Ꜥꜥֶָ֢🏰ֶָ֢۫݊˒𐙚 capítulo 31
TaeHyung se encontraba almorzando con sus padres cuando la noticia fue dada. Eran poco más de las once, próximas a ser las doce. Un clima frío pero no invernal, la radio encendida en una emisora que su padre gustaba de escuchar cuando no había mucho que comentar en la mesa.
La ambientación era cómoda y silenciosa. Y cuando ellos asimilaron las palabras pronunciadas por la persona al otro lado, sus acciones se detuvieron consecutivamente.
Mi-Sun había sido apresada.
Los juicios de la castaña habían comenzado a principio de diciembre, cuando muchos suponían que esto nunca sucedería. Los reyes en serio estaban trabajando duro en su exoneración. Pero no alcanzó. Después de todo, la princesa no había dañado el césped de un parque o estacionado mal su inexistente auto. No. Los cargos de la princesa, eran severos.
Incluso, hasta hace cinco días. Los medios estaban debatiendo qué tan contundente sería la sentencia que la joven castaña de tan sólo veinticuatro años, recibiría. Muchos de ellos, profesando no estar seguros de que reciba una pena mayor a dos años. Al final del día, era una aristócrata. Lo que al parecer, se concebía como intocable.
Y vamos, los jurados y las sentencias en su país, no eran lo que muchos pudieran calificar como firmes. Aún menos con "personas de poder". Por lo que TaeHyung comprendía sus opiniones y dichos.
Pero hoy, dos semanas después, Jeon Mi-Sun recibió su sentencia. Y no importó cuántas personas hubieran supuesto o conjeturado los años o meses, incluso las cifras que ésta debería pagar en su multa. Nadie atinó.
Cuatro años más diez meses de servicio comunitario, fue la sentencia que un juez dictaminó como justa para los actos y acciones llevadas acabo por la princesa de la nación.
— ¿Estás bien?
Parpadeando varias veces, TaeHyung miró en dirección de su madre. Su ceño arrugándose por la confusión de la pregunta.
— Lo estoy.
— ¿Seguro?
— Por supuesto — Pronunció con mayor claridad en su tono y firmeza en sus palabras.
Su madre se mostró convencida y asintió, continuando con su almuerzo.
— Es una pena — Murmuró su padre, meneando su cabeza unos segundos — Parecía el retrato vivido de una buena princesa.
— Principalmente sus modales — Concordó la mujer.
— Me compadezco de los reyes.
Ji-Won dejó sus cubiertos para mirar a su consorte.
— No lo digas de esa forma.
Notando su error, el hombre se disculpó. TaeHyung se desentendió de su conversación, perdiendo el apetito bajó sus cubiertos y bebió agua, buscando aligerar la tensión que se cernía entorno a sus entrañas con fervor insoportable.
«¿Cómo estará JungKook?». Se preguntó cuando la tensión se entremezcló con la preocupación. Nerviosamente comenzó a mordisquear el interior de su mejilla.
La situación, desde que se descubrió hasta el momento actual, había sido una bola de nieve que en ningún momento dejó de crecer. Incluso cuando se mantuvo quieta y su alrededor sereno. Incluso ahí, estuvo creciendo.
Y TaeHyung sabía que bajo presión, JungKook podía mantener un funcionamiento óptimo. Pero cuando a la presión se le agregaba eventos que no podía controlar, situaciones que no le correspondían atender y decisiones que no podía negar o cambiar. Se tornaba inestable y su humor decaía considerablemente. Volviéndose alguien de nervios sensibles.
Por lo que, inevitablemente él estaba preocupado. Preguntándose qué tan bien lo estaría haciendo en ese momento.
JungKook había mejorado, desde su perspectiva así era. El hombre no compartía demasiado, pero tampoco mantenía todo para sí mismo. Las expresiones cansadas en su rostro desaparecían lentamente y su sueño estaba ahora más establecido. Seguía teniendo algunas complicaciones para mantener una alimentación apropiada, pero en grandes aspectos, había dado más pasos.
Bastantes, de hecho.
Y a pesar de esto, no podía aseverar que el hombre se encontrara próximo a una recuperación absoluta. Ni siquiera tenía la confianza suficiente como para decir que se encontraba a mitad de camino.
Pero esa no era su mayor inquietud, aunque era una de muchas. Realmente tenía varias.
Sus apresuradas y nerviosas cavilaciones se detuvieron cuando sus dientes se excedieron en fuerza y la tierna piel que apresaban, se rasgó. Su rostro se crispó ante el sabor metálico en su boca y sin más opciones, se lo tragó con la escasa cantidad de agua en su vaso.
— ¿Algo te preocupa?
— JungKook — Admitió fijándose en su padre unos segundos. El sabor a sangre en su boca, acentuándose aunque no fuera mucho.
— Deberías mantenerte al margen unos días — Aconsejó su madre — Podrás llamarlo pero no verlo — Agregó poco después y con su almuerzo finalizado.
— ¿Por qué? — Preguntó con su ceño frunciéndose.
Ji-Won le sonrió, amena y como si supiera algo.
— Simplemente hasta que la tensión en la casa se disipe lo suficiente. No querrás agravar nada, ¿cierto?
Por supuesto que no lo quería. TaeHyung resopló, sabía que aparecerse por la Casa Real sería la peor decisión que podría tomar. Los nervios de todos debían de estar receptivos y en su punto máximo, ir sería crear una catástrofe dentro de otra.
— Anímate, puedes llamarlo — Recordó su padre.
— Sí, cierto.
Pero él prefería verlo en persona. Algo que sabía, no sucedería.
JungKook decidió que era el momento indicado para concentrarse en su respiración. La discusión que su abuela y madre estaban llevando a cabo tan animadamente, estaba jodiendo su quietud siempre endeble.
«¿No podían sólo aceptarlo?», se preguntó cuando la discusión escaló a exclamaciones coléricas. Incrédulo de ver hasta dónde podía extenderse la negación algunas veces.
Quería levantarse de la sala e irse a su habitación, o a su estudio siendo honesto. El trabajo lo distraería efectivamente, pero si se iba en un momento como ese, la atención terminaría en él y no de manera positiva. Al contrario. Y bastante inquieto se encontraba ya, los ojos de su padre estaban atentos a su persona y no le gustaba.
Realmente le incomodaba. Esa mirada analítica estaba perturbando sus nervios más de lo que debería. ¿Qué buscaba?, fue la cuestión que más rondó su tumultuosos pensamientos.
Su respiración se agitó considerablemente, cuando las mujeres recayeron en los mismos temas que en anteriores noches, se habían gritado. El principal de ellos: quiénes eran los verdaderos culpables de que todo terminara de esa forma tan trágica para ellos y su dinastía. Aferrándose a sus rodillas, JungKook se mantuvo petrificado en su asiento y las escuchó. Su nombre pronunciándose en algunos puntos.
Aquello era un caos.
Mi-Sun fue sentenciada, ¿por qué seguir con el tema?, no conseguirían nada a través de gritos o discursos pacíficamente formales. La justicia había actuado como se supone, debía de hacerlo: de manera justa. Esa era su función principal y porqué de su creación, sin importar quién fuera el juzgado.
— Jeon JungKook.
Sobresaltándose ante el brusco llamado, el aludido alzó su mirada con rapidez y centró sus ojos en los café de su abuela.
— ¿Sí?
La mujer resopló, era evidente para todos que no la había escuchado.
— ¿Puedes intentar hablar con el juez?
JungKook no necesitó preguntar bajo qué criterio, su abuela quería que él se acercara al juez que condenó a su hermana. La respuesta llegaba con la pregunta misma.
— No — Murmuró con un asentimiento corto — Persuadir a alguien de poder para conseguir un beneficio propio, es ilegal.
— No espero que lo persuadas — Aseguró y enarcando una ceja, el azabache esperó por la continuación de la mujer mayor — Simplemente quiero que hables con él. Tu mayor virtud es la palabra y quizás, usándolo, consigas que reduzcan su condena.
— Temo decirle, que un comportamiento como ese, es lo que se conoce como persuasión.
Ante su contestación, la mujer se mostró disgustada. Distorsionando su expresión en una mueca malhumorada. Pero él optó, por fingir que no le había importado ni afectado. Y ante esto, su mente volvió a atascarse de pensamientos. Todos desordenados.
¿Qué esperaba su familia de él?, se cuestionó con honesta confusión. Él era un hombre, ignorando sus títulos reales y alcance de ellos. Exceptuando estos "pequeños detalles", JungKook insistía en que no era más que un simple hombre. No podía cambiar acontecimientos pasados, no podía alterar las acciones de otros ni librarlos de sus culpas. Apenas y podía con las propias.
«¿Qué esperaban?», se repitió varias veces. Su respiración, anticipado o no, se volvió un desastre por segunda vez. Se desorientó de su alrededor y entre parpadeo y parpadeo, su visión se tornó borrosa.
— ¿A dónde te diriges?
Su madre le llamó varias veces, pero JungKook no se detuvo en ninguna de ellas y continuó su torpe camino hacia la cocina. Sus pensamientos y la situación en la sala, lo estaban ahogando. Era insoportable el ambiente, estar metido en él y escuchar esas discusiones que en un inicio, no debieron comenzar.
No tenía sentido. Nadie en aquella casa lo tenía.
«Maldición». Evitando lanzar los adornos de cerámica yacidos sobre la encimera, sus temblorosas manos se aferraron a ella. En ese punto, su respiración se encontraba en las ruinas y aumentando su desconsuelo, SukJun no estaba.
Él hombre no vivía allí, lógicamente. Y a pesar de que muchas de sus obligaciones y funciones tuvieran que ver con la casa, otras no. Asimismo, SukJun tenía derecho a gozar de descansos prolongados. JungKook lo sabía a la perfección y aunque hubieran momentos en los que podía enfrentarse a su abismo sin ayuda de nadie. Habían otras veces en que le era imposible. Además, SukJun era el único que sabía cómo calmarlo exitosamente. Quien había tratado con él desde un lado más humano y sin tener que hacerlo. No le pagaban para ello.
Tomando consciencia de la ausencia de SukJun, JungKook se alteró a un punto extremo de lo concebido como asfixiante. Su visión se convirtió un conjunto de destellos confusos en una negrura borrosa. Producto de todos los estímulos negativos y mal dirigidos.
Él sabía también, que en situaciones como esa, tendía a depender demasiado del hombre no presente. Su psicóloga había persistido hasta que aceptó hablar de ello, y dándole escasas migajas, lo notó. Pero en su miserable defensa, ¿qué podía hacer?
SukJun había cuidado de él por años, sin tener que hacerlo, insistía. En su niñez fue lo más cercano a un amigo que experimentó. Y a medida que fue creciendo, comenzó a verlo como una figura de cuidado y comprensión. La definición precisa de una buena persona. Alguien a quien aspiró a ser, pero al fina su camino se terminó torciendo, para seguidamente torcerse él también.
Y evitando llevar su nerviosa mente a rincones que tuvieran que ver con aspiraciones frustradas, amarguras no superadas y resentimientos arraigados. Decidió que era momento para tomar asiento y realizar con mayor dedicación sus ejercicios de respiración.
Pensar excesivamente cuando su mente no era más que ruido, resultaba siempre de la misma forma: siendo una actividad infructuosa y agotadora.
«Va siendo tiempo de que aprendas la lección»
— ¿Te encuentras bien?
JungKook no se molestó en levantar su cabeza. Sabía qué clase de expresión relucía en el rostro de YoonGi y no quería verla ahora. Sus ojos aparte de ser grandes, eran malditamente expresivos y le gustaban. Cuando su emoción tenía que ver con alguien ajeno a él, aún más.
Antes de brindarle una evidente respuesta, se concentró en juntar profundas bocanadas de aire y expulsarlas lentamente. Su visión se había aclarado y a pesar de aún sentir el revoltijo ansioso en sus entrañas, no era con la magnitud anterior. La sensación sofocante se esfumó y la desesperación ilógica que solía atravesarlo hasta quitarle la estabilidad , disminuyó considerablemente.
— Estoy mejor — Aseguró cuando su voz se halló a sí misma libre de alteraciones.
— ¿Quieres beber algo?
«Uno de mis sedantes», pensó honestamente. Pero rápidamente sacudió esos pensamientos lejos, TaeHyung lo había regañado una vez. Incluso SukJun, cuando se percató que habían menos pastillas de las que deberían. Por un segundo, se cuestionó bajo qué criterio, él consideró que era buena idea informarles las cantidades que se le habían sido recetadas.
YoonGi en situaciones anteriores, le había dedicado miradas significativas. Lo que se podía traducir a, su amigo se percató de sus tendencias insanas también.
— Un té no estaría mal.
Aunque JungKook se rehusaba a verle, YoonGi asintió en su dirección.
— SukJun me indicó el procedimiento que suele emplear al prepararte un té en estos casos — Murmuró sin un tono en particular. Simplemente como un comentario al pasar. Ligero y afable.
— Debería subirle el sueldo.
YoonGi rió.
— Deberías, no trabajará eternamente.
Enderezándose, JungKook concordó. SukJun estaba cerca de cumplir cincuenta años, a pesar de mantener una apariencia joven. No demasiado, siendo sincero. La edad se notaba entorno a sus ojos. Tenía arrugas en áreas específicas de su rostro y la energía en el hombre, claramente no era la misma. Él no comprendía porqué no se jubilaba. Después de dos décadas trabajando para su familia, sus servicios habían sido más que satisfactorios y cumplidos excelentemente.
Y si su memoria no le fallaba, había tenido un reunión con su madre para discutir dicho asunto hace alrededor de un año y poco más. Pero el hombre declinó cualquier sugerencia o propuesta.
— Aquí tienes.
— Gracias.
YoonGi realizó un ademán con su cabeza como si no hubiera sido nada hacerle un té y tomó asiento en la silla frente a él. Observándole a detalle.
— ¿Fue tan malo?
— Peor que eso — Aseguró antes de llevarse la taza a los labios — Nuestra dinastía ha tenido buenos actos y malos en lo que lleva existiendo. Comprendo el porqué de este, pero no hay nada que ellos puedan hacer. Mucho menos yo — Prosiguió en un suspiro, recordando un par de palabras cruzadas y sintiendo un lado de su cabeza palpitar — Pero sé que no lo aceptarán pronto.
— ¿Qué sentido tendría para ellos negar lo evidente?
— Las personas niegan lo evidente todo el tiempo — Recordó sin demasiado entusiasmo en su voz — La ignorancia es un arma y a veces, un refugio.
Y por experiencia propia, él consideraba a la ignorancia de ambas forma.
— Tienes razón. Lo reconozco.
— Usualmente siempre tengo la razón, pero gracias.
— Es bueno saber que tu humor se recuperó lo suficiente como para que bromees.
Ladeando una fugaz sonrisa, JungKook negó.
— Estaba siendo serio al respecto.
YoonGi rodó sus ojos y bufó, como si su contestación realmente le hubiera molestado.
— Seamos justos por una vez, no siempre tienes razón. Ni usualmente.
— No suelo equivocarme demasiado.
— Pero cuando lo haces, es a lo grande. Admítelo, es humano.
El azabache suspiró.
— No se te da especialmente bien animar — Reprochó con verdadera honestidad — Pero lo que dices es cierto. Lo reconozco.
— Y no te pasó nada al hacerlo, felicidades — Su tono burlón fue liviano y a pesar de que sonrió, JungKook de igual forma resopló — ¿Tienes planeado...?
— No es el momento — Interrumpió con su cabeza sacudiéndose suavemente de un lado a otro — Salir equivaldría a detonar más minas.
— Lo siento.
Y allí estaba la expresión que no gustaba de ver. Su amigo se preocupaba demasiado.
— No importa — Aseveró con un sutil encogimiento de hombros — ¿Cómo se hallaba el príncipe?, se me están acabando los documentos que tienen que ver con su padre.
Y quien desvió la mirada esta vez, fue YoonGi.
— Lo haces sonar de manera equivocada. Simplemente le llevé tus papeles al rey y saludé a JiMin.
— ¿Quieres un consejo?
— ¿Necesitó uno? — Replicó en lugar de responder, enarcando una ceja.
— Si consideras que ignorar el elefante en la habitación es lo más apropiado, hazlo — Murmuró al bajar su taza vacía — En algún momento desaparecerá. Pero la vida se basa en pasar por ella con la menor cantidad de arrepentimientos posibles. Una vida llena de arrepentimientos, no es una vida que se esté viviendo bien.
— ¿Y eso lo aprendiste...?
— De ti — Susurró suavemente — No deberías olvidar lo que te jactas de ser.
YoonGi exhaló aire que no sabía, estaba reteniendo. Luciendo por alguna razón, resignado.
— No es una vida para la que fui hecho, ¿entiendes?
— Por supuesto — Afirmó con una sonrisa — En nuestra vida hay algunos aspectos que serán más importantes que otros. Depende de nosotros elegir cuáles. SukJun me lo comentó en tiempo atrás.
— Es un hombre sabio.
— Totalmente — Concordó con un corto asentimiento, mirando su móvil cuando lo sintió vibrar en el interior de su saco — Sólo recuerda, el elefante no perdurará mucho tiempo encerrado.
YoonGi no dijo nada a eso y JungKook tras observarlo, salió fuera. Permitiéndole pensar en silencio cuánto quisiera y necesitara hacerlo.
Y una vez se encontró en las escaleras que daban al segundo piso, sacó el móvil de su bolsillo y desbloqueando la pantalla, atendió la llamada que persistió a pesar de su tardanza.
— ¿A qué se debe el honor de su llamado?
— No es la primera vez que recibes uno de mi parte.
— Y cada uno de ellos tenían un porqué. ¿Cuál es el de este?
El padre de TaeHyung, suspiró al otro lado de la línea. No sabiendo JungKook, si cansado o frustrado.
— Las noticias vuelan con el viento...
— Ah, con que es eso — Pronunció por lo bajo, en reconocimiento de la expresión a medio terminar contraria — ¿Le preocupa que su imagen se vea afectada?
— De ninguna manera. Simplemente me interesaba saber el estado de su persona.
Arrugando su ceño, sus pasos se detuvieron a dos escalones antes de llegar al segundo piso.
— Siento decirle que me encuentro confundido.
Kim HyunJoo suspiró por segunda vez y así comprendió, que el hombre se encontraba avergonzado.
— Saltando las formalidades, sólo quiero saber qué tal se encuentra el prometido de mi hijo.
— ¿Por qué sería eso relevante para usted?
— No me agradabas y actualmente no me caes tan mal — Farfulló con el bochorno filtrándose en su voz — Sólo responde, si quieres hacerlo por supuesto. O puedes colgar antes de que esto se vuelva incómodo.
Tomándose unos segundos para considerarlo, JungKook se mantuvo en silencio.
— Espero que todo mejore pronto. Las tensiones no son agradables.
— Puedo suponerlo. Los anhelos por una perfección impecable, suelen resultar contraproducentes y en un futuro cercano, pueden acabar trágicamente.
— Lo sé.
Y por un lapso prolongado, el silencio de ambas líneas se volvió palpable y como el hombre mayor predijo: incómodo.
— Escucha... — Habló HyunJoo luego de aclarada su garganta — Si te sientes asfixiado del lugar, puedes venir a visitarnos.
Percatándose de un detalle, el príncipe de Seúl frunció su entrecejo.
— ¿TaeHyung le comentó algo?
— Ese chico se vuelve demasiado hermético con asuntos que tengan que ver contigo — Reprochó de manera exagerada — Como en algún momento te aseguré que conocía a mi hijo y siempre estaba atento a él. Puedo expresarte que, mi buen ojo no está limitado a su persona.
— Oh...
— Como dije, si quieres visitarnos, hazlo.
— Gracias.
La gratitud en su voz fue sincera, el hombre al otro lado balbuceó un par de ininteligibles palabras y colgó. JungKook no supo cómo se sintió al respecto.
Había sido un gesto inesperado y desconcertante, pero no desagradable.
Y por eso mismo, decidió etiquetarlo como indescifrable.
Viernes dieciocho, JungKook se encontró saliendo de su casa. Su abuela llevaba poco más de cinco días allí y el ambiente era una mierda. La aversión natural de la mujer para con su persona, significaba tensión. La cual se sumaba, a la recién aparecida entre ésta y su madre. Las personas del servicio estaban nerviosas por ella, lo cual derivaba en tensión nerviosa sumándose a la anterior.
Básicamente era un cúmulo de tensión inaguantable que estaba aplastando su escasa templanza.
Aunque al principio se negó, terminó aceptando la propuesta del consorte de la reina Ji-Won. Por lo que, luego de darle vueltas interminables a la idea, todo su ser la concibió como buena.
Y allí estaba, escuchando las interpretaciones animadas de su bajo prometido.
Agradeció que en ningún momento mencionara la situación en su casa. No le apetecía hablar de ella y si había ido a "verlos", era con el motivo de mantenerse alejado al menos por un día de todo eso.
— ¿Qué piensas?
— Mejoraste — Respondió cuando la melodía se desapareció por completo — Y en una apreciación más personal, no estuvo mal.
TaeHyung resopló una risa e inclinó su cuerpo, chocando sus hombros más brusco de lo anticipado por JungKook. Quien expandió sus ojos en su dirección.
— Sencillamente deberías decir que te gustó.
— ¿No fue lo que dije?
— Idiota — Farfulló con molestia fingida — Me alegra verte.
Notando el sentimiento en su expresión, JungKook alzó una mano y apretó la mejilla contraria. Divirtiéndose internamente de la mueca que desfiguró la preocupación ajena.
— No hagas eso.
— ¿El qué? — Inquirió con su ceño fruncido — Estaba exclamando un hecho.
Y él lo sabía bien, pero una parte de sí mismo se sentía culpable al ver expresiones como aquellas en el rostro del príncipe más joven. Preocupar a las personas e incluso amargarlas, no era su pasatiempo favorito. Nunca lo había sido.
— Me hice a la idea cuando decidiste abrazarme apenas llegué.
TaeHyung volvió a chocar sus hombros y para su asombro, fue aún más sentido que el anterior.
— ¿No puedo?
— Es tu casa e ignorando que no es un comportamiento propio de aristócratas. No me molesta.
— Bien.
JungKook se rió ante la estrangulada respuesta recibida, TaeHyung intentando ocultar su sonrojo era de alguna forma, divertido. Aunque parecía estar sufriendo de alguna pena interna.
Meneando su cabeza, dejó de divertirse a costa de su prometido.
— Se acerca navidad. ¿Quieres algo en particular?
— ¿No se te da muy bien realizar obsequios, verdad?
El más alto asintió, resoplando de manera excesiva segundos después.
— YoonGi no es muy complicado y le gusta la ropa. SukJun siempre rechaza cualquier mención al respecto, pero sé que le gustan las tazas de colección. Y en cuanto al resto de mi equipo de seguridad, siempre lucen satisfechos con un bono navideño.
— Puedo suponer porqué.
— Yo también — Concordó, correspondiendo su sonrisa — ¿Entonces, quieres algo?
— No soy alguien de gustos excéntricos.
— Lo sé, pero no puedo darte un mismo regalo dos veces. Es desconsiderado.
TaeHyung acentuó su sonrisa.
— Me conoces bien, de seguro se te ocurre algo.
— Tu actitud traviesa no es atractiva — Replicó JungKook rodando sus ojos.
— ¿Debería de serlo?
— No estaría mal.
Fingiendo indignarse, TaeHyung infló sus mejillas antes de resoplar y propinarle el amague de un codazo. Su entrecejo uniéndose con insistencia hasta formar un par de arrugas.
Y como la vez que tuvo el impulso de regalarle una dalia, percatándose de los sentimientos burbujeando en su pecho. Esta vez, JungKook tuvo el impulso de sonreír. Nada más ni nada menos. Sufriendo de otro golpe de reconocimiento en cuanto a lo mucho que le gustaba la personalidad de TaeHyung. Genuinamente, le gustaba estar a su lado.
— ¿Qué tanto sonríes?
— ¿No te gustaba mi sonrisa?
Sufriendo de un pequeño infarto, el más bajo contuvo la respiración un momento y desplazó su mirada hacia las teclas de su preciado piano.
— Lo hace — Admitió por lo bajo, de repente cohibido — Pero no me refería al gesto en sí, sino al porqué de él.
— Noté cuánto me agrada verte. Eso es todo.
— Puedo comprender el sentimiento — Le aseguró tímidamente, girándose de manera completa hacia su piano — ¿Quieres escuchar algo más?
— Por favor.
TaeHyung asintió y antes de comenzar a mover sus dedos y crear melodías dulces o tristes, JungKook se inclinó hasta depositar un beso en su sien izquierda.
Habían momentos en los cuales, las palabras entre ellos fluían en exceso. Y habían veces en las cuales carecían de sentido y otras, en las cuales desbordaban de éste. De igual forma, habían instantes en los que el silencio y las pocas palabras, abundaban.
Pero para ellos estaba bien. No se sentía forzado ni incómodo. En ese punto al menos, ya no era así.
Y aunque ambos lo desconocieran, era esa combinación no tan peculiar entre ellos, lo que les gustaba tanto cada vez que estaban en un mismo espacio.
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