Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Ꜥꜥֶָ֢🏰ֶָ֢۫݊˒𐙚 capítulo 18

— ¿Cómo están yendo tus conversaciones con el rey Eiji?

— Bien.

— ¿Has solucionado algo?

— Llegamos a un pequeño acuerdo — Respondió JungKook en un suspiro, luego de pensar en todas las palabras que había intercambiado con el monarca nipón — Accedió a no cobrar impuestos de más a aquellos coreanos que compren autos en su país y decidan trasladarlos de regreso a Corea.

JungKook oyó más que vio a su madre dejar su taza de té sobre la pequeña mesa de cristal frente a ella. El azabache dejó de pasar páginas al percatarse de esto y de qué significaba: una disputa se avecinaba.

— ¿Es todo lo que conseguiste? — Un tono de voz calmo que estaba lejos de ser amable. Todo lo contrario, había incredulidad y exasperación entremezclados.

— Teniendo en cuenta que sus consejeros gustaban de hacerlo ir sobre temas irrelevantes, sí. Es todo lo que conseguí, su majestad.

— ¿Y qué sucede con nuestro convenio económico?

— No existe — Respondió con supuesta indiferencia, continuando el pasar de hojas — No tenemos lazos que avalen un favorecimiento económico de ambas partes.

— ¿Y no has insistido por crear uno?

— La tensión entre ambos países no puede ignorarse, su gente siente rechazo por la nuestra y viceversa. Agradezca a la guerra — Comentó con más sarcasmo del esperado. Obtuvo una mirada crítica de su progenitora pero prefirió fingir que no la sentía quemando la parte poco visible de su rostro y continuó hablando — Y si bien uno de sus consejeros señaló los puntos favorables de una unión económica entre nosotros, el hombre se negó de manera implacable. No siente especial afecto por mi persona o futuro mandato por lo que encontré apropiado no insistir.

— ¿Y crees que fue la decisión correcta?

JungKook evitó chasquear su lengua, el tono decepcionado de la mujer no debería de afectarle en este punto de su vida. Mucho menos irritarle.

— Conseguí un acuerdo, en mi opinión, justo y digno. No tengo porque codiciar más.

— Un acuerdo económico habría sido más digno.

— Entonces debería viajar a Japón, su majestad. Y expresarle al rey personalmente su opinión respecto a dicho acuerdo no conseguido.

— Deberías de cuidar tus palabras, JungKook. Estás hablando con tu reina.

El advertido apretó sus labios y afianzó su agarre sobre los documentos que sostenía, arrugando el borde de uno de ellos sin ser del todo consciente.

¿En qué momento pensó que sería buena idea revisar los documentos que el ministro de salud le mandó en la sala, con su madre y abuela en ella?

«Bravo JungKook, siendo estúpido sin siquiera notarlo»

El azabache tragó el repentino nudo atascado en su garganta y alzó la mirada, fijándose en el ver impasible de su abuela. Tan severo como su mente bien recordaba. Desvió su mirada hacia su madre y evitó resoplar, realizando una reverencia desde su posición.

— Disculpe mi atrevimiento, su majestad.

— Ni siquiera obtienes el cargo de rey todavía y ya supones tener la autoridad suficiente para pasar por encima de tu madre, esas no fueron las enseñanzas que se te brindaron.

«Como si pudiera saberlo», pensó en la comodidad de su mente cada vez más alterada. Volviendo a fijarse en su abuela por unos segundos efímeros. La impasibilidad en su rostro era inquietante.

— Lo siento.

— Cómo sea — Musitó la reina, realizando un ademán desinteresado antes de estirarse y volver a coger su taza — Deberías dejar de perder el tiempo con tu prometido y poner mayor esfuerzo en tus funciones como canciller.

— Sigo discordando por esa unión — Murmuró Bo-Kyung, su tono bajo pero ácido. Disgustada por la simple mención.

— No estoy más contenta que tú, madre. Pero es una forma de colocar a Corea en una buena posición o por sobre otros países aledaños — Replicó la reina MinYoung, su tono ligero y meditabundo — Además, el chico tiene aptitudes aceptables.

— Sigue siendo un hombre — Señaló la mujer mayor con desprecio palpable — Podrías haber pactado una unión con la hija del rey Kim.

— No tenemos relación con Corea del Norte, madre.

— ¿Como canciller no deberías encargarte de eso?

— Tengo asuntos más relevantes sobre mi escritorio — Pronunció el azabache con neutralidad admirable, dándole una mirada a la anciana — Y fuimos nosotros quienes quisimos apartarnos de Corea del Norte años atrás, por lo que sería contradictorio el ahora sugerir una unificación. Es más, el simple hecho de realizar un movimiento de magnitud parecida, es ridículo y desfavorecedor para nadie más que nuestra Corea.

— Una unificación podría potenciarnos económicamente.

JungKook bufó.

— Corea del Sur representa libertad en muchos sentidos, algunos más amplios y otros no tantos. Pero aún así representa libertad. Corea del Norte no conoce el significado de dicha palabra, sus "ideales" discrepan de los míos y prefiero mantener el contacto con el rey Kim, limitado.

Tanto su madre como su abuela compartieron miradas, no supo descifrarlas pero no estaban impresionadas por sus palabras. Interesadas menos. Y cuando su mente se hartó de buscar un posible y acertado significado, volvió a centrar su atención en lo importante allí: sus documentos. Leer a esas mujeres era imposible y hace tiempo perdió el interés.

— Mi-Sun, querida.

«Mierda»

— Buenos días, no sabía que estabas aquí. ¿Cómo estás, abuela?

«Demasiado ruidosa», masculló en sus pensamientos ante el tono agudo y emocionado de su hermana menor. Tan auténtico como su gusto por frecuentar Desire. Pero claro, la princesa no conocía de esos sitios y mucho menos los visitaba.

— Me encuentro en perfectas condiciones, descuida — JungKook rodó sus ojos, sintiendo la sonrisa formarse en los labios arrugados de su abuela — Ya que estás aquí, comparte tu opinión — Pidió con lo que él calificaba amabilidad o algo asimilable a ella — ¿Qué piensas tú de la unificación de ambas Corea?

— ¿Tratando temas pesados temprano por la mañana? — Inquirió bromista, riendo con suavidad al final.

— Una forma apropiada de mantener al cerebro trabajando — Replicó su madre, igual o incluso más dulce que la anciana.

— Ya veo — Murmuró la chica en un tono analítico — Respondiendo a la pregunta, creo que sería beneficioso — Aseguró con apacibilidad, empleando sus dedos para peinar su cabellera — Aunque JungKook será rey en algún momento y no vivimos en una utopía, por lo que, no importa cuán beneficioso pueda ser, no sucederá.

— Sensata como sólo una princesa puede serlo — Reconoció la reina, orgullo brotando en su tono y en cada palabra pronunciada.

— Considero que JungKook lo es también — Replicó Mi-Sun con una sonrisa en sus labios.

— De serlo concordaría con nosotras.

— Una opinión mayoritaria no siempre es una opinión correcta — Farfulló el azabache con sus ojos clavados en sus papeles, aunque ya los hubiera leído tres veces y se supiera el principio de memoria.

— La mayoría de veces sí.

— No estoy de acuerdo.

— Nunca lo estás — Se quejó su madre — Mi-Sun no será reina pero muestra el buen juicio de una, deberías de escucharla un poco más. Expandir tus horizontes y aceptar otras opiniones.

JungKook sintió su garganta arder, notando la bilis alojarse en ella con una comodidad desagradable. La boca de su estómago pesó y su corazón comenzó a retorcerse en su sitio. Sintiéndose de repente comprimido y asfixiado.

Y a pesar de lo fatal que comenzaba a sentirse, quiso reír. Preguntar cuándo se supone que aparecía el buen juicio de su hermana, si antes de visitar Desire o luego de haberse bebido su segunda botella de vino. Porque no lo tenía claro.

— He visto de primera mano lo bueno que es su juicio bajo determinadas situaciones y creo que estoy bien de esta forma, gracias — Expresó una vez se aclaró la garganta y sus palabras encontraron el valor de tomar cuerpo.

Mi-Sun rió, una risa nerviosa y ciertamente temblorosa. Entendiendo sus palabras y el significado oculto en ellas con rapidez. Peinó su cabellera y se esmeró en mostrarse despreocupada por el ataque recibido y no esperado.

— Estoy de acuerdo con él. JungKook no necesita cambiar nada de sí o adquirir algo de mí.

— Eres demasiado imparcial, Mi-Sun. Te falta ojo crítico — Comentó su "preciada" abuela.

La reina asintió.

— Debes trabajar en eso, como tu hermano debería de haber trabajado hace años en su incapacidad para aceptar pareceres ajenos al propio. Una virtud que por fortuna tienes.

JungKook parpadeó varias veces cuando su visión se tornó borrosa. Su garganta quemó y él no pudo creer que estuviera derrumbándose de esa forma por comentarios despectivos a los que, se supone debería de estar acostumbrado. El sentimiento de asfixia se trasladó por todo su pecho, ocasionando que sus palpitaciones fueran feroces y dolorosas.

Había tenido suficiente por hoy.

— A diferencia de Mi-Sun que goza de un horario flexible, tengo asuntos que requieren de mi atención por lo que, si no les importa. Me retiraré a mi estudio.

No miró a nadie, simplemente recogió sus cosas con una quietud que no portaba y tras realizar una reverencia floja y superficial, se disparó fuera de aquel espacio que comenzaba a ser demasiado tóxico como para soportarlo.

Su respiración se volvió pesada con cada paso y una vez apartado de las malas miradas de su madre y abuela, sintió su gargantas cerrarse y sus ojos arder. Parpadeó un par de veces, rogando que su mente no se descarriara también o terminaría lanzando esos papeles por un desagüe aunque fueran importantes. Procurando arrancarse unos cuantos cabellos en el proceso de su histeria no solicitada.

— ¿Su alteza?

El corazón de JungKook se saltó un par de latidos ante la susurrante voz de SukJun y con su ceño intentando fruncirse, volteó hacia el hombre.

— Le preparé un té, ¿quiere que se lo lleve a su estudio?

Separó sus labios para responder, pero notando lo apretada que su garganta realmente se sentía, optó por asentir. Supuestamente sereno. El hombre le sonrió como siempre lo hacía y palmeó su espalda un par de veces. Cuando adolescente eso solía reconfortarlo, no mucho pero sí lo necesario. Actualmente necesitaba que le sacara un pulmón por la boca del golpe porque eso no estaba reconfortándolo en lo más mínimo.

— ¿Quiere que cancele su almuerzo con el príncipe?

Negó.

No era el deber de SukJun realizar dichas tareas, era el de su secretario. Y de todos modos, había accedido al almuerzo con TaeHyung porque no tenía demasiado que hacer hoy, realmente era un día ligero y en el que, se suponía podría respirar un poco sin ser consumido por su trabajo y asuntos pendientes. Además, se habían visto dos días en el transcurrir de esa semana y aún así el chico iba en serio con lo de colarse en su rutina por un par de horas pero de manera asidua.

¿Quién era él para cancelar los pedidos amables del hombre joven cuando no se lo pasaba mal en ellos?

— ¿Quiere algo más para acompañar su té? — Su respiración se aligeró lo suficiente como para poder pronunciar un estrangulado «no» — De acuerdo, estaré en su estudio en unos minutos.

Su voz apenas se acomodó lo suficiente como para agradecer por el gesto y la atención del hombre castaño. Quien le sonrió y lo vio partir por la longitud interminable de los pasillos. Topándose con más personas del servicio en ellos y cuando estuvo a pasos de su estudio, la mirada de YoonGi cayó en él de inmediato. Quizás su cara era un desastre o sus pasos muy torpes, tal vez lo conocía demasiado bien para su gusto, pero no tuvo que decir nada para que los ojos de su amigo brillaran con preocupación auténtica. Incluso sus facciones se bañaron de ella y desconcierto.

Pero por más que él quisiera a YoonGi, no estaba de humor para verlo. No quería que sus ojos se agrandaran con desosiego, tampoco quería escuchar sus palabras. No ahora, tal vez sí más tarde.

Por lo que, cuando se encontró a dos pasos de entrar en su estudio, alzó su mano en su dirección y negó varias veces con su índice. No empleando palabras, con YoonGi no las necesitaba.

Era un desastre, sus nervios estaban arruinados y su cabeza se llenaba de pensamientos demasiados ruidosos. No tenía que compartir con nadie tan deplorable imagen. Tomaría su té y se enfrascaría en su trabajo hasta que tuviera que salir a su siguiente compromiso. Estaría como "nuevo" en un par de horas.

Porque el tiempo era sanador, cuando decidía no ser destructor, claro.

Aunque de eso no sabía mucho y su experiencia era limitada por no decir inexistente.

— Luces emocionado.

TaeHyung gozó para sus adentros del sobresalto que JiHee había realizado, sorprendida por la aparición repentina de su padre que como siempre, no tocaba cuando se trataba de ingresar a su pequeño estudio e interrumpir lo qué sea que estuviera haciendo en él.

Una costumbre que por suerte, no poseía.

— Estoy practicando piano.

Respondió como si ese fuera el verdadero porqué detrás de su evidente emoción.

— ¿Con ese brillo? — Señaló su padre, no creyendo en sus palabras — ¿Qué tramas?

JiHee se tomó el atrevimiento de corregir su postura caída con un simple comentario y palmear de hombros. El príncipe evitó resoplar y se enderezó.

— No tramo nada.

— ¿Seguro?, no necesitamos un pinocho real.

TaeHyung rodó sus ojos, esa supuesta broma no había sido graciosa. Realmente había sido muy mala, pero aún así le sonrió a su padre. El hombre no era comediante pero de vez en cuando gustaba de intentar serlo. Lo que era encantador, de alguna forma lo era.

— No habrá uno, descuida.

El hombre asintió y aguardó al lado de su piano tan pronto sus dedos hicieron presión sobre las teclas. La melodía sonó, endulzando los oídos de los presentes y la habitación se llenó de una paso casi irreal. TaeHyung observó a su padre, disfrutando de su interpretación a diferencia de JiHee que lo observaba con ojos críticos.

Esperando por algún error, lo más probable.

Pero la pequeña pieza no duró lo suficiente como para que su institutriz pudiera encontrar alguno, sus dedos dejaron de moverse, el sonido dejó de flotar entorno a ellos y el silencio apareció, llevándose consigo la suave melodía.

— Terminamos por hoy — Informó en dirección de la pelinegra — Me retiro primero.

No se detuvo a escuchar las quejas de la mujer, tan sólo faltaba un par de minutos para que su lección del día terminara. Y tampoco se detuvo a escuchar las interrogantes de su padre curioso, simplemente se levantó de su pequeño asiento y salió disparado fuera de su estudio.

Ralentizando su andar cuando llegó a los pasillos y aunque ya hubiera saludado a la gente de servicio temprano en la mañana, los volvió a saludar. Con pequeños "hola" o sonrisas corteses.

Y cuando se encontró en la comodidad de su habitación y frente a su abierto armario, sus brazos se cruzaron y su cabeza se inclinó hacia la izquierda. Indeciso y pensativo.

No tenía que vestirse para impresionar, eso lo tenía bien sabido. Y debía de hacer oídos sordos a esas palabras que a veces se repetía, cuando la situación era mayor a él y su madre le obligaba a portar trajes o ropas formales. Pero ahora asistiría a un almuerzo que él había pactado, por lo que no requería de lucir sus mejores prendas. No era una obligación, y a pesar de saberlo estaba contrariado.

Quería verse bien y eso no tenía nada que ver con quien le acompañaría en tan dichoso almuerzo. Al menos eso se dijo hasta que su cerebro lo aceptó como cierto.

Asintió ante dicha "realidad" y no dudó al momento de tomar unos tejanos azul marino, un buzo celeste de cuello alto y unas botas negras. Recordándose que no vestía para impresionar a nadie, se deshizo del pijama que aún portaba para colocarse las prendas seleccionadas.

Estaban por ser doce y media, si su prometido no estaba cerca de llegar aún. Llegaría pronto.

Ató sus botas y no conforme que su apariencia final, se encaminó hasta un pequeño buró de cajones doble que se hallaba a un costado de su cama y abrió el segundo cajón. No tuvo que hurgar demasiado en él, nada de hecho. Y sin más, sacó la boina más reciente que se encontraba allí y sobre otras.

Sus mejillas ardieron y se dispuso a colocarla sobre su cabeza. Burlándose de sí mismo por un momento, porque para alguien que no quería impresionar estaba tomándose demasiadas molestias en su apariencia.

Pero para ser justos, estarían en la calle y siendo un príncipe, debía de al menos, verse bien.

— ¿Por qué tan arreglado?

TaeHyung enfrentó la mirada inquisitiva de su padre con un simple encogimiento de hombros. Le resultaba más sencillo actuar "normal" con su padre que con su madre. No siempre, el hombre a veces por no decir casi siempre, le recordaba las buenas posturas que un príncipe debía de tener. Y más uno perteneciente a una segunda familia.

— Almorzaré fuera — El consorte de la reina enarcó una ceja ante su tardía respuesta — Mamá me dio permiso — Agregó tan pronto notó las intenciones por replicar de su padre — Y umh... será con JungKook.

Si su padre tenía algo qué decir al respecto. Vaya el universo a saber qué, el timbre lo interrumpió y sus palabras se vieron atascadas a medio camino. TaeHyung lo agradeció y se encaminó hacia la puerta, apresurándose en salir por ésta antes de que su padre despertara de su estupor momentáneo.

Quería ahorrar lo que podría ser un encuentro incómodo entre su padre y su prometido. Había cierta tensión entorno a ambos y él no quería presenciarla, mucho menos antes de ingerir alimentos.

— Hola.

El joven príncipe levantó la mirada, topándose de lleno con el rostro de su prometido. Dio un paso atrás y sintió sus mejillas calentarse con una suavidad aceptable. Lo que se traducía a, había calor más no color. Estaba a salvo.

De momento.

— Hola — Correspondió al mayor con menos estabilidad en su tono — ¿Qué tal te encuentras? — Prosiguió luego de haber carraspeado.

— Bien.

TaeHyung descubrió un detalle, quizás obvio de JungKook. Cada vez quería eludir una pregunta y el responder a ella con sinceridad, se apresuraba en colocarse delante de quien sea que estuviera a su lado. Marcando una diferencia en sus cuerpos que evitaba y a su misma vez, le ayudaba. Ya que su rostro no podía visualizarse y mucho menos leerse. Su voz en cambio era tan vacía como las respuestas que brindaba.

O se le estaba haciendo más fácil interpretar al hombre mayor, o estaba observándolo demasiado últimamente. Perfectamente podía ser una mezcla de ambas pero por el bien de su orgullo, TaeHyung diría que se le estaba dando mejor la interpretación del lenguaje corporal.

— ¿Seguro? — Pronunció tan pronto sus piernas lo trasladaron junto al apresurado alto. Éste le miró de soslayo y asintió.

— Por supuesto. Todo en orden.

Sus palabras salieron estranguladas y dudosas, lo notó pero prefirió no decir nada más. Insistirle a ese hombre era infructuoso y nunca terminaba bien.

— Supongo que me alegro.

— ¿Supones?

El más bajo asintió.

— Si realmente estás bien, me alegro. Pero como no estoy del todo convencido, lo hago a medias.

Y para sorpresa del joven hombre, JungKook rió. No fue una risa burbujeante o rebosante de felicidad. Fue entrecortada y baja, un tanto tímida. Asombrado por lo agradable del sonido, TaeHyung miró en su dirección de manera abierta. Contemplando la pequeña sonrisa que adornaba los belfos contrarios como prueba de la acción anterior profesada.

— ¿Por qué me miras de esa forma?

— Te reíste — Moduló entrecortado. Aún sin creer lo que había escuchado.

— Inusual, ¿cierto? — El de hebras rosas, asintió — Pero tu respuesta me hizo gracia. Fue demasiado franca.

— ¿Gracias?

— No era un halago — Refutó el más alto, su sonrisa acentuándose — Pero uno de nosotros tiene que ser el honesto así que, está bien.

— ¿De qué hablas?

— De nada — Una respuesta escueta acompañada de un tinte misterioso y cantarín. JungKook se estaba riendo a su costa. «El muy maldito» — Iremos a almorzar donde la otra vez, ¿cierto?

TaeHyung meneó su cabeza, luego tendría tiempo para despotricar contra el azabache.

— Yep. Es un lugar tranquilo y me gusta.

— ¿Qué es eso de yep?, no eres un niño.

— Pero soy joven y aún puedo usarlo, a diferencia de otros, claro.

— Nos separan seis años, TaeHyung. No te sientas tan joven — Replicó con molestia fingida. Rodando sus ojos con demasiado énfasis.

— Para cuando estés en tus treinta, seguiré en mis veinte.

Miró hacia el más alto y pestañeó un par de veces, no sabía con qué intenciones exactamente, pero al obtener de regreso una mirada estupefacta, supo que se sintió satisfecho. Incluso en sus labios se acentuó una pequeña sonrisa, exteriorizando con ella dicho estado.

Su almuerzo fue tranquilo, sus palabras fluyeron hasta cierto punto y cuando se acabaron, el silencio pareció encantado de cortarlos. No fue rudo o muy brusco, los rodeó con una calidez apenas notoria a pesar de ser otoño y se entrometió entre ellos con un sigilo propio y cómodo. Tomándose el atrevimiento de observar sus interacciones no verbales con entusiasmo bien camuflado.

E incluso después de que su almuerzo acabó, se mantuvieron sentados unos largos minutos simplemente conversando de nada. Luego que el silencio pareció tener suficiente de ellos y decidió abandonarlos. Y de la misma forma que se acercó, se marchó.

Eran poco más de las dos cuando volvieron a la intemperie que las calles de Incheon les ofrecía. Unos cuantos transeúntes apenes reparando en ellos y en lo inusual que era verlos por sus alrededores y vistiendo prendas tan informales.

— No sé a qué lugar podríamos ir ahora — Murmuró TaeHyung cuando su caminata a ningún lado fue detenida por un semáforo brillando en rojo — El parque Songdo ya lo conoces y no sé qué tanto te emocionaría verlo sin sus decoraciones. Hay un par de plazas por aquí y algunas florerías, pero si no vas a comprar nada no tiene sentido ir, ¿cierto?

El silencio se había marchado sin dejar rastros, eso ya se había mencionado. Pero la timidez se había topado con ellos y decidido que era bueno acompañarlos en su travesía sin etiquetar de ese día. La torpeza en cambio se mantenía a raya y los observaba, en el momento que fuera oportuno interrumpir, lo haría.

— No tienes que acomodarte a mí — Replicó JungKook cuando su verborragia acabó. Vista al frente y sobre la luz que parecía negada a cambiar de color — Podemos hacer lo que creas conveniente, mientras no sea ilegal, por supuesto.

— ¿Podemos?

— Seguro — Afirmó cuando la luz brilló en un verde llamativo — Se supone que te estás infiltrando en mi rutina, ¿recuerdas? — Pronunció tan pronto retomaron su andar — Debemos hacer cosas fuera de lo común que sigan manteniéndose en el margen de lo legal.

— ¿Qué clase de percepción tienes de mí? — Inquirió con su ceño fruncido, tomando al contrario por su muñeca para tirar en la dirección contraria a la que iba a tomar — No he hecho nada ilegal en mi vida.

— En realidad, sí.

TaeHyung se encontró dispuesto a refutar la aseveración del azabache, pero su mente no tardó más que un par de segundos en refrescarse y concordar con su mayor, por lo que desistió. No queriendo seguir con ese tema, JungKook estaba de buen humor y ese era un camino pantanoso que estaba a favor de esquivar.

— Cómo diga señor correcto. Andando.

Dejó de tirar al contrario por su muñeca y pasó a sostenerse de su antebrazo derecho. Pegándose a él lo necesario y con supuesta distracción. Sin ser del todo consciente de mencionada acción.

Simplemente pasó y ninguno hizo algo al respecto cuando lo notaron. La torpeza los siguió observando pero sin interferir en su andar o acciones. Siendo de momento, compasiva.

— ¿Vamos a algún sitio en específico?

— No.

JungKook enarcó una ceja.

— ¿Simplemente andaremos por la calle?

— Exacto. Dijiste que hiciéramos cualquier cosa, ¿cierto? — Cuando TaeHyung alzó sus ojos y observó al príncipe heredero, éste asintió — Dudo mucho que en tu día a día camines por las calles. Siempre andas metido dentro de tu auto.

— Por algo es mi trasporte personal.

El de hebras rubias volteó sus ojos.

— Tus piernas necesitan ejercitarse y respirar un poco de aire, a veces viene bien.

— Creí que habíamos acordado que mis piernas estaban lo suficientes trabajadas ya.

— ¿Podemos no hablar de tus piernas?

— ¿Por qué?

TaeHyung bufó.

— Las personas no tienen como tema de conversación las piernas de alguien, ¿sabes?

— No realmente. Mis temas de conversación giran siempre entorno a lo mismo — Respondió con lo que aparentaba ser indiferencia, incluso se encogió de hombros — Incluso con YoonGi. Pero no siempre y es sólo cuando está curioso por algo que desconoce.

— ¿Hace cuánto se conocen? — Inquirió con interés genuino, ladeando su rostro hacia el rostro del azabache — Se ven cercanos.

— Es un buen amigo — Aseguró con suavidad, asintiendo ante sus propias palabras — Comenzó a trabajar en mi casa con apenas veintiún años — Informó con un amague de sonrisa — No le agradé al principio.

— ¿Cómo podrías saberlo?

— Intuición — Respondió y el más bajo no se lo creyó — De acuerdo — Pronunció con lo que parecía ser rendición — Tenía la misma expresión que ciertas personas que no me estiman, tienen.

— No muchas personas te estiman, ¿eh?

JungKook le miró de regreso y a pesar que sonrió, esa sonrisa no alcanzó a sus ojos. Su semblante adquirió un matiz oscuro y caído.

— Con certeza puedo decir que únicamente YoonGi y SukJun lo hacen.

Su voz era baja, acercándose a un susurro de reconocimiento apagado. El corazón de TaeHyung se detuvo por la pesadumbre y la aflicción repentina. Sus labios se abultaron con sutileza y se regañó por ser descuidado con sus palabras.

— Tus cuentas están mal.

Sus palabras se formaron en un murmullo tímido e inseguro. Captando la atención confusa de JungKook en segundos.

— Te olvidaste de mí.

Por un momento pareció no comprender sus palabras, pero en su cabeza debió conectar los puntos porque su rostro brillo, resuelto. Su semblante no perdió la pesadumbre pero sus ojos parpadearon con una emoción diferente a la que solían albergar. Era más cálida y tranquila.

— Tienes razón — Concordó volviéndose hacia el frente — Mi culpa. Permíteme corregir — Pidió con más color en su voz — Me estiman tú, YoonGi y SukJun.

— Así es.

La timidez se asomó entre ambos, regocijada por su interacción y los acompañó por un par de calles más. No queriéndose perder del calor que se había posado en las mejillas del hombre más alto y del rosado que se había delineado en las mejillas del hombre más joven y bajo.

Para cuando la caminata se extendió más de la cuenta, JungKook encontró apropiado volver a la casa de TaeHyung. Quien se quejó pero no rechistó demasiado. Aunque fueran poco más de las cinco y aún podía recorrer Songdo de querer. Si iban lo suficientemente despacio, podrían visualizar el ocaso sobre el canal. Un espectáculo digno de conservar en la memoria, según el más bajo.

— ¿Aún te queda algo de tiempo para mí?

Una ceja se elevó ante la pregunta, ¿había planeado el día?

Y ante la duda curiosa, preguntó.

— ¿Por qué?, ¿planificaste lo que haríamos hoy?

— No, simplemente quiero enseñarte algo.

— Tienes muchos trucos bajo la manga, ¿cierto?

— Por supuesto.

TaeHyung asintió con lo que parecía ser orgullo exagerado, incluso había elevado su mentón más de lo necesario e inflado su pecho como un gallo. Lo encontró ridículo y encantador. Divertido también, pero en un grado leve. Casi inexistente.

— ¿Y qué será esta vez?

— La paciencia es una virtud destacable — Comentó su futuro consorte una vez cruzaron las puertas de su casa.

Sonrió ante la respuesta y se dejó guiar. No era alguien que pudiera calificarse de paciente, pero teniendo en cuenta quiénes eran sus familiares, podría darse el lujo de aceptar dicha etiqueta. Aunque no la aplicara para otras cosas o en otras personas.

— Tu piano también es blanco.

Fueron sus primeras palabras al cruzar las puertas de, lo que él deducía, era el estudio del más bajo. No era tan amplio pero estaba bien distribuido, un escritorio de madera, un librero compacto con unos cuantos libros, algunos organizados y otros no tanto.

— ¿Esperabas que fuera negro? — Cuestionó el príncipe una vez tomó asiento en el pequeño banco, levantando las tapas que cubrían las teclas.

— No, de alguna manera lo anticipaba.

TaeHyung le miró con inquisición, ladeando su rostro como un gato que no entendía la verborragia del humano que le acompañaba.

— ¿Recuerdas aquella vez que preguntaste por los colores de tu dinastía?

El más bajo asintió, frunciendo su nariz con disgusto. Un gesto que no había percibido con mayor detalle antes.

— Por supuesto, no es un recuerdo feliz.

Ignorando sus últimas palabras, tomó asiento a su lado. Sorprendentemente cabía, aunque sus cuerpos tenían que estar casi pegados. Casi.

— Respondiendo a tu pregunta, son el plateado, el rosa y el blanco — Informó con una sonrisa y viéndolo de manera abierta — Gracioso, ¿no crees?

— Citaré tus palabras, a medias — Advirtió con una mueca — «Irónico, teniendo en cuenta que siempre los porto»

— Las modificaste — Acusó con indignación fingida — A eso me refería que anticipaba su color, siendo honesto. Tus padres son predecibles.

— Eso es grosero, pero tienes razón.

— Lo sé — Admitió cuando sus ojos se deslizaron fuera del más bajo y se centraron en el instrumento que, a pesar de ser inanimado. Comenzaba a sentirse desplazado e intruso de su complicidad que parecía no ser obvia para sus creadores — Así que, ¿planeabas mostrarme tu piano?

— ¿No es lindo?

— Deberías tener un piano de pared, al ser de cola ocupa demasiado espacio y hace que tu estudio se vea más reducido de lo que probablemente es.

TaeHyung resopló y meneó su cabeza, indignado o incrédulo. No sabía qué palabra se acercaba más a la reacción obtenida.

— Te pregunté si era lindo, no qué tipo de piano me convenía más teniendo en cuenta las dimensiones del lugar — Aclaró cuando alzó su cabeza y vio en su dirección — Ahora dime, ¿qué piensas de él?

JungKook no apartó su vista de TaeHyung, aunque éste se haya virado para observar el instrumento que realmente parecía sobrar allí.

— Es muy lindo.

— Eres buen observador — Admitió el chico con diversión, viéndole con una sonrisa ladeada.

— Gracias. ¿No piensas tocar algo para mí?

— ¿Un concierto privado para ti? — Preguntó con una ceja en alto. Ignoró su intento de pretensión y asintió — Seguro, pero no soy un experto ni mucho menos un profesional. No seas demasiado duro conmigo, ¿de acuerdo?

«Jesús, ¿qué está mal con las expresiones de este chico?»

— No se me enseño nada de música, descuida y sólo interpreta algo.

TaeHyung separó sus labios, le diría algo pero de último momento pareció arrepentirse y se viró hacia el piano por completo. Sacudió sus hombros, liberándose de la tensión en ellos, tal vez. Se sonó su cuello y cerró sus manos en puño varias veces. Tres para ser preciosos.

En cualquier otra circunstancia se habría hartado e incluso bufado, pero era el procedimiento del más bajo y él no hizo nada para interrumpirlo. Simplemente lo observó con detenimiento. Contemplándolo sin siquiera saberlo.

Su mirada descendió en el momento que la primera presión sobre las teclas se hizo, un sonido suave y apenas audible resonó en el lugar. Siendo un eco casi ilegible. Su foco de atención y sus sensores en general, se enfocaron en las pequeñas manos que se deslizaban con diligencia sobre las teclas, presionándolas con la fuerza necesaria y cuando debían de presionarse. Su mente viajó y él se abstrajo de su entorno. Perdiéndose en las notas dulces y tiernas que el hombre creaba con una acción que simulaba ser simple pero el grado de complejidad que cargaba era incomprensible hasta cierto punto y para ciertas personas.

Las notas danzaron a su alrededor, cálidas y tímidas. Discrepando del presionar confiado de TaeHyung sobre las teclas. Su corazón se desbocó a pesar de sentirse sosegado y cuando las notas fueron en picada, formando una melodía acogedora pero de alguna amarga, se estremeció. Su pulsó se disparó sin esperarlo y las melodías que parecían agonizar en un pedido de ayuda grave y bajo, evocaron en él sentimientos que lo sacudieron. Sus entrañas se apretaron y su corazón se retorció en una sensación amarga y asfixiante.

Influenciado por la pieza, en parte. Porque de alguna forma extraña y de la cual no quería explicación, ésta parecía hablar por él y por su adolorido corazón.

O TaeHyung lo había leído mejor de lo que suponía, o él seguía alterado por el inicio de su día y las palabras de su familia.

Las notas se elevaron, parsimoniosas escalaron hacia un tinte más cálido y vivo. Esperanzador y acogedor. Subieron y subieron, manteniéndose en un sitio reconfortante hasta que, lentamente desaparecieron. Esfumándose con un eco inquietante y que aún podía percibirse en el aire.

— ¿Qué tal?

JungKook viró su rostro en dirección de TaeHyung, clavando sus ojos en los luceros contrarios. Parpadeó varias veces, liberándose de la estupefacción en primer lugar. Y de la repentina tristeza que lo había sobrecogido. Procurando dejar a la vista lo conmovido que se había sentido.

— ¿Qué pieza es?

— ¿Mía? — Respondió sin estar seguro. El vacilo incluso baño su expresión — JiHee siempre insiste en crear cosas desde cero, es genial. Fomenta la creatividad y el arte personal de maneras peculiares pero...

— Tu verborragia necesita parar por hoy — Interrumpió al levantar una mano, siendo más enfático con el gesto — Así que, ¿la compusiste tú?

— Si puedes calificarlo como una composición, sí. Digamos que la compuse con ayuda de JiHee.

— Tu institutriz es completa.

— Lo es — Concordó con desinterés, viéndolo con ojos grandes y ansiosos — ¿Entonces?, puedes ser sincero, en serio. Adelante.

Inefable. Es cómo lo había sentido, una mezcla de emociones inesperadas. Unas más agradables y bienvenidas que otras. Y aunque tenía eso claro no sabía cómo expresarlo con palabras.

No había sido "bueno", pero tampoco había sido "extraordinario". No encajaba en ningún espectro porque sobre salía de ellos. Su corazón se había estrujado a lo largo de la pieza y respirado por un momento casi efímero en sus recuerdos.

Se había sentido representado de alguna forma que aún no comprendía y la amargura que había perdurado entorno a toda la pieza, lo golpeó de una forma que no podría calificar como positiva porque se había sentido como la mierda misma. Se conmovió, por supuesto y sin lugar a dudas. Pero la conmoción por algo bello vino acompañada de algo negativo y pesado.

— ¿JungKook?

— Sublime — Pronunció cuando sus pensamientos lo liberaron — Fue sublime y no puedo decir más porqué realmente no podría ser justo.

TaeHyung asintió, conforme con sus palabras y le sonrió. Y sin entender porqué, se encogió a su lado. Fue sutil y casi imperceptible, pero sus hombros se curvaron.

— Genial.

Sus labios se estiraron hasta formar una sonrisa, no comprendiendo del todo la actitud tímida de su futuro consorte pero aún así disfrutándola. Su móvil vibró en sus tejanos y se apresuró en sacarlo, divisando el nombre de su padre en la pantalla con el texto de «Regresa».

Podría negarse o simplemente ignorar el mensaje hasta que lo creyera conveniente, pero teniendo en cuenta que su padre pocas veces le escribía, consideró que lo mejor sería volver a su casa. No quería dar un motivo para ser criticado de ser un asunto urgente.

— Me tengo que ir.

Y la torpeza apareció, cuando todos creyeron que se había retirado hacía tiempo. No lo hizo. Los envolvió con cuidado y notoriedad. Haciendo a los hombres ponerse nerviosos con su presencia. Viéndolos compartir sonrisas que no terminaban de formarse.

— Buen viaje.

JungKook asintió y rápido como inopinado, se inclinó sobre TaeHyung. Depositando un beso en su mejilla, rozando con un descaro inesperado la comisura de su labio izquierdo.

— Gracias.

Las mejillas del hombre más joven se calentaron hasta arder en un carmín escandaloso. El hombre mayor se apresuró en levantarse y en salir fuera de aquel pequeño espacio. Sintiendo sus mejillas arder en un sonrojo no calculado por su arrebato.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro