El teléfono sonó y, como cada vez que sonaba hacía ya tres días, Sarah corría a atender con el corazón en la garganta, rezando para que sus padres no lo hicieran primero.
Esta no fue la excepción, ni bien se escuchó el primer Ringg abrió la puerta de su cuarto y Stan la vio bajar corriendo descalza con unos shorts blancos y una camiseta manga 3/4 blanca con mangas azules, casi igual a la que usaba Bill Denbrough. El cabello rubio saltaba sobre su espalda al llevarlo suelto y sus pies provocaban un fuerte rechinido sobre las escaleras de madera.
Sin duda a Stan le llamó mucho la atención, ¿acaso su hermana esperaba la llamada de alguien? ¿de quién? Sarah no tenía amigos, con el único que dialogaba en clase era con Nathan Marsh, el hermano mayor de Beverly que era totalmente serio, estudioso, cordial y buena persona, en realidad era con el único que Andrea le permitió entrablar una relación mínima porque lo consideraba alguien de la altura de Sarah. Alguien que también terminaría corrompido, tal vez no por la rubia, tal vez no por Honey Pie, sino por alguien cercano a Eso. Pero eso es otra historia.
Sarah frenó en seco al ver, desde las escaleras, a su madre ganarle y atender el teléfono.

-¿Hola?-dijo la mujer, con un cesto repleto de ropa recién lavada en su brazo izquierdo. Sarah vio a su mamá fruncir el ceño y al instante se preocupó- oh, no, no gracias, no necesitamos sus servicios, adiós-y Andrea cortó, se dio la vuelta encontrándose a su hija parada en el anteúltimo escalón de la escalera-¿Pasa algo, mi amor?-preguntó con dulzura.

Sarah sonrió, tratando de ocultar su nerviosismo y contestó.

-No, solamente bajé porque me estaba asfixiando ahí arriba-contestó-, hace mucho calor.

-Bueno, ¿por qué no te quedas aquí abajo? está más fresco, o sino puedes salir con Stan-propuso- te hará bien escapar de tu cuarto y tus libros un rato.

Sin más, se marchó a terminar con sus tareas de la casa. El teléfono sonó nuevamente y Sarah saltó prácticamente para contestar.

-¿Sí?

-Hola, ¿eres tu, Sarah?-la rubia sonrió al darse cuenta de quién era la voz-Soy el chico de la heladería.

-Hola, sí, em... te recuerdo, pero no me dijiste tu nombre-comentó.

-Oh, claro, Oliver, me llamo Oliver Jacobsen-se presentó-, y quería saber si... ¿te gustaría salir algún día? tal vez hoy.

La sonrisa de Sarah se ensanchó y sus mejillas comenzaron a calentarse. Iba ser su primera cita ¿qué haría? no podía decirle a su madre, ella no le permitiría salir.
Entonces se percató de algo «¿qué le digo a mamá?». Pero ese no era el problema más grave que tenía, el más grave era que Eso, Pennywise, Honey Pie, Jason, Jace o como quieran llamarlo... la observaba y no estaba feliz.