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Ꜥꜥֶָ֢🏰ֶָ֢۫݊˒𐙚 capítulo 2O

Ocho días después, TaeHyung se había decidido.

Le había costado un mundo por no decir dos, pero creía que era lo correcto. Y quería tener la certeza de poder decir que, en efecto, esa era la decisión correcta. Pero no era muy confiado y nunca tuvo el ahínco necesario.

«Es momento de soltar», se dijo a modo de consuelo y animo. Siendo más lo primero que lo segundo.

Cogió aire con profundidad y lentamente lo expulsó, buscando armarse de valor aunque se sintiera indeciso. Se animó por lo bajo y levantó su mano, dispuesto a tocar el timbre de la Casa Real para anunciar su presencia. Pero antes de que su índice rozara el mencionado timbre, una de las puertas se abrió y mostró al alto y pelinegro de YoonGi. Quien pareció asombrado con su visita.

Sus esferas café brillaron confusas y ladeó su rostro como un auténtico cachorro.

— Príncipe, no sabría que vendría — Pronunció con la sorpresa bañando su tono — ¿Está aquí por Mi-Sun?

— No, no, no. Vine a ver a JungKook.

— Oh, ¿se enteró?

TaeHyung frunció su entrecejo con ligereza.

— ¿De qué?

YoonGi parpadeó, otra vez confundido.

— Cuando dice que vino a ver a JungKook, ¿se refiere a visitarlo o a hablar con él?

— A hablar con él, por supuesto — Respondió sin dudarlo, no comprendiendo el porqué de la pregunta — Llamé y me dijeron que se encontraba en casa.

— ¿Es urgente? — Inquirió el hombre con lo que parecía duda — No me malentienda, por favor — Se apresuró en agregar, sacudiendo ambas con torpeza nerviosa — De seguro es importante pero el príncipe no se encuentra en buenas condiciones.

Inmediatamente el más bajo se preocupó.

— ¿Le sucedió algo?

— No realmente — Murmuró dubitativo, arrugando su ceño. Tal vez pensando en una respuesta más apropiada o certera — Enfermó — Terminó diciendo en un suspiro — No sé si me corresponde decirle pero teniendo en cuenta que es su consorte, creo que debe saber — TaeHyung evitó apresurar al hombre mayor y esperó a que continuara con una tranquilidad que no poseía — El martes se enfermó y no fue hasta el sábado que accedió a ir al hospital, el doctor que lo atendió dijo que colapsó a causa del excesivo estrés en su cuerpo.

— Yo no tenía idea — Farfulló las únicas palabras que vinieron a su mente — ¿Cómo se encuentra?

— En cama — Respondió con simpleza — A diferencia de otras personas, su proceso de recuperación es tardío. Pero no tan malo como se pueda creer, ni mucho menos deplorable — Aclaró con un nerviosismo que no parecía ser propio en un hombre como él teniendo en cuenta el carácter de su profesión — Simplemente es lento. Pero estará bien.

— Debería volver otro día yo...

YoonGi sacudió su cabeza con ligereza, negando sus atropelladas palabras con gentileza.

— Estará bien si lo ve, le gustará — Aseguró con suavidad. Una sonrisa adornando sus labios — Insisto, por favor.

TaeHyung mordisqueó la cara interna de su mejilla, indeciso. Su mente le brindó ideas de porqué no acceder, al contrario de su corazón. El cual le ofreció una razón de porqué estaría bien ceder y ver a JungKook.

Quería verlo. Asegurarse qué tan bien, realmente estaba.

La preocupación a veces era molesta.

Suspiró con pesadez, rendido y tímidamente miró al más alto.

— ¿Está en su habitación, cierto?

— Sí. Probablemente se encuentra despierto, no dude en ingresar.

Tras agradecer la amabilidad natural del hombre y por la información que le había brindado sin ser del todo obligatorio, ingresó a la casa. Saludando a las mujeres que se encontraban allí limpiando. Miró a sus alrededores en busca de su amiga o los padres del azabache, y al no encontrarlos siguió andando. Dirigiéndose a las escaleras sin un ápice de duda.

A medida que los tramos se hacían más cortos, sus nervios se intensificaban. No habiendo una razón fija y auténtica de porqué.

Y para cuando atravesó la puerta semi-abierta de la habitación del azabache, sus ojos se toparon con un escenario que no esperaban. Él de hecho anticipaba uno: al hombre en su cama, descansando.

Pero se encontró con algo totalmente diferente, JungKook estaba en su escritorio, escribiendo algo. Portaba un pantalón de chándal gris y una remera de mangas corta, negra. Sus pies estaban desnudos y en contacto con el suelo frío de su habitación. Meneó su cabeza con incredulidad, esa no era una forma apropiada de recuperarse o de siquiera descansar.

— YoonGi me dijo que estabas en cama.

JungKook brincó en su asiento y con rapidez volteó su rostro, observándolo con lo que, fácilmente podía interpretarse como confusión y sorpresa. Su entrecejo estando algo fruncido.

— Hola.

TaeHyung decidió, deliberadamente ignorar el estremecimiento que hizo vibrar a su cuerpo por el saludo ronco del azabache. Y sonrió con inestabilidad desapercibida.

— Hola — Regresó luego de carraspear, andando con una confianza bien aprendida hasta la cama del contrario — Deberías estar en cama. Tu trabajo puede esperar — Musitó a modo de reprimenda, deshaciendo las sábanas impropias — Sal de ese escritorio, muévete.

— No era trabajo — Replicó con lo que parecía, era seques. Pero le obedeció y se levantó — Es más importante que eso — Agregó una vez se halló en su cama. Sentado y con las sábanas cubriendo sus largas piernas y regazo — Son para ti.

Con una ceja enarcándose, TaeHyung miró por sobre su hombro. Topándose de lleno con un ramo de abundantes flores naranjas y que para sorpresa de nadie, desconocía. Pero se le hacían similares a las margaritas, sólo que más grandes. Mucho más grandes.

Ladeó su rostro con curiosidad y se encaminó hasta el mueble, tocando uno de los pétalos de las uno, dos, tres, cinco, seis, siete, ocho... quince flores. Sus ojos se abrieron ligeramente, asombrados con la cantidad de flores allí.

— ¿Qué son?

— Caléndulas.

— Parecen margaritas gigantes.

JungKook sonrió, gesto que sólo él percibió.

— Pertenecen a la misma familia — Murmuró cuando TaeHyung le miró, aguardando por una respuesta — Quería mandarlas antes pero enfermé y me fue imposible. Lo siento.

El príncipe de Incheon prefirió no inquerir con respecto a qué, el príncipe heredero se estaba disculpando y simplemente asintió.

— ¿Dónde consigues estas flores? — Cuestionó con interés palpable y sincero — ¿Tienes una florería de preferencia o varias?

— Ni una ni otra. Son de mi invernadero.

— A este paso terminarás sin flores.

El azabache se encogió de hombros, aunque otra vez, sólo él se percató de su propio gesto.

— Son por una buena razón.

El más bajo asintió cortamente en señal de comprensión.

— ¿Y por qué razón ibas a mandarme flores esta vez?

— El martes me comporté mal, lo sé — Pronunció por lo bajo — Preferiría haberme disculpado en persona, pero cuando quise hacerlo y fui a buscarte pensando que estarías con Mi-Sun, te habías marchado.

TaeHyung cruzó sus brazos y se apoyó con levedad, sobre el borde del mueble. Su cuerpo girado en dirección del azabache. Prestándole, ahora sí, atención completa.

— Si te soy sincero, pensé que te habías quedado enrabiado en tu estudio. Odiándome por quién sabe qué razón.

JungKook suspiró.

— Yo no te odio, TaeHyung. Nunca lo hice.

— Parecías bastante molesto conmigo.

— Estaba frustrado — Replicó con pesadez, suspirando al final — Seré sincero contigo, estaba fatigado, no me sentía bien y toda la semana anterior a ese martes estuve trabajando demasiadas horas — Pronunció con calma, deslizando una mano entre sus oscuras hebras — Y tú viniste a mí, comenzaste a preguntar cosas de las que no quería hablar y exploté. Fui un tanto rudo y quizás grosero, pero me sentí acorralado y hostigado — Agregó con atropello, sin sonar acusatorio, simplemente ansioso.

— Sólo quería comprender. Antes, ahora y siempre — Justificó tras resoplar, su ceño frunciéndose — Nunca dices nada. Sólo frases a medio terminar.

— Yo entiendo que quieras saber y quitarte de dudas, pero tú tienes que comprender que somos personas diferentes. Tú reaccionas de una forma en ciertas situaciones y bajo ciertos estímulos, mientras que yo de otra totalmente distinta.

— Sé eso.

— ¿Realmente lo sabes? — Cuestionó sin saña alguna, su ceño arrugado con inquisición — El día de tu cumpleaños te dije que lo estaba intentando y yo realmente lo estoy haciendo. En serio me estoy esforzando por mejorar muchos aspectos de mí — Aseveró con un fervor palpable — La señora Bae dijo que esas mejoras son caminos. Algunos son rectos y sin muchas piedras o vueltas, mientras que otros son colinas, con subidas y bajadas. Algunas más profundas que otras — Continuó con su ceño cada vez más arrugado, en busca de palabras correctas supuso el más bajo — Mis mejoras se encuentran ubicadas al final de esas colinas con muchas curvas.

— En mi defensa, estaba surcando los rincones de la inconsciencia. No fue justo de tu parte sincerarte a medias estando yo en esas condiciones — Acusó sin realmente ser una acusación.

— Lo sé — Reconoció con afabilidad.

— ¿La señora Bae es tu doctora? — Preguntó vacilante, recordando vagamente haber hecho la misma pregunta el día de su cumpleaños.

— Psicóloga — Corrigió luego de desviar su mirada unos segundos — Es hábil.

— Puedo creerlo.

— Haces bien — Murmuró tras un corto asentimiento, entrelazando sus dedos entre sí — No quería ser rudo contigo ese día, en serio lo siento — Reiteró en un tono quedo — Pero tú siempre asumes los hechos, das por sentados otros y te precipitas, sacando conclusiones que, la mayoría de veces son erróneas. No eres perceptivo y hablas como si la verdad absoluta existiera. No lo hace — Señaló vehemente — Y no me malentiendas, no te estoy criticando o juzgando — Se apresuró en aclarar — Sólo te muestro lo que ignoras.

— Suena a que me estás criticando.

JungKook restregó su rostro con ambas manos.

— Lo sé, lo siento.

— ¿Quieres llegar a un punto, cierto? — Preguntó con amabilidad. Compadeciéndose de su desesperación cada vez más notoria.

— Sí, y el punto es que tienes que mirar el panorama por completo, no detenerte en los detalles más vistosas y relucientes. Tienes que verlos todos — Respondió al exhalar por la nariz y de manera ruidosa — No puedes crearle un final a una historia cuando apenas tienes la mitad de ella.

— No puedes culparme.

— No lo estoy haciendo — Aseguró por lo bajo — Simplemente te estoy diciendo que la vida y las personas son un conjunto de hechos y situaciones, para comprender cualquier cosa, tienes que tener eso en mente. Tómalo como un consejo.

— No suena como uno, siendo honesto.

— Lo siento.

TaeHyung enarcó una ceja, percatándose de un detalle no tan pequeño ni mucho menos discreto.

— Te estás disculpando mucho, ¿te encuentras bien?

— ¿Fue eso una broma? — No lo había sido, pero sin poder evitarlo, sus labios se curvaron en una sonrisa sutil. Desvió su mirada y meneó su cabeza, respondiendo de esa cohibida forma a lo cuestionado — De todos modos, siento que debo disculparme.

— ¿Por todo? — Inquirió con sus cejas elevándose con discreción.

— Sí, ¿por qué no? — Musitó el encogerse de hombros.

El silencio cayó sobre ellos, dubitativo de hacerlo. Ambos estaban nerviosos e incómodos sin tener, tal vez, una razón válida para ello. Sus miradas rehuían del contacto como sus cuerpos se negaban a la idea de realizar movimientos bruscos. Incluso se negaban a ejecutar movimientos que pudieran considerarse insignificantes, temerosos de captar la atención del contrario con ellos.

— ¿Cómo te encuentras?

Se atrevió a preguntar el joven príncipe, su voz oyéndose endeble por los nervios. Carraspeó pero incluso esa acción careció de la firmeza necesaria, siendo entrecortada y de carácter torpe.

— En términos generales podría decirse que bien.

— ¿Y en aspectos más específicos? — Inquirió con una confianza bien elaborada, pero con su vista aún negada a encontrarse con la ajena. Encontrando correcto el mantenerse clavada en el suelo bajo sus zapatillas. Aunque de interesante no tuviera nada.

— Mi temperatura aún no se normaliza — Informó luego de rendirse en cuanto a obtener una mirada, aunque sea fugaz, del más bajo — Aunque está cerca de los 38 grados. Lo que es favorable.

— ¿Cómo eso puede calificarse como "favorable"?

— Ayer mi temperatura era de 39 grados, por lo que, teniendo en cuenta mi actual temperatura. Lo es.

— YoonGi me comentó que tu proceso de recuperación es lento. ¿Por qué?

— No tengo problemas de inmunodeficiencia si es lo que crees, simplemente mi cuerpo gusta de tomarse su tiempo para absolutamente todo.

— Suena horrible.

— Lo es — Admitió en un asentimiento que no fue percibido por nadie más que él mismo — De todas maneras, sé cuidarme bien y si no es así, SukJun procura tener un ojo sobre mi cuando el tiempo se lo permite.

TaeHyung se sintió curioso ante la mención de SukJun, pero se mordió la lengua para no hacer algún comentario o pregunta que pudiera afligir a JungKook. Y más cuándo la pregunta que rondó su mente y se encontró ansiosa por salir de sus labios era: «¿Y los reyes?»

Fugazmente se cuestionó si los reyes veían por JungKook cuando se trataba de él, su hijo y cuando no se encontraban en situaciones o ámbitos que tuvieran que ver con el azabache cumpliendo con su rol de príncipe heredero. Porque comenzaba a tener la sensación de que no.

Y antes de que pudiera decir nada al respecto, su mayor se adelantó. Tomando la palabra por él.

— ¿Y tú por qué estás aquí? — Preguntó con gentileza, ladeando su rostro tan pronto sus miradas recorrieron el mismo camino hacia los ojos adversos — Agradezco la visita aunque sé que estás aquí por otras razones.

— ¿Cómo estás tan seguro?

— Te prestó atención.

TaeHyung no supo cómo interpretar aquellas afirmativas palabras, por lo que las dejó pasar. Centrándose en lo que él suponía, era lo más relevante allí: la pregunta y la respuesta que brindaría a la misma.

No sabía si ser sincero. El tipo estaba con temperatura, en cama y moldeable. Lo que por alguna treta del universo, siempre terminaba siendo un punto de inflexión para él. Ya que un JungKook dócil conseguía dar directo en su punto débil.

De hecho, era su punto débil.

Pero volviendo a lo que aparentaba ser importante, no estaba seguro de que ese fuera el momento indicado para hablar de su decisión, supuestamente firme. Aunque en parte admitía que eso era una excusa, él sabía que por alguna razón, no quería iniciar aquella conversación.

— Quería hablar contigo. 

Fueron sus palabras. JungKook inclinó su rostro un poco más, viéndole con mayor dedicación.

— Eso es bastante notorio, pero sobre qué. ¿Es malo?

TaeHyung relamió sus labios, los nervios viajando por su torrente y acelerando el palpitar de su corazón. Desvió su mirada y sintió sus manos sudar.

— No realmente.

Siendo franco, no tenía idea. Pero prefería decir eso a cualquier otra cosa.

— Entonces dime, ¿qué es?

Su respiración se tornó pesada y de repente, su corazón comenzó a bombear demasiada sangre. Si no sufría de un infarto a causa de los nervios y la repentina ansiedad circulando en su sistema, sería un milagro.

Tragó en seco, limpiando el sudor de sus manos en sus muslos cubiertos. Importándole poco la obviedad de su acción. Sus ojos se movieron ansiosos sobre los contrarios. Su cuerpo sintiéndose entumecido a causa de la anticipación nerviosa. Su corazón aún estando demasiado alterado para su bien.

— Estuve pensando en ello y creo que nos convendría pedir una audiencia con la reina — Murmuró endeble. Su garganta demasiado cerrada como para permitir el fluir orgánico y claro de las palabras — Plantear nuestra situación y... bueno, nuestro deseo por finalizar este vínculo.

JungKook parpadeó un par de veces hasta que ya no lo hizo. Sus ojos se mantuvieron clavados en los suyos pero no le estaba viendo realmente, se había abstraído en su mente casi de inmediato. Su semblante impasible siendo bañado por lo que parecía amargura.

— No.

Su voz apenas salió en un hilo inteligible. Palabras secas pronunciadas con aspereza.

— ¿No? — Musitó con incredulidad, asimilando más rápido que sus mayor lo escuchado — No vine hasta aquí para consultártelo, vine para que hablemos de ello.

JungKook no dijo nada. Su boca se cerró y la amargura en su semblante se acentuó. Su expresión entera cayó. Sus ojos brillando con lo que parecía desesperación ansiosa mientras sus manos se aferraban a las sábanas que cubrían una parte de su cuerpo.

— ¿Por qué?

«¿Por qué?», TaeHyung arrugó su ceño. Honestamente él se esperaba que el tipo lo aceptara rápido, sin rechistar o preguntar demasiado. Nunca pareció gustoso de estar comprometido con él, aplazó su boda un año más y no se llevaban precisamente bien.

Los porqué estaban claros, al menos para él.

«¿Qué clase de pregunta era esa?»

— ¿No es obvio el por qué?

El azabache no se molestó en mirarlo mal o siquiera fruncirle el ceño, en su lugar suspiró. Profundo y tendido.

— Realmente estoy perdido ahora, así qué podrías decirme, ¿por favor?

— No nos llevamos bien, discutimos con facilidad y...

Diablos, él no podía decir la tercera razón. Ni siquiera estaba seguro de que existiera una. Lo que apestaba porque demostraba lo impulsivo que era algunas veces y lo indeciso que era las otras restantes.

— ¿Y? — Inquirió ante su repentina mudez.

— Es lo más adecuado. Piénsalo por un momento, JungKook — Pidió con crispación. Provocada por la naciente desesperación en su pecho — Nos encontramos en un círculo vicioso. No importa qué, todo conduce a una discusión.

— Eso no es cierto.

— ¿No? — Su tono fue sardónico y demasiado agudo.

— No — Repitió el mayor, sacudiendo su cabeza varias veces. Enfático — Un círculo vicio es prácticamente un callejón sin salida. Donde nada cambia, ni las situaciones, ni las actitudes ni las personas responsables de ellas — Explicó con una vehemencia, sorprendentemente moderada — Nuestra relación no es un círculo vicioso.

—  Perfectamente podría ser uno.

— No lo es. Antes, tal vez — Reconoció por lo bajo, desviando su mirada unos segundos — Y no discutimos con facilidad.

TaeHyung arrugó su temple y cruzó sus brazos, firmemente sobre su pecho.

— ¿Refutarás mis razones?

— Dijiste que estás aquí para hablar sobre ello, ¿no? — Replicó con aspereza ligera — Hablemos.

— No me refería a mis razones de porqué considero que lo ideal sería romper nuestro compromiso.

— De todos modos, intentemos.

— ¿Por qué? — Inquirió sin realmente comprenderlo.

— Porque antes de precipitarnos a tomar cualquier decisión, hay que discutirla — TaeHyung enarcó una ceja, no tragándose el monólogo. JungKook suspiró y desordenó sus cabellos con una mano — Si dialogando no llegamos a nada, conseguiré esa audiencia... yo sólo quiero comprender qué hice mal para trabajar en ello. No quiero arruinarlo y yo... por favor.

Su corazón se hundió por la imagen aplastada y abatida del azabache. Tragó con dificultad y se dispuso a ocupar la silla que había a su lado, dispuesto a discutir lo qué sea que fueran a discutir. Valga la redundancia.

Además, eran adultos. Pero por sobre ello, príncipes. No podía simplemente querer que lo suyo terminase, así, sin más. No funcionaba de esa forma. Asimismo, JungKook en serio parecía decidido a tener esa conversación con él. Aunque no estaba seguro el carácter de dicha conversación.

¿Sería sobre porqué deberían seguir adelante? ¿sobre sus obligaciones para con la corona y su gente? ¿sus convenios? ¿sentimientos o responsabilidades?

No tenía idea y su cabeza comenzaba a volverse demasiado ruidosa para su gusto, los pensamientos yendo y viniendo. La mitad de ellos divididos entre sí.

— De acuerdo — Pronunció cuando su voz se encontró dispuesta a salir — Hablemos.

JungKook asintió y por una fracción miserable, su expresión y él mismo parecieron aliviarse.

— Sé honesto, ¿qué te llevó a tomar esta decisión?

TaeHyung procuró morderse la lengua, evitando exclamar la verdadera razón de porqué veía esto como lo más correcto.

Su corazón había sido embarcado en un navío de desilusiones dolorosas y amargas. La mayoría del tiempo había surcado aguas tempestuosas e interminables. Visto cielos grises y con sus nubes vacías, carentes de esperanza. Incluso se había topado con islas áridas y también vacías. Pero para su suerte o desgracia, aún se mantenía en una pieza considerable. No estaba intacto, pero tampoco estaba roto. No había sangrado pero sí llorado.

Y hablando con Mi-Sun, llegó a la conclusión de que efectivamente, no quería tener que soportar un corazón roto. Quería evadir la experiencia tanto como le fuera posible. Y su amiga le aseguró que estando con alguien inestable como JungKook , experimentaría muchas cosas. Entre ellas lo que afirmaba querer evadir.

Por lo que, en esos ochos días no profundizó demasiado en si estaba realmente convencido de tomar dicha decisión. Simplemente llegó a la conclusión anteriormente nombrada. Se frustró, su mente no le ayudó, su lado racional le gritó que no fuera tan impulsivo y su corazón agonizó un poco. Profiriéndole que tuviera en cuenta aspectos del azabache que su mente cegada por la frustración y desesperación, le hacía olvidar.

Gracias a toda esa tormenta de sentimientos encontrados entre sí, terminó derramando un par de lágrimas. Varias siendo franco sólo para con él. Debido a que, la opción que se decía adecuada, no se sentía correcta y la que se expresaba como incorrecta, de alguna forma se sentía acertada.

Lo que lo traía confundido como la mierda y hecho un desastre que se encargaba de ignorar.

Porque vamos, obviando el "apego" que sentía para con su prometido. El hombre había cambiado considerablemente su actitud para con él. Había mejorado algunos aspectos de su comportamiento en general, no por completo claro, pero era evidente que lo había hecho. Accedía a sus pedidos salidos de la nada con apacibilidad y lo tenía en cuenta. Y de encontrarse con la psicóloga del hombre frente a frente, le daría las gracias. Estaría una hora dándole las gracias de poder.

JungKook se veía más relajado, en algunas situaciones. Pero relajado al final del día. Sonreía, no eran sonrisas gigantescas como había visto retratadas en aquellas escasas fotografías, pero lo importante no era la dimensión del gesto. Sino el gesto en sí. Era uno sincero y que alcanzaba a sus ojos, iluminándolos con emoción genuina. Compartía sus opiniones y era de trato más ligero, bromista incluso. En ocasiones excepcionales pero ese no era el punto.

El punto era que la mujer realmente estaba haciendo un buen trabajo con JungKook. Él estaba poniendo de su parte, era evidente. Pero siendo completamente franco, estaba en serio agradecido con la profesional. Nadie podría haberlo ayudado mejor que ella.

No sabe cuánto camino llevaban recorrido, pero él esperaba que el universo fuera más generoso con el hombre y le diera una mano ayudándolo a concretar su andar por esas jodidas colinas que le mencionó antes. Desde su perspectiva, parecía haber tenido suficiente de todos.

Y si reparaba únicamente en este lado de la totalidad, permanecer comprometido con JungKook parecía correcto.

Pero luego recordaba la existencia del otro extremo de la totalidad, y el caos empezaba.

Y ese otro lado consistía en el hecho de que, cuando se trataba de JungKook, la sensación de caminar sobre cristales rotos, estaba la mayoría del tiempo allí. Debiendo cuidar sus palabras y preguntas, aunque supiera qué temas podía mencionar y cuáles no. Lo que no hacía la sensación más pasable.

«Esto apesta»

Quizás debió pensar más seriamente en qué hacer, porque claramente estaba dividido y con JungKook allí presente, aguardando porque dijera algo, estaba complicándolo todo. De hecho, el que desde un principio su cerebro se hubiera infestado de tantas expectativas lo había jodido todo.

Las expectativas eran inevitables, eso era un hecho. Y el que complicaban la forma de ver la vida, era otro hecho.

TaeHyung exhaló con profundidad y pasó ambas manos por su rostro, comenzaba a sentirse afligido y harto de sí mismo. Resopló y fijó su atención en el azabache. JungKook se encontraba viéndole de regreso, sus luceros destellando en una mirada suave, compasiva tal vez. Un ápice de preocupación filtrándose entre ambas emociones.

— Podemos hablar de esto cuando ambos estemos en condiciones para hacerlo — Sugirió con amabilidad, su voz dulcificándose.

— ¿No deberías de estar enojado conmigo?

— ¿Por qué?

— Tu quieres hablarlo y yo ni siquiera sé qué decir.

JungKook se permitió sonreírle.

— Creo que debes reflexionar sobre ello un poco más, no pretendo presionarte tampoco. Sólo quiero comprender.

TaeHyung curvó sus labios con sutileza, agradecido sin saber porqué.

— Bien, ¿debería irme? — Preguntó y con su pulgar y el resto de dedos cerrados, apuntó hacia la puerta.

— No llevas ni veinte minutos, quédate — Pidió con un tono, supuesto a ser monótono — Estoy en mi lecho de muerte, obsérvame por una última vez.

El hombre más joven agradecía que su mayor hiciera comentarios de esa índole, buscando la comodidad entre ambos. Debido a que, la tensión apenas se había disipado y extrañamente, los nervios seguían fluctuando entre ellos. Negados a partir por completo.

— ¿Cuándo fue la última vez que tomaste tu temperatura, hombre moribundo?

— Cerca de las dos.

— Son las seis — Informó luego de corroborar la hora en su reloj de muñeca — Debes estar al pendiente de tu temperatura.

— ¿Tan mal me veo?

No realmente. Escrutando su apariencia general, no se veía mal o siquiera "enfermo". Había perdido un poco de color en el rostro y sus ojeras se habían acentuado, pero no parecía aplastado por la vida o moribundo como él había calificado en broma hacía un minuto o poco menos. Sus cabellos estaban algo revueltos y junto a sus prendas sencillas se veía bien.

Aunque eso no es lo que el azabache había inquirido y como siempre, su mente se tomaba la libertad de irse por las ramas.

— No te ves mal pero tampoco bien.

— Una observación detallada de tu parte, gracias.

— No hay de qué — Murmuró con una sonrisa colándose en sus labios sin su permiso — ¿Quieres que tome tu temperatura?

— Puedo hacerlo, descuida.

Sin decir más asintió y volteó su rostro tan pronto el hombre mayor se levantó su remera para tomar su temperatura, olvidándose completamente de su existencia allí. Su mirada volvió a caer sobre el ramo de caléndulas que yacían sobre el escritorio del azabache, inclinó su rostro y no dudó en cogerlas. Centrando su atención en ellas y no en el calor que azotaba sus mejillas con diversión.

— ¿Qué historia las envuelve? — Preguntó cuando su vista periférica le informó que el hombre se retiró el termómetro.

— No una agradable — Informó con su vista en el instrumento de uso medicinal — Treinta y ocho grados, bajé tres décimas — Agregó al levantar su mirada con fugacidad — ¿Quieres que te cuente? — Preguntó referente a las flores, notando su brillo curioso destacar en sus ojos.

— Seguro.

— Afrodita era una diosa griega, un día perdió a su amado: Adonis. Tan sumida se encontró en su perdida, que lo lloró intensamente. Día y noche derramó lágrimas por aquel dios que era su pareja. Y una zona en lo más alto entre lo alto: comúnmente conocido como Olimpo, careció de brillo. Y para cuando sus lágrimas finalmente tocaron tierra , las caléndulas crecieron — Expresó con suavidad, recitando la historia con en el sentimiento apropiado — Fue un regalo para los humanos. Uno con el cual pudieran expresar dolor, pena, y perdida.

TaeHyung abultó sus labios ante lo escuchado. Volviéndose a fijar en las flores cuestionó con qué intenciones las recibió.

— Con el paso del tiempo y el cambiar de algunas creencias, se les adjudicó arrepentimiento a la lista reducida de emociones que pudieran trasmitirse con ellas.

— ¿Lo que se traduce a...?

— A que estoy arrepentido por echarte de mi estudio el martes — Completó con molestia fingida.

TaeHyung reprimió su sonrisa y colocó las flores donde antes estaban.

— Descuida, no creo haber sido un idiota como insinuaste aquel día, pero te presioné. Lo siento por eso.

— Fui peor, no tengo que disculparte por nada.

— Considero que ambos tiramos del otro así que, ¿por qué no dejarlo a un lado?

— Me parece un trato justo.

Ambos compartieron un par de sonrisas cómplices con tintes tímidos en ellas que prefirieron ignorar. Y por un momento, el príncipe de Incheon comprendió porqué estaba tan confuso con respecto a qué era correcto e incorrecto en cuanto a su decisión supuestamente firme.

Cuando JungKook se comportaba de esa forma, instalaba en él la sensación de que no había nada que considerar o siquiera detenerse a pensar. Las cosas estaban fluyendo con el ritmo que se supone debían y el sentimiento de gusto como pertenencia albergados en su corazón, se sentían bien. Adecuado o más que eso, tal vez.

Y de la misma forma comprendió que necesitaba de una opinión externa a ellos.


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