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Ꜥꜥֶָ֢🏰ֶָ֢۫݊˒𐙚 capítulo 22

TaeHyung se enfurruñó cuando su conversación pendiente con JungKook se aplazó.

Y vamos, si tenía en cuenta todos los días en los que se destruyó la mente pensando sobre qué camino tomar o cuál puente cruzar, habían sido un total de doce días. Y para cuando se decide y acuerdan un día, ambos se ven aplastados por compromisos ajenos al otro.

El universo y el cosmos en general en serio lo detestaban.

Lo único positivo que le sucedió en esas dos semanas, es que el padre de JiMin se tornó más flexible con el chico y aceptó sus peticiones de dejarlo viajar a Incheon a verlo. Como no se mostró excepcionalmente molesto con sus idas a Busan para conversar con JiMin.

Él no era tonto y la mierda tradicionalista del hombre podía palparse incluso si se mostraba absurdamente cortés. No parecía caerle mal pero sin dudas no le agradaba tampoco. Sus ojos no expresaban simpatía cuando se colocaba frente a su rango visual, la última vez que vio a JungKook y viajó con éste a Busan, lo notó.

Y percatándose que la misma mirada tenía para con el azabache, se daba una idea acertada del porqué.

Honestamente se compadecía del joven príncipe de Busan, si su observación no había sido errada aquel martes. A él le gustaba YoonGi. Y el universo se compadeciera de él también y le hiciera las cosas más sencillas, porque teniendo en cuenta su diferencia de edad, el hecho de que uno no pertenecía a la realeza y que ambos eran chicos. El rey DangMi iba a traer el infierno sobre la tierra para con su único descendiente de llegar a suceder algo entre él y YoonGi.

Vamos, el chico ni siquiera se esforzaba en ocultar su interés por el alto con ojos de gatito. Su mirada se mantenía anclada al hombre como si no hubiera nada más interesante a su alrededor. Aparte de su obvia inclinación por tutearlo y ser tuteado de regreso. Tenían química, era evidente y de alguna forma extraño. No la cuestionaba, simplemente le parecía curiosa. Se habían amoldado al otro casi sin esfuerzo, lo que pocas veces sucedía entre dos personas con esa facilidad casi mística.

Lo que le despertaba dudas. No había visto muchas interacciones entre el par, sólo unas ínfimas aquel martes. Tanto cuando el alto apareció por primera vez y saludó al adolescente, como su segunda aparición después de esa. Cuando cruzaron varias palabras antes de volver a desaparecer y ya no volver.

El chico le agradaba, era evidente. Su trato era ligero y cómodo, pero por sobre eso, era cómplice. Sus sonrisas se formaban con facilidad y no titubeaba demasiado a la hora de llamarlo por su nombre. Pero no estaba tan seguro de si JiMin le agradaba de la misma forma en la que a éste lo hacía.

Y no lo culpen, su química había relucido frente a sus ojos casi sin esfuerzo y él se había sentido curioso al respecto. Además, a su mente no le costaba dejarse llevar.

Era un defecto, estaba seguro.

— ¿En qué tanto piensas?

TaeHyung parpadeó y miró en dirección de su madre.

— En nada.

La rubia enarcó una ceja, claramente no creyendo en su escueta respuesta.

— Seguro, ¿qué le has comprado a Mi-Sun?

Evitando resoplar, él pensó en todo lo que tuvo que considerar para elegir el regalo de su amiga.

Primeramente, no podía obsequiarle algo muy llamativo o que se observe como vulgar. En todos los sentidos posibles de la palabra. Tampoco podía regalarle algo "obsceno" o que pudiese apreciarse como ordinario y barato. Como aquellos regalos que se otorgaban con desinterés completo.

Básicamente, los nobles tenían una serie de requisitos que debían cumplirse incluso a la hora de obsequiar algo. Debía tenerse en cuenta lo anterior señalado como la índole de la celebración en sí.

Lo que hizo de su cabeza un lío al momento de ir tienda por tienda en busca de algo que pudiera cumplir con algunos de esos requisitos, pero al mismo tiempo, le gustara a la castaña.

Había visto vestidos que sabía se verían bien en ella y a la chica le gustarían, pero los cortes en sus faldas eran demasiado... reveladores. Por no decir excesivamente pequeños. Asimismo, cuando encontraba vestidos con cortes más decentes, la parte superior se hallaba apretada en exceso. Lo que era aún más frustrantes.

Él habría comprado algunos de esos vestidos, realmente no habría tenido problemas en hacerlo. Pero sería desacertado de su parte porque su amiga no los usaría nunca. Al menos que quisiera una avalancha de críticas y malos comentarios de absolutamente todo el mundo, no habría forma de que los luciera.

Porque así como los príncipes no podían vestir prendas demasiado informales y de alguna forma reveladoras. Las princesas tampoco podían hacerlo.

Por protocolo, sus atuendos deben mantenerse sobrios y elegantes. No importa qué tan joven sea la princesa en cuestión, es así cómo debe ser. Faldas rectas por debajo de las rodillas, sacos a medida pero sueltos en la parte superior o prendas similares que no dejen al descubierto demasiada piel, lo que se traduce a: hombros totalmente tapados. El exceso de joyas era algo que no se permitía, porque se supone que ellas no ostentaban aunque sí lo hicieran y todos lo supieran. Podían usar tacones, pero debían tener unos cuatro centímetros y en cuanto al maquillaje, Jesús no permita que alguna ose de usar demasiadas sombras coloridas o rubor en sus mejillas.

Un maquillaje sutil estaba bien, incluso uno inexistente y que se viera natural, estaría mejor. Y en cuanto al labial, mientras más se asemejara al color natural de los labios, mejor. Perfecto de hecho.

Lo que aplicaba para los príncipes también, pero con mayor firmeza y restricción que para las chicas. Supuestamente se les permitía usar maquillaje para cubrir sus ojeras, de tener claro. Y para cubrir alguna que otra imperfección demasiado distintiva. Labial, poco y nada. Ni que hablar de sombras, rubor o algo más llamativo como iluminador.

Eso no estaba destinado para su uso ni había sido creado para ellos, en primer lugar.

Pero habían personas como TaeHyung que de querer usarlo, lo hacían. Intentando no excederse demasiado y llamar la atención de las personas, por supuesto. Lo que no resultaba por obvias cuestiones. Era como querer tapar el sol con un dedo. Imposible.

Y volviendo a la cuestión principal, terminó comprando dos pequeños aretes para Mi-Sun. Bañados en plata y con un diseño, en su opinión, hermoso. Una flor de magnolia diminuta pero aún así, brillante y que resaltaba a la vista con la perfección justa. No habían costado demasiado, 28.764 won de hecho. Por lo que terminó comprando un brazalete fino, también bañado en plata y compuesto por algunas incrustaciones de diamante. Lo que costó el doble que los aretes.

Al final de ocho horas, se sintió pleno. Con la sensación de haber invertido bien el dinero que su madre le otorgó, además de tener el pensamiento de elegir unos buenos regalos para su amiga. Ella se había lucido en su cumpleaños por lo que, retribuir la acción le agradaba. Ignorando el estrés sufrido.

— Accesorios — Respondió cuando se percató de lo ausente que había estado en sus pensamientos — Un brazalete y aretes.

Su madre sonrió, asintiendo en aprobación tal vez.

— Tienes buen gusto, de seguro le fascinan — Alentó con su sonrisa cálida.

— Me esforcé por conseguirlos, sé que le gustarán.

— Lo harán, relájate.

Y no es que estuviera nervioso, pero en cierta medida, lo estaba. Quería que a su amiga le guste lo que seleccionó para ella, además de querer ver su reacción. La chica no era fácil de contentar.

Para cuando su auto se detuvo frente a la iluminada Casa Real, sus nervios anteriores se entremezclaron con unos nuevos. Haciendo de sus tripas un desastre. Y la sensación cobró magnitud una vez cruzaron las grandes puertas, su madre se percató de su andar tambaleante y en respuesta le dio una mirada de advertencia.

Se supone que había trabajado en sus reacciones, a cómo controlarlas y simular quietud aunque se encontrara enfadado como la mierda o demasiado emocionado. Pero él se pensaba más humano que príncipe, por lo que, si bien había mejorado considerablemente. Seguía fallado algunas veces.

Lo que era comprensible hasta cierto punto y normal.

Vamos, la última vez que vio a JungKook fue hacía dos semanas y si sus compromisos en el extranjero habían finalizado a tiempo, se supone que debía de encontrarse allí y celebrando el cumpleaños de su hermana.

«Sólo respira hondo», se aconsejó con suavidad.

Para cuando terminaron de ingresar a la Casa Real, y más específicamente al salón de fiestas del recinto, TaeHyung se encontró asombrado. Al igual que sus padres lo estaban. La música y la decoración eran más modernas de lo que habían anticipado. Bastante actual de hecho. Y su amiga se encontraba siendo el centro de atención que tanto amaba, luciendo un vestido que no encajaba con el protocolo que él bien conocía.

Lucía otoñal, de un color naranja opaco bastante bonito. Su largo era por un centímetro debajo de las rodillas y sus hombros se mantenían cubiertos por unas mangas delgadas y cortas. Sus tacones definitivamente no tenían cuatro centímetros, debían ser de al menos seis. Su maquillaje parecía correcto y su cabellera castaña mantenía unas ligeras ondas.

— ¿Qué tal me veo?

Preguntó la chica una vez se colocó frente a él, sus labios curvados en una sonrisa ligera.

— Fuera del protocolo — Pronunció aún pasmado de lo extraña, en el buen sentido, que se veía su amiga — Impactante — Corrigió cuando la chica le miró mal.

— No me siento alagada.

TaeHyung enarcó una ceja.

— ¿Estás esperando serlo?

— Eres mi amigo y es mi cumpleaños número veinticuatro, claramente espero que expreses algo lindo para cómo luzco esta noche.

— Realmente amas la atención, ¿cierto?

Lo gracioso de la pregunta, es que TaeHyung no tenía idea de cuánto Mi-Sun la adoraba.

— Si es de mi buen amigo, por supuesto.

El príncipe rodó sus ojos con molestia fingida para terminar sonriendo. Era su amiga después de todo.

— Te ves bien, en serio. Eres bonita, no tengo porqué recordártelo constantemente.

— Gracias — Musitó sin estar del todo contenta — Y me alegra que hayas venido, ignorando que debes por cuestiones sociales.

— Cierto. Pero nunca me he perdido un cumpleaños tuyo.

Mi-Sun sonrió.

— Y sé que no lo harás. Ahora dime, ¿qué elegiste para mí?

— Es una sorpresa que tienes negada ver — Advirtió mientras tendía la compacta bolsa bien decorada hacia la castaña — En serio, ábrelo junto con el resto. Para que sea más intrigante.

— Bien — Aceptó en un bufido — Invité a alguien que te agradará ver.

TaeHyung frunció su ceño y se dejó arrastrar por la festejada, cruzaron algunas personas y se detuvieron para saludar a otras. Anduvieron un tramo corto hasta que llegaron hasta una cohibida silueta, inmediatamente y luego del reconocimiento, una sonrisa se instaló en su rostro.

— JiMin — Pronunció con gusto sincero, obteniendo una sonrisa más sosegada de regreso — ¿Qué tal te encuentras?

— Aliviado de ver un rostro conocido — Respondió con honestidad, suspirando con profundidad — ¿Cómo se encuentra usted, príncipe?

Dos semanas viéndose y el chico aún se negaba a ser informal con él. El aludido no podía sentirse menos que ofendido. Con ligereza, por supuesto.

— Bastante bien, gracias por preguntar — Musitó con amabilidad — ¿Llevas mucho aquí?

— Diez minutos — Murmuró con lo que parecía duda — La princesa me hizo compañía por un tiempo. Es realmente habladora.

TaeHyung sonrió, viendo a la chica en cuestión pasar de invitado en invitado.

— Si te escucha se crispará — Advirtió juguetón. Siendo una broma parcial — Pero tienes razón, a Mi-Sun le gusta hablar y no se le da mal. Es elocuente en gran medida, ¿cierto?

— Consiguió que mi tensión se fuera y me mantuvo distraído, así que le doy la razón.

— Necesitas conocerla a fondo.

— Parece haber demasiadas capas en ella y no me malentienda, creo que es muy enérgica e interesante.

El joven hombre sonrió, enternecido por lo correcto que era el adolescente a su lado y lo arraigada que parecía ser su manía por disculparse. Aunque no estuviera profesando nada fuera de lugar o grosero, una opinión cuidada de hecho. Era de alguna forma tierno.

— Tienes que perder la costumbre de disculparte por dar una opinión — Señaló con suavidad, sonriéndole — Tienes razón. Relájate, anda.

— Es su amiga y no quiero ofenderla.

— No veo cómo podrías hacerlo.

— Mi padre dice que tiendo a descuidar mis palabras cuando estoy nervioso o ansioso por crear un tema de conversación.

— Es normal — Consoló sin mucho esfuerzo — Pero hemos hablado de muchas cosas antes. No tienes que presionarte. Sólo respira hondo y disfruta de la noche.

— De acuerdo, lo intentaré.

— Bien.

A pesar del consejo que le brindó al menor, no hubo mucho que pudiera disfrutarse. A simple vista la fiesta parecía salirse de los esquemas conocidos para ellos: música moderna, decoración luminosa y hasta cierto punto, ostentosa. Mi-Sun lucía llamativa y los atuendos de la mayoría eran semi informales. Pero más allá de eso, todo era como usualmente lo sería.

Fue impactante en una primera mirada. Para una tercera dejó de serlo.

Se alegró de ver a JiMin en la fiesta que no se sentía como una. El chico estaba animado, sentado a su lado, conversando de cosas insignificantes con emoción sincera y relajado, que era lo relevante allí. Mi-Sun estuvo los primeros veinte minutos alejada con otros invitados hasta que se les acercó, haciendo de su conversación más dinámica.

La primera hora fue entretenida, para ellos al menos. Media hora después de esa, la música decayó como era de esperarse y nada particularmente interesante pasó. Hasta que la hora de la cena llegó y quién el había descartado no vería ese día, apareció.

JungKook llamó la atención de varias personas, no demasiadas. Principalmente por llegar casi dos horas tarde y cuando todos se encontraban en sus mesas a punto de comenzar a cenar. Además de portar una expresión ilegible y un ceño fruncido casi con inconsciencia. Se veía indiferente pero las arrugas entorno a sus ojos dictaban cansando.

— Una entrada adecuada, hermano.

JiMin se sorprendió más que él del mascullo que Mi-Sun profirió para con el azabache una vez llegó a la mesa que ocupaban. Había sido inesperado y grosero.

— Lo siento.

Mi-Sun no lo miró y continuó cortando de su salmón, aparentemente calmada y desinteresada.

— Se supone que debes sentarte con los reyes — Informó una vez llevó un trozo de carne a su boca y lo hubo masticado a la perfección — Es el lugar que te corresponde.

JungKook prefirió no responder y ocupar la silla vacía a su lado. Resopló y enderezó su postura una vez se percató de la desfachatez de ésta.

TaeHyung inclinó su rostro hacia adelante, intentando encontrar la mirada del mayor pero no resultó. El hombre parecía enfrascado en su mente. Abultó sus labios y lo dejó estar, colocando su copa con agua a su alcance. Se veía cansado, como anteriormente se mencionó. Lo que el bajo dedujo, se debió a trabajar en exceso.

Así es cómo el hombre solía verse en esas situaciones.

— ¿Qué te mantuvo tan ocupado?

Lo que se vislumbró como un silencio prolongado e incómodo, no duró. Mi-Sun lo rompió sin consideración. Fijándose ahora sí su hermano, esperando una respuesta que explicara el motivo de su tardanza.

— Trabajo — Respondió el cuestionado sin emoción.

— Podrías haberlo aplazado o puesto más de ti en él, para llegar a tiempo ¿sabes?

JungKook tensó sus músculos apenas perceptibles bajo el traje que portaba y no dudó en beber de su agua. Bajando más de la mitad del líquido en un solo trago.

— Pides lo imposible.

— Es mi cumpleaños.

El alto resopló, agotado.

— No empieces.

— ¿Con qué? — Masculló la chica con supuesta confusión — Simplemente quería que llegarás a tiempo.

Nadie dijo nada y la cena, en esa mesa en particular, fue sepulcralmente silenciosa e incómoda. La tensión de JungKook terminó rodeándolos como una nube tóxica y la crispación evidente de Mi-Sun no hizo más que alimentarla. La incomodidad fue un aderezo proveniente de los chicos que no tenían idea de dónde meter sus cabezas.

Y para cuando otra hora pasó y la celebración culminó, TaeHyung pensó que su amiga se encontraba de mejor humor. Les dio conversación a él y JiMin, despidió a los invitados con una sonrisa relajada y apacible, como se mostró menos crispada. Pero su percepción fue errónea.

Cuando los únicos que quedaron en la Casa Real fueron los propietarios de ésta y su familia, Mi-Sun lo tomó por la muñeca y lo arrastró a su habitación. Los reyes de Seúl les habían pedido privacidad, lo que su cerebro no tardó en re-interpretar como: «posiblemente despotriquemos contra JungKook, pueden retirarse»

Y no le costó llegar a tan, quizás, extremista conclusión. No cuando la reina le dirigió una mirada inquebrantable y dura al azabache cuando éste realizó una reverencia profunda en disculpa por su tardanza descarada. Una que no dudaba, estaría en algún artículo de las noticias. En la sección de chismes y escándalos, tal vez.

— Te harás vieja como sigas frunciendo el ceño.

Mi-Sun tomó asiento en su cama y graciosamente, creó más arrugas en su entrecejo. Apretándolo de manera intencional.

— Cambia esa cara, anda — Pidió a la chica — Trabajo es trabajo, lo sabes.

— Era mi cumpleaños — Farfulló con una infantilidad impropia — Mejor no se hubiera aparecido.

— Se disculpó.

Mi-Sun rodó sus ojos.

— Ni siquiera fue sincero, lo sabes — Imitó sus anteriores palabras con seques.

TaeHyung entendía que su amiga estuviera enfurecida, era su cumpleaños y su hermano había tardado casi dos horas en aparecer, cuando todos entre susurros se hicieron a la idea que no lo haría. Podía comprender su indignación, pero en su cargo. El trabajo estaba por sobre cualquier cosa y persona. Mi-Sun lo sabía.

Podía estar descontenta con JungKook cuanto quisiera, pero eso no cambiaría nada.

— Lo importante es que lo hizo y al final apareció, ¿no?

— No. Para llevarse la atención de esa forma grosera, mejor no hubiera aparecido.

— ¿No estás exagerando?

— Se hablará más de su aparición tardía que de mi cumpleaños en sí, sabemos cómo funciona esto — Pronunció al chasquear su lengua. Enfatizando su disgusto — Los títulos amarillistas son más interesantes y ocupan primeras planas.

— ¿Qué importa eso?, no se veía bien. No seas dura con él.

Mi-Sun enarcó una ceja, viéndole con ironía aguda.

— Tiempo atrás era yo quien te brindaba esos consejos.

El más bajo se encogió de hombros.

— Considero que es bueno recordarte tus propias palabras. Después de todo, ¿no es tu adorado hermano mayor?

— Seguro.

«Extraño», pensó TaeHyung ante lo vacía que se escuchó su escueta afirmación.

— Realmente no sé qué decir para animarte.

— Que mi hermano es un idiota y tengo razón.

Inconscientemente, TaeHyung arrugó su ceño. ¿Mi-Sun tratando a JungKook de idiota?, eso era nuevo.

— Lo siento, pero siendo objetivo, él no tiene la culpa de estar hasta el cuello de trabajo.

— Tú nunca eras objetivo con él, ¿quién eres y dónde está mi amigo gruñón? — Acusó con sus ojos entrecerrados. Dándole una mirada plana — Lo quiero de regreso. Él estaría de mi lado.

— Son poco más de las doce, olvídalo o no podrás dormir.

— Es que él en serio es... molesto.

Para cuando el príncipe salió de aquella habitación, su entrecejo seguía arrugado. No importa cuánto intentó separar sus cejas y colocar una expresión más ligera o neutra, no funcionó. Él se había esforzado por cambiar de tema pero la castaña no desistió, lo que fue exasperante hasta cierto punto. Sus razones lógicas se vieron descartadas con rudeza, lo que le sorprendió. Asimismo, sus intentos por racionalizar la situación, fue tachada como un ridículo intento por defender al no presente en la discusión.

Decir que TaeHyung no estaba un tanto crispado, sería mentir. Lo estaba.

Esa era una versión de Mi-Sun que no conocía y no le gustó conocer.

Exhaló con profundidad, buscando justificar a la chica y su humor, repentinamente malo y descortés. Un minuto después y luego de rebuscar entre todas las opciones posibles, consiguió hacerlo. A medias, pero resultó.

— ¿Se te cayó algo?

Sobresaltado, el joven hombre levantó su mirada. Enfocando sus ojos en el hombre mayor ante él y a varios pasos de distancia. Confundido por la aparición repentina de JungKook, ladeó su rostro. No comprendiendo su pregunta tampoco.

— Llevas viendo al suelo un rato — Respondió sin más. Su voz oyéndose neutra.

— Oh — Pronunció con compresión — Pensaba.

— Es tarde para hacerlo — Replicó con ligereza — Tus padres pasarán la noche aquí, y SukJun te preparó una habitación.

— Oh.

«Inteligente TaeHyung , inteligente»

JungKook rodó sus ojos pero sin poder evitarlo, sus labios se curvaron en una sonrisa vaga.

— ¿Pensaste demasiado? — Cuestionó sin malicia alguna.

El más bajo sonrió, cómplice y asintió.

— Probablemente — Afirmó con suavidad — ¿Me acompañas hasta la habitación?

— ¿Por qué no?

El tramo hasta la dichosa habitación no fue extenso, al contrario. Duró nada. Un par de palabras torpes, pasos dudosos y miradas nerviosas.

— No sé qué decir y teniendo en cuenta que no nos vemos hace un tiempo, considero que es apropiado y una buena oportunidad para expresar que te queda bien.

TaeHyung parpadeó un par de veces antes de comprender a qué se refería JungKook, para cuando lo hizo, sus mejillas ardieron. Esperando que ningún color las adornara y naturalmente, sus labios esbozaron una sonrisa tímida.

La boina que el azabache le obsequió, le gustaba y en cada oportunidad que tenía, la usaba. Según su propia y objetiva opinión personal, se veía lindo con ella.

— Gracias — Su voz salió en un hilo, influenciada por la timidez repentina.

— No hay de qué.

Sus miradas se evitaron y el silencio a su alrededor se potenció, volviéndose palpable y poco agradable.

— Me iré ahora — Informó el mayor luego de carraspear.

TaeHyung le miró por unos segundos y asintió.

— De acuerdo.

— Buenas noches.

— Buenas noches.

Ambos titubearon al momento de seguir sus caminos, sus pasos fueron torpes y sus miradas siguieron evadiéndose. Hasta que finalmente JungKook se giró por sobre sus talones y se encaminó a su habitación, TaeHyung lo vio marchar y con la torpeza aún presente en sus extremidades, ingresó a la habitación que se le preparó para pasar la noche.

Se colocó sobre la cama y fijó su vista en el techo, suspirando profundamente. Había sido un día peculiar por no decir algo más.

TaeHyung se enderezó sobre la cama con brusquedad y con sus ojos aún cerrados fuertemente, viró su rostro en todas las direcciones posibles. Desconcertado. Su ceño se profundizó al considerar que todo había sido producto de su mente, pero cuando los suaves golpes sobre la madera de la puerta cerrada, volvieron a escucharse. En primer lugar se sobresaltó. Y en segundo, comprobó que en efecto, habían llamado a su puerta.

— ¿Príncipe?

El aludido se quejó por lo bajo, demasiado bajo como para ser oído. Llevó ambas manos a su cabeza, desordenando sus hebras con la esperanza de acomodar el desastre que, seguramente allí tenía. Trabajosamente, sacó sus piernas fuera de la cama y se encaminó a ciegas, hasta la puerta. Sus ojos aún negados a la idea de abrirse.

— ¿Sí? — Farfulló cuando, luego de varios segundos, su mano dio con el picaporte y consiguió abrir la puerta.

— Lo siento por molestarlo, pero son más de las nueve y los reyes requieren de su presencia para comenzar a desayunar.

Automáticamente asintió, pero no se encontraba entusiasmado por la idea de salir y desayunar. La comodidad de la cama y la calidez de las sábanas eran más tentadoras que un buen y necesario desayuno.

— Seguro.

— De acuerdo.

No estuvo seguro de si SukJun dijo algo más o realizó una reverencia como acostumbraba al despedirlo, para cuando sus párpados se levantaron, el hombre se había ido.

Con una mirada entrecerrada, tomó asiento sobre la cómoda superficie que antes ocupaba con totalidad y se colocó sus zapatillas. Fue torpe y tardó más de lo debido, pero no reparó en ello. Volvió a despeinar sus hebras, creyendo que así les otorgaría forma y se enderezó. No olvidándose de tomar su boina antes de salir fuera.

Y una vez en el pasillo, sus ojos volvieron a cerrarse. Por alguna lógica la razón, la luz era más nítida allí y daba directo en sus ojos. Pero si su cerebro no estuviera aún sedado, recordaría que esa iluminación natural se debía por los grandes ventanales que allí habían.

No pensó demasiado en eso y continuó andando. Sus párpados otra vez aplastados entre sí. Bostezó y abrió un ojo cuando estuvo seguro de haber llegado a las escaleras.

— ¿No piensas bajar las escaleras con los ojos cerrados, cierto?

Abriéndolos, TaeHyung se fijó en el hombre que estaba tres escalones por debajo de él. Su ceño fruncido y en sus manos, una bandeja repleta de alimentos. Sus mejillas se calentaron, ¿si no respondía eso lo hacía menos imprudente, verdad?

— ¿No?

JungKook meneó su cabeza con lentitud, desaprobando su descuido no cometido.

— No diré nada al respecto — Pronunció en un bufido, terminando de subir los escalones que le faltaban. Quedando a menos de cuatro pasos de su persona — Simplemente que no intentes romperte el cuello en mi casa, por favor.

— Lindo — Replicó al rodar sus ojos, estando ahora más despierto — ¿Tu desayuno? — Inquirió con su índice derecho apuntando a la bandeja.

— Así es.

— ¿Desayunarás en tu habitación? — Cuestionó casi con incredulidad. El hombre asintió — ¿Quieres compañía?

Inconscientemente, sus dientes capturaron su labio inferior. Sintiéndose nervioso en lo que esperaba una respuesta. Y más cuando JungKook en serio estaba considerándolo. Su rostro inclinado y sus ojos otorgándole una mirada evaluadora.

— Está bien.

TaeHyung en serio admiraba la capacidad que tenía el hombre para mantener sus emociones a raya. Era sorprendente y envidiable, en algún punto frustrante. Pero no demasiado quería creer.

Evitando sonreír, asintió y se dispuso a caminar a su lado. Ignorando el hecho de que, seguramente los reyes estaban esperando por él junto con sus padres.

Tenía que dejar de ir por sobre la marcha, era desconsiderado.

Dubitativo, tomó asiento junto al azabache en su cama. Colocándose a su derecha y apoyando su espalda contra el cabecero. Su mayor lo imitó y le dirigió una mirada divertida.

— ¿Por qué tan rígido?

— No lo sé.

Prefirió ser honesto a inventar una excusa barata y con más cabos sueltos que quién sabe qué. Porque estaba rígido, en sus hombres se notaba. Y tal vez se debía a sus nervios o a lo impropia que era esa situación entre ellos. Podía ser un conjunto de muchas cosas o de pocas.

JungKook ladeó una sonrisa, demasiado divertido con él para su gusto.

— ¿Quieres beber café o jugo?

Preguntó en lugar de expresar un comentario burlón por su comportamiento. Lo agradeció en sus adentros y se fijó en las dos opciones, señalando la que le apetecía en ese momento. Al parecer y de repente, sus palabras se encontraban ausentes.

Sacudiendo su cabeza, su contraparte le tendió el vaso con jugo de naranja. En un tono quedo, agradeció por ello.

Bebió con tranquilidad, observando de soslayo al hombre prepararse una tostada con mermelada. Cubriendo la superficie del pan con lentitud, lo observó evaluarlo y en lugar de comerlo, se lo tendió sin mirarlo.

— Ten.

— Gracias.

Dándole un mordisco a la tostada, siguió observando al hombre preparar otra. Esta vez, suponía era para él. Repitiendo el calmo proceso anterior.

El silencio se mantuvo, siendo llenado por el ruido que hacían las tostadas al desarmarse en sus bocas. No había más, aparte de sus sosegadas respiraciones. Cada uno se mantuvo en su lugar y desayunando. Sin intenciones, al parecer, de iniciar ningún tipo de conversación. Sólo disfrutando de la compañía del otro.

Pero las tostadas acabaron, su jugo se vació al igual que el café del azabache se terminó. Y ya no tenían "distracciones" en las que enfocarse.

— ¿Dormiste bien?

— Bien.

JungKook rió entre dientes, viéndole con amplitud antes de salir de la cama y colocar lo usado de regreso en la bandeja. No dijo nada, simplemente continuó en lo suyo y sonriendo.

— ¿Vienes? — Cuestionó cuando se enderezó. Señalando hacia la puerta con su cabeza en un ademán vago.

— Por supuesto.

TaeHyung no comprendió porqué el hombre siguió sonriendo, incluso cuando salieron de su habitación. Pero percatándose del brillo burlesco en sus ojos, no necesitó pensar demasiado al respecto.

Sus palabras eran monosilábicas, algunas de ellas. Y usualmente era comunicativo, ahora parecía que alguien le hubiera arrancado la lengua o cortado sus cuerdas. Asimismo, su mirada sobre el contrario no era completa, sólo parcial.

Bajaron las escaleras en silencio, vaya novedad. Uno junto al otro. El más alto aún sonriendo y el más bajo pensando en qué decir para dejar de proyectar una imagen de niño pequeño. Anduvieron hasta que frente a ellos, apareció el escenario de los reyes, junto con la princesa, desayunando con animo controlado.

Los ojos de la castaña y los de sus padres, fueron a parar en su rostro. Mientras que los de la reina MinYoung, en su primogénito. Una chispa reprobatoria prevalecía en ellos. El consorte de la reina se mantuvo ajeno, acabando su desayuno.

— Buenos días.

Dijeron ambos casi al unísono. JungKook no se inmutó, mientras que TaeHyung no pudo controlar el calor en sus mejillas.

— Habría sido agradable que hubieran desayunado con nosotros — Exclamó la reina, viéndose serena.

— Lo siento.

El azabache le dirigió una corta mirada antes de realizar una reverencia para su madre y encaminarse hacia donde la cocina se encontraba. Él lo vio marchar para luego centrarse en su amiga.

— ¿No desayunarás? — Quiso saber la reina. Escuchándose amable.

— Lo siento, ya lo hice.

La pelinegra no dijo nada, pero por su expresión. Su respuesta no le contentó. Suspiró por lo bajo y apuró al hombre en su mente. Y el universo lo escuchó, porque su prometido volvió.

— ¿Piensas pasar el día conmigo?

Preguntó cuando se alejaron lo suficiente como para no ser oído o vistos.

— ¿Tienes algo mejor que hacer?

— Levantar hojas muertas.

— No suena mal.

Se dirigieron a la puerta principal, pero antes de que él terminara de cruzar por ésta, su mano derecha fue sostenida repentinamente y su andar, detenido. Arrugó su ceño momentáneamente antes de virar su rostro para enfrentar a su amiga.

— ¿Quieres ayudarme a abrir mis regalos? — Cuestionó con una sonrisa y su rostro inclinado.

— Yo...

— Vamos — Insistió con un tono meloso, queriendo sonar linda.

— Puedes ir — Adjuntó el mayor de ambos. TaeHyung le dio una mirada corta antes de volver su atención a la castaña.

— Realmente considero que hace un buen clima fuera.

— Abrir regalos será divertido.

En cualquier otra situación, o circunstancia para ser específicos, habría cedido e ido con su amiga. Pero ahora quería ir con JungKook, el clima era agradable para y exceptuando el hecho de que quería pasar tiempo con él, tenían que hablar también.

Habría preferido tener esa conversación ayer, pero no era el momento adecuado. No hubo uno para ser sincero. Y eventualmente, dejó de ser un tema de relevancia.

— Te diré que no por hoy.

Mi-Sun frunció sus labios y soltó su mano abruptamente. Sus ojos se expandieron por lo inopinado del gesto.

— Bien.

«¿Qué rayos?»

Con su ceño arrugado se volteó hacia el silencioso azabache.

— ¿Qué sucedió?

— ¿Un berrinche? — Respondió con desinterés, encogiéndose de hombros antes de seguir caminando — ¿Sorprendido porque te hizo uno?

— Mi-Sun no hace berrinches.

— Por supuesto.

El sarcasmo fue evidente y TaeHyung prefirió no comentar sobre él. Concordando y de alguna manera justificando que, todos en algún punto de su vida hicieron o hacen berrinches. Lo que era normal.

Eso había sido, se dijo. Lejos de acertar.

Recoger hojas no había sido una actividad, excepcionalmente interesante. Para ninguno. Pero el silencio fue acogedor, algo tenso sin explicación, pero el clima se mantuvo generoso y cálido. A pesar de que el sol y sus rayos, apenas tenían la intensidad suficiente como para brindar calor. No conversaron, simplemente se concentraron en la actividad y mantuvieron el silencio cuanto pudieron.

Era simpático y de momento, las palabras no se vieron necesarias.

Hasta que la curiosidad picó a uno de ellos e hizo a su lengua cosquillar.

— ¿Puedo preguntar algo?

— Ya lo estás haciendo.

TaeHyung resopló y se enderezó, viendo con indignación al hombre que se mantenía a varios pasos de él. Siete o doce, tal vez.

— Adelante — Pronunció con diversión. Observando hacia el interior de su invernadero — ¿Qué quieres preguntar?

— Es sólo curiosidad — Advirtió sin saber porqué — Pero la última vez que tuvimos una conversación seria, surgió — Prosiguió si entender el motivo de tanta explicación — Trabajas demasiado y apenas he visto que hagas algo más, por lo que, ¿en qué momento ves a tu psicóloga?

JungKook le regresó la mirada con una ceja curvada.

— Es una curiosidad peculiar.

— No realmente.

— Supongo — Musitó en un tono neutro — Mis citas son en la mañana — Dijo cuando el silencio fue suficiente — A veces a las siete, otras a las ocho. No es un horario establecido pero estoy bien con él.

— ¿Y cómo es?

— ¿El qué, exactamente?

TaeHyung relamió sus labios, nervioso.

— Tu psicóloga.

— Diligente — Pronunció luego de meditarlo — Es perspicaz también y tiene talento para hablar. Sabe qué decir algunas veces.

— Me alegra saberlo.

Sonriendo con levedad, desistió de realizar más preguntas. Su mayor le observó pero no comentó nada, aceptando la aparición del nuevo silencio. El cual no duró mucho. Un par de considerables minutos.

— Creo que ya fue suficiente — Pronunció JungKook al enderezarse, anudando su bolsa y la que, gentilmente arrebató de las manos de TaeHyung — Gracias por la ayuda.

— No hay de qué.

Las bolsas fueron depositadas junto a otras que yacían en un rincón y sin más, anduvieron de regreso al interior de la gran y real residencia. Jugueteando con sus dedos, TaeHyung consideró que era buen momento para tener la conversación.

Estaba nervioso como la mierda y su corazón bombeando frenéticamente en su pecho. Retorció sus dedos y se encontró muy a favor de dejarla pasar. JungKook no había mencionado nada y como él, parecía inclinado a no tocar el tema. Aunque debieran. ¿Y su realidad?, el tipo no quería presionarlo. Mucho menos forzar la aparición del tema.

Si se daba ahora, bien. Si era dentro de una semana, bien también.

La adrenalina infestó su sangre y el repiqueteo de su corazón, se volvió molesto y notorio. Respiró hondo varias veces y antes de que el azabache siquiera terminara de acercarse a la puerta, sostuvo la manga de su sudadera. Tironeando de ella en busca de llamar su atención.

Consiguiéndola éxitosamente.

— ¿Podemos hablar un momento?

Con sus ojos entrecerrados, JungKook le miró.

— ¿No lo estábamos haciendo ya?

— No realmente — Replicó con su voz estrangulada. Carraspeó en busca de un mejor tono y estabilidad — Es sobre... ya sabes. Eso.

El más alto encontró divertida la palabra con la que se refirió a su compromiso, al igual que desconcertante. Pero no dijo nada y tampoco se burló. No había de qué burlarse, de todos modos.

— De acuerdo, ¿aún quieres la audiencia? — Cuestionó con más franqueza de la que el bajo anticipó — Fui desconsiderado cuando lo sugeriste y tampoco escuché tus razones, si...

— No te precipites — Pidió con una mano en alto, pidiendo por su silencio y atención — Evalué mis motivos, los pros y los contras — Farfulló entre dientes — Fue complejo pero SukJun me ayudó de alguna forma.

— ¿Te nombró algunos de sus métodos poco ortodoxos?

— ¿A ti también?

JungKook sonrió con levedad, asintiendo cortamente.

— Es creativo, aunque al final del día sus métodos se basan en optar, inconscientemente por lo que te inclinas más.

Mordisqueando la cara interna de su mejilla, desvió su mirada por unos segundos. Por más increíble que parezca, no lo había pensado de esa forma. Era demasiado sencillo y de cierta manera, ridículo. Aunque la toma de decisiones en sí, no era algo diferente si se ponía en términos sencillos.

— Fue útil para mí.

— Puedo imaginarlo — Concordó con suavidad — Apliqué alguno en diferentes situaciones cuando era más joven — Explicó sin explayarse demasiado — Entonces, ¿en qué sentido te fue útil?

— ¿Puedo ser sincero?

— Por supuesto.

Suspirando y dándose ánimos, habló.

— No es nuevo, pero ambos sabemos que te consideraba un idiota — Observó al hombre rodar sus ojos pero prosiguió — Pero ignorando eso, creo que, lentamente te estás redimiendo de algunas malas actitudes que tuviste. No de todas, pero sí de muchas de ellas — Aseveró con un asentir vigoroso — Estás trabajando en muchos aspectos de ti mismo y yo... uhm bueno, no siento correcto rompiendo nuestro compromiso — Su tono comenzó a descender al igual que sus palabras comenzaron a enredarse entre sí. Nervioso por llegar a dónde quería — Yo... ya sabes. Me siento de esa forma y quiero quedarme — Carraspeó cuando el ardor en su rostro fue demasiado y su voz se oyó endeble — Se siente correcto.

Queriendo esconderse en cualquier lugar y con su corazón martillando intensamente en su pecho, TaeHyung alzó su mirada. Lento y dudoso, pero sus ojos terminaron dando con los oscuros de JungKook. Los cuales se encontraban viéndole también. Con un brillo intenso y difícil de etiquetar para su revuelto cerebro.

Tragó en seco y con su mirada pidió por una respuesta. Y agradeció que el hombre entendiera el mensaje.

La torpeza con la cual se estaban comportando alrededor la situación era ridícula. Eran adultos, uno más que el otro.

— No sé qué decir — Fueron las primeras palabras del hombre, parpadeó y sus ojos fueron a parar al suelo. Evitando su expectante mirada — Fue más honestidad de la que esperaba, pero yo... se supone qué sé qué decir en todas las situaciones posibles, pero no tengo palabras — Repitió con lo que parecía, vergüenza — Aún así, creo que es justo hacerte saber que yo quiero que te quedes.

Sus miradas siguieron evitándose, lo que acentuaba sus nervios. Percatándose, cada uno y para sí, que realmente no sabían cómo comportarse o qué decir.

— De acuerdo, ¿solucionado? — Preguntó con su voz flaqueando y su mirada en el entrecejo del azabache.

— ¿Seguro?

Su respuesta se oyó insegura por los nervios, no por la inseguridad en sí. No había una. No con respecto a ellos, al menos.

— Iré con Mi-Sun — Informó quedo.

— Yo a trabajar — Contestó en respuesta. Estirando sus brazos, reacomodó la boina del chico. La cual se deslizaba fuera de su lugar — Yo realmente te estimo, ¿sabes?

— Me hago una idea — Concedió con ligereza. Como si los nervios no se lo estuviesen comiendo — No nos pongamos cursis, ya fue suficiente vergüenza para ambos.

— Bien, no hagas que pierda la cabeza.

Rodando sus ojos, TaeHyung decidió ignorar la advertencia para con Mi-Sun. Y cuando JungKook se vio satisfecho y alejó las manos de él, encontró apropiado sostenerse del antebrazo contrario para alzarse sobre las puntas de sus pies. Despidiéndose como acostumbraban porque seguramente no volvería a vería al hombre en lo que reste su estancia allí.

Con sus mejillas incendiándose, huyó hacia el interior. Su corazón saltándose un latido ante la comprensión.

«Oh Dios. Dios, Dios, Dios, Dios»

JungKook por su parte se mantuvo con sus ojos bien abiertos, viendo a un punto muerto en la lejanía mientras sus mejillas ardían en rubor evidente.

TaeHyung había errado unos centímetros y besado la comisura izquierda y poco más de sus labios.

Esa fue la primera vez que su corazón se saltó más de un latido.


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