunció con firmeza y seriedad implacable.
— Como prefieras — Farfulló rendido — Jang nos alcanzará en la puerta.
— Andando.
YoonGi asintió y volvió a colocarse sus gafas, posicionándose adelante de él como siempre hacía. JungKook frunció sus labios y evitó realizar una pregunta que llevaba carcomiendo su interior desde hacía interminables días. Se tragó el ardor y anduvo fuera del gran salón.
Él no tenía tiempo para esas cosas.
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