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Ꜥꜥֶָ֢🏰ֶָ֢۫݊˒𐙚 capítulo 17

— Así que, ¿estás durmiendo más?

JungKook miró hacia la mujer con una ceja enarcada, no habían hablado mucho. Nunca lo hacían de hecho. Por lo que, no le sorprendía que luego de saludarlo, su pregunta fuera de esa índole. Fue directa, preguntando lo que quería saber.

— Seis horas — Informó sin más, viendo el lugar sin mucho interés.

— Es un progreso — Admitió en un tono apacible y una sonrisa serena pero genuina — Y uno muy bueno, ¿qué tal está tu ánimo?

— ¿En qué sentido?

— ¿Más calmo? — Quiso saber — Tus arranques, ¿qué tal vas con eso? ¿más controlado?

— No podría decir que estoy más tranquilo pero tampoco estoy desenfocado — Admitió cuando sus ojos volvieron estar en los contrarios — Y con respecto a mis "arranques", no creo que hayan cambiado demasiado.

— ¿Sigues siendo agresivo sin sentido?

— Sí.

La mujer asintió, tomándose un tiempo de anotar quién sabe qué en su libreta siempre fiel. JungKook resopló y se fijo en un calendario colgado en la pared a su izquierda. Realmente no había nada interesante allí, pensó con ojo crítico. Paredes de un gris opaco, diplomas, dos cuadros de paisajes abstractos suponía él, no sabía mucho de arte. Un escritorio mediano de madera oscura, sofás y una alfombra con diseños horribles.

«¿Se supone que esto debe ser acogedor?»

El sentido de decoración de la mujer podría apestar, pero prefería eso a la típica habitación de paredes total y ridículamente blancas. El blanco no le gustaba, le irritaba y si era un tono brillante hacía sus ojos doler. No le trasmitía paz tampoco. Aunque su inconsciente admitía que se veía bien en alguien.

— ¿JungKook? — Llamó la castaña, haciendo al nombrado parpadear y mirarla de regreso — No eres agresivo o grosero sin sentido, ¿de acuerdo? — El hombre enarcó una ceja, no comprendiendo — Para cada acción hay un porqué, un detonante que las impulsa a ser. Todo tiene una explicación.

— Ya he oído eso antes.

— ¿Algún otro...?

— No, no. TaeHyung — Aclaró fijándose en el retrato familiar que la mujer tenía sobre su escritorio — Él dijo lo mismo o algo parecido. «Las acciones humanas tienen un porqué»

— Y no está equivocado — Aseguró con una sonrisa que el hombre no vio — Existen acciones de las que somos conscientes y de aquellas que no. Eso no significa que vengan de ningún lado, nuestro cerebro las ejecuta bajo una razón valida. Protegernos o conservarnos — Explicó lo más sencillo posible — Podemos no saber porqué pero siempre hay uno. Un trauma, un acto inconsciente o un mecanismo de defensa.

— Interesante.

— No suenas sinceramente interesado — Señaló con lo que parecía ser diversión.

— Mi humor no se acentuó todavía, lo siento.

— Bien, entonces cuéntame qué tal te estás alimentando.

JungKook encontró la pregunta monótona pero al mismo tiempo, como una que sería realizada por una madre que llevaba tiempo sin ver a su hijo. Era extraño pero él no tenía idea de cómo se comportaría una madre en dicha situación por lo que se centró en lo importante allí.

¿Cómo se estaba alimentado?, ladeó su cabeza y pensó en ello con seriedad. Seguramente la mujer le diría que su alimentación no era adecuada tan pronto escuchara su respuesta y podría tener razón, pero él creía que hallar su respuesta de una forma u otra dependía del criterio personal por lo que, él la encontraba básica pero justa.

— Considero que bien.

La castaña enarcó una ceja.

— ¿Y con bien te refieres a qué?, sé exacto por favor.

— Dos veces al día. Desayuno y de vez en cuando cena — Respondió sin inmutarse ante la sorpresa reflejada en la expresión contraria.

— ¿Cenas de vez en cuando? — Inquirió con incredulidad ligera, queriendo asegurarse. JungKook asintió — ¿Y cuán a menudo es ese "de vez en cuando"?

— No podría precisarlo en números.

— Entonces dime cuándo fue la última vez que cenaste.

— Hace tres noches — Informó sin antes pensarlo o siquiera dudarlo.

— Definitivamente tenemos que trabajar en tu alimentación — Aseveró tan pronto su bolígrafo comenzó a moverse sobre la superficie de su libreta, anotando diligentemente lo que decía. Eso suponía el futuro monarca — Comer con propiedad es necesario para mantener tu cerebro activo y principalmente por cuestiones de energía — Musitó al darle una rápida mirada — Un cuerpo mal alimentado se fatiga o desgasta más rápido que otros. El cansancio desmedido por una alimentación irregular ocasiona niveles de irritación altos y algunos malestares adversos como dolores de cabeza o pesadez en las extremidades — Prosiguió con serenidad, irguiéndose para verle de manera completa — Comer bien es importante.

JungKook evitó rodar sus ojos, estaba pagando por ese tipo de cosas por lo que quejarse no tenía sentido y era estúpido. Y aunque la mujer tuviera razón, que debería de tenerla puesto a que estaba calificada para saber de ciertas cosas que él desconociera, JungKook sentía que no le estaba diciendo nada nuevo.

Nada que no supiera ya.

Pero la mujer le había advertido con una sonrisa característica en su rostro que, muy seguramente encontraría sus palabras redundantes y vacías. Palabras que no llegaban a ningún lado y siempre giraban entorno a lo mismo y eso se debería a su rechazo inicial y además, es cómo la mayoría de personas reaccionaban ante la realidad de algunos hechos.

— De acuerdo, procuraré cenar más seguido.

La castaña entrecerró sus ojos, claramente no contenta con sus palabras pero aún así decidió no decir nada. Mientras más se presionara a JungKook, menos algo haría y más a la defensiva se tornaría.

Lo había visto lo suficiente como para ahora saberlo bien.

— Hablaremos de eso la siguiente vez — Aseguró en un tono ligero — Aún nos quedan unos minutos, ¿quieres hablar de algo?

El azabache ladeó su rostro, pensando si había algo interesante o relevante de lo que quisiera hablar. Y no, no había nada. Su trabajo había aumentado: planes sociales que evaluar y un rey que sigue siendo reticente como la mierda. Pero eso ya lo habían comentado al principio y la mujer le recordó que aún así no debía de presionarse en exceso ni posponer sus horas de sueño.

— No.

— De acuerdo, nos estaremos viendo la siguiente semana entonces.

JungKook asintió y salió fuera de aquella reducida habitación. Ignoró a las personas que se fijaron en él con sorpresa e incredulidad, y se acercó a YoonGi. Quien se encontraba en un rincón jugando con su móvil.

— Ya podemos irnos.

Su amigo le miró y se apresuró en guardar su móvil. Colocándose a su lado en segundos.

— ¿Regresaremos a la Casa Real?

— No, debemos ir a Busan. Tengo una cita pendiente con el rey DangMi.

YoonGi asintió.

— Estamos yendo mucho a Busan últimamente.

JungKook resopló ante la observación del pelinegro. El actual rey de Busan era un desastre, no uno demasiado grande pero un desastre al final. Le estaba causando muchos dolores de cabeza y él comprendía, dentro de lo que podía, que cada clan llevaba a cabo sus funciones con lo que tenían. Pero ese hombre exageraba queriendo recortar las prestaciones por retiro de las personas mayores. Busan se componía por personas adultas, todas en sus sesentas.

Un lado de su cabeza palpitó al darse cuenta que su conversación, probablemente, terminaría en la nada como la última vez.

— ¿Hombre difícil? — Quiso saber su amigo, curioso mientras le observaba ingresar al auto.

— Necio — Corrigió cuando se colocó el cinturón — Demasiado necio para el bien de Busan.

— ¿Sigue insistiendo con hacer recortes?

— Terminará haciendo de Busan pobre — Aseguró en un bufido — Vamos a Busan, Shin.

— Como ordene — Respondió su conductor nipón.

— ¿Y no puedes ayudarlos económicamente?

JungKook se giró para ver a YoonGi con su ceño fruncido. Cuestionándose de manera interna qué rayos estaba sugiriendo.

Él no tenía lazos con Busan, podía encontrarse en Corea pero no le pertenecía a su clan, por lo cual sus obligaciones, responsabilidades o poder sobre éste, eran nulas. Inexistentes. Él sólo tenía que velar por Seúl y al estar comprometido con TaeHyung, tenía que velar por Incheon también y ya. No podía hacer mucho por Busan más que aconsejar al rey sobre qué debería de hacer para no arruinar a su gente.

Podría ser injusto, una mierda o un tanto individualista, pero por una razón los clanes se habían formado tiempo atrás. Y se suponía que una de las razones era equidad, pero JungKook lo veía como una división de poderes enmascarada bajo razones de libertad falsas.

Ciertamente lo era.

— No.

— ¿Por qué?

— Cuestiones políticas.

YoonGi asintió, supuestamente comprendiendo sus palabras escuetas y no dijo más. El silencio los rodeó y cada uno optó por no romperlo. Enfrascándose en sus respectivas mentes.

Estaba emocionado, bien. JiMin lo reconocía. ¿Por qué?, eso aún no lo sabía.

Pero se sorprendió y su corazón se detuvo por unos segundos cuando observó al futuro rey de Seúl aparecer en la sala de su casa junto con sus dos guardaespaldas. Apenas reaccionó lo suficientemente rápido como para levantarse de su sofá y realizar una reverencia amplia pero un tanto temblorosa. Que fue correspondida por un ligero asentimiento del azabache.

Antes de que pudiera cuestionar porqué estaban allí, su padre apareció y segundos después, desapareció. Llevándose consigo al príncipe heredero.

— ¿Quieres algo de beber?

El hombre con ojos de gatito, le miró. No traía sus gafas lo que el rubio agradecía en secreto, era más fácil de leer si sus luceros estaban a la vista que ocultos tras aquellos cristales oscuros. Y admitiéndolo muy fugazmente, sus ojos cafés eran lindos.

— Muy amable de su parte, pero temo decirle que no.

JiMin asintió, dejando de lado su libro y prestando completa atención al hombre que no se había movido de su lugar a diferencia del otro más bajo. De hecho, él no recordaba en qué momento había desaparecido.

«Sigiloso», pensó en reconocimiento.

— ¿No te quieres sentar?

YoonGi evitó sonreír, apretando sus labios entre sí. Por el rabillo de su ojo derecho notó como una mujer del servicio seguía limpiando la misma área de un mueble. Su ceja se enarcó, ¿no llevaba dos minutos allí?

— Preferiría ver los alrededores — Respondió con monotonía, viendo a la mujer aplicar más limpiador sobre la misma zona — Cuestiones de seguridad.

— Lo acompaño.

Esa no era su idea pero no encontró el valor suficiente para decirle al adolescente que no lo siguiera. Era un príncipe y después de todo, estaban en su casa. Curvó sus labios en una sutil sonrisa y se encaminó hacia afuera tan pronto el más bajo se levantó.

El chico era joven por lo cual comprendía su afán por conversar con personas ajenas a su etiqueta real. Llevaba trabajando para JungKook por casi ocho años y había visto lo tedioso que podía ser conversar con adultos, políticos o empresarios de manera asidua. De hecho, era realmente tedioso y poco emocionante.

Agradecía no haber nacido dentro de una familia real. La presión de su trabajo le gustaba y podía con ella. La presión constante con la que JungKook y cualquier otro príncipe o princesa tenía que lidiar era insana y abrumadora.

— Ha pasado un tiempo — Musitó el príncipe de cabellos rubios una vez se encontraron fuera, siendo bienvenidos por la brisa mañanera de Busan.

YoonGi se permitió sonreírle y asintió en reconocimiento de sus palabras. La última vez que se vieron fue en el cumpleaños del príncipe de Incheon, hace cinco días.

— En efecto, lo ha pasado. ¿Cómo se encuentra?

JiMin arrugó su ceño y le dirigió, lo que aparentaba ser una mala mirada.

— Te dije que estaba bien que me llamaras por JiMin — Farfulló con lo que parecía disgusto.  Inevitablemente su sonrisa se agrandó, el chico tenía su encanto — Y respondiendo a tu pregunta, me encuentro en perfectas condiciones. Un tanto harto de leer sobre economía global pero tampoco es que pueda quejarme y aprender algo nuevo es bueno.

YoonGi no supo qué responder, su honestidad había sido sorpresiva. El chico le había dicho que se encontraba bien pero no del todo.

— No puedo decir que me alegro — Musitó con su rostro ladeado, fingiendo pensar — Me lo pones difícil, te hubieras limitado a decir bien.

JiMin lo miró por unos segundos, descifrando si iba en serio con eso o no. Hasta que lo descubrió y sus labios se expandieron una sonrisa ligera con matices tímidos en ella.

— A grandes rasgos puede decirse que estoy bien.

— Sigue sin convencerme del todo pero lo acepto — Murmuró con un asentimiento corto.

El príncipe se atrevió a mostrar una sonrisa más extensa y confiada que la anterior y YoonGi se encontró devolviéndosela. Pensando en lo agradable que se estaba volviendo el silencio entorno a ellos. Los únicos silencios que había experimentado hasta el momento eran todos con JungKook y pocos llegaron a ser tranquilos. Su amigo siempre estaba tenso y sin poder evitarlo, esa tensión terminaba rodeando a otros. Haciendo de los silencios normalmente tensos, nerviosos e incómodos.

Un don que nadie querría tener.

— Oh, ¿cómo se encuentra el prometido del príncipe? — Inquirió de repente, volteándose para verlo por completo — Se veía mal cuando bebió de esa forma.

YoonGi concordó en su mente con el más joven. En cuanto a su aspecto, TaeHyung no se veía mal, a pesar de que sus pelos se revolvieron un poco y sus prendas se arrugaron, seguía luciendo bien. En cuanto a su compostura, ésta se había ido por un caño. Arrastrando las palabras y desvariando con respecto a todo. Siendo honesto, había sido divertido ver a alguien de la realeza de esa forma, comprometedor y arriesgado pero divertido.

No tenía idea de cómo el joven príncipe terminó de esa forma tan caótica y errante, pero de alguna forma resultó renovador. Lástima que apenas pudo disfrutar de su cumpleaños. Pero la expresión patidifusa de JungKook había sido gratificante también así que se lo agradecía.

— JungKook cuidó de él, no hay nada por lo que preocuparse.

— Espero que no se haya metido en muchos problemas.

— No creo que se haya metido en ninguno, pero no tengo cómo saberlo a ciencia cierta.

JiMin asintió y antes de que alguno pudiera decir algo, las puertas detrás de ellos se abrieron y JungKook apareció, acompañado del rey. YoonGi quiso creer que no lo puso nervioso la mirada suspicaz que el hombre mayor le dio, pero eso sería mentir con descaro.

Ocultó sus nervios de la mejor forma posible y se alejó tres pies de JiMin, dándose cuenta que estaban demasiado cerca del otro. ¿En qué momento la distancia entre ellos se había reducido hasta el punto de ser una línea que evitaba el rozar de sus brazos?

— Espero siga mis consejos de buena manera. Nos vemos.

JungKook realizó una reverencia media y se volteó a verlo, sus ojos cansados acompañados con censura ligera. Realizó una reverencia amplia tanto para el rey como para su hijo y se apresuró en alcanzar a su amigo. Ese hombre terminaría haciéndole un hueco en el rostro como siguiera viéndole con tanta intensidad.

— Terminarás metiéndote en problemas — Aseguró su amigo en un suspiro, ingresando al auto sin verle.

YoonGi entendía el regaño no regaño de JungKook. El rey DangMi tenía su forma de ver al mundo y a las personas, como cualquier otro ser humano sobre la tierra. Pero no sería el primer monarca en hallar extraña una relación cordial y amistosa entre alguien "ordinario" y alguien real.

Aunque él y JiMin ni siquiera podían considerarse amigos. El chico encontraba interesante hablar con él y ya. Pero eso, de alguna forma podía ser malentendido.

— Lo sé, pero tampoco puedo ignorar a JiMin. No soy grosero.

— Sé que no lo eres — Replicó con ligereza — Pero no es necesario que se mantengan tan juntos al hablar ¿sabes?

Por supuesto que lo sabía. YoonGi rodó sus ojos, colocándose el cinturón de seguridad con repentina irritación. No estaba intentando hacer una jugada sobre el chico, ¿qué clase de pensamientos tenía aquel hombre en su cabeza?

— No me di cuenta de la cercanía, lo siento.

JungKook lo miró por varios segundos hasta que estuvo seguro que se convirtieron en un minuto y lo escuchó suspirar.

— ¿Por qué te disculpas?, es un rey no un tirano — Musitó tras chasquear su lengua, YoonGi sonrió. Su amigo no era el mejor animando a las personas pero eso lo hacía lindo — Si quieres ser su amigo, adelante. No te estoy diciendo lo contrario.

— Copiado.

JungKook le dijo un par de cosas más hasta que le indicó a Shin que se dirigiera a la embajada. Al parecer ese sería un día largo para todos.

TaeHyung estaba impresionado. Cuando llamó a la Casa Real y pidió por hablar con su prometido, no se esperó que éste estuviera allí y mucho menos se esperó que accediera a su pedido repentino.

Su aliento se había atascado en sus pulmones y su mente había quedado en blanco. Perpleja y vacía de ideas. Le tomó un minuto reaccionar y pensar en sus palabras antes ensayadas. Aunque los nervios hicieron que su lengua se enredara sobre sí misma.

Su conversación fue torpe por parte de ambos, sin dudas JungKook no se esperaba su llamado y por lo extraño que se oyó su tono, pensaba que era urgente. Eso lo hizo sentir mal por un momento y lo mantuvo cohibido a lo largo de la llamada. La cual había sido realizada a causa de un impulso caprichoso y salido de la nada misma.

Y siendo franco, le vendría bien a su prometido salir de la rutina aunque sea por un día. Ese pensamiento no hizo que la emoción de su corazón disminuyera cuando recibió una respuesta afirmativa a su pedido. E incluso ahora, de pie y fuera de la Casa Real, las entusiasmadas palpitaciones de su corazón no habían desacelerado en lo más mínimo.

«¿Cómo era eso posible?»

Eran poco más de las seis y se supone que debía de estar allí para las siete. Los nervios lo hacían estúpido y apresurado. Nada que pudiera hacerse al respecto.

«No tienes porqué estar nervioso, fue tú idea». Se repitió un par de veces, queriendo calmarse. Sólo iba a pasar un poco de su tarde con JungKook, no tenía porqué estar nervioso. No debía de estarlo.

Respiró hondo y alzó su mano, dispuesto a tocar el timbre y hacer notar su presencia. Aunque debiera de esperar media hora y poco más hasta que el azabache volviera de dónde sea que estaba.

— Me estoy aburriendo de verte ahí parado sufriendo de manera interna.

TaeHyung se sobresaltó en su sitio y gritó, más asustado que sorprendido. Alzó su mirada y sintió que el color subía a sus mejillas con brusquedad.

— Eso fue grosero.

Mi-Sun se encogió de hombros y se hizo a un lado, permitiéndole ingresar.

— Desde la ventana podía ver a tus pensamientos ir y venir — Replicó al cerrar la puerta y ladear su rostro, viéndole con inquisición — Me sorprende que estés por aquí.

— No te vi.

— Estabas cabizbajo y cavilando, no habrás notado ni a tu propia sombra — Señaló con monotonía, cruzando sus brazos y ladeando su rostro hacia la izquierda — Y entonces dime, ¿qué te trae por aquí, amigo mío?

— JungKook.

— ¿Te mandó a llamar? — Preguntó al instante, sus ojos abriéndose por la sorpresa — ¿Hiciste algo?

El príncipe arrugó su ceño, ofendiéndose de manera momentánea. Es verdad que las veces que había visitado la Casa Real en el pasado eran porque, supuestamente "había hecho algo mal". Y todo según la concepción del azabache no presente.

— No, no hice nada malo — Respondió al rodar sus ojos. Caminando hacia el salón — Deberías dejarme terminar.

— No habías agregado más — Se defendió al tomar asiento a su lado — Lo siento, lo siento— Murmuró al notar su ceño fruncido con molestia fingida — Ahora dime, ¿JungKook te llamó?

— No, yo lo llamé a él — Corrigió en un suspiro, evitando la mirada de la castaña. Repentinamente avergonzado — Pensé que sería bueno, ya sabes. Sacarlo de su rutina por un período corto.

— Eso significa que querías verlo, ¿cierto?

TaeHyung sintió el calor familiar del sonrojo posarse en sus mejillas y agachó su cabeza aún más. Su cuerpo se había convertido en un delator descarado en los últimos días.

— Tengo que aprovechar — Masculló un tanto brusco, buscando defenderse de un ataque que no estaba recibiendo — Es volátil y en algún momento puede volver a tomarlas contra mí.

Tenía la endeble esperanza de que eso no pasara. JungKook realmente parecía interesado en que ellos se llevaran bien y muy efímeramente recordaba al tipo diciéndole que se estaba esforzando. Un recuerdo borroso cabía señalar. Pero ignorando eso, él lo notaba. Lento y dudoso, su prometido estaba cambiando. O quizás mejorando.

— Tienes razón — Las palabras de Mi-Sun le sorprendieron e hicieron que alzara la vista de inmediato — JungKook es un tanto impulsivo y no cuida sus palabras, pero no creo que vuelva a dar pasos en falso a tu lado — Prosiguió con simpleza, sonriéndole — Quisiera tener la confianza absoluta como para asegurarte que no lo hará, pero es impredecible y prefiero aconsejarte de buena manera.

«¿Y eso?», el más bajo enarcó una ceja.

— ¿Desde cuándo eres sensata? — Inquirió con su rostro ladeado — Creí que vomitarías tu romanticismo de siempre y sacado de ningún lado.

— No es sacado de ningún lado — Replicó al rodar sus ojos — Y considero que como tu buena y única amiga, debería advertirte que no te dejes engañar — Prosiguió al encogerse de hombros, indiferente — Además, soy su hermana. Lo conozco, ¿recuerdas?

— No eres mi única amiga — Refutó al recostarse en el sofá, ignorando sus últimas palabras — Creo que JiMin y yo podríamos ser muy buenos amigos. El problema es que no tiene la confianza de llamarme por mi nombre y nos vemos en ciertas ocasiones.

— No se ven nunca.

— Tecnicismos — Farfulló con desinterés, sacudiendo su mano en un ademán flojo.

— Verdades — Corrigió con una sonrisa prepotente — Aunque siendo honesta, estoy curiosa. Creí que detestabas a mi hermano, ¿qué pasó?

TaeHyung arrugó su temple, definitivamente JungKook lo había puesto de los nervios constantemente. No tenía cómo negarlo ni tampoco quería hacerlo. Lo había hecho enojar, lo frustró e incluso lo hizo sentir fatal. Pero siendo justos, el hombre se estaba esforzando por remediar las cosas de la mejor forma que podía y él estaba apegado.

¿Qué había pasado?, no tenía la menor idea. Quizás él se había ablandado demasiado o el hombre estaba cediendo más. Tal vez era un poco de ambas o de algo totalmente diferente y ajeno.

No tenía porqué pensar en eso ahora, no era necesario.

— Todos merecen una segunda oportunidad, ¿cierto?

— ¿Tú crees?

Se encontró dispuesto a responder pero el ruido de la puerta siendo abierta y cerrada en una fracción de segundo, llamó a su atención y su mirada se encontró viendo hacia la entrada del salón. Ansiando que sea JungKook quien la cruce. Y ni siquiera estaba del todo consciente de dicha acción.

Sus mejillas ardieron y brillaron en un carmín acusador tan pronto se percató de su emoción infantil y las palpitaciones frenéticas de su corazón. Mi-Sun resopló por lo bajo pero TaeHyung decidió no prestarle atención, ésta estaba enfocada en el azabache recién llegado y quien se encontraba viéndole de regreso. Cejas en alto y rostro ligeramente inclinado hacia un lado.

«Oh por todos los cielos»

— Hola.

JungKook dijo, una voz grave queriendo ser suave. TaeHyung sufrió de un infarto momentáneo y su carmín de seguro se intensificó y se volvió granate. Por la mirada perspicaz que le dio el contrario, lo supuso. Estaba siendo muy obvio.

— Hola — Correspondió cuando su voz se estableció y sonó clara. Sin titubeos o trabas.

— ¿Vienes?

— Seguro.

Mi-Sun lo despidió con una sonrisa sutil y él se apresuró en alcanzar a su prometido. Sorprendiéndose de ver a YoonGi con propiedad. El alto le miró y le sonrió, realizando una reverencia modesta antes de dirigirse quién sabe a dónde.

— ¿Mi-Sun te ofreció algo de tomar?

— No, pero tampoco tengo sed.

JungKook asintió, guiándolo hasta su estudio. Una vez dentro y con la puerta cerrada, sus nervios se avivaron y burbujearon en lo bajo de su estómago.

— Así que, ¿qué significaba eso de infiltrarte en mi rutina por un día? — Inquirió con lo que parecía ser curiosidad genuina. Apoyándose en su escritorio sin llegar a sentarse.

— Eso mismo — Respondió con su vista vagando por cualquier lado menos los ojos del más alto — Romper nuestra rutina de vez en cuando es bueno.

— Siguiendo esa lógica, ¿qué planeas hacer? — Musitó con su rostro inclinado con levedad — No soy la persona más interesante de esta familia y probablemente te hastíes en minutos.

— Creo que tienes una mala percepción de ti mismo.

— ¿Ah sí?

— Por supuesto. Todos somos interesantes, de alguna forma u otra — Respondió tras meditarlo en su mente — Y siendo honesto, es cautivador cuando hablas de las plantas en general.

— No sé demasiado.

— Pero sí lo justo — Replicó con una sonrisa de labios apretados — Pero incluso el tema más trivial y banal puede ser interesante si se está en compañía de la persona correcta.

— En ese caso pienso que en serio vas a aburrirte.

JungKook no estaba bromeando pero aún así TaeHyung se rió. El pesimismo del hombre era un tema serio.

— Descuida, no pasará — Aseguró con convicción palpable, queriendo trasmitírsela — Podemos jugar a las veinte preguntas. No parecías reticente a ello el día de mi cumpleaños.

— Apenas podías hilar tres ideas sin trastabillar con ellas. Me pareció justo responder cualquier cosa que quisieras saber, de todos modos no recordarías mucho.

— Esa no es mi definición de justo.

— Pero sí la mía — Expresó con sus labios curvados hacia arriba. Tallando en ellos una sonrisa burlona — Me ceñiré a la tuya por hoy — Concilió ante su ceño fruncido — Puedes preguntar cualquier cosa.

— ¿Seguro?

Su mayor asintió.

— Por supuesto, adelante.

— ¿Con qué intenciones me regalaste aquella dalia violeta?

Ni siquiera pensó en su pregunta, no tenía que hacerlo tampoco. Él quería saber. Tenía dudas y muchas ideas enredadas en su cabeza. Ninguna clara para su desgracia.

JungKook se mantuvo en silencio, observándolo y al parecer, pensando. No se esperaba esa pregunta, por los parpadeos rápidos que realizó, TaeHyung lo supo.

— En modo de agradecimiento.

— ¿Sin ninguna otra intención de por medio? — Cuestionó con una ceja enarcada, queriendo estar seguro de las palabras ajenas. El azabache asintió, lento pero firme — ¿Un gesto de exclusivo agradecimiento?

— En teoría.

— ¿Qué significa eso? — Masculló con su ceño, inconscientemente arrugándose.

— Que agradezco tu paciencia y buen temple. Reconozco tus esfuerzos por llevarnos bien y que... uhm me agradas.

— ¿Te agrado?

— Sí, te aprecio.

TaeHyung asintió, conforme con la respuesta y falsamente calmo, anduvo hasta el asiento a unos centímetros del más alto y lo ocupó con indiferencia bien aparentada. Viendo hacia arriba, clavando sus luceros en los ajenos.

— Es agradable escucharte decir ese tipo de cosas y no insultos.

JungKook rodó sus ojos.

— ¿Comenzarás?

— No hay que perder las buenas costumbres — Replicó con una sonrisa ladina en sus labios, atrayendo la atención del contrario a ellos sin notarlo — O malas, depende del ángulo que emplees para observarlas.

— Todo siempre se reduce a la percepción — Concordó con un asentimiento vago.

— Y dime hombre percepción, ¿por qué me odiabas?

— No te odiaba — Pronunció en un bufido, cruzando sus brazos — Te tenía manía, lo admito. Resentimiento también pero nunca fue odio.

— ¿No? — Su tono se oyó demasiado sardónico hasta para su propio gusto, pero no se inmutó ni intentó arreglarlo — Cualquiera asumiría que me odiabas.

— No lo hacía.

— De acuerdo, no me odiabas. Entendido — Su sarcasmo se filtró pero no demasiado. JungKook le miró mal pero TaeHyung no se amilanó. Al contrario, le sonrió — ¿Y había un porqué para tanta negatividad? — Inquirió con curiosidad evidente — ¿Alguno que quieras compartir?

— Me recordabas a Mi-Sun.

Su respuesta fue escueta y casi aburrida, pero la aspereza en su voz se hizo evidente cuando nombró a su hermana. TaeHyung arrugó su ceño, cuestionándose de qué forma él podría recordarle a Mi-Sun.

— No somos parecidos.

— No me refería a cuestiones físicas. Sino a tu constante afán por querer llamar mi atención.

— ¿Qué tienes contra Mi-Sun? — Su pregunta se oyó algo brusca, sin ser esa su verdadera intención y en respuesta obtuvo una mirada suspicaz del azabache — Siempre estás atacándola.

JungKook entrecerró sus ojos y el brillo desconfiado en ellos relució. Ardiendo a fuego lento.

— No la estaba atacando — Farfulló en tensión — Me hiciste una pregunta y yo te respondí con franqueza. ¿Dónde ves el ataque?

— En tu aversión al pronunciar su nombre.

— No es un ataque, es una reacción sincera. No me agrada.

— Es tu hermana.

JungKook cruzó sus brazos con mayor insistencia y desvió su mirada al suelo. La rigidez haciéndose presente en gran parte de su cuerpo. Esa reacción y el hecho de que el tipo hubiera dado dos pasos lejos de él, marcando una "distancia segura" entre ambos le hicieron saber al joven príncipe que quizás, no estaba yendo por buen camino en cuanto a tema de conversación y a elección de palabras.

— Y es tu amiga — Replicó entre dientes y aún tenso — La quieres y tienes un buen concepto de ella. No funciona de la misma forma para mí.

— ¿Por qué?

— Porque yo sí la conozco.

— Eso no me dice nada.

JungKook resopló, dándole una mirada de advertencia.

— A mí me informa que ya he dicho suficiente.

TaeHyung arrugó su ceño.

— ¿Por qué tan reticente a seguir hablando?

— Hay algo que se conoce como incomodidad y falta de confianza — Musitó con lo que parecía ser seques — Puedo explicarte qué significan por si no lo sabes con propiedad. Además, insistir es grosero.

— Sólo quiero comprender. Vi tus fotos de cuando eras un niño, siempre junto a Mi-Sun y sonriente. Por eso...

— No eran mis fotos — Interrumpió con lo que parecía ser amargura — Eran las fotos de la preciada princesa y yo estaba en ellas.

— ¿Cuál es la diferencia? — Cuestionó desentendido.

— ¿No es obvia? — TaeHyung negó — Son de ella, TaeHyung. Sus fotos, sus álbumes. Todo es de Mi-Sun.

A pesar del tinte irritado en su voz y de lo estranguladas que habían salido sus palabras, TaeHyung vislumbró la pesadumbre que acompañaba al azabache. Su semblante incluso había caído, tornándose opaco y sombrío.

El arrepentimiento lo golpeó en lo bajo de su estómago y lo hizo experimentar el gusto ácido de la culpabilidad.

— Un hombre tan grande como tú no debería de verse tan derrotado. Pareces un cachorro abandonado.

Y aunque la sonrisa no alcanzó a sus ojos, JungKook se esforzó por mostrarle una.

— Eres malo confortando a las personas.

— Lo siento — Murmuró con sus mejillas ardiendo — Simplemente quiero trasladarte a un puerto más brillante.

— No puedes trasladar algo estancado — Replicó por lo bajo, descruzando sus brazos en un intento de verse relajado — De todos modos, el juego de las veinte preguntas termina aquí.

— ¿Lo estábamos jugando?

— Por supuesto, desde la primer pregunta — Respondió burlesco, enmascarando sus emociones anteriores.

— Eso es trampa — Se quejó con un mohín exagerado — Ni siquiera habré realizado veinte preguntas, tramposo.

— No lo hiciste — Afirmó con socarronería en su voz— Pero puedes realizar una más si eso hace que dejes de llamarme tramposo.

TaeHyung sonrió y pensó en algo que quisiera saber y no fuera de carácter denso, no quería arruinar el humor del hombre por completo.

— ¿Cuál es tu flor favorita? — Exclamó cuando los minutos corrieron entre ellos con notoriedad. JungKook enarcó una ceja pero aún así pareció pensar en una respuesta certera que dar.

— Lirios. Me gustan los lirios siberianos — Contestó cuando pareció decidido de su elección — Son de un violeta azulado muy bonito, en mi opinión claro.

— ¿Y hay una razón para que sean tus favoritas?

— Esas serían dos preguntas — Advirtió tras señalarlo con su índice. El príncipe le sonrió, buscando persuadirlo y el hombre bufó — Encuentro su aroma tranquilizador y a pesar de asociarse con un tema peculiar, me gustan.

— ¿Y se las asocia con...?

— La muerte — Respondió sin más, encogiéndose de hombros — Pueden ser bonitos pero históricamente han sido utilizados en entierros. Simbolizan pena y perdida. ¿Triste, cierto?

TaeHyung se estremeció.

— Demasiado, elige otra flor favorita pronto, por favor.

— Lo pensaré.

De ahí en adelante su conversación y su alrededor se serenó, y la cuerda entorno a ellos se aflojó. Una cuerda de la que ambos príncipes desconocían su existencia.

TaeHyung cenó junto a JungKook en su estudio, los reyes habían aparecido para desgracia del futuro monarca, insistiendo en querer pasar tiempo con su joven prometido. Pero éste se negó con su amabilidad característica, expresando con suavidad suficiente que había ido hasta Seúl para visitar a su próximo gobernante y a nadie más.

JungKook gozó por unos segundos del desconcierto y disgusto de su madre, luego tendría tiempo suficiente para lidiar con sus quejas. Porque la reina MinYoung siempre tendría quejas que pronunciar cuando se tratara de su primogénito.

Y cuando llegó la hora de que el príncipe de hebras rubias se marchara, él no titubeó al acompañarlo fuera de su casa y hasta el auto que había insistido en prestarle. Considerando de manera momentánea, aumentar el sueldo de Shin. Llevar a TaeHyung no era realmente su obligación y su horario como chófer había acabado hacía unos minutos.

Pero de igual forma el hombre estaba para sevirle y no podía permitir que su prometido llegara a su casa cerca de las dos de la mañana, tenía un sueño que cuidar. A diferencia de él que tenía la mala costumbre de arruinarlo.

— Fue agradable entrometerme en tu rutina por unas horas, procuraré hacerlo con mayor frecuencia.

— Mientras no descuides tus labores, estaré bien con ello.

TaeHyung pareció sonrojarse, pero no estaba seguro. Eran poco más de las nueve y estaba oscuro.

— Me voy.

— Nos vemos.

Le abrió la puerta del vehículo y antes de que ingresara, lo sujetó por la muñeca con ligereza. Siendo un toque superficial y dubitativo. Consiguiendo su confusa atención, se regodeó de ella en su mente y sin mediar palabras, se inclinó lo suficiente como para besar su mejilla en un gesto de despedida y agradecimiento.

Había sido agradable su visita, ignorando la disputa que nació pero no se concretó, e ignorando también la tristeza que experimentó por su despiste. Verlo había sido refrescante de alguna forma y se lo agradecía.

— Bue-Buenas noches.

Su tartamudeo fue divertido y encantador pero no se lo dijo, simplemente asintió y se aseguró de cerrarle la puerta cuando tomó asiento en el interior de su auto y se hubo colocado el cinturón de seguridad.

«Tiene su encanto», admitió en su mente con una sonrisa que no perduraría demasiado una vez ingresara a su casa.


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