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Ꜥꜥֶָ֢🏰ֶָ֢۫݊˒𐙚 capítulo 12

— No sabía que su voz fuera así de agradable, príncipe.

«Mierda, mierda, mierda». El aludido se llevó una mano a su pecho y sintió como su joven corazón se detenía por unos pocos segundos. Resopló y cuando su agitación pasó, se apresuró en levantar su rostro del suelo y clavar sus ojos en quien le hubiera interrumpido de aquella forma inapropiada y ciertamente descortés.

Y si pensaba hacer saber de su descontento, tardó. Su boca se mantuvo abierta por mucho tiempo, dando una imagen cómica y tal vez exagerada de su repentino asombro. El hombre de pie ante él, sonrió más grande y sus ojos café brillaron burlescos.

— Es extraño encontrarlo por aquí y en el suelo. Teniendo allí un banco el cual ocupar.

JiMin sintió sus mejillas calentarse y desvió su mirada hacia el banco de piedra que había a su espalda. A siete pasos de distancia para ser más específicos. Y al darse cuenta de que aún seguía sentado sobre la hierba de su patio, se apresuró en levantarse.

— El césped suele serme más cómodo — Explicó sin tener que hacerlo y el pelinegro asintió con lo que parecía ser comprensión — Espero no sonar grosero pero, ¿qué hace por aquí?

— Verificando los alrededores — Respondió con simpleza.

JiMin ladeó su rostro con evidente confusión — ¿Comenzarás a trabajar aquí?

Y su pregunta debió ser estúpida o realmente divertida porque el pelinegro no hizo intento alguno de contener su risa. Sus ojos se entrecerraron con la acción y segundos después, el hombre cubrió su boca con su mano izquierda. Empleando su diestra para negar su inocente pregunta.

— Lo siento — Murmuró cuando pareció serenarse lo suficiente como para hablar — El heredero de Seúl se encuentra hablando con su padre y no es que dudemos de su seguridad o de su personal, pero es nuestro trabajo revisar.

JiMin abrió su boca y pronunció un avergonzado y alargado «ah».

— ¿Entonces no trabajarás para nosotros?

— No, estoy cómodo con mi actual jefe.

El chico asintió varias veces y en su mente agradeció que el tipo le hubiera seguido hilo. Cuando se encontraba avergonzado tendía a bromear y decir disparates que pretendían ser chistosos pero no los eran. Era su forma de lidiar con su propia incomodidad. Aunque pocas veces fuera un método efectivo y la veces restantes sólo arraigara dicho sentimiento.

Él lo sabía pero aún así lo seguía haciendo. Una costumbre que debía eliminar, a su padre no le gustaba y éste insistía en que su uso aludía a personas torpes y de bajo intelecto. Discutible desde su joven perspectiva, puesto a que estaba seguro de no poseer un intelecto bajo.

— Puedes considerarlo si quieres cambiar de aires — Murmuró con neutralidad inestable.

YoonGi enarcó una ceja con sutileza pero al final asintió — Lo haré, gracias.

— Entonces, dijiste... dijo que su alteza se encontraba hablando con mi padre, ¿cierto?

JiMin tenía que recordarse constantemente las formalidades, no todas puesto a que algunas eran innatas en él. Pero admitía que a la hora de dirigirse a ciertas personas, olvida el título de éstas o el propio y terminaba siendo un tanto informal y descortés. Su madre ya le había hablado al respecto y que naturalmente se equivocaría un par de veces. Estaba bien, aún era un "principiante". Aún así debía ser más cuidadoso.

Y él lo intentaba, sinceramente lo hacía. Pero con algunas personas se sentía extrañamente cómodo y lo olvidaba. El tipo frente a él y el príncipe de Incheon eran un perfecto ejemplo de esto.

— Así es, pero no de asuntos maritales si es lo que cree.

JiMin tuvo que esforzarse por no chillar como un desquiciado. No es que el futuro heredero de Seúl fuera un monstruo, ya sea en tratos o en apariencias. Porque no lo era. Si le permitían ser honesto, tenía cierto atractivo pero no es lo que él consideraría un hombre encantador. Era bastante indiferente y aunque hubieran interactuado un par de limitadas veces, el hombre iba a lo que iba. Era correcto y sus modales parecían estar bien puestos, pero no lucía como alguien con quien se pudiera bromear y la seriedad en su rostro no resultaba entrañable tampoco.

Además, él sólo tenía diecinueve años y hasta el momento no había pensado en comprometerse con nadie. No es un asunto que le llamara la atención y se creía demasiado joven para ello.

— Sólo estaba curioso, nada más — Respondió al sacudir su mano con desinterés genuino — El matrimonio no llama a mi interés y sin afán de ofender, su futuro rey no es alguien con quien me casaría. Considero que su unión con el príncipe de Incheon es perfecta tal cual.

Y lo último no era mentira, le gustaba como esos dos se veían juntos. Aunque pocas veces los hubiera visto de esa forma. La diferencia entre sus alturas era encantadora y el contraste de sus apariencias ¿agradable?. No sabía qué palabra emplear pero eso era lo de menos, reiterando: se veían lindos juntos.

— ¿Perfecta? — YoonGi no parecía estarle preguntando a él, sino que parecía estar evaluando dicha palabra — No sé cuán de acuerdo estoy con usted, príncipe.

JiMin no comprendió y fue obvio en su expresión.

— ¿Prefería a alguien más como consorte de su alteza?

— No realmente.

El más alto no se veía dispuesto a decir más y JiMin se recordó que insistir no estaría bien. Podría pensar que era alguien chismoso y no lo era. Al menos él no se concebía de tal forma.

— Ya veo. Entonces... ¿cuántos años tiene?

Claramente el chico no era bueno para crear conversaciones y mucho menos cuando la anterior parecía haber acabado de improvisto. Tenía que trabajar en ello, se dijo en su mente y de manera fugaz.

— ¿Cuántos años tiene quién?

YoonGi no parecía estar eludiendo la pregunta, al contrario. La mueca confusa en su rostro era sincera.

— Usted — Aclaró de inmediato — La primera y única vez que te pregunté fuiste misterioso al responder.

El príncipe de Busan quiso golpear su frente. Pero para excusarse, él ya había dicho que la presencia del tipo le generaba comodidad. Y volviendo a saltar en su propia defensa, la primera vez que trataron, ambos habían sido informales con el otro. Incluso cuando YoonGi admitió saber quién era.

— Lo siento.

El pelinegro meneó su cabeza con suavidad.

— No me molesta, descuida — Aseguró en un tono amable y una sonrisa ligera — Con respecto a tu pregunta, ¿cuántos años crees que tengo?

Era claramente mayor, y no lo decía por su altura. Su rostro seguía teniendo algunos matices de juventud palpable, por lo que no podía tener treinta años. De ninguna manera podía tenerlos. Y si ignoraba sus rasgos aniñados por un segundo y tomaba en cuenta que era guardaespaldas, tenía que estar en sus veinte. Era obvio de hecho. Pero tampoco sabía cuánto llevaba ejerciendo dicho oficio.

Habían muchas cosas que considerar y él no era bueno adivinando.

«¿Por qué tanto misterio al respecto?», JiMin frunció su ceño hasta que sus arrugas parecieron no tener fin. «Tal vez luce joven pero tiene más de treinta»

Y su mueca horrorizada debió ser realmente divertida, porque la risa de su contraparte no se hizo esperar.

— Supongo por tu expresión que estás pensando de más.

— Es inevitable — Farfulló al encogerse de hombros y desviar su mirada unos segundos — Y creo que tienes... ¿Veinticuatro años?

YoonGi negó con una sutil sonrisa en sus labios — No estuvo mal pero de hecho tengo Veintisiete años.

JiMin no se molestó en ocultar su sorpresa, simplemente dejó que sus ojos se expandieran tanto como quisieran y que sus labios se separaran de igual forma.

— Siendo sincero, no aparentas esa edad.

— Lo sé, ¿debería sentirme ofendido?

El más joven negó con rapidez aunque supiera que el alto estuviera bromeando.

— Es un cumplido... Creo — Pronunció con duda, rascando su nuca y bajando la mirada. Avergonzado sin un motivo realmente válido — Ahora entiendo a qué te referías cuando dijiste que tenías los años suficientes. Eres todo un adulto.

— Lo soy.

JungKook miró su reloj varias veces y resopló un par de veces más. Estaba cansado y hablar con el rey de Busan fue más extenuante de lo que anticipó. Su madre tenía que aprender lo que era la compasión o él terminaría muriendo por todo el estrés que le provocaba innecesariamente.

Sería rey en un par de años, si su madre no decidía abdicar antes de tiempo, claro. Se había hecho a la idea antes de que siquiera conociera el significado de la palabra «abdicar», y era realmente joven cuando lo aprendió. Aún así, dicha realidad comenzaba a serle cada vez más sofocante. Y en algún momento de tierna ingenuidad creyó que sería liberador.

«Una mierda»

JungKook se mordió la lengua para evitar maldecir a sus familiares y por quién sabe qué vez, le dirigió una mirada a su reloj. Quería irse pero YoonGi no aparecía, y cuando se encontró listo para maldecirlo en voz alta, éste apareció por un lateral de la mansión de los Park. Su enojo quedó en un segundo plano y fue sustituido por la curiosidad casi de inmediato.

— ¿Tienes debilidad por los príncipes?

Fue lo primero que preguntó apenas el pelinegro se encontró frente a él disculpándose por su tardanza. El ceño de su contraparte se arrugó, evidentemente sin entender a qué se refería.

— TaeHyung y el hijo de los Park — Murmuró como si no fuera obvio — Parecen agradarte.

YoonGi rodó sus ojos — No tengo ninguna "debilidad" por los príncipes. Eso en primero lugar — Aseguró con exagerado énfasis — Segundo, tu prometido no me parece malo. Y tercero, apenas crucé un par de palabras con JiMin.

— ¿JiMin? — Inquirió con una ceja enarcada — Le llevas ocho años.

— Insistió en que lo llamara por su nombre.

— No está presente.

El pelinegro bufó — Yo no soy quien le tiene manía a la edad aquí, ese eres tú — Recordó con simpleza, ganándose una mala mirada del azabache — No te juzgo, lo sabes.

— No lo decía por eso — Masculló entre dientes — Me refería al hecho de que le llevas ocho años y sus padres son tradicionales.

— ¿Más tradicionales que tú? — JungKook se tensó y YoonGi supo que su broma fue desatinada. Su amigo ni siquiera era tradicional, no del todo — Lo siento. Honestamente creo que es lindo pero no tengo segundas intenciones con él, sólo soy amable.

— Le interesas.

Aseguró al ingresar al auto, su amigo no tardó e ingresó también. Colocándose a su lado.

— No estoy de acuerdo — Replicó luego de pensar en ello — Creo que le agrado y por alguna extraña razón le gusta hablar conmigo pero eso es todo.

— Claro, cómo prefieras — Farfulló el futuro rey en respuesta, sacudiendo su mano con indiferencia — De todos modos no funcionaría.

YoonGi rodó sus ojos por segunda vez, su amigo a veces veía cosas donde no había nada y donde debería de estar viendo, pasaba de largo.

— Lo sé.

YoonGi sabía reconocer cuando JungKook tenía razón y en ese preciso momento, la tenía. Suponiendo que el pequeño príncipe de Busan tuviera algún tipo de interés romántico en él y que por azares del destino, le correspondiera y lo encontrara algo más que lindo, lo suyo no funcionaría.

JiMin era menor de edad y la brecha entre ellos era de casi una década, para algunas personas - él incluido - y algunas culturas, podría no significar mucho. Pero para su preciada Corea era demasiado. Moralmente inaceptable también. Una relación de tal índole no estaba bien vista en su país, era cuestionable e inapropiada. Y hablando de asuntos legales, como que de eso no tenía nada. De ir más allá de lo concebido como casto, él podría ir preso. Además, JiMin era un príncipe, podría no ser relevante pero lo era. Tenía una imagen que cuidar, no sólo por él mismo y su título, sino por Busan también. Si hipotéticamente empezaban una relación, ambos estarían dentro de una tormenta constantemente.

YoonGi recordaba que, cuando la reina anunció el compromiso de JungKook y TaeHyung a la prensa, todos enloquecieron. Algunos no se lo esperaban y otros sí, la reina era un tanto predecible. Pero el punto no era ese. La noticia círculo por todos los medios asiáticos posibles y no pasaron ni cuatro días cuando al futuro rey de Seúl se lo tachó de un sin fin de cosas diferentes que él prefería no haber leído nunca.

Claramente habían más parejas reales compuestas por personas del mismo sexo alrededor del mundo, pero ellos serían la primera pareja de "ese tipo" en Corea. El repudio de los medios más tradicionales no tardó en aparecer, hablando de ellos todo el tiempo. Indignados. En las redes sociales sólo habían quejas y comentarios ofensivos. Y él entendía que su sociedad era conservadora y de ideas estrechas, lo entendía muy bien de hecho. Pero que fueron muy extremistas al respecto, lo fueron. Nunca había visto a JungKook tan amargado y harto de todo como en ese tiempo lo estuvo. Y el hecho de que su amigo tuviera que encargarse de toda la situación por cuenta propia y de manera constante, fue impresionante y duro de ver.

Al día de hoy, su sociedad no había cambiado mucho y eso que transcurrieron tres largos años. ¿Habían personas de mentalidad abierta?, por supuesto y bastantes. Pero los comentarios rudos y groseros seguían existiendo, como seguía sin existir una aceptación completa para quienes serían los futuros reyes de Seúl. Un gran porcentaje de la población realmente aborrecía esa inminente realidad. Aunque fuera por un bien mayor, no les importaba.

Y volviendo con la situación hipotética anteriormente planteada, si JiMin y él mantuvieran una relación, ésta no sería más que controversial y probablemente no sobreviviría.

Pero claro, eso nunca sucedería porque como ya dijo, todo era hipotético y no habían sentimientos, ni de su parte ni de la contraria.

— ¿En qué tanto piensas? — Preguntó su amigo con curiosidad, viéndole con una ceja en alto.

— Que la realeza apesta y no es como en las películas.

JungKook le sonrió con socarronería — Nada es como en las películas, YoonGi.

— Ni que lo digas.


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