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Ꜥꜥֶָ֢🏰ֶָ֢۫݊˒𐙚 capítulo 27

TaeHyung movió su pie con impaciencia nerviosa, el cinturón de seguridad le quitaba el aire y la vista que podía apreciar a través de aquella oscura y polarizada ventana, no era nada especial. Simplemente una calle un tanto desierta y aún dormida por lo temprano en la mañana que era.

Separó sus labios, dispuesto a suspirar pero en su lugar, terminó bostezando. Avergonzado cubrió sus labios con una mano y sus ojos se dispararon hacia al frente, YoonGi no dijo nada mucho menos le dio una mirada. Mantuvo su posición, ocupando el asiento del conductor en silencio y con su vista ladeada hacia la izquierda, observando la desierta calle sin mucha emoción.

Recordando la presencia que su mente había olvidado por varios minutos, volvió centrarse en el alto. Mordisqueó la cara interna de su mejilla e indeciso, se desabrochó el cinturón de seguridad y se inclinó hacia adelante. Capturando la atención de la única persona con él.

— ¿Puedo cometer la osadía de realizar un par de preguntas indiscretas?

YoonGi viró el rostro en su dirección, no portaba gafas por lo que, sus ojos grandes y café, podían apreciarse a la perfección. Brillaban con una naturalidad asombrosa al igual que la serenidad en ellos lo era.

— Poder, puede — Afirmó con suavidad destacable, aún viéndole fijo — Lo que no significa que deba o yo esté obligado a responderle.

Aunque tan amables palabras vinieron acompañadas de una sonrisa, TaeHyung se sonrojó y se hizo hacia atrás en el asiento. Volteando su rostro hacia la polarizada ventana.

— ¿Qué tan seguido viene?

Preguntó cuando el silencio se prolongó lo suficiente y su bochorno quedó olvidado.

— Dos veces a la semana — Respondió al instante, no pensando demasiado en ello — Pero cuando se siente... desbordado — Agregó vacilante de qué palabra usar — Un total de tres.

Y con la respuesta contraria, su mente creó un escenario poco agradable y que hizo a su corazón, sentirse oprimido.

— ¿Sabes cuánto duran sus sesiones?

YoonGi negó, aunque TaeHyung no le estuviera viendo.

— La mayoría de ellas, no más de media hora. Pero otras muy escasas, cuarenta y cinco minutos.

— ¿Y siempre lo esperan fuera?

— Nuestro trabajo es estar a su alrededor, pero detesta que entremos con él. Aunque sea hasta recepción.

— La presión no es agradable.

— Nunca comentó nada al respecto, pero creo que le incómoda la idea de tener más personas allí. Sabiendo a qué viene.

TaeHyung asintió, comprensivo. Habían personas con un sentido más agudo que otras, era una realidad. Lo que implicaba que, hubieran personas más receptivas en cuestiones de salud mental. O al simple hecho de acudir a terapia por las razones que fueran.

No era sólo en su país, era cuestión global. Algunos siendo más abiertos que otros.

— Ridículo — Resopló para sí — Tú pasas más tiempo con él, ¿cómo lo has visto?

Moviendo sus ojos a tiempo, consiguió captar la mueca que el contrario había realizado. Indeciso de qué responder.

— Ha tenido mejores días — Pronunció luego de carraspear — Y peores también — Agregó en un apresurado intento por animarlo.

— ¿Tú sabes por qué son así?

— ¿Sus padres? — Tras el asentimiento recibido, YoonGi suspiró — No sé mucho al respecto — Advirtió por lo bajo, regresando su vista al frente — Simplemente que los reyes se encargaron de formar un rey. Uno digno de ocupar el puesto.

¿Digno?, TaeHyung arrugó su ceño, recordando las quejas que, mayormente la reina siempre tenía para con las acciones y decisiones que su hijo tomara. Demostrando así, que lo consideraba muchas cosas, menos digno o siquiera apto de sucederla.

— Pero es demasiado — Farfulló en un quejido. El hombre concordó con él en sus pensamientos — ¿Lo has visto desayunar?, su rostro se ve con menos color.

— SukJun se encargó de que lo hiciera.

— SukJun hace un buen trabajo cuidándolo — Murmuró con una sonrisa en sus labios.

— Lo hace.

El silencio en el auto apreció por tercera vez y ninguno hizo nada para alejarlo, la conversación había muerto y ambos parecieron estar bien con esto. Para ser la primera vez que cruzaban tantas palabras, no estaba mal.

La incomodidad había estado presente, pero a pesar de eso, se sintió como un logro para el más bajo.

Quien no tuvo tiempo de explayar su pensamiento porque, abruptamente, la puerta fue abierta. Sorprendiéndolo. Confuso miró a su derecha y se topó con los ojos de JungKook, quien estaba agachado viéndole de regreso.

— ¿Podrías hacerte a un lado, por favor?

El ceño de TaeHyung estuvo a medio camino de arrugarse, pero se arrepintió y terminó elevándose. Disculpándose se deslizó hacia la izquierda, permitiéndole al hombre ingresar y ocupar su lugar de siempre. A cambio, recibió un quedo agradecimiento.

— ¿Qué tal te fue? — Murmuró con indecisión tan pronto el auto arrancó.

— Han habido días más productivos — Respondió con un vago encogimiento de hombros — Aún así, agradezco que hayas venido aunque haya sido para nada — Continuó en un tono tembloroso por la vergüenza, quizás. Acompañándose de un ademán brusco con el cual intentaba restarle importancia a sus palabras.

En un principio y la noche anterior, se asombró de recibir ese llamado de JungKook, el hombre no había dicho mucho y por un momento, la conversación se tornó silenciosa e incómoda. Pero el azabache pronto sugirió la idea de si no le importaría acompañarlo a terapia, aunque le hizo saber que, muy seguramente no saldría del auto. Él sólo aceptó.

Su prometido quería apoyo moral, él se lo daría.

— No fue para nada, YoonGi me dio plática y aprecié lo tranquila que es Seúl temprano por la mañana — Replicó con suavidad, curvando sus labios en una sonrisa supuesta a confortar al contrario — No tendré prácticas frustrantes con JiHee y bueno... — Su tono flaqueó y sus mejillas se calentaron con antelación — Puedes contar conmigo. Si necesitas apoyo moral o que simplemente esté por ahí, lo haré.

— Muchas gracias.

JungKook estiró su zurda hasta sujetar su mano derecha y con sus labios apretados, le mostró una sonrisa que podía aparentar ser vaga, pero estaba cargada de gratitud y aprecio sincero. Y a modo de corresponderle, TaeHyung le devolvió el apretón en su mano.

El hombre mayor no lucía especialmente comunicativo, por lo que, el más joven no pronunció más palabras y se entretuvo jugando con los largos dedos de éste. Sería un día largo para todos, por lo que gastar fuerzas de manera innecesaria, no tenía sentido.

Además, su mente estaba más concentrada en el hecho de que, vería de cerca a su prometido trabajar. Y si no había malinterpretado sus palabras, él lo haría también.

Estaba emocionado y nervioso. Él sólo tenía conocimientos no trabajos de campo.

«No puedo creer que siempre haga esto»

TaeHyung se mantuvo pasmado, viendo a JungKook concentrado en su trabajo. No aceptando del todo que, la rutina del hombre, mayormente fuera de esa forma. Levantarse temprano por la mañana, desayunar, ir a terapia si era el día asignado, pasar dos horas o tres encerrado en una pequeña oficina de la embajada japonesa, pasar una hora encerrado en el correo leyendo cartas, informes o abriendo paquetes. Visitar a algún empresario por asuntos de trabajo o por simple cortesía de tener asuntos en común, almorzar si tenía el tiempo de hacerlo, tratar algunas cuestiones sociales y jurídicas con el consejo.

Era mucho trabajo para una persona. No sabía si sentir admiración o preocupación.

— ¿Qué tanto me miras?

Brincando en su sitio, salió de su pequeña ensoñación. Y en vez de enderezar su postura, se terminó encogiendo en sí mismo.

— Sólo estoy impresionado.

— ¿Por qué?

— Tú en serio trabajas demasiado.

Resoplando una risa, el hombre le miró por unos segundos.

— No si comparo qué tanto trabajaba hace un año o incluso dos. Mis horas se redujeron considerablemente.

— Aún así...

— Deberías de estar clasificando esos documentos no haciendo mohines — TaeHyung arrugó su ceño y se cuestionó cómo sabía eso si no lo estaba viendo — Eres predecible cuando te quejas — Agregó con su mirada, ahora sí en él.

— No me estaba quejando — Aseguró con un tono, intencionalmente infantil. Consiguiendo una ceja enarcada y un asomo de sonrisa en respuesta. Entusiasmado por esto y que, al parecer el hombre se veía más abierto a la idea de darle plática, no se cortó — Así que, ¿siempre lo haces todo tú, sin ayuda de nadie?

— Así se supone que debe ser, ¿no?

— Puedes contratar asesores, personas especializadas en finanzas que te ayuden con esto — Murmuró al levantar los papeles que él se encontraba clasificando hace media hora — Sería más cómodo.

— Tal vez — Reconoció con un asentimiento corto — Pero mi familia acostumbra a hacer las cosas por cuenta propia y honestamente, me gusta tener el control de mi trabajo. Aunque sea caótico.

— Entiendo — Pronunció en un tono de compresión auténtico — Aunque si un día necesitas ayuda, llámame — Mencionó en un intento por oírse neutral y hasta cierto punto, casual — Guiándome por las fechas y números, no me va tan mal y considero que, mínimamente puedo ser útil.

JungKook le miró, y mostrándole un afable sonrisa, estiró su mano hasta que ésta alcanzó su nuca y suave como fugazmente, la acarició.

— Eres útil, gracias.

Sonrojándose, murmuró un estrangulado «lo qué sea» y tomó los papeles que había hecho a un lado para continuar con su tarea asignada.

— ¿No tienes hambre?

Involuntariamente, JungKook dejó escapar una risa. Meneó su cabeza y dejó de transcribir para verlo. No habían pasado ni diez minutos desde que retomó lo que le pidió.

— No realmente.

— Están por ser las seis y no almorzaste, ¿seguro que no tienes hambre? — El hombre asintió gentilmente — ¿Sed?

— Un poco — Reconoció al percatarse de lo seca que estaba su garganta — Puedo pedir...

— No es necesario — Cortó el más bajo — Yo puedo ir. No hay porqué molestar a nadie.

— Es su trabajo, ¿sabes?

Encogiéndose de hombros, TaeHyung se levantó.

— Puedo hacerlo por mi cuenta.

Ignorando las replicas del más alto, se encaminó fuera de su estudio. Saludando a una mujer que se adentraba a lo profundo de un pasillo que llevaba a quién sabe dónde, no conocía todos los rincones de esa casa.

Tranquilamente se encaminó hacia la cocina, pensando en el tramo no tan extenso, qué podría llevarle al azabache. No tenía idea de qué solía beber cuando estaba trabajando y era entrada en la tarde: ¿café? ¿té? ¿jugo? ¿agua?

«Debí preguntar», se regañó cuando cruzó el umbral.

— SukJun — Saludó con entusiasmo al levantar la vista y toparse con el castaño — ¿Qué tal te encuentras?

— En perfectas condiciones — Respondió con su usual cortesía, acompañada de su amable sonrisa — ¿Qué tal usted, príncipe?

— Podría decir lo mismo.

— Me alegra escucharlo — Murmuró sosegadamente, secando sus manos en un paño blanco — ¿Qué lo trae por aquí?, si puedo saber por supuesto.

— Estoy ayudando a JungKook, tiene sed pero no hambre entonces...

Sin saber porqué, sus palabras comenzaron a atropellarse entre ellas a la vez que, su lengua comenzó a enredarse en sí misma. Por lo que, prefirió callar y desviar su mirada de la contraria.

— Ya veo — Murmuró con un corto asentimiento, acercándose a la nevera — Cuando está trabajando tiende a olvidar que su cuerpo necesita nutrientes, pero tampoco le gusta comer antes de la cena — Musitó con reproche ligero, enderezándose y sacando del rectangular electrodoméstico, una jarra con jugo — Con un vaso de jugo y un par de galletas de avena, estará bien para antes de cenar.

— ¿Y nada más? — Cuestionó con asombro colándose en su voz.

El hombre asintió, buscando un recipiente para colocar las galletas.

— Ha tenido una vida con costumbres alimenticias malas — Recordó en un suspiro — Se está esforzando por cambiar esa rutina a una más acorde, pero inconscientemente sigue reticente a ello. Y presionarlo tampoco funcionaría, no con él.

TaeHyung le dio la razón, JungKook no era un hombre que funcionara bajo presión. Y menos con una de ese tipo. Consecuente a recibirla, terminaba cerrándose.

— Gracias por cuidar de él.

Tan pronto le miró, SukJun se apresuró en dejar el recipiente con galletas y nerviosamente, se acercó a él. Sosteniéndolo por los hombros, le susurró que por favor se enderezara. No era normal ni frecuente, ver a alguien de la realeza efectuar una reverencia tan amplia como aquella. Pasando de los noventa grados y en sinónimo de agradecimiento.

Estaban exentos de ese tipo de formalidades.

— Eso no fue necesario, príncipe — Informó con timidez cuando el hombre más joven se enderezó.

— Consideré que sí.

Y él en serio lo hacía. SukJun había cuidado de JungKook más de lo que, probablemente los reyes habían hecho. El sentimiento de gratitud no era falso ni mucho menos exagerado.

El hombre sacudió su mano, negando a sus palabras.

— Es mi trabajo.

Ambos sabían que aquello no era cierto y que sus funciones tenían que ver más con la casa, pero de todas formas lo dejaron pasar.

— ¿Prefiere que yo me encargue de llevarlo o...?

— Puedo hacerlo por mí mismo, gracias — Respondió con una sonrisa, acercándose a tomar la bandeja de madera que el castaño sostenía.

— De acuerdo, no vaya muy de prisa.

Asintiendo, TaeHyung agradeció por segunda vez y se encaminó fuera de la cocina. Caminando más lentamente por cuestiones de seguridad. Dos mujeres que se encontraban limpiando preguntaron por si necesitaba ayuda, pero sonriendo aseguró que no. Sólo estaba cargando una bandeja con una jarra de jugo natural, dos vasos de vidrio y un recipiente de cerámica con galletas de avena. Sencillo.

Si sus pies seguían colaborando de la forma que lo estaban haciendo, todo iría bien.

— ¡TaeHyung!

Sobresaltándose, el aludido en cuestión detuvo su andar y con ojos arrugados y ligeramente confusos, alzó sus mirada y enfocó a la castaña recién llegada.

— Me sorprendiste — Musitó en un resoplido. Alejándose un paso con precaución.

— No sabía que estabas aquí — Murmuró con sus ojos en la bandeja — Y supongo que eso no lo compartirás conmigo — Farfulló al robarle una galleta como si nada. Mostrándole una sonrisa socarrona antes de morderla.

— Eso es grosero — Masculló con seques, alejándose otro paso al notar las intenciones de la princesa en querer tomar otra galleta.

— Lo siento — Pronunció por lo bajo. En un tono suave y supuesto a creerse arrepentido — ¿Estás con JungKook, cierto?

— Sí, le estoy dando una mano con su trabajo.

Mi-Sun asintió, compresiva.

— ¿Estarás mucho tiempo con él? — Curvando una ceja, el de hebras rosa esperó a que la chica continuara — Ahora que te veo, vino a mi mente una película que podríamos disfrutar y sería del agrado de ambos.

— Por hoy, diré que no. Lo siento.

— Ni siquiera lo dudaste — Farfulló al acabar la galleta, limpiando las migajas invisibles en su atuendo — Se supone que somos mejores amigos y ayudarlo no es tu trabajo.

— De hecho, como su consorte, sí debo de ayudarlo.

— Todavía no están casados.

— Eso no eclipsa el hecho de que sea su consorte — Replicó con su ceño arrugándose.

— No tienes porqué enojarte. No era más que un comentario — Aseguró con un ademán desinteresado — Además, JungKook tiene las capacidades suficiente como para hacerlo sin ayuda de nadie. Así ha sido siempre. ¿Por qué preocuparte?

La indiferencia palpable en las palabras pronunciadas de la chica y especialmente en su mirada, pasmaron al más bajo. Quien se atrevió a cuestionarse si por un momento, no había escuchado mal.

— ¿No consideras que es momento de preocuparse por él?

— ¿Por qué? — Preguntó como si desconociera la realidad de su hermano — Es JungKook, él siempre está bien.

— Creo que deberías de observarlo mejor.

Abultando sus labios, Mi-Sun intentó verse más linda ante los ojos reprobatorios de su joven amigo. A quien, evidentemente no le había gustado su contestación.

— No me veas de esa forma — Pidió en un tono quejumbroso, adornado de un tinte infantil — Estaba jugando, claro que me preocupo por JungKook. Es mi hermano, ¿recuerdas?

— Seguro.

Y por alguna peculiar razón, no le creía. Mi-Sun lo notó y su expresión apacible, se perdió. Distorsionándose en una menos agradable.

— Desde que te juntas con él te has vuelto aburrido — Masculló con disgusto, chasqueando su lengua — En el pasado simplemente habrías dicho que era un imbécil. No entiendo qué te sucedió.

— Dejé de ser necio y de encerrarme en mí mismo. Dijiste que no era tan malo como pensaba, ¿por qué expresar lo contrario ahora?

— ¿Lo hice? — Musitó como si no tuviera idea, haciéndose la tonta y aseverando, "sin darse cuenta", la crispación repentina en su contraparte — De acuerdo, lo siento. Deja de verme así — Demandó en un resoplido, cruzando sus brazos — No me agrada que acapare toda tu atención, simplemente es eso.

— No acapara toda mi atención.

Sonriendo irónicamente, la chica asintió.

— Eso puedes sentir tú, pero ¿y cómo lo siento yo? — Inquirió con un tono supuesto a ser adolorido, pero resultando demasiado forzado — Tengo la sensación de que a su causa, te estás creando una mala imagen de mí. Y no me gusta.

— Permíteme decirte que, tienes una idea equivocada. No me ha dicho absolutamente nada perjudicial de ti, ¿siquiera hay algo que deba saber?

— Por supuesto que no — Farfulló con ahínco desmedido. Frunciendo su ceño — Te lo habría contado.

— Entonces no tienes porqué actuar de esa forma con él. Mucho menos tienes que estar a la defensiva — Aseguró con simpleza, suspirando con profundidad. Harto — Siendo sincero, es molesto.

— ¿Molesto? — Repitió sin comprender. Sus ojos abiertos con asombro ligero.

TaeHyung asintió, volviendo a suspirar. Estaba tardando demasiado pero tampoco quería dejar a su amiga con una idea errónea de lo que fuera.

— No me gusta que lo ataques — La castaña separó sus labios, dispuesta a replicar o refutar sus palabras, pero él no tardó en proseguir y cortar su acción no concluida — Estés de acuerdo o no, lo que haces y las palabras que tienes para con él, son ataques. Tus padres son los reyes y aunque no lo entiendo y mucho menos lo comparto, puedo razonar muy débilmente el porqué de su reticencia y constante exigencia para con JungKook. De tu parte, no. No tiene sentido que los avales — Aseveró con su entrecejo, inconscientemente arrugado — Tú comprendes a la perfección las presiones que nuestros cargos tienen. ¿Por qué agregar más?

Mi-Sun podía hacerse una idea de las presiones que sus cargos tenían, sí. Por supuesto. Pero eso no significaba que la chica realmente lo comprendiera. No cuando pocas veces en su vida se vio bajo ésta.

Podía incluso portar el título de princesa de un primer clan con orgullo y arrogancia, pero pocas veces se comportaba como una.

— Creo que tus sentimientos te están nublando el juicio.

Resoplando una risa sin emoción, TaeHyung meneó su cabeza con incredulidad. Consternado de que Mi-Sun desestimara sus palabras con tan apabullante facilidad e indiferencia.

Esa no era su comprensiva y amable amiga.

Disculpándose con la princesa, pasó por su lado y continuó su camino. No creyendo que ésta le hubiera reclamado por pasar tiempo con su prometido. Decidido a ignorar lo sucedido y la irritación en su sangre, siguió andando.

Para cuando estuvo de regreso en el estudio de JungKook, éste se encontraba viendo en su dirección. Muchos de los papeles y carpetas que solían ocupar, desordenadamente el amplio escritorio del hombre, ahora estaban apilados y bien organizados. Muy seguramente, muchos de ellos habían sido guardados.

— Volví.

Anunció como si el hombre mayor no lo hubiera notado, de todas formas, curvó sus labios en recibimiento.

— Por lo que veo terminaste.

— Te tomaste tu tiempo — Respondió al encogerse de hombros — Además, no me gusta acumular asuntos que pueden resolverse en el momento — Agregó plano, cogiendo la jarra y sirviendo los vasos.

— Se supone que te estaba ayudando — Murmuró en una queja fingida, cogiendo una galleta al "azar". Aunque era la que más chispas de chocolate tenía.

— Fuiste de gran ayuda, no te preocupes.

Sintiendo sus mejillas arder, TaeHyung desvió su mirada.

— Ya te lo dije, cuando la necesites puedes llamarme.

Ladeando una sonrisa, el mayor asintió.

— En teoría, debería de llamar a tu casa.

— Tecnicismos — Musitó con desinterés. Sacudiendo su mano en un exageradamente lento, ademán indiferente — ¿No comerás?

— Tenía la sensación de que lo preguntarías pronto — Susurró con lo que parecía diversión, estirando su brazo lo necesario para coger una.

— ¿Soy muy predecible? — Preguntó con su rostro inclinado hacia la izquierda.

— Algo — Respondió con una mirada evaluadora — Pero lo anticipaba porque, mayormente te considero atento.

Sonrojándose, TaeHyung se encogió en su asiento.

— Eres bastante atento también.

JungKook sonrió, lenido. Pero únicamente él fue consciente del gesto. Teniendo el pensamiento efímero de que, a diferencia de los días anteriores, este estaba siendo uno bueno.

«¿Qué rayos?»

Con lentitud, JungKook se enderezó en su cama. Se tomó unos segundos para exhalar con profundidad y con su ceño frunciéndose, estiró su brazo hasta que alcanzó la lámpara en su buró y la luz se hizo, tenuemente en su habitación. Si hubiera estado realmente dormido, el que llamaran a su puerta lo habría molestado con gravedad. Pero como no estaba haciendo más que observar la oscuridad de su alrededor, le dio igual.

Eran pasada las doce por lo que, no le importó demasiado. Lo justo como para no pronunciar algún improperio.

— Adelante.

Las arrugas en su entrecejo se disiparon cuando su expresión entera brilló con reconocimiento. Poco después, sus cejas se elevaron cuando los luceros azules de su prometido miraron, escasamente en su dirección.

— ¿Sucede algo? —  Quiso saber ante la mudez prolongada del recién llegado.

— Yo quería saber cómo estabas.

Sonriendo sin poder evitarlo, JungKook pasó una mano por su rostro para cubrir dicha acción cuando fue consciente de ella. Teniendo el pensamiento de que, tal vez, el hombre más joven se preocupaba demasiado por él. Lo que era conmovedor, de alguna forma.

— Perfectamente, ¿por qué? — Los matices evasivos y tímidos en los ojos de TaeHyung se perdieron, obteniendo de él, una mirada entornada — Ven.

Murmuró con un ademán ligero de su cabeza, indicándole que ingresara. Apenas escuchó la puerta cerrarse, deshizo las sábanas del lado derecho de su cama y sin verlo, lo invitó a que lo ocupara.

— No tienes que estar a mi pendiente constantemente, ¿sabes? — Musitó con un suspiro sutil, ladeando su rostro en dirección del príncipe de Incheon.

— Lo sé, pero te veías... ido.

El más alto asintió, comprendiendo la preocupación contraria. Pero en su defensa, por más que quiso mostrarse impenetrable al momento de cenar, no pudo. Sus máscaras vacilaron y terminó fallando. La aparición de su abuela había sido poco grata e inesperada. La mujer tuvo mucho qué comentar respecto a su poca comunicación y al hecho de haber declinado la oferta del rey de Corea del Norte. Quien le comentó lo favorecedor que sería mantener una unión, de momento, meramente económica entre ambos países.

Eso lo había crispado. Su país estaba bien y no necesitaba la ayuda de semejante rey para absolutamente nada, y no cambiaría de opinión pronto.

Lo que tiró a bajo su estable buen ánimo, había sido las decepcionadas palabras de su padre por el mismo hecho: su rechazo al ya mencionado rey de Corea del Norte. Porque al parecer, él tenía que hacer la voluntad de sus padre no la propia.

Al final de la cena, terminó encerrado en sus caóticos pensamientos y apenas comunicándose con TaeHyung. Quería expresar con total confianza y certeza que no fue adrede, pero de alguna forma lo era y sus mente simplemente continuaba andando de manera ruidosa, invitándolo a escuchar el discurso repetido y reprobatorio de sus padres. Al cual se supone, ya debería de estar acostumbrado.

Pero aunque lo odiara, seguía siendo una espina difícil de sacar. Una que estaba fuertemente enterrada en su cabeza y corazón.

— Lo siento.

Fue lo único que consiguió pronunciar cuando salió de su repentina abstracción. Recibiendo un golpe nada sentido en su hombro como respuesta.

— No quería oír una disculpa, idiota — Farfulló el más bajo — Sólo ver que estuvieras bien.

Sus palabras salieron en un hilo estrangulado, probablemente ocasionado por la vergüenza, aún así, la devota seriedad en ellas, fue palpable.

— Lo estoy, con el pasar del tiempo importa menos.

Su encogimiento de hombros y la neutralidad en sus palabras, no fueron suficientes para convencer al contrario. Sus ojos seguían destellando compungidos.

Y en un intento de borrar esa expresión en su prometido, JungKook estiró su mano izquierda y suavemente, tomó de la mejilla de TaeHyung. Apretando la carne tierna con saña medida, la suficiente como para distorsionar su expresión en una mueca dolorida.

— No hay que lamentarse por cosas que no tienen reparo, ¿no te dijeron eso? — Exclamó en un susurro reprobatorio. Frunciendo sus cejas para aseverar su falso regaño.

— Pero t....

— Sólo olvídalo — Musitó en un tono más quedo. Dejando escapar un endeble suspiro — Pensar en ello no lo solucionará.

— ¿Y hablarlo?

— Es problemático — Aseguró por lo bajo, sus dedos soltando la mejilla ajena — Si en algún momento me siento sobrepasado, tengo mis ejercicios para controlar la respiración — «Los que no sirven demasiado», sintió la necesidad de agregar, pero se contuvo — Y la señora Bae se encargó de hacerme saber que, de agravarse la situación, puedo recurrir a tomar medicación. Por eso la sesión de ayer se prolongó por tanto tiempo.

— ¿Estaban consultando la posibilidad de implementar medicamentos a tu tratamiento?

JungKook asintió cortamente.

— Una parte de mí comprende que puede ser útil pero la otra, se niega rotundamente. Ella expresó cuántos avances había conseguido y lo mucho que me había apartado del punto a, ¿por qué sugerir medicación entonces?

Sonaba frustrado, ambos lo notaron. Pero siendo franco, él realmente se sentía de esa forma. Exasperado también. La situación se volvía molesta y cada vez más compleja que, sencillamente se encontraba harto de ella.

Era un cúmulo de muchos estímulos, sensaciones y emociones con las que no quería lidiar. Aborrecía a muchas de ellas. Lo desbordaban negativamente y eso, no le provocaba más que hartazgo y cansancio.

— Tú lo dijiste: puede serte útil — Respondió TaeHyung cuando se sintió seguro de hacerlo, aunque su voz tembló, insegura de pronunciarse — La medicación no es mala — Expresó con suavidad — Es buena y favorecedora. Aparte de que su función es ayudar o curar.

— Y lo sé bien, pero es frustrante saber que, muy seguramente necesite de ella. ¿Qué se dirá de mí como rey?

JungKook quería poder asegurar que las opiniones externas a la suya, no le importaban. Pero lo hacían, siempre lo habían hecho. Cuando se es joven y se tiene que enfrentar críticas, comentarios basados en nada y más críticas, inevitablemente, terminan siendo relevantes. Aunque no deberían.

Su cerero y él mismo estaban repletos de esa negrura tóxica. Hasta el cuello se atrevería a decir.

— Que es alguien dedicado a mejorar para sí mismo y para cumplir con su cargo de la forma más honrada posible.

— Sabemos que no dirán eso — Replicó secamente.

TaeHyung se encogió de hombros.

— Tengo la esperanza de que alguien lo haga.

— Esperas demasiado de un mundo que prefiere atacar y rechazar, por sobre comprender.

— Tal vez, ¿pero de qué otra forma se avanzaría y crearían cambios, si no es teniendo esperanza y actuando en base a ésta?

JungKook no dijo nada, no lo creía necesario. Su rostro simplemente se mantuvo ladeado en dirección a TaeHyung, observando sus luceros en la tenue ambientación.

— Nunca comunico demasiado, lo justo y a veces menos que eso, pero agradezco tu férrea paciencia — Pronunció luego de carraspear, recibiendo una atónita mirada por su inopinada sinceridad — La admiro de hecho.

— Tienes que dejar de agradecerme — Farfulló por lo bajo, avergonzado.

— Creo que es necesario hacerlo.

Resoplando por lo bajo, el príncipe rodó sus ojos como si sus palabras le fastidiaran. Lo que era irónico si se tenía en cuenta el ligero sonroso entorno a sus mejillas.

— Puedes agradecerme con flores, hace mucho no recibo ninguna — Expresó con desinterés tembloroso y poco creíble.

— Tengo plena noción de eso, lo siento. Mi tiempo se vio justo últimamente.

TaeHyung simplemente sacudió su cabeza en negativa, desviando el tema a otros más triviales y ligeros. Los minutos pasaron y los bostezos se infiltraron entre ellos. Inadvertidos al principio, hasta que quisieron cobrar protagonismo y se tornaron evidentes. El sueño reluciendo en sus expresiones y arrastradas palabras.

— Debería irme.

JungKook rodó sus ojos, reprimiendo un bostezo.

— Estamos comprometidos, ¿qué más da?

— Eso no dijiste en mi casa — Recordó con una ceja, vagamente en alto.

— Sólo quería ver tu reacción — Admitió con una gentil sonrisa adornando sus labios.

— Eres increíble — Masculló con molestia exagerada, acurrucándose en sí mismo — Debería dejar de observarme y apagar la luz, su alteza.

— Sólo creo que... no te ves mal hoy.

Cerrando sus ojos, TaeHyung decidió ignorar el ardor en sus pómulos.

— Gracias, eres atractivo también.

Incrédulo por la honestidad de su prometido, el azabache se enderezó dispuesto a apagar la débil luz que los acompañaba en esa cómoda madrugada. Y lo hizo, volviendo a su anterior posición. Esperando a que su vista se acostumbre lo suficiente para distinguir el rostro del príncipe más joven.

— ¿Puedo preguntarte algo?

TaeHyung tenía sus ojos cerrados. JungKook se preguntó porqué si seguiría hablado y no prestó mayor atención.

— Claro.

Carraspeando, el más joven habló: — Es más una petición, pero también tengo una duda. Por lo que, sí es preguntar algo pero...

Percatándose de sus nervios, su cerebro se destelló, tentativamente con iluminación. Comprendiendo, a dónde quería llegar. O estaba intentando ir.

— ¿Me das un beso?

Sus palabras se pronunciaron bajas, ahogadas por la timidez. JungKook esperó a que TaeHyung abriera los ojos, su falta de respuesta debió ser un incentivo apropiado, porque lo hizo. Y limitándose a las acciones, se inclinó lo necesario hasta que sus labios se presionaron con los contrarios. Un tacto palpable pero casto.

Digno de encasillarse como un beso de buenas noches.

— Ahora, ¿cuál es la duda que mencionaste tener?

Balbuceando un par de ininteligibles palabras, su consorte respondió: — ¿Cómo es que tú...? esto, tú y yo.... cómo es... ¿por qué?

Frunciendo su ceño, JungKook tardó en comprender.

— ¿Por qué accedo a besarte? — Y como respuesta, no recibió más que un eufórico asentimiento — ¿Por qué lo haces tú?

— Eso... tú sabes la respuesta.

Y lo hacía. Hace tiempo que la conocía. TaeHyung nunca fue discreto o reservado al respecto, lo que, secretamente, JungKook admiraba. Ahora tenía el valor suficiente para reconocerlo.

— Te obsequié una dalia hace un tiempo, ¿recuerdas? — Confundido, su consorte asintió — Si recuerdas su significado, la respuesta no es más que evidente.

— ¿Por qué no decirlo directamente?

— Es interesante verte fruncir el ceño.

Las quejas continuaron al igual que las replicas los acompañaron. Pero el alto no cedió y el más bajo, inevitablemente, terminó desistiendo. El hombre mayor cuando se trataba de callar y volverse hermético con respecto a algo, era bueno. Todo un experto de hecho.

Y con el paso de los minutos, el sueño los venció. Sus palabras se volvieron débiles y susurros que pasaron a conformar el silencio a su alrededor. Las horas transcurrieron y en algún momento de la quieta madrugada, la distancia inconsciente entre sus cuerpos, se rompió. Desapareciendo en la quietud de la oscuridad.


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