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Ꜥꜥֶָ֢🏰ֶָ֢۫݊˒𐙚 capítulo final

— ¿Haz pensado en mi petición?

JungKook levantó su mirada, fijándose en los ojos serenos de la mujer ante él. Esperando pacientemente por su respuesta.

Y consciente de ello, se dedicó a elaborar una.

JungKook honestamente se había tomado el tiempo de considerar la petición de su psicóloga con respecto a la participación de TaeHyung en una de sus sesiones. Aunque siendo precisos y claros, el más bajo tendría una sesión privada con la mujer sin estar él en ella.

Al principio su reacción fue de negarse rotundamente a la idea, incluso tiempo después cuando volvió a ser traída a colación, él no cambió de parecer y su reacción fue la misma. Un acto inconsciente y casi podría decirse que instintivo. Pero cuando halló el momento justo para reflexionar sobre ello, lo hizo.

Había divagado entre muchos pensamientos sin quererlo, pensado en reacciones de las que no podía tener el mínimo de idea e imaginado un sin fin de escenarios que, se reducían a lo anterior mencionado. Su incapacidad por predecir o imaginar cómo resultaría algo, aunque sea en el aspecto más mínimo.

Y en algún punto de su compleja reflexión, su respuesta no mutó. Volvió a ser negativa. Y le sorprendió, entre tantos pensamientos creyó vislumbrar el positivismo, pero se equivocó.

— Creo que mi respuesta hoy, no será diferente a la anterior — Murmuró en un suspiro — Lo siento.

— No te disculpes — Pidió la mujer con amabilidad, sonriéndole — ¿Aún no te sientes preparado?

El hombre asintió, desviando su mirada unos segundos.

— Puede no ser lógico, pero la incertidumbre de qué pueda suceder, me es incómoda. Y por el momento, prefiero evitarla.

— Está bien. No debes sentirte presionado al respecto, ¿de acuerdo?

Y a pesar de que JungKook asintió firmemente, sabía que la situación en sí, le ponía nervioso y sin lugar a dudas, creaba ciertas presiones en él que tal vez, no debería de sentir.

— Bien, como ya mencioné en una sesión anterior. No nos veremos hasta mediados de enero por lo que, si hay algo que quieras compartir, adelante.

Ladeando su rostro, el azabache negó.

— Considero que no lo hay.

— ¿Seguro?

— Es simplemente mi percepción.

La castaña asintió, viendo su libreta por unos segundos. Los suficiente como para que el silencio no se propague entorno a ellos.

— La última vez que mencionamos tu medicación fue hace dos semanas, ¿qué puedes decirme de ella ahora?

— No mucho.

La mujer ladeó una sonrisa y asintió.

— Ya veo. ¿Tus dolores de cabeza desaparecieron?

— Luego de reducir la dosis, así fue.

— ¿Qué me dices de tus mareos?

— Suceden con menor frecuencia — Y ante la mirada significativa de la mujer, se obligó a pronunciar más — Mayormente en la mañana suelo despertarme turbado de mi entorno.

— ¿Tu alimentación se mantiene, cierto? — JungKook asintió cortamente — ¿Haz sufrido de temblores? — Tomándose el tiempo debido para pensar en ello, negó — Si para enero los mareos prosiguen o incrementan, lo mejor será considerar un cambio de medicación inmediato.

— ¿Es necesario?

No era una queja, simplemente una interrogante curiosa. No habían platicado demasiado de los efectos secundarios que produce el dejar una medicación por otra, pero él se había sentido lo suficientemente curioso como para investigar por su cuenta. Y si bien no era tema serio, el problema erradicaba en el hecho de que, su cuerpo y cerebro deberían pasar otra vez, por el proceso de acostumbramiento.

Resultando de dos formas: con efectos secundarios más sentidos o algunas ligeras molestias pasajeras. Lo que prefería evitar, siendo sincero.

— No debes olvidar que son químicos diseñados para actuar de una manera determinada en tu cerebro. Continuar su uso incluso con mareos persistentes, no es apropiado — Expresó con suavidad, buscando qué palabras serían adecuadas de pronunciar — Puede ser un indicativo de que algo no está yendo de la forma que debería.

— Entiendo.

La mujer explicó más razones de porqué sería poco beneficioso para él proseguir con su medicamento actual si los mareos persisten, pero en su discurso tranquilo se colaron tecnicismos de los que no tenía mucha idea por lo que, se perdió. Comprendiendo la esencia del mensaje.

— Nos encontramos a tres días de navidad y a nueve de finalizar el año, ¿tienes metas a cumplir o expectativas de qué vendrá?

— ¿Su relevancia? — Inquirió con una ceja enarcada.

— Mantener tu mente activa en otras funciones o actividades que no tengan relaciones con tus obligaciones reales. Sería beneficioso y un método de distracción útil.

— ¿Cómo podía serlo?

— Pequeñas actividades o metas, sirven para mantener tu mente concentrada en focos menos estresantes — Explicó al cerrar su libreta — Cuando cuidas de tu invernadero, por ejemplo. ¿Qué pensamientos te abordan?

— Ninguno.

— Porque es una actividad que disfrutas. No hay presiones ni pensamientos — Le señaló suavemente y acompañando sus palabras con una sonrisa sutil — Es una forma eficaz de liberarte de aquello que te acongoja.

Con entendimiento, asintió.

— ¿Y por ello necesitó realizar más actividades?

— No lo necesitas — Respondió la mujer tras menear su cabeza de manera ligera y corta — Simplemente es un comentario. Algo que podrías considerar y como ya dije, te sería beneficioso. La mente de cualquier persona necesita de un respiro.

— Pensaré en ello.

Riendo entre dientes, la castaña volvió a negar.

— No tienes que hacerlo. Si surge de un impulso del momento, no lo dudes. Sólo hazlo.

— No me caracterizo por ser impulsivo.

— De vez en cuando, estará bien — Le aseguró con afabilidad notoria — Lo principal, es que no titubes demasiado, ¿de acuerdo?

— De acuerdo.

— ¿Quieres hablar de TaeHyung? — Inclinando su rostro, JungKook arrugó su ceño — La última sesión comentaste haberte sincerado con él, quiero saber cómo te sentiste al respecto.

— Honestamente creí que sería peor — Respondió luego de pensar en la situación pasada — Pero se dio de manera natural, aunque admito disfrazar mis palabras.

— ¿Lo hiciste?

JungKook asintió.

— Como si no le estuviera contando más que un cuento.

— ¿Por qué optar por ese método?

— Simplemente estaba nervioso y temerario de su reacción, pero quería retribuir su sinceridad de manera justa. Él es listo y captó la esencia del mensaje, lo que fue un alivio en el momento.

— ¿Haz vuelto a compartir confidencias con él?

— No, el tiempo se ha visto reducido y no quiero causarle preocupaciones por hechos pasados y olvidados.

— No tienes que presionarte tampoco. Si quieres compartir algo con TaeHyung, hazlo — Alentó con afabilidad — Las relaciones, no importa de qué tipo sean, necesitan de la comunicación para funcionar adecuadamente.

— Lo estoy intentando.

— Y por ello quiero felicitarte. Sé cuán complejo te es ver la situación completa, pero en serio estás haciendo un gran trabajo.

— No sabría qué responder.

La mujer sacudió su mano en un vago ademán.

— No tienes qué responder nada, es simplemente un hecho.

JungKook asintió y la señora Bae continuó comentando sobre un par de temas más. Para cuando finalizó, las preguntas con respecto a su alimentación y sueño, aparecieron. Siendo un cruce de palabras cortos, para cuando el tema de sus padres apareció de entre las sombras, las palabras se volvieron silencios prolongados.

Seguían siendo asuntos que gustaba ignorar. Aunque supiera de lo poco beneficioso que resultaba al final.

— ¿Vendrás con nosotros?

Tan pronto como JungKook tomó asiento en la sala, exhausto tras haber pasado seis horas encerrado en la embajada leyendo cartas, su madre hizo acto de presencia. Sorprendiéndole.

Su mente estaba apagada por lo que, de manera tardía consiguió comprender a qué hacía alusión la pregunta. Y tan agotado se encontraba él de manera física, que apenas pudo resoplar ante la idea.

— Lo siento su majestad, pero temo decirle que volveré a declinar su invitación.

Su madre arrugó su entrecejo y le dedicó un mirada pesada, cargada de disgusto. La mujer nunca fue buena ocultando sus emociones y su rostro siempre había sido considerado expresivo. Incluso cuando lucía expresiones planas y sosegadas.

— ¿Piensas eludirla por el resto de su vida?

— Nuestra relación ha sido de esta forma por alrededor de una década, ¿por qué debería de ser diferente ahora? — Inquirió con seques, enarcando una ceja en dirección de la reina a pasos de él.

— No la verás por cuatro años — Le recordó en un resoplido exasperado — Piensa en su situación, por un momento al menos.

Por unos segundos, la expresión plana de JungKook cambió, volviéndose una de absoluta perplejidad. Sus cejas fruncidas se elevaron y sus labios se separaron en una exclamación silenciosa.

«¿Así que eso es el amor de madre?», se preguntó cuando el asombro abandonó su rostro. Sacudiendo su cabeza por la incomprensión, dejó escapar una risa amarga y corta. «Pensar en Mi-Sun», repitió poco después en su mente.

— Irónico — Farfulló para sí, otorgándole a la reina MinYoung, una mirada de completa aversión — Como ya le dije su majestad, no iré. Espero me disculpe.

— ¿Ni siquiera la llamarás?

JungKook evitó bufar, no tenía noción del horario carcelario de su hermana y no le interesaba tenerla tampoco. Por lo que controló el impulso de escupir una exclamación tan sincera como esa lo sería.

No habría otro perjudicado más que él mismo.

— Lo siento — Repitió sin emoción alguna.

— ¿Nada más?

Exasperado, el azabache miró a su progenitora.

— Si gusta su majestad, puede mentirle y decirle que le mandó mis saludos menos sinceros.

— Eres... Cómo sea.

Evitando maldecir, se levantó del sofá y se encaminó a la cocina. Tenía sed y no le gustaba estorbar a las personas del servicio cuando tenían que limpiar. Una vez en el lugar, evitó las miradas de quienes se encontraban allí y se sirvió un vaso de agua. No pasaron ni diez segundos cuando los dos hombres cruzaron por el umbral y desaparecieron de su vista.

No los culpaba, debía de ser incómodo compartir espacio con alguien malhumorado. Incluso él se hartaba, y mayormente se debía a su persona.

Sirviéndose otro vaso de agua, sus ojos se enfocaron en la inadvertida silueta que ingresaba en la vacía cocina de manera, aparentemente tranquila.

— ¿Se le ofrece algo, su alteza?

Cuando el silencio de su padre se extendió, JungKook encontró apropiado hablar. Esa actitud reciente de su parte, era desconcertante y desesperante a partes iguales.

¿Por qué quedársele viendo?, era molesto y no conseguiría absolutamente nada de esa forma. Nada productivo, al menos.

— No realmente.

— ¿Hay algo que quiera decirme, entonces?

— En parte.

Sus nervios naturalmente sensibles, reaccionaron ante el secretismo contrario. Y no de buena manera, siendo claros.

Su expresión se distorsionó y sus labios liberaron un bufido sin pedirle antes consentimiento.

— Agradecería mucho que fuera directo, su alteza.

— No pretendo sonar entrometido pero me he percatado de las pastillas que consumes en el desayuno y esperaba que me aclararas su función.

Enarcando una ceja, JungKook dejó su vaso a un lado.

— ¿Por qué debería?

— Te ves sano y realmente espero que mis suposiciones estén erradas.

— No se preocupes, mi interés por consumir drogas es nulo. Se equivoca de hijo — Pronunció al comprender sus palabras. Ignorando su mirada consternada, hurgó en el bolsillo interno de su saco — Como puede observar, su alteza. No es más que medicamento — Musitó con seques, mostrándole el pequeño y cilíndrico recipiente — Puede respirar.

— No necesitabas ser grosero, estaba preocupado.

— ¿Preocupado? — Inquirió con sorpresa fingida — Se dice que nunca es demasiado tarde para estarlo, ¿cierto?

— ¿No estás siendo demasiado?

— Probablemente.

— Lo estoy intentando.

— ¿Intentando qué? — Farfulló entre dientes, exasperado de la situación — ¿Está intentando inmiscuirse en mi vida bajo el falso discurso de la preocupación?, porque de ser así, excelente trabajo.

El rey parpadeó un par de veces ante la brusquedad de sus palabras y evidentemente, no supo qué replicar a éstas. Sus labios ni siquiera hicieron el intento de pronunciar algo, se mantuvieron sellados. Siendo sin saberlo, su mejor y más sabia decisión.

Dejando escapar un suspiro rendido, tal vez. El consorte de la reina se marchó.

JungKook no se molestó en mirar dos veces por el camino que su padre recorrió, y nulo fue su interés por recapacitar en sus palabras o comportamiento. Si el hombre estuviera intentando acercarse a él o conocer su situación clínica, pondría más empeño en ello. No se se le quedaría simplemente viéndolo.

Aunque una parte en su cerebro, la más racional y compasiva cabía destacar, reconocía que para todos era diferente. A algunos les costaba más y a otros, menos. Pero JungKook tenía defectos y el rencor predominaba en la mayoría de sus acciones, por lo que no le dio importancia a este hecho y prefirió ignorarlo.

Perdonar era una virtud que yacía en el corazón de pocas personas.

— ¿No es muy temprano para beber, príncipe?

Mirando por sobre su hombro, sus ojos se encontraron con los sosegados de SukJun. De haber sido alguien más, sus labios no se habrían curvado en una sonrisa. Aunque carecía de emociones su esfuerzo por emular un gesto vago, fue notorio.

— Ha sido un día largo — Justificó por lo bajo, con sus ojos fijos en su pequeño armario de bebidas. Muchas de ellas intactas.

— ¿Quiere algo de comer?

Aunque el primer pensamiento que atravesó su mente fue el de negarse, terminó aceptando. Eran poco más de las cinco y lo último que su estómago digirió fue un emparedado que amablemente YoonGi le compró.

— ¿Algo ligero? — JungKook asintió, ocupando asiento en una mediana mesa que raramente era utilizada por ellos — Casi lo olvido, démelas por favor.

— ¿No te preocupas demasiado?

— Confío plenamente en su juicio — Murmuró el hombre mayor con suavidad apenas tuvo en sus manos su recipiente con medicinas — Pero aún así, nunca dejaré de preocuparme demasiado.

— No pago tu sueldo.

El castaño rió cortamente. Guardando el frasco, se dirigió hacia la nevera.

— A pesar de la edad o las apariencias, mi razón se mantiene en buena forma.

JungKook sonrió. SukJun siempre gozo de un carisma innato que a pesar de no estar bromeando o diciendo nada especialmente divertido, conseguía hacerlo sonreír. Incluso cuando era un mocoso arisco y se decía que las ampollas valían la pena si podía robarle al hombre un par de galletas que estaban destinadas para su madre y sus reuniones de té.

Incluso en esos momentos que el hombre lo regañaba entre susurros, sus labios terminaban curvándose en un gesto alegre. Porque a pesar del "discurso serio", la bandeja destinada a su madre y compañía, siempre terminaría con menos galletas a causa de que SukJun le apartaría algunas.

— ¿Logró conseguir los regalos que le faltaban?

— Así es. Y como siempre, serás el primero en recibirlos.

— Seguiré insistiendo en que no es necesario.

Podría concordar, pero eso sería mentir. A él le gustaba darle regalos al hombre. Asimismo, no era muy bueno expresando su aprecio mediante palabras y esa era una buena forma de hacerlo.

— ¿Quiere alguna decoración especial para la cena?

— Mi madre se encargará de ella.

Las palabras empezaron a reducirse y en cierto punto, desaparecieron. El silencio era lo suficientemente tranquilo como para él se calmara. Quince minutos después, SukJun terminó de prepararle algo liviano para comer. Y como el azabache anticipaba, el hombre tomó asiento a su lado.

Costumbre que había iniciado entre ellos hacía un par de años.

Y para sorpresa de nadie, los días que faltaban para navidad, llegaron.

Se supone que era un día de extrema alegría, donde las sonrisas lucían permanentes en los rostros de las personas y el espíritu festivo se encontraba en todas ellas. Pero ignorando la sobre-explotación de la fecha, TaeHyung no se sentía de ninguna forma gozoso.

Era finales de diciembre y la nieve caía sin tenerle consideración a nada ni nadie. El frío apenas sentido se había vuelto invernal, con justa razón. Y eso no hacía más que disgustarlo, no era fanático de la estación y de lo que ésta traía consigo.

Pero ignorando los aspectos negativos, las decoraciones de las casas y tiendas, a pesar de ser similar todos los años, era agradable de ver. De alguna forma, tanto color lo hacía sentir mejor. Aunque el presupuesto luego de acabada las fiestas debía ser un desastre.

Pero al parecer, valía la pena.

— Luces nervioso.

Dándole una corta mirada a su madre, asintió. Debía de ser evidente para cualquiera que sus nervios estaban demasiado activos el día de hoy.

Los reyes de Seúl habían cambiado su tradición este año. Y lo que solía ser una gran fiesta navideña donde los principales invitados serían, en su mayoría, los aristócratas asiáticos. Repentinamente pasó a ser una reunión privada. La reina tuvo una revelación, o eso manifestó en su discurso el día anterior. Las fiestas deben basarse en el celebrar y disfrutar, no en el ostentar de grandes y superficiales reuniones que todos sabían, tenían fines políticos.

Pero los internautas y parte considerable de la población, no se tragó eso. La reina gustaba de ostentar y realizar grandes eventos, era inconcebible para ellos que después de años de tradiciones, la reina halla experimentado una epifanía tan básica y humana como esa.

No era más que una excusa. Todos sabían lo afectada y avergonzada que se sentía la mujer por las acciones de su hija. Incluyendo las propias, y el evidente bochorno que su negligencia como monarca le causó.

Había fallado pero el orgullo en la mujer era tan grande como para admitirlo.

Además, la noticias del encarcelamiento de Mi-Sun como de su juicio en sí, seguían frescas en el público general. Más ahora, que la ausencia de la princesa siempre jocosa era notoria y un hecho innegable.

La reina quería mantener un perfil bajo y evitar los susurros lo mejor posible, en su presencia al menos. Porque éstos continuarían hasta que una noticia de mayor gravedad o magnitud se diera.

— Es nuestra primera cena navideña compartida.

Su madre le sonrió con entendimiento.

— No me había percatado de ello. Será agradable, descuida.

TaeHyung no sabía qué tan de acuerdo estaba con su madre pero tampoco expresó alguna opinión. Decidiendo guardar sus palabras y concentrarse en reducir las palpitaciones de su corazón.

Podría no ser la cena más placentera a la que asista pero al menos, vería a JungKook. Era el aspecto más positivo en el que podía pensar siendo totalmente franco al respecto.

Los padres del hombre definitivamente no le agradaban como solían hacerlo y la reina, hace tiempo dejó de verse contenta con su presencia. Y como bono extra, la viuda del antiguo rey estaría presente. Y esa mujer en serio lo detestaba. Por lo poco que escuchó de sus padres, desde que llegó en el calor de la polémica, nunca regresó a su casa. Y al parecer, la reina no tenía la voluntad suficiente como para pedirle a su madre que se vaya.

Y el rey a pesar de tener un nivel de autoridad considerable y más, optaba por mantenerse al margen. No pronunciando palabras al respecto, o eso entendió de la conversación que sus padres estaban teniendo.

«Wow», para cuando su auto se detuvo en las dimensiones de la Casa Real, TaeHyung miró la estructura con fascinación.

Todas sus luces estaban encendidas y la capa de nieve que yacía sobre el suelo le daba una apariencia irreal. Seguía encontrando abrumador su tamaño, no iba a mentir. Pero de igual forma reconocía la belleza del lugar. Su antigüedad le daba ese toque encantador.

Asegurando el presente entre sus manos, se dispuso a salir del auto y tranquilamente caminó detrás de sus padres. Para cuando llamaron, fueron recibidos por alguien del personal. Y una vez escoltados hasta el gran salón, los reyes les dieron la bienvenida.

Fue un recibimiento extraño pero su mente no reparó mucho en él y dirigió su atención completa a JungKook cuando los saludos formales acabaron.

— ¿No se supone que los regalos deben ser entregados al sonar las campanas?

Rodando sus ojos, TaeHyung le entregó su presente.

— Primero que nada, no hay campanas — Murmuró entre dientes, falsamente crispado — Segundo, ya es navidad. No tendría sentido obsequiarte algo a medianoche. Y por último, feliz navidad.

Claramente no estaban solos, pero aún así JungKook se inclinó para besarlo. Y aunque no fue más que un contacto casto y sumamente superficial, TaeHyung se sonrosó.

Eso había sido inesperado.

— ¿Y mi presente? — Preguntó luego de aclararse la garganta.

— Lo tendrás después de la cena.

Aunque fingió descontento por esa revelación, sus labios se curvaron en una sonrisa. Correspondiendo a la que se encontraba recibiendo.

La cena, para suerte de todos, inició y se desarrolló sin ningún inconveniente. Fue incómoda en un principio, ambas familias estaban acostumbradas a celebrar dicha época de una manera diferente pero aún así, supieron llenar los silencios y huecos de manera astuta.

Las conversaciones que surgieron giraron entorno a diversos temas pero ninguno tuvo que ver con política, sorprendentemente. Pero si tenían en cuenta lo cuestionada que se vio la reina ese último mes, no lo fue tanto. Es más, incluso podían decir que fue una jugada predecible el eludir cuestiones políticas.

Pero nadie en aquella mesa fue invitado para ser juez o verdugo de la mujer, por lo que tiraron de los hilos que ésta permitió con total amabilidad y cooperación. Mientras más amena fuera la situación, mejor.

La comida los acompañó de manera espléndida y cuando se hicieron las diez, los reyes concordaron que sería agradable salir fuera un rato y ver nevar. Y aunque TaeHyung se encontró dispuesto a negar con la excusa sincera de que ya había visto tan magnífico escenario lo suficiente, se contuvo. Sería descortés de su parte tomarse semejante atrevimiento.

Los adultos de más edad se levantaron primero y cuando TaeHyung se encontró listo para seguirlos, la mano de JungKook terminó sobre su pierna deteniendo su accionar. En un pasado se habría escandalizado por el descaro de su prometido, pero a estas alturas el toque era más que conocido y en comparación a otros, inocente.

— ¿No deberíamos ir también? — Preguntó cuando su rostro se giró, viendo en su dirección.

— Creí que estabas curioso por tu obsequio.

— ¿Y esa es una excusa válida para que tu mano esté haciendo eso?

JungKook estiró sus labios con gracia, divertido de sus palabras, de su ceja en alto o de la situación tal vez. TaeHyung no estaba realmente seguro pero no le importó y el buen ánimo contrario, se le contagió.

Dejando de tamborilear sobre su rodilla, el más alto se levantó. Ayudando al más bajo a hacerlo. En silencio se dirigieron hasta el estudio del hombre, lo que por un momento, sorprendió al más joven. Quién sin entender porqué, penso que su regalo estaría en una zona más cercana o incluso en la habitación del tipo.

Para cuando ingresaron, lo primero que sus ojos captaron fue una caja yacida sobre el amplio escritorio impropio. A su lado, un ramo de camelias. Y como el primero que había recibido tiempo atrás, eran amarillas.

— Puedes tomarlo.

Guiándose de las palabras de JungKook, TaeHyung se encaminó hacia la caja y con dedos ansiosos por descubrir que ocultaba en su interior, se apresuró a abrirla. En ella habían tres discos de vinilo.

— ¿Anotas todo lo que te digo?

Pronunció desde el asombro más sincero, girándose para verlo. En respuesta, sólo obtuvo una sonrisa. Sacudiendo su cabeza, el joven príncipe los observó con desbordante júbilo.

Ni siquiera él recordaba cuando le comentó al hombre de querer esos discos. El tocadiscos de su padre comenzaba a juntar polvo, lo que era una desperdicio para tan preciado objeto.

— Gracias. Muchas gracias.

Volviéndose hacia el hombre, depositó un beso en su mejilla. Siendo correspondido, inopinadamente por uno en sus labios.

Para un hombre que no era especialmente afectivo y partidario de las excesivas demostraciones física, ese día estaba cruzando algunas sutiles líneas. Pero la comprensión pronto llegó a TaeHyung, JungKook había abierto su presente.

En algún momento reciente, su prometido le comentó cuánto apreciaba las obras de Édouard Manet y aunque eran caras y complejas de adquirir, ¿por qué no?, no había mucho que se le pudiera regalar a un hombre que carecía de gustos o pasiones.

Y más reducidas eran las opciones cuando, según el joven príncipe, ya le había otorgado los mejores obsequios basado en parámetros tan escasos. Pero a pesar de que la tarea pudiera ser a veces tediosa, la gratificación superaba cualquier otra emoción. Aún más cuando obtenía ese tipo de expresiones en JungKook.

— Es sinceramente, un gran regalo. Gracias.

Y aunque por un segundo, por sus mentes cruzó que debían de volver al gran salón, no lo hicieron.

No era una obligación y ambos estaban seguros de que su presencia no era de ninguna forma requerida por los reyes. Por lo que se mantuvieron allí, simplemente pasando el rato. Divagando entre palabras triviales y temas ligeros.

Incluso cuando la noche pasó a ser entrada en la madrugada, no se movieron demasiado. Estaban cómodos de esa forma y querían alargar la sensación cuánto pudieran.

Para cuando los bostezos comenzaron a colarse entre sus palabras, decidieron que era adecuado ir a dormir. Y en la calidez de las sábanas, JungKook le contó otra historia a TaeHyung.

Una que a pesar de tener un inicio amargo, finalizó de una forma reconfortante para el corazón de cualquier oyente. Principalmente el suyo. Porque a pesar de que la historia trató de un árbol que con el avanzar de las estaciones, iba secándose en una zona apartada del bosque. Terminó con el nacimiento de un nuevo árbol a centímetros de lo que solía ser el anterior. Y en su lejanía del resto, creció otro árbol que se convirtió en su compañero.

TaeHyung captó la indirecta de JungKook y antes de ingresar al mundo de los sueños, se lo hizo saber. Conmoviéndose de su actitud evasiva y mejillas encendidas.

Su relación había sido muchas cosas en un inicio, negativas muchas de ellas. Pero actualmente era algo más que buena. Su evolución no fue rápida y tuvo tropiezos, eso sin dudas. Pero ambos apreciaban y seriamente atesoraban lo conseguido.

Y esperaban que el futuro les mostrara más sonrisas. De no tenerlas, trabajarían por ellas.

Después de todo, no llevaban ni la mitad de camino recorrido. Pero en el tramo hasta ahora conocido, aprendieron muchas lecciones. Y varias de ellas se reducían a que, no importa cómo empiece algo, si se reacciona a tiempo, siempre se podrá modificarlo y crearle un nuevo final.

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