Capítulo 3.4: La Cabaña de Zacarías
Narradora: Lancekinz.
Regresamos al bosque, parecía que no podíamos vencer al bicho horripilante que salía de la tierra. Ocupabamos algo en especial, pero no sabemos qué. Por lo que decidimos seguir buscando otras posibilidades.
Melanie nos seguía acechando, pero para suerte de nosotros, Yoyo tenía ese don excepcional, el cual nos libraba de todo temor ante la oscuridad.
Luego de observar la cabaña con su ecolocación, pudimos conseguir atravesar un sendero que nos guió hasta allí.
Era una cabaña de madera muy simple y algo indecorosa. Nos dirigimos con cautela hacia la puerta, era tiempo de averiguar lo que escondía esta pequeña casa.
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—Hola —todos nos sobresaltamos cuando vimos a la tierna niña abrirnos la puerta sin siquiera haber tomado ni el pomo de la misma. Yoyo se acercó sin ningún miedo.
—¿Qué hay, niñita? —sonrió con atrevimiento. La pequeña lo miró con cierto asco.
—Eres raro, ¿sabías?
—No soy raro, sólo tengo gustos especiales.
—Sí... como digas —miró para otro lado, quizá pensaba en algo más...—... en fin, bienvenidos a mi casita.
Abrió más la puerta y como si nada nos dio acceso. Todos entramos con una sensación de extrañeza hacia la niña, seguía teniendo ese tono sombrío y siniestro, pero por otro lado, ya lucía reacia a querer herirnos.
Logan se detuvo frente a ella.
—¿Cuántos años tienes?
—Tengo 6
—Vaya, eres algo siniestra como para tener una edad tan inocente.
—Digamos que mi familia murió cuando tenía 2 años y fui criada por un ente proveniente de la oscuridad cuya naturaleza comprende a la perfección lo que es el horror y el temor del ser humano... —sonrió ampliamente. Logan quedó algo sorprendido ante la respuesta tan natural de la niña.
—Y, uhm... ¿alguna vez te han hecho daño?
—Morí una vez.
—... —Logan enmudeció nuevamente por la tranquilidad con la que decía todo.
—Y luego reviví con algo nuevo dentro de mí.
—¿Y eso sería...?
—Creí que ya lo habías visto en el bosque —soltó una risilla.
—Okey, creo que mejor sigo a mis compañeros...
Dejando a Melanie de lado, decidimos explorar la cabaña, pero era muy pequeña. Había un centro de reunión donde había una chimenea, también había una mesa con dos sillas, tres habitaciones (suponía que uno había de ser el baño) y una mesita con una ocarina.
—Miren, chicos —habló Tauro. Todos fuimos con él y nos percatamos de una gran puerta en la cabaña.
—¿A dónde llevará esa puerta?
—A mi papá —dictaminó la niña—, aunque no pueden pasar todavía.
—¿Quién dice que no? —Shifty agarró la perilla de la puerta y la giró; no se abrió.
—Les dije, esta puerta tiene dos cerraduras.
—¿Y dónde están las llaves? —preguntó Yoyo.
—No les voy a dar todas las respuestas. En fin, pueden ver toda la casa si quieren, yo estaré frente a la chimenea.
De esta manera, Melanie se sentó frente al cálido fuego de su casa.
—De acuerdo, veamos que hay dentro de este sitio...
[¿Qué haré ahora?]
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