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Ꜥꜥֶָ֢🏰ֶָ֢۫݊˒𐙚 capítulo 11

JiMin comenzaba a tener un tema con los trajes. Para sentarse debía desprender el botón y al pararse, volver a prenderlo. No sabía si le molestaban, le incomodaban o algo más.

Y tampoco se pensó que los usaría de manera tan asidua. Tampoco creyó que sus padres lo meterían tan de golpe a esa vida de obligaciones y asuntos que no comprendía del todo. Pero teniendo en cuenta que él insistió, no podía quejarse demasiado. Aunque lo hacía, pero sólo un poco.

Y estando en aquella gran mansión, rodeado por políticos, empresarios y algunas familias reales, no sabía si se encontraba nervioso o incómodo. No estaba acostumbrado a tantas personas, eso era un hecho. Pero creía tener los modales suficientes como para interactuar sin avergonzarse o querer salir corriendo.

Aunque eso, sin dudas, no era un hecho ni mucho menos cierto. Él quería salir corriendo.

Se sentía algo sofocado y cohibido por ver tantas personas juntas, conversando de manera casual y disfrutando de aquella celebración que los reyes de Seúl brindaban anualmente para despedir la primavera.

Podría ser extraño y un tanto innecesario, pero eran supersticiosos y se creía que despedir a las estaciones daba buena suerte. Lo que podría ser también tonto, pero hace no mucho sus antepasados celebraban al trigo, al sol y la luna como si fueran dioses. Costumbres eran costumbres y no todas podían desaparecer.

Además, esa celebración en particular le gustaba. Los reyes se lucían y lo decoraban todo con la temática de flores, abrían sus puertas de manera amable, ofrecían buena comida, un servicio impecable y la música no era mala. Eso es lo que sus padres solían contarle y ahora que estaba allí, viéndolo con sus propios ojos. Concordaba. Vivirlo era mejor que intentar imaginarlo.

Aunque no lo estuviera disfrutando del todo.

Se abanicó el rostro y cuando dos conocidos de su padre se distrajeron viendo no sabe qué, aprovechó la oportunidad para escurrirse lejos. Necesitaba tomar aire o apartarse un rato, no uno muy extenso o su padre se volvería loco.

Pero su escapada hacia uno de los tantos baños que habían allí se vio interrumpida cuando chocó con otro cuerpo que se encontraba en movimiento y al parecer, iba tan distraído como él. Agradecía que no hubiera nadie en ese pasillo porque sus mejillas se habrían puesto rojas si alguien lo hubiera visto caer de esa forma tan tonta.

Y el tipo fue lo suficientemente amable como para apresurarse en ofrecerle una mano. Ayudándolo a levantarse.

Limpió su trasero, alzó la mirada y cuando separó sus labios para agradecer y disculparse, el aire se le atascó en los pulmones. Inevitablemente comenzó a toser.

«Jesús» pensó en su mente. Él no se consideraba bajo y estaba convencido de que no lo era, pero el tipo frente a él sí que era alto. Muy alto. No era un edificio tampoco, pero compararlo con un poste no era demasiado loco.

Portaba un traje que le sentaba, sus piernas no parecían tener fin y era delgado. Ladeó su rostro y no sabía si la sensación de tener que elevar la cabeza para verle mejor le gustaba o la odiaba. Sus ojos eran cafés y grandes como los de un cachorro. Y para su sorpresa, a pesar de que el tipo estuviera serio y escrutándolo en busca de ¿alguna lesión?, tal vez. No tenía idea. A pesar de eso, su rostro no parecía haber madurado por completo. Sus rasgos seguían siendo aniñados y poco definidos. Y por su actitud y aura, estaba seguro que era un hombre bastante mayor.

— ¿Estás bien? — Preguntó luego de ¿unos segundos? ¿minutos?. JiMin estaba desorientado— Oye...

— Sí, sí, sí. Estoy bien — Farfulló de manera atropellada, sintiendo sus mejillas calentarse — Lo siento, no iba viendo — Pronunció en un tono más calmado — ¿Estás bien?

— Lo estoy. Gracias.

Y antes de que el tipo pudiera irse, lo tomó por la manga de su traje. Deteniéndolo sin realmente pensar en qué estaba haciendo. Recibiendo una mirada sorprendida de cejas alzadas.

— Y-Yo... baño — Balbuceó y el tipo arrugó su ceño, tal vez confundido — No sé dónde queda.

«Mentiroso», le susurró su inconsciente. Por supuesto que sabía dónde quedaba. Uno al menos. Eso había sido una excusa que no tiene idea de dónde salió.

El pelinegro asintió y su rostro se iluminó, probablemente con comprensión.

— Sígame.

Y tras agradecer en un tono quedo, se apresuró en seguirlo. En su mente se propuso ser silencioso y no molestar al contrario, pero la curiosidad comenzó a picarlo.

— Soy JiMin.

— Lo sé.

— ¿Lo sabes?

Cualquier cosa que se le hubiera enseñado para mantener la compostura, él lo ignoró y no ocultó su sorpresa genuina ante la respuesta recibida.

El pelinegro asintió — Eres el príncipe de Busan — Murmuró con sencillez.

— Oh — Pronunció al volverse a sorprender. No todos sabían quién era. Recién estaba siendo presentado en eventos públicos y entre las familias reales, por lo que estaba sorprendido — ¿Tú quién eres?

El alto pareció sonreír y detuvo su andar, girándose hacia él y señalando una puerta a su izquierda.

— Min YoonGi.

«Min YoonGi», murmuró en su mente para no olvidar el nombre. Incluso lo repitió un par de veces más.

— Pareces mayor, ¿cuántos años tienes? — Sus mejillas se calentaron por su descaro pero no apartó la mirada. Sólo era curiosidad.

— Los suficientes — Le respondió sin dejar su tono amable — Ahí hay un baño, espero no tenga inconvenientes de regreso.

Y antes de que pudiera decir algo o siquiera agradecer, el tipo con ojos de cachorro le otorgó una corta reverencia y desapareció de su vista dando grandes zancadas.

JiMin ingresó al baño y mojó su rostro. Diciéndose que si aún estaba curioso respecto al pelinegro es porque no le había dicho nada relevante, sólo que se llamaba YoonGi, su apellido era Min y que tenía los años suficientes. Pero eso qué significaba exactamente. ¿Años suficientes para considerarse mayor de edad? ¿suficientes como para ser calificado como un hombre adulto?

Arrugó su ceño y se dijo que podría buscarlo en el salón si aún no se había ido. Él no era bueno para quedarse con dudas y quería quitarse esa pequeña espina curiosa de la mente.

— ¿Por qué estás tan amargado?

El de hebras rubias resopló y tan pronto la castaña llegó a su lado, serena y bebiendo de una copa de vino. Le dirigió una mala mirada.

— No estoy amargado — Replicó con seques.

— Lo estás.

TaeHyung rodó sus ojos y volvió a resoplar. Era su segundo año asistiendo a ese festejo y si bien la primera vez no lo pasó excelente, fue agradable y en su mente almacenaba recuerdos decentes. Esta vez no. Llevaba casi una hora y media allí y quería irse.

JungKook otra vez lo estaba ignorando por quién sabe qué motivo estúpido y para ser honestos, no se lo esperaba. La última vez que se vieron lo trató bien. Y volviendo a sincerarse, esperaba que esta vez fuera igual. Esperaba que hiciera algo más que sólo saludarlo secamente apenas lo vio llegar con sus padres.

Pero contrario a lo que esperaba, lo saludó y se alejó de él tanto como pudo. Ni siquiera le dio una segunda mirada en lo que llevaba en su casa. Sólo ignoraba su presencia y se mantenía hablando con algunos jóvenes empresarios que él desconocía.

TaeHyung no tenía idea de qué le pasaba o el porqué de esa actitud.

Un día su prometido lo trataba bien, al otro mal y el siguiente a ese, lo ignoraba. Un día estaba a la defensiva y al otro se veía dispuesto a llevar las cosas de forma amena. Era brusco pero después lo suficientemente amable como para hacerle bajar la guardia, pero de repente se volvía cerrado e indiferente. Era como un ciclo que no parecía tener fin.

Comenzaba a desesperarse. Él realmente quería comprender la actitud dual de su prometido pero cuánto más se esforzaba, más complejo y frustrante se volvía todo.

Y tal vez esos eran sus problemas. El querer comprenderlo y el siempre esperar cosas de JungKook. Lo admitiera o no, él siempre tenía expectativas para con el azabache y su comportamiento.

«Tienes que dejar de ser tan crédulo», se regañó mentalmente. Queriendo restregarse el rostro con las manos pero no haciéndolo porque sabía que de esa forma arruinaría su maquillaje. Y aunque fuera ligero y sutil, habían puesto empeño en él y tampoco quería lucir desastroso ante tantas personas. Su madre lo regañaría y no estaba de humor para regaños.

Comenzaba a sentirse irritado y sumamente amargado. Porque podía negárselo a Mi-Sun cuanto quisiera, pero la realidad era esa y ambos lo sabían.

— Cambia esa cara, anda — Insistió su amiga, codeándolo con una sonrisa en sus labios.

— No quiero — Farfulló al cruzar sus brazos y recostarse en la pared detrás de su persona.

— Vamos, ¿por qué estás así? — Cuestionó luego de darle un sorbo a su vino — ¿Quieres bailar? ¿tal vez beber?. Pronto servirán la cena, ¿es eso? — Inquirió con su ceño levemente fruncido — Tienes hambre, ¿verdad?

TaeHyung le arrebató la copa a su amiga y se tomó el oscuro líquido de un sólo trago. Sus labios se torcieron en una mueca y se estremeció cuando el líquido caliente golpeó su garganta y el sabor dulzón se adhirió a su paladar.

Podría ser un príncipe y futuro consorte, pero aún no era mayor de edad y beber no se le estaba permitido. Pero prefería eso a tener que decirle a su amiga porqué estaba así y qué quería hacer.

«Realmente soy patético. Autocompadeciéndome en vez de hacer algo».

Pero de todos modos, ¿qué podía hacer?. Sabía muy bien que si él no se acercaba a JungKook, éste nunca se acercaría.

«JungKook tonto», pensó cuando su mirada se centró en el susodicho. Lejano y al otro lado de ese gran salón para fiestas y eventos que la Casa Real tenía. Cruzó sus brazos con mayor insistencia y chasqueó su lengua, apartando la mirada. Dando de lleno con el príncipe más joven allí. Elevó ambas cejas y se asombró de verlo hablar con ¿YoonGi?

Aunque ciertamente no parecían estar hablando, JiMin era el único que movía sus labios mientras el gigante a su lado asentía y mantenía su vista fija en JungKook. Estaban en su casa y rodeado por personas, ¿era realmente necesario que lo estuviera vigilando?

— Ya veo, así que es eso — TaeHyung enarcó una ceja y miró a Mi-Sun, quien sostenía su copa y sonreía de manera astuta — Podrías sólo ir, ¿sabes?

— ¿De qué hablas?

— Tú... olvídalo, no creo que sea necesario.

El más bajo quiso cuestionar a qué se refería cuando varias personas comenzaron a aplaudir, inconscientemente él lo hizo también. Percatándose de que la música alegre había finalizado y varias parejas iban a tomar asiento a sus mesas respectivas.

— ¿Bailamos?

«Mierda», TaeHyung se llevó una mano al corazón y bruscamente viró su rostro hacia donde aquella grave voz se encontraba. JungKook estaba a unos pasos de él, ofreciéndole su mano izquierda.

Quiso decir que no había música para tal cosa, pero varios adultos comenzaron a encaminarse hacia el espacio que se había designado como "pista de baile" tan pronto unas melodías comenzaron a oírse. Y parecía que una orquesta se encontraba tocando para ellos por lo buena que era la acústica del lugar.

— ¿Me tendrás esperando? — Pronunció su prometido sin ningún tono en particular — Mi brazo se comenzará a cansar pronto.

TaeHyung resopló y fingió crisparse, tomando la mano contraria con rudeza. Sin llegar a lastimarlo con dicha acción.

— El vals no se me da bien — Avisó cuando su caminata hacia la pista pareció hacerse eterna.

— A mí tampoco, tengo dos pies izquierdos — Aseguró el azabache al encogerse de hombros — Supongo que estaremos a mano.

TaeHyung no quería sonreír tan fácilmente, pero su humor era extraño y presentía que las palabras de su mayor eran mentira. Pronunciadas únicamente por complicidad.

— ¿Entonces por qué haremos esto?

— Parecías ofuscado estando contra esa pared. Necesitas animarte — Respondió con simpleza — Además, eres el único idiota amargado. Ensombreces el ambiente.

De no haber notado la curvatura divertida de sus labios, lo habría golpeado.

— ¿El burro hablando de orejas?

— El burro hablando de orejas — Aseguró el alto con un corto asentimiento.

Se detuvieron y el príncipe más joven agradeció no encontrarse en el medio de la pista, eso llamaría demasiado la atención y ya estaban recibiendo suficiente como para querer más.

— ¿Realmente tienes dos pies izquierdos? — Cuestionó mirando al alto de manera fija.

— No lo sé, averígualo.

TaeHyung notó un brillo de diversión en los ojos contrarios e inconscientemente se encontró sonriendo, pero su sonrisa terminó flaqueando a mitad de camino y su mirada apartándose de la ajena. Sus mejillas calentándose en el medio.

JungKook tomó su mano con mayor suavidad y la alzó, colocándola a la altura debida. A la misma vez que colocaba su gran mano derecha en la parte final de su espalda, arrimando sus cuerpos con firmeza y de tal forma que el aire ya no se entrometía entre ellos. Ya no era un intruso y el acercamiento se había vuelto demasiado palpable.

Y supo que estaba extrañamente nervioso cuando se percató de lo erráticas que eran las palpitaciones de su corazón. Su rostro se calentó más y aunque muy seguramente estaba sonrojado, decretó para sí que, fijar su mirada en el pecho cubierto del alto era una zona segura.

— Tienes que colocar tu mano en mi hombro.

TaeHyung se regañó por su despiste y apartó su mano izquierda del pectoral impropio, elevándola hasta colocarla en donde se supone que debía estar: el hombro de JungKook.

— Lo siento — Murmuró luego de haber carraspeado. Temiendo que su voz saliera muy aguda o en un hilo apenas audible.

— Supongo que el vals en serio no se te da bien — Replicó el azabache al sacudir sus hombros y empezar a balancearlos — ¿Seguirás sin mirarme?

— ¿Ah?

— Que si seguirás...

— Ya te oí la primera vez — Masculló sin ser realmente brusco, sólo precipitado y algo nervioso — De todos modos, ¿por qué debería mirarte?

— ¿Por qué no lo harías? — Preguntó en su lugar. Enarcando una ceja aunque no fuera visto.

«Porque estoy nervioso sin ninguna razón», pensó en su mente y apretó sus labios para no decirlo. Retuvo el impulso de agachar su cabeza o ésta terminaría apoyada en el pecho del príncipe heredero y suficiente avergonzado estaba ya como para buscar otro motivo por el cual estarlo.

Cogió aire con profundidad y cuatro segundos después, lo expulsó. En algún lado había leído que eso ayudaba con los nervios y el estrés. Honestamente él se sintió más consciente de lo primero y la situación, así que dejó de hacerlo. Decidiéndose ver por el rabillo de su ojo a las demás parejas de adultos que les acompañaban a una distancia prudente. Se comparó a ellos y su ceño terminó arrugándose.

— ¿Seguro que lo estamos haciendo bien? — Cuestionó con verdadera curiosidad y con su vista aún fija en el resto de parejas — Te estoy hablando, JungKook — Se quejó en un bufido.

— Entonces mírame cuando lo haces.

El más bajo resopló y esperó que sus mejillas no se hubieran vuelto a colorear.

— ¿Por qué quieres que te mire?

— Es de mala educación no hacerlo — Respondió con falso aburrimiento — Sólo mírame, TaeHyung.

El aludido rodó sus ojos pero terminó obedeciendo y maldición como deseó no hacerlo. Quería desaparecer. Aquellos ojos negros seguían siendo demasiado para él.

El de hebras rubias volvió a carraspear y se esforzó por no apartar la mirada.

— ¿Y bien? — Musitó con una firmeza que no sentía — ¿Por qué estamos sólo balanceándonos?

— ¿Por qué ostentar? — Murmuró apaciblemente — Mi madre ya lo hace por muchos y considero que así estamos bien.

— ¿Está bien que digas eso?

— ¿No crees que sea cierto?

— ¿No es la gracia de los festejos?

JungKook tarareó en busca de una respuesta — ¿No lo era pasarla bien?

TaeHyung bufó e intentó no sonreír, pero estaba convencido que de todas manera lo hizo.

— ¿Te das cuenta que nos estamos respondiendo con preguntas?

— Por supuesto, ¿se te hace divertido?

Y aparte de crédulo, TaeHyung era débil y demasiado blando. Lo sabía, pero cuando obtenía algo que realmente quería, se contentaba rápido y no podía disimularlo. Lo mismo sucedía cuando estaba de mal humor o algo peor que eso, no lo ocultaba. ¿Qué podía decir?, era alguien fácil de tratar. Como un niño.

Por eso mismo y antes de notar que los labios impropios se curvaban, se encontró sonriendo enormemente y meneando su cabeza. Sí, le parecía divertido el responderse con preguntas. No tenía nada más para decir.

— Sonreír te hace ver menos idiota.

JubgKook resopló y en vez de responderle, se decidió por mirarle. Tendido y fijo, escrutando cada pequeña parte de su rostro. Una emoción indescifrable yacida en sus ojos negros. TaeHyung carraspeó nerviosamente y sintió una sensación de hormigueo recorrer su cuerpo.

— ¿Por qué parece que quieres escapar?

Y a pesar de encontrarse serio y sin ninguna turbación en su expresión, el príncipe de Incheon supo que el futuro rey estaba molestándolo por el tinte malicioso en su voz. Apenas perceptible, pero juraba que allí estaba.

— ¿Escapar de dónde? — Inquirió como si en verdad no tuviera idea.

— De mí.

De tener saliva con la que atragantarse, TaeHyung se habría atragantado en segundos. JungKook había acercado sus cuerpos hasta que estuvieron en contacto. Sintiéndose a pesar de la ropa. Sus entrañas pesaron y el calor familiar en sus mejillas apareció, esta vez siendo más como un ardor sofocante.

— ¿De qué hablas? — Farfulló en un tono tembloroso — Deja de molestarme, idiota.

El alto ladeó su rostro y miró sus labios de manera fugaz, poniéndolo aún más nervioso.

— No entiendo tu actitud, siempre buscas que estemos juntos y ahora quieres salir corriendo.

El más bajo balbuceó sin decir nada verdaderamente significativo e intentó darle una mala mirada al azabache. Él no buscaba que siempre estuvieran juntos, mucho menos en el sentido literal de la palabra y así de pegados como ahora lo estaban. Sólo buscaba que hablaran, que pasaran un tiempo agradable y que dejaran de quererse arrancar los ojos. Podría ser estúpido seguir intentándolo, pero tarde o temprano vivirían juntos, no podían seguir de esa forma.

Era insano y energía mal gastada.

Y JungKook tampoco podía seguir de esa forma. Comportándose de una manera para luego comportarse de otra totalmente diferente. Ya lo había dicho, era frustrante pero también preocupante. Nadie que estuviera medianamente bien podría ser así.

Ahora estaba molestándolo y bromeando hasta cierto punto, ¿y luego?

— Déjate de tonterías y de tergiversar mis acciones — Masculló al desviar su mirada — ¿No es demasiado largo este vals?

— No sé mucho al respecto.

TaeHyung se volteó para verle y se percató de que sus rostros estaban más cerca de lo que recordaba.

— ¿Qué haces? — Preguntó al humedecerse los labios con nerviosismo evidente — ¿Pretendes besarme? — Quiso bromear pero su voz se oyó demasiado ahogada y la risa que le acompañó, demasiado inestable.

— No, ¿por qué lo haría? — Respondió al enarcar una ceja, procediendo luego a curvar sus gruesos labios en una sonrisa grande y lobuna — ¿Acaso es lo que quieres?

El de hebras rubias chilló. «Maldición, ¿qué pasaba con él?»

— ¡De ninguna manera!..., era broma. Era una broma — Susurró con prisa. Alejando su rostro del contrario tanto como pudiera — Rayos, ¿no te das cuenta cuando alguien está bromeando contigo?

JungKook se alejó — No. No me gustan las bromas.

TaeHyung frunció su ceño — ¿Y qué fue todo eso?

— Una broma — Respondió con su sonrisa acentuada.

El más bajo se mostró auténticamente confuso, ¿si no le gustaban las bromas, por qué bromear con él entonces?

— Eres...

— ¿Raro? — Interrumpió al instante, luciendo aún divertido. TaeHyung se sonrojó pero asintió — No es la primera vez que me lo dices.

El joven príncipe quiso decir algo, aunque no supiera qué. Pero antes de que siquiera pudiera separar sus labios, su prometido lo soltó y como el resto, comenzó a aplaudir. Y fue así como se dio cuenta de que la música se había apagado y el vals acabado.

TaeHyung hizo una pequeña reverencia que pareció sorprender a JungKook.

— Gracias por el baile.

Y ahora, para sorpresa del más joven. El azabache correspondió a su reverencia. Dándole una más efímera y rápida.

— Un placer.

El más bajo enarcó una ceja y pensó que fue correspondido a causa de su entorno, pero siendo honesto, nadie les estaba prestando especial atención. Ninguna de hecho.

«¿Entonces?»

Y para cuando fue la hora de la cena, TaeHyung se sintió perdido y sumamente desconcertado.

JungKook ocupaba el asiento a su lado, como debía ser. Y si bien sabía que el hombre no conversaría demasiado, no se esperó que estuviera callado. No dijo ninguna palabra, a nadie. Y tan pronto los padres de éste se liberaron de sus ocupaciones y se acercaron a ellos, notó lo increíblemente rígido que se puso su cuerpo.

Y por un momento pensó que discutieron, era bien sabido que la reina MinYoung tenía su carácter y conociendo a su prometido como lo hacía, entendía de quién sacó el suyo. Pero sabiendo también cómo era, de haber discutido con su madre habría estado de mal humor toda la celebración, no sólo en la cena. Tampoco lo hubiera invitado a bailar a un vals o habría bromeado con él.

Eso lo dejó más confuso.

Y no fue el único en notarlo, Mi-Sun pareció percatarse también y exhaló con pesadez. Pero a diferencia de él, ella sabía el porqué. Y se encontró muy dispuesto a preguntarle al hombre, pero no tenía la confianza suficiente y que sus propios padres también estuvieran allí, lo cohibieron.

Al final desistió y terminó conversando con el resto. Interviniendo cuando lo creía adecuado y para olvidarse de la frustración hundiendo sus entrañas, bebió de la copa de vino de su prometido cuando creía que nadie le estaba prestando atención. Aquello era inapropiado, ya se había dicho. Porque por más príncipe que fuera, seguía siendo menor de edad como para beber.

Y no fue hasta que se bajó una segunda copa, que notó la pesada mirada de su madre al otro lado de la mesa. De no estar los reyes de Seúl presentes y sus hijos, probablemente habría sido regañado y muy seguramente lo será cuando estén fuera de la Casa Real, pero no le importó demasiado y tan pronto le llenaron la copa al azabache, él se apresuró en cogerla y beber la mitad del sangriento líquido.

Pero vamos, JungKook estaba tan tenso a su lado izquierdo que comenzaba a ponerlo tenso también. Sus nervios no estaban mejor.

Cuando se encontró dispuesto a bajar lo poco que quedaba en la copa, la rodilla del tipo golpeó la suya con suavidad. Inmediatamente le miró, sus esferas oscuras estaban entrecerradas en su dirección. Advirtiéndole que parara. Y a pesar de no haber enfado en su mirada, era lo suficientemente seria como para hacerle saber que no estaba de humor para nada. Y él era alguien considerado, así que bebió un trago diminuto antes de regresar la copa a su sitio. JungKook resopló pero seguía sin estar enfadado.

Y diez minutos antes de irse, el tipo se excusó con que tenía algo importante que hacer y se levantó, despidiéndose de sus padres pero no de él.

Se intentó convencer de que la repentina crispación devorándolo por dentro, se debió a lo descortés de su comportamiento, no a otro cosa. Como futuro monarca, debía aguardar hasta que el último de sus invitados se fuera. Debía despedirlos a todos, sin excepciones.

Y cuando los diez minutos se hicieron veinte, él realmente agradeció que su padre le dijera que podía esperar fuera. Necesitaba aire, la conversación con respecto a economía que estaban teniendo los reyes comenzaba a aburrirle. Era un tema demasiado frecuente para su gusto.

Cruzó sus brazos una vez estuvo fuera y se dedicó a observar el cielo. No era como el de Incheon, fue lo primero que pensó. Seúl era bella, sin dudas. Sus escenarios eran llamativos y todo podía retratarse a la perfección, pero Incheon era más colorida. Tenía más espacios verdes de los que alguna vez vio allí. Y admitía que Incheon significaba para él confort y calidez, Seúl era más fría y sin saber porqué, la sentía lejana. Impropia a su persona.

— ¿No deberías haberte ido ya?

«Mierda». TaeHyung se llevó una mano al corazón por segunda vez en la noche y si bien consiguió no pegar un grito más allá del cielo, sí chilló de manera aguda y asustadiza. Sintiendo lo más cercano a un infarto cuando escuchó la voz de JungKook. Y girándose hacia la derecha, lo vio aparecer de la oscuridad. Literalmente.

— Lo habrías sabido si no te hubieras marchado antes — Masculló con su corazón aún retumbando en su pecho por el susto — Eso fue bastante descortés.

— Lo sé — Admitió el azabache cuando se detuvo a varios pasos delante de él y en la claridad de la luz artificial — Pero me olvidé regar algunas cuantas plantas.

Y percatándose recién ahora que no traía su saco y que las mangas de su camisa estaban bien subidas, el más joven no dudó de la veracidad de su explicación.

— Pensé que estarías durmiendo.

— Es demasiado temprano y tengo trabajo que hacer.

«¿Temprano?» «¿trabajo?», TaeHyung se encontró riendo tontamente al repasar esas palabras en su cabeza y recordarse que eran poco más de las dos la madrugada. Un horario poco apto para que alguien estuviera trabajando y al pensar en su prometido como un maníaco del trabajo, acentuó su diversión interna. Pero la realidad es que no sabía beber, no tenía experiencia en ello de hecho, y ciertamente el vino lo había achispado un poco. JungKook pareció notarlo y aún así enarcó una ceja en su dirección.

— Te acompañaré hasta tu auto — Informó su mayor.

— Mis padres aún siguen dentro — Recordó el más bajo con obviedad, señalando hacia la cerrada puerta tras su espalda.

— ¿Y?, puedes esperarlos allí en lo que aparecen.

TaeHyung ni siquiera pudo decir algo cuando el hombre se encaminó hacia el lejano vehículo que los había transportado a él y a sus padres hasta allí.

«Ahí está otra vez», pensó al ladear su rostro, viendo al hombre cada vez más lejano. Cuestionándose cómo podía cambiar de actitud y humor tan drásticamente. Aquello no parecía sano.

Y antes de ponerse a pensar qué andaba mal en la mente del tipo, se apresuró en bajar los escasos escalones ante él para alcanzarlo. Llegando a donde éste justo cuando abrió la puerta trasera luego de haber saludado a su chófer, quien ingresó a la cámara del conductor poco después.

— No te entiendo.

Fue lo primero que le dijo, cruzando los brazos sobre el marco superior de la puerta del auto sin apoyarse por completo. Fingiendo estar agotado.

Su prometido pareció no comprender.

— ¿No me entiendes?

TaeHyung asintió y supo que en serio era malo con el alcohol cuando se rió otra vez. Descansando su mejilla izquierda sobre sus brazos cruzados y viendo al azabache con detenimiento. Se mordió la cara interna de una de sus mejillas cuando sintió la curiosidad hormiguear.

«¿Obtendría una respuesta de preguntar?»

— No entiendo porqué eres de esa forma — Aclaró cuando el más alto pareció impacientarse por su tardanza.

— No todo tiene un porqué.

La respuesta fue sencilla y rápida. TaeHyung la habría considerado honesta si no lo hubiera visto desviar la mirada. Además de que su cerebro estaba algo intoxicado y su lado racional sedado.

No lo pensó demasiado y se enderezó, y a pesar de tener la puerta del vehículo entre ellos, avanzó lo suficiente y tanto como ésta le permitió. Su acercamiento fue el justo como para considerarse invasivo y peligroso. Quería parecer intimidante para así sonsacarle algo más. Pero JungKook no se inmutó y tampoco se movió un centímetro, simplemente alzó ambas cejas y sus orbes oscuros brillaron con expectación evidente y tal vez curiosidad por su siguiente acción o palabras. No estaba seguro.

— Las acciones humanas, sí — Replicó con convicción. Porque era cierto, por más mínimo que fuera. Las acciones y comportamientos tenían un porqué de ser.

El príncipe heredero escaneó su rostro y él se puso inexplicablemente nervioso, más no se apartó.

— Seguiré pensando que no todas y que el alcohol te atrofia el cerebro, sube al auto.

— Ni siquiera bebí demasiado — Objetó en un bufido.

El de hebras azabache entornó la mirada.

— En un principio no deberías beber — Y el príncipe más joven sabía que sería otra vez regañado por aquel hombre — No sólo porque sea inapropiado o ilegal, no sabes cómo hacerlo y te deja medio idiota.

— Tú eres uno completo.

— Y así está bien, sube.

De no haber visto a sus padres a la distancia, habría replicado. Porque así era, necio y "medio idiota". Y le gustaba jugar con la paciencia de las personas, cuando sabía que no lo matarían por hacerlo, claro.

— Al menos despídete bien esta vez — Pidió con un deje falso de indiferencia, suspirando y dejándose caer en el cómodo asiento del auto.

JungKook rodó sus ojos con lo que TaeHyung catalogó fastidio y se inclinó hacia él. Sus ojos se abrieron a tope ante la sorpresa, pero el azabache no hizo más que colocarle el cinturón de seguridad. Mascullando un «descuidado» en el proceso y antes de apartarse.

— Buenas noches, TaeHyung — Farfulló ante lo insistente de su mirada, aún sosteniéndole la puerta.

— Buenas noches.

El más alto cerró la puerta y se giró sobre sus talones, marchándose. En cambio el más bajo se recostó sobre el asiento y cerró los ojos. Diciéndose que estaba muy cansado como para prestarle atención al revoltijo repentino en su cabeza.


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