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Ꜥꜥֶָ֢🏰ֶָ֢۫݊˒𐙚 capítulo 21

TaeHyung arrugó su entrecejo, se sentía frustrado. Tenía ganas de aporrear las teclas de su piano, asimismo tenía la necesidad de dar su cabeza contra ellas. Pero su piano era en serio lindo así que optó por ignorar el ilógico y, ciertamente estúpido impulso. Alejó sus manos del instrumento y desordenó sus hebras.

¿Desde cuándo era tan difícil decidirse por algo?

Claramente no era como lanzar una moneda al aire y optar por a o b de manera tan despreocupada, pero aún así, no podía ser tan complejo como a él le estaba resultando.

Resopló y su atención se movió hacia la puerta de su estudio, la puerta se había abierto y tras de ella se mostraba su padre. A primera vista lucía sereno, encaminándose hacia él con calma y una mirada ligera.

— JiHee me dijo que estás distraído.

El príncipe evitó resoplar y rodar sus ojos. Se hizo a un lado en su banco, dándole espacio a su progenitor para que tomara asiento a su lado.

— ¿Eso te dijo? — Murmuró plano. Reprimiendo su irritación lo mejor posible. Su padre asintió — Mis dedos no quieren colaborar hoy.

— Me comentó que llevas varios días así, ¿sucede algo?

El más bajo negó.

— Todo en orden.

— ¿Seguro? — Insistió el hombre, sus ojos entrecerrados con recelo evidente — Podemos hablar de eso.

TaeHyung sonrió con suavidad, aunque pareció una sonrisa vaga y desganada a suave como él creí que había sido.

Por una fracción de segundo consideró aceptar la petición de su padre, pero tan pronto recordó que al hombre no le agradaba JungKook, la descartó. Mencionar a su prometido y el hecho de que quería romper su compromiso con éste, resultaría catastrófico. Y más aún cuando no estaba convencido de ello y los contras, si bien parecían suficientes y justos. Se sentían de muchas formas menos correctos.

Hablar de ello era igual que alimentar la espina maníaca de su padre contra el azabache, lo que prefería evitar siendo honesto.

— Tranquilo, soy lo suficientemente competente como para resolverlo por mi cuenta.

— Aún así puedo darte un consejo paternal si lo necesitas.

TaeHyung rió. Nunca había recibido un consejo paternal antes, ni siquiera maternal. Sólo consejos de reyes para con su hijo, un príncipe. Ni siquiera estaba seguro de la diferencia entre uno y otro, por lo que sacudió una mano. Negando lo escuchado.

— Estoy bien.

— De acuerdo — Murmuró en comprensión — Procura ser más amable con JiHee, está haciendo su trabajo.

— ¿Por qué sigue instruyéndome? — Cuestionó con curiosidad repentina — ¿No se supone que a los dieciocho años es la edad adecuada para finalizar con todo eso?

— En teoría, pero si la persona en cuestión sigue teniendo algunos desperfectos no es extraño alargarlo.

TaeHyung rodó sus ojos, recordando el hecho que todos esperaban que fueran máquinas.

— ¿Y los míos son...?

— Tu postura sigue siendo desprolija al comer y te está enseñando piano, ¿recuerdas?

Bendita sea el día que se interesó por la música.

— Cierto. Mi culpa — Admitió en un bufido, ganándose una mirada de su padre que prefirió ignorar — Oh, JungKook irá a Busan a atender algunas cuestiones y me invitó con él.

— ¿Me estás pidiendo permiso?

— Mamá me lo concedió.

«Y ahí está esa mirada», pensó cuando sus ojos se encontraron con los, ligeramente más pequeños de su padre. Nunca supo cómo describirla, era una mezcla de exasperación con desilusión extrañas pero apropiadas.

— Hablaré con ella luego.

TaeHyung asintió, optando sabiamente por no emitir palabras al respecto.

Las desventajas que podría decirse, los consortes tenían, era la autoridad y poder limitados. Si bien eran reyes, no eran reyes supremos por nombrarlos de alguna forma comprensible. Y si bien también seguían teniendo deberes para con sus ciudadanos, no eran muchos.

En un pasado los consortes, eran princesas. Ya que los reyes se esmeraban por concebir únicamente varones a los que pudieran delegarles sus tronos. Y si el primogénito no resultaba lo esperado, un hombre vaya. Los reyes seguían teniendo hijos hasta obtener uno. Y cuando algunas familias sólo obtuvieron mujeres, se encontró apropiado evolucionar y aceptar el hecho de que, las mujeres también podían gobernar y ocupar el título de reinas de manera absoluta y no por estar unidas a un rey.

Aceptando que, estaba bien que cualquiera de los polos reinara. La única condición que se mantendría por considerarse "justa", era el hecho de que debería ser el primer hijo de ambos polos en nacer el merecedor de suceder a sus padres.

Si nacías primero, de manera legítima y natural, la corona te pertenecía.

Y volviendo al punto en cuestión, era por esto que la responsabilidad en grandes porciones recaía en quien era monarca absoluto y no en quien obtenía el título por una unión. Actualmente se seguía creyendo que, quien debía encargarse de prácticamente todo lo que correspondiera con su reinado, era el monarca al "mando", no el consorte de éste. Aunque los consortes tuvieran poder, obligaciones y fueran algo más que la pareja del soberano "principal". La gente a veces lo olvida y los mismos soberanos también.

Culpen a las jerarquías, en parte al menos.

Muchos olvidaban que su poder estaba dividido y que en la mayoría de situaciones, requerían de pedir una segunda opinión. Puesto a que los consortes eran un complemento, tenían conocimientos que, algunos reyes o reinas, no poseían.

Y su madre, la preciada reina Ji-Won, pecaba de olvidadiza o independiente férrea, puesto a que pocas, realmente escasas eran las veces que consultaba sus decisiones con su consorte, el rey HyunJoo.

En un pasado cercano habían tenido altercados por esta razón. Debido a que, si bien el hombre se encontraba en un escalón por debajo de la mujer, su papel seguía siendo casi tan relevante como el que ella se encargaba de llevar por sí misma. Sus padres se adoraban, a pesar de que su matrimonio hubiera sido orquestado en años pasados, había funcionado y conectaron. Tiempo después y con esfuerzo de por medio, claro.

Pero eso no los eximía de tener un par de confrontaciones. Seguían siendo seres independientes con visiones diferentes.

Su padre carraspeó, queriendo deshacer el ambiente quieto a su alrededor.

— ¿Ya está incluyéndote en su agenda? — Inquirió con lo que podría confundirse con interés calmo, pero en verdad fue seques.

— Lleva haciéndolo un tiempo.

— ¿Y de qué asuntos se encargarán en Busan?

— No tengo noción de eso, de hecho — Respondió al encogerse de hombros — JiMin me agrada y él consideró que acompañarlo era una buena excusa para ir hasta Busan y verlo.

— No tenía idea de que fuera altruista.

TaeHyung suspiró, decidiendo pasar por alto el comentario ácido de su padre.

— Sólo está siendo amable.

— Tampoco le atribuía una etiqueta parecida.

— Lo sé — Reconoció en un segundo suspiró que se asemejó a un exasperado bufido — Partiré en una hora.

— ¿No quieres un consejo antes?

— Estoy bien.

La imparcialidad de su padre es algo que muchas personas le han comentado, incluso los reyes de Seúl la han reconocido un par de contadas veces como una virtud destacable. Y él había sido testigo de ella un par de otras pocas veces, pero dudaba de ella cuando se trataba de JungKook.

Apenas TaeHyung se bajó de su vehículo, estiró sus piernas. Viajar dos horas en auto solía causar entumecimientos en sus extremidades, lo que atribuía a la escasa actividad física que realizaba.

Exhaló con profundidad y se despidió de su chófer con un asentimiento corto. Observó el auto marchar antes de voltearse y enfrentar la imponente estructura de la Casa Real. Percatándose que lucía igual que la última vez que la visitó. Majestuosa y llamativa a pesar de lo sobrio de sus colores.

Inconscientemente sus ojos se elevaron, fijándose en el cielo. Un tanto cubierto, el celeste luciendo opaco y el sol destellando tenuemente. El otoño cada vez más acentuado.

Sacudió sus hombros, buscando liberarse de la extraña e inopinada tensión en ellos. Su mirada bajó, enfocándose en su objetivo por unos segundos, la silueta lejana de SukJun había llamado a su atención como le había distraído. Su rostro se ladeó y sus piernas no vacilaron al momento de encaminarse hacia el concentrado hombre que se encontraba regando el césped a los costados del angosto camino de grava que llevaba a la entrada de la solemne Casa Real.

Y como esperaba, el hombre viró su rostro en su dirección antes de que estuviera a su lado. Sus pisadas y las diversas piedras bajo sus suelas, habían sido suficiente para alertar de su presencia.

— Príncipe, es agradable verlo. ¿Qué tal está? — Preguntó con ligereza, realizando una reverencia superficial.

— Bastante bien, ha pasado un tiempo — Pronunció con una sonrisa en sus labios.

— En efecto — Concordó con un asentimiento vago. Regresando su vista a su tarea — ¿Se encuentra aquí por la princesa?

— Esta vez no.

— ¿Quiere que le avise a su prometido que ha llegado?

Sus labios se separaron, dispuesto a confirmar. Pero sus palabras se enredaron y extrañamente, su cerebro se encontró formulando otras sin su consentimiento completo.

— ¿Puedo preguntarte algo antes?

SukJun era justo y honestamente, le agrada. Pocas personas al servicio de los reyes le trasmitían tanta comodidad como el hombre frente a él. Cuatro tal vez. Asimismo, pedirle un consejo se sentía adecuado.

— Por supuesto, estoy para servirle.

— No realmente.

SukJun le sonrió, afable.

— Entonces dígame en qué puedo serle útil.

— ¿Alguna vez se ha estancado entre dos decisiones sin saber por cuál optar?

El castaño inclinó su rostro con sutileza, su vista aún sobre el césped mientras parecía meditar por una respuesta. Pacientemente, TaeHyung aguardó por ella.

— Más veces de las que hubiera querido — Admitió con el pasar silencioso de unos pocos segundos — ¿Sus decisiones son difíciles?

— Complejas — Corrigió en un suspiro.

— ¿Puedo pecar de franco? — Preguntó el hombre con su apacibilidad característica. Tomándose el tiempo de ver a sus ojos. Nervioso, TaeHyung asintió — Hay un punto en nuestra vida, o varios, en los que debemos tomar decisiones importantes y arriesgadas. Podemos equivocarnos y redimirnos, aprendiendo de ellas — Exclamó con sosiego — Podemos seguir equivocándonos, acertar o incluso arrepentirnos — Agregó con calma, deteniéndose un segundo antes de proseguir — Como habrán situaciones en las que deberemos optar por la decisión más dolorosa y compleja de todas, porque a veces son necesarias. La vida es un conjunto de muchas ellas.

— Comienzo a notarlo.

SukJun se atrevió a reírse.

— ¿Quiere un consejo más específico?

— Lo agradecería.

SukJun cerro la manguera y la depositó en el suelo, girándose a verlo con amplitud una vez se hubo enderezado.

— Cuando debo elegir entre una decisión u otra, empleó un mecanismo que inventé hace un par de años.

— ¿Factible? — Inquirió con sus ojos entrecerrados.

— Dos de mis hijos lo utilizan también y hasta el momento, no me he arrepentido de ninguna de ellas — Contestó con sinceridad — Es bastante sencillo, debo admitir.

— ¿De qué se trata?

— Me imagino como una balanza — Respondió con simpleza y ante la confusión en el rostro del joven príncipe, agregó: — Mis brazos son los platillos y en ellos colocó las decisiones que me quitan el sueño y por las que suelo estar dividido.

— Oh.

Fue el único sonido que se encontró dispuesto a pronunciar. Estaba asombrado y ni siquiera pudo ocultarlo. Aquella, sin dudas, no era una respuesta que pudiera haber anticipado.

— ¿Y no le resulta de ninguna forma complicado?

El adulto negó.

— Se trata de liberar la mente, no pensar en nada y creerse la balanza. Aunque suene poco creíble — Respondió con lo que parecía comprensión — Simplemente es dejar que el platillo más importante caiga.

— Suena a tomar una decisión de manera aleatoria, si puedo ser honesto al expresar mi parecer.

— Ya lo hizo — Señaló con suavidad, consiguiendo una mirada avergonzada sin ser su verdadera intención — Aunque pueda lucir de esa forma, no lo es. Puede serle útil como no, se trata de intentarlo. Además, forzar una respuesta no lo llevará a nada. En algunas ocasiones requieres del azar y en otras, de permitir que los sucesos transcurran.

— Tomaré el consejo.

Afirmó poco después, la idea no se escuchaba tan increíble como en verdad parecía. De todas formas, ¿en qué le perjudicaría intentarlo?

SukJun le sonrió, compasivo tal vez.

— Espero pueda funcionarle.

— Gracias.

Y cuando creyó que era momento de encaminarse hacia la Casa Real para dar aviso de su llegada, JungKook apareció por entre sus puertas. Acompañado de dos hombres igual de trajeados que él. Únicamente consiguió reconocer a YoonGi.

Sus ojos se encontraron y TaeHyung desvió la mirada, en otra situación, quizás, se la habría mantenido. Pero la última vez que se vieron fue hace cuatro días y él recordaba al hombre "moribundo", en su cama y comportándose extremadamente manso.

Ahora era diferente y JungKook parecía concordar. Su mirada se enfocó en la grava que pisaba a pesar de mantener una postura recta y superficialmente relajada.

Y una vez se hallaron a cuatro pasos del otro, sus miradas siguieron encantadas con la idea de fijarse en otras zonas ajenas a ellos y que carecían de relevancia. Estaban incómodos con el otro, tal vez. O quizás torpes. Perfectamente podría ser una mezcla de ambas.

— Hey.

Fueron las temblorosas palabras que el príncipe más joven pudo pronunciar. Obteniendo una efímera mirada del heredero de los Jeon. Una mirada tímida en función del criterio del hombre más bajo.

— Hola — Correspondió el mayor, carraspeando luego de la inflexión nerviosa en su voz — ¿Qué tal estás?

— Bien, ¿y tú? — Replicó con una mano descansando en la base de su cuello. Un tic nervioso — Te ves mejor.

Y no mentía, el azabache había recuperado un poco del color en su rostro. Sus ojeras seguían estando, menos profundas y oscuras de lo que recordaba. Lo que era bueno y significativo.

— Lo estoy.

— Me alegro, en serio.

Y sus ojos terminaron cediendo ante el impulso, al principio dudaron pero la tentación resultó mayor y al final enfocaron al otro. Ojos azules y negros encontrándose por una fracción de segundo insignificante.

— Andando.

«Esto es incómodo», pensó TaeHyung para sí. Viendo a JungKook pasarle y dirigirse a su auto.

— Nos vemos SukJun.

El nombrado le miró y asintió con levedad.

— Tenga un buen viaje, príncipe.

Tras agradecer, se apresuró en ir donde su mayor. Quien esperaba junto a su vehículo mientras le mantenía una puerta abierta. En un pasado habría rodado sus ojos por la caballerosidad imprevista del alto, porque aparte de inesperada lucía falsa y hasta cierto punto forzada. Actualmente se la creía y notaba lo natural que era un su persona.

Cuando se hallaron dentro del vehículo, la incomodidad anterior se intensificó. Cobrando no sólo magnitud sino que presencia también. Afectándolos a ellos que estaban lado a lado en los asientos traseros y conocían el motivo de su existencia.

Quiso iniciar una conversación, pero de repente olvidó cómo se formaban las palabras y los temas que los conectaban. Su cerebro se había quedado en blanco y sus nervios habían arrasado con su confianza.

Suspiró y apoyó su sien izquierda sobre el cristal polarizado, prefiriendo observar por éste a intentar iniciar una conversación que, seguramente terminaría en desastre y con el ambiente más pesado de lo que ya era. Y el hecho de tener "acompañantes", lo cohibía aún más de lo que hubiera deseado.

— Príncipe.

El tono de asombro y los ojos del chico ligeramente expandidos habían sido un recibimiento encantador. Motivado por el ambiente más relajado, sonrió.

— ¿Qué tal estás, JiMin?

— Bastante bien, es sorprendente verlo por aquí — Murmuró con el tiente de asombro todavía bañando su dulce tono de voz.

— Me alegra saberlo — Pronunció cuando ocupó el asiento a su lado — Tu habitación es linda — Agregó cuando se fijó en su entorno limpio y modesto a pesar de los lujos evidentes que le decoraban.

— Muchas gracias yo... estoy pasmado. No me esperaba visitas.

TaeHyung se permitió reír, el chico era en serio un encanto.

— Puedo percatarme — Aseguró con suavidad — Espero no importunar.

El chico se apresuró en sacudir sus manos.

— En lo absoluto — Replicó con un tono más cuidado a diferencia de la brusquedad de sus ademanes — Ha pasado un tiempo y economía global se me está complicando.

— ¿Lectura ligera? — Cuestionó con sarcasmo notorio.

— Es lo que más quisiera — Pronunció el más joven en un suspiro — Soy un chico de poemas, no cifras y esquemas.

— Comprendo, pero aquí estoy yo para salvarte — Canturreó con una sonrisa en sus labios, danzando divertida en busca de un mejor animo en su contrario — Es momento de un poco de tiempo de recreación.

Y como lo anticipó, los labios de JiMin terminaron cediendo y curvándose en una sonrisa ligera.

— Me siento agradecido porque esté aquí. No se me permite salir demasiado y desde que fui adentrado a este mundo de formalidades infinitas, los libros de finanzas se volvieron mis amigos cercanos. Aunque antes tampoco tenía alguno.

— Me tienes a mí y estoy seguro que a Mi-Sun le agradas — Respondió con afabilidad en su voz — Le pareces tierno, de hecho — Corrigió con su rostro algo inclinado — Cuando tus amigos cercanos sean menos asfixiantes podríamos salir. Recorrer Songdo.

— Hay buenas reseñas de él en internet.

— Es el tesoro de Incheon — Contestó con el orgullo filtrándose en su voz — Diría que lo vieras en primavera pero nos encontramos en otoño y la estación no es importante, Songdo es impactante incluso con nieve cubriéndolo.

— Le creo — Aseveró con suavidad, sintiéndose menos nervioso de lo que en un principio estaba — ¿No quiere beber algo?, no he preguntado antes y....

— En serio debemos trabajar en tus formalidades — Interrumpió TaeHyung con seques fingida, meneado su cabeza, enfático — Puedes tratarme por TaeHyung, no me molesta.

— Sigo considerándolo insolente de mi parte.

— De acuerdo, iremos a tu tiempo — Aseguró con comprensión, sonriéndole — Y aceptaré tu oferta de beber algo.

JiMin le agradeció, lo que encontró lindo y se encaminaron hacia la cocina. El chico llevaba alrededor de una hora leyendo y sentado en una silla que no lucía cómoda. Sus piernas necesitaban de la actividad.

Una vez en la sala, el más joven se detuvo. Lo que llamó a su atención, su ceño se frunció y viró su rostro para verle con lo que se asemejaba a inquisición curiosa.

— ¿Vino con su prometido? — Desentendido por la repentina pregunta, asintió — No creo que sea acertado ingresar a la cocina entonces.

— ¿Por qué?

— Su alteza lleva visitando a mi padre por un total de dos semanas, aconsejándole sobre el recorte de algunos recursos. El miércoles tiene una conferencia en la que debe dar algunos comunicados, en su mayoría relacionados con asuntos sociales.

TaeHyung comprendió con rapidez, en la anterior semana se había hablado de Busan con frecuencia. Principalmente en los noticieros matutinos y por los supuestos rumores en cuanto a recortes sociales. Lo que él aún no entendía cómo se había sabido, cabía la posibilidad de que alguien cercando al rey DangMi filtrara la información, pero aún así, se suponía que se estaba considerando la opción. No era algo definitivo.

— Entendido, no sería apropiado interrumpir.

— No realmente.

Entendiendo a la perfección, no dijo más. En su lugar se encaminó hasta el sofá más amplio en aquella sala y lo ocupó con comodidad absoluta, siendo seguido por el menor y quien se supone, vivía allí pero actuaba con moderación desmedida.

Y antes de que un tema de conversación pudiera surgir entre ellos, por el pasillo que, TaeHyung suponía llevaba a la cocina, apareció una silueta. Alta y trajeada. Semblante sereno y ojos calmos, hasta que repararon en una presencia y brillaron con reconocimiento. Curioso por el ligero cambio, enarcó una ceja y se fijó en el príncipe a su lado.

Sorpresa bañando sus facciones y un sutil rosa adornando sus mejillas. TaeHyung elevó ambas cejas, asombrado por la reacción que YoonGi había causado en JiMin. Su desapercibida confianza se había esfumado y dado paso a lo que, perfectamente podría ser timidez.

— Príncipe — Musitó el pelinegro hacia el chico a modo de saludo, inclinándose con levedad.

— Hola.

El príncipe de Incheon encontró aún más curiosa la inflexión que la voz del más bajo sufrió ante la pronunciación de un saludo, notoriamente informal comparado al brindado por el hombre mayor entre ellos.

— Es agradable vert... verlo.

«Oh»

JiMin asintió, concordando nerviosamente.

— Lo mismo digo.

— Si me disculpan.

Una reverencia más superficial que la anterior y el hombre se encaminó fuera de la sala, su recorrido siendo seguido por los brillantes luceros del heredero de Busan.

— Demasiado alto, ¿cierto?

JiMin le regresó la mirada y sus mejillas adquirieron un color más notorio que el anterior. ¿Avergonzado por ser atrapado?, tal vez.

— Su altura fue impactante la primera vez que lo vi — Admitió con lo que esperaba, fuera neutralidad.

— ¿Te agrada, cierto?

Preguntó cuando el aludido en aquella conversación regresó, con una carpeta en su mano derecha que él sabía, pertenecía a JungKook. Percatándose también de la pequeña y cálida sonrisa que YoonGi le dedicó al único adolescente allí.

JiMin se sonrojó por una razón que TaeHyung no comprendió y desvió la mirada a su regazo.

YoonGi era cortés y en esas dos semanas, siempre encontró una excusa válida y factible que decirle para acercarse a su persona y brindarle una plática amena. Era fácil de tratar y a pesar de la considerable diferencia entre ellos, usualmente buscaba la forma de simplificar todo. Haciendo sus interacciones sencillas pero cómodas. Era sorprendentemente risueño y su elocuencia destacable. Por lo que sí, le agradaba. Y no tardó mucho en notarlo.

— Es agradable — Terminó diciendo, asombrándose con su propia y bien conseguida neutralidad.

— No tuve la oportunidad de cruzar palabras con él, pero luce como un buen tipo.

— No es algo que pueda aseverar pero hasta al momento, considero que lo es.

— Confiaré en tu criterio entonces.

El joven príncipe asintió y siguió mostrándose cohibido a pesar de que el eje de conversación rotó entorno a otros temas.

— ¿Qué tal fueron las cosas con el hijo de DangMi?

TaeHyung apartó su vista del cristal polarizado y viró su rostro hacia la derecha, enfocando a JungKook en una milésima de segundo.

No llevaban ni quince minuto dentro del auto cuando, al parecer, JungKook se hartó de la pequeña nube rígida y nerviosa que se hallaba sobre ellos con insistencia.

Sonrió para sus adentros por lo evasiva que era su mirada a pesar de lo interesada que se escuchaba su voz.

— JiMin es encantador y con un tema de conversación adecuado, se vuelve más expresivo — Respondió con una sonrisa de labios apretados. Floja pero no forzada.

— No he tenido el tiempo de dialogar con él.

— No creo que tengan muchas cosas en común, una tal vez, pero sería lindo si hablaran. Conversamos sobre tus propuestas sociales y él las encuentra interesantes.

— ¿Qué crees que podamos tener en común él y yo?

Su sonrisa se acentuó.

— Es un secreto.

JungKook entrecerró sus ojos y se la dejó pasar.

— Si la siguiente vez nos vemos, lo que es más que probable, tendré en mente tu sugerencia.

— Honestamente, deberías — Aseveró con afabilidad. JungKook se fijó en su presente sonrisa y no añadió o replicó sus palabras. Manteniéndose absorto por un momento — ¿Qué me dices de tu conversación con su padre? — Cuestionó cuando el calor cosquilleó sobre la piel de sus mejillas. La mirada sobre sus labios se estaba prolongando — ¿Cómo resultó?, JiMin me comentó algo. Muy superficialmente.

— Su padre quiere recortar las jubilaciones de las personas mayores, por un año hasta que su economía se eleve un cinco por ciento al menos.

— ¿No es un poco extremista? — Preguntó con su entrecejo arrugado.

JungKook resopló una risa sin humor.

— La última vez que hablamos quería recortarlos por un lapso de dos años y medio — Musitó con descontento sincero — Le aconsejé reforzar las zonas turísticas de Busan, crear campañas para recaudar fondos e incluso recortar sus ingresos personales, pero sigue negándose a cada una. No importa cuántas razones le ofrezca.

— ¿Terco?

— Empiezo a cambiar mi percepción de su persona y en vez de necio sea avaro.

TaeHyung asintió, evitando expresar que él lo etiquetaría como tirano.

— ¿Y un apoyo económico de tu parte?

La mirada exasperada del hombre se suavizó y sus labios, inconscientemente se curvaron en una sonrisa dulce. YoonGi se percató por el retrovisor, rodando sus ojos. De ser él, su amigo habría ejecutado la misma acción. Rodarle los ojos, claro.

Y su molestia no era más que fingida porque para sus adentros encontraba tierna su mansedad. Aunque pocas veces duraba más de dos horas, cuando no estaba en su casa y pasado de trabajo, principalmente.

YoonGi suspiró y decidió desentenderse de lo que no le correspondía. JungKook estaba sonriendo y con eso le bastaba. Suficiente había tenido su corazón de ver su versión compungida los días anteriores.

— No se puede, ni para ayudar — Contestó con un tono ligero — Hay cuestiones diplomáticas que no debemos olvidar.

TaeHyung apretó sus labios hasta abultarlos, formando un pequeño pero perceptible mohín. Y sin ser del todo consciente de ello.

— Cierto, nuestro cargo es complicado.

— Lo es — Concordó sin más — Deberías descansar, llegaremos a tu casa cerca de las diez. Si el tráfico coopera.

— Lo tendré en consideración.

JungKook rodó sus ojos pero TaeHyung se percató del atisbo de sonrisa en sus belfos. Recostó su cabeza en el cristal y encubrió de esa forma, su propia sonrisa.

Para cuando llegaron a Incheon, en efecto, eran poco más de las diez. Al rey DangMi le gustaba conversar, pensó para sí. Les había dado plática como si nadie tuviera nada qué hacer ese lunes. Bostezó tan pronto el auto se detuvo, sintiendo su corazón comprimirse por la culpa. Para cuando JungKook llegara a su casa serían las doce.

— Deberías de haberme dejado llamar a mi chófer, ¿sabes?

El más alto lo miró y su rostro ladeó, no comprendiendo su queja no queja. Tal vez.

— Te ahorré tiempo.

— Y lo agradezco pero fue indulgente, viniendo de un hombre que aseveraba no serlo.

— Un pequeño desliz — Justificó sin esfuerzo. Sacudiendo sus hombros.

— Seguro, me iré ahora.

JungKook asintió pero tan pronto como abrió la puerta para irse, sus largos dedos se enredaron en su muñeca. Captando su atención de manera efectiva.

— ¿Recuerdas que tenemos una conversación pendiente, cierto?

Creyó haber notado una inflexión en su voz, pero al no estar convencido, decidió ignorarla. O forzarse a hacerlo.

— Por supuesto — Aseguró con un asentimiento firme y un tono ameno — Buenas noches, JungKook.

Y antes de que el nombrado pudiera objetar algo, TaeHyung se olvidó que habían dos personas en los asientos delanteros y con el cinturón de seguridad fuera de su camino, se estiró lo necesario como para depositar un beso de despedida en la mejilla del azabache. Huyendo fuera del vehículo cuando sus mejillas se calentaron y apresurándose a ingresar a su casa cuando el calor se volvió un ardor de, probablemente rojo color.

Con la puerta cerrada y la entrada despejada, colocó ambos brazos a la altura de sus hombros y con sus palmas viendo hacia el techo. Su palma izquierda seguía más inclinada por sobre su cabeza que la derecha, es más, ésta cada vez de encontraba más caída.

No tenía idea si era sugestión o los consejos simples de SukJun eran más factibles que destruir su mente pensando.

— ¿Qué estás haciendo?

Brincando en sus sitio, TaeHyung bajó sus brazos y miró directo a su madre. Sintiendo el color volver a asaltarlo.

— ¿Comprobando mi estabilidad? — Respondió con vacilo notorio.

La reina enarcó una ceja, claramente sin creerle pero optó por no comentar algo al respecto.

— Tu padre insistió para que aguardemos por ti, vamos a cenar.

Asintiendo, el joven príncipe siguió a su madre. Enfocándose en perder el color en sus mejillas y en ralentizar el palpitar emocionado de su corazón. Éste anticipando la respuesta sin que todavía la hubiera expresado a quien debía o sin que la dichosa conversación se hubiera dado.


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