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Ꜥꜥֶָ֢🏰ֶָ֢۫݊˒𐙚 capítulo 16

«Jesús, piedad por favor»

TaeHyung se quejó por lo bajo y hundió su rostro en la suavidad de su almohada. Su cabeza dolía. No era insoportable ni se estaba partiendo en mil partes, pero tampoco era una sensación agradable. Lloriqueó un rato largo, hasta que se hartó de ese lamento innecesario y se levantó para encaminarse a su baño.

Se lavó la cara antes de hacer nada, sus ojos estaban pegados y necesitaba de ellos para buscar una aspirina para el dolor. Y tan pronto dio con uno, se la tragó sin más. Su garganta se resintió pero no hizo mucho caso y procedió a lavar sus dientes. Lavó su rostro por segunda vez y acomodó su cabellera lo mejor que pudo, era un desastre pero no uno tan malo. 

Se encaminó a su armario, no tenía nada que hacer, aparte de practicar piano un rato. Era domingo y no sería la primera vez que desayunaría en pijamas...

— Momento.

TaeHyung bajó la mirada y observó sus prendas con atención. Portaba un buzo gris de algodón y un pantalón con cuadros de diferentes tamaños, en su mayoría pequeños. Un pijama, pero él no recordaba habérselo puesto. Él se había quedado dormido con...

— Jesús.

TaeHyung cubrió su rostro con ambas manos, sintiéndolo calentarse. Era obvio que JungKook se había tomado la libertad de cambiarlo tan pronto quedó profundamente dormido. ¿Quién más sino?

Agradecía el gesto pero al mismo tiempo no, era vergonzoso. Y dicho sentimiento fue en aumento tan pronto su adormecido cerebro despertó y le dio otros motivos por los cuales avergonzarse.

Primeramente, se había pegado al pobre de JiMin como si fuera una lapa. No recordaba demasiado, sólo que en algún momento le pareció divertido intentar cantarle al chico y eso hizo. En serio le pareció buena idea. Y eso ni siquiera parecía ser lo peor. JungKook llegó en algún momento y lo poco que recordaba es que hizo su mejor esfuerzo por no pegarse demasiado al tipo. No recordaba si en algún momento lo fastidió, sólo tenía el vago recuerdo de haber reído demasiado, de haber hecho un par de preguntas y de haber... Dios, su cerebro era un desastre bajo los efectos del alcohol.

«No puedo creer que dije eso», su rostro se incendió y él quiso largarse a llorar. No realmente, pero el sentimiento era similar. Y de repente se sintió mortificado por el hecho de haber recordado que, estúpidamente le pidió al azabache que lo llamara "bebé". Ignoraba bajó qué contexto eso había salido de sus labios y siendo sincero, no quería saberlo. Y definitivamente quería borrar de su mente su descarado atrevimiento al momento de haberle pedido un beso. Que lo había recibido para su sorpresa. Pero honestamente, esperaba ser besado en los labios no en la mejilla.

Y el simple hecho de reconocerlo, le generaba ganas de gritar.

Tenía que dejar de ceder tan fácilmente ante las insistencias de Mi-Sun. Aunque siendo justo con su amiga, ella no lo obligó, insistió demasiado hasta convencerlo y darle buenos motivos pero, no lo obligó. Tirar toda la culpa en ella no tenía sentido.

Exhaló con profundidad y se colocó unas zapatillas, tenía hambre y era temprano por la mañana, no tenía porqué pensar en esas cosas cuando apenas eran más de las nueve. De hecho, no tenía porqué pensar en eso.

Supuestamente más animado, el príncipe de ahora veintiún años se apresuró en salir de su habitación y de forma calmada bajó las escaleras. A medida que se iba acercando a la sala, sus pasos fueron haciéndose más lentos. Sus padres nunca estaban tan animados a la hora del desayuno. Su ceño se frunció y se detuvo cuando escuchó la risa de su amiga.

«¿Habían pasado la noche en su casa?», fue lo primero que circuló por su mente. «¿Todos?». Los nervios cosquillaron sus entrañas sin invitación previa y su corazón encontró indicado alterarse en ese preciso instante.

Y ante la aparición de alguien de su servicio, TaeHyung no dudó mucho en acercarse a la mujer. Ansiando quitarse de dudas.

— Buenos días — Murmuró cuando se le acercó.

— Buenos días, príncipe — Musitó ella en respuesta, realizando una corta reverencia — ¿Necesita algo?

— Sólo quería hacerle una pregunta — Su contraria asintió en comprensión y aguardó porque dicha cuestión fuera formulada — Escuché otras voces junto a las de mis padres y quería saber si teníamos invitados.

— Los reyes de Seúl se encuentran desayunando junto a ellos.

— ¿Sólo ellos?

— No, la princesa se encuentra acompañándolos también — Respondió con simpleza. Sonriendo levemente antes de interrumpir sus palabras no pronunciadas — El príncipe expresó no sentirse con ánimos suficientes como para desayunar por lo que salió a tomar aire hace no mucho.

TaeHyung realizó una corta reverencia, agradeciendo a la mujer por brindarle un poco de su tiempo para responder sus preguntas. Y para cuando ésta siguió con su camino antes interrumpido, él se dirigió hacia la entrada. Siendo bienvenido por la brisa otoñal de principios de agosto.

— Buenos días.

Palabras suaves pronunciadas por una voz grave y considerablemente más ronca a lo recordado. El corazón del príncipe de Incheon sufrió de una avería destacable. JungKook se encontraba a su izquierda, viendo en su dirección y sentado cómodamente en su conjunto de muebles de jardín. Que oh vaya, no se encontraban en el jardín. Pero se veía lindo colocado en la entrada y hacía de su casa menos "real", si es que eso tenía sentido.

— Buenos días — Correspondió cuando estuvo listo para hacerlo. Intentando sonreír pero no consiguiéndolo del todo.

— ¿Qué tal te encuentras?

«Oh Jesús», esa voz junto con la expresión adormilada del hombre estaban averiando el cerebro del más joven de una forma que ni siquiera debería de estar permitida.

— Bien — Murmuró en un tono quedo — Y y-yo umh, agradezco todo lo que hayas hecho por mí anoche.

— ¿No recuerdas nada? — Ceja levemente enarcada y curiosidad filtrándose en su voz, su prometido estaba interesado.

TaeHyung se planteó mentir y decir que no lo hacía, que no recordaba nada. Y más cuando a su mente lo primero que vino fue el beso que pidió y recibió. Pero no era bueno mintiendo y sabía que JungKook no se lo tragaría. No cuando le miraba de esa forma tan fija y atenta. Poniéndolo nervioso sin saberlo.

— Por supuesto que recuerdo. No estaba tan borracho.

— ¿No? — JungKook ladeó una sonrisa y sus ojos chispearon, divertidos — Yo considero que estabas lo suficientemente bebido como para que no te importara hacer y pedir un par de cosas, que si me permites ser más sincero en mi observación, podrían catalogarse como osadas.

Su rostro ardió y él esperó que hubiera mantenido su color, no quería delatarse más de lo que, probablemente ya lo estaba haciendo.

— ¿Entonces admites que no estaba borracho?

El azabache rodó sus ojos y cruzó sus brazos, haciéndose hacia atrás hasta que su espalda descansó en el respaldo del pequeño sofá para dos que ocupaba. Viéndole de manera más detenida y abierta.

— Ambos sabemos que estabas realmente borracho — Farfulló con un matiz reprobatorio — Pero no quiero decir nada al respecto porque terminaríamos despotricando — Aseguró poco después de un suspiro prolongado — Y no quiero discutir contigo.

TaeHyung estaba avergonzado de su comportamiento, había bebido sin moderación y como si no tuviera una imagen que atender. Estaba mortificado de hecho. No se hallaba en el medievo, y actualmente no era bien visto que alguien bebiera con tanta vulgaridad como él lo hizo. Actuares inapropiados como ese eran juzgados y más cuando se trataba de un príncipe o de una princesa. TaeHyung reconocía que a veces su mirada se tornaba juzgadora. No es algo que le gustara e intentaba de hacerlo lo menos posible. Él comprendía que no todas las culturas eran iguales y por eso se esforzaba en ampliar su mente tanto como pudiera. Estancarse en concepciones retrogradas y tradicionalistas no iban con él.

Y estando en el siglo en el que estaban, debería de ser igual para todos.

Por otro lado y olvidando su bochorno personal, admitía que tampoco quería discutir con JungKook.

— Tienes razón — Pronunció ameno — Te lo concedo.

— Sabio de tu parte reconocerlo.

TaeHyung resopló y su atención se desvió de la mirada contraria a las prendas que el azabache portaba. La noche anterior no le prestó mucha atención, ninguna de hecho. Ser el anfitrión principal le consumió más tiempo del que consideró y por lo poco que vio, su contraparte se había entretenido conversando con sus padres y un par de personas más.

Pero ahora que su cerebro se encontraba despierto y su atención no tenía otro lugar al que ir a parar, pudo realmente observarlo. Portaba un buzo negro y de cuello alto, y éste se ajustaba a su cuerpo cómo debía hacerlo. Tejanos del mismo color, sin adornos o roturas, y apretados de la zona de los muslos. «Jesús», pensó. Su mirada terminó de descender y no le sorprendió que los zapatos que portaba también fueran negros, le asombró el hecho que fueran con plataforma. El tipo ya de por sí era alto y con esos zapatos debería de verse gigante.

Sus pensamientos comenzaron a vagar con total libertad por su mente, pero antes de que cobraran verdadera entidad, JungKook carraspeó su garganta y captó su atención de inmediato.

— ¿Sucede algo?

— No, no, no. Yo.... umh, ¿usaste eso ayer? — inquirió con interés palpable pero en un tono quedo. Señalando las prendas ajenas con prisa.

JungKook se miró con brevedad, no comprendiendo qué estaba mal.

— Dijiste que vistiéramos de manera informal y YoonGi consideró que esto era lo que mejor se ajustaba a dicha etiqueta — Explicó sin más, enarcando una ceja con curiosidad — ¿No es lo suficientemente informal para ti?

Si lo comparaba con los trajes que el hombre vivía portando, sí. Por supuesto que lo era. Pero si tenía en cuenta su reciente insuficiencia cardíaca, aquello era un tanto.... wow.

Maldición, si el tipo parecía modelo.

— No es sólo que, no sé. Pensé que vestirías una camisa o algo que se asemejara a un traje — Se apresuró en responder, sacudiendo sus hombros al final.

— No vivo embutido en trajes, TaeHyung — Masculló al rodar sus ojos.

El aludido sabía aquello, pero seguía siendo sorprendente verlo sin estos. Tampoco es que se viera mal en ellos, al contrario. De alguna forma los trajes lo hacían ver más maduro y realzaban sus rasgos faciales con destreza. Pero sin estos se veía más fresco y joven. Aunque no importa qué vistiera, de una forma u otra seguía siendo atractivo.

— ¿Lo siento?

— En lugar de disculparte por algo que no tiene sentido, deberías de hacerme un cumplido.

— Eso fue un tanto vanidoso de tu parte, ¿sabes? — Mencionó con fastidio fingido. Sintiendo sus mejillas calentarse — Además, tú nunca me has hecho un cumplido antes.

Y tan pronto sus palabras fueron exclamadas, sintió el arrepentimiento inundarlo.

JungKook volvió a cruzar sus brazos y a inclinar su cabeza, sus ojos destellaron minuciosos y se anclaron a su rostro. Y por esos segundos que aparentaron ser interminables, el ardor de TaeHyung volvió sólo que diez veces peor. Aliviándose únicamente cuando la mirada del azabache se apartó de su cara. Pero tan pronto notó que comenzó a escrutar su cuerpo de manera tan abierta y descarada, se azoró y sus mejillas ardieron en un carmín destacable. Instintivamente sus brazos se elevaron y se cruzaron sobre su pecho de manera férrea.

— No estás vistiendo tus mejores atuendos pero no te ves mal.

Cuando TaeHyung indirectamente, según él, pidió por un cumplido. No se esperaba eso. No se sentía halagado.

— Eso no es....

— Lindo — Murmuró con simpleza, sus ojos volviendo a encontrarse — Optando por una postura imparcial, considero que "lindo" es la palabra que mejor se adhiera a tu apariencia — Agregó con supuesta indiferencia — Físicamente tienes algunos puntos fuertes, además, tu rostro no posee facciones brutas ni muy rectangulares. Algunas partes carecen de definición y son sutiles, casi suaves — Procedió sin ninguna inflexión particular en su voz — Eres también carismático y agradable al trato.

TaeHyung siguió sin sentirse del todo halagado, pero si antes se había sentido azorado. Ahora se sentía cohibido y algo abochornado. JungKook realmente lo había examinado.

— No pienso en eso como un cumplido — Informó luego de aclarar su garganta. Indignándose lo mejor que pudo — Se sintió como si me hubieras evaluado.

El más alto elevó sus comisuras, tal vez divertido con sus palabras. Meneó su cabeza y procedió a desplazarse hacia el asiento izquierdo del mismo sofá para dos en el que aún estaba sentado.

— Puedes quedarte con la parte en la que expresó que eres lindo — Replicó con ligereza — ¿Quieres sentarte?, es extraño conversar contigo si te mantienes ahí parado.

El cerebro del hombre más bajo sufrió de un par de averías más y por un momento se sintió desorientado. Primeramente porque el hombre de hebras azabache se encontraba de muy buen humor, y eso era raro. Segundo, ¿éste realmente le confesó que lo encontraba lindo?, porque creía haber escuchado mal. Y en tercer lugar, estaban conversando. O algo así.

— Estás actuando demasiado manso y no estoy borracho — Observó con recelo fingido. Tomando asiento junto al más alto y donde éste antes había estado. El lado derecho del pequeño sofá.

— No sería rudo contigo cuando apenas puedes sostenerte sobre tu mismo peso.

— ¿Pero lo serías de encontrarme lúcido?

Y allí, en los luceros negros de JungKook, se reflejó una emoción indescriptible y ciertamente arrebatadora. Profunda y de intenciones oscuras. TaeHyung no la comprendió y el azabache parpadeó varias veces, extinguiéndola.

— Tú en serio debes cuidar tus expresiones — Musitó en un bufido. Chasqueando su lengua, disgustado.

— ¿Por qué?

— Eres demasiado descuidado.

El de cabellera rubia no entendió, ¿qué es lo que había dicho mal?

— ¿No me explicarás?

— No — Musitó el contrario sin dudarlo un segundo — Olvídalo, no importa.

Él no lo veía así pero tampoco insistió.

— Pasaste la noche aquí — Comentó antes de que el silencio quisiera aparecer y entrometerse en su atmósfera agradable. JungKook le miró y asintió — ¿Qué tal estuvo?

— Agitado — Admitió en un suspiro — Despertaste tres veces a lo largo de la madrugada y balbuceaste un sin fin de palabras el resto de ella.

TaeHyung se asombró, no recordaba haber hecho nada de eso y su sueño no era tan pesado. Seguidamente se escandalizó. ¿JungKook había dormido en su habitación?

— ¿Dormiste en...?

— En tu habitación — Finalizó con un asentimiento calmo. No especificando en qué parte de ella lo hizo — ¿Por qué tienes esa cara? — Preguntó con una ceja enarcada — Tenía que asegurarme que no vomitaras en tus sueños, es más habitual de lo que puedes llegar a imaginar.

— No quiero imaginarlo — Aseguró con sus labios torciéndose en una mueca. El azabache pareció divertido y se atrevió a esbozar una sonrisa diminuta pero distinguible y socarrona — Gracias por..., uhm cuidar de mí anoche.

JungKook se fijó en él, dispuesto a responderle, pero antes de que llegara a hacerlo. La puerta de la entrada fue abierta y ellos se sobresaltaron por lo inopinado de la acción. Voltearon sus rostros y observaron a quién se había colado en su escenario de esa forma abrupta.

— ¿Qué haces aquí afuera?, deberías de estar desayunando con nosotros.

— Buenos días para ti también, Mi-Sun — Farfulló el más bajo allí, rodando sus ojos.

La princesa expandió sus ojos ante su despiste y sonrió apenada.

— Buenos días, vamos a desayunar.

TaeHyung no se sorprendió cuando la castaña lo tomó por el brazo y jaló del mismo con ligereza, buscando moverlo de su sitio. Mi-Sun era un tanto efusiva algunas veces. Lo que le sorprendió y llamó a su atención, fue el hecho de que pareció no notar la presencia de su hermano allí y a su lado. Visible.

— Me sacarás el hombro del lugar, deja de tirar de mi brazo — Pidió en un tono falsamente lastimero. Consiguiendo que la princesa lo soltara y le diera una mala mirada — ¿Vienes?

JungKook dejó de ver sus tejanos como si hubiera algo interesante en ellos y le regresó la mirada. No había mucho en ella, nada siendo sincero.

— No — Fue su respuesta, concisa y seca.

— Andando entonces.

Mi-Sun volvió a tomar su brazo y tirar de éste, pero él no se movió. JungKook no podía estar sin desayunar, fue su pensamiento inicial. Incluso sus labios se abultaron.

— ¿Realmente no tienes hambre?

Las entrañas del príncipe heredero respondieron por él, sonando con notoriedad. El tipo se avergonzó, o eso supuso el más joven tan pronto lo vio desviando la mirada.

«¿Por qué abstenerse de desayunar cuando evidentemente tiene hambre?»

La curiosidad sustituyó cualquier emoción anterior. La intriga se le unió sin pedir invitación, ocasionando un revuelo en su cabeza y llenándola de ideas poco establecidas. Rebuscó entre ellas por una razón que pudiera ser lo suficientemente fuerte o valida como para negarse a ir con ellos y para su suerte, su mente no tardó en iluminarse.

— Conozco lugares donde sirven un buen desayuno a esta hora — Murmuró con el volumen justo como para volver a captar la atención del azabache — ¿Sí?

Su mayor realmente pensó en si aceptar o no, sus ojos se habían anclado a los suyos con firmeza y dejado al descubierto su indecisión nerviosa.

— ¿E irás en pijama?

No se esperaba una respuesta como esa, pero de alguna manera se sentía como si hubiera aceptado por lo que, emocionado se levantó de su asiento. Sorprendiendo a su amiga, había olvidado que se encontraba allí y que aún sostenía su brazo.

— Me cambiaré rápido, no se maten.

Escuchó a Mi-Sun quejarse pero no le prestó verdadera atención, simplemente se soltó de su agarre y se apresuró en ingresar a su casa. No corrió, dio las zancadas más largas que sus piernas le permitieron y una vez ingresó a su habitación, se encaminó a su armario y tomó lo primero que vio.

JungKook podía retractarse y al final pronunciar que no iría, por lo que consideró importante apresurarse. Además, irían a desayunar. Una sudadera negra y unos tejanos azules le parecieron buena opción.

— Podemos irnos.

Informó tan pronto salió fuera y se encontró con su prometido donde lo había dejado. Mi-Sun ya no estaba.

— ¿Caminaremos?

— Por supuesto, tus piernas necesitan ejercitarse.

— Opino que ya están bien ejercitadas.

TaeHyung concordaba, y por esa misma razón evitó realizar algún comentario que pudiera exponerlo de alguna mínima forma.

El silencio los abordó minutos después, pero afortunadamente era uno apacible y hasta cierto punto, cómodo. Ninguno tuvo intención de romperlo y decidieron mantenerlo.

Desayunar con JungKook no fue un suceso desmesurado de emociones, tampoco fue trascendental o un hecho abrumador. Era la primera vez que desayunaban juntos, sí. Estuvo nervioso y cohibido parte del desayuno, sin lugar a dudas. Pero el tipo fue inesperadamente cordial y le dio la plática necesaria como para que se relajara.

Fue un rato grato y el ambiente como sus interacciones se mantuvieron amenas.

TaeHyung se sintió bien que inconscientemente abultó sus labios cuando se encontraron de regreso a su casa. No quería que le arruinarán el humor a su mayor, se visualizaba tan tranquilo que sería una pena que eso cambiara.

Pero él tampoco podía hacer mucho al respecto, nada siendo sincero. Y ante el pensamiento sus labios se abultaron, fue una acción inconsciente.

E igual de inconsciente fue su siguiente acción. Estaban a tres calles de llegar finalmente a su casa, al darse cuenta de esto, se detuvo y su mano fue a parar a la muñeca derecha del azabache. Deteniendo su andar y consiguiendo una mirada sorprendida de su parte.

— Quiero mostrarte algo.

JungKook enarcó una ceja, inquisitivo pero TaeHyung se negó a decir algo. Sonrió de la forma más alentadora que pudo y tiró de la muñeca del tipo, obligándolo a caminar. No lo soltó ni siquiera cuando cruzaron de calle, ni cinco calles después de esa. Anduvieron entre las personas con indiferencia y en un silencio peculiar. No era agradable pero tampoco incómodo, había algo colado en el medio que no podía ser precisado con exactitud.

— ¿A dónde estamos yendo? — Cuestionó el mayor, cansado de caminar sin rumbo aparente.

— ¿La paciencia hace al hombre, cierto?

JungKook rodó sus ojos y TaeHyung giró su rostro para sonreírle, obteniendo del más alto un parpadeó confuso. Volvió su vista al frente y asintió para sí, conforme sin estar muy seguro de qué.

— ¿Querías mostrarme un parque?

El príncipe rió, honestamente no había querido mostrarle nada. Se sintió ansioso por la descomunal posibilidad de que los reyes de Seúl arruinaran el animo del mayor que, simplemente ¿lo raptó?

Y de casualidad su cerebro recordó que a varias calles de su casa había un parque con vegetación abundante y bonita, que esperaba el contrario no conociera. Al príncipe heredero le gustaban las flores y las plantas en general, ¿por qué no mostrarle lo que Incheon ofrecía?

Le parecía buena idea y una forma de mantener al tipo de buen humor y relajado. Estaba apegado al hombre mayor, era un hecho poco novedoso. Y actualmente, no parecía un desastre que colapsaría y se lo tragaría de la peor forma. Por lo que, relajar su paranoia con respecto a esto no le parecía errado. Además, JungKook cuidó de él la noche anterior. Esa era su forma de agradecer y devolver el gesto.

— El aire fresco es bueno. Principalmente para tus pulmones pero se dice que es bueno para el animo también.

— ¿Es una indirecta? — Quiso saber.

— En lo absoluto. Datos curiosos.

— ¿Avalados por...?

— Mi culo, JungKook — Respondió de manera automática, sin detenerse a pensar en sus palabras. Sus mejillas se calentaron y se tiñeron de un rosa elegante — Yo quise decir, ¿qué más da?, simplemente son cosas que, ya sabes. Todos conocen y... y-yo umh... lo siento.

Su prometido curvó sus labios pero la sonrisa no se formó, no permitió que sucediera. Asintió ante lo que parecía una resolución interna y comenzó a caminar sin decirle nada. TaeHyung suspiró y se encargó de seguirlo, caminando a su lado sin emitir palabra.

Anduvieron por la extensión interminable del parque por varios minutos, realmente muchos. TaeHyung no tenía idea de cuántos, sólo anduvo junto al más alto y ya conociendo el lugar, prefirió observarlo. Esperando ser discreto en ello.

Se veía relajado y curioso del lugar, aunque fuera un simple parque. Su mirada fue de un lado al otro, viendo con mayor detenimiento aquello que captaba su atención o suponía el más bajo, encontraba más interesante. No se cruzaron con muchas personas, eran poco más de la diez y el clima seguía siendo fresco pero sin llegar a molestar. El sol estaba a mitad de camino de su punto más alto y la suavidad de sus rayos apenas eran lo suficientemente notorios como para considerarlos cálidos.

Torpemente, TaeHyung se detuvo. JungKook se había encaminado hacia lo que parecía ser un cantero adornado por una cantidad variada de flores. Algunas más vivas que otras, el otoño había llegado y parsimonioso comenzaba a deshacerse de aquello que no debía estar coexistiendo en un mismo espacio que él.

— ¿Sabes qué flores son? — Inquirió al llegar a su lado, inclinándose lo suficiente para ver su rostro.

— Algunas — Musitó el azabache, aún viendo hacia las flores — ¿Piensas que alguien se molestaría si tomo una?

— No lo creo.

JungKook asintió, convencido de sus palabras y no dudó en tomar una flor de pétalos abundantes, amplios y de un violeta opaco pero vibrante. Sin dudas bonita. El hombre la miró detenidamente, examinándola, y cuando pareció complacido con lo qué sea que su mente estuviera pensando, se la tendió con un sosiego abrumador. TaeHyung parpadeó varias veces e intercaló su vista entre la flor y el azabache.

— ¿Para mí? — Preguntó cuando el estupor disminuyó y su vacilante zurda se estiró, cogiendo la flor para él desconocida.

— Sí, puedes ponerla en agua pero de todas formas no durara mucho. Un par de días a lo sumo.

— Gracias — Murmuró al levantar su vista, intentando no sonreír.

— No hay de qué.

— ¿Qué flor es? — Cuestionó luego de que su andar se retomara — Por alguna extraña razón creo haber visto un par antes.

— Seguramente de mi invernadero. Hay varias de ellas pero son amarillas y rojas, ninguna violeta — Le explicó con su vista al frente — Ah, es una dalia.

— ¿Y conoces su significado? — JungKook le otorgó una mirada suspicaz pero terminó asintiendo — ¿Cuál es?

— Para la mayoría de culturas la elegancia.

TaeHyung asintió pero su ceño se frunció al percatarse de algo.

— Ese no es su significado, es lo que representa.

— Eres perspicaz — Admitió para sí, sonriendo con brevedad — Depende del color, pero eso ya lo sabes asumo yo. Y como dije antes, depende también del trasfondo histórico y cultural.

— No me quieres decir — Mencionó cuando la evasiva del mayor fue demasiado obvia.

— Puedes averiguar por tu cuenta.

— Internet brinda demasiadas respuestas y ninguna concreta. ¿Por qué no decirme?

— Averiguarlo por tu cuenta será más divertido. Lo prometo.

TaeHyung resopló y no dijo más. Fugazmente se preguntó desde cuándo el hombre hacía promesas de esa índole.

Para cuando llegaron a su casa, eran cerca de las once y los reyes del primer clan se encontraban saliendo junto con sus padres. Mi-Sun detrás de todos ellos. Inconscientemente miró hacia JungKook y a pesar de notarse sereno, sus ojos esquivaron los de la reina cuando parecieron encontrarse.

— Estuvimos esperándolos para desayunar — Informó su madre tan pronto e inevitablemente, llegaron a ellos.

TaeHyung sonrió apenado, debió de avisar que no desayunarían con ellos. Pero su mente estaba enfocada en el azabache y asumió que su amiga lo haría por ellos.

— Yo...

— Fue mi culpa — Interrumpió JungKook, realizando una reverencia vaga pero cortés. TaeHyung se volteó a verlo con su ceño arrugado — Quería recorrer Incheon y TaeHyung aceptó mostrarme un poco. Olvidé hacérselo saber, la emoción supongo.

Su madre se lo tragó e incluso le sonrió al más alto. Pero el príncipe observó al resto de adultos, deteniéndose en su padre y definitivamente no se encontraba contento con el supuesto "desliz" de su prometido. Y al parecer, su padre fue el único en percatarse del hecho de que había sido llamado por su nombre.

TaeHyung entendía su reacción, si los clanes estaban juntos era descortés desaparecer sin avisar. Realmente comprendía esa basura diplomática y en cierto punto, jerárquica. Pero al mismo tiempo la hallaba ridícula y exasperante. Y en todo caso, si bien JungKook no era rey aún, era príncipe de un primer clan por lo que, no tenía porqué explicar a dónde iba. Era descortés no hacerlo, pero tampoco estaba obligado a ello como él.

TaeHyung se disculpó con los reyes de Seúl y luego de un par de palabras cruzadas, los vio encaminarse hacia un auto recién aparecido y que claramente pertenecía a la familia Jeon.

Sonrió una última vez hacia su prometido y se excusó con sus padres, recordándoles que debía practicar un poco de piano. JiHee debía de estar esperando por él en su estudio. Pero en vez de encaminarse hacia éste, corrió escaleras arriba hacia su habitación. Colocó la flor en su escritorio y encendió su portátil.

Seguía curioso por el significado de la flor y tan pronto indagó por el mismo en internet, su cabeza colapsó. Y si JungKook esperaba que eso sucediera con él al no decirle directamente y de sus mismos labios, qué significaba una dalia, lo consiguió.

Porque aparte de colapsar por el significado de la bonita flor, su mente se volvió un caos completo al llenarse de dudas que requerían de una explicación pero quien se supone, debía de dárselas, no se encontraba allí y hacía un par de minutos se había ido.

«Aparte de ser una flor digna de etiquetarse como elegante y de ver exótico. Las dalias llevan consigo un significado encantador y capaz de hacer que cualquier corazón se derrita al conocerlo. Porque no hay forma más idílica de agradecer que obsequiando un ramo de brillantes dalias. Con las violetas se puede expresar aquel amor que crece día con día, a pasos de pingüinos, tal vez. Pero la lentitud de estos no debe eclipsar su autenticidad o firmeza. Un amor lento pero leal»

«Ese bastardo», pensó TaeHyung al sentir la intriga fisurar su capacidad resolutiva. Se frustró y sus mejillas se calentaron tan pronto su mirada cayó en la delicada flor.

«Tan pronto nos volvamos a ver, haré que me escuches Jeon JungKook»


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