Ꜥꜥֶָ֢🏰ֶָ֢۫݊˒𐙚 capítulo 23
— No me agrada ese hombre.
JiMin evitó enarcar una ceja y miró a las figuras que se alejaban de ellos, prestando especial interés en el hombre más alto y que portaba gafas oscuras cubriendo sus ojos. Observó a YoonGi abrirle la puerta al príncipe heredero como lo vio esperar porque éste se encontrara dentro, para cerrársela.
Se recordó que su padre estaba a su lado, pero sus ojos se mantuvieron anclados al hombre, incluso cuando éste se encaminó al asiento de copiloto y antes de ingresar por completo, alzó su cabeza con ligereza. Viendo en su dirección, asintió a modo despedida y quizás sus ojos le estaban mintiendo y su visión fallando, pero él creyó ver sus labios curvándose en una sonrisa discreta.
— ¿El futuro sucesor de la corona?
El rubio prefirió hacerse el tonto y fingir que no sabía quién, en específico, no le agradaba a su padre. Porque siendo él justo, el futuro rey de Seúl, no le agradaba tampoco.
— No sé quién te haya comentado que hacerte el tonto era una actitud linda de portar, pero no lo es. En absoluto — Replicó sin ningún tono en especial en su voz. No lo necesitaba. Su mirada era lo suficientemente reprobatoria como para necesitar demás.
— No era mi intención ofenderlo.
El hombre mayor profirió un sonido desde su garganta, dejando a la vista el escepticismo que sus palabras le generaban. Y como era de esperarse, no le quedó más opción que realizar una reverencia significativa.
— Lo siento — Sus palabras expresaron el arrepentimiento necesario porque su padre pareció convencido y la dureza en sus ojos se aligeró, lo justo.
— Simplemente no encuentro gracioso que esté rondándote.
De tener la liberta de hacerlo, JiMin habría reído. Pero no la tenía y apreciaba su vida lo suficiente e incluso más. Porque siendo objetivo, era él quien giraba entorno al alto cuando éste no estaba ocupado recorriendo los perímetros de su casa o manteniendo conversaciones con otros miembros que integraban el equipo de seguridad de su casa.
— Sólo es amistoso — Excusó sin mucho esfuerzo. El hombre a su lado no le creyó.
— Demasiado para mi gusto.
En su mente, no concordó. YoonGi era lo suficientemente amistoso para él, le platicaba sobre algunas cuestiones banales de su trabajo, pero sin ser demasiado específico o detallista en nada. Le regalaba un par de sonrisas sin mucho esfuerzo y su actitud cortés seguía estando presente incluso cuando, supuestamente se trataban como si fueran dos buenos conocidos sin ninguna diferencia o etiqueta de por medio. Su humor era fácil de llevar pero aún así, ese era todo.
Su padre estaba viendo cosas que no existían.
— Puedo asegurarle que no es así — Insistió con mayor convicción, volteándose a verle con lo que él esperaba, fuera determinación en sus palabras — Su actitud no es más que cordial y sus intenciones, amistosas.
— Ya veo — Dijo el rey con una mirada evaluadora, persistentemente fija en su rostro — Espero que, esa destacable sensatez se mantenga de la misma forma que espero que, sus intenciones no muten y se mantengan amistosas.
— Estoy seguro que así será.
— Me refería a ti, hijo mío.
JiMin parpadeó un par de veces y vio al hombre darle una última mirada antes de volver al interior de su casa.
Sus labios se apretaron entre sí, ligeramente disconformes con la advertencia recibida. A pesar del sentimiento, no había mucho que pudiera hacer más que aceptarlo y a la fuerza, sepultarlo en algún rincón de su interior donde sea menos perceptible y amargo.
Siendo totalmente sincero consigo mismo, JiMin se preguntó qué demonios esperaba que resultara de toda esa situación. Es decir, tenía que aceptar su realidad y resignarse. YoonGi no podía ser para él nada más que un crush secreto. Un flechazo profundo pero inalcanzable.
No se concretaría nunca ni de ninguna forma.
Su padre preferiría conseguir algún otro chico al cual poder considerar el sucesor de su linaje, a permitir que él tenga lo qué sea con el hombre. Y era una mierda, pero cierto. Su padre era un conservador de mucho cuidado, y lastimosamente para él, tenía planeada parte de su vida. Y en esos planes incluía sus expectativas por que se casara con alguna lady de buena familia o una futura princesa heredera. Y siendo franco, el protocolo podría otorgarle cierta libertad para elegir con quién estar, pero eso dependía de si antes era aprobado por el monarca correspondiente.
Y él no tendría el visto bueno de su padre nunca. No pasaría. El hombre era obtuso como muchos aún lo eran.
Lo más sensato era ignorarlo todo y resignarse, después de todo, tenía el consuelo de que los flechazos nunca duraban demasiado tiempo y en algún momento, conocerá a alguien que se adapte a las expectativas de su padre.
Las cuales no eran muchas: tenía que ser mujer, claramente. Princesa o lady, no era muy relevante, pero cuanto más superior el título, mejor. Eso era obvio también, su padre no mantenía sus pensamientos para sí, era imprudente y prefería expresarlo todo con una franqueza poco admirable.
Su realidad actual era desalentadora pero no podía hacer mucho al respecto, pertenecía a una tercer familia y sus oportunidades distaban mucho de otras familias un escalón por sobre él o incluso dos, como lo sería el sucesor de una primer familia.
Además, tenía la retorcida fortuna de que su flechazo fuera unilateral. De ser correspondido, la catástrofe sería descomunal y los engulliría a todos por igual. Lo que resultaría en un desastre.
— ¿Puedo tomarme el atrevimiento de preguntar algo?
TaeHyung dejó de prestarle atención a la película que se proyectaba en la pantalla de la portátil de su amiga, y volteó su rostro para fijarse en ella.
— Seguro.
— Sólo es curiosidad.
Enarcando una ceja, el más joven optó por enderezar su postura sobre la cama impropia. Cruzando sus piernas y decidiendo que lo correcto sería pausar la película, el ruido de acción del fondo lo distraía y la advertencia suave de la castaña, captó aún más su atención.
Presintiendo que tal vez, sería una charla seria la que querría tener con él.
— Suéltalo — Dijo sin más — Sabes que puedes hacerlo, ¿qué te preocupa?
La chica sonrió en un gesto vago.
— No es que me preocupe como tal, simplemente quiero quitarme esa espina dudosa de la cabeza y ya.
Comprendiendo, él asintió.
— Entonces hazlo. Adelante.
Mi-Sun asintió, pareciendo animarse a sí misma, lo que TaeHyung encontró lindo. La chica tenía sus peculiaridades, pero a pesar de eso, era encantadora.
— No considero que sea pertinente pero teniendo en cuenta que somos amigos, lo es de alguna forma — Comenzó diciendo, disculpándose de antemano. Eso supuso él — Yo sólo... ya sabes, sobre JungKook.
— ¿Qué sucedió con él? — Preguntó con su rostro inclinándose, sintiéndose confundido por el nombrar repentino de su prometido.
— Nunca me dijiste qué decisión habías tomado.
«Oh», su mente se iluminó al igual que su expresión lo hizo. Comprendiendo las indecisas palabras de su contraria. Se percató también que no había hablado de eso con ella, pero siendo franco, creía que ella lo deduciría por su cuenta. Además, ¿tenía siquiera que decírselo?
Ella le había sugerido de la idea, en un consejo serio y honesto de su parte. Sí. Eran amigos también y el azabache su hermano, pero seguía dudoso con respecto a cuánto, le concernía a la castaña saber.
Sus años de amistad habían sido agradables y según su opinión personal, era sólidos actualmente. Y a pesar de sentir un intenso y sincero aprecio por ella, y por la cercanía que compartían, no estaba convencido de que debieran compartirlo todo.
Su titubeó era notorio, no porque estuviera evadiendo la pregunta y no quisiera responderla, en parte al menos. Sino porqué se encontraba considera qué decir y qué no.
Y como siempre, Mi-Sun lo notó.
— ¿Sigues indeciso? — Quiso saber, dándole una mirada entrecerrada y expectante.
Relamiéndose sus labios, negó.
— Tomé una de hecho.
Sorprendida, la princesa expandió sus ojos unos segundos.
— ¿En serio?
— Por supuesto, no podía simplemente comentarle de ello y dejarlo en el aire. No dándole una respuesta adecuada — Musitó en un suspiro, aunque en algún punto le pareció buena idea. En aquel punto donde su cabeza estaba abarrotada de pensamientos que no le llevaban a ningún — Aparte de recibir una idea poco ortodoxa de SukJun, seguí tus repetitivos consejos. Paciencia.
Ladeando su rostro, la chica le miró confundida.
— ¿Paciencia?
— Paciencia — Repitió con calma — Tú lo dijiste, con JungKook se necesita de paciencia.
«Y comprensión», agregó en su mente. Ignorando otros motivos que se negaría a pronunciar en voz alta. De momento y para con nadie. Él los conocía y no tenía porqué precipitarse y soltarlos. Así estaba bien.
Él estaba bien manejando esos tiempos.
— ¿Significa que sigues adelante con tu compromiso? — Sosegado, asintió en respuesta — ¿Hablas en serio? — La incredulidad en su tono no fue desapercibida — ¿Totalmente en serio? — Insistió ante su segundo asentimiento.
Frunciendo su ceño, volvió a asentir.
— ¿Cuál es el problema?
Mi-Sun pareció nerviosa y le sonrió. Sonrisa que no duró.
— No es que haya uno — Pronunció con ligereza — Sólo quiero saber si estás convencido... es JungKook de quien hablamos, ¿lo sabes?
— Sé con quién estoy comprometido.
Su amiga estiró sus labios en una sonrisa irónica, deslizando su mirada fuera de él y centrándola en cualquier lugar al azar.
— ¿Lo estás? — Inquirió en un tono bajo y mordaz que no pudo simular — Cuando eras un niño te hiciste una imagen de él, ni siquiera le habías dirigido la palabra y consideraste que era buena idea casarte con él. Ya te lo dije, quiero estar segura — Prosiguió con un encogimiento de hombros vago — Me preocupo.
— ¿Podemos olvidar mi yo de hace nueve años, por favor?
— No se puede olvidar algo que sucedió, amigo mío.
TaeHyung rodó sus ojos.
— Era joven y tuve una especie de flechazo exagerado, lo acepto. Fui impulsivo también, me disculpo — Expresó con irritación ligera — Pero actualmente, estoy convencido de casarme con JungKook.
— ¿Por qué?
— Ya te lo dije, se siente correcto y ya. No hay más.
Mi-Sun enarcó una ceja.
— ¿Seguro? — Aunque se sonrojó, el más joven asintió. Negándose a decir más — ¿Pero qué sucede si se las vuelve tomar contra ti?, como te recuerdo, usualmente hace.
— Él está trabajando en eso.
— ¿Y te fías de su palabra? — Inquirió casi con burla, o así él lo sentía — ¿Cuántas veces se ha disculpado contigo, diciéndote que en serio se arrepentía de sus arrebatos? — Presionó con su mirada recorriendo los alrededores de su habitación — Piensa en ello.
— No necesito hacerlo.
Mi-Sun resopló y sacudió su cabeza, reprobatoria.
— Sigues aferrado a tus sentimientos por él, eso no te llevará a nada bueno.
TaeHyung arrugó su entrecejo con intensidad.
— ¿No eras tú quien persistía en que le diera una oportunidad?
— Veía por él ahora lo hago por ti, es JungKook después de todo — Pronunció con un encogimiento de hombros desganado.
— No lo digas de esa manera — Pidió entre dientes, ganándose una mirada de absoluta incomprensión — Como si no tuviera reparo. Lo haces sonar como si fuera el problema.
— ¿Y no lo es?
TaeHyung ancló sus ojos a los de su contraparte, percatándose de que no era, verdaderamente observador. Mi-Sun tenía sus ojos en él pero no le veía. Parecían desenfocados, aparte de indiferentes. Estaban algo cristalizados y la ligera irritación en ellos relució.
— ¿Resfriaste? — Quiso saber de inmediato.
— No, estoy bien — Aseguró en un bufido, cruzando sus brazos y desviando la mirada — No evadas la pregunta.
— No me corresponde a mí exponer su intimidad. Y no, no considero que lo sea — Aseveró en un resoplido, crispado por la actitud inesperada de su amiga — ¿Discutieron?
— No.
— ¿Entonces por qué esa actitud?
La chica enarcó una ceja.
— ¿Qué actitud?
— Suenas reacia a la idea de que me case con tu adorado hermano mayor.
— No, encuentro insólito el que lo hayas elegido — Contestó con lo que, fácilmente podía atribuirse como amargura — Teniendo en cuenta cómo te trató....
— Es algo pasado.
— ¿Por cuánto tiempo?
«Bien, suficiente». TaeHyung había tenido suficiente de todo ese cuestionamiento salido de él no sabe dónde. Si Mi-Sun había tenido alguna disputa con JungKook, que lo resolviera sin involucrarlo.
Asuntos entre hermanos, eran asuntos entre hermanos. Él allí no tenía nada qué opinar aunque pareciera que sí.
— Mejor dejemos el tema de lado — Farfulló evidente crispación, pasando una mano por entre sus cabellos — Tú opinión no es ecuánime y la mía tampoco. No hay porqué discutir por esto.
— Sólo externo mi preocupación, nada más. No lo tomes a mal.
Y para su sorpresa, se lo estaba tomando más que mal. Fatal de hecho. Se sentía indignado por estar siendo cuestionado por quien nunca, lo había cuestionado antes. Ligeramente irritado por la postura de la castaña aunque la comprendiera de alguna forma, no completa, pero lo hacía. Preocupación era preocupación al final del día y ellos eran buenos amigos.
Y admitía también, estar exasperado por lo dispuesta que se veía la princesa en despotricar contra el azabache en nombre de su preocupación.
El tipo no había sido bueno con él, mucho menos un caballero. Lo sabía mejor que nadie. Sus actitudes no eran dignas de imitar, muchas de ellas le habían dolido más de lo que hubiera preferido. Pero firmemente, se estaba redimiendo de ellas.
Mi-Sun no podía martirizarlo y ciertamente, él tampoco.
Él no era un santo, mucho menos perfecto y constantemente pecaba desacertando con suposiciones precipitadas que, en primer lugar no debió concluir. Presionaba y tomaba bandos. Veía blanco o negro, cuando la vida tenía más matices de los que detenía a considerar. Siempre habiendo tonalidades grises que prefería ignorar.
Lo que estaba mal.
— Lo que agradezco, pero permitiéndome ser franco, lo siento invasivo — Replicó luego de un prolongado suspiro — Estás cruzando un límite que preferiría, no cruzaras.
La mayor arrugó su nariz con molestia, llevando su dedo corazón a unas de sus fosas. Tanteando la misma superficialmente. Su rostro crispándose por unos segundos.
— ¿Estás bien?
— Sí, sólo una pequeña molestia — Aseguró con neutralidad, realizando un ademán desinteresado — Quizás otra mosca encontró agradable habitar mi nariz.
— No sería la primera.
— Lo sé — Musitó con su mirada perdida en ningún lado — ¿Sabes que estás tomando un bando, cierto?
Suspirando con pesadez, TaeHyung decidió levantarse del lugar que ocupaba. Realmente no estaba tomando un bando, pero no discutiría sobre eso. Como dijo: había tenido suficiente.
— Será mejor que vuelva a casa, se está haciendo tarde. Otro día podríamos terminar la película.
— Son apenas las siete.
— Es un viaje largo — Murmuró al encogerse de hombros. Colocándose sus zapatillas — Deberías descansar, la pantalla irritó tu vista.
— No te enfades conmigo, es preocupación.
El chico asintió.
— Y por la paz me iré, no te olvides descansar.
Mi-Sun le miró marchar sin objetar nada, lo que agradeció. Tampoco parecía interesada en hacerlo, lo que optó por ignorar.
Su tarde de relajación terminó siendo lo contrario a cómo usualmente era. Resopló ante eso y saludó al personal con el cual se topó de camino a la salida. La brisa de la tarde golpeó su rostro y por una razón totalmente ajena, ardieron.
JungKook se encontraba en la entrada hablando por móvil, parecía importante aunque la conversación al otro lado no duró más que un par de palabras cruzadas a las que no le prestó atención. Su mente detuvo cualquier funcionamiento y le recordó que la última vez que lo vio fue hace tres días y cuando sus cálculos erraron como pocas veces lo hacían.
— Hey.
— Hola — Devolvió el hombre una vez guardó su móvil — ¿Estás bien? — Cuestionó con su rostro ladeado.
— Seguro, un poco cansado siendo sincero.
JungKook se atrevió a etiquetar esa respuesta como una verdad a medias.
— Puedo notarlo — Susurró en concordancia — ¿Ibas a casa? — TaeHyung asintió con lentitud y cierta exageración — ¿No deberías llamar a tu chófer para eso?
El chico abrió sus ojos con sorpresa ante su despiste y él sonrió por el mismo.
— Le diré a Shin que te lleve.
— Pero...
Levantando una mano, pidió por su silencio.
— Llegarás justo para la cena, no tienes porqué negarte — Pronunció con sutileza, volviendo a sacar su móvil de su bolsillo — Te beneficia, no tienes porqué ser modesto al respecto.
Rodando sus ojos, el chico cruzó sus brazos.
— No quiero molestarlo.
— Es su trabajo, TaeHyung.
El susodicho chasqueó su lengua pero no dijo más, lo que el azabache agradeció. Y para cuando Shin apareció, se tomó la acentuada costumbre de acompañarlo hasta su vehículo.
— Buen viaje.
— Como siempre, su alteza. Siendo todo un caballero — Comentó con sarcasmo evidente, por haberlo acompañado y abierto la puerta.
En algún otro momento, habría resoplado por su burla, pero actualmente prefería poner sus ojos en blanco y dejarlo pasar. Fingiendo que no le divertía.
Y siguiendo su juego, curvó sus labios en una sonrisa lobuna. Una en la que el príncipe de Incheon, definitivamente reparó.
— No realmente, considero que no puedo ser indiferente para con mi consorte, ¿cierto?
Su comentario hizo efecto y como anticipaba, TaeHyung se abochornó. Sorpresivamente y sin esperarlo, el chico estiró su brazo y le proporcionó un ligero puñetazo en su costado izquierdo.
— No hagas insinuaciones de ese tipo — Advirtió al apuntarlo, groseramente con su dedo índice — Buenas noches.
Y apenas parpadeó un par de veces para alejar el anterior asombro, cuando estuvo siendo atacado por otro.
TaeHyung simplemente tiró de su brazo y lo obligó a inclinarse, porque si bien el hombre más joven no era excesivamente bajo y siendo justo, poseía una estatura promedio. Era verdad también que si lo comparaba consigo mismo, era bajo. Y la realidad, es que lo sobrepasaba por poco más de una cabeza.
La diferencia entre sus alturas era notoria y no podía negarse. Como tampoco podía negarse que le agradó el beso que recibió en su mejilla, a modo de despedida.
Vio su auto marchar y se encaminó de regreso a la casa, sacudiendo su cabeza para despabilarse. Lo que funcionó para que se percatara de una silueta que no habia notado. Mi-Sun estaba de brazos cruzados, apoyada en el marco de la puerta en una postura supuesta relajada e indiferente.
— ¿Algo que quieras comentar?
— No puedes arrebatarme la atención de mi amigo, así como así — Masculló entre dientes.
Rodando sus ojos, el hombre bufó.
— Seamos claros, no te estoy robando nada. Y segundo, como bien dijiste, sólo quieres su atención completa.
— Ni siquiera sé en qué momento escaló en tu lista de prioridades.
— Dios, eres una princesa. ¿Qué esa actitud infantil? — Pronunció con exasperación — Ni siquiera debo compartir nada con... — Deteniendo sus palabras, JungKook vio mejor a su hermana. Su expresión no tardando en crisparse — Creí haberte dicho que lo dejaras, Mi-Sun.
— ¿De qué estás hablando? ¡Oye, ¿qué estás haciendo?!
Ignorando sus quejas y protestas, coló sus manos en los bolsillos del saco que la castaña portaba en ese instante. Su mandíbula se tensó al igual que los músculos de su espalda, enfurecido con su familiar hallazgo.
— Pensé que la experiencia te había hecho precavida, además de sensata — Profirió sin contenerse en lo más mínimo — Pero creo que estimé tus capacidades de más. Por esta y otras razones no te cedería mi cargo nunca — Aseveró con rudeza, sacudiendo los dos envoltorios en su rostro — Eres un desastre y totalmente incompetente.
— ¡Tú ni siquiera lo quieres! — Farfulló al poner distancia entre ellos mediante un empujón que poco le agradó.
JungKook se enderezó en la virtud de su altura y le dirigió su más severa mirada.
— Pero soy digno de merecerlo y naturalmente me pertenece. Declinar mi ascendencia a la corona para complacer tu narcisismo y afán por atención, es una decisión que nunca consideraría. Llevarías nuestro clan a la mierda.
— ¿Cómo te...?
— Ya no eres una niña, Mi-Sun — Recordó en un volumen más ligero pero con la aspereza aún en él — Si quieres atención, lleva a cabo acciones dignas de ella. No la busques tan desesperadamente — Aconsejó con seques — Ve a terapia y deja tus malas actitudes. Ya no me haré cargo de tu basura, ¿entendido?
— Oh vamos, ambos sabemos que no es cierto.
JungKook chasqueó su lengua, evitando mostrar algún ápice de amargura. Esa chica alguna vez había sido su más preciado tesoro.
— Ya te lo dije una vez, sigue cruzando mis límites y tus mierdas estarán en todas las planas posibles y tendrás la atención de todo el mundo como tanto anhelas.
No esperó a que ella dijera nada, no tenía nada importante que decirle tampoco. Ingresó a la casa y se encaminó escaleras arriba, tiraría por el desagüe lo encontrado y procuraría dar vuelta cada rincón de la jodida habitación de la castaña para quitarse de dudas. Con ella nunca se estaba seguro de nada.
Con el tiempo había adquirido la experiencia suficiente como para desconfiar de ella.
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