Ꜥꜥֶָ֢🏰ֶָ֢۫݊˒𐙚 capítulo O5
— ¡SIGO PENSANDO QUE NO ES BUENA IDEA!
TaeHyung se sobresaltó ante el repentino grito de su amiga a su lado. Frunció sus labios y con su arrugado ceño, volteó su rostro y le dirigió una plana mirada cargada de interrogantes.
— ¡Lo siento! — Exclamó en un elevado tono pero sin llegar a ser un grito como el anterior proporcionado. El menor sacudió su mano, indiferente — ¡Realmente creo que no es una buena idea!
— ¡Es sólo por compromiso! — Replicó con simple desinterés.
Mi-Sun arrugó sus labios y resopló, aunque apenas fue audible para ella misma. La música era demasiada alta para su propio gusto y eso que, contradictorio a lo que su propia madre le había enseñado del disfrute moderado de una buena y pacífica canción. Ella gustaba de canciones enérgicas y cargadas de vibrantes sonidos explotando furiosamente en sus oídos. Pero la música de aquel lugar ya era exageradamente alta y molesta.
— ¡Pero...!
— ¡¿Por qué te preocupa tanto?! — Inquirió el joven príncipe tras suspirar, viendo con más interés a su mayor — ¡Es sólo un compromiso! — Insistió con marcada convicción — ¡Si no tuviéramos lazos con su padre no estaríamos aquí! ¡Tranquila! — Agregó al notar las intenciones de la chica por replicar.
— ¡Nosotros no tenemos lazos con él! — Objetó con ligera seques, viendo el lugar en el que estaban con palpable censura — ¡Ni siquiera lo conocemos!
TaeHyung rodó sus ojos, ¿Cuál era el problema?. El mayor de los tres hijos del ministro de economía estadounidense los había invitado a una privada y sofisticada fiesta de cumpleaños, el celebrado era su hermano más pequeño, quien cumplía veintidós años.
Es verdad que él hubiera preferido que la dichosa y malditamente animada celebración se hiciera en un lugar mucho más reservado que un pub extravagante y supuestamente exclusivo. Por ejemplo; la residencia donde la familia se quedaba por el momento no estaría mal, en un salón de un hotel de confianza sería bastante bueno también o en una residencia alejada del escrutinio público. Eso habría estado excelente, pero el celebrado eligió un pub y allí es donde estaban.
Además, sólo habían asistido por mera cordialidad. Como había dicho, sus respectivas reinas tenían lazos políticos con Estados Unidos y su ministro de economía había viajado en representación de su país. Si él y sus hijos todavía no se habían marchado, significaba que los asuntos que en primer lugar lo habían hecho viajar a Corea, aún no conseguían consolidarse o solucionarse. Si es que debía solucionarse algo, claro. Pero de eso él no tenía idea alguna. No le correspondía saber tampoco.
Aún así insistía, estaban allí por cordialidad y porque básicamente, era su obligación asistir a compromisos importantes o significativos cuando las actuales monarcas no lo hacían por algún motivo en particular. Aunque siendo honesto, si comparaba este actual compromiso con anteriores, ni siquiera podía calificarlo como relevante o de urgente atención. Su nivel de prioridad era bastante baja, sinceramente. Pero ese no era el punto. Un compromiso era un compromiso.
Asimismo no estarían allí mucho tiempo, ¿Por qué preocuparse tanto por ello? Ya habían ingresado de todo modos. Luego de haber mostrado sus invitaciones e identificaciones, por supuesto. Ahora debían buscar al cumpleañero, saludarle y entregarle sus presentes, claramente tendrían que interactuar con algunos invitados también y buscar a quien los invitó, para agradecerle por ello. Luego de todo eso y de que hubiesen estado allí por una considerable cantidad de tiempo, podrían irse a sus respectivas a casas. Sencillo.
— ¡¿Por qué dejé que me convencieras?! — Inquirió Mi-Sun mientras observaba el entorno, buscando al festejado del cual no conocía su rostro.
TaeHyung rió — ¡Tú sugeriste asistir!
El menor tenía razón, pero Mi-Sun pensó que la celebración sería más tranquila, teniendo en cuenta que el cumpleaños era de un joven adulto. Por lo que, no consideró mala idea asistir. Sus obligaciones comenzaban a ser más exigentes y sabía que las de TaeHyung también, aparte de que éste parecía estar cada vez más tenso. Así que sí, vio la invitación como una oportunidad para que ambos descansaran un poco. Lentamente el arrepentimiento comenzaba a colarse en su persona.
— ¡Busca una foto o estaremos aquí hasta que la fiesta acabe! — Exclamó la de hebras castañas luego de resoplar, harta de estirar su cuello y buscar a quién sabe quién.
— ¡¿Con qué?! — Cuestionó TaeHyung tras cambiar su obsequio a su mano derecha — ¡Recuerda que no tendré móvil hasta la mayoría de edad!
Mi-Sun rió ante su despiste. La reina Ji-Won era seria con esas cosas y sumamente inflexible. Meneó su cabeza y hurgó en los bolsillos de su suelto tejano azul.
— ¡¿Cómo dices que se llama?! — TaeHyung frunció su ceño, nunca se fijó en el nombre que tenía la tarjeta — ¡Tienes que estar bromeando! — Exclamó con latente frustración al ver la mirada que del menor recibió.
— ¡Mi-Sun...!
— ¡Sus altezas, por aquí! — El par se volteó casi al instante apenas escucharon los apelativos pronunciados. Un hombre lo suficientemente alto y menudo se encontraba detrás de ellos, sereno y con prendas informales — ¡Hola!, ¡pensé que no asistirían! — Agregó ameno. Voz sutilmente grave.
— ¡Ethan, hola! — TaeHyung saludó — ¡Buscábamos a tu hermano! — El nombrado asintió y tras un ademán con su cabeza les indicó que le siguieran — ¡Gracias por la invitación!
— ¡Nuestro padre lo sugirió! — Respondió tras voltearse a verlos — ¡Le caíste bien y le pareciste un hábil conversador! — Agregó tras fijar sus claros orbes en el bajo de hebras rubias — ¡Dijo que un ambiente más jovial y "relajado" podría serles terapéutico!
Mi-Sun rió porque el comentario realmente le causó gracia, mientras que TaeHyung sonrió con cortesía. Su vida no era mala hasta el momento y tampoco vivía bajo una cantidad de estrés desproporcionado. Sólo en algunos casos que, lastimosamente para él tenían nombre y apellido pero ignorando esto. Estaba bastante bien y mejor de lo que muchos suponían.
— ¡Andrew, ven aquí un momento! — Exclamó el hombre castaño. Claro y lo suficientemente audible a pesar de la ruidosa música. Atrayendo las miradas de un grupo de personas — ¡Anda!
Un chico rubio y de ojos ámbar salió de aquel grupo, aparentemente disculpándose con ellos. Con apresurados pasos pero un rostro relajado y ligeramente sonrojado, caminó hacia donde ellos estaban. TaeHyung enarcó una ceja ante la pregunta que bailó en su cerebro con endeble fugacidad.
— ¡Hola! — Saludó Andrew, alegre pero tembloroso. Alargando la última vocal. «Sin dudas, está borracho», pensó TaeHyung allí — ¡Gracias por venir... ustedes quiénes sean!
— ¡Ethan nos invitó, feliz cumpleaños! — Musitó Mi-Sun teniéndole su pequeña bolsa e ignorando lo dicho por el celebrado.
— ¡Feliz cumpleaños, Andrew! — Imitó TaeHyung, tendiendo su obsequio también.
— ¡Gr-Gracias! — Replicó tras tomar los obsequios y seguir sonriendo — ¡Nos vemos!
Y sin más, se giró sobre sus talones y se fue donde su anterior grupo. TaeHyung miró a Mi-Sun y seguro estaba de que ambos pensaron en lo mismo, por lo que compartieron sonrisas cómplices y divertidas.
— ¡Siento eso, es la emoción supongo! — Dijo haciendo un indiferente ademán con su mano — ¡Tengo que recibir más personas así que, pueden ir a la barra y pedir algo. Ahí la música es menos ruidosa! — Aconsejó Ethan con suavidad — ¡Dentro de unos minutos habrá un espectáculo que les gustará. No se lo pierdan!
— ¡Okay, gracias!
— ¡Nos vemos! — Despidió Mi-Sun — ¡Me duele la garganta de tanto gritar! — Expresó hacia el rubio.
— ¡Vayamos por algo de beber entonces!
Y como el amable castaño les dijo, en la barra la música se sentía con menor intensidad. Aún retumbaba y hacía a los oídos latir pero se podía hablar sin la necesidad de alzar la voz o, en su defecto, de gritar hasta hacer la garganta doler. Lo que ambos agradecían.
— Son apenas las doce de la noche y ya me siento cansada — Masculló su amiga tras pedirse una cerveza — Y la música ni siquiera es de mi agrado.
TaeHyung rió.
— Tampoco del mío pero si no estuviera hasta reventar, creo que no me disgustaría — Farfulló tras encogerse de hombros, destapando su botella de agua — Creo que estaría bien que nos fuéramos para y media, ¿cierto?
La menor de los Jeon ladeó su rostro, meditabunda.
— Creo que es lo ideal, terminarás llegando a eso de las dos a tu casa pero está bien... supongo.
— Lo está, lo está — Aseguró el de claras hebras tras asentir — Además, Ethan dijo que habría un espectáculo interesante. Quiero ver a qué se refería.
— También tengo curiosidad.
Y varios minutos después, donde el par no hizo más que conversar de banalidades y cosas sin sentido entre ellos. Se vieron interrumpidos y sorprendidos cuando las luces se apagaron y la enérgica música se apagó también. Antes de que se cuestionasen nada, las luces volvieron en tonos más tenues y en combinación de tres colores; azules, rojas y violetas. Una tonada que podría calificarse como sensual comenzó a sonar y las personas allí comenzaron a gritar, aparentemente emocionadas. Ambos arrugaron sus ceños y cuando varias chicas y chicos semidesnudos empezaron a salir de atrás de una puerta ubicada al costado de la barra, sus ojos se expandieron. Pasmados.
Portaban plumas y finas telas en sus zonas íntimas pero las otras zonas estaban al descubierto. Estupefacto TaeHyung apartó la mirada, centrándola en uno de los dos cantineros. El más joven de ambos estaba con sus mejillas rojas pero con su vista fija en aquel bochornoso desfile. TaeHyung se abanicó con un mano y despeinó sus hebras con la otra, aquello era demasiado.
— Mi-Sun, nos vamos — Masculló al pararse de su asiento. La nombrada se encontraba hipnotizada viendo a la lejanía — ¡Vámonos pervertida! — Repitió con mayor énfasis, llamando su atención.
La princesa balbuceó un par de cosas con sus mejillas ardiendo en un escandaloso carmesí.
— Y-Yo... no le digas a mamá — Pidió tras juntar sus manos a modo de súplica. TaeHyung resopló.
— Tu madre es la reina, idiota. Si le digo nos regañará a ambos y para estas cosas hay sanciones — Replicó exasperado.
La castaña parpadeó varias veces y se levantó, rascando su nuca.
— La costumbre con JungKook, lo siento.
— Ya muévete, Mi-Sun.
Y apenas cruzaron las puertas de aquel pub, fueron cegados como atacados por imprevistas ráfagas de luces. Y rápidamente el único hijo de los Kim como la menor de los Jeon, supieron que eran producidas por cámaras. Estaban siendo fotografiados y tras compartir nerviosas miradas, el equipo de seguridad de la chica llegó y los escoltó al auto de ésta.
— Probablemente ni nos esperaban a nosotros — Razonó el más bajo al encontrarse resguardado dentro del auto contrario.
— Puedes tener razón — Secundó su amiga, vacilante — Eso no quita que, probablemente para mañana estemos muertos.
— No exageres — Pidió con una risa nerviosa, viendo al auto arrancar.
Mi-Sun suspiró.
— Sabes que no lo hago.
Y maldición que no lo hacía.
TaeHyung brincó en su suave cama cuando escuchó la puerta de su habitación ser golpeada varias veces y con audible firmeza. Parpadeó varias veces y desentendido miró su entorno. Bostezó y despeinando sus hebras, se hizo hacia atrás, desplomándose descuidadamente en su cómodo colchón. Estiró su mano y al encontrar sus corridas sábanas, las cogió y estiró hasta tapar todo su cuerpo, incluida su cabeza con ellas. Cerró sus ojos y suspiró con lenidad.
— Debería haber despertado hace dos horas, príncipe.
Murmuró una suave pero firme voz que TaeHyung bien conocía, resopló y se aferró a sus cálidas sábanas con fervor. Claramente no quería levantarse aún, pero eso poco le importó a la mujer que le había hablado. Y sin cuidado alguno, ésta le quitó las sábanas de su pequeño y recién despertado cuerpo. TaeHyung se quejó y se negó a ver a su institutriz.
— Son las diez de la mañana, señorito — Masculló tras cruzar sus brazos y ver la desarreglada apariencia del contrario — Debería haber desayunado hace dos horas y media, ¿qué hace aún en la cama?
— Durmiendo — Murmuró entre dientes, desinteresado.
La pelinegra resopló y se giró sobre sus talones, abrió el armario del todavía adormilado joven y una vez encontró lo que buscaba, lo tomó. Se dirigió hacia aquel acurrucado cuerpo de ojos cerrados y más que segura de sí, alzó una larga y fina vara y con la fuerza justa, la impactó en el brazo ajeno. TaeHyung chilló por la sorpresa y tomó asiento casi al instante.
— ¡No estamos en la época de mi madre para que me rectifiques con una vara! — Acusó con grandes ojos. La pelinegra sonrió sin diversión alguna y volvió a cruzar sus brazos — ¡Eso es maltrato!
— No lo es príncipe. Es disciplina — Replicó con seques — Y su madre no estaría muy feliz de saber que aún duerme y peor que eso, todavía no desayuna.
TaeHyung farfulló y tras disculparse, se levantó de su cama. Advirtiéndole que no tardara demasiado, la mujer de hebras tan oscuras como el carbón podría serlo, marchó fuera cerrando la puerta tras de sí.
Perezoso caminó hasta su armario y viendo con desinterés lo que había allí, tomó las prendas que más le llamaron la atención. Un ajustado tejano azul, un fino cinturón con tachas y una negra remera de cortas mangas que poseía en el centro de ella, un estampado en grises. Sin más fue a su baño personal a tomar una corta ducha. La madura mujer lo mataría como tardara más de cinco minutos en aparecerse por la cocina.
— ¿Otra vez se quedó hasta tarde perdiendo el tiempo en internet? — Cuestionó la seria mujer al alcanzarle su desayuno.
Sí se durmió más tarde de lo usual, a las cuatro de la mañana para ser exactos. Pero apenas llegó de aquel cumpleaños, su nerviosa mente no le permitió conciliar el sueño y Morfeo tampoco se dignó a aparecer en su habitación, por lo que fue hasta su portátil y navegó en los diferentes portales de chismes buscando alguna publicación que hablara de su salida de un pub o que, con mayor exactitud hubieran publicado las fotos de ello. Así estuvo una hora y media y cuando se convenció de que no harían tal cosa, se fue a dormir.
«Y al parecer no lo hicieron. ¡No publicaron nada!, la prensa tiene más conciencia de lo que creí».
— Algo parecido — Terminó respondiendo al beber de su jugo.
JiHee enarcó una ceja y miró con censura su clara cabellera.
— Un príncipe debe mantener una imagen seria, madura y de confianza. ¿Por qué le hizo eso a su pelo? — Cuestionó con disgusto.
— Porque me apetecía. Es bastante sencillo de entender — Respondió tras llevar un poco de carne y huevo a su boca.
La mujer entornó su mirada — ¿Quién le dio permiso?
— Yo — Masculló con la boca, inconscientemente abierta.
JiHee torció sus labios en una mueca y golpeó al príncipe en su brazo, empleando la vara, por su puesto. Éste crispó su expresión y la miró con el ceño arrugado.
— No hable con la boca abierta cuando esté comiendo. Mastique, trague y luego hable — Expresó con frío desapruebo. Se acercó al bajo y colocó su mano en la parte media de su espalda, haciendo presión en ella enderezó su postura — Tampoco se encorve al comer — Agregó con seques. Volviendo a tomar la vara, señaló sus codos — Los codos fuera de la mesa.
— ¿No es muy temprano para escupir lecciones que ya conozco? — Cuestionó al bajar los codos y enarcar una ceja.
JiHee resopló y lo golpeó con fuerza en el brazo.
— Cuide sus expresiones — Musitó referente a sus pronunciadas palabras y a su crispado rostro — Si ya conoce lecciones tan básicas como estas, demuéstrelo y compórtese.
TaeHyung no tenía el mejor genio apenas se levantaba, eso lo sabían todos. Pero su genio era peor cuando dormía tan pocas horas, lo que había pasado desgraciadamente.
— Príncipe — El aludido y su institutriz miraron hacia el umbral de la cocina, una sirvienta había ingresado con un teléfono en la mano y una expresión seria — Tiene una llamada — Anunció al tenderle el aparato.
El de hebras rubias lo tomó y antes de llevarlo al oído, recibió un golpe de la vara. Miró a la mujer con inmediatez y ésta le indicó que tragara lo que aún había en su boca. Exasperado mascó y mascó, y bruscamente digirió los restos que no fueron molidos con propiedad. Descontentando a la mujer, claramente.
— ¿Sí? — Expresó con calma, jugando con sus cubiertos.
— Te quiero en menos de una hora en la Casa Real.
Los inexistentes vellos en su nuca y los finos yacidos en sus descubiertos brazos, se erizaron al oír aquella grave y demandante voz perteneciente a su prometido. Desentendido arrugó su ceño.
— ¿Qué? — Masculló segundos después, oyéndolo resoplar.
— Quiero que tu maldito trasero esté sentado en la silla de mi estudio en menos de una hora — Farfulló JungKook con fastidio al otro lado de la línea. O eso suponía el más bajo.
TaeHyung apretó sus labios y evitó maldecir frente a su impasible institutriz.
— Seúl e Incheon están separados por una hora y media, es imposible que esté allí en menos tiempo.
— Entonces te recomiendo apurarte.
— Es lunes, idiota — La mujer carraspeó y él la ignoró — Tengo tres horas de lec...
— No lo repetiré una tercera vez, TaeHyung.
— No cancela... ¿JungKook? ¿estás ahí? — Pronunció con su ceño mucho más fruncido — ¡Imbécil! — Exclamó frustrado, teniéndole el aparato a la sirvienta. Le había colgado.
— Moderación, príncipe — Señaló la mujer, bajando la vara — Iré donde su chófer, termine de desayunar y busque prendas más apropiadas.
— Pero...
— Empezaremos con sus lecciones cuando regrese — Interrumpió con indiferente cortesía.
TaeHyung asintió y vio a la mujer retirarse, tomó sus cubiertos y mutiló más que cortó la carne que había sido preparada para él.
«Maldito arrogante y mandón del culo. Espero que al menos sea importante».
Apenas su auto se detuvo frente a la Casa Real, TaeHyung supuso que había sido citado en ésta por un tema realmente serio. Es decir, JungKook jamás le había llamado. JAMÁS. Para que quede más claro. Segundo, las puertas principales se encontraban abiertas y el sirviente SukJun estaba firmemente parado delante de éstas, aguardando por él. Tercero, tenía una persistente sensación en su cuerpo que le gritaba que de allí no saldría contento ni riendo.
— Príncipe — Murmuró SukJun apenas llegó hasta él, realizando una amplia reverencia — ¿Cómo se encuentra?
— Nervioso — Respondió con sinceridad tras reír y seguir al apacible sirviente — Dime algo, ¿cómo está JungKook?
SukJun enarcó una ceja pero inmediatamente relajó su expresión y suspiró.
— Sólo por hoy, procure no jugar con sus nervios — Aconsejó con suave seriedad.
— Entendido, sin excesos — Aseguró tras asentir para sí.
Continuaron caminando en un cómodo silencio hasta que la puerta que sólo una vez vio, hace tal vez una semana y media, apareció ante él. SukJun le sonrió y se la abrió. Respirando hondo, ingresó. Y tan pronto lo hizo, quiso girarse sobre sus talones y correr fuera. El ambiente estaba cargado de tensión y JungKook yacía detrás de su escritorio, a diferencia de todas las veces anteriores en las que se encontraron, esta vez sí le miraba. Demasiado pesado y fijo para el gusto de sus nervios y de su endeble cordura. Además, su guardaespaldas estaba allí también. Detrás de él, tieso y con los músculos de su cuello resaltando por la aparente tensión contenida.
— S-Su alteza.
«Perfecto, tartamudea».
— Toma asiento — Murmuró señalando la silla frente a su escritorio. TaeHyung sacudió sus hombros y apenas tomó asiento, una revista voló bruscamente hacia la superficie vacía delante de él — Explica qué se supone qué es esto.
TaeHyung arrugó su ceño y bajó la mirada, «Dios, Dios, Dios, si existes permíteme salir con vida de las garras de este maníaco». Imploró apenas notó la llamativa portada y el escandaloso título como pequeño texto que habían en la misma.
«El futuro consorte del rey y la hermana menor de éste, captados fuera de "Desire". Pub conocido por ser costoso y selectivo en clientes. Aparte de poseer un menú de entretenimiento extravagante y un ofrecimiento de servicios privados cuestionable».
Estaba muerto, ¿dónde se supone que habían estado?
— Estoy esperando, TaeHyung — Masculló el de cabellera negra ante la repentina mudez del más joven — ¿Qué es eso?
— Una revista — Murmuró con fingida gracia. La mirada del futuro monarca se endureció. «Mala jugada, lo entiendo» — Una foto — Corrigió con vacilo y hasta él mismo quiso golpearse — Lo sie....
— ¿Qué hacías ahí? — Interrumpió con seques.
— Festejando — «Mierda, ni tú mismos te ayudas TaeHyung», le susurró su mente, indignada — Fui invitado. El hijo menor del ministro estadounidense cumplía años — Agregó ante la oscura densidad en los ojos impropios.
— ¿Y no se te ocurrió investigar dónde sería el festejo? — Cuestionó tras enarcar una ceja. Al parecer escéptico.
— ¿Quién hace esas cosas? — Inquirió con ligera crispación. No era un niño al que tuviera que regañar.
— Las personas con cargos importantes, príncipe — Vociferó JungKook con un tono marcado por el fastidio — Escándalos como estos debemos evitarlos. Tienes una imagen que cuidar, maldición — Riñó al tomar la revista con rudeza.
TaeHyung separó sus labios y su pecho comenzó a arder, de ninguna manera él sería regañado por su prometido como si fuera un niño. Eso ni pensarlo, mínimo que Mi... Su cerebro se iluminó; Mi-Sun.
El protocolo real dictaba que, si un príncipe o una princesa infringía gravemente alguna norma relacionada con la conducta pública. Primeramente debía ser llevado ante el monarca correspondiente y éste elegiría el castigo más apropiado para rectificar su conducta y se disculparía con los ciudadanos en su nombre. Como también dictaba que, todos los transgresores debían estar presentes y recibir un trato igual de justo y severo.
Allí faltaba Mi-Sun.
— Aquí falta Mi-Sun — Expresó al cruzar sus brazos — No puedes seguir si Mi-Sun no está aquí. Ella asistió conmigo — Agregó ante el fruncido ceño del bronceado hombre.
JungKook sonrió grande y cínico. Desconcertando a su contraparte.
— Eso no aplica aquí. No soy monarca aún y a ella la he regañado sin darle espacio a explicaciones. Y ha sido sancionada también — Su sonrisa desapareció y sus ojos ardieron, furiosos — Lo que debería hacer contigo por igual, pero estoy esperando a que te expliques y dejes de comportarte como un niño evasivo.
No estaba siendo evasivo, en parte. Estaba nervioso que era diferente.
— Ya te dije que nos invitaron, ni siquiera tenía idea del nombre del lugar. Sólo que era exclusivo y ya. Nada más, ¿satisfecho? — Farfulló con rudeza.
— No, no estoy satisfecho — Replicó tras inclinarse hacia atrás, apoyando su tensa espalda en su cómodo respaldo — ¿Sabes por qué la reina no se enteró de esto? ¿sabes por qué tu madre no se ha enojado contigo? — Cuestionó con aguda frialdad. TaeHyung negó, su garganta estaba seca y él intimidado, ¿para qué mentir? — Porque estuve toda la madrugada y hasta hace tres malditas horas moviendo hilos y llamando personas. Por eso ningún periodista serio y conocedor de política y economía duda de tu capacidad para gobernar. Y por ese mismo motivo ninguna revista amarillista está haciendo de esto su banquete personal.
— Pues bravo, enhorabuena para ti. Felicidades por tu excelente trabajo — Expresó con crudo sarcasmo — ¿Quieres una medalla o una paleta?
— Quiero que te lo tomes en serio, tu posición no es poca cosa y no puedes seguir siendo tan imprudente.
— Un despiste le pasa a cualquiera — Objetó con indiferencia. Era un humano no una máquina libre de imperfecciones — No era un prostíbulo y ya lo solucionaste, ¿por qué armar tanto alboroto? — Farfulló con exaspero, chasqueando su lengua — Es innecesario.
— El abuso de poder no es algo que me fascine — Masculló su mayor con seriedad — Y tienes que comenzar a comprender la magnitud de tu cargo — Demandó con seriedad — Te guste o no, debes evaluarlo todo diez veces antes de aceptar asistir a quién sabe dónde.
— ¿Conoces la palabra cortesía, verdad? — Inquirió el menor con una sonrisa falsa y de labios apretados — Deberías familiarizarte con ella, estás a tiempo — Aconsejó en un tono más seco — Ah, respecto al abuso de poder. Me parece curioso y casi chistoso que no sea de tu agrado.
JungKook gruñó y despeinó sus hebras oscuras, haciendo de ellas un auténtico desastre. El menor vio sus ojos relampaguear con brutal salvajismo pero dentro de lo que cabía, no perdió su cordura por completo. Simplemente reforzó la tensión en todo su cuerpo y se encargó de traspasar su rostro con su filosa mirada.
— Me recuerdas a un perro viejo que solía tener, ¿sabes? — Susurró de repente y con falsa calma — Apenas lo recuerdo pero era tan enérgico y sorprendentemente seguía deseoso por mi atención a pesar de su edad. Haciendo cualquier ridiculez para obtenerla. Trucos o ruidos. Era encantador, tú no — Exclamó contundente — Eres agotador e irritante. Como un grano en el culo.
TaeHyung se quedó sin palabras, con grandes ojos miró a su alto y fríamente severo prometido, incrédulo y algo golpeado por sus palabras. Las mismas realmente resonaron en su aturdido cerebro.
Él no era una perra sedienta de atención como el pálido había dado a entender. Diablos que no podía mentirse a sí mismo y mierda que sí había hecho cosas para atraer la atención de su prometido, en el pasado con más descaro y frecuencia. Por supuesto que lo había hecho, pero lo de la fiesta no fue intencional y algo que planeó, maldición. No era tan descuidado. Por más que su inconsciente siguiera queriendo de la maldita atención del futuro gobernante y siendo honesto su consciente también. Aunque excusaba dicho sentir con que quería dejar de sentirse como una pequeña cosa, ruidosa y molesta de la que tuviera que hacerse cargo. Aún así e ignorando todo eso, él no cruzaba extremos y tenía límites.
Además, sería su futuro consorte, por amor a lo qué sea. Aunque fuera únicamente algo diplomático, ¿no era él digno de un trato cordial y merecedor de su atención más superficial? Dicha interrogante, ¿era un no rotundo?
— Lo siento mucho, su alteza.
Fue lo único que pudo decir. No tenía ánimos suficientes para hacerle frente. Se equivocó, bien, desde que empezó a reñirle le quedó claro. Ya tenía suficiente.
— No quiero que te disculpes. Quiero que entiendas qué hiciste mal.
— Ya lo entendí, maldición. Cállate — Masculló una vez alzó la mirada. Quizás aún tenía fuerzas para contestarle mal.
— Te daré un consejo — Exclamó luego del pasar de unos pocos minutos en un sepulcral silencio — La próxima vez que sean tan irreverentes e inconscientes en sus acciones, procuren ejecutarlas con la frente en alto hasta al final.
— Eres un imbécil — Aseguró el joven príncipe de Incheon con verdadero disgusto.
JungKook mostró su expresión más ilegible y se encogió de hombros.
— Te recordaré algo que pareces olvidar, querido mío — Farfulló con seques y ¿desprecio? TaeHyung no estaba seguro a este punto por lo que, se encargó de sostenerle la mirada con atención y falsa determinación — Tú me elegiste — Dijo sin más, inclinándose hacia delante. Apoyando sus cubiertos brazos en su escritorio y entrelazando sus largos dedos entre sí — No fueron mis padres ni fueron los tuyos. Fuiste tú.
TaeHyung abrió grandes sus azulados orbes, atónito. Parpadeó varias veces cuando su cerebro y él mismo asimilaron aquellas palabras, aparentemente carentes de alguna positiva emoción.
Sí, él lo había elegido. Pero maldición que estaba harto de repetirse y de recordarse que, fue sólo un puberto en aquel entonces. No era una excusa tampoco, simplemente un hecho. Su porte tan maduro a pesar de ser un adolescente le obnubiló el juicio en segundos. Y ciegamente siguió aquel caliente impulso en su pecho. Aquel que le convenció y le hizo sentir que, casarse con el hijo de la reina de Seúl, no era mala idea. Que estaría bien si se trataba de él. Pero mierda que había estado todo menos bien. Le irritaba reconocerlo pero tal vez se había equivocado y tal vez, su corazón erró también.
Aún así no se merecía nada de eso y que el mayor allí estuviera insinuando que él se lo había buscado por, ingenuamente elegirlo como su futuro esposo, le crispaba. Él no se buscó ni se merecía nada de toda esa mierda.
Y a pesar de saberlo y estar más que convencido de ello, no pudo replicarle. Además, ¿qué podría decirle?, ese hombre siempre arremetía contra él con una rudeza incomparable que lo terminaba agotando en tantos sentidos que, siempre terminaba con el mismo pesar en su corazón y el mismo ardor en sus ojos. No importaba qué dijera y cuán terco fuera, JungKook siempre conseguía doblegarlo y hacerlo sentir como el perdedor de sus enfrentamientos.
Apartó la mirada de aquellos ojos negros y la centró en sus temblorosas manos. Si le iba a dar un castigo económico o de otra índole, que lo hiciera ya. Quería irse de una vez.
— ¿No dirás nada? — Cuestionó el mayor tras suspirar y fijarse en la encogida silueta del más bajo. Éste negó — Puedes retirarte entonces.
Sin una reverencia o palabras, TaeHyung se levantó de aquel asiento y más que rápido se encaminó hacia aquella cerrada puerta.
— Lo terminarás quebrando.
JungKook se sobresaltó sutilmente cuando oyó la tensa voz de su guardaespaldas. Enarcó una ceja y lo miró por sobre su hombro, inquisitivo.
— Es más fuerte de lo que crees — Aseguró tras tomar la revista y ojearla. Chasqueó su lengua y abriendo un cajón, la guardó allí.
— No me refería a eso — Objetó el más bajo con desapruebo. Sacudiendo sus rígidos hombros sin ser visto — Desafortunadamente para él pero no para ti, aún tiene esperanzas de que no seas tan rudo como muestras — Expresó sin ningún tono en particular — Como le muestras — Se apresuró en corregir poco después en un bufido.
— Hace tiempo me encargué de derrumbar su esperanza ciega y aquellas expectativas jodidamente idealizadas que tenía de mi persona — Replicó tras sacudir su mano al aire, desinteresado de sus palabras.
— Honestamente no lo hizo muy bien — Musitó YoonGi entre dientes.
JungKook giró su asiento y encaró al más pálido.
— No discutiré de esto contigo.
— Somos amigos...
— Estás en horario laboral — Cortó tras alzar una mano, demandando silencio — Mira, YoonGi. Si en un pasado te pedí consejos fue porque estaba perdido y realmente ahogado en dudas, no te metas.
— Bien, no lo haré pero, ¿no crees que esta vez has sido muy duro con él?
— Lo he tratado peor en el pasado — Respondió con disgusto — Además, debe aprender que...
— Eres su prometido, por si se te olvida — Interrumpió el mayor quitándose las gafas — Deberías de haberle señalado cuán grave fue su acción, nada más. Reñirle como si fuera un niño... No, no. Peor que eso — Se interrumpió a sí con amargura — Reñirle a saco como si no fuera nadie, fue excesivo y lo sabes.
— Lo traté como el príncipe que es y como el futuro monarca que soy — Refutó JungKook con creciente irritación en su voz.
— Pues te equivocaste amigo mío — Musitó tras menear su cabeza y clavar sus pequeños ojos café, en los centelleantes del más joven — Por si no te diste cuenta, lo hiciste llorar.
JungKook rió sin gracia alguna.
— No lo vi derramar ninguna lágrima.
— Porque eres un imbécil y estás ciego — Aseguró con una falsa sonrisa en sus finos labios — Como sigas sembrando angustias y desilusiones en el corazón de ese príncipe, tu cosecha se pudrirá antes de que te des cuenta. Y para cuando quieras solucionarlo, ya no habrá tierra que puedas salvar.
— Dije que te callaras, YoonGi.
El nombrado se colocó sus gafas y asintió.
— Estás tirando de tu propia cuerda, JungKook.
El príncipe heredero bufó y giró su asiento, procediendo a abrir sus carpetas de etiqueta roja con brusquedad. Tenía sueño, hambre y fatiga atacando su cabeza. Si su amigo quería darle un sermón que lo hiciera luego o al día siguiente. Ahora no estaba de humor para eso.
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